uno.
Seis meses, ciento ochenta y tres días.
No podía evitar llevar la cuenta del tiempo que había pasado desde que Riley y su familia se habían mudado a Londres. Habían pasado seis meses y yo aún no podía superar que ya no estaba más, que cuando despertara por la mañana, ella no estaría ahí, no estaría en la escuela, no estaría en la ventana. Simplemente, ella no estaría más ahí.
El tiempo parecía haberse detenido para mí desde que ella se había ido y cada mañana que despertaba, simplemente no hallaba la fuerza suficiente para continuar con mi vida.
¿Cómo se suponía que podía hacerlo? ¿Cómo se suponía que podía olvidarla? Ella era mi otra mitad. Ella seguía siendo mi otra mitad. Al menos para mí lo era.
•••
—Hunter. Tarde —no pude evitar bufar al entrar al salón.
—Lo lamento, Sr. Byrne.
Me disculpé en un susurro mientras que él dejó de dibujar la línea del tiempo que se hallaba dibujando esta vez en la pizarra, para cruzar de brazos y dedicarme una dura mirada. ¿En verdad creí que podría ser capaz de entrar al salón sin que el Sr. Byrne notara que llegaba doce minutos tarde? Al parecer sí.
Una vez más, no pude evitarlo, nunca me gustó la escuela y definitivamente, nunca me gustó la clase de historia, o al menos, nunca lo hizo hasta que el señor Matthews fue mi profesor. Él me hizo pensar que era buena en ella e incluso llegué a creerlo, cuando en la realidad, historia era únicamente para los nerds como Farkle y Smackle, simplemente estaba llena de fechas, nombres y estúpidos sucesos que estaba segura a nadie le importaban. Sólo estaba segura de algo con todo esto: con el Sr. Byrne como el reemplazo de Matthews, Farkle por fin estaba teniendo lo que siempre había deseado.
—Usted sabe que no tolero la impuntualidad, Hunter, y una disculpa no es suficiente. Es la segunda vez que llega tarde a mi clase esta semana —soltó en su tono regañón al que ya estaba acostumbrada ahora.
—Le prometo que es la última vez —musité cansada de la conversación y probablemente no contribuyendo a mi situación.
—Sus promesas no significan nada para mí y como una advertencia para no llegar tarde otra vez... Detención esta tarde.
Exclamó llenando la hoja de detención y entregándomela en mis manos haciendo que soltara un nuevo bufido, uno más silencioso que el primero, en verdad no quería arruinarlo más.
—Ahora, vaya a su asiento.
Asentí para hacer lo que me ordenó y giré encontrándome con esos tres pares de ojos que me observaban como si trataran de decir algo o ayudarme como Riley lo hubiera hecho. Pero simplemente no dijeron nada. Por supuesto que Farkle, Smackle y Zay no eran Riley, nadie nunca podría ser ella.
Caminé hasta mi nuevo asiento ubicado en el fondo del salón. Una vez que Riley se fue, mucho cambió, y decidí cederle nuestros lugares a otras mejores amigas que podrían aprovecharlos más de lo que yo podría hacerlo sola. Además, había descubierto que en el fondo podía dormir toda la clase con grandes posibilidades de no ser atrapada.
—Vaya, este día sí que está lleno de sorpresas —exclamó el Sr. Byrne captando mi atención mientras tomaba asiento—. Friar, nos honra su presencia este día —bromeó obteniendo una mirada asesina por parte de él—. Desafortunadamente para usted, llega tarde. Supongo que ahora tiene compañero de detención, Hunter —finalizó para entregarle a Lucas la hoja de detención que yo había recibido segundos atrás.
—Como sea.
Lucas simplemente soltó para caminar a su asiento, el mismo asiento que siempre había tenido.
No pude evitar observarlo fijamente mientras que el Sr. Byrne dio inicio a la clase del día a la que por supuesto no pretendía prestar atención, y de repente, giró su cabeza para buscar mi mirada. Supongo que planeaba hacer lo mismo que yo.
Nuestros ojos se unieron y para mí, la voz del Sr. Byrne se esfumó. No sé qué fue que sin notarlo le sonreí, una pequeña sonrisa que obviamente respondió girando para enfocar su mirada de vuelta en la pizarra.
¿Qué es lo qué esperaba de él? Él me había demostrado a mí y al resto que, más que cualquiera de nosotros, había cambiado, y no exactamente para bien.
•••
—¿Qué tan malo fue?
No pude evitar sobresaltarme al escuchar aquella voz masculina hablarme mientras me encontraba saliendo de detención en donde había pasado la última hora. Era demasiado tarde que no imaginé que nadie además de mí, Lucas y la Sra. Peters, siguieran en la escuela.
—Dios, Zay, me asustaste —dije dejando ir un suspiro y recuperándome del susto que me había dado—. ¿Acaso estabas parado ahí esperando a que saliera?
—Sí. Pero no de una manera rara ni nada —aclaró apresurado.
—Lo dice el raro que pasó una hora entera parado tras la puerta.
Susurré para comenzar a caminar hacia la salida deseando que él se quedara ahí y no me siguiera, pero claro, decidió seguirme y continuar con la conversación que yo deseaba finalizar.
—No respondiste mi pregunta, Maya —rodé los ojos al escucharlo—. ¿Tan malo fue?
—No, en realidad —negué captando su atención—. Comimos cheerios, la señora Peters me hizo unas trenzas y cantamos el álbum entero de Frozen —bromeé causando que me fulminara con la mirada.
—Así que muy malo —murmuró a lo que asentí.
—Sip.
—¿Y él qué tal? —cuestionó sin dudarlo.
—¿Tú qué piensas, Zay? —solté desesperadamente—. Pasó la hora entera en su teléfono y nunca se tomó la molestia de mirarme. Supongo que ya fue lo suficientemente claro... No es el mismo Lucas que conocíamos.
—No. Lo es, sólo está sufriendo como todos nosotros...
—No lo creo, Zay, y honestamente no me importa —interrumpí sus palabras—. Lucas es libre de hacer lo que quiera.
Zay me miró con tristeza. Sabía que estaba siendo dura con él, Lucas solía ser su mejor amigo y ahora ni siquiera le hablaba, de la misma forma que no hablaba con ninguno de nosotros. Se había encontrado un nuevo grupo de amigos tal como todos habíamos hecho ya.
—Me tengo que ir, mi mamá ya se debe de estar preguntando si no estoy muerta bajo un puente —dije para comenzar a caminar de vuelta.
—¡Espera! —exclamó obligándome a detenerme—. Y-Yo... Yo no sólo te esperé para saber cómo estabas, m-me... quería saber si te gustaría salir conmigo... esta tarde —cerré mis ojos dibujando una sonrisa incómoda en mi rostro.
—No me siento del todo bien, Zay —mentí, o bueno, no del todo.
—No tiene que ser hoy entonces, puede ser mañana o cualquier día que tú quieras. Escuché que salió una película que...
—Lo siento —suspiré cortando con su repentina emoción—. Zay, sé que hemos estado saliendo unas cuántas veces, pero quiero que sepas que yo no estoy para nada ahora.
—Lo sé, Maya, y no te estoy pidiendo nada, sólo quiero salir contigo, asegurarme que estás bien y...
—Ese es el problema —exclamé—. Tengo suficiente con mis papás encima mío todo el tiempo, no necesito a nadie más cuidándome como si fuera una bebé.
—No te veo de esa manera, Maya. En verdad me preocupo por ti —respondió tranquilamente logrando calmarme un poco.
—Gracias —sonreí—. Pero en verdad no me siento bien.
—Está bien —sonrió también—. Esperaré lo que tenga que esperar hasta que estés bien.
¿Cómo sería mi vida sin Zay? Es algo que me preguntaba todo el tiempo. Una vez que Riley se fue, él era el único que verdaderamente se preocupaba por mí. Quizá tenía que ver con el hecho de que Farkle y Smackle se tenían el uno al otro, y Lucas se había vuelto un idiota. Zay era el único que parecía ser el mismo y eso, quisiera aceptarlo o no, me ayudaba más que nada.
—¿Quieres qué te acompañe a tu casa? —inquirió y sin dudarlo, asentí.
•••
Le había mentido a Zay. Una vez que me dejó en mi nuevo apartamento, a dos cuadras del que fue mi hogar desde que tenía memoria, no pude esperar ni un segundo para salir de este e ir al lugar en el que solía pasar mis tardes enteras, antes y después de que Riley se fuera: Hunter's.
Sí, Hunter's era el nuevo nombre del lugar al que probablemente recordaría siempre como Topanga's.
Antes de mudarse, Topanga le cedió a mi mamá la propiedad que algún día fue la "panadería ucraniana" de la Sra. Svorski. Nunca olvidaré al pequeño Auggie reírse a carcajadas de ese chiste.
Luego de tanta insistencia por parte de Topanga, mi mamá aceptó el lugar, y ella y Shawn pensaron que cambiando el nombre del lugar a nuestro apellido era una manera de volverlo más nuestro. En ese momento no me importó en lo absoluto, pero ahora, me arrepentía de no haber el mantenido el nombre original, al menos con él podría recordar a mi segunda madre, Topanga Matthews.
—¿Quieres otro smoothie, mi amor?
Preguntó mi mamá apareciendo prácticamente de la nada y haciéndome salir de mis pensamientos en donde me encontraba casi todos los días que pasaba ahí, observando cada rincón y recordando todo el tiempo que pasé junto a Riley.
—Estoy bien así, mamá —musité con una pequeña sonrisa en mi rostro—. En realidad estaba por irme, tengo que terminar un trabajo para mañana —mencioné poniéndome de pie y tomando mis cosas.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó despejándose de su delantal.
—No, mamá, no es necesario —me apresuré a responder haciendo que se detuviera.
—¿Estás segura? Puedo llamar a Shawn y él puede venir a recogerte... —insistió ahora tomando su teléfono del bolsillo de su delantal.
—No, mamá, en serio, estaré bien, no es necesario interrumpir a papá.
Papá. La única cosa buena que había pasado desde que Riley se había ido. Me había acostumbrado a llamar a Shawn papá, porque después de todo, siempre había deseado que él lo fuera. Él había sido más padre para mí los seis meses que habían transcurrido desde que había firmado los papeles de adopción de lo que mi verdadero padre lo había sido los seis años que había vivido conmigo.
—De acuerdo, mucha suerte, mi amor.
Dijo mi mamá para colocar un beso en mi frente y volver al mostrador. A pesar de que ahora ella era la dueña del lugar, no pudo dejar de servir mesas. Al final de cuentas, era quien ella era verdaderamente.
Dejé ir un profundo suspiro para terminar de recoger mis cosas y encaminarme a la salida, sin embargo, no pude evitar detenerme al observar la ventana del lugar.
Riley y yo solíamos sentarnos ahí a charlar por horas. Ahí, ella me ayudó con mi proyecto del perdón, me ayudó cuando Angela apareció. Esa ventana me recordaba más que otra cosa algo que sabía que nunca más iba a tener.
Alguien que se preocupara profundamente por mí.
—¡Cuidado!
Aquel repentino grito me obligó a retroceder ya que, perdida en mis pensamientos una vez más, no noté que había tropezado con una chica castaña que se encontraba entrando al lugar y ahora, gritándome.
—Lo sien...
Comencé sin poder terminar aquella frase de ocho letras ya que la castaña, que ahora sabía era Marlin Easton, una chica de tercero de nuestra preparatoria, siguió su camino sin siquiera dirigirme una mirada. No pude evitar rodar mis ojos, sabía perfectamente quien era ella, una vez le dije a Riley lo mucho que deseaba tirarla por las escaleras pues solía burlarse de todos nosotros cuando estábamos en primero. Por supuesto que Riley no me lo permitió e incluso trató de convencerme de volvernos sus amigas.
Ahora éramos de segundo y ella de tercero, y más importante, Riley no estaba más. Desafortunadamente no había escaleras cerca.
Una pequeña risa se escapó de mi boca ante ese pensamiento y desapareció al percatarme de la muy familiar figura masculina que llegó a su lado. Ella sonrió enormemente y antes de que pudiera notarlo, ambos se encontraban abrazándose.
Marlin colocó sus brazos alrededor de su cuello y él hizo lo mismo en su cintura mientras ambos reían de no sé qué.
No pude evitar contemplar aquella escena y gracias a eso, no fui lo rápida suficiente como para mirar a otro lado cuando él giró y me halló observándolo. Su risa desapareció al unirse nuestras miradas. Me observaba como si le preocupara que yo la viera con ella. ¿Por qué? No lo sabía. Simplemente negué y me fui.
No era que no pudiera soportar el hecho de que estuviera con una chica. No podía soportar el hecho de que estuviera con ella, con Marlin, pues recordaba perfectamente la vez que dijo que: "Nunca podría salir con una chica como ella".
Supongo que estaba equivocado. O quizá yo era la que se había equivocado en creer que Lucas era el bueno. Era igual de malo que cuando vivía en Texas, o quizá peor, no podía saberlo, no conocía a ese Lucas, sólo conocía al Lucas con Riley y al Lucas sin ella, y sinceramente, no creía que Zay tuviera razón, no creía que él siguiera sufriendo por ella. Quizá este nuevo Lucas era el Lucas que se quedaría, para siempre.
•••
El día se había sentido tan largo que lo único que quería hacer era ir a la cama y torturarme con recuerdos de Riley. Sé que parecía una exagerada con el tema, pero en verdad no podía evitarlo, no había segundo del día que mi mente no estuviera en ella. Como dije antes: ella era mi todo.
Terminé de peinar mi cabello en un moño desordenado cuando el sonido repentino de la puerta me hizo, sin siquiera dudarlo, rodar los ojos. Sabía perfectamente quién era y qué era lo que quería.
—En verdad no quiero otra dona, papá...
Grité caminando hacia la puerta para abrir esta y antes de que pudiera alcanzarla, esta se abrió sola revelando la persona detrás que hizo que mi rostro palideciera.
—No soy tu papá —respondió mientras yo continuaba atónita.
—¿L-Lucas?
Musité, no siendo capaz de formular una oración gracias al desconcierto que me había invadido. Él, por su parte, me hizo una seña con los ojos para dejarlo entrar y, igual de confundida que antes, me moví para dejarlo entrar a mi habitación cerrando la puerta una vez que se encontraba dentro.
—¿Q-Qué... qué estás haciendo aquí? —balbuceé cruzando de brazos.
—Y-Yo, yo quería hablar contigo —contestó tímidamente, balbuceando igual que yo.
—¿Conmigo? —cuestioné más confundida que antes.
—Sobre lo que viste hoy en Hunter's.
Dijo por primera vez firmemente y no pude evitar negar. Ahora entendía todo y no tenía ganas ni energía de hablar con él sobre Marlin o sobre cualquier cosa que tuviera que ver con este nuevo Lucas.
—No tienes que...
—No es lo que estás pensando, Maya —interrumpió mi oración.
—Lucas, en serio no tienes porque... —seguí sin importarme sus palabras.
—¡No podría estar con alguien como Marlin! —alzó su voz haciendo que callara—. No quiero que pienses que olvidé lo que dije el año pasado. Aun es cierto, no podría estar nunca con ella o con alguien como ella. La conocí en detención hace un mes y nos volvimos algo así como amigos. Lo que viste hoy no fue nada. Me pidió ayuda para darle celos a su ex novio y acepté porque sí. Pero aún es verdad.
Confesó como si estuviera intentando probarme algo, lo cual, me confundió todavía más. ¿Cuál era el punto de eso? Ciertamente no lo comprendía.
—¿Y viniste hasta aquí sólo para decirme eso? —pregunté luego de un largo silencio.
—Sólo no quería que pensarás cosas que no son.
—No tienes porque preocuparte, Lucas —exclamé sorprendiéndolo, tal como si esperaba que yo reaccionara de otra manera—. Eres libre de hacer lo que quieras y con quien quieras , y no debería ser de mi incumbencia.
Sonrió y asintió al mismo tiempo ante mi respuesta, y, luego de quedarse estático por un par de segundos, caminó hacia la puerta haciéndome creer que en verdad se iría. No obstante, no fue así.
—No quería que pensaras que he olvidado a Riley —reveló causando que un escalofrío me recorriera el cuerpo entero—. No lo he hecho. Nunca podría olvidarme de ella.
Por más que intenté contenerme, me resultó imposible, y antes de que pudiera notarlo, mis ojos se habían cristalizado. Nunca pude haberme imaginado que Lucas estaba sintiendo lo mismo que yo. Se veía tan bien con todo. Supongo entonces que Zay siempre tuvo razón: sólo estaba sufriendo.
—Yo tampoco podría olvidarme de ella.
Confesé caminando hasta un rincón de mi habitación en el que tomé asiento cruzando mis piernas. Lucas no tardó en imitar mi acción y sentarse a mi lado.
—Es fácil para todos decir que lo único que tengo que hacer es olvidarla y seguir adelante, pero no puedo, traté de mil maneras pero no puedo —seguí dejando ir las primeras lágrimas y fijando mi mirada en el suelo.
—Lo sé. Yo también he intentado y simplemente no lo consigo, ella está en todos lados —musitó manteniendo también su mirada fija en el suelo—. Por eso decidí apartarme de ustedes. La veía en cada uno de ustedes y no pude seguir soportándolo... Lo lamento.
—¿Por qué te disculpas? —cuestioné en un hilo de voz.
—Porque rompí la promesa que le hice a Riley —respondió haciéndome fruncir el ceño.
—¿Qué promesa? —Lucas soltó un suspiro.
—Antes de irse, Riley me hizo prometerle que sin importar lo que pasara, seguiríamos todos juntos... Supongo que le he fallado.
Ahora fui yo quien dejó ir un profundo suspiro. Claro que Riley le hizo prometer a Lucas algo así, algo en lo que todos estábamos fallándole. Farkle y Smackle se habían unido a cuatro nuevos clubes con nerds como ellos. Lucas ahora era mejor amigo de la banda de detención, y Zay y yo, podríamos seguir unidos tal como Riley lo deseaba si yo no lo alejara cada vez que él intentaba acercarse.
—Estás aquí, huckleberry —dije causando que me mirara otra vez—. Quizá no estamos fallando del todo.
Sabía porque había reaccionado de esa manera. Habían pasado meses desde que lo había llamado huckleberry o algún otro apodo. En realidad, habían pasado meses desde que habíamos hablado tanto. La última vez que lo hicimos había sido el día que fuimos a despedirnos de Riley al aeropuerto.
—Lucas... ¿Crees que algún día podamos olvidarla? —pregunté luego de otro enorme silencio.
—No lo sé —admitió—. Pero creo que mientras sigamos juntos, estaremos bien.
Asintió tratando de darme la seguridad que estaba segura ni él tenía. Suspiré una vez más y apoyé mi cabeza sobre su hombro creando un profundo silencio en mi habitación.
No podía mentir, estaba feliz de que Lucas estuviera ahí. Ahora sabía que él, más que cualquiera otra persona, entendía perfectamente lo que estaba sintiendo, es decir, ellos estaban enamorados, les tomó años descifrar sus sentimientos y no pasó mucho antes de que ella se fuera. Él estaba roto, igual que yo, y por primera vez en mucho tiempo, no me sentía más sola.
••••
Bienvenidos a mi historia corta y gracias por darle una oportunidad.
No les puedo prometer que actualizaré pronto, lo lamento. :(
Espero la disfruten.
-valeequi.
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