8

Los días pasaban pero nada en a casa cambió, excepto que habían tres personas más merodeando por aquí, tres bocas más que alimentar, aunque eso no supuso ningún problema, a Minka le fascinaba cocinar. Apenas había hablado con las mujeres que conformaban mi familia, mi madre y mi hermana, sin embargo con mi padre, sí. Después de desayunar, los cinco días que llevaban con nosotros, me llamaba para ir a la biblioteca a hablar y explicarme cosas que eran necesarias que supiera.

En estos precisos momentos me encontraba en frente de la puerta de la biblioteca, antes de tocar la puerta oigo voces que vienen de dentro del despacho. Acerco más mi cuerpo para escuchar mejor lo que se habla del otro lado. Me pica bastante la curiosidad de saber quién es el que se encuentra dentro con mi padre y de que charlan.

—Que cotilla Zarek, escuchando detrás de las puertas... —niega con la cabeza divertido, Julek. Me asusto un poco, ya que no lo había visto venir, fue bastante sigiloso al acercarse que no lo note.

—¿Qué haces aquí? —lo mire sin entender.

—Te podría preguntar lo mismo.

—Estoy esperando a que mi padre se desocupe con la persona que se encuentre dentro —señalo a la puerta de la biblioteca. Justo en ese instante la puerta se abre de un mal modo y hace un ruido, que me da dentera y hago una mueca.

Por ella sale un hombre que se me hace familiar, que hombre, aparenta, uno o dos años más que yo, no más. ¿Sería Florián? No puede ser.

El me observa un instante hasta que se gira para decirle algo a mi padre que no puedo llegar a escuchar. Julek se ha puesto a la par mía, está gruñendo en dirección al sujeto que todavía no está identificado; por mí.

—Es bueno verte de nuevo...Julek —el "chico" con el cabello de color gris. Cada minuto que pasa estoy más seguro de quesea la persona que estoy pensando. Florián, o como lo llaman, el viejo Florián. Julek gruñe a mi lado, sin apartar la mirada de su cara.

—No puedo decir lo mismo.

—Perdón —se disculpa, siento que sus disculpas no son sinceras, aparte que no sé a qué viene —, no nos han presentado —se dirige a mi directamente —, soy Florián Chlebek, el hermano de tu abuelo —dice entre dientes.

Sin esperar respuesta de mi parte, les dio una última mirada a mi padre y a Julek, para al final retirarse del lugar.

—¿Qué ha sido eso? —miro a mi padre con intenciones de que me explique. Este se queda mudo. No dice ni pío, aparte de que tenía la mirada perdida por donde se había ido Florián. Fue raro; pero tampoco era para quedarse así.

—Nada —sentencia. Mi padre se fija en Julek —. ¿Qué haces aquí?

— Hacia compañía a su hijo señor —le mantiene la mirada. Si hoy mi padre había amanecido con buen humor, en estos instantes desapareció por completo.

—Entra Zarek —serio. Esta demasiado, serio. Resoplo pasando por un lado de mi padre sin verle a la cara.

Dyzek cierra la puerta y mientras yo, me voy sentando en frente del escritorio, dándole la cara a mi padre.

—¿Qué hacia el hermano del abuelo aquí en nuestra casa? —no me podía aguantar las ganas que tenía de soltar esa pregunta. Mi padre se sienta en frente de mí, resoplando y mirando el techo. Se pasa las manos por los ojos y después de unos minutos, posa sus ojos en mí.

—¡Silencio! —vociferó. Me encogí en mi sitio y me mantuve callado. Se masajeó las sienes. Mantenía los ojos cerrados hasta que los abrió de golpe. Todo era demasiado extraño, desde que salió ese sujeto de este lugar.

—¿Papá? —algo confundido, intento que ponga sus pies en la tierra, parece que está en la luna.

—Llama a tu madre —demanda. Sí que le ha afectado hablar y ver a su tío. Suspiro.

—¿Y la charla? Hoy tocaba...

—La pospondremos. ¡Llama a tu madre, rápido! —desconcertado y algo aturdido por cómo me estaba hablando mi padre, me levante de la silla de enfrente de él y fui al salón.

Ahí estaban todos reunidos hablando, parecía una reunión de amigos, por lo cómodos que se veían, pero ya venía yo a arruinarlo.

—Mamá —la llamo desde el umbral de la puerta, ella se fija en mí.

—Dime hijo.

—Papá te necesita, está en la biblioteca, tiene algo parecido a una crisis —ella se levanta rápidamente de la butaca en la que estaba sentada y pasa por mi lado.

—Gracias por avisar, ver a su tío no le hace demasiado bien, al contrario, es desgarrador para él, verlo, pero se empeñó en juntarse con él —mi madre posa su mano derecha en mi hombro y lo aprieta, las miro a los ojos y ella habla —no te aísles, ellos tampoco quieren que te alejes. No pierdas tus amistades y tu única hermana por tu terquedad —ella se marcha y yo me quedo quieto en el sitio pensando en lo último que me ha dicho.

—¿Vienes a sentarte con nosotros o te vas a quedar ahí plantado mirando a la inopia? —Dagmara me saca de mis estúpidos pensamientos.

—No gracias, iré a la cabaña.

—Te acompañamos, con compañía, todo es mejor.

—Preferiría estar solo —no la miro a ella, mantengo la mirada en la televisión que mantiene apagada.

—No —se niega —no te vas a apartar, para estar solo Zarek, me niego rotundamente. Si quieres no hablar mientras nosotros lo hacemos, está bien, me parece perfecto, pero por lo menos estas con la gente. Te vas a tener que acostumbrar.

Sin esperar a nadie, sin saber la hora que es, ni que tiempo hace, ya que no me he fijado en absoluto voy directo a la parte de atrás para poder acceder al bosque que tanto gusto le estoy cogiendo. Un lugar donde se puede respirar aire puro de la naturaleza.

Alzo mi mirada al cielo, hoy el día esta tristón, al sol lo tapan unas cuantas nubes grisáceas, que avecinan lluvia.

—Va a ser mejor que nos apresuremos a llegar a la cabaña, tiene pinta de que va a llover —la voz de Dagmara me hace reaccionar y sigo caminando. Me adentro en el bosque hasta llegar a la verja de madera. La abro pasando yo por delante y dejándola abierta para que pase el resto, de mientras yo avanzo hasta abrir la puerta restante que nos dejara entrar a la cabaña y refugiarnos de la lluvia que se avecina.

—Entra ya Zarek, está empezando a caer las primeras gotas —me apresura mi hermana. No me muevo, ella intenta moverme, empujándome, pero no lo consigue — ¡Zarek! —Exclama —, no tenemos todo el día, que nos mojamos.

—El agua no mata, porque os mojéis un poco no os moriréis.

—Pesado —murmura mi hermana. Me aparto, poniéndome a un lado y todos pasan.

—¿Y qué vamos a hacer aquí dentro? —pregunta Eunika un tanto molesta. Hoy intuyo que no me quiere ver ni en pintura.

—Vosotros no sé, yo iré a una habitación donde estuve la última vez —sin esperar respuesta alguna, fui directamente al cuarto, tenía intenciones de encerrarme en él, pero no tuve esa buena suerte.

—¿Pensabas que te ibas a escaquear? —Alenka levanta sus dos cejas divertida —pues si pensabas que sí, es todo lo contrario.

Voy hasta una esquina de la estancia; debajo de la ventana, y me siento, estiro mis piernas. Saco mi móvil de mi pantalón, enchufo los auriculares a él, y pongo música.

Me pierdo en la melodía de la canción, que no escucho de lo que hablan mis amigos y mi hermana, alguien chasquea sus dedos cerca de mí. Me quito despacio y sin querer hacerlo, los cascos y observo a la persona que ha interrumpido mis minutos de tranquilidad.

—¿Qué? —digo algo brusco.

—Frustras a cualquiera amigo, solo venía a decirte algo. ¿Vas a dejar de ser un extraterrestre y vuelves a ser un humano con cabeza? —niego.

—No.

—Sabía que iba a decir algo similar —murmura por lo bajo —, entonces me quedare aquí. Sin rechistar —me obliga a callarme lo que iba a salir de mi boca —. No sé cómo puedes llegar a ser tan negativo en pocos días, has cambiado radicalmente.

—No me hagas hablar —frunzo el ceño al contestar.

—No amenaces en vano Zarek, todos sabemos y tú mismo también sabes muy bien, que tu comportamiento es más infantil que la de un niño de dos años.

—¿Infantil yo? —pregunto sabiendo perfectamente la respuesta correcta.

—Cambia de una vez ese chip que tienes metido en tu cerebro que no te hace nada bien, no piensas por ti mismo.

—Estoy bien como estoy, pero gracias por la sugerencia —Julek a mi lado bufa casi al borde de saltar y darme un par de hostias.

—Eres un cabezota de turno —se levanta del suelo y va dirección a la puerta, tiene intenciones de irse de aquí, pero tiene algo en contra, la lluvia, está diluviando y como salga en estos momentos se va a empapar y seguramente, enfermar.

—Si no te quieres enfermar te sugiero que te quedes aquí en la cabaña, por si no te has dado cuenta, llueve.

¡No ha dejado de llover! Llevamos desde las once de la mañana aquí "encerrados" y son las cuatro de la tarde. ¡Muero de hambre! Mis tripas suenan, reclamando comida.

—¿Cómo puede estar tan hambriento? Le suenan las tripas cada dos segundos —creo que Eunika no es bastante discreta, siento su mirada en mi cuerpo. Tengo apoyada la cabeza en la pared y mirando hacia el techo.

—Si quieres te puedo comer a ti, tanto te quejas...Así me ahorraría escucharte tus tontas palabras —digo cada palabra lentamente. Mantengo mis ojos cerrados hasta que no oigo escuchar nada de parte de ella.

Sé que tengo los ojos rojos escarlata, y mis colmillos han salido a la luz, sonrío de lado mientras voy bajando mi mirada y cuando abro los ojos y los paso en ella, veo temor en su mirada, miedo, quiere huir de aquí.

—No te va a hacer nada con nosotros aquí —le intenta relajar mi hermana, que tampoco está muy segura de las palabras que acaba de decir. La voz de mi hermana temblaba al hablar.

—¡Zarek ya! No es Halloween para que les des miedo, joder —maldice Julek.

Dagmara estaba atenta a todo mientras intentaba comunicarse con Minka o mis padres, pero con este mal tiempo y que estamos en pleno bosque, no hay casi señal.

—No tiene que ser solo Halloween para querer asustar a las personas —suelto una carcajada divertido.

—¡Mantén tu pico de cotorro cerrado! ¡Haz silencio!

—Me callo si quiero, habéis venido por voluntad propia. Si queréis os refresco la memoria, yo quería estar solo y habéis venido detrás de mí —les recuerdo a todos.

—¡Minka, al fin! Estamos en la cabaña y no hay casi cobertura —por unos minutos se calla para escuchar a Minka del otro lado de la línea —sí, estamos hambrientos, unos más que otros —sé que se ha referido a mí, ya que me mira directamente.

Un par de minutos después, Dagmara termina la llamada, suspirando y se apoya en la pared al lado de la ventana, justo a mi lado. Se desliza por ella hasta quedar sentada al lado mío.

—Van a venir vuestros padres a por nosotros —nos comenta ella.

—¿No hay algún paraguas ni nada por el estilo que nos pueda servir para poder taparnos?

—No —corta respuesta pero efectiva.

De un momento a otro parece que ya no estoy con Julek, Dagmara, Eunika y mi hermana. ¡Odio esto!

¿Cómo ha reaccionado Dyzek ante tu visita tan repentina a tu todavía "palacio"?

Nada bien, nada bien. Aunque por otro lado, he de decir que me ha divertido mucho, sobretodo ver la cara de enfado de él y de Julek. Eran un poema.

¿Viste a Zarek?

Cara a cara. Dyzek e Iwona no se han dignado en mostrarles una mísera foto de...

Esas voces en mi cabeza me dan más información de las que me dan los que se supone que están de mi lado.

—¿De nuevo? —Dagmara se acerca más a mí, de lo que ya está.

—Apártate un poco, necesito mi espacio, por favor —indico. Ella obedece sin rechistar, lo he dicho lo más amable que he podido.

—¿Has podido escuchar algo? —no hace falta que diga nada ya que rectifica el solo —. Perdón. ¿Qué has escuchado?

—Muchas cosas, y no os las pienso decir. Averiguo más escuchando al tal Florián en mi cabeza, que esperando a que soltéis prenda y lo hagáis vosotros.

—¡Zarek por dios, eso no es verdad! —no podía ser tan descarado. No.

—No pienso a hablar, me ha mandado callar antes ella —señalo a la persona que se encuentra a mi lado.

—¡Por favor! —exclama con algo de burla —. Como si tú le hicieras caso a alguien.

—Por eso mismo...no os voy a decir absolutamente nada. No lo merecéis ni un poco.

—Como si te merecieras algo monstruo.

—Como si tú fueras una santa —bufo.

—¿Podéis dejar de pelear?

—¡No! —decimos a la vez mi hermana y yo.

—Hermanos teníais que ser, cada uno, más cabezota que el otro.

Cuando iba a reprochar lo que acababa de decir Dagmara, se escuchan voces de afuera de la habitación.

—¿Chicos? —Llama mi padre —esto está lleno de polvo, que asco —todos nos reímos tras lo que dice.

—¡Estamos aquí papá! —elevo bastante la voz para que me escuchen. Me levanto del suelo y me sacudo el pantalón para quitar los restos de suciedad que se hayan quedado durante estas horas pegados a este. Llego a la puerta y la abro mientras me asomo para ver donde están mis padres —. Papá, estamos en la misma habitación donde me encontraste el otro día.

—¡Qué difícil que es buscaros! —Dyzek e Iwona aparecen de frente y se acercan.

—Si hubieras seguido mi voz, quizás nos hubieras encontrado —mi padre ignora rotundamente mi comentario y me da una mala mirada. Cosa que ignoro completamente.

—¿Nos vamos? —Pregunta detrás de mí Eunika —. Tengo hambre —sé que no es por eso, le tiembla la voz al hablar. Todos saben que es por mí, no quiere estar en una sala junto conmigo.

—Apártate monstruo —la voz de mi hermana me hace reír, se quiere hacer la fuerte, pero tampoco puede, y eso que es la mayor de los dos.

—¿Te doy miedo hermanita?

—No, al contrario, me das mucha pena.

—Eso me dolió —me burlo de ella. Me hago a un lado para que todos pasen y para divertirme un poco más, los ojos se vuelven rojos de nuevo y los colmillos vuelven a salir y pongo de nuevo la media sonrisa de burla, pero los juegos se terminan pronto cuando mi querido padre me reclama.

—¡Basta Zarek! Salid todos para afuera, en unos minutos nos reunimos con vosotros, debo hablar con él.

Todos hacen caso a lo que dice mi padre, y yo me quedo quieto, pero mirando cómo se marchan los demás por la puerta de la entrada.

Antes de que diga nada, hablo yo; y más serio de lo normal.

—Me tienes que dar muchas explicaciones, en casa hablaremos en la biblioteca, en cuanto lleguemos —con eso salgo también de la cabaña, dejando a mi padre desconcertado con lo que le acabo de decir. Ahí cambiamos los roles, yo el padre, y él, el hijo. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top