De Gokudera y Shoichi

Comenzó cuando Gokudera se dirigía a la casa de Irie Shoichi, un estudiante de una escuela diferente, aunque en el mismo grado que el propio Gokudera. Fue en ese momento en que se dio cuenta de que alguien lo estaba siguiendo.

Una sombra demasiado grande en un lugar que no lo es tanto, o el suave crujido del asfalto bajo el peso de una persona que se suponía que no debería estar ahí. Era fácil de adivinar, después de todo los perros no se escabullen de esa manera, mientras que los gatos tienen son más ligeros, lo suficiente como para no hacer crujir el suelo ante una pisada.

Entonces, tenía a un acosador.

Por obvias razones, su caminata a la casa de Shoichi tendría que posponerse, de manera que no comprometiera al civil en posibles asuntos que conciernen a su antigua identidad como ‘Hurricane bomb Hayato’. Además, Shoichi no era solo un civil (y posible rehén) sino también alguien con valiosos conocimientos sobre la mecatrónica y la informática.

Deslizó la paleta que había estado mordisqueando en su intento para dejar su hábito como fumador a favor de su primer amigo, arrojándola al suelo descuidadamente antes de darse la vuelta con la guardia en alto, “Quien quiera que me haya estado siguiendo, será mejor que salga ahora antes de que lo vuele en pedazos” advirtió de manera agresiva, que se podría considerar amable para los estándares de la mafia.

Entonces detrás de una máquina expendedora se asomó una cabeza familiar, con grandes ojos marrones intentando parecer más inocente de lo que es, “¿Me vas a volar en pedazos, Gokudera-kun?”

Una gota de sudor se deslizó por el cuello de Gokudera, “E-en lo absoluto” respondió, acercando una mano a su corazón, sintiéndose aliviado.

Tsunayoshi sonrió, saliendo de su escondite por completo para acercarse a él. “Te vi por casualidad hace un par de cuadras, así que pensé en saludarte, pero cuando no te diste cuenta de mi presencia al principio…” se rió, “Lo siento, a la próxima simplemente te hablaré”

“No, no, está bien” dice de manera descuidada, pasando una mano por su cabello para hacerlo hacia atrás en un gesto que Tsunayoshi ya había notado antes, “Pero ciertamente me hace pensar que debería hablarte un poco más sobre mí… Y sobre ti”

Porque si la próxima vez no es sólo Tsunayoshi, sino un asesino a sueldo, ya sea detrás de la sangre de Gokudera o de la del posible candidato, no quiere que su amigo corra por ahí sin saber nada sobre ellos.

“… Mafia, guay” suelta en voz baja con ojos brillantes. Por un momento cree que se ven acaramelados, pero el atardecer está en su mejor punto, iluminando la piel blanca de tonos anaranjados y rosados, así que es natural que sus ojos también lo reflejen.

“¿Cómo…?” murmura, mirándolo impresionado por un momento. Como siempre, parece que Tsunayoshi tiene una especie de sexto sentido, o hiper intuición. Aunque Gokudera no puede decir que se haya acostumbrado a tener a su amigo adivinando hechos de izquierda a derecha.

“¡Vienes de Italia y no dejas de sacar bombas!” exclama, con un poco de acusación y otra parte de incredulidad porque, bueno, ¿podría ser menos obvio? Por otra parte, parecía que era el único que se había dado cuenta. Extraño. Hay una pausa,  luego: “Pero, ¿cómo me involucro con todo esto?” medita.

“Ibas a ver a Shoichi-kun, ¿no?” preguntó Tsunayoshi después de un momento de silencio donde se sentaron cómodamente en la banca frente a una dulcería después de haber caminado un rato mientras Gokudera le explicaba sobre el legado de su ascendiente, el Vongola Primo.

“Si. Después del último concurso de ciencia, hablamos un poco… Y acordamos comenzar un nuevo proyecto juntos para presentar en el torneo para el próximo año”

“Entonces reclutémoslo” sugiere, poniéndose en pie frente a Gokudera, “Tenemos una mafia a la cual redirigir sus propósitos, ¿no?”

“Sin embargo, es demasiado peligroso” duda, “Los hijos del noveno se han estado preparando desde el nacimiento, cada uno con sus propios candidatos a guardianes y asesinos a sueldo respaldándolos”

“Ah, pero yo tengo la ventaja aquí, Gokudera-kun” replica, dándole una mirada fija, “Tengo una excelente mano derecha para apoyarme” dice, tocando su hombro con intención, “y los mejores candidatos a guardianes están aquí, en Namimori… El temible prefecto disciplinario, Hibari Kyouya,  el implacable campeón de boxeo, Sasagawa Ryohei, el ganador del último concurso de ciencia, Irie Shoichi, ¡Y eso es sin haber intentado buscarlos!”

“Si el futuro décimo insiste, lo acompañaré sin importar a dónde vaya”

“Esa es la actitud, Hayato”

“¿eh?” Gokudera se sonroja, recibiendo una sonrisa del castaño.

“Bueno, si vas a ser mi mano derecha en un grupo de crimen organizado que intenta ser parte del grupo más grande del inframundo, sería adecuado llamarnos por nuestros nombres de pila”

“Cierto… Tsunayoshi” sonríe, honesto y lleno de confianza en el otro. Su primer amigo y cómplice. Incluso cuando sentía que una vez se separaran podrían dejar de hablarse, aquí venía él, hablándole sobre una meta más allá de cualquier persona normal y pidiéndole que se pare a su lado, en el lugar más cercano, como un igual.

De verdad, este jefe… Este amigo, es el mejor.

Al momento de abrir la puerta de su casa, Shoichi sabe que de alguna manera, la presencia de la persona detrás de su compañero en la ciencia cambiaría de alguna manera su vida. Simplemente tenía esa sensación: un hormigueo que comenzaba en la boca del estómago junto a la inquietud que generaba la anticipación.

“Soy Sawada Tsunayoshi, espero que no te moleste si los acompaño en su reunión” se presenta, sonriendo de manera agradable, sus ojos llenos de bondad, de la manera en que vio los ojos de su mamá llenarse de calidez cuando los miraba a él o a su hermana. Era acogedor.

“Ah, es un placer conocerte. Es bueno conocer a los amigos de Gokudera-san” responde, “Mi nombre es Irie Shoichi. Adelante” invita, abriendo la puerta de su casa para que entren cómodamente, sacando un par de pantuflas para los invitados del pequeño armario junto a la entrada.

De cualquier manera que fuera a cambiar su mundo, Shoichi ya sabía que no se podría rehusar. No si se lo pedía Sawada-san, mirándolo con la misma mirada con la que se presentó, con ojos llenos de bondad y una  actitud llena de lo que parecía… ¿aceptación?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top