Capítulo 1

Ya ha pasado un año desde lo de mi padre. Y aún sigo sin superarlo. Trato de fingir que lo he superado, aunque sé que hay heridas que tardan en curarse o simplemente, nunca sanan.

—Jefe, ¿me ha escuchado? —la voz de Escupitoso retumba en la sala.

Salgo de mis pensamientos, pongo la espalda recta y me aclaro la garganta para hablar.

—Perdona, ¿podrías repetirlo?

El padre de Patán gruñe un poco y vuelve a decir.

—Quizás podamos pescar un poco más al sur. He oído que hay buenos peces.

—Oh sí, buena idea. —digo sin demasiado entusiasmo.

La idea de reunirse todos los meses, y a veces las semanas, para discutir dónde vamos a conseguir alimento para todo el año, me estresa y me deprime al mismo tiempo. Esto de ser jefe, es más duro de lo que parecía.

—Bueno, después de esta aclaración, demos por concluida esta reunión. —dice Bocón poniendo su mano de madera sobre la mesa.

Él me está ayudando mucho con este cargo y la verdad es que le estoy muy agradecido.

Todos empiezan a salir de la Gran Sala y cuando se han ido todos excepto Bocón y yo, suelto un suspiro profundo.

—Hipo, ¿por qué no vas a descansar? Te he notado un poco ausente.

—Estoy bien, solo que...

—Lo sé, te entiendo. Ve a despejarte un poco, yo te cubro durante un rato.

—Gracias Bocón. —Bocón me da una palmada en la espalda con su mano buena en señal de consuelo.

Salimos los dos juntos de la Gran Sala y Desdentao se pone contento al verme. Aunque Desdentao sea el alfa, no tiene responsabilidades tan importantes como yo. Le envidio por eso.

—Eh campeón. ¿Te has aburrido? —le acaricio la barbilla mientras suelta un sonido afirmativo que responde a mi pregunta.

—Los dragones están mejor que quieren. Ojalá yo viviendo a la bartola como ellos.

La respuesta de Bocón me hace reír un poco. Un movimiento en las escaleras capta mi atención.

Una cabellera rubia se ondea con el viento, unas hombreras reflejan el brillo del sol y unos ojos azules cristalinos me sonríen cuando se encuentran con los míos.

Por el amor de Thor. Astrid está increíble. Nunca la había visto con el pelo suelto. Esa nuevo atuendo le queda mucho más que bien.

Bocón me llama la atención dándome en el estómago con la mano.

—Un poco más y babeas encima de mí.

Cierro la boca y trago saliva. Bocón tiene razón. No puedo resistirme.

—Si tan enamorado estás de ella porqué no os casáis de una vez.

Desvío la atención de Astrid, que casi llega hacia nosotros, y miro a Bocón nervioso.

—Pe-pero qué dices Bocón. Sabes que todavía no es el momento.

—En serio Hipo, cómo esperéis más, os vais a hacer viejos.

No le llego a dar una respuesta porque Astrid está justo enfrente. Desdentao corre hacia ella y le acaricia la cabeza.

—Buenas milady, ¿cómo tú por aquí? —le pregunto aún un poco afectado por la insinuación de Bocón.

—Oh nada, sólo vengo a ver qué tal está mi jefe.

Se acerca a mí, me coge de la mano y me da un beso en la mejilla. Yo le aprieto la mano más fuerte.

Nos sobresalta un carraspeo.

—Uy, hola Bocón. No me he dado cuenta que estabas aquí.

—Claro que no. —responde él ironico—. Bueno, yo me voy, tengo que hablar con Valka.

Lo vemos alejarse y ahora que estoy con Astrid a solas, me viene a la mente lo del matrimonio.

—No has contestado a mi pregunta. —me saca de mis pensamientos.

—¿Qué pregunta?

—Si te encuentras bien.

—Oh sí, estoy bien. Solo algo cansado.

Astrid apoya su cabeza en mi hombro y yo la rodeo con el brazo pegándola más a mi cuerpo.

—Te entiendo.

—¿Y ese cambio de look? —me atrevo a preguntar.

Se aleja de mí y se sonroja un poco.

—Oh por nada. Quería cambiar. ¿Me queda mal? —coge unos mechones de pelo entre sus dedos.

—Quedarte mal es lo último que diría. Estás... increíble. Me gusta ver tu pelo así. —le quito los mechones de pelo de su mano y se lo vuelvo a colocar detrás de la oreja.

Le doy un beso en la frente y la miro. Está más sonrojada que antes. Podría pedirle su opinión. A ver qué le parece. Después de todo, llevamos prometidos tres años.

—Eres un tonto. —contesta dándome un golpe en el pecho con el dorso de la mano. Siempre lo hace cuando está avergonzada.

Río ante su respuesta. Y ella también ríe.

—¿Por qué no vamos a por Tormenta y echamos una pequeña carrera?

—Es es exactamente lo que te iba a decir.

Después de habernos escapado dos horas para volar, volvemos agarrados de la mano y todo sonrientes a la Gran Sala para almorzar. Antes de entrar veo a Bocón que se acerca enfurruñado.

—¿Por qué no entras primero? Ahora voy, tengo un asunto con el vikingo gruñon.

—Claro. —me aprieta la mano antes de irse hacia dentro y cerrar la gran puerta tras de sí.

Espero a que llegue Bocón y le pregunto.

—Eh Bocón, ¿qué te ocurre?

—¿Qué me ocurre? Un dragón se ha comido mis gallumbos de la suerte.

—¿Y eso es malo?

—¡Claro qué lo es!

—Pero habrá sido sin querer. Ya sabes cómo son.

—No, no me gusta que fisgoneen en mis cosas. Además ya has visto cómo está Mema de dragones. Ya no hay espacio para nosotros. Todo para los dragones.

Abre la puerta de la Gran Sala y entra, yo lo sigo.

—Relájate Bocón, ¿no lo ves? Lo conseguimos. Hemos creado la primera utopía de dragones y vikingos.

Pasamos por al lado de una olla llena de sopa y vemos que a un Globocop nadando dentro. Al parecer estos dragones tienen mal agüero. Bocón se sobresalta y lo señala.

—¿Ves a lo que me refiero? Puede que sea tu utopía, pero la mía es menos abarrotada y más higiénica.

Pongo los ojos en blanco.

—No exageres Bocón. Hay peores cosas que convivir con dragones.

—No sé qué decirte.

—¿Qué me dices de los tramperos y los cazadores de dragones? O ¿Drago?

No había mencionado a Drago desde aquel día. Bocón me mira y sabe lo que estoy pensando.

—Bueno chico, será mejor que comas algo.

Le agradezco que haya cambiado de tema.

Nos dirigimos hacia la mesa donde están cenando. Justo al lado, veo a mi madre haciendo un pulso con Escupitoso, el padre de Patán. Puede que mi madre parezca débil pero no lo es. Me río ante la escena.

Cuando llegamos a la mesa. Patán Mocoso grita.

—¡Guerra de comida!

Los gemelos, Patapez y él empiezan a tirarse comida sobre la mesa. Bocón se sienta en el extremo y Astrid se pega más a él, huyendo de la comida que tiran los gemelos. Yo tomo asiento al otro lado de él.

—¡Qué Odín nos ayude! —Bocón hace alusión a los chicos—. Se supone que sois la futura generación de Mema.

—¡Y lo somos! Los dragones no están enjaulados, lo estamos ayudando a ser libres y...

—¿Sabes Hipo? Creo que deberías dejar de preocuparte por eso y empezar a plantearte ¡este de aquí! —Bocón pasa los brazos por encima de los hombros de Astrid y míos, apretándonos en un abrazo. Quedo enterrado en el pecho de Bocón e intento decir algo.

—¡Mema necesita una pareja real que la lidere! ¡Bajaos de esas monturas y casaos! —su grito retumba en toda la mesa. La mesa queda en silencio, los chicos han dejado de tirar comida. Astrid casi se atraganta con la comida.

—¡Ha dicho la palabra C! —grita Chusco asombrado.

—Asqueroso... —contesta Brusca, cubriéndose la boca con las manos.

Patán tira otro trozo de comida a Brusca y la guerra continúa.

Bocón se gira hacia Astrid.

—¡Astrid! ¡Cásate con él por favor! ¡Eres la que lleva las riendas en la relación!

No me puedo creer que Bocón haya sacado el tema aquí, delante de todos y delante de Astrid.

—¡Vaya Bocón, ha sido muy incómodo!

Astrid deja la mesa y sale de la Gran Sala incómoda y supongo qué molesta. ¿En qué estaba pensando? Ya lo hablamos.

Miro a Bocón con mala cara y salgo en busca de Astrid.

—¿Qué? Solo intentaba ayudaros chicos. —murmura.

~~~

¡Hola a todos! ¡He vuelto con una nueva historia de dragones! 😉 espero que le deis apoyo y que os guste 😊 Nos leemos x

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top