Que incansable analfabeto,
que renegrido reintegro
luciendo el cascarón oscuro
de aquello que critica
siendo más claro el mío.

Que inepta redacción
ensalza, propia suya,
asegura no hay más atinado
verbo alguno que el que ordena
rezar su soberano antojo.

Presume ser de cabecera
cuando cabeza le falta
y besa el mismo suelo
si se decreta sabio
al que hiciere bochorno cual el dicho.

Sataniza la mente de ese
que sabe que sabe lo que él no sabe,
pues cree que en el mundo no cabe
el que pronuncia Ave antes que él María,
la delantera es suya por derecho innato.

¿Qué conocedor de lo bruto
mencionó que el intelecto
no aguardaba en lo más bello?
La eminencia de la terranova
trajo consigo la perfección idealizada.

Por eso critica cada imagen, distorsión
inaceptable de la pureza
que a él le costó alcanzar
cien años de filosofar
y otros cien de caminar.

Porque además presume el nuevo Adonis
que de andanzas sabe lo que incluso
el eterno caminante Iscariote ignora,
él no ha andado sólo por la Tierra,
que el asombro no nos carcoma al verlo atravesar el Sol.

¿Qué puedo yo decir ante el máximo
exponente de la raza aria soñada
por aquellos exuberantes buscadores
de la idea de lo que debe ser esculpido
en cien rocas distintas para preservar su memoria?

Aceptaré mi ignorancia diciendo,
que desconocía que aquel que sería
el modelo más digno de entre cristianos millones
sería el caucásico de ébano,
el rostro de Hades enredado con Baba Yaga.

Nadie razona si no es el grande,
esclavos somos o tenemos la obligación
de ser de aquel que abrió la última puerta
del conocimiento absoluto.
Las neuronas nuestras son pocas junto a las sacras suyas.

No vale humano más,
bomba atómica le rinde honores,
gas mostaza le da cosquillas,
el lacrimógeno llora por su propia ineficacia,
nadie puede plantarle frente.

Si te humillas, te acepta.
Si por bien y verdad tomas sus delirios extravagantes
de inexistentes hazañas casi de surcar los cielos
con alas que tuvo siempre
y nunca nadie será más, se enorgullecerá de ti.

Pero si en cambio haces
valer la tu palabra y le demuestras
el error en que se enreda
el vil truhan pelos de araña,
niega todo y dice al son
que pese a tu leve triunfo
jamás podrás igualar su don.