6
Estaba dentro de un sueño muy extraño.
Corría por la tierra mojada que tocaba la planta de mis pies, que estaban descalzos. Llevaba un pantalón de chándal y una camiseta deportiva. No iba acompañado por nadie pero sí que había alguien persiguiéndome, no veía una figura de una persona en concreto, si no que se notaba una presencia no humana. ¿Qué seria? No tengo ni la más mínima idea. La sombra se desplazaba ágilmente entre los tantos árboles que yacían ahí. Al ser de noche no se podía apreciar mucho, no obstante la presencia tenía un poder hacia mi persona que me daba escalofríos.
No lo vi venir. La gran mancha que era esa sombra traspasó mi cuerpo haciendo que cayese a la tierra mojada perdiendo la conciencia.
Abro los ojos de par en par, tengo los ojos de un rojo escarlata intenso, lo puedo notar, tengo esa sensación extraña cuando me pasa. Tengo el ceño fruncido y noto mis colmillos más afilados de lo normal. Me incorporo en mi cama para poder respirar mejor ya que me he despertado muy deprisa.
Cojo las sabanas y las echo a un lado para poder bajarme de mi cama e ir a mi baño. Lo primero que hago cuando entro es ir al lavabo y abrir el grifo para poder echarme agua helada por toda mi cara. Cuando levanto mi rostro y me miro por primera vez en el día al espejo. Tengo la cara muy pálida, es como si no me hubiera dado jamás el sol. Sonrío mostrando mis dientes para poder apreciar mis dientes y para poder apreciar los colmillos, y si, eran más largos y afilados.
Percibía algo diferente en mí esta mañana y no podía decir el que exactamente.
¿Serán los colmillos? ¿Mi piel más blanca que la pared? ¿Las dos cosas?
Mis ojos van a parar a mi pelo que ahora brilla más, es de un verde demasiado intenso. No puede ser, ya de por si mi pelo es verde pero esto ya es exagerado.
Niego con la cabeza viéndome al espejo sin saber qué hacer. Apoyo mis dos manos en el lavabo y me miro a través del espejo mientras frunzo el ceño. Aprieto mis manos con fuerza; me estaba empezando a cabrear, no muy buena opción a estas horas.
Mi cabeza tenía ganas de romper ese espejo para que no me pudiese ver, pero reaccioné a tiempo.
Salgo del cuarto de baño, cerrando la puerta de la misma, de un portazo que creo que lo escuchó medio personal.
Me tumbo a mi cama boca abajo, hundiendo mi cara en la almohada. Mis brazos estaban estirados hacia los dos extremos de la cama.
Siento que abren la puerta pero no quiero mirar quien ha sido el que ha entrado a la habitación.
—¿Zarek? —no quería levantar la cara de la almohada. No quiero que me vean —. Tu pelo brilla más —se sorprende Minka.
—Me he dado cuenta —creo que no se ha entendido demasiado lo que he dicho porque la almohada amortigua mi voz.
—¿Qué? —resoplo. Me di la vuelta y me incorpore en la cama poniendo mi espalda pegada al cabecero de la cama.
Minka no se había percatado de que me había movido ya que estaba abriendo mi ventana como todos los días que llevo en esta casa viviendo. En cuanto se da la vuelta y ve mi rostro veo los primeros segundos un deje de impresión, para luego venir hacia mí y sentarse a mi lado.
—¿Sabías que iba a pasar? —ella hace un gesto afirmando mi pregunta.
—¿Los colmillos? —sonrío mostrando mis dientes, así puede apreciar mis puntiagudos colmillos —. ¿Ha pasado algo extraño durante la noche?
—He soñado con una sombra persiguiéndome en un bosque frondoso y lleno de árboles.
—Misterioso.
—¿Por qué dices eso?
—Tienes unos poderes bastantes peculiares, Zarek.
—¿El soñar es un poder?
—No era un sueño en sí, te estaban mostrando lo que quizás va a pasar.
—¿Quién? —exijo saber.
—Pronto lo descubrirás, sobretodo ten paciencia, las cosas llegan a su tiempo —iba a decir algo pero me corta de inmediato —. Por el momento bajemos; hay que desayunar, tu estomago debe llenarse de comida —sonrío ampliamente mientras me desplazo hacia el otro extremo de la cama para poder bajar. Minka se pone de pie también y se adelanta a abrirme la puerta.
—Gracias Minka.
—No hay de que señorito gruñón —suelto una carcajada. Con esta mujer no se puede estar nunca serio creo yo.
—¿Los demás están abajo?
—Sí, todos menos la señorita Eunika.
—¿Sigue durmiendo? —digo extrañado. Ella suele ser de las primeras en levantarse.
—No, se encuentra despierta, a lo que se ha negado es a bajar si alguien de pelo verde está presente — ¿me tiene miedo? No tendría por qué temerme. Soy inofensivo o eso intuía.
No respondo a eso y me quedo pensativo. Llegamos a la cocina, pasando antes por la sala de estar.
—¡Buenos días chicos! — ¿ante todo educación, no? Ellos nos daban la espalda y no se dieron cuenta que habíamos entrado en la cocina.
—¿Te has caído de la cama, Zarek? —comenta Dagmara todavía de espaldas. Apenas se gira y me ve se sorprende, como era de esperar.
—Ve a sentarte señorito, en un minuto tendrás tu desayuno —me dice Minka, obedezco y me siento al lado de mi amiga, que me sigue con la mirada, observándome.
Alarga su mano hasta que toca mi cara y la acaricio. No sabía que pretendía Dagmara pero la deje.
—Sonríe —me pide. Julek me mira en cuanto Dagmara habla y me fijo que tiene la boca llena de comida. Se aleja un poco de la mesa para mirar bien en mi dirección y abre los ojos como platos. Traga enseguida la comida que tiene en la boca y habla.
—No puede ser. ¿No has salido en años a la calle y no me he enterado? —se mofa —. ¿Tienes un doble? —me pongo más serio de lo normal pero Julek no se echa para atrás ni se acobarda como pensaba que iba a hacerlo —. No me das miedo. Sí, debo reconocer que ha cambiado tu semblante y tus facciones en general, pero con nosotros solo se tú, estamos contigo, no contra ti, recuérdalo, grábalo en tu mente.
—Sonríe —me vuelve a pedir Dagmara haciendo caso omiso a lo que acaba de decirme Julek.
—Luego podrá —interviene Minka —ahora debe llenar su estómago, después no os quejéis que esta cascarrabias —termina diciendo divertida.
Deja una taza llena de chocolate caliente, como me gusta a mí, también deja un plato lleno de tortitas con sirope de chocolate. Adicciones tengo muchas pero la mayor es el chocolate, mi mayor debilidad. Me relamo mis labios disfrutando de lo que ven mis ojos.
Hasta que no termino mi desayuno, hago oídos sordos, no quiero saber absolutamente nada de lo que hablan, solo me centro en mi comida.
—¿Listo? —Dagmara a mi lado me mira cuando echo la cabeza hacia atrás y sobo mi abdomen.
—Sí —sonrío mostrando los colmillos afilados.
—Julek, mira —Dagmara en estos momentos parece una niña. Parece que le he mostrado algo grandioso y no es así.
—Minka... ¿Hay algo para desayunar para mí? —la voz de Eunika interrumpe nuestra conversación y todos nos callamos. Ella fija su mirada en mí, lo puedo notar, le devuelvo la mirada y veo que empalidece. ¡Mierda!
Me levanto del taburete, cojo la taza y bebo el último sorbo de chocolate y cojo el plato en la otra mano para llevarlo al fregadero donde Minka se encuentra fregando lo que mis dos amigos han utilizado.
—Chicos, estaré en mi dormitorio por si luego os queréis pasar —Eunika no se había movido ni un milímetro de donde se había parado anteriormente. Paso por su lado y noto que se encuentra muy nerviosa.
¿Algo muy ajeno a mí ser? Estar sentado en una silla si en el mismo lugar hay un sofá o una cama. Yo y mi comodidad.
—Ya estamos aquí —me giro para mirar a la puerta dejando el lápiz que mantenía en mi mano izquierda en la mesa.
—¿Cuándo aprenderéis a tocar la puerta?
—Cuando tu aprendas a sonreír a la vida y no seas tan amargado.
—No soy un amargado —reprocho.
—Claro, claro —dice con sarcasmo.
—Estaré serio la mayoría del tiempo pero amargado no estoy.
—Apenas sales de las cuatro paredes que componen tu habitación.
—¿Y qué me recomendáis a hacer? ¿Os tengo que recordar que me prohibieron salir? —Julek pone los ojos en blanco y Dagmara intenta no reírse pero falla en el intento.
—Yo no he visto por ninguna parte a Bogdan ni a Aleksy, así que no pongas escusas en vano. No cuelan y menos si nos las dices a nosotros.
Lo que había dicho Julek era verdad, no estaban las dos personas que más prohibieron mi salida del palacio. Ahora era el momento de salir, de disfrutar...y no lo estaba aprovechando.
—¿Salimos al jardín? —sugiero. Ellos sueltan una risotada que me quedo por un momento confundido.
—Para eso necesitas levantar tu culo de la silla —bromea Dagmara.
Una vez teniendo los pies en el suelo me doy cuenta que estoy descalzo y el suelo no es de madera como estaba acostumbrado en mi piso, este por el contrario era cerámica seca.
Voy a mi cama y me siento a los pies de ella, acerco mis zapatillas que se encuentran allí. Me levanto cuando estoy listo vuelvo a ponerme sobre mis dos pies y avanzo hasta la puerta donde me esperan Julek y Dagmara.
Sabía la respuesta a esta pregunta pero quería hacerla.
—¿Eunika viene?
—No.
—¿Me va a rehuir toda su vida?
—No lo creo —comenta Dagmara —. Solamente dale tiempo. Ella no esta tan acostumbrada a tus...cambios. —no quiero seguir con esta conversación, al final acabo peleados con mis amigos.
Son las cuatro de la tarde y el sol relucía en el día soleado que hacía.
—Hace un buen día para pasear por aquí —estaba totalmente de acuerdo con la voz femenina que había hablado y estos días no se me había dado la oportunidad de escucharla en muchas ocasiones.
—¡Eunika que sorpresa!
—Os he visto y he bajado también a dar un paseo... ¿Eso haréis, no?
—Sí, eso haremos, aunque...
—Lo sé. No estoy ciega, Zarek está en frente mío —me señala —ante todo sigue siendo mi amigo o eso creo.
—Estáis hablando de mí como si fuera un objeto o una pared.
—En estos momentos con esa cara pareces más una pared que una persona —Julek junto con Dagmara sueltan una carcajada a lo que acaba de decir Eunika.
—Genial, le reis las gracias.
—Debes admitir que ha sido gracioso.
—¿Vamos? —Corta Julek —vamos a mostrarte algo.
Caminamos los cuatro por el césped cortado recientemente, mientras ellos van charlando animadamente, yo iba callado y observando todo. Me doy cuenta que nos alejamos bastante de "casa" pero ninguno pone importancia eso, excepto yo.
—¿Alguien me dirá a dónde nos dirigimos?
—No —dice tajante —eres muy curioso, en unos momentos lo sabrás.
Nos adentramos entre los frondosos árboles, parecía que había anochecido cuando nos adentramos más, había muchísimos árboles que casi no dejaban avanzar. Me concentro en esquivarlos para poder avanzar mejor, cierro los ojos para poder hacerlo mejor, cuando los abro de nuevo me encuentro sola. ¿Dónde están mis amigos? ¿Estoy solo?
Me viene una sensación de soledad, estoy empezando a temblar, una neblina llega por la derecha según como estoy parado, avanza rápido. No sé qué está pasando en estos momentos pero no debe ser muy bueno, cuando han desaparecido Julek, Dagmara y Eunika.
Solo me siento indefenso, pequeño y vulnerable.
Empiezo a caminar con cautela, tengo miedo de que puede pasar si avanzo el inconveniente aquí es... ¿Qué hago aquí en medio de la niebla blanca?
Me estoy empezando a manera y creo que el detonante de ese efecto es la niebla. Cojo el cuello de mi camisa y la subo hasta que la pongo por encima de mi nariz para no respirarlo. Un pensamiento me vino a la mente.
¿Con el humo negro podre pasar sin tener que taparme?
Cierro los ojos concentrándome para poder desprender de mi cuerpo el humo. Cuando mi cuerpo expende el humo, mis ojos se abren y mis ojos se vuelven rojos. La humareda me envuelve para luego expandirse por todos lados.
—¿Zarek? ¿Eres tú? —Oigo la voz de Dagmara —obvio que eres tú —se responde así misma. Seguramente ha visto el humo y la niebla se ha ido.
—¿Dónde os encontráis? —parece que hablo a la nada, miro en todas la direcciones que mis dos ojos me dejan admirar y no los veo.
—Detrás del árbol que tienes justo atrás tuyo —giro en mi propio eje e inspecciono e intento ojear para ver si están pero no puedo ver nada.
—No os veo —de repente veo como aparecen poco a poco tres cuerpos, con los ojos clavados en donde me encontraba yo. Tuve que parpadear para poder asimilar lo que acababa de presenciar.
Yo todavía desprendía el humo por mi cuerpo, me concentre en un lugar bastante tranquilo. Debía imaginarme algún lugar que me produjese felicidad o serenidad, una de esas dos sensaciones. Lo averigüe una de las tardes que me quede solo en mi habitación encerrado.
—¿Qué coño ha pasado? —expreso mi furia.
—Primero relájate, no nos conviene que vuelvas vuelva el humo.
—Pues empezar a largar todo por vuestras bocas —mi cara no debe ser de las mejores en estos momentos.
—Vamos a otro lugar, este lugar no es seguro —empiezo a andar dirección donde creo yo que se va al palacio pero la voz de Julek me detiene.
—Por ahí no. Todavía no volveremos a "casa". Tenemos que ir antes a un lugar —deduce que estoy algo indeciso con tan solo ver mi cara —vamos a vivienda bastante particular, es distinta a las que has visto siempre, ahí estaremos a salvo, y sobretodo tú.
Tengo intenciones de seguirles, sin embargo mi cuerpo tiene otros planes para mí, mejor dicho, mi mente.
—Zarek está desarrollando sus poderes demasiado deprisa —oigo la misma voz en mi cabeza. No la reconozco. Aunque por lo que me dijeron Julek, Dagmara y Eunika, debe ser Florián —se nos acaba el tiempo. Si reproduce el último poder, no habrá vuelta atrás.
—Hacemos todo lo que podemos, señor.
—¡No es suficiente! —Alza la voz Florián —el caos se va a desatar en cualquier momento.
—No nos podemos acercar a ese palacio. Tienen más seguridad cada día.
—¿Acaso pensáis con la cabeza? —no oigo nada por un par de minutos —. Sois brujos. Ahora... ¡Largo!
Vuelvo a la realidad.
—¿De qué caos habla Florián, chicos? ¿Alguno sabe de eso?
—Aquí no, Zarek —ordena Julek. ¿Cómo?
—Ahora sí —contradigo.
La furia se instala en mi cuerpo como una amiga más y no tiene intenciones de irse. El humo esta vez se ha intensificado más de lo normas, los brazos son más gruesos que la última vez que los utilice con Bogdan y Aleksy. Veo a Julek nervioso, sus movimientos son torpes, se tropieza con sus propios pies al querer retroceder. Aprovecho eso para llegar a hasta él y con una voz que no es mía, da escalofríos.
—Antes de ordenarme algo, piensa, no te conviene cabrearme.
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