Sonó el despertador, refunfuñiando lo apagué, fuí al lavabo y me lavé los dientes seguido de unas cremas. Me puse mi minifalda de cuadros azul y negro con una camiseta blanca.

Bajé a la cocina y cogí una manzana para desayunar. Mis padres estaban en viajes de negocios asíque podía hacer lo que quisiera.

Me dirigí hacia el despacho de mi padre y me encontré con Jack dormido sobre mi tarea. Con el dedo índice le toqué el hombro.

- Mmm mamá, cinco minutos más-. Dijo con voz ronca.

Rodeé los ojos e hice lo mismo de antes. Él volvió a decir lo mismo, me estaba cansando de aquella situación por lo que cogí un megáfono y lo coloqué en una distancia considerable para no dejarlo sordo.

- ¡DEJA DE BABEAR EN MI TAREA!- Grité.

Jack se asustó, dio un salto que lo llevó hacia el suelo un "auh" escapó de su boca.

- Estás loca-. Dijo intentado levantarse del suelo.

- ¿Has hecho mi tarea?- Pregunté recogiendo todo lo que había encima de la mesa.

- Sí-. Respondió.

- Gracias.

Me dirigí en mi súper descapotable rosa con caritas de Hello Kitty al instituto. Cuando llegué tenía a Jason, mi cochero personal, y como no, a mi club de fans.

- Avril, echaté una foto conmigo-. Dijo Steffany.

- Ni te acerques a mí, Nerd-. Le contesté.

Cuando estaba en la puerta, mis dos inseparables amigas me siguieron hacia mi taquilla, por detrás de mí, andábamos como si los pasillos del instituto fuera una pasarela.

Cuando me paré en mi taquilla y la abrí, salieron muchas cartas de mis fans, había alguna declaración de amor también.

- Chicas, recogedlas y tiradlas a la basura-. Dije dando palmadas.

Mientras que estaban recogiendo esas patéticas cartas cogí mis libros para las clases, estaban forradas con pelos rosas. Me coloqué mi tiara de princesa del instituto, aquel año me nombrarían reina.

Todas fuimos a clase de biología, aquella clase me aburría mucho, por lo que no prestaba nunca atención.

- Bien, voy a daros los exámenes de la semana pasada-. Dijo la profesora cuando quedaba quince minutos de clase.

- Gloria, Ateffany, Avril...-. Cuando me nombró fui y lo recogí, era un 10, por lo que le devolví el examen sin mirarlo.

- ¿Y bien?- Preguntaron mis amigas con una voz chillona cuando llegué a mi asiento.

- ¡Un cero!- Exclamé.

Las dos gritaron de alegría. Una popular no podía sacar buenas notas.