Capítulo 16º: Debajo del agua.
Matt.
¿Por qué todas las mentiras se convierten en verdades? Es algo inevitable.
—¡NO ME JODAS! —su grito aumentó el dolor en mi cabeza, y sus ojos azules se volvieron intimidantes—. ESTOY MUERTO, ¡¿NO ES ASÍ?!
Sí, lo estás.
—No, Ethan, relájateee —repliqué, intentando mantenerme de pie con el corazón dándome vuelcos.
¡Dile la verdad!
Yo debería ser quien se relajara. Mi cabeza dolía tanto como si fuera a estallar, y el sudor corriendo por mi frente comenzaba a ser asqueroso, al igual que el vomito que estaba drogando por mantener dentro de mí en estos momentos. Un torbellino llenándose de mí.
—¡Dime la verdad! ¡¿Cuándo fallecí?! —me interrogó de forma hostil, apretando sus puños junto a su camisa.
Falleciste hace menos de dos años, el día 3 de agosto del 2017.
—¡Ethan, te estoooy diciendo la verdad! —exigí su silencio con mis manos, intentando sostenerme de su hombro—. CÁLMATEEE.
No, no estás diciendo lo que querías decir...
Retiró mi mano con brusquedad, mirándome con hastío—. Matthew, ¿por qué no puedes decir la verdad? —sollozó, viendo directamente a mis ojos. Sí, los ojos de un mentiroso.
Yo no puedo decir la verdad, te irás si lo hago. Pero no te quedarás si te sigo mintiendo, ¿o me equivoco?
—Yo no... —apartó su vista, dándome la espalda. Se dirigió a la puerta, y salió haciendo una pausa, cerrando sin dirigirme otra palabra o una última mirada.
El dolor se hizo más fuerte.
Caí desmayado en la alfombra, con el corazón agitado y algo quebrado, dando vueltas en mis engaños. Me siento debajo del agua, cómo aquella noche cuando vi una pequeña luz y brinqué por ella sin pensar en las consecuencias.
~•~•~•~
—Hace dos años—.
—¡Hey, no te duermas, ya estamos por llegar! —los gritos de Yurisa aturdieron mi cabeza, la cual levanté y golpeé contra el tubo de metal, ganando las miradas confusas a mi alrededor y el comentario insensible de un par de pasajeros.
Sí, me volví a dormir en el metro.
—Te detesto, Yui —susurré volviendo a mis cabales, sobando mi cabeza.
—Señor, ¿por qué se tiñe el pelo? —el oír esa pregunta me irritó nuevamente. Estaba harto de escuchar a esa niña extraña que me seguía desde que tengo memoria a todas partes, incluso en mis pesadillas.
—No me lo tiño, ¿te importa? —le hice señas para que se apartara de la puerta, quería poder salir primero en vez de chocar contra los cuerpos sudorosos que ocuparon los asientos en vez de los ancianos.
—No le hables a ese tipo. Se cree cantante de K-pop, hija —una señora jaló a la niña del brazo, levantándola. Sep, la otra señora que me persiguía a todas partes.
QUE MI CABELLO SEA RUBIO CENIZO NO SIGNIFICA QUE SOY CANTANTE DE K-POP.
La música sonó, como pasitos en polvo, anunciando el abrir de puertas y la carrera que debía empezar hasta la plataforma en mi primer día. ¡Si se puede! No me van a pagar al inicio, pero trabajo es trabajo.
~•~•~•~
—Esta historia es un asco —tiró mis manuscritos en la mesa frente a mí. El editor que me presentó Yui prosiguió—. Pero parece que con el tiempo podrás entregar algo bueno, así que trabajarás hasta ganar dinero con tu imaginación, ¿te parece?
Esa historia de la que habla, no es otra mas que "Ella no dice la verdad", historia sin un género aparente que ahora es parte de mi pasado oscuro como la más grande cagada que hice. En esos momentos, no estaba interesado en escribir algo que sacara a relucir mi potencial y se me ocurrió una pendejada básica con personajes planos.
—Koba me contó de ti. Dijo que de niño eras bueno contando historias, y aunque comenzaste a hacer cosas mediocres, con presión volverás a la revelación del escritor. Y como buen amigo de Yui, te ayudaré. —El editor Billy extendió su mano, mostrando una mirada seria pero amistosa—, bienvenido a Wattpad, Matthew Davis. Trabajemos arduamente.
Wattpad, aquella aplicación amarilla qué pasó a ser naranja con un logo de comida, hace años había dejado de ser solo el refugio de jóvenes y comenzó a ser la casa de lectores y escritores más grandes a nivel mundial. Algo sorprendente al volver en la historia con sus inicios, pero la más conveniente si eras un novato.
—Pero no te vamos a pagar hasta que tengas más de 5.000 seguidores, reglas son reglas. —Apretó más mi mano, causando que mi gorra amarrada con cinta se desbaratara y cayera en la alfombra, dejando en claro el poco dinero que había en mi bolsillo.
—Entiendo... —el infierno estaba por empezar, y yo no tenía nada en el estómago desde hace días más que fideos de los que duraban un mes en tu estómago.
~•~•~•~
—¿Por qué me quieren matar si apenas terminé la historia? ¡¿Qué mierdas les pasan?! —grité tomando a Yui de los hombros, haciéndole poner una mirada cínica.
Corrí a su oficina después de haber sido perseguido por toda la plataforma, quienes se hacían llamar "mis lectores" me persiguieron y me amenazaron por haberles hecho perder su tiempo en un escrito tan plano. Me arrancaron la camisa, me quitaron mis zapatos, y destruyeron mi stand. Todo iba de mal en peor, y yo quería un milagro... aunque no fuera gratis.
—Porque tu primera historia fue un asco —respondió con su sonrisa perturbadora, apartando sus manos, llevándolas a mi rostro. Su piel lucía más oscura junto a mi pálida piel—. Necesitas ayuda... un narrador. Como el que está cargándome ahorita para verme más alta que tú.
Bajé la vista, viendo al tipo que estaba pisando ella con su tacón. Un chico joven, con cabello largo y ojos verdes—. Hola, perdón, estaba pisando tu mano —susurré, apartándome a un lado.
—No se preocupe, escritor Davis. Mi deber es ayudar a mi diosa Kobayashi —su sonrisa partiría mi corazón, era tan sincero que por un momento iba a vomitar.
Nah, mejor me suicido.
—¿Y cómo consigo a ese tipo de esclavos? —pregunté, seriamente. Siempre estuve interesado en esas cosas. Ya saben, ser el amo y torturar a los demás, así que no mostré pena alguna.
—No hay vuelta atrás después de que lo explique, ¿estás de acuerdo? —me hizo señas para que tomara asiento, y ella bajó del chico, quien corrió a pararse junto a la puerta para asegurarse de que nadie entrara. Desde ese momento debí suponer que las cosas empeorarían, pero como siempre fui un idioma que amaba lo problemas, tomé asiento, desabrochando mi saco.
Un joven de casi 18 años, por fin trabajando, y recién perseguido—. Habla, quiero mejorar mi escritura.
—Ok —miró fijamente al chico detrás de mí—. Feyv, ven aquí un momento y háblanos de ti, ¿quieres? —Sonrió, jugando con su cabello negro, para luego cruzarse de brazos y respingar la nariz.
—Hola, escritor Matthew —el chico hizo una reverencia a lado mío, y prosiguió con suma tranquilidad—. Mi nombre es Feyv Lime, amaba leer historias y tuve una grandiosa vida. Fallecí el 19 de septiembre del 2015, con 23 años, cuando hacían un simulacro en mi universidad unos chicos corrieron espantados y me empujaron a un área en construcción, causando un coágulo en mi cerebro. Mis días en la tierra terminaron hace tiempo, pero aún me mantengo aquí.
—¿Qué? —lo miré asustado, temblando, pero él se mantuvo aún feliz.
—Yurisa me tomó y me dió otra oportunidad de vivir en este mundo, evitando que pasara a la otra vida. Se lo agradezco tanto, porque me enamoré de este lugar, y si lo dejara sería desgarrador para mí —terminó su historia de esa manera, tomando asiento junto a mí.
—¿No eres un zombi, verdad? Dime que no lo eres —susurré aún perplejo, alejando mi asiento de él como si fuera un bicho.
—Matt, los narradores y ayudantes literarios son personas que ya fallecieron en la dimensión literaria, inteligencias que no pueden volver al ciclo del universo, ¿entiendes? Estarán aquí para siempre, gracias a que los escritores detuvimos el reencuentro. Nos ayudan como meta de vida y tienen otra forma de ver el mundo.
Traté de entender la gran estafa que me estaba diciendo. ¿Así lograron obtener grandes escritos? Que diablos... La mayoría en ese tiempo había perdido el toque para escribir sin errores, pues los alimentos modificados y la contaminación comenzó a dañar las funciones cognitivas de las personas. Los escritores debíamos arreglárnosla para sobrevivir. No, aún no llegábamos al futuro como si fuera 2050, pero el deterioro del planeta empeoraba.
Sacó una carpeta, angosta y pesada. La aventó en el escritorio—. Personas relacionadas con la literatura, quienes tienen menos de un mes de vida, están allí. Viviendo en en el mundo literario, o, para ellos, el mundo más real. Nosotros seríamos los locos allí.
—¡¿Quieres que retenga almas?! No puedo creer que estén haciendo esto, ¡es ilegal! —grité golpeando el escritorio, amenazando con demandas.
—No, no lo es —explicó ella—. Le das la inmortalidad a alguien que ya no puede pensar, ¿crees qué hay algún problema en ello? Ja, al contrario. Todos los escritores de esta plataforma lo hacen, incluso algunas editoriales se están uniendo, como la editorial Agujero Negro o Nube. Tranquilízate.
—Pero aún así... —sus ojos cerrados y su sonrisa me terminaron de callar, y opté por tomar la carpeta con curiosidad—. ¿Debo revisar los datos y quien se me haga más atractivo es el elegido? —cuestioné irritado, volviendo a tomar asiento.
—No, Matthew, no es como un porno barato, aunque me encantaría que así fuera —siguió ella, abriéndolo conmigo—. Yo escogí a Feyv porque sabía que a él le encantaría renacer, pero hay otros a los que no les gusta esa idea y prefieren pasar a otro estado. Son cosas diferentes, la inmortalidad y la famosa "vida eterna" —dijo, inclinado su rostro hasta chocar con mi frente. Estaba siendo seria.
Mei/Escritora: Y es por esta razón que decidí escribir Parahell, para aclarar algunas cosas en mis historias. Pueden informarse en el capítulo "El personaje que lo ve todo" sobre la explicación de la vida eterna e inmortalidad.
—¿Estás diciendo que solo puedes darle esta oportunidad a gente buena y feliz que sean capaces de vivir para siempre sin resentimiento? Y los que han sufrido... ¿Qué hay de ellos? —pregunté seriamente, mirándola a los ojos. Ver los ojos de esta mujer, a pesar de verlos desde que tenía 7 años, aún me causaban escalofríos.
—Acá entrenos, los escritores preferimos ignorar a los dolidos, es más difícil que acepten estas cosas, más que nada, es difícil que acepten el estar muertos. Si los escritores no les dicen a sus ayudantes que fallecieron, entonces son castigados —pasó las hojas con cuidado, mordiendo su labio.
—Los miserables no tienen otra destino más que la vida eterna, ¿cierto? La triste inmortalidad es para los que pueden afrontarla, entiendo. ¿Pero no prefieren tener otra oportunidad aquellos? Yo creo que merecen... —me calló, poniendo su dado en mis labios. Sacudió mi cabello, dejándome ver los cabellos blancos al frente.
—Para, ya estás divagando. ¿Entonces, quieres buscar un narrador? Allí están tus candidatos, elige bien —respondió con una sonrisa, apartándose de mí. Se recargó en el hombro de Feyv, quien aún portaba felicidad a pesar de escuchar todo eso—. Infórmale a Billy cuando encuentres a alguien.
—Sí, entiendo... —afirmé entre dientes, mirando fijamente el rostro del chico en la segunda página. Su cabello negro y sus lentes junto a su sonrisa irritada me dieron la impresión de que era un joven que se sentía "fracasado".
Hazel E. Bristol...
21 años, escritor de ciencia ficción y terror psicológico. Ningún libro publicado.
Fue corrido de casa a causa de su sueño por ser escritor. No tiene muchos amigos.
Estado mental: Regular.
Altura...
Peso...
Metas en la vida...
Todo un Poe.
Este es uno de los que debo ignorar, ¿no?
Hazel Bristol, la 'e' cliché de Ethan muerto de hambre, como yo.
~•~•~•~
Mía Estella, era un lindo nombre para una linda chica como ella. Amante de la literatura romántica, sin haber experimentado la maravillosa enfermedad del amor azul, al igual que la chica que me rompió hace dos días por creer que era gay. Mía, rubia, de ojos azules, pero sin ser el estereotipo de "Barbie". Sus rasgos eran extraños, pero eso no la hacía menos hermosa, aunque su antiguo enamorado dijo que era un "alíen". Ella merecía cosas mejores, y moriría dentro de una semana.
Al parecer sería muerte por traumatismo craneal. ¿Cómo pasará? No tenía ni idea, debía seguirla y esperar. Supuse que alguien que nunca había experimentado el amor o había sido quien realmente es, estaría feliz con una segunda vida, pero su próximo amor sería el mundo y no una persona.
—¡Espera, dame un segundo, aún no acaba! —la chica siguió leyendo obsesionada, sin bajar del carro de su madre para ir a la escuela—. MALDITO ALEX, ¿POR QUÉ LO MATASTE?
—¡Mía! —el grito de su madre hizo que la chica bajara su voz y saliera del carro a toda prisa, guardando su libro con una mano y con la otra se haciéndose una coleta horrible, recogiendo sus cabellos dorados y rizados.
—¡¿Cómo que molestas a quien amas?! ¡El amor no es así! —exclamó ella pisando con todas sus fuerzas los escalones para entrar al instituto, ganando la mirada de los alumnos.
—¡Mía, estás hablando en voz alta de nuevo! —le gritó su amiga de cabello castaño y corto, escupiendo el chicle que masticaba sobre unos arbustos—. ¿Leíste el nuevo capítulo? Estoy harta de que Alex sea tan caliente como un conejo. No le importa o que le pase a él.
—Agh, sí, ¿qué le pasa al autor? Está haciendo todo mal —le respondió Mía, ignorando a los demás, mientras cruzaba las puertas con una gran patada.
¿Ahora qué?
Supuse que debía cruzar esa calle amplia que nos separaba y seguirla en la escuela, me gustaría saber un poco más de ella. Lo único que me detenía era este semáforo y el hecho de que no quería a una gritona obsesionada con los libros como ayudante.
Di el primer paso, junto a las demás personas que iban en la misma dirección. Que la vida me llevara a donde quisiera llevarme, eso me dije.
Choqué con el pecho de alguien, golpeando mi cabeza con su cuello, tirando sus papeles. Levanté mis brazos intentando apartarme de él, pero por accidente le piqué un ojo, por debajo de sus lentes.
—¿Qué haces, mocoso? —exclamó, metiendo sus dedos en mis ojos también, empujándome a un lado.
AHHHH. CREO QUE AHORA USARÉ LENTES TAMBIÉN.
Aclaré mi vista, aún mirando borroso. Aquel tipo de cabello negro era el mismo en mi lista, pude reconocerlo al ver la expresión, Hazel Ethan Bristol. ¿La vida me odiaba? Eso parecía alguna clase de coincidencia perturbadora atada por el hilo rojo del destino.
—¿Qué te pasa? ¡Te haré pagar por mis ojos! —le grité, aún viendo un poco raro. Él chasqueó su lengua, y me volvió a mirar molesto e indignado.
—Fíjate por dónde andas. —Replicó, recogiendo sus papeles arrugados, y siguió con su camino dando fuertes pisadas.
—Fijiti pir dindi indis —exageré sus palabras volviendo a la banqueta para no ser atropellado—. Este MOCOSO tiene un libro publicado y le queda MUCHO tiempo de vida, inútil —aún quejándome, saqué de mi bolsillo mi celular, revisando los datos que pasé de las personas en la lista—. Hazel... le quedan dos días de vida.
Volteé de inmediato a verlo, algo preocupado. Mis dedos temblaron.
Caminaba a lo lejos, tallando sus ojos por el dolor. Aquel escritor no tendría un gran final, estaba interesado en ver eso. ¿Debería seguirlo o algo por el estilo? Dejó caer una copia de un escrito. ¿Debería recogerlo?
Quiero saber que clase de persona es...
~•~••~•~
Ring~ Ring~
—Deja de buscarme si vas a decirme lo mismo siempre, mujer ridícula —respondió su teléfono gélidamente, arrugando su frente—. Te lo repetiré, mi padre, no, Filip, me corrió de casa y tú lo apoyaste. Ja, ¿qué eres mi madre? Recuerda eso antes de haber quemado mis manuscritos. No LLAMES.
Colgó el teléfono, bajando su cabeza. Al parecer haberle dicho esas cosas a la mujer que le dió la vida era doloroso, pero no tuvo otra opción, detenían sus sueños. Yo, fui afortunado, mis padres no me detuvieron pero tampoco me apoyaron, simplemente me fui de casa e hice las cosas por mi cuenta, apartándome de mi familia sin preocupación.
La vida no te dejará cumplir tus sueños si no pagas tu cuota.
Hazel, acababa de salir de su trabajo, como vendedor en un supermercado. Las señoras mayores se apilaban a un lado de él al escucharlo ofender a un ladrón con palabras tan severas y raras, desde entonces lo amaban con locura. Él cargaba con mucho estrés después de empezar la universidad, porque aunque intentó buscar trabajo nada le convencía. Incluso uno de sus amigos, Curin, había dejado el país, así que sólo le quedaba un mejor amigo y otro chico con problemas familiares que había dejado el grupo de amistad.
—Pardiez... ¿Por qué me llama justo ahora? ¿Se enteró de mi golpe de suerte? —su mirada preocupada se retiró al recordar sus primeros logros.
Sí, había obtenido un fabuloso correo esa mañana...
Abrió las puertas de una cafetería/heladería con emoción, queriendo gritarle al mundo por aquel correo. Tomó asiento en una mesa de arcilla junto al ventanal, cruzándose de piernas, acomodando su cabello como si fuera un rey, y dirigiéndole una sonrisa egocéntrica al chico sentado en frente de él.
—¿Ahora qué bicho te picó, Hazel? —preguntó irritado el tipo con cabello azulado, dándole una taza de café—. ¿La chica guapa que va al supermercado por fin te habló?
—No, fue algo mejor. —Respondió, sin apartar su mirada alegre.
Su mejor amigo, aquel tipo sentado en frente de él era un escritor de poesía, que también escribía en internet y no había recibido reconocimiento.
—¿Algo mejor que verla a ella? —se sorprendió, mostrando emoción—. ¿De qué de trata? Espera... ¿Tus padres por fin?...
—No, no menciones a esos ancianos. Te quieren más a ti que a mí, Andric. —Hazel tomó su café, dándole un sorbo, y lo bajó al darse cuenta de que está muy caliente.
—¿Los Wilson...?
—Ellos están locos.
—¿Él ha vuelto del extranjero para trabajar contigo en el supermercado, jaja?
—No es posible.
Andric enarcó su ceja por verlo tan feliz.
—Señor cantante, ¿qué hace en ese arbusto espiando a la gente? —preguntó la niña demonio detrás de mí, tocando mi espalda repetidamente haciendo que me saltara una vena.
—¡Cállate mocosa, déjame escuchar! —su madre la tomó del brazo al oír mis gritos, y yo reparé mi vista en los dos ancianos.
—Me ha contactado la editorial Welt, quieren publicar El lugar donde no había luz dentro de una antología, y quieren que firme contrato para trabajar con ellos durante 4 años. El editor será el famoso señor Skec Milton, ¡¿puedes creerlo?! —levantó la voz como un niño pequeño, causando que Andric diera un brinco y yo también—. ¡Por fin su ceguera ha desaparecido y me han reconocido como escritor!
—Eso es... —Andric quedó sin palabras, pero de inmediato la sonrisa volvió a su rostro— asombroso. Mi mejor amigo de la infancia ha logrado esto por sus propios méritos. —Se puso de pie, abriéndose de brazos para felicitar a Hazel.
—Sí vas a empezar con tus homosexualidades, yo no juego —Hazel respondió en tono burlón, causando que Andric se enojara y optara por golpearlo.
Después de un rato de charlas, decidieron que el día de mañana festejarían aquello en un bar rodeado de otros amigos de la facultad.
El día de mañana, a las 23:45, el alma de Hazel ascendería al cielo.
Ups, que mal que se vaya a morir.
Eso no me incumbe.
~•~•~•~
—¡MALDITA SEA, ALEX, SOLO BÉSALO! —Mía gritaba, rompiendo mis tímpanos. Me senté una mesa atrás en el café, y aún así sus gritos eran poderosos, y quise rendirles cultos entre bromas.
—¡Consuman su amor y dejen de estar tan secos! —Su amiga Lily le siguió la corriente, sacudiendo su cabello de un lado a otro.
—Agh... tan molestas. —Reparé en la copia que se le cayó al chico ayer, y leí el título chasqueando la lengua—, El lugar donde no había luz.
Mira, no hay nadie ahí.
Sólo estás tú.
¿No lo ves? La oscuridad te consume, y te apaga. No te deja brillar.
Creíste que estabas rodeado de muchos, ¿cierto? ¿A dónde fueron? Si de verdad te conocieran, estarían a tu lado hoy, y te dirían que todo estará mejor. Pero, sinceramente, ¿cuándo las cosas han estado mejor?
Estando destrozado en medio de la oscuridad, es cuando te das cuenta de que siempre estuviste completamente solo.
Las personas pasan, y hablan contigo, de cosas cotidianas, siempre es lo mismo. Escuchas problemas, chistes, y cosas sin sentido, al final del día, nada de eso tiene valor. ¿Qué se supone qué somos estando en medio de la oscuridad?
El lugar donde no había luz era dentro de nosotros un...
Me paré del asiento sin apartar la vista del escrito. Choqué la cabeza con otra persona, tirando su taza de café y tirando las copias que cargaba. Levanté la vista irritado y adolorida por el choque y las personas que nos miraron disgustados por el desastre.
—¿Tú de nuevo? —bufé irritado, mirándolo de arriba abajo.
—Me debes un café, mocoso. ¿Me estás acosando o algo por el estilo? —cuestionó molesto, haciendo unas señas a la camarera para que viniera a limpiar aquel desastre.
Me agaché sin responderle, y recogí la copia, él no aparta de vista mis movimientos. De nuevo tenía que ser él, era como si algo me estuviera obligando a cometer esos encuentros.
—N-No, no te estoy acosan... —Miró fijamente las copias que cargaba, reconociéndolas.
Mierda...
—¿Eres mi lector? ¿Leíste mi escrito en internet? —preguntó, haciéndome temblar. Su voz fue pasiva.
—Ah, no, yo... —lo miré directamente a los ojos azules, tranquilos y suaves como el cielo nocturno; contrario a los míos helados. Vi como éstos se iluminaron y su sonrisa se volvió clara. Su cabello negro lo hacía parecer uno de esos vampiros jóvenes que causaron muchas muertes en mitos—. Sí, soy tu fan... perdón por causarte tantas molestias.
—¿Entonces sí? —rió ligeramente, cabizbajo. Cubrió su cara con su manga negra, dejando caer su cabello sobre su brazo y parecía reírse más fuerte.
—¿Pasa algo? —pregunté intentando ver su expresión.
—Es solo qué... —apartó su brazo, mirándome con una sonrisa radiante y sus cachetes rosados, apenado—. Es el día más feliz de mi vida —masculló de forma dulce.
¿Eh?
—¿Oh? Ese tipo... Es muy guapo. —Oí la voz de Lily detrás de mí, hablando de Hazel y su sonrisa.
—Nah, se ve mejor el canitas —La voz de Mía.
—El tipo alto vestido de negro es muy apuesto... —las palabras comenzaron a salir de los demás, pero no de mí. Me mantuve quieto, mirándonos.
¿Qué hago? ¡Háblale!
Es irrespetuoso que un menor ignore a alguien de su edad.
—Yo... ¡Tengo que irme! —le grité en la cara espantado, dejando caer de nuevo las copias. Tomé mi mochila sobre la silla y corrí a toda velocidad saliendo del lugar, ignorando los gritos de él ora detenerme.
Iba a festejar ese día con su amigo, iba a regresar a casa, todo iba a ir bien el día siguiente...
No, él... ¿No volvería a sonreír así?
Él... se quedaría en ese lugar, para siempre, sin volver a casa de nuevo.
¡No quiero ver aquello!
~•~•~•~
El reloj marcó las 22:30 de la noche en el mundo literario, y yo tomé el primer taxi que encontré fuera de la editorial y me dirigí al puente Rial, frente a la estación Niquía, con el aire escapando de mis pulmones.
—¿He llegado a tiempo? —me pregunté revisando el reloj de bolsillo, 23:00 pm.
Me senté en una banca, frente al puente, a esperar. Las hojas del árbol arriba de mí caían en mi cabello, manteniéndome tranquilo. Pasar mucho tiempo en esta dimensión me volvía loco, era otro mundo parecido al mío, pero el tiempo era diferente. A veces me daba miedo ser hipnotizado por ese mundo y quedarme allí para siempre, ignorando mi realidad. Desperté una hora después de haberme dormido.
Aquí era el tres de agosto, el otoño siempre me había hecho sentir ansioso por las hojas cayendo, el invierno triste, la primavera preocupado, y el verano asustado. El tiempo pasaba rápido, y le tenía miedo al tiempo, a lo veloz que pasaban los momentos cuando éramos felices y lo mucho que duraban los periodos depresivos. Siempre temí llegar a ser un adulto y no lograr nada, por eso me esforcé por ser alguien... aunque hiciera cosas mediocres. El tiempo se escurría.
Gracias a todos los qué me entregaron una pluma y me dieron la oportunidad de escribir.
Pero me siento mal por el tipo Hazel, ya que él no dejará nada.
—¡Ya estás muy borracho! —oí la voz del chico Bristol, a lo lejos, sosteniendo a su amigo Andric.
Venían para acá.
—¡Tú eres el borracho! —le gritó el otro, dándole un empujón.
Me pise de pie asustado al ver el momento. El corazón no dejaba de latirme con rapidez.
¿Si evito que pasen por el puente se salvará? ¿Qué pasará ahora?
¿Se caerá por accidente?
¿Los asaltarán?
¿Pasará un carro a toda velocidad?
No saber lo que sigue... me da miedo, tengo tanto miedo. Le temo al destino.
Como escritor, en mis historias puedo controlar estas cosas, pero la vida y la muerte es diferente.
¿Qué pasará?
Llegaron al puente a rastras. Me adentré más en la estación, sin apartar la vista de ellos. La luna se reflejaba en el agua, y la luz estaba sobre sus cabezas. Los pétalos caídos de los árboles hacían que parecieran los mejores amigos caminando por allí, riéndose de todos sus errores y todas las cosas que los llevaron a ese momento.
Hazel caminó un poco más, riendo y pateando piedras invisibles. Andric se detuvo un momento al ver flores marchitas en el suelo.
El chico se agachó y recogió una de ellas, causando que Bristol también se detuviera y lo volteara a ver con su sonrisa de ebrio—. Hazel, ¿recuerdas a All? —preguntó.
—¿Ah? ¿Mi ex-novia? ¿Por qué la mencionas ahora? —cuestionó Hazel riendo un poco, acercándose más a él.
—Sí, ella. Realmente le gustabas, ¿no? —habló, aún con la cabeza abajo.
—Mmm... Sí, era linda. Solo que no era mi tipo, por eso terminamos rápido. —Andric mordió sus uñas al escucharlo.
—Mis padres siempre te han querido —mencionó—, y mucho.
—Amo a tus padres, me han cuidado más que los míos. Te agradezco eso, Andric —Hazel posó su mano sobre el hombro de Andric, viéndolo con una sonrisa cálida, como si viera a un hermano—. Somos familia.
—Siempre sobresaliste en los deportes cuando yo tropezaba y rompía mi nariz —rió Andric, también tomándolo del hombro con cariño—. Y al final ambos terminamos escogiendo sueños que no nos darían mucho, jajaja.
—Seh, fue la decisión más loca de mi vida —Hazel rió también, dándole unas palmadas en la espalda—. Pero es la que me hace más feliz.
—También fue la mía —Andric lo empujó un poco, hasta pegarlo contra los barrotes del puente, lentamente. Acercó su rostro, pegando sus frentes, respirando el mismo aire—. La de ambos.
¿Ahora qué? ¿Pasará un ciclista?
—Sí, la de ambos, ¡estoy tan feliz por ello! —Hazel rió nuevamente, tratando de mantenerse en sus rodillas.
—Entonces... ¿Por qué aún así estás encima de mí? —lo empujó un poco más, causando que me pusiera de pie del susto. Metió su mano dentro de su sudadera, y sacó una navaja plateada con símbolos dorados, haciéndome temblar—. ¡Yo soy diez veces mejor que tú y aún así conseguiste que te reconocieran!
—¿Qué? —la mirada de Hazel cambió, estaba aterrado y temblando.
Debo ir hasta allá. ¡Debo hacer algo!
"Matthew, cualquier cosa que veas, si lo detienes, te castigarás para siempre", las palabras de Yui hicieron presencia en mi mente. Me obligué a detener las emociones antes de que mi cerebro actuara.
—Hazel, si pasas algo por alto, no verás cuando te devore —Andric lo sostuvo de los brazos y tobillos. Penetró la navaja en sus pulmones, hundiéndola con fuerza.
No puedo hacer nada, no puedo moverme. No puedo... ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué vine?
La hundió más, haciendo que Hazel, quien lo miraba directamente a los ojos como si hubieran destrozado cada parte de su alma, comenzara a escupir sangre en su rostro cuando la navaja fue sacudida dentro de él levantando carne. Su cuerpo se encontraba en shock, dió en uno de los órganos más esenciales del cuerpo. ¿Qué decían las notas que leí sobre el apuñalamiento? Sangrado interno... Sangrado externo... Si dejábamos el arma allí, tal vez pudiera...
Sí, puedo salvarlo, ¿verdad? Puedo salvarlo...
Di un paso más, pero retrocedí al pensar en mis acciones. Las memorias confusas de Yui me dieron ganas de vomitar. Comencé a hiperventilarme.
Andric sacó la navaja de la herida, causando un derrame enorme de sangre en el suelo, para después darle un empujón con el dedo índice y tirarlo al lago sin remordimiento. Oí todo hasta allí... el sonido de su cuerpo al caer y golpear contra las rocas del lago.
No importa... Puedo salvarlo.
Andric sacó una toalla húmeda y limpió la navaja, al igual que la marca de sus dedos en el barrote, y tiró todo al agua de igual manera. Después de gritar, maldecir, y patear el bote de basura, giró para asegurarse de no ver almas siguiéndole. Comiendo sus uñas, con todo dándole retorcijones en su conciencia, pateó nuevamente los barrotes y corrió lejos como cobarde.
Cuando llegue a casa y vea sus manos... Estallará, ¿cierto?
Caminé más hasta llegar al puente cubierto de ojos. Ver, o no ver, ¿qué debía hacer? No podía ayudarlo, no podía sacarlo de ahí, no podía detener su destino de "el escritor trágico". Y no lo iba a usar como ayudante, sería inútil hacerlo. No podía ayudarlo... traería más problemas.
No debo ayudarlo... Lo mejor es dejarlo morir y después retirarme. De todas formas, avisaré a la policía de aquí.
Sí, debo dejarlo.
Yo... debía...
Di la espalda, sin acercarme más a los barrotes de metal, para no tener las ganas de asomarme y ver su cuerpo bajo el agua. Respiré una veces más, sintiendo presión en mi pecho. El aire se iba y yo no podía seguir así.
Un sonido palpitante provino de abajo, haciéndome temblar de temor. Era un sonido muy raro, como voces unidas en un tintineo. Cosas hablándome por todas partes, no pude entenderlas. Quería gritarles.
Volteé asustado y lo vi reflejándose en el agua, como un hada. Una pequeña bola cristalina y brillante estaba ascendiendo lentamente como una pluma, hasta estar a la altura del puente. Me detuve a verla fijamente, a dos metros de distancia. La forma no era completamente redonda, parecía moldearse, hacerse pequeña y a veces crecía. Una entidad viviente y hermosa, esperando ser utilizada.
—Eso es... —susurré, viendo la pequeña luz—. ¿Un Esp...?
Aquello es de lo que hablaba Koba, el Esper, el alma de las personas y la prueba de su existencia.
La luz subió un poco más, superando la altura de los barrotes. Se retiraba, iría al tercer estado y viviría otra vida, una vida más feliz. Porque el mundo no era justo, y nunca lo sería para él.
Debería... ¿Qué debería hacer?
Mi mente se quedó en blanco, como una película sin música y sin cinta. Mi cuerpo por si solo corrió desesperado, ahogándose con el mismo aire que usaba para respirar. Pisé uno de los barrotes y brinqué con fuerza como si viviera una película de acción, mirando mi reflejo sobre el agua , siendo iluminado por la luz de la luna. Mi cabello blanco brillaba como nunca antes y mi cuerpo se sentía libre como una paloma blanca. Logré tomar la esfera con una mano y la llevé a mi pecho, dejándome caer en el agua.
~•~
Estaba debajo del agua, siendo iluminado por la esfera en la oscuridad del lago. La caída no fue dolorosa, pero era aterrador ver como la luna a través del agua se tornaba roja... una luna sangrienta y temible. Si se hubiera caído me habría matado, y eso era lo que yo quería.
Morir.
Me puse de pie de golpe, asustado, sin sentir las heridas en mi cuerpo por la adrenalina. Azoté mis manos contra el agua repetidamente, asustado por lo que había a mi alrededor. Estaba rodeado de sangre, y encima del cuerpo de Hazel con mirada demacrada y pálida. Le habían chupado el alma.
Miré la esfera entre mis manos llenas de sangre, y de mi cabello escurría también el líquido carmesí, haciendo que pareciera pelirrojo. Era una escena de terror como las que intenté escribir hace tiempo, pero en una historia los nervios estaban de punta, en el presente yo no podía sentir nada.
—Ja... —la miré aún más, como si nos comprendiéramos—. Te tengo... Yo te... JAJAJAJAJAJA.
Mi propia risa no me dejó escuchar absolutamente nada, solo era yo. Estaba solo yo, el muerto, y mis risas.
El lugar donde no había luz, era dentro de nosotros un pequeño infierno, que nos consumía lentamente y no nos dejaba respirar. Estando debajo del agua, bañados en sangre. No sé cómo escapar, no sé cómo brillar, no sé quién soy. El mundo cae encima de mí, y yo estoy solo.
Ja...
Jaja...
¿Ahora qué? ¿Llamo a Billy?
•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
CHAN, CHAN, CHAN, CHAAAAAAAN, ¡leche con pan!
¡Una disculpa nuevamente! Me fui, causé un desastre en el mundo, y volví intentando sentirme mejor.
Espero les haya gustado este capítulo, y me disculpo por cualquier error.
¿Alguna pregunta?
Tengan un hermoso día. <3
~MMIvens.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top