PRÓLOGO

Y fue muy bienvenido enero con sus días tradicionales, nada bueno, nada malo, simplemente un período que alguien nombró sin más idea, comúnmente lo llaman "feliz año nuevo", o "duérmete porque vienen los reyes", en caso de mi región; yo lo llamo como a todos los otros meses: "parte de la vida".

No hay nada extraordinario en el fin de un año, ni siquiera nos ponemos a pensar en las 6 horas que se juntan y forman un bisiesto. En fin, esto de los bisiestos fue para no arruinar la fiesta, o sea, ¿Quién se quedaría en vela hasta las seis de la mañana para celebrar? Compañeros, lo solucionaron fácil: imaginemos que estamos locos y acumulemos esas seis horas extras en un día cada cuatro años. Me rio, amigos. Me estoy riendo (no).

En fin, sigamos poquito el juego para terminar como va, supongamos que yo ahora mismo me pongo a mostrar en poesía mi obra más destacada del año pasado, sin siquiera pasarnos por la cabeza que estoy usando este ligerito pretexto para subir mis locuras fuera de contexto.

Al fin que veo a mucha gente que se hace en la mente todo lo que le dicen.

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