epílogo.
| 4 meses después |
—¡No Zay! ¡Lo estás haciendo mal!
Gritó Maya al hallarse bajando las escaleras de su apartamento, provocando que Zay girara con un ceño fruncido lleno confusión en su rostro.
—¿Cómo demonios podría estar haciéndolo mal? —replicó Zay una vez que Maya llegó hasta él.
—¡Dije que solo globos morados! —respondió Maya reventando un globo amarillo que Zay recién había colgado.
—Si solo querías globos morados, hubieras comprado solo globos morados —remarcó causando que Maya lo fulmine con la mirada.
—No la provoques, viejo.
—Sí, jamás ganarás una discusión con ella.
Tanto Maya como Zay giraron ante el sonido de las voces de Lucas y Josh interviniendo en su discusión, mientras que ellos continuaron sentados sobre el sillón, uno inflando y el otro separando globos morados de las bolsas, causando que la filosa mirada de Maya pasara de Zay a ellos.
—Ya les dije que en la tienda no habían solo globos morados así que tuve que comprar esos —soltó Maya, comenzando a perder la paciencia.
—Solo digo que pudiste haberlos ordenado en...
Intervino ahora Zay, haciendo que Maya gire una vez más, fulminándolo una vez más dispuesta a explotar, lo cual hizo que Lucas, sin perder un solo segundo, se levantara del sillón para comenzar a hacerle señas a Zay con tal de que se detuviera. Zay frunció el ceño en confusión al enfocar su mirada en Lucas detrás de Maya, algo que ella notó de inmediato y por lo que giró, haciendo que Lucas se detuviera al instante.
—No, Katy, lo estás haciendo mal.
La voz de Shawn proveniente de la cocina salvó a Lucas de la furia de Maya, pues los ojos de los cuatro se dirigieron sin más al lugar de dónde la voz había provenido y donde la pareja había estado cocinando las últimas dos horas.
—He trabajado en restaurantes toda mi vida, cariño, creo que sé cómo hacer un pudín de chocolate —respondió Katy, sin importarle el comentario de Shawn pues continuó batiendo el pudín.
—Es solo que si le agregas...
Katy paró de batir de un segundo a otro para fulminar con la mirada a Shawn, de la misma forma que Maya lo había hecho a los chicos momentos atrás —sip, en definitiva era hija de su madre— sin embargo, aquella mirada fue suficiente para que Shawn se detuviera y arrepintiera por lo que había hecho, regalándole a Katy una nerviosa sonrisa para lentamente apartarse de ella.
—Dios, ya veo de dónde lo heredaste.
Murmuró Zay haciendo que Maya recuerde que tan solo segundos atrás, estaba por descargar su ira con alguien y ese alguien bien podría tratarse de Zay. No obstante, antes que ella pudiera reaccionar, la puerta del apartamento se abrió y todas las miradas se enfocaron en Farkle y Smackle, la pareja que acababa de llegar.
—Bien, tuvimos que caminar diez cuadras, tomar cuatro metros y un taxi, pero aquí lo tienen... los mejores panecillos de Nueva York.
Suspiró mientras que, tanto Maya como Shawn, se aproximaron a toda velocidad para darle un vistazo a la bandeja que sostenía en sus manos.
—Si saben que su pastelería vende panecillos, ¿verdad? —mencionó Smackle provocando que ambos levantaran las miradas de la bandeja dispuestos a fulminarla con la mirada antes que...
—¡No!
Todos en la habitación gritaron, sabiendo que no tenía sentido iniciar una discusión con ellos, especialmente en una ocasión como esta: el regreso de los Matthews.
Sip, así es, la familia Matthews volvería de Londres para pasar el verano entero en Nueva York, y eso tenía a todos entusiasmados, especialmente a Maya y Shawn quienes no habían visto a sus mejores amigos por un año entero. Ese era el motivo de todo el caos y el estrés.
El zumbido del timbre se hizo escuchar, haciendo que todos en la habitación detuvieran lo que se encontraban haciendo a excepción de Maya y Shawn quienes, sin dudar un solo segundo, corrieron hacia la puerta para poder ser el primero en abrirla, pero desafortunadamente para Maya, las piernas más largas de Shawn le dieron el honor de hacer eso.
—¡Cory! —exclamó con emoción, abriendo sus brazos para él.
—¡Shawnie!
Cory no perdió segundo alguno para tirarse a los brazos de su mejor amigo, compartiendo un abrazo que ambos realmente necesitaban del otro.
—¡Riles!
—¡Preciosa!
Tanto Maya como Riley exclamaron también, imitando el abrazo de sus padres quienes no se habían separado aún del suyo. Maya cerró los ojos al apoyar su cabeza sobre el hombro de Riley, empapándose de su aroma: kiwi. No había cambiado, era el mismo de siempre incluso si ellas ya no lo eran.
—Todo el vuelo.
Intervino Topanga caminando entre ambos abrazos, seguida de un Auggie de ocho años, más alto y sonriente como siempre, y un chico de ojos azules tras de él, que se había ganado un par de miradas de los presentes.
—¡Mi hermano!
—¡Mi hermano!
Habló Josh aproximándose a su hermano mayor ahora que este se había separado finalmente del abrazo de Shawn, para darle uno mucho más corto al mismo tiempo que Riley y Maya se separaron del suyo.
—Hola.
Saludó Lucas con un tono suave aproximándose a ella con una incomparable sonrisa en el rostro. La sonrisa del rostro de Riley ante su abrazo con Maya no desapareció, simplemente se desvaneció un tanto al regalarle una larga mirada. En verdad estaba frente a ella.
—Hola.
Respondió ella con el mismo tono antes de saltar a sus brazos para sostenerlo en un abrazo, bajo las miradas de todos, especialmente por ese par de ojos azules que los observaba desde cerca con la misma sonrisa en su rostro.
—No puedo creer que al fin estés aquí —añadió Lucas al separarse del abrazo.
—Lo sé. Tampoco yo.
Contestó para dedicarles cortas miradas al resto de las personas en la habitación antes de girar hacia la persona que tímidamente se encontraba parada detrás de su hermanito, con una sonrisa en su rostro, sabiendo cuánto significaba este momento para Riley. La sonrisa de Riley creció al observarlo y extendió su mano para que este la tomara, lo cual hizo de inmediato, acortando distancia con ella.
—Él es Leo.
Sip. Era real. Leo había viajado con la familia Matthews para pasar el verano con Riley luego de que ella insistiera profundamente a sus padres ya que deseaba que pudiera conocer a sus amigos y familia. Le había tomado mucho esfuerzo convencer a Topanga quien de algún modo había logrado convencer a Cory, pero lo había logrado y él se hallaba ahí ahora, parado a su lado, sosteniendo su mano bajo la fulminante mirada de Cory.
—Hola a todos. Es lindo poder conocerlos por fin en persona.
Leo miró a todos en la habitación antes de que sus ojos se posaran sobre la persona frente a él que continuaba mirándolo fijamente.
—Es lindo conocerte también —intervino Maya, caminando hacia Lucas—. Estamos felices de poder conocer finalmente al novio de nuestra mejor amiga, ¿no es así Huckleberry?
Así es. Habían pasado cuatro meses ya desde que Riley y Leo habían decidido hacer oficial su relación. Una razón más por la que Riley había querido tanto que los acompañara y la misma por la cual Cory no quería que lo hiciera.
—Lo mismo digo, y felicitaciones por cierto. Riley me contó que finalmente decidieron volver oficial lo suyo.
Tanto Maya como Lucas dibujaron una sonrisa en sus rostros para dedicarse cortas miradas antes de entrelazar sus manos. Era verdad de nuevo. Luego de meses de reconstruir las cosas entre ellos, Lucas y Maya habían decidido volver oficial su relación tan solo dos semanas atrás, a pesar de haber estado juntos de manera no oficial todos estos meses.
—Gracias —respondió Maya regalándole a Leo una sonrisa sincera—. Déjame presentarte a mis padres.
—Con mucho gusto.
Exclamó haciendo que Maya deje ir la mano de Lucas para tomar la de Leo y llevarlo a dónde sus padres se hallaban, donde Katy y Topanga intercambiaban saludos y Shawn y Cory continuaban charlando.
Al no haber más rastro de Maya o de Leo, Riley y Lucas permanecieron en completo silencio, observándose como si no lo hubieran hecho en años, a pesar de haber tenido una videollamada tan solo una semana atrás, pero ninguno de los dos realmente creía que se encontraba parado frente al otro pues la última vez que lo hicieron, aún estaban juntos.
—¿Aún eres feliz? —cuestionó Lucas, rompiendo con el silencio entre los dos.
—Lo soy. Demasiado. ¿Y tú?
Él giró para dedicarle a Maya una corta mirada antes de regresar a Riley—. Más que nunca.
—Bien.
Respondió Riley, sabiendo que lo decía en serio. Él en verdad era feliz. Maya lo hacía realmente feliz y le hacía feliz saber que sus dos mejores amigos eran felices en serio. Era lo único que le importaba. Al final del día, era Riley.
•••
La fiesta de bienvenida estaba siendo un éxito total: Cory pudo contar acerca de cómo sus lecciones ayudaron a un grupo de sus estudiantes en particular. Topanga presumió los casos de alto perfil en los que había trabajado. Auggie compartió sus aventuras de "cuarto año" y todos tuvieron la oportunidad de conocer al novio de Riley y escuchar sobre sus historias juntos.
Era eso lo que se hallaban haciendo todos ahora en la sala: compartiendo anécdotas y buenas risas. Bueno, todos a excepción de Maya, quien se había ofrecido a preparar un nuevo plato de crostinis ya que Topanga no había permitido que ninguno de sus padres se levantara hasta que terminara su historia de la vez que había salvado a un grupo entero de trabajadores de una fábrica de ser injustamente despedidos.
—¡Lo siento!
Exclamó al girar en un rápido movimiento, cerrando el refrigerador luego de tomar lo que necesitaba para los crostinis, solo para hallar que la persona con la cual había tropezado había sido nada más y nada menos que Josh.
—No pasa nada —aclaró dejando ir una pequeña risa—. Estaba buscando más de estas tostadas. Están increíbles.
Dijo, mostrándole a Maya una que sostenía en su mano antes de darle una mordida a esta mientras ella dejaba todo sobre la mesa para comenzar a preparar más.
—Gracias. Es una receta familiar —replicó, riendo también—. Estaba por hacer más. Los llevaré en un par de minutos.
—No pasa nada —agregó Josh—. Esperaré.
Maya sostuvo su sonrisa mientras que Josh tomó otro bocado acabando con su crostini al mismo tiempo que ella comenzaba a cortar unos tomates. Había pasado un tiempo ya desde la última vez que habían hablado —sin nadie más de por medio, al menos— la última vez había sido en realidad la vez que habían terminado cuatro meses atrás, y si no fuera por el regreso de los Matthews, no sabían cuándo sería la próxima vez que se verían.
—¿Y qué tal todo? —preguntó Maya sin despegar su mirada de su cocina.
—Todo ha estado bien. Fue un fin de semestre bastante tranquilo. ¿Y tú qué tal?
—Riley está aquí, así que estoy mejor que nunca —simplemente respondió ella.
—Y Lucas y tú...
Replicó él provocando que ella levante la mirada hacia él. Así es, la última vez que se habían visto hasta hoy había sido el día después de que él tuviera que verla besarse con Lucas cuando aún estaban juntos, y ahora, ella y Lucas estaban juntos. Incluso luego de que ella le asegurara que nunca estaría con él.
Que curiosos eran los giros que daba la vida.
—Sí. Lucas y yo —respondió ella, sin saber qué más decir.
—Eso es bueno. Me alegro por ti —sonrió él para dedicarle una mirada a Lucas quien escuchaba atentamente una historia de Farkle—. Te ves feliz.
—Lo soy —Maya no dudó en responder—. ¿Y tú?
—Estoy bien. El verano apenas está empezando y está lleno de oportunidades.
—¿Vendrás con nosotros a Philadelphia?
Inquirió Maya verdaderamente interesada. La semana próxima, todos ellos viajarían a Philadelphia para visitar a los abuelos de Riley y ya que ambas no podían soportar la idea de separarse de nuevo, Shawn y Katy habían decidido llevar a Maya. Y con Maya vino Lucas, y con él vino Zay, y con él, Smarckle.
—No puedo. Tomé un trabajo este verano en el campus. Estás viendo al nuevo asesor de campus de la NYU.
Maya abrió los ojos al escuchar aquello. Sabía lo que era un asesor de campus. Recordaba a la asesora de campus de Josh e inmediatamente entendió porque lo habían contratado. Era perfecto para el trabajo.
—Eso es maravilloso Josh —respondió Maya—. Y tomaron la decisión correcta al contratarte porque cuando los candidatos vean a su asesor, no dudarán en lo absoluto en inscribirse en la NYU.
Josh rió, haciendo que ella imite su acción. Todos estos meses y ella aún tenía el mismo sentido del humor del que él se había enamorado desde el primer momento.
—Gracias. Y no te preocupes, nos estaremos viendo bastante ya que tu pastelería tiene un descuento para estudiantes de la NYU —añadió—. Deberíamos juntarnos en algún momento. Los tres, desde luego.
—Me encantaría eso —contestó Maya sin pensarlo dos veces.
—¿Y a Lucas? —cuestionó Josh, levantando ambas cejas.
—No pasa nada, Josh. Lucas sabe quién eres en mi vida.
—¿Y quién se supone que soy? —replicó un tanto intrigado por la respuesta.
—Mi juego largo.
Josh no pudo evitar sonreír ante la respuesta de Maya. Una sonrisa sincera. La misma que Maya tenía dibujada en su rostro.
—Y tú eres el mío también.
Reveló él para sumergirse ambos en un silencio en el que no hicieron más que dedicarse profundas miradas.
No importaba cuanto amaba Maya a Lucas o todas las novias de Josh, ambos guardaban un lugar en su corazón para el otro, al final de cuentas, se habían hecho aquella promesa y quien sabe, algún día podría llegar a hacerse realidad.
Pero hoy no era ese día. Hoy era el presente de Maya y su presente era Lucas.
•••
La velada continuó en el apartamento de Maya y todos estaban tan envueltos en sus charlas que antes que pudieran notarlo, la noche había llegado y con ella, algunos de ellos comenzaron a abandonar la fiesta, dejando únicamente a las parejas de Hunters y Matthews para continuar con las charlas más personales y profundas con tal de volver la noche eterna.
—Y ahí lo tenía, un hermoso potrillo Palomino frente a mí.
Lucas finalizó con su más que conocida historia de la vez que ayudó a nacer a un potrillo pues no quería perder la oportunidad de compartirla con un amante de caballos como él.
—Espera, ¿un Palomino? —inquirió Leo entusiasmado—. Que locura. Mi primer caballo también era un Palomino.
—¿De verdad?
—Sí, lo llamé Galleta —rió Leo un tanto avergonzado—. Pero ya no tengo más Palominos. No son los mejores caballos de polo para ser honesto.
—Bueno, tenemos muchos de ellos en casa, de hecho, diez de mis veinticuatro caballos son Palominos.
—De acuerdo, ¿terminaron ya con su charla de caballos?
Intervino Maya al hallarse caminando de vuelta junto a Riley y tomando asiento junto a Lucas tras haber ido por un poco de agua luego de que comenzaran a intercambiar historias sobre caballos como si fueran mejores amigos de toda la vida.
—Es solo que es lindo tener a alguien con quien hablar de estas cosas además de Zay —respondió Lucas haciendo que Maya frunza el ceño.
—Hablas de estas cosas conmigo todo el tiempo, Huckleberry.
—Pues sí, pero es lindo tener a alguien que diga más que solo 'bien' y 'genial'.
Maya abrió su boca llena de incredulidad—. ¿Y qué se supone que tengo que decir? Lo más cerca que he estado de una vida vaquera fue el fin de semana que pasamos en Texas.
—Sí, y eso me recuerda por qué debo llevarte de vuelta este verano.
Añadió Lucas al colocar su brazo alrededor de la cintura de Maya, apagándola más a él y provocando que la expresión de furia de su rostro se desvanezca hasta convertirse en una sonrisa mientras que ella rodó los ojos, sabiendo perfectamente que él había encontrado la manera perfecta de siempre ponerla de buen humor. Sin importar lo que hiciera.
—Me encantaría visitar tu hogar algún día —mencionó Leo al mismo tiempo que los dos intercambiaron cortas miradas.
—Sería increíble. Definitivamente tienes que venir con nosotros —respondió Lucas con una sonrisa en su rostro imposible de borrar—. Ya lo tengo. Nosotros cuatro, un fin de semana, está decidido.
—Excelente. Será muy... —Leo no pudo siquiera terminar su oración antes que un bostezo se escapara de su boca—. Dios mío, lo lamento —rió de repente—. El jet lag me está matando.
—Sí, a mí también —intervino Riley—. Estaba lista para irme a dormir desde hace tres horas.
—No, chicos, por favor, apenas son las diez —se quejó Maya.
—Sí, Maya tiene razón, la noche apenas está empezando en Nueva York —agregó Lucas—. Hay muchas cosas que podemos hacer aún.
—No creo que tengo energía suficiente para hacer nada —respondió Riley cerrando sus ojos.
—No tiene que ser nada alocado, Riles.
—Sí, podemos ir a caminar así Leo puede mirar el Hudson de noche. Es asombroso.
—Eso en realidad suena como una brillante idea —respondió Leo causando que Riley suelte un suspiro.
—Bien —exclamó provocando que tanto Maya como Lucas celebren emocionados.
—Solo necesito usar tu baño por un momento —mencionó Leo poniéndose de pie.
—Sí, por supuesto.
Contestó Maya para regalarle una pequeña sonrisa antes que él se dispusiera al pasillo, dejando a los tres solos probablemente por primera vez desde que Riley había llegado, y con ello, un inevitable silencio surgió en la habitación.
—Es lindo que los padres de Leo lo dejaran venir —fue Maya la primera en romper con el silencio.
—Sí, no estaban muy contentos al inicio pero eventualmente logramos convencerlos —sonrió para morder su labio—. No puedo imaginar pasar el verano entero lejos de él.
—Sí, tampoco yo.
Murmuró Maya, dedicándole a Lucas una mirada un tanto entristecida a lo cual él respondió besando suavemente su mejilla, acción que causó que esta volviera a sonreír y de la que Riley se había percatado, dibujando una sonrisa en su rostro también.
—Me gusta verlos así de felices.
—Gracias Riles —sonrió Maya a ella.
—Lo digo en serio. Lo merecen —suspiró—. Y estaba equivocada en decir que se harían pedazos. Es obvio que son perfectos el uno para el otro.
—No sé si perfectos —respondió Lucas—. Aún estamos equilibrando las cosas entre nosotros pero... en definitiva sacamos lo mejor del otro.
—¿Y no es eso todo lo que importa en una relación?
Cuestionó Riley haciendo que Maya y Lucas se miren de nuevo. Las cosas no habían sido sencillas para ellos, no tres años atrás, no cuatro meses atrás y ciertamente no lo eran ahora, ellos batallaban, tenían sus diferencias, pero trabajaban en ellas, habían aprendido a escuchar al otro, a estar para el otro, a equilibrar lo alocado con lo bueno y más importante que nada, sacaban lo mejor del otro y lo habían estado haciendo los últimos meses, cada día, cada minuto.
Pudieron conocerse de nuevo y lo que descubrieron es que tenían más en común de lo que imaginaban, porque ahora lo tenían, lo más importante de esas cosas era que ambos ahora tenían esperanza, para ellos mismos, para ellos juntos y lo más importante, para el otro.
•••
—Te vi hablando y riendo con Josh antes...
Exclamó Lucas a Maya al encontrarse caminando los dos en silencio, con las manos entrelazadas bajo la brisa del río como lo habían estado haciendo por la última media hora mientas que observaban a Riley y Leo hacer lo mismo a unos cuantos metros de ellos.
—¿Son esos celos, Huckleberry? —soltó Maya en un tono burlón.
—¿Del universitario apuesto con el que dormiste una noche, con el que solías salir y tienes un tipo de promesa para el futuro? ¿Por qué tendría celos? —replicó Lucas en un tono sarcástico.
—Que bueno, bien porque por un momento pensé que el Lucas de Texas había regresado —dejó escapar ella una corta risa.
—No, de ningún modo.
—Que mal —suspiró ella—. Deberías decirle que debería visitarnos de vez en cuando.
Lucas no pudo evitar reír ante el tono de Maya, una risa nerviosa mezclada con algo de placer, sabiendo exactamente a lo que se refería con eso.
—No puedo creer que Riley esté aquí —mencionó ella ahora con un tono suave.
—Tampoco yo.
—Y tan solo deseo que pudiéramos estar así de felices siempre. Todos nosotros.
—Sabes que eso no es posible, Maya.
—Lo sé, la vida es así pero... solo desearía que existiera un modo de congelar este momento para siempre.
—Créeme que si existiera, daría todo por congelar este momento para ti, para que pudieras estar así de feliz por siempre.
—Creo que mientras estemos así... seré feliz.
—Entonces no tienes nada de que preocuparte. No me iré a ningún lado.
Respondió Lucas mientras que ambos detuvieron lentamente sus pasos hasta finalmente parar, mirando fijamente a los ojos del otro. Maya sonrió y suavemente buscó la mejilla de Lucas con su mano, para ponerse de puntillas y robar un beso de sus labios. Un beso que sin dudarlo en lo absoluto, Lucas le correspondió.
Y al abrir los ojos ambos, mirándose de nuevo en estos, todo lo que Lucas fue capaz de pensar es en lo cierto que había estado antes: la brisa removiendo aquel perfecto rubio cabello, las luces haciendo que esos perfectos ojos azules brillaran y el mágico sonido de las olas golpeando entre sí, igual de mágica que la sonrisa que tenía frente a su rostro. Sip, estaba en lo cierto, no había mejor vista que la que tenía él ahora mismo. Era perfecta.
Y el único pensamiento que habitó en la mente de Maya era lo agradecida que estaba con la vida, no le había hecho fácil las cosas cuando era pequeña, pero ahora sabía que la estaba preparando, convirtiéndola en quien se supone que debía ser, asegurándose de que estuviera lista para volver este su propio mundo, y sabía que estaba más que lista ahora. Tenía esperanza, y mientras la tuviera, estaría bien.
••••
Y aquí lo tienen, el final oficial de esta historia.
Solo quiero agradecerles a todas las personas que le dieron una oportunidad a esta historia, llevará siempre un lugar muy especial en mi corazón.
Esta no es una historia de amor, espero hayan entendido el mensaje detrás de ella.
Y solo me resta decirles que estoy planeando una secuela en algún futuro, espero que también puedan darle una oportunidad.
Sin más que decir, gracias infinitas
-valeequi.
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