⫸Nos⫷
Perfecto
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Narrador Omnisciente
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Ahí se encontraban, envueltos entre las sábanas abrazándose el uno al otro brindándose calor mutuo.
Nathaniel acababa de despertar y miraba con dulzura a su bello chico. Habían pasado algunos días desde la fiesta y hoy ayudarían a Amelia con su proyecto al terminar sus clases.
El invierno estaba en sus días más bellos así que disfrutarían estar un rato al aire libre.
Pequeños rayos de sol se asomaban por la ventana iluminando la habitación. Escuchó un pequeño quejido proveniente de Marc que comenzaba a despertarse o eso parecía, en realidad solo se estaba acurrucando buscando más comodidad.
Sus clases comenzaban a las 10 de la mañana así que no tenían demasiado problema con levantarse temprano.
El sonido del teléfono del pelirrojo hizo presencia en el cuarto, se apresuró en tomarlo para no molestar al azabache. Vio que se trataba de una llamada de su madre así que contestó inmediatamente.
-¿Mamá?
-Buenos días cariño, supongo que ya te estas preparando para tus clases.
Nathaniel vio de reojo al azabache que al parecer ya había despertado y lo miraba sonriendo mientras tallaba sus ojos.
-Sí, mamá, aunque hoy empiezo un poco tarde.
-De todas formas, no te confíes.
-No te preocupes, tengo todo bajo control.
Acarició y acomodó con cuidado el cabello de Marc.
-Me alegro hijo. Por cierto, ¿cuándo dijiste que tenías un descanso?
-¿El descanso? Es la próxima semana, ¿por qué lo mencionas?
-Verás, Nathaniel, necesito que vengas a París por dos razones.
-¿Pasó algo?
Marc miró la expresión preocupada del pelirrojo y le preguntó con la mirada que sucedía.
-Sí, necesito que visites a tu querida madre y tambien debemos hablar de un asunto familiar.
-Entiendo... No te preocupes mamá, estaré ahí.
-Gracias Nath, nos vemos pronto. Te quiero.
-Yo tambien te quiero mamá.
La llamada finalizó y Nathaniel suspiró cubriendo su rostro con su manos.
-¿Que pasó, Tomatito?
-Mi mamá quiere que regrese a París unos días en la semana de descanso.
-Oh... Al menos ya tienes el boleto para viajar.
Ambos chicos habían planeado regresar a París unos días, sin decir nada a sus familias. Querían algo de tiempo a solas en la ciudad del amor, pero sus planes se vieron frustrados luego de aquella llamada.
Aun así Marc intentó pensar en positivo, ya había comprado el boleto así que debía viajar si no quería gastar dinero, aprovecharía ese tiempo para visitar a su familia, ver a Marinette y estar con Nathaniel sin tener que esconderse.
No todo se había perdido y ambos lo sabían. Solo tendrían que organizar su tiempo si deseaban estar juntos durante gran parte del viaje.
Se levantaron y comenzaron a prepararse para comenzar con su día.
Esas últimas semanas habían estado pasando bastante tiempo en el departamento del pelirrojo, practicamente estaban viviendo juntos. Lo primero que veían al comenzar el día y lo último que contemplaban cuando finalizaba era el rostro del contrario.
Disfrutaban demasiado de la compañía del otro y no se cansaban de pasar aunque sea algunos cuantos minutos en silencio con el otro. Eran la viva imagen de un romance juvenil perfecto.
Salieron de la habitación intercambiando palabras sobre lo que harían aquel día. Salieron del departamento y caminaron unos metros hasta llegar al ascensor.
Irían a desayunar a una cafetería que frecuentaban, no estaba demasiado lejos de la universidad así que tendrían tiempo de disfrutar aquella fría mañana de invierno.
Al llegar al lugar notaron la decoración con temática navideña. Aquellas fechas llenas de felicidad estaban cada vez más cerca de llegar. Esa había sido la razón por la que su universidad les había dado un descanso de dos semanas para que pudieran festejar en compañía de sus seres queridos.
Tomaron asiento y pidieron su comida. Ellos se sentaban al lado de una ventana de aquella cafetería, les gustaba ver el exterior mientras comían.
Cuando su desayuno llego y se dispusieron a comer algo llamó su atención. Del cielo comenzaron a caer bellos copos de nieve.
La brisa comenzó a incrementarse junto al frío. A pesar de no ser un clima del todo agradable para muchos, a la bella pareja le encantaba disfrutar del invierno.
Sus mejores anécdotas estaban ambientadas en aquella frígida estación.
El invierno era algo que disfrutaban demasiado y la Navidad que se acercaba sería la primera que pasarían como pareja, sin duda alguna sería una ocasión inolvidable.
Al terminar su comida y luego de haber pagado salieron del establecimiento sintiendo y apreciando de mejor forma como aquellos copos de nieve caían desde el cielo.
Nathaniel tomó la mano de Marc y comenzaron a caminar hacia la universidad.
La pequeña tormenta de nieve estaba incrementando su fuerza así que aceleraron el paso antes de que su ropa se mojara a causa de la nieve derretida y que ellos pescaran un resfriado.
Ingresaron con rapidez y fueron a refugiarse en uno de los edificios cercanos mientras sacudían la nieve de su ropa.
Nathaniel miró de reojo a Marc y se le quedó viendo por unos segundos. El azabache tenía bastante nieve que resaltaba en su cabello y lo hacía ver precioso.
Al notar una mirada sobre él, Marc elevó la mirada y se sonrojó al sentir con mayor intensidad la mirada del pelirrojo.
-L-lo siento...
Se dio cuenta de que había avergonzado a Marc y sintió el calor en sus mejillas al ver al azabache sonrojado por haberlo mirado.
Se acercó y tomó el rostro del más bajo entre sus manos, besó cariñosamente la frente del azabache y luego dejó un piquito en sus labios.
-Te ves muy tierno, Bonito.
Marc abrió y cerró su boca buscando una respuesta, pero no pudo hablar a causa de los nervios. A pesar de que Nathaniel había hecho cosas similares en el pasado él aun seguía teniendo la misma tímida reacción.
-Y yo que pensaba que habían venido a saludarme.
La voz bien conocida para ambos había hecho reventar la burbuja en la que se encontraban atrapados.
-Saben que no es educado comer frente a los pobres, ¿verdad?
-Bueno, yo no sabía que alguien estaba mirando.
-Sí, lo noté.
Matteo desvió su mirada de Nathaniel y se concentró en el aun tímido Marc que a penas reunía valor para formular alguna oración que sonara coherente.
El castaño se acercó y se detuvo al estar a centímetros del rostro del menor.
-Hola Dulzura~ ¿Te avergonzó que te viera de cariñoso con este tomate?
Marc evitó verlo a los ojos y miró a otro lado intentando ocultar su naciente vergüenza.
Nathaniel, en cambio, abrazó protectoramente al azabache alejándolo del castaño. Ya se estaba cansando de escuchar aquel cariñoso apodo por parte del mayor, solo él podía ponerle apodos bonitos a Marc Anciel.
-Veo que el bello ángel amaneció un poco más tímido de lo normal.
-Así es Marchetti, ¿por qué crees que sea?¿qué haría que mi hermoso Marc estuviera más tímido de lo normal?
-Eso me gustaría saber, no le hiciste algo ¿verdad?
-Nunca haría algo que lastimara a mi Bonito.
-¿Seguro?
-Puedo jurarlo.
-Bueno, no sé si creerte así que le preguntaré yo mismo. Dulzura, ¿este tomate te hizo algo?
Al escuchar aquella conversación recordó inevitablemente lo sucedido unas noches atrás. Lo admitiera o no se sentía demasiado avergonzado por como se comportó.
Se sonrojó hasta las orejas y se separó abruptamente del abrazo de Nathaniel para luego salir corriendo por la puerta del edificio.
-¡N-nos vemos en el almuerzo!
El pelirrojo y el castaño no tuvieron reacciones diferentes con el repentino escape de Marc. A ambos les había parecido algo realmente tierno, sin embargo aquel sentimiento desapareció casi instantáneamente al darse cuenta de que ambos tenían una reacción similar.
-No puedes ver a mi Bonito de esa forma.
-El no es un objeto así que no es tuyo. Además, yo puedo hacerlo si quiero porque tengo libertad.
-Esa libertad no significa que puedas invadir su espacio personal avergonzándolo.
-Oh vamos, ambos sabemos que no es la primera vez que hago eso.
-Lamentablemente es así... Deja de intentar conquistar a Marc, ya perdiste en eso. Lo conozco desde hace mucho y tambien le he gustado desde hace años.
-Que se gusten no significa que se amen.
-Pues tengo malas noticias para ti, Marchetti, él y yo si nos amamos.
-Es una lastima que un precioso ángel como él esté malgastando su amor en un tomate que se podrirá pronto.
-Deja de llamarlo ángel.
-No puedes obligarme.
-No pruebes mi paciencia, me iré a clase y ahora más que nunca te tendré vigilado.
-Lo que digas.
Cada quien se fue a donde sería su próxima clase, ambas facultades se encontraban cerca así que Nathaniel no batalló mucho con la tormenta para llegar a su clase.
Marc, en cambio, estaba teniendo algunos problemas para llegar a su edificio. El frío se había incrementado y la nieve cubría todo a su paso. No podía correr porque temía resbalarse.
Se detuvo cerca de la biblioteca a recuperar fuerza y cubrirse de la tormenta. Respiro de forma calmada y admiró la vista. A pesar de estar congelándose admiró la belleza de la nieve. Era probable que les pidieran escribir un retrato de un paisaje navideño o simplemente nevado así que prestó atención a todos los detalles mientras se recuperaba.
Estuvo por volver a caminar pero no dio ni tres pasos y una conocida e irritante voz llamó su nombre.
-Marc Anciel... Que sorpresa encontrarte aquí.
De la biblioteca salía con un par de libros en manos aquella pelirroja que tanto lo fastidiaba.
-Mírame.
Sabiendo que la chica armaría una escena si la ignoraba dio media vuelta y miró sin expresión a Daniela.
-¿Qué haces tan sonrojado?
Marc no lo sabía, pero en su rostro aun se notaba el sonrojo a causa de la vergüenza tras los comentarios de su novio y su amigo. Recordó todo una vez más y su rostro recuperó el color que tenía hace algunos momentos.
-¿Qué te pasa?¿A caso Nath te pidió la prueba de amor o algo así?¿Por qué sigues rojo?
Abrió los ojos sorprendido ante aquellas palabras. Podría haber esperado cualquier otro comentario menos algo así.
-¿Qué...?¿Qué clase de pregunta es esa?
-No encuentro otra razón para que estés así de sonrojado.
-Solo deja de molestarme.
-Así que tengo razón.
Quería alejarse, en verdad lo deseaba, pero esa chica tenía un don para hacerlo perder la calma.
-¿Y qué si es así? No te debería importar mi vida personal y mucho menos lo que hago o no con Nathaniel. Dudo que quieras saber ese tipo de cosas.
-Por supuesto que no quiero ni pensarlo, la realidad es que me parece... asqueroso... Al menos hablando de Nathaniel.
-¿Asqueroso?¿Qué dos personas se amen es "asqueroso"? Y yo que creí que al menos eras algo respetuosa, vaya que eres muy diferente a Amelia, ella si es una gran persona a diferencia de ti.
-No te atrevas a volver a compararme con ella. Y yo en ningún momento dije que eso fuera asqueroso. Solo quise decir que Nathaniel merece amor de verdad.
-¿Crees que yo no lo amo realmente?¿Eso es lo que tratas de decir?
Se estaba hartando de las estupideces que salían de la boca de la joven, pero no planeaba irse hasta ponerla en su lugar.
-Yo sé que lo amas, pero... ¿estás seguro de que él te ama a ti?
Aquel comentario había sembrado duda, él no quería dudar pero lo estaba haciendo. Claro que no lo demostraría, él confiaba en Nathaniel y sabía que ambos se amaban.
-¿Tú que sabes? No me conoces ni tampoco lo conoces a él.
-Tal vez... Pero hay algo que seguro nunca pensaste. No me gusta admitirlo, pero en verdad eres alguien bello, demasiado hermoso para ser un hombre si me lo preguntas y cualquiera pensaría que si tú estás con alguien es porque te quieren por tu belleza.
Se paralizó por completo y su pecho comenzó a doler. Nunca había considerado aquella opción y fue cuando tomó como ejemplo a aquellos chicos que se acercaban a decirle que gustaban de él. Ellos solo decían eso porque Marc Anciel era un chico demasiado bello.
-No digo que no te ame, pero... Cuando habla de ti normalmente siempre dice cosas como que le pareces muy lindo y hermoso. Ese dibujo de "Reverser"... Él dijo que lo hizo porque le parecía lindo. Si yo fuera tú dudaría de todo aquel hombre que se me acerque.
Marc la miró enfadado, mas no dijo nada, no sabía que pensar y de alguna forma las palabras de la pelirroja le resultaban coherentes. Nathaniel siempre hacía énfasis en su belleza y pocas veces hablaba de sus cualidades como persona, aun así no planeaba permitirse dudar, al menos no de su novio.
-Por ejemplo Matteo, no sé si lo sabías, pero él es todo un Don Juan, un verdadero mujeriego. Me sorprende de gran manera que de repente haya dejado de lado a sus amantes para pasar más tiempo contigo.
Aquellas palabras le dolieron más, Matteo Marchetti había sido un chico que se había ganado su confianza y cariño, escuchar todo lo que le decía Daniela estaba haciendo que comenzara a dudar del que se había convertido en una de sus grandes amistades en la universidad.
-Pero, regresando a Nathaniel, debes al menos considerar la idea de que solo esté contigo por tu belleza y por tu cuerpo. Como ya dije, eres demasiado hermoso, incluso más que una mujer. Tambien pareces ser como una, tu ropa... no es tan masculina que digamos y tu actitud no parece ser muy varonil, eres tan tímido e "inocente". Dudo que quieras tener sexo con él ¿verdad? Será mejor que te alejes antes de que te utilice y que él este junto a una mujer que si le dará lo que quie-...
-Daniela -interrumpió- Gracias por tus concejos, pero mejor te los hubieras guardado. Primero, sí, una que otra vez me dijeron que parezco una mujer y aún así no creo que ese sea el mejor "insulto" solo estas perjudicándote a ti como mujer. Segundo, mi forma de ser y mi manera de vestir es asunto mío, me siento cómodo siendo así y vistiendo como me gusta, y las prendas que según tú no son "masculinas", asumo que te refieres a ropa femenina, bueno eso tampoco va a tu favor porque se me ven muy bien y hasta apuesto que mucho mejor que a ti. Tercero, eso que llamas "sexo" es algo que se hace sin un sentimiento de por medio, "hacer el amor" es algo diferente en donde si hay amor de por medio. Y por último, tú en ningún momento serías una mujer que logrará "conquistar" a MI Tomatito, tú solo sientes atracción o en tu idioma, solo quieres sexo con él. Ve sacando esa estúpida idea de tu cabeza, solo te hace daño y evita que madures apropiadamente.
Marc se había hartado y sacó todo lo que tenía guardado, se sintió mucho mejor y se llenó de satisfacción al ver el rostro de la pelirroja. Independientemente de la duda que había sentido, él debía hacerle entender a Daniela Williams que no podía andar por el mundo diciendo cosas hirientes.
Agradecía enormemente sus clases de oratoria, filosofía y sus aburridas clases de debate. Le habían servido de gran manera para responder con buenos argumentos a los ataques de aquella chica.
-Vaya que te tenías bien guardada esa faceta tuya.
Lamentablemente estaba frente a una verdadera mula, una demasiado terca que no parecía querer aprender.
-Me pregunto si Nathaniel sabrá que su inocente chico no es como él cree.
-¡Oh vamos! Nathaniel, Nathaniel, Nathaniel, ¿es en lo único que piensas verdad? Y para tu información él me conoce demasiado bien, incluso más de lo que debería. Estas verdaderamente obsesionada con mi novio.
-¿Obsesionada...?
-¡Sí! ¡Estas loca!
Ya cansado volvió a dar la vuelta y comenzó a caminar, tanto tiempo había perdido discutiendo con la chica que la tormenta ya se había detenido.
(...)
Durante el resto de la mañana había estado nevando así que tardó un poco en llegar a la cafetería. Mirando a través de una de las ventanas vio en una mesa a su grupo de amigos. Luka, Amelia, Matteo y Nathaniel estaban conversando y le habían reservado un lugar al azabache.
Pocas veces comían los cinco juntos, el día de hoy era uno en donde sus horarios coincidían a la perfección para poder almorzar y convivir al menos un tiempo juntos en su ajetreada vida universitaria.
Respiró hondo para dejar de pensar en las palabras de la pelirroja, aquellas dudas lo habían estado atormentando toda la mañana y temía que sus palabras fueran verdad.
Ingresó al lugar, recogió su almuerzo y caminó hacia la mesa. Se sentó y recibió la atención de todos.
-Lo siento por tardar, me tuve que quedar un rato en clase.
-¿Qué pasó?
Nathaniel preguntó curioso de saber porque Marc había tardado casi 10 minutos.
-Sucedieron dos cosas, solo una es importante.
Marc había ido a reportar el comportamiento de Daniela con la concejera, pero antes de eso sucedió algo más.
Matteo miró sonriente al azabache sabiendo de antemano que había pasado y esperaba con ansias la reacción de Nathaniel cuando el azabache lo dijera.
Amelia se dio cuenta del extraño comportamiento de Matteo. Luka tambien estaba al tanto de lo que sucedía, o al menos se hacía una idea, así que se quedó tranquilo.
-Surgió otro proyecto, como saben una vez más trabajaremos junto a otra facultades y...
-Y nuestro precioso ángel y yo volveremos a trabajar juntos porque la primera vez nos fue muy bien.
Matteo había interrumpido a Marc y había dicho aquellas palabras mientras sonreía de oreja a oreja.
Nathaniel casi se atora con su comida al escuchar la afirmación de Marchetti. Envidiaba la suerte que tenía el castaño de trabajar una vez más con el azabache. Él tenía la esperanza de que en este sexto semestre al fin trabajaría con su novio, pero para su desgracia no fue así.
Luka guardo silencio intentando no reír ante la cómica escena, a diferencia del pelirrojo que maldecía su suerte, él comprendía porque Nathaniel no podía trabajar junto a Marc. Las carreras de Marc y Matteo se encontraban relacionados de alguna forma, los actores trabajaban con libretos que los escritores creaban. Así como los bailarines se presentaban junto a la música que interpretaban los estudiantes de aquella carrera.
Nathaniel trabajaría esta vez con Amelia ya que sus carreras colaborarían en el proyecto de aquel semestre. No se quejaba, pero esperaba algo más, o mejor dicho a alguien más.
La comida continuó con normalidad, a excepción de las constantes miradas entre el pelirrojo y el castaño, pero nada fuera de lo normal.
-Luego de las dos últimas clases los espero en la puerta principal. Tomaremos las fotos cerca al río Támesis.
Amelia estaba entusiasmada con su próximo proyecto. La temática era "felicidad" y que más feliz que una pareja de bellos enamorados. Sus fotografías no solo serían diferentes al resto, sino que tambien serían algo no antes visto por su profesor y esperaba que su trabajo fuera reconocido como lo deseaba.
-No te preocupes, estaremos ahí cuanto antes.
Nathaniel estaba entusiasmado por participar, estaba ilusionado con la idea de tener fotos únicas junto al chico que más amaba en la tierra.
Marc, no estaba del todo seguro, pero prefirió no decir nada y asentir a las palabras dichas por el pelirrojo.
-No lleguen tarde.
(...)
Amelia se preparaba y terminaba de planear su idea de las fotos perfectas, tenía tres locaciones específicas, a orillas del río, en una cafetería popular y por último una foto con el Big Ben de fondo.
Marc y Nathaniel estaban vestidos de manera similar, ambos tenían pantalones de mezclilla, una camisa y un abrigo algo largo para cubrirlos del frío.
El cielo estaba algo nublado y de alguna forma ese era el detalle perfecto para que las primeras fotos quedaran de maravilla.
Amelia intentaba dar algunas indicaciones, pero por la falta de experiencia de Marc y Nathaniel no todo estaba saliendo como lo planeado. Matteo se acercó a ayudarlos, ya que tenía experiencia al estar frente al público y por ello frente a las cámaras.
Al no obtener lo que quería, la pelirroja sugirió un "descanso", vio a los chicos más relajados y fue cuando comenzó a capturar los momentos llenos de naturalidad entre ambos.
Las bellas sonrisas que se dedicaban, los pequeños actos de cariño y cada detalle de la pareja que le llamaba la atención. Todos esos momentos eran capturados por la cámara. Pero sin duda alguna, la mejor foto era una en donde ambos chicos miraban el río tomados de la mano sonriendo mientras se observaban indirectamente.
-Terminamos aquí, vamos a la cafetería.
La pareja se sorprendió al escuchar aquella frase. Estaban tan sumidos en su mundo que no habían escuchado ni una sola vez el "clic" de la cámara.
Aun así caminaron sin decir nada.
Durante el camino intercambiaban palabras y la pelirroja no dejaba de repetir que las fotos habían quedado increíbles y que le emocionaba saber que obtendrían en las demás locaciones.
Aunque le pidieron mostrar las fotografías ella se negaba a mostrarlas, no quería que la pareja se diera cuenta que ella había tomado las fotos sin que ellos se dieran cuenta.
Al caminar por algunas calles llegaron a una bella cafetería, que curiosamente era la misma en donde la pareja pasaba el rato.
Amelia pidió permiso para poder tomar algunas fotos para un proyecto y para su fortuna le concedieron el permiso con tal de que todos pidieran algo para comer.
Esta vez no solo capturó los momentos de la pareja, tambien incluyó a Matteo. Los tres chicos lucían realmente felices aunque la rivalidad entre el pelirrojo y el castaño era realimente notoria.
-Denme un minuto.
El teléfono de Nathaniel había comenzado a sonar y él se levantó para poder contestar la llamada de su madre.
Matteo aprovechó que el pelirrojo se había ido y se acercó más al azabache. Invadió su espacio personal y acercó su rostro al de Marc quedando a unos escasos centímetros.
-¿Ahora me dirás porque te avergüenzas con tanta facilidad hoy?
Dijo aquellas palabras con un tono juguetón mientras sonreía logrando que Marc se sonrojara por la vergüenza y lo mirara con una sonrisa nerviosa.
Amelia no perdió la oportunidad, aquel momento le parecía demasiado interesante y debía inmortalizarlo, además le debía ese favor a Marchetti.
Esta vez los dos escucharon el ruido generado por la cámara al tomar la foto y miraron a Amelia que solo sonreía.
-Creo que eso es todo aquí, terminemos de comer y vamos al Big Ben antes de que se haga más tarde.
-¿Ya nos vamos?
Nathaniel acababa de regresar y se sorprendió por las palabras de la pelirroja.
-Sí, ya tengo todas las fotos que quería.
A pesar de su confusión, el pelirrojo, solo se sentó y continuó comiendo intercambiando algunos bocados con Marc.
La pelirroja miró con ternura la escena, aunque ya tenía fotos de aquella acción sentía que debía tomar más. Sacó su teléfono y comenzó a hacerlo de manera disimulada.
Aquella pareja le resultaba cada vez más tierna. Practicamente derramaban miel.
Pagaron la cuenta y salieron para caminar hacia el Big Ben, la noche ya había caído y el frío comenzaba a incrementarse.
Se apresuraron en llegar porque el cielo estaba lleno de nubes que amenazaban con comenzar a nevar.
Nathaniel le pidió a Matteo que sacara la bufanda que había traído. Con algo de fastidio el castaño sacó la prenda y se la entregó al pelirrojo.
-Marc.
El azabache miró al pelirrojo y se sonrojó al ver como aquella bufanda era colocada al rededor de su cuello por Nathaniel.
-No quiero que te resfríes, cariño.
La pelirroja, que ya tenía su cámara preparada, capturó el momento. Esos precisos segundos reavivaban su pasión por lo que hacía, le encantaba ser inspirada de esa forma.
Continuó tomando fotos de ambos chicos. Con el paso del tiempo habían perdido su temor y actuaban con naturalidad imaginando que la cámara no estaba allí.
-¿Sabes, Bonito?
-¿Hm?
Nathaniel tiró suavemente de la bufanda y acercó sus rostros.
-Te amo.
El corazón del azabache comenzó a latir con rapidez, su rostro comenzó a pintarse de rojo y el calor comenzó a apoderarse de su cuerpo. Una sonrisa tímida se formó en sus labios.
No había tenido el mejor día, pero aquellas palabras lo habían hecho olvidar todo lo malo.
Al ver la bella reacción de su novio, Nathaniel sonrió. No había sido ajeno a lo que le pasaba a Marc, lo había visto algo decaído y no sabía porque. Cuando preguntó no obtuvo una respuesta y supo de inmediato que algo andaba mal.
No quiso entrometerse ni forzar al azabache a contarle lo que sucedía, ambos se tenían confianza y sabía que si no le contaba era por ser algo demasiado personal.
Claro que no se iba a quedar de brazos cruzados e intentó hacer todo lo posible para hacer sentir dichoso al azabache, no quería ser demasiado sospechoso así que solo le agregó más amor a sus acciones habituales.
-¿En serio me amas?
La respuesta había sido algo que no esperaba. ¿Marc había dudado de su amor?
Su mente hizo "clic" al recordar el extraño comportamiento de Daniela, actuaba más sospechosa de lo normal y preguntó repentinamente si todo iba bien con Marc. Se dio cuenta y consideró la posibilidad de que la pelirroja haya incomodado a su bello chico de alguna forma.
Era peor de lo que pensaba, esa chica había hecho dudar a Marc, le había hecho creer que verdaderamente, tal vez no lo amaba.
Acogió el rostro del chico en su manos y lo miró a los ojos juntando sus frentes.
-Nunca dudes de mi amor. Te he amado incluso antes de darme cuenta de que lo hacía y no dudo en hacerlo hasta el final de mis días.
Los ojos de Marc se volvieron cristalinos y se aferró a Nathaniel con un abrazo. No quería llorar, pero estuvo a punto de hacerlo.
El chico que más amaba, se había dado cuenta de lo que le pasaba y en lugar de reclamarle por dudar de su amor solo le aseguró que su amor era sincero y que ese sentimiento no cambiaría nunca.
Se sintió el peor ser humano, no podía creer que verdaderamente había dudado. Finalmente las perlas saladas comenzaron a brotar de sus ojos. Miró a Nathaniel y sonrió pidiendo perdón.
Al ver llorar a Marc, algo se estrujó en su interior. Le dolió tanto ver aquellas lágrimas brotar de unos ojos tan hermosos. Él no merecía llorar.
Nathaniel tambien comenzó a hacerlo, sentía la tristeza de su amor y le lastimaba ver al azabache de aquella manera. Se sintió culpable, debió poner en su lugar a Daniela antes de que lastimara a su bello Marc.
-Te amo, Marc, te amo, te amo, te amo. Y nunca me cansaré de repetirlo.
-Tomat-...
Nathaniel se deshizo del espacio entre sus labios y con ese pequeño acto de amor le aseguró a Marc que nunca dejaría de recordarle cuanto lo apreciaba, cuanto lo admiraba, cuanto lo quería, pero sobre todo, le recordaría cada que pudiera cuanto lo amaba.
Tanto Amelia como Matteo se veían incapaces de decir o hacer algo, la escena era realmente conmovedora.
Amelia tomó la foto y al ver el resultado quedó encantada, era la más hermosa de aquel día. Y aunque quisiera no planeaba que nadie más que la pareja la viera. Aquella foto retrataba algo sumamente personal y no planeaba enseñarlo.
Era una imagen en donde dos chicos mostraban lo sincero que podía llegar a ser el amor.
El fondo era la iluminada ciudad en donde resaltaba el gran Big Ben, pequeños copos de nieve se habían hecho presentes, pero lo más resaltante era aquella pareja que se demostraba su amor a través de un beso, ambos derramaban lágrimas y sus rostros se encontraban sonrojados. Sus cuerpos unidos en un abrazo protector y lleno de cariño. No era necesario ser un experto para notar la felicidad que ambos sentían con tan solo ver la imagen.
La pareja se separó luego de un beso lleno de cariño, suave y dulce. Juntaron sus frentes, cerraron sus ojos y sonrieron.
Se escuchó un pequeño "clic" y Amelia dio por finalizada la sesión de fotos.
(...)
Todos se encontraban en el ascensor que los llevaba al piso en donde se encontraba el departamento de Nathaniel.
Iban a beber algo caliente y luego cada quien se iba a ir a descansar.
Una vez dentro del departamento del pelirrojo, los dos nuevos visitantes lucían sorprendidos.
-¿Cuando nos ibas a decir que vivías como rey?
-¡Sí! Este lugar es enorme.
-Fue un detalle de mi mamá, ella quería que tuviera mi espacio, pero me sentía demasiado solo así que Marc viene seguido.
El azabache asintió mientras dejaba su abrigo en el perchero.
-Vamos Amelia, ayúdame a hacer chocolate caliente.
Amelia siguió a Marc a la cocina y comenzó a ayudarlo.
-Kurtzberg... ¿Podemos hablar en privado?
Nathaniel miró a Matteo que parecía querer hablar de algo serio.
-Está bien, Marchetti.
Aunque no quisiera no tenía opción así que llevó a Matteo a su habitación, el único lugar del departamento en donde tendrían completa privacidad.
-¿De qué quieres hablar?
El castaño suspiró y miró a su alrededor examinando el lugar. Algo llamó su atención, pero no dijo nada.
Sobre la cama se encontraba una sudadera que, sabía perfectamente, le pertenecía a Marc.
-Yo... Yo quiero proponerte un trato.
-¿Qué clase de trato?¿De qué hablas?
-T-te propongo dejar de coquetearle a Marc.
Nathaniel se sorprendió, no creía lo que decía el castaño, pero aun así se vio interesado por la propuesta.
-¿A cambio de qué?
Matteo sonrió al ver que Nathaniel no creía en sus palabras. Abrió su mochila y de allí sacó una libreta, una muy similar a la que Marc y él tenían.
El castaño hojeó hasta llegar a una hoja en donde había escrito algo, le entregó la libreta a Nathaniel y comenzó a hablar.
-Ese es un contrato para que ambos cumplamos.
Nathaniel observó la hoja y lo escrito con curiosidad, Matteo en verdad se estaba tomando en serio este trato y eso lo asustaba un poco.
-Sé que no eres ajeno a lo que yo siento por Marc y no, no es simple atracción física, él en verdad es cautivador.
-Ve al punto.
El pelirrojo le había dado una leída rápida al "contrato" y no le estaba gustando para nada lo que decía, quería escucharlo de la propia boca de Marchetti.
-Está bien... Si Marc se siente afligido, triste o lastimado por tu culpa es entonces que yo me acercaré a él como más que un amigo, como un pretendiente.
Nathaniel abrió los ojos y leyó lo escrito en la hoja con más detenimiento, eran las mismas palabras.
-Si lastimas a Marc Anciel de alguna forma, si lo haces sentir celoso entonces yo haré que te sientas igual. Si lo haces llorar yo secaré sus lágrimas y seré su consuelo y haré que tú llores también. Pero, si lo tratas como merece, lo cuidas, lo proteges y le recuerdas que es el dueño completo de tu corazón entonces yo no interferiré. Pero si no, entonces haré lo posible para ganar su afecto, su cariño, su amor y yo lo trataré como es debido, como a un precioso ángel.
-¿En verdad crees que firmaré esto?
-En la mañana dijiste que podrías jurar que nunca lo lastimarías, ese es tu juramento.
Nathaniel se quedó en silencio, no es que no quisiera firmar, sino que sabía que en algún punto el castaño podría ignorar aquel trato y seguir con su mismo comportamiento.
-Vamos, no tienes nada que perder. Hoy le repetiste a Marc que lo amabas una y otra vez. A menos que esas palabras hayan estado vacías no veo la razón por la que dudes en firmar. No dudes de mi, soy un hombre de palabra, prometo no volver a llamarlo de forma cariñosa ni hacer todas las cosas que te molestan, solo seré un amigo más, así como Luka. Si estás tan seguro de que amarás a Marc el resto de tu vida y que nunca lo lastimaras como para darme la oportunidad de conquistarlo entonces solo firma.
Sin pensar y sin dudar, Nathaniel tomó un lapicero de su escritorio y firmó el contrato.
La firma de Marchetti ya se encontraba ahí así que solo cerró la libreta.
-Espero que cumplas con esto Nathaniel.
-Lo mismo digo.
-No te preocupes por mi... Amelia hizo que me diera cuenta de que es imposible interponerse en un amor tan sincero como el suyo. Ni aunque lo intentara podría hacer que Marc me ame más que a ti. Cuando estamos juntos él te menciona y cuando te mira sus ojos se llenan de alegría y resplandecen de manera única. Aprecia eso, aprecia su sonrisa y su hermosa voz. No pienso entrometerme cuando sé que ambos se aman.
-No dudes que lo amo, él es único y jamás dejaría ir a una persona como él.
-No te atrevas a romper esa promesa.
-Lo amaré hasta que dé mi último aliento.
-Espero y les vaya bien en su viaje a París, no desaproveches esos momentos con él en la ciudad del amor. Yo iré a Italia, pasó mucho tiempo desde que vi a mi familia así que no tienes que preocuparte por mi.
• • •
El día de su viaje había llegado, ambos estaban listos y esperaban a Luka en la estación de tren.
-Visitaré a mis padres el 25 y me quedaré con ellos hasta año nuevo.
-Me gustaría hacer lo mismo pero yo debo ir a casa una vez que lleguemos a París.
-No te preocupes por mi, no es como que estaré solo demasiado tiempo. Marinette dijo que tenía varios planes junto a nosotros.
-Espero poder estar ahí.
-Lamento la demora.
Luka había llegado corriendo y estaba respirando agitadamente. Su tren partía en 15 minutos aproximadamente así que los tres comenzaron a caminar a través de la estación para llegar al lugar en donde abordarían el tren.
Se sentaron a esperar el tiempo que sobraba y comenzaron a hablar para matar tiempo.
-Pensé que me reconocerían, pero supongo que me equivoqué.
Los tres elevaron la mirada y se encontraron con un sonriente castaño.
-¿Matteo?
Los tres tuvieron la misma reacción, no esperaban ver a su amigo allí.
-¿Tú tambien vas a viajar a París?
Luka veía extrañado la presencia de su amigo en aquel lugar y no dudó en preguntar por si lo que decía era cierto.
-Así es, iba a ir a mi querida Italia, pero mis padres dijeron que habían viajado de último minuto a Estados Unidos por negocios y viajar hasta allí para que me dejen solo en Noche Buena no es un gran plan. Por eso estoy aquí, iré a París con ustedes.
-Pensé que los boletos se habían agotado...
Nathaniel se encontraba algo desconcertado, si bien había estado mucho más tranquilo luego de haber firmado el contrato con Marchetti, no se sentía seguro de dejarlo junto a su Bonito en la ciudad del amor.
-Lo hicieron, pero un pasajero canceló y yo obtuve el lugar luego de insistir demasiado.
-Vaya que tienes suerte.
-No tanta como piensas, Kurtzberg
(...)
El tren se detuvo y todos comenzaron a bajar. El primero en salir del transporte fue Nathaniel quien fue abrazado por su madre una vez estuvo fuera.
El siguiente fue Luka, vio a su hermana que era acompañada por Rose y Marinette. Juleka lo recibió con un abrazo.
-Mas te vale enseñarme tus lugares favoritos de París.
Marc asintió y bajó del tren junto a Matteo. Miró de reojo a Nathaniel y sonrió. No quería acercarse porque aquel parecía ser un momento familiar.
Aunque le disgustara no podía obligar a Nathaniel a decirle a su familia que ambos tenían una relación.
Marinette sonrió al ver a su querido amigo y se acercó para poder abrazarlo. Y fue entonces que sus ojos se encontraron con los del castaño. Aun tenía una mala impresión de él, pero se guardaba el disgusto para no arruinar el reencuentro.
-Bienvenido de nuevo Marc. Te traje tus bocadillos favoritos.
La azabache extendió una caja de la panadería de su familia, Marc la recibió gustoso y la abrió observando sonriente su contenido. Sin duda, una de las cosas que más había extrañado de París era la comida.
-Muchas gracias, Marinette.
Matteo miró curioso lo que tenía la caja y se dio cuenta de que la chica le había entregado otra caja a Luka y tenía una más en sus manos.
-¿Donde está Nathaniel?
Al ser algo distraída no había visto a donde fue Nathaniel al salir, ni siquiera estaba segura de que haya salido del tren.
-Oh... Él está con su mamá por ahí.
Marinette buscó con la mirada y logró identificar al pelirrojo que era acompañado por su madre.
Le arrebató la caja a Marc y le entregó la que tenía.
-Ve y dale esto.
-Pero es tu obsequio...
-Sí, peeero le gustará más si tú se lo das.
Con su mano libre la chica empujó a Marc y lo obligó a dar unos pasos y lo alentó con la mirada para que continuara caminando.
El azabache dudaba pero aun así corrió para alcanzar a su novio antes de que se alejara mucho más.
-¡Nathaniel!
El nombrado volteó sonriente al reconocer la voz de su amado. Su mamá, en cambio, miró al azabache algo extrañada.
-Buenas tardes Señora Kurtzberg. Nath, Marinette te obsequia esto.
Entregó la caja de bocadillos y luego comenzó a alejarse.
-Nos vemos después.
Giró por completo y regresó con rapidez con sus amigos.
Nathaniel miró sonriendo como la naturaleza tímida de su novio había salido a flote por unos momentos. Sabía que Marc era muy respetuoso y no temía al hablar con adultos, pero se había comportado algo diferente con su madre y sabía porque.
Sabía que estaba mal ocultarle algo tan importante a quien le dio la vida, y sabía que eso de alguna forma le hacía daño a Marc.
El pelirrojo regresó su vista al camino y se puso a pensar en como le diría a su familia que no solo no era heterosexual, sino que también tenía un bello novio con el que estaba a punto de cumplir un año.
-¿Qué te entregó hijo?
La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos y miró la caja con una sonrisa. Vio el logo de marca de la panadería Dupain-Cheng y abrió la caja imaginando de que se trataría.
La caja contenía pastelillos, galletas y todos lo bocadillos que el pelirrojo disfrutaba. Apreciaba haber sido recibido de aquella manera al regresar a París.
-Vaya, esa chica fue muy generosa. Ya entiendo porque te gustaba.
Su sonrisa desapareció y sus ojos se abrieron más de un momento a otro. Sí, en algún punto Marinette fue su amor platónico, pero a penas tenía 13 años cuando sucedió y ese gusto no duró demasiado.
Una nueva razón para contarle a su madre la verdad.
-Ella es solo una amiga, mamá, además le gusta alguien más.
Intentó guardar la calma y darle a entender a su madre que aquella atracción fue hace años y que no existía más. Pero la mujer no pareció captar el mensaje.
-Es una pena, hubieran sido una linda pareja. Claro que la hija del panadero más famoso en París no se compara con la hija del antiguo alcalde. Aun no comprendo porqué te separaste de Chloé.
Esta vez se quedó quieto en su lugar. No esperaba para nada aquellas palabras, de hecho no recordaba mucho de su "relación" con la rubia.
-¿Estás bien?
Sacudió la cabeza y continuó caminando sin decir nada.
-Nathaniel, no te sientas mal. Puedes hablar de todo con tu madre. Aunque no quieras decirme yo sé que extrañas a la chica.
Miró extrañado a su madre y decidió negar sus palabras sacudiendo la cabeza una vez más. No quería enojarse, su madre siempre había tenido la idea de que él y la rubia hacían una gran pareja, pero así como con Marinette habían pasado muchos años.
-No quiero hablar de eso mamá. Acabo de llegar de un viaje cansado y no me gusta para nada hablar del pasado.
La mayor tomó aquellas palabras como una afirmación, creía firmemente que su querido hijo había extrañado a Bourgeois y estaba ansiosa por contarle la noticia.
Nathaniel, en cambio, se sentía mal. Estaba consiente de que al no mantener al tanto a su mamá de todo lo que le sucedía ella obviamente llegaría a conclusiones que no tenían nada que ver con la realidad que él había vivido a miles de kilómetros lejos de su madre.
Intentó excavar en su memoria y fue cuando recordó su antiguo "romance" con la irritante chica rubia.
Empezó unos días después de que Marc iniciara una relación con su vecino que tambien era escritor, Marchetti le recordaba demasiado a aquel castaño y por eso desde el comienzo no le agradó.
Chloé una que otra vez le había dicho a Nathaniel a través de notas que le gustaba. Y aunque no tuvieran la mejor relación del mundo las dejaba pasar y las guardaba.
Fue en una de esas tantas veces en donde una de las notas lo citaba en la Torre Eiffel. Y fue en la cima en donde la chica confesó que el pelirrojo había llamado su atención.
Nathaniel solo se había presentado al lugar tomando el consejo de Alix, quien creía firmemente que era una broma. Así fue como Nathaniel aceptó a modo de juego y grande fue su sorpresa al comprender que no era así.
No rompió con la chica al instante por dos razones, ambas muy estúpidas. La primera y la más "razonable" era no terminar con Bourgeois porque de seguro armaría un verdadero escándalo con uno de sus absurdos berrinches. Y su segunda razón fue para intentar llamar la atención del azabache, o como ahora lo identificaba, por despecho.
La "relación" no pasó de dos semanas y aunque el periodo haya sido demasiado corto todo su instituto y hasta sus padres sabían de aquel "romance".
Y al parecer su mamá aun creía que ese juego de niños había sido algo serio.
Tenía que dejar las cosas claras y haría lo posible para decirle a su familia que era gay y que tenía un novio increíble.
• • •
La noche del 24 de diciembre había llegado rápido, habían llegado a París hace un par de días y ya era viernes.
Marc y Matteo se habían alojado en un el famoso Hotel Le Grand París. Matteo había logrado reservar dos habitaciones con ayuda de sus padres que eran grandes empresarios Italianos y fue algo así como un "regalo de Navidad".
Aquellos días habían estado recorriendo parte de la ciudad con sus amigos, pero nada verdaderamente importante.
Además de la creciente amistad entre ambos chicos y la inclusión de Marchetti a su grupo de amigos parisinos.
La próxima semana darían un verdadero tour por la ciudad y visitarían todos los atractivos turísticos de la ciudad del amor.
Marc no había podido pasar demasiado tiempo con su amado porque el pelirrojo no tenía mucho tiempo y se quedaba junto a su familia.
Esa noche sería diferente. Se organizaría un festival navideño al rededor del gran árbol que se encontraba cerca de la Torre Eiffel.
Ahora se estaba preparando para asistir al lugar junto a sus amigos y ver por fin a Nathaniel.
Matteo llamó a su puerta y ambos salieron juntos del hotel para caminar hacia su próximo destino en donde se encontrarían con los amigos del azabache.
A pesar de los años, la amistad se había mantenido y eso era algo que agradecía de sobremanera.
(...)
Con el pasar de las horas el pelirrojo aun no hacia su aparición y eso había desanimado al azabache, aun así todos intentaban levantarle el ánimo y pasar un gran momento en aquella noche buena antes de ir con sus familias a esperar Navidad.
El pelirrojo había tenido algunas complicaciones porque su familia lo acompañaría a aquel festival y en verdad se estaban tardando en prepararse para salir. Lo peor era que no podía contactar al azabache de ninguna manera posible ya que su familia tenía la "tradición" de desconectarse de la tecnología cuando todos estuvieran reunidos.
En el festival la gente poco a poco comenzaba a retirarse porque el reloj había marcado las 8:00 p.m. Ese no era el caso del grupo de amigos, planeaban quedarse al menos un par de horas más disfrutando ese corto tiempo que tenían para poder estar juntos.
De fondo comenzó a escucharse la voz de un cantante que se presentaba con la orquesta sinfónica de la ciudad. La gente comenzaba a cantar aquellos temas navideños hasta que llegó uno el cual podían bailar.
Una canción lenta y bella, perfecta para una pareja.
La gente abría espacio para quienes deseaban bailar y algunos otros simplemente se preparaban para comenzar a cantar junto a la melodía.
Nathaniel llegó junto a su familia y sintió paz al escuchar una de sus canciones preferidas. "Snowman".
https://youtu.be/DWHOBIZzYbg
Don't cry, snowman, not in front of me
Marc se había apartando sintiéndose mal al no poder compartir ese momento con su querido Tomatito.
Who'll catch your tears if you can't catch me, darling
Aunque quisiera hacerlo, Nathaniel no podía abrirse paso entre la multitud por que su madre lo tomaba del brazo y la mujer caminaba verdaderamente despacio.
If you can't catch me, darling
Luka invitó a Marinette a bailar aquella bella pieza y ambos caminaron a la pista de baile.
Don't cry, snowman, don't leave me this way
Juleka perdió miedo y tomo valor para tomar a Rose de la mano y bailar.
A puddle of water can't hold me close, baby
La canción poco a poco llegaba al coro, una parte que el azabache adoraba.
Can't hold me close, baby
Buscó al pelirrojo entre la multitud sin perder la esperanza, pero no logró ver nada entre toda la gente amontonada.
Inesperadamente alguien tomó su mano.
-Permíteme bailar junto a ti.
I want you to know that I'm never leaving
No pudo decir algo y sin darse cuenta ya se encontraba junto a su amigo en el centro de la pista de baile.
'Cause I'm Mr. Snow, 'til death we'll be freezing
El castaño guiaba aquella suave danza. Marc lo miraba aun sorprendido, pero no se negaba a bailar.
Yeah, you are my home, my home for all seasons
Matteo sujetaba suavemente su cintura con una mano y con la otra tomaba la de Marc.
So come on, let's go
Marc posó su mano libre sobre el hombro de Matteo de manera inconsciente.
Let's go below zero and hide from the sun
Sin saberlo su baile había llamado la atención de mucha gente que en su mayoría los miraba con ternura.
I love you forever where we'll have some fun
Luego de haber batallado mucho, Nathaniel había logrado llegar al frente, pero no pudo ver demasiado porque la gente estaba amontonada.
Yes, let's hit the North Pole and live happily
-¡Que lindos se ven!
La expresión de una chica llamó su atención e intentó acercarse más junto a su madre encontrándose con una imagen que le molestaba demasiado provocándole grandes celos.
Please don't cry no tears now, it's Christmas, baby
-Vaya que eso es... Inesperado.
Al ver la extraña mueca en el rostro de su hijo, la mujer, asumió que ver a aquella pareja de dos hombre bailando había molestado a Nathaniel.
My snowman and me
-¿Ese no es tu amigo, con el que hacías el comic?
-Sí... Es él.
-No sabía que él era... del otro equipo.
My snowman and me
Ajenos a la presencia del pelirrojo ambos aun seguían concentrado en su danza y en la melodía de la canción.
Baby
Matteo vio su oportunidad y apegó más al azabache a su cuerpo. Se acercó lentamente a su rostro y se detuvo allí mirándolo mientras sonreía. Pudo apreciar un precioso brillo en los ojos de aquel bello ángel.
Sabía que estaba mal, sabía que estaba tentado a romper su trato con Nathaniel y en consecuencia perder su credibilidad. Sin embargo, no podía detenerse al tener a quien le había robado miles de suspiros desde el día que tuvo el honor de conocerlo.
Marc no sabía que estaba pasando, se había quedado perdido con la melodía y solo miraba los ojos marrones del más alto, le regaló una sonrisa y no se apartó ante la repentina cercanía del contrario.
Se sentía en confianza después de un largo día esperando por Nathaniel. Se sentía feliz de tener a Matteo como su amigo y que estuviera allí para cumplir un pequeño sueño que tenía para esa Navidad.
Bailar en el festival.
Nathaniel observó el peligroso acercamiento y se alteró. Agradeció enormemente que su madre se haya alejado un rato a buscar quien sabe qué.
Don't cry, snowman, don't you fear the sun
Con un movimiento rápido alejó a Marc del castaño, lo tomó por la cintura y comenzó a guiarlo al ritmo de la suave melodía.
Who'll carry me without legs to run, honey
-¿Tomatito?
Marc había regresado a su preciosa realidad y sintió su corazón latir con rapidez al verlo frente a él.
-Lamento haber tardado, Cariño.
Si la gente creía que el castaño y el azabache se veían lindos juntos, ahora pensaban que el misterioso pelirrojo y el azabache eran el uno para el otro al escuchar esas dulces palabras y presenciar su química.
Without legs to run, honey
-Quise llegar antes, pero mi familia...
-Shh...
Marc puso su dedo índice sobre los labios de Nath, interrumpiéndolo de manera dulce.
-Eso ya no importa, Tomatito.
Don't cry, snowman, don't you shed a tear
El azabache se apegó al cuerpo del más alto y lo abrazó.
-Lo que importa es que ya estás aquí, conmigo.
Who'll hear my secrets if you don't have ears, baby
Matteo se había alejado poco a poco al ver que una vez más Nathaniel y Marc estaban en su propio mundo.
If you don't have ears, baby
La mujer pelirroja regresó al lugar en donde había dejado a su hijo y no lo encontró así que comenzó a buscarlo con la mirada encontrándolo bailando junto al azabache.
Sus temores se habían cumplido y lamentaba saber que lo que había escuchado era cierto.
I want you to know that I'm never leaving
El coro volvió a sonar y la danza entre la pareja se daba de manera especial.
'Cause I'm Mr. Snow, 'til death we'll be freezing
Suaves movimientos le daban lugar a bellos pasos. Era como si aquel baile hubiera sido ensayado desde antes.
Yeah, you are my home, my home for all seasons
Su grupo de amigos los miraban enternecidos. La pareja no dejaba de derramar miel. Se miraban con un brillo especial iluminando sus ojos y sonreían perdidos en su amor.
So come on, let's go
-Adoro estos momentos junto a ti, Bonito.
Let's go below zero and hide from the sun
-Yo los amo.
I love you forever where we'll have some fun
-En verdad eres encantador, como dice Marchetti. Eres un ángel. Eres mi bello ángel.
Yes, let's hit the North Pole and live happily
Pequeñas lágrimas se escaparon de los ojos de Marc, temía que aquello fuera un sueño y que despertara descubriendo que nada era verdad.
Please don't cry no tears now, it's Christmas, baby
Nathaniel limpió las pequeñas gotas con sus pulgares y juntó sus frentes dándose un tierno beso esquimal frotando dulcemente las puntas de sus narices.
My snowman and me
Se acercó a su oído y apegó sus cuerpos.
My snowman and me
-Te amo~
Baby
Tomó su mano y comenzó a correr con dirección a la Torre Eiffel.
Llegaron a las puertas del ascensor y gracias a su suerte lograron subir casi inmediatamente.
Una vez dentro volvió a envolver en sus brazos a Marc.
-He esperado todo el día por esto.
Sujetó el mentón del azabache y lo acercó para poder darle un beso. Necesitaba aquel contacto para poder borrar cualquier sentimiento negativo que se encontrara en él.
Marc correspondió aquel beso al instante, tambien necesitaba ese contacto para eliminar sus preocupaciones.
No duró demasiado, pero fue suficiente. Ambos se separaron y se miraron mientras sonreían.
El ascensor ya había llegado a la cima y ambos salieron tomados de las manos.
Caminaron unos metros y se apoyaron en una de las barandas para apreciar la vista desde la altura.
Pequeños copos de nieve comenzaban a descender del cielo y con ello el frío incrementaba.
Marc no se encontraba demasiado protegido del clima a diferencia de Nathaniel que estaba bien abrigado por su mamá.
El pelirrojo desabrocho los botones de su abrigo y abrazó al azabache para que ambos obtuvieran calor de la prenda y de sus cuerpos.
Sujetó una de las manos de su novio y apoyó su cabeza en el hombro del contrario.
No hacía falta que alguien dijera algo, el silencio era realmente reconfortante y tranquilo.
Marc sonrió y de forma juguetona posó sus labios sobre la mejilla de Nathaniel dejando una serie de besos en aquel lugar.
-También mis labios, por favor.
Sujeto la cintura de Marc y se acercó más a su rostro. Se dieron un piquito que se convirtió en uno más y otro más comenzando así en una sesión de besos.
Inesperadamente, Nathaniel besó la oreja del azabache y luego besó su nuca.
Marc se sonrojó y sonrió bobamente ante aquel contacto. Hace algunos días que no recibía ese tipo de besos.
Se sentía tan seguro entre los brazos del pelirrojo, se sentía cómodo y a salvo.
Giró y miró a los bellos ojos azules de su novio. Quitó delicadamente la bufanda del más alto y envolvió sus brazos en aquel lugar. Escondió su rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de Nathaniel y dejó un suave beso en el lugar.
Nathaniel se estremeció al sentir la cálida respiración de Marc sobre su cuello y se sonrojó al sentir sus labios besando su piel.
El azabache volvió a colocar la bufanda en su lugar, metió su mano a uno de sus bolsillos y de allí saco un lápiz labial.
No era de un color demasiado fuerte, era un rosa claro que pintaba levemente sus labios y les daba brillo.
Frente al pelirrojo se pintó los labios y sonrió de manera inocente al terminar.
Nathaniel sonrió y se sonrojó aun más al entender que era probable que rastros del maquillaje de encontraran en su rostro y labios, pero sobre todo esperaba llegar a casa y ver en su cuello la marca de labial que le dejó el beso que el azabache había dejado ahí.
Él tambien quería dejar una pequeña marca en el cuerpo de su amado.
Se acercó a su cuello y con ayuda de sus manos logró hacer a un lado parte de la tela para morder suavemente y dejar un pequeño chupetón que solo sería visible cuando el azabache se desvistiera.
Marc se avergonzó, pero eso no quitaba el echo de que le gustase lo que el pelirrojo había hecho.
-Tienes que ir con tu familia...
Marc habló en un intento de ocultar su timidez.
-Así es... Me gustaría pasar más tiempo junto a ti.
-No te preocupes, ve y pasa momentos en familia.
-Contaré los minutos para volver a verte.
-Tranquilo mi Romeo, no pasara demasiado, algo me lo dice.
-Espero que tengas razón
Una vez más hicieron que el espacio entre sus bocas se desvaneciera y ambos se unieron en una cariñosa muestra de afecto.
(...)
Matteo sujetaba la foto que Amelia le había entregado. Una en donde él y Marc se veían muy felices.
Cada noche desde aquella sesión de fotos, él admiraba la imagen. Su corazón latía con fuerza y Marc no abandonaba su cabeza.
El reloj estaba por marcar la medianoche.
Se levantó de su cama, salió de su habitación y caminó un par de metros para llegar a la del azabache. Se detuvo frente a la puerta y suspiró antes de tocar.
Al poco tiempo la puerta fue abierta y Marc lo recibió con una bella sonrisa.
-¿Quieres ir a la azotea?
Marc asintió y siguió a Matteo hasta el ascensor que los llevaría a la cima del edificio.
-¿Sabes, Marc? Ese tomate me robó la oportunidad de poder bailar junto a ti. Permíteme bailar contigo por favor.
-Matteo...
El azabache sonrió ante el bello intento de su amigo para hacerlo sentir mejor.
-Acepto.
Una vez más el castaño tomó la cintura de Marc y sujetó su mano comenzando a cantar.
-Yo nunca me iré, eso debes saberlo.
Marc reconoció la canción al instante, era el coro de Snowman, pero Matteo no cantaba en inglés.
-Estaré para ti aún muerto en el hielo.
Soltó la cintura del azabache y lo hizo dar un giro para volver a sujetarlo.
-Tú eres mi hogar todos los inviernos, así que vamos.
Se inclinó levemente y besó suavemente la frente de Marc.
-Gracias por todo, bello ángel.
Marc correspondió el abrazo que su amigo le daba y se quedaron así unos momentos.
(...)
Nathaniel estaba terminando de cenar junto a su familia, en verdad extrañaba esos bellos momentos.
-Es una alegría tenerte esta Navidad con nosotros. Fue muy duro no poder estar juntos durante tu primer año en la universidad.
Su padre como siempre se comportaba de manera sentimental.
-Gracias por darte el tiempo de venir, hijo mío. Como todos saben, daremos un anuncio importante.
Nathaniel escuchaba atentamente a su madre, luego de que ella terminase de hablar él deseaba tomar la palabra y ya no ocultarse más.
-Esta noticia tiene que ver con el futuro de la familia, nuestro negocio familiar y nuestro querido Nathaniel.
El pelirrojo se vio sorprendido al ser mencionado tan repentinamente.
-Cuando Nathaniel se gradúe de la universidad él se casará con nada más y nada menos que con Chloé Bourgeois.
-¡¿QUÉ?!
-¡Así es hijo! ¡Feliz Navidad!
Él pudo haber esperado cualquier otra cosa menos esas absurdas palabras.
Su familia lucía igual de sorprendida que él.
-¿De qué hablas mamá...?
Tenía miedo y rogaba por que fuera una broma de mal gusto.
-Lo que escuchaste, te casarás con la chica que fue tu primer amor.
-¡Ella no fue nada!
Nathaniel estaba comenzando a alterarse.
-¿De qué hablas hijo? Recuerdo perfectamente haber escuchado que estaban muy enamorados. De echo, ella fue la que pidió que el compromiso se diera.
-¡¿Qué ella hizo qué?!
Sentía que en cualquier momento iba a explotar. Para nada comprendía lo que había sucedido y mucho menos entendía como su propia madre había dado su aprobación a una propuesta tan ridícula sin preguntarle primero.
-¿No quieres casarte?
-¡Por supuesto que no! Y menos con Bourgeois.
Su madre en verdad lucía sorprendida, como si no esperara esa reacción.
-Pero... ¿Tú no la quieres?
-¡Que no! Ella sería la última persona con la que pensaría en casarme.
La familia estaba en silencio, nadie se atrevía a decir algo ya que ambos pelirrojos tenían un carácter fuerte y temían entrometerse.
-En toda mi vida jamás pensé en casarme con ella. ¡Nunca se me cruzó por la cabeza! Además yo ya amo a alguien más.
Era ahora o nunca si quería frenar esa locura.
-¡Eso no es amor!
Nathaniel se sorprendió ante el repentino grito de su madre.
-Dos hombres no pueden "amarse" como lo hacen un hombre y una mujer.
-¿Tú lo sabias?
-Así que es cierto... Con más razón te casarás.
Nathaniel no soportó más y en un ataque de irá tiró todo lo que estaba a su alcance en aquella mesa.
-¡No puedes obligarme!
Salió del lugar, fue a su habitación y tomo algo importante para después salir de su casa, comenzó a correr tanto como sus piernas se lo permitieron. Necesitaba estar junto a Marc, él era el único que podría calmarlo.
La nieve no dejaba que viera con claridad y por falta de abrigo comenzaba a congelarse.
Aún sin importarle eso siguió corriendo.
De repente el ruido de los fuegos artificiales expandiéndose por la llegada de la Navidad inundaba el cielo.
A lo lejos vio el hotel en donde su amado se hospedaba, entró corriendo y se metió al ascensor sin importarle que alguien le estuviera gritando por haberse metido al hotel así como así.
Antes de ver a Marc necesitaba gritar y lo haría en la azotea.
El hotel estaba prácticamente vacío. La familia Bourgeois estaba en una fiesta navideña en el ayuntamiento así como la gran mayoría de los huéspedes del hotel.
Cuando llegó a su destino se quedó quieto al ver a Marchetti sujetando las manos de su amado.
-Incluso un ángel merece a alguien para que lo cuide, permíteme ser ese alguien, Marc. Sabes que puedes confiar en mi, puedes decirme todo lo que tu quieras y siempre estaré ahí para escucharte. No le hagas caso a la loca de Daniela, yo no estoy cerca de ti solo porque eres hermoso, estoy junto a ti porque vi aun chico talentoso y apasionado por lo que hace. Y tampoco dudes de Nathaniel, sé que él te ama incluso más que a él. No dudes de la gente cercana a ti, ¿de acuerdo?
-Sí.
-Gracias por confiar en mi.
-Gracias a ti.
Ambos se estaban abrazando mientras el castaño dejaba caricias en la espalda del azabache.
Matteo notó la presencia del pelirrojo y se apartó de Marc quien volteó a ver.
-¡Nathaniel!
Marc no perdió tiempo y se lanzó a los brazos de su novio.
-¡Feliz Navidad, Tomatito!
Al escuchar esas dulces palabras y el cariñoso apodo, Nathaniel se aferró a su amado. No quería ni pensar en que tal vez debía alejarse de él.
Marc sonreía sintiéndose dichoso, estaba junto a quien más amaba y justo bajo el muérdago en la noche de Navidad.
No perdió el tiempo y le hizo ver al pelirrojo bajo donde estaban.
-Conoces la regla, Tomatito.
Se acercó y besó suavemente la boca contraria.
Nathaniel sonrió y correspondió el dulce beso que Marc le estaba dando.
Haría lo posible por estar con él, incluso si eso significaba huir con Marc a un lugar en donde nadie los encuentre.
El contacto se rompió y su corazón se aceleró al ver el rostro sonrojado y los resplandecientes ojos verdes de Marc.
-Vamos adentro antes de que te resfríes.
Al notar que su novio no estaba abrigado se preocupó y lo llevó adentro.
Matteo ya estaba en su habitación mientras que ellos acababan de llegar a la del azabache.
-¿Qué pasó?¿Por qué estas tan desabrigado, Tomatito?
-Digamos que... Escapé de casa.
-¿Ocurrió algo malo?
-Prefiero no hablar de eso.
-Entiendo... Ven, al menos déjame darte algo de calor.
Marc le prestó al pelirrojo una camiseta y un pantalón que eran algo grandes.
Ambos se recostaron en la cama y el azabache comenzó a mimar al pelirrojo.
-Amor...
-¿Si, Tomatito?
-Feliz Navidad.
Nathaniel le entregó una caja rectangular y algo delgada al azabache. No salió de su casa sin sacar aquel regalo.
Marc quitó con cuidado la envoltura y con cuidado sacó los dos objetos de la caja, un bello marco de fotos en el cual estaba la foto que Amelia les había dado y una libreta.
Abrió la libreta y encontró varios dibujos de él que Nathaniel había hecho.
-En esa libreta están todos y cada uno de los retratos que te hice desde el día en que te conocí.
Marc sonrió en grande y abrazó al pelirrojo.
-¡Gracia, gracias, gracias!
El azabache se levantó y regresó con una pequeña cajita en sus manos.
-El mío es un poco más... Cliché. Aun así espero que te guste. Feliz Navidad.
Nathaniel abrió la cajita y se encontró con un collar. Era una cadena de plata que tenía un dije en forma de llave y que tenía gravada la letra M.
-Yo tengo este.
Marc mostró la misma cadena que colgaba de su cuello pero con un dije en forma de candado que tenía gravada la letra N.
-¿Me ayudas a ponérmelo?
Marc asintió y le colocó con cuidado aquel collar a Nathaniel.
-En verdad es un hermoso regalo.
El pelirrojo dejó besos en el rostro de Marc.
-Te amo, mi Tomatito.
-Yo también te amo, mi Bonito.
Se abrazaron y acurrucaron. Cubrieron sus cuerpos con la cobija y se miraron el uno al otro hasta quedarse dormidos.
https://youtu.be/EpCjVNP4Crw
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