Estrella: Un Baile Tedioso

Mi madre alisa mi cabello de forma delicada, pero fuerte a la vez. Varias mujeres corren de un lado a otro llevando vestidos y joyas al cuarto de mi hermana. Lleva rechazando vestidos desde la mañana para su baile de cumpleaños.

—¿Por qué no escoge uno y ya? —pregunto desesperada.

—Porque para que escoja uno, primero le tiene que gustar —contesta mi madre levantándome de la silla donde estoy y hace que me ponga delante de ella, colocándome una diadema de piedras preciosas.

—No me pongas eso —protesto.

—Eres la hija de tu padre y mía, por ende eres una princesa y las princesas utilizan estas cosas en eventos oficiales —me mira desafiante—. Cuando termine la celebración de tu hermana podrás ir con tu guardián cabalgando libre por la pradera si quieres, pero como todavía no ha empezado el baile harás lo que te ordene.

—Es divertido el rostro de Estrella —expresa Tristan detrás de mi madre.

—¿Ves? Tu hermano no tiene su libro como se lo pedí —señala mi madre.

—Siempre y cuando que termines, prometas llevarme a la ciudad escarlata —apunta Tristan colocándose al lado de mi madre—. Hasta parece que Estrella se bañó.

 Intento agarrarlo por la camisa, pero se hace transparente.

—Eso no es justo —protesto.

—Ya basta los dos —nos reprende mi madre—. ¿En serio no pueden hacer un sacrificio por su hermana?

—Como el que ella hizo con nosotros en invitarnos —comenta Tristan malicioso.

—En serio haces imposible que crea que tienes nueve años —dice mi madre mirando mal a su hijo menor.

—Y en el otro verano tendré diez años y así sucesivamente.

—Una sola palabra más y —señala a Tristan— no te llevaré a esa ciudad con tu tía Tabitha y a ti —me apunta con el dedo—, te castigaré quitándote cualquier arma hasta que me vaya ¿entendieron los dos o quieren que me comporte mal con ustedes?

 Ambos nos miramos nerviosos.

—Me comportaré —promete Tristan.
—Igual yo.

 Mi madre termina de acomodarme mi vestido púrpura, es sencillo sin ningún tipo de decoración exagerada, diferente de los gusto de mi hermana mayor aunque solo me lleve casi dos años de diferencia. Me quedo con Tristan en mi habitación esperando a que nos llamen para bajar con nuestros padres y Luna. Esta mañana ella había escogido a nuestro padre para consagrarse cosa que no me sorprende en realidad, ellos dos siempre están juntos y es poco el tiempo que pasa conmigo o con Tristan, aunque con él nunca se sabe lo que piensa. Creo que aunque no haya desarrollado un poder como tal, solo me podría teletransportar. Me entristece y siento un poco de envidia que Luna pueda congelar cosas, poder leer la mente como mi padre o hacer que tengas buenos sueños. Y Tristan puede ponerse como una sombra y comprenderlas. En cierto punto me rendí en buscar un poder que nunca tendría, ¿eso me enoja? sí. Empecé a interesarme en el combate porque era el único lugar donde podía convertir mi enojo en algo positivo, apenas estoy iniciando con el manejo de la espada. Ya dominé la arquería y en parte el combate cuerpo a cuerpo.

 Conocí a mis únicos dos amigos por medio de mi maestro, él los trajo un día, ya que él y su madre son buenos amigos y ella quiso que sus dos hijos se defendieran. Los mellizos Emura y Haim son hijos de una aprendiz de costurera en el centro del reino. No conozco a su madre personalmente, pero por lo que ellos dicen suena a una mujer encantadora, por otra parte nunca hablan de su padre ni siquiera sé su nombre y a Haim le molesta cada vez que lo presiono con el tema. Los tres entrenamos casi todos los días desde después del desayuno hasta antes de la cena, y cada almuerzo lo como con ellos, es divertido cuando no tienes que parecer una princesa para caerle bien a alguien. Con ellos puedo ser autentica y ruda sin que me digan que eso no es propio de mi clase social. Emura es hermosa con su cabello castaño claro, sus gestos son amables y expresivos. Su rostro es un poco alargado con ojos marrones, nariz pequeña y labios iguales. Siempre viene con un vestido rojo carmesí y encima un mandil; ella se va más temprano que su hermano, ya que se tiene que ir a trabajar en la cocina del castillo. Su hermano tiene su mismo cabello y rostro pero él lo tiene más cuadrado y menos dulce que su hermana. Haim entrena para ser un guardia porque su primer sueño de ser caballero no se podrá cumplir, ya que no proviene de ninguna familia noble.

 Quise invitarlos para el cumpleaños de Luna, pero ella y mi padre se opusieron tajantemente. Quise que me acompañaran, ya que iba a estar sola toda la noche sentada al lado de mi madre viendo como Luna se rodea de la corte. No soporto los bailes porque siempre me recuerdan que nunca podré tener la sofisticación de mi hermana y sus poderes; las amigas de Luna hacen comentarios hirientes a Luna sobre por qué yo aún no tengo poderes o por qué Tristan es tan raro. Él y yo somos los otros hijos extraños de mis padres, los que probablemente nunca harán algo bueno con sus vidas.

 Mi madre entra en la habitación más arreglada y con otro vestido más propio de una diosa. Nos hace señas de que vayamos con ella, Tristan había escondido un libro en mi cuarto y lo volvió a poner debajo de la almohada y salió de la cama con una velocidad impresionante. Me acerco a ellos saliendo los tres sumergidos en sus pensamientos. Llegamos a las puertas que dan al gran salón de baile, mi padre está con Luna hablando de lo que debe hacer en su baile de cumpleaños. Mi padre nos dice o más bien nos ordena a Tristan y a mí un buen comportamiento; ambos asentimos y mi madre toma del brazo a mi padre, Luna se pone delante de nosotros sin hablarnos como es de costumbre en estos eventos. Ella nos trata bien cuando solo estamos con nuestros padres o cuando solo estamos los tres, pero cuando hay más personas involucradas, ella finge no conocernos.

 Las puertas se abren y toda la familia baja por las escaleras hasta llegar al gran salón. Mi padre da un tedioso discurso sobre Luna. Al finalizar, mi padre invita a Luna a dar el primer baile. La felicidad es notable en el rostro de mi hermana al bailar con nuestro padre. Tristan y yo estamos serios y aburridos; nos alegramos por nuestra hermana, pero este tipo de eventos lo odiamos con todas nuestras fuerzas. No podemos invitar a las personas que realmente queremos que estén aquí, no podemos comernos toda la comida porque eso no es lo propio en nosotros. No podemos corretear por el lugar porque en seguida mi padre nos aplasta la mente con sus poderes. Tristan no es de multitudes eso es evidente y sufre bastante porque no tiene amigos que le agraden.

 Pasamos la mayor parte de la fiesta sentados en nuestros lugares, ya que nadie está aquí por nosotros sino por Luna. Ella está hablando con sus amigas mientras que mi padre está a su lado hablando con los padres de sus amigas. Por otra parte, mi madre está hablando con su familia, ya que tenían tiempo que no la veían. Tristan tiene la mirada fija en su regazo.

—¿Qué tanto miras? —le pregunto sacándolo de sus pensamientos, él señala silenciosamente al libro que tiene escondido—. ¿Cómo lo obtuviste?

—Mi guardiana me lo trajo —señala a su guardiana que está sentada en unas mesas más apartada de la nuestra.

—¿Quieres acompañarme al jardín? —le propongo.

—¿Y qué haríamos allí? —pregunta desapareciendo el libro de mi vista, me fijo que el libro aparece en el regazo de su guardiana Nila.

—Más de lo que haremos aquí —lo miro suplicante.

—Si nuestro padre nos descubre, le diré que fue tu idea —él y yo estrechamos las manos desapareciendo del lugar. Aparecemos en el jardín donde están la mayor parte de guardianes reunidos. Nos vamos lentamente de allí, le tomo de la mano y nos teletransportamos al campo de entrenamiento del castillo.

 Empezamos a conversar los dos sobre tonterías que hicimos y que hasta la fecha nuestros padres no se han enterado. Caminamos por el sendero que nos lleva a la entrada de la cocina.

—¿Estrella? —dicen detrás de mí. Tristan y yo nos volteamos atemorizados, pero nuestro temor se esfuma cuando vemos a Haim detrás de nosotros—. ¿No deberían estar en el baile?

 Haim, Tristan y yo nos vamos a un lugar más tranquilo para conversar a gusto.

—¿Por qué sigues aquí? —cuestiona mi hermano como siempre directo y honesto.

—Terminé con mis deberes temprano, pero Emura no la han liberado de la cocina, y además mi madre me mataría si llegara a casa sin ella.

—Comprendo —me paso la mano por mi cabello, las trenzas que me había hecho mi madre ya me están doliendo. Los tres hablamos por un rato de nuestras cosas, él nos comenta que los guardias no dejan pasar a nadie a la cocina y tampoco dejan que nadie se vaya. A él lo dejaron estar aquí porque ya lo conocen, aunque no le han dado algo para comer.

—No se preocupen —hace un ademán con la mano—. Emura traerá algunas sobras.

—Sí, pero casi al amanecer —protesto.

—Podemos teletransportarnos hasta el jardín y allí atacar el bufet —propone Tristan.

—Me encanta esa idea —me emociono.

—Pero a mí no —objeta Haim—. Tal vez a ustedes no le hagan nada por ser los príncipes del reino, pero en cuanto me vean los guardias, me cortaran la mano o peor.

—Te escondo —comenta Tristan—. Mientras que Estrella toma la comida.

—Chicos, se lo agradezco, pero quiero llegar completo a mi casa.

—Y lo harás —le tomo de las manos—. Nada malo te pasará mientras que estemos los tres juntos…

—Supongo que yo estoy incluído —susurra Tristan.

—Corrijo —tomo la mano de Tristan—. Los cuatro, incluyendo a Emura y a Tristan.

 Los tres nos teletransportamos hasta la zona más desierta del jardín. Tristan esconde a Haim en los arbustos mientras que yo camino como si nada entre los invitados que no notan mi presencia. Llego a la mesa de comida donde algunos degustan la comida que cocinaron los sirvientes con tanto esmero. Agarro un plato y sirvo todo tipo de comida, yendo de las jugosas carnes hasta llegar a las verduras. No solo sirvo para Haim también a Emura y a su madre Elizabeth.

 Llego con los muchachos y Haim se le iluminan los ojos. Él come la mayor parte del plato haciéndome volver a buscar más para su hermana y madre. Él guarda la comida en su bolso y lo volvemos a llevar hasta donde lo encontramos, nos despedimos de él y volvemos a la fiesta a sentarnos en nuestros lugares hasta que termine la celebración. No nos dimos cuenta que la fiesta se prolongaría hasta el amanecer. Cuando nuestro padre nos vio ordenó que nos fuéramos a descansar a nuestras habitaciones; Tristan se cambia de ropa y se va directo a dormir conmigo.

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