9

—Ya estamos aquí, desembucha hijo —mi padre y yo acabamos de llegar de la cabaña empapados de agua. Yo no había querido irme a cambiar primero, me urgía hablar sobre el tema "prohibido" de esta casa, Florián Chlebek, más conocido por El viejo Florián.

—¿Qué sucedió hace una hora aquí, con tu tío Florián? No quiero escusas como las que pienso que quieres decir.

—No lo puedes saber.

—Dije sin escusas de mierda, padre.

—Esa boca Zarek, estás hablando con tu padre, más respeto —dio un golpe firme y fuerte, en la mesa, me asusta un poco pero rápidamente me recompongo. ¡Está furioso!

—Pero yo quiero...

—Lo que tú quieras me importa en esto momento nada. Qué te entre de una vez en tu cabeza que parece que solo tiene serrín, en vez de un cerebro en condiciones con el cual puedas pensar, que no todo es cuando al señorito Zarek Chlebek le convenga y quiera, no. En la vida también hay que aprender a esperar, y tu eso no lo sabes hacer, lo quieres ya, y si no viene una de tus rabietas de niño pequeño.

—Solo quiero saber eso. Entiende tú también. Me entero de las cosas gracias unas voces que escucho, que contra más las escucho, y desde que he escuchado esta mañana la voz de tu tío, estoy casi seguro que una de las voces en mi cabeza que habla, es él.

—¿Cómo? — ¡Ups! Creo que es una noticia primeriza para él.

—Cuando me quedo parado y con los ojos como platos, empiezo a escuchar voces de personas, y casi todas las conversación son de mí, ¿curioso, no?

—¡Joder! —maldice, golpeando de nuevo la mesa con su puño, esta vez el derecho —. Todavía no es momento de saber la verdad Zarek, aun no. Paciencia. Sácala de donde la tengas escondida —me mira detenidamente —, la necesitaras.

—Si me entero de la verdad a través de las voces, luego no me vengas con reclamos papá —lo señalo con el dedo mientras me levanto de la silla —, yo estaré advertido, pero tú no te quedas atrás.

—Zarek... —advierte Dyzek, no le hago caso, estoy cegado.

—¡Basta ya! Dejarme todos tranquilos —con eso, salgo de la biblioteca y voy directamente a mi habitación.

Estaba calado de arriba abajo, no se me había secado nada. En cuanto entre a mi habitación, me deshice de toda mi ropa y camine hasta llegar al baño, me mire en el espejo, el color verde de mi pelo había oscurecido por la lluvia. Muevo mi cabeza de un lado a otro para despegar los pelos que se me han quedado pegados en mi cara y me echo un par de mechones hacia atrás. Me duche rápidamente para quitar el frío de mi cuerpo y no resfriarme; solo me faltaba que me pasara eso. La última vez que me enferme fue hace mucho, era tan solo un niño.

Voy a mi armario y cojo lo primero que encuentro, que es un pantalón de chándal gris y una camiseta básica blanca, para estar en casa no hay que vestirse de punta en blanco.

No me quedo mucho en la habitación, salgo enseguida, ya que me muero de hambre y aunque ya sea tarde, mi estómago exige comida, y yo no me abstengo a eso. Bajo a la cocina sin encontrarme a nadie por el camino ni dentro de esta. Algo que me parece particularmente extraño. ¿Minka donde se ha escondido? Se cocinar pero no a la perfección, y no quiero hacer un desastre en la cocina.

Para mi buena suerte entra alguien en la cocina, por el rabillo del ojo, veo que ha entrado Eunika.

—Ignórame, haz como si no existiera —me dice tan bajo que casi no la puedo escuchar.

—¿Qué? —intento picarla y creo que lo consigo.

—¿Acaso eres sordo y no puedes procesar una información que te dan? — ¿se estará haciendo la fuerte en estos momentos? No es así cuando están los demás delante y yo presente. Estaría en modo tímida y miedosa.

—¿Y a ti te ha vuelto a aparecer la lengua? Estas hablando de más...—se sorprende tras mi pregunta, pero no se echa para atrás.

—Tu nivel de estupidez me sorprende Zarek, sigue así —pasa por mi lado y abre la nevera para coger el agua y echársela en un vaso.

Esta niña me sobrepasa, no la soporto, puede que sea tímida pero no me tiene miedo, pondrá esa escusa a mis amigos y hermana, pero yo ya no me tragare ese cuento. Si quiere mentirles allá ella. No la soporto. Estoy de espaldas a ella pero sigo notando sus ojos fijos en mí espalda.

—Deja de mirarme a mí y céntrate en algo más, me incomodan tus miradas.

—Te miro porque estás pensando en no sé qué cosas y no te estás dando cuenta que algo que has puesto ya ha hervido, mequetrefe. No me interesa mirarte, no eres algo interesante de ver, sobre todo por tu actitud de mierda.

—Como si la tuya fuera mejor —murmuro en bajo.

—¿Has dicho algo? Es que solo escucho balbuceos de un bebé —me susurra al oído, para luego salir de la cocina.

¡La odio!

Muevo la cabeza de un lado a otro para quitar todos los pensamientos negativos que puedan entrar a mi cabeza, y volverme un poco más loco de lo que ya estoy.

¡Joder! ¡Mierda! ¿Dónde pone Minka toda la comida?

—¿Buscas algo señorito? — ¡Mi salvación llegó! —Zarek el agua ya está hirviendo, y creo que desde hace unos minutos ya —culpa mía. Sonrío.

—Solo necesito saber dónde está la pasta. Me muero de hambre y no estabas Minka, y decidí hacer yo mi comida, aunque más bien es casi cena.

—Siéntate, yo la haré, será lo más seguro —razón no le falta.

Desbloqueo mi móvil para mirar bien la hora, eran casi las siete de la tarde, vuelvo a bloquearlo y lo dejo encima de la isla, me paso una mano por toda mi cara cerrando los ojos a su vez.

¿Por qué la gente no me deja relajarme ni un mísero segundo? ¿Tienen que estar gritando mi nombre a los cuatro vientos?

—¡Zarek! ¿Dónde coño estas? — ¡Uy! Creo que esta malhumorado, después me dicen que soy yo. Inédito.

—En la cocina —grito de vuelta, aburrido.

Julek entra por el marco de la puerta con un semblante demasiado serio, y no sabría decir el porqué de ese gesto que mantiene en su cara. No mira a Minka ni le saluda, tiene un solo objetivo y ese soy yo. Me levan to del taburete en el minuto justo que Julek levanta su puño derecho y me pega un puñetazo en toda la cara. ¿Y a este que le pasa?

Caigo al suelo, de espaldas, llevándome las manos a la cara. Me tranquilizo para no armar aquí un desastre, pero hoy no será ese día. Me levanto ágilmente del suelo y me acerco a él rápidamente, lo agarro del cuello y le estampo contra uno de los muebles.

—¿Qué coño ha sido lo que acabas de hacer? —a estas alturas tengo los ojos rojos que arden en llamas por la furia que tengo.

No tenía el mayor conocimiento de lo que estaba sucediendo y haciendo, la furia me estaba cegando completamente, llegando al punto de no saber qué estaba haciendo.

—¡Zarek! —oigo a la lejanía la voz de Minka. No paro, todavía sigo agarrándolo de su cuello, su semblante ahora mismo no tiene un color que le favorezca.

Alguien me coge de los hombros y me echa para atrás para que suelte el cuello de Julek. Miro por encima de mi hombro y veo que el que me ha separado ha sido mi padre.

—Tranquilízate hijo —mi padre se pone delante de mí, quitándome toda la visión que tenía. Me pone las dos palmas de su manos a ambos lados de mi cara y me habla —mírame —le hago caso, aunque me cueste hacerlo —tranquilo, todo estará bien. Quédate aquí sentado —me da la espalda y se dirige donde esta Julek, apoyado en el mueble —. ¿Qué ha pasado para que mi hijo te tenga agarrado del cuello?

Julek respira entrecortadamente, esta medio agachado, con sus dos manos apoyadas en sus rodillas y con la mirada fija en el suelo.

—¿Julek? —no recibe respuesta alguna pero si un gesto de el con la mano, de que espere —. Minka por favor, tráeme un taburete para que se pueda sentar —ella rápidamente coge uno de los taburetes de mi lado y lo lleva hasta donde esta Julek —. ¿Quieres agua? —pregunta mi padre una vez le ayuda a sentarse. Ella enseguida hizo lo que mi padre le pidió.

Yo de mientras me quedo observando todo. Quiero escuchar que tiene que decir ese canalla. Quiero saber porque me ha pegado. La razón del porque ha venido como un maniático a pegarme, pero mi padre el inoportuno tiene que volver a hablar.

—Hijo, mejor es que vayas a tu cuarto o al salón, mejor que no estés.

—Al contrario. Quiero saber porque me ha pegado por su cara bonita —le lanzo una mala mirada —mi padre suspira derrotado y sabe que no voy a hacerle caso. Él sabía perfectamente que me iba a negar a esa acción que quería que hiciera.

—No tengo todo el tiempo del mundo Julek, di lo que ha pasado y lo solucionaremos.

—¿Solucionarlo? —me burlo y suelto una carcajada que es interrumpida por la mirada que me echa mi padre.

—Basta ya, Zarek, si te quieres quedar aquí a escuchar lo que tenga que decir, tendrás que mantenerte en silencio —bufo en respuesta.

—Pues que empiece a hablar.

—El hizo llorar a Eunika — ¿Que yo hice qué? ¿Estamos todos locos? Si se fue medio sonriente por la última frase que me dijo. Se fue de una forma triunfante, yo no diría que estaba triste.

—Eso es totalmente falso —suelto con el ceño fruncido.

—¿Acaso estas diciéndome que está mintiendo? —pregunta entrecortadamente, ya que todavía le cuesta respirar.

—Sí, efectivamente es lo que estoy diciendo. No voy a quedar como mentiroso en algo que yo no he hecho o si no que venga ella y me mienta en la cara.

Si Eunika piensa que puede mentir y echarme la culpa de todo e irse de rositas está muy equivocada. Va a tener que dar más de una explicación.

—Minka, ¿puedes ir a por ella, por favor? —ella solo asiente y se marcha de la cocina.

Un par de minutos más tarde, veo entrar a mi hermana, a mi madre, a Dagmara y por último, a la mentirosa de turno que va al lado de mi hermana.

Alenka y Dagmara me miraron fijamente al entrar, igual que mi madre pero Eunika, no.

—Aquí es señor, no ha querido venir sola —aclara Minka —, con vuestro permiso, iré a hacer la comida de Zarek, que ya está casi lista —sonríe en mi dirección.

—Está bien, gracias —dice mi padre —. Ahora si quiero saber que ha pasado y quiero la verdad —Dyzek, nos mira a mí y a Eunika, intercaladamente.

—Voy a hacer un resumen, es una mentirosa de turno y se ha hecho la víctima para que la consuelen y me echen la culpa, aparte de que Julek venga a pegarme.

—Mientes —le caen lágrimas de cocodrilo por sus mejillas. ¿Qué gana con mentir así? Las mentiras tienen patas cortas.

—La mentirosa eres tú. Ten presente esto. Se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Si quieres seguir mintiendo allá tú, yo me largo de aquí. Si lo que querías era alejarme de todos ellos —se señalo a mis padres y hermana, aparte de Dagmara y Julek —lo has conseguido. ¡Enhorabuena! Felicidades. Me largo de esta casa. Me iré a mi piso, no aguanto más dentro de estas cuatro paredes —dejo de mirarles a ellos para centrarme en la figura de Minka que me está observando todo a su alrededor con la mirada centrada en mi —. ¿Me puedes guardar la comida? Me la llevare si puedo.

—Claro que sí, señorito...Y si quiere puedo irme con usted —habla rápidamente. En poco tiempo le he cogido cariño a esta mujer y es como una segunda madre. Ha hecho de ese roll más que mi propia madre.

—No te vas a ir a ninguna parte, Zarek. Te lo prohíbo —dice tajante mi padre.

—Tengo dieciocho años recién cumplidos y he vivido unos cuantos años ya solo, no me va a ocurrir nada, y más si Minka viene conmigo. Aquí no me voy a quedar y lo tengo decidido.

Mi padre me da una mala mirada, sin embargo no dice ni media palabra más, él sabe perfectamente que he vivido la mayor parte de mi vida solo, al principio odie vivir solo, necesitaba compañía, pero con el paso del tiempo logre a acostumbrarme, aunque nunca voy a rechazar la compañía, y más si no es con malas intenciones.

—Iré arriba a coger mis cosas —estaba claro que a mí no me iban a creer. No sé qué más mentiras les habrá contado, no las quería ni saber. Salgo de la cocina, no sin antes darle una mala mirada a Eunika.

Alguien sale detrás de mí, pero hago caso omiso a quien me esté siguiendo, y subo las escaleras rápidamente.

Llego a la puerta de mi habitación, antes de abrirla me giro dando la espalda a la puerta y viendo a la persona que ha seguido mis pasos desde que salí de la cocina. Dyzek, mi progenitor.

—¿Necitas algo papá?

—Que te quedes aquí —pide —esta casa es más tuya que cualquier persona que está bajo este techo.

—No me vas a convencer papá. No me pidas que me quede ya que no vas a lograrlo. Necesito despejar mi mente. Yo sé lo que he dicho y hecho, hace un rato, si quieren creerle a ella, perfecto, yo me voy. Claramente podría echarla de esta casa, pero todos vendrían a por mí, y no estoy para que me coman los lobos. Estaremos en contacto papá —me giro de nuevo, ahora dándole la espalda a mi padre y abriendo la puerta de mi suite.

Voy directo a mi armario, saco un macuto de lo alto de este y lo dejo en la cama, voy cogiendo varias prendas de ropa para ir guardándolas. Estaba tan absorto guardando las cosas, que no me había dado cuenta que mi padre estaba en el interior de la habitación junto a Julek. Paro de hacer lo que estaba haciendo para hablar, y no de la mejor manera.

—Largo de la habitación —me dirijo directamente a J.

—Es que...

—Nada, es que nada. Largo. No quiero saber nada de ti. Anda y ve a consolar a Eunika, creo que lo necesita más que yo.

—Contigo es imposible hablar.

—Que novedad. Ahora largo —sin decir nada más, se marcha de la habitación y mi padre niega con la cabeza.

—¿Ahora qué?

—¿Qué voy a hacer contigo? No tienes remedio.

—Tu no sé qué harás, pero yo me voy de aquí —se lleva una mano a su frente y se pasa la mano por el pelo —. ¿A dónde piensas ir?

—A mi piso, donde vivía antes —mi padre suelta una carcajada —. ¿De qué te ríes, papá?

—Ese ya no es tu piso. Te daré las llaves de una casa que está detrás de estas montañas, no es tan grande como en la que te encuentras ahora mismo, pero para ti y para Minka, basta y sobra.

—Por esta vez no me voy a quejar y no preguntare porque ya no tengo mi piso —Dyzek suelta una gran carcajada.

—Lo único que te voy a decir antes de irte es que seas prudente, te cuides y que hagas caso a Minka, por favor.

—No prometo nada.

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