Tristan: Una Conversación Agradable.
Una pesadez invade mi cuerpo, lentamente abro los ojos y veo un techo lo suficientemente elaborado como para estar en una celda. Me siento en la suave cama con mantas pesadas, pero cómodas.
—Eres de sueño pesado ¿lo sabías? —el rey Robert Stonewell se encuentra sentado en una silla al lado de mi cama. Me intento levantar, pero él me detiene alzando una mano—. Te permito descansar este día, pero mañana empieza tu preparación para que seas mi heredero —él se levanta de la silla y se va a una mesa donde se sirve un poco de vino, y se regresa a su silla—. Quiero que comprendas algunas cosas —le da un trago a su vino—. No soy tu padre como para que te encariñes o esperes algún afecto de mí. No porque seas mi heredero significa que mañana serás rey, yo tuve que esperar quinientos años para poder gobernar, espero que mi tiempo sea aún más largo que de mi predecesor. Y algo muy importante para nosotros el reino de las sombras es nuestra autonomía, somos leales a los dioses, pero ellos no pueden controlar estas tierras, aceptarte no significa que tu familia gobierne este reino ¿me entendiste?
Asiento.
—Mañana empezará tu preparación y dependiendo de cómo te desenvuelvas definirá tu posición en mi consejo —él se levanta—. Permitiré que veas a tu familia por hoy, pero de resto no quiero que te visiten y mucho menos que tú salgas del lado oeste a verlos. No quiero que su influencia te absorba.
Él sale de la habitación. El cuarto es bastante ostentoso, con decoraciones de pinturas y algunas piezas de oro. Tiene grandes ventanas con cortinas blancas, me levanto para ver la vista; se ve las puntiagudas torres negras, el cielo oscuro como es habitual en este lado del universo, a lo lejos se ven pequeños puntos blancos que lo más probable sean planetas o estrellas. La puerta de la imponente habitación se abre y entra mi madre acompañada de mi señora con su esposo Seth y mi padre.
—Hijo —mi madre me abraza fuerte—. ¿Estás bien? —ella me pasa la mano por el cabello, el rostro y tocando mi pecho.
—Si, mamá estoy bien —la detengo.
—Supongo que ya Robert se manifestó contigo respecto a sus deseos —nos interrumpe mi señora.
—Si, fue bastante preciso en sus deseos —la miro triste.
—¿Cuáles deseos? —pregunta mi padre.
—Quiere que Tristan corte cualquier relación que tenga con nosotros —habla mi señora seria e inmutable como siempre.
—De ninguna manera —protesta mi madre, ella aprieta mi mano con extrema fuerza—. No me pueden separar de mi hijo.
—Se puede llegar a un arreglo para que visites a Tristan aunque no es lo bastante seguro que se logre —habla el señor Seth.
—Lo conversaré con Robert en su debido tiempo —mi señora se acerca a mí—. Si no es mucha molestia necesito que me dejen a solas con Tristan.
Mi madre protesta, pero mi padre interviene y la saca de la habitación, el señor Seth también se va.
—¿Es cierto que no los veré más? —pregunto temeroso.
—Solo será por un tiempo —mi señora observa las cortinas de mi habitación—. El reino de las sombras siempre ha sido reacio a mi nombramiento como reina y soberana del lado oscuro del universo. No es de extrañar que Robert quiera alejarte de nosotros.
—Usted tiene el poder de imponerse a él —ella sonríe para si.
—Puedo ser la criatura más poderosa, pero él posee el ejército más grande y un poder armamentístico más alta de todo el lado oscuro. Y cualquier insinuación de guerra, él nos acabaría. Tengo buena relación con el reino de las sombras por mi esposo, que gracias al ejército sombrío se pudo conquistar el lado oscuro —la miro derrotado—. Recuerda algo joven príncipe, la mayor arma de un rey es el miedo y saber que batallas valen la pena arriesgarse y cuales no.
—¿Cuándo cree que seré rey? —le pregunto, ya que no había caído en cuenta de la buena salud del rey Robert.
—Eso no lo sé —contesta moviendo un poco la cortina para ver las torres del castillo del Oeste—. Las sombras no son inmortales como nosotros, sin embargo pueden vivir milenios si se cuidan bien. Robert quiere un heredero para ejercer su voluntad de una mejor manera, ya que él no tiene una reina a su lado. Harás todo lo que Robert te ordene, serás obediente y paciente. Te fortalecerás y aprenderás todo lo que debas para ser un gran hombre digno de la voluntad de tu rey y de los dioses.
—No quiero estar lejos de ustedes —expreso deprimido.
—El camino a la gloria es difícil y solitario, donde sólo unos pocos lo logran —ella me sostiene el mentón—. Tienes que ser fuerte Tristan si quieres la corona —ella mira hacia la puerta—. Recuerda esto, nunca confíes en nadie. A nadie le digas nada de tu vida, serás un misterio para todos y todo. Forjarás tu propia reputación, ya sea como un joven príncipe carismático y sensible o un joven príncipe envuelto en un manto de curiosidad e impredecible, que a veces puede ser despiadado con sus enemigos.
—Escojo la segunda opción —me paró firme aunque un dolor en la pierna nace donde me hirieron.
—Eso dependerá de tus acciones —ella me mira orgullosa—. Dejaré que hables con tus padres para que resuelvas tus asuntos personales con ellos. Recuerda que no verás a tu padre por un largo tiempo, te aconsejo que le des una oportunidad de perdonarlo, ya que cuando lo querrás hacer no podrás salir del reino sin la autorización del rey.
—Sí mi señora —ella asiente y va a la puerta donde la abre dejando entrar a mis padres. Mi señora nos deja solos.
—Mi niño —mi madre me abraza y yo a ella. No quiero que se vaya, no quiero estar solo—. Vamos a la cama, todavía necesitas descansar.
Ella me conduce a la suavidad de la cama. Mi padre se mantiene al margen de la situación.
—Aún no me siento lista en dejarte —ella pasa su mano por mi cabello, que ya empieza a crecer de nuevo.
—¿Cómo fue tu experiencia al llegar al castillo de nuestra señora? —le pregunto a mi padre, que se ve sorprendido por dirigirle la palabra en años.
—Bueno… eh… estaba asustado —logra decir y se sienta en la esquina de la cama—. No quería estar con mi tía, quería quedarme con mi madre y mi hermano en el castillo de mi padre.
—Te quedabas con nuestra señora ¿por qué le temerías? —pregunto curioso.
—No la conocía lo suficiente como para generar la confianza que le tengo actualmente —él me mira amable—. Como tú, me enfrentaba a un destino incierto y confuso, y a un castillo escalofriante —río un poco—. Ten la suficiente confianza en ti mismo para afrontar los retos venideros y créeme que te irá bien.
—Gracias por el concejo.
Mis padres y yo hablamos de mi futuro, y de mi posible transición a la divinidad. Tal vez me convierta en un dios como tal vez no. Prefiero pensar primero en tener la corona del rey Robert en mi cabeza y luego pienso en mi posible rango divino. Mis padres comen conmigo en la habitación donde reímos a carcajadas de nuestras metidas de patas en la vida.
—¿En serio te metiste allí? —le pregunto a mi madre sin poder contener las carcajadas.
—Ríete todo lo que quieras, pero fui la mejor cazadora de cerdos del reino —mi padre desvía la mirada a la entrada donde entra mi señora Laila.
—Me entristece interrumpir esta linda reunión familiar, pero temo que ya debemos irnos —mi señora se muestra triste.
Mi madre me da un último abrazo y me dice que me ama con todo su corazón. Mi padre me estrecha la mano y se va con mi madre y mi señora. Me quedo solo en la inmensa habitación, me levanto de la cama y recorro cada esquina de la que será mi refugio por los siguientes años que me esperan en este lugar. Voy al armario donde encuentro mi ropa y más cosas que no me siento lo suficiente cómodo para aceptarlo por los momentos. Me voy a un pequeño escritorio donde veo dos libros; uno es la constitución del reino sombrío y el otro es un libro de hechizos. Tomo el libro de leyes y me lo llevo a la cama a examinar cada regla que de este lugar y como pueda manejarlo a mi voluntad. Leo toda la noche hasta que llega una chica que me avisa que ya es de día aunque siempre estaremos a oscuras. Me preparo para el duro día que me espera en mi nueva vida. Solo un milagro me salvará de lo que se me avecina.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top