Capítulo 15

La furia diurna me lleva hacia el acantilado donde está Desdentao. Caigo en la hierba y voy directo hacia él, para ver si está bien.

Le acaricio el hocico y él parece despertarse. Menos mal que ha sido un dardo somnífero y no un dardo de verdad.

—Eh campeón, tienes que dejar de dormirte en los momentos más oportunos.

Desdentao gruñe mientras se levanta y me lame toda la cara con su gran lengua. Me río y él me tira al suelo, haciendo que recueste la espalda en el césped. La furia diurna que nos contempla de cerca, parece algo confusa. Miro a Desdentao y le acaricio la cabeza, antes de incorporarme y hacerle una señal a la furia diurna para que se acerque a mí.

Ella parece dudar un poco pero se acerca. Levanto mi mano dejándola en el aire, como hago con todos los dragones y ella se acerca y la toca con su hocico. Río de nuevo.

—Vaya, al final parece que no nos vamos a llevar tan mal.

Ella gruñe y va directa a Desdentao para ayudarlo a levantarse del todo.

—¡Hipo!

Un grito muy familiar me sobresalta. Miro hacia atrás y veo a todos los chicos y a los Memianos acercándose con sus dragones. Astrid viene hacia a mí súper rápida y con una mirada cristalina de rabia y algo más...

Me levanto como puedo y me pongo de pie para recibirla. Cuando llega hasta a mí me pega en el brazo muy fuerte con el puño cerrado. Yo me encojo por instinto y me acaricio la zona afectada. Aunque hace bastante tiempo que no lo hacía. Astrid nunca va a dejar de ser Astrid.

—¿Por qué has hecho eso? —le pregunto con algo de voz chillona.

Ella suspira y pone los ojos en blanco. Parece que le cuesta decir las palabras.

—¡Eres un idiota! ¿Cómo se te ocurre darme un susto, bueno, a mí y a todos, sacrificándote así con Grimmel?

Me quedo callado por un momento, porque no quiero hacerle enfadar más.

—Tenía que salvar a Desdentao, y a la furia diurna. Era él o yo. Y lo elegí a él. —consigo confesarle.

Ella parece exasperada por mis palabras. Me vuelve a pegar, esta vez con las dos manos en el pecho. Pero no emplea la fuerza, sino su rabia.

—Eres un idiota... —vuelve a repetir. Le miro a la cara y parece que está aguantando las ganas de pegarme una buena tunda y de llorar. Astrid no es de las que lloran.

Le cojo de las manos, parando sus golpes y las entrelazo con las mías. Ella se deja hacer, pero sigue sin mirarme. Le levanto de la barbilla con nuestras manos unidas y consigo hacer que me mire.

Ya sé que es lo que le preocupa. Por qué está tan enfadada conmigo. Todo es por ese miedo, el mismo miedo que sentí yo mientras caía, pensando en ella y en los demás. No quería despedirme de ellos todavía, y ella parece ser que tampoco quería perderme. La comprendo muy bien.

—Shhh... basta. Estoy bien, estoy aquí contigo.

Ella me mira como si no se lo creyera y se recuesta contra mi cuerpo mientras apoya su cabeza en mi hombro.

—Si te hubiera perdido de verdad, no sé que hubiera sido de mí.

Suelto nuestras manos para poder agarrarla mejor. Llevo mis manos a su cabeza y la abrazo, mientras ella se aferra a la armadura rota de mi espalda.

—Yo también tenía miedo de no volver a ver tu cara, ni escuchar tu risa e imitaciones de mí, nunca más.

Astrid se aferra más a mí y suelta una triste risita.

—Espero que no vuelvas a intentar morir, porque no pienso quedarme con las ganas de casarme.

Ahora me río yo y me separo unos centímetros de Astrid. Llevo mis manos a su cara y veo que está algo más calmada.

—No te preocupes porque no lo haré. No podría morir sin antes casarme contigo.

Noto que sonroja y me pega más a ella para besarme. Yo le correspondo con de la misma manera. Nuestros besos son desesperados y necesitados, pues casi no nos volvemos a ver. Rompo el beso para respirar y veo que Astrid está sonriendo. Yo también sonrío. Ella pasa un brazo por mi espalda y deja reposar su otra mano en mi pecho, mientras unimos nuestras frentes y yo llevo mi mano a su cabeza para sujetarla.

Levanto la vista y veo que Desdentao está acariciando su cabeza con la furia diurna. Los dos hemos encontrado el amor con el que queremos pasar el resto de nuestras vidas. Siento una punzada en el corazón. Ha llegado el momento que no quería que llegase nunca, pero es lo correcto, y lo mejor para él y para mí.

Me separo de Astrid y voy hacia Desdentao. Él me ve acercarme y se separa de la furia diurna, viniendo hacia mí.

—Campeón, creo que ha llegado la hora. —le digo mientras agarro su cabeza.

Él me mira confuso.

—Sabemos que aquí siempre correréis peligro. Todos vosotros. Además que tu sitio está en el mundo oculto, con ella.

Desdentao gruñe con tristeza, acercando su cabeza más hacia a mí.

—No te preocupes por mí. Te mereces ser feliz, y crear tu propia familia. Eres un buen alfa, mucho mejor que yo, y sé que cuidarás de todos.

Desdentao se levanta con sus dos patas traseras y me abraza con sus dos delanteras. A pesar de su peso, no me molesta, le abrazo muy fuerte correspondiéndole.

No quiero dejarlo ir, pero tengo que hacerlo por él y por mí. Ninguno de los dos avanzará en sus vidas si seguimos estancados en lo mismo. Tenemos que crecer y madurar, pero cada uno por su lado. Así será una buena forma de reencontrarnos a nosotros mismos.

—Vale, está bien campeón, me vas a aplastar.

Él baja sus patas y las coloca en el suelo. Llevo mis manos a ambos lados de su cara y le abrazo. Derramo una lágrima inconscientemente. Mi corazón está encogido ahora mismo, y solo tengo ganas de llorar. Desdentao gruñe con tristeza de nuevo.

—Lo sé Desdentao, yo también te quiero.

Me separo de él lentamente y su mirada refleja la misma ansiedad y miedo que la mía.

—Vete, campeón. Estaremos bien, es mejor así.

Me incorporo y miro a Astrid y al resto de los vikingos, que saben perfectamente que los dragones tienen la total libertad de irse al mundo oculto. Muchos ponen caras tristes y otros derraman lágrimas como yo, mientras se despiden de sus dragones. Una oleada de tristeza y sentimientos aflora en el acantilado.

No queremos que se vayan, pero si los queremos tanto, tenemos que tener la fuerza y voluntad para dejarlos ir.

Los dragones alzan el vuelo y siguen a la furia diurna que encabeza la manada hacia el mundo oculto. Desdentao mira para atrás, y me busca con la mirada. Yo le asiento con la cabeza, aún derramando lágrimas.

—Puedes irte, campeón. Nos volveremos a ver pronto. —le digo, aferrándome con fuerzas a mis palabras.

Él asiente y sale volando detrás de los demás que ya se ven surcando el atardecer. Un vacío se adueña de mi cuerpo inmediatamente, marcando la ausencia de Desdentao.

Una mano entrelaza sus dedos con los míos y miro a Astrid que está tan triste como yo. Los chicos se ponen a nuestro lado. Patapez no para de llorar, Patán intenta esconder sus lágrimas, y los demás miran el horizonte con tristeza.

Aprieto la mano de Astrid con fuerza. Ella es mi pasado, presente y futuro. Siempre la he necesitado y la necesitaré a mi lado. Ella ha sido uno de mis mayores apoyos y por eso, cuando asuma esta parte que se ha ido de mí, me casaré con ella, para pasar el resto de mi vida junto a ella.

Mi padre me dijo una vez cuando era pequeño que "Con el amor viene la perdida hijo; es parte del trato. Pero merece la pena."

Sé que ya no será lo mismo sin él, pero todavía tengo a mi lado a Astrid, mi madre y a toda mi aldea. Son parte de lo que soy. Desdentao me ha ayudado a mostrarme a la gente y ser quién soy. Siempre le estaré agradecido por eso. Y siempre será parte de mí también, porque aún así, estaremos juntos desde la distancia, para siempre.

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¡Ha llegado el fin! Y yo estoy hecha un asco de tanto llorar 😭 me ha costado escribir esta última parte, porque me duele escribir sobre ello y no podía evitar llorar 💔

¡Mil gracias a todos los que habéis leído esta historia hasta el final! Estoy muy agradecida con todo vuestro apoyo ❤️

Espero que hayáis disfrutado de este último capítulo. No la he acabado como en la peli, porque ya en mi nueva historia, escribiré sobre el epílogo 😉 Espero que apoyéis mi nueva historia y disfrutéis tanto como con esta. ¡Gracias por leer! x

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