40

El humo salía denso pero con potencia fuera de mi cuerpo sin control alguno. Siento a Alenka, Witold, Julek y Rafal, acercarse demasiado a mí. ¡Se pegan como unas lapas!

—No os va a pasar absolutamente nada. Quedaos tranquilos.

No tengo ni la menor idea si esas palabras les va a tranquilizar, seguramente que no. Ya que es la típica respuesta que se da en estos casos.

—Si intentas que alguien se serene, no es el momento. Te voy a decir algo; los cuatro estamos a punto de tener un ataque —que manera de exagerar las cosas. No es para tanto.

No hago mucho caso a las palabras de Julek, puesto que tengo en mis manos a Jedrek, Bogdan y por último y casi más importante...a Florián.

Tres de mis seis brazos, están sujetando por el cuello a Jedrek, Florián y Bogdan. Cuando sus pies ya no descansan sobre el suelo, el ultimo nombrado suelta malamente a Nadzia, haciéndola caer.

Bogdan sabe que lo estoy mirando, pero él no puede verme a través del humo, sin embargo sonríe como si fuera un lunático. Que acaba de salir de un centro psiquiátrico.

—¡Me las pagaras imbécil! —se está ganando una paliza con creces. No sabe dónde se está metiendo. Si sale de esta ileso, espero que no tenga ganas de hacerme algo mas o a cualquiera de mi entorno.

Me acerco al oído de mi hermana y le susurro al oído que vaya a por Nadzia y la traiga consigo. Ella asiente y sin dudarlo va.

Vuelvo a concentrarme en los tres sujetos y veo a Florián y a Jedrek mover con ganas sus piernas de adelante hacia atrás.

—¿Queréis que os suba más arriba o estáis ahí bien? —Las manos aprietan con fuerza en sus gargantas.

—¡Hijo de puta! —Un grito ahogado sale desde dentro de Florián.

—No te he escuchado. ¿Puedes repetirlo de nuevo? —Oigo reírse a los tres chicos que se mantienen tras de mí. No ven nada, pero no quiere decir que no oigan.

—¡Maldita sea mocoso! No juegues con mi paciencia — ¿Cómo puede hablar con lo que le esta aparentando uno de los brazos?

—Ahora me vengo a enterar que tienes paciencia, fíjate —el humor no desaparece de mis palabras.

—Jodido mocoso, cuando termine esto te voy a hacer picadillo para echárselo a los perro.

Una gran carcajada brota de mis labios. Y una sonrisa ladeada se instala en ellos.

—No tienes perros, no me vengas con mentiras a estas alturas Florián.

Veo como cada vez los brazos aprietan con más fuerza sus cuellos, el que debe ser más inteligente por tener más años de vida, me está dando un espectáculo intentando quitarse de encima el brazo de humo de su cuello. Pienso que no se ha enterado aun de que el humo tiene el triple de fuerza que el mismo.

Jedrek y Bogdan siguen moviendo sus pies de atrás hacia delante. Saben que quejarse o hablar algo, será en vano. ¡Buenos chicos!

¿No vas a pedir que te baje o paren? Le hablo directamente a Jedrek.

No tendría sentido hacerlo, gastaría saliva y no estamos en las mejores condiciones para hacerlo.

Un gruñido sale desde lo más profundo de su garganta.

—¡Duele joder.

—¿No crees que ha sido suficiente? —Habla desde atrás Julek.

Podría ser, pero una vez que los dejara sueltos, ellos estarían de nuevo tras nuestros pasos. Esto jamás acabaría, es una ruleta que jamás acaba y deja de rodar en una misma dirección.

—Los vas a matar —titubea al decirlo Witold.

—¿Y acaso ellos no lo harían? —Sé que la respuesta seria afirmativa, pero ellos me recuerdan algo mejor.

—Tú al contrario que ellos no eres una mala persona, que los va a matar, antes que ellos hagan lo propio.

—Como los deje libres como me estáis recomendado hacer, las consecuencias las pagareis vosotros —les advierto. No estoy bromeando y ellos lo saben. Mi voz es seria.

—Está bien, asumiremos eso, pero ahora suéltalos de una última vez, si no quieres convertirte en un asesino —dice con calma Julek.

Se está conteniendo lo sé. Esta de los nervios con esta situación en la que estamos ahora mismo.

—¿Y si los dejamos en la colina del águila blanca y que el haga lo que quiera con ellos? —Por primera vez estoy de acuerdo con lo que acaba de proponer Rafal.

El águila si ellos se acercan demasiado hará de ellos lo que él quiera. Si son verdaderamente inteligente, bajaran colina abajo o quizás son tan tontos de ir al árbol y creer que por arte de magia aparecerán más antídotos para ellos. ¿Para qué querrían lo que mantengo todavía yo en mi poder? Tengo una ligera sospecha de lo que podría ser. Que me la guardare para mí.

—De acuerdo, lo haremos —y esas son mis últimas palabras antes de que el humo fuera desapareciendo poco a poco volviendo a su lugar.

Los tres cayeron desde unos metros al suelo. Estaban sin una gota de fuerza.

Algo vino a mi mente de inmediato.

Ellos al ver al águila saldrían pitando del lugar, ladera abajo. No se van a quedar allí a la expectativa de que hará el ave. No son tan idiotas de hacerlo.

Los chicos se me habían adelantado y ya estaban caminando derechos a las tres personas se encontraban en el suelo sin aliento. Los iban a poner de pie para ir a la colina, pero mi voz los detuvo de inmediato.

—¡Dejadlos en donde estaban! No los toquéis.

—¿Y ahora qué pasa? ¿Ya te arrepientes? —En serio que estos tres no han pensado en todos los factores. En los pros y contras de hacer esto.

—Claro que no, pero no os habéis parado a pensar en varias cosas respecto a dejarlos allí. Os diré una sola cosa. El águila impresiona, si no que os lo diga Rafal.

El recién nombrado traga saliva algo nervioso. Y se quería hacer el duro, llevando a esos tres a la cima.

—¿Es eso cierto Rafal? —Él solo asiente, sin hablar. No les mira a la cara, todavía me sigue mirando. Y ahora entrecierra sus ojos.

Un no sale de sus labios sin siquiera hablar, pero le entiendo.

Lo llevaremos a otro lugar —Observo todo a mi alrededor para a ver si encuentro a mi hermana y Nadzia, sin embargo no las logro encontrar — ¿Sabéis dónde está mi hermana?

Los tres niegan reiteradas veces.

¿Mi hermana pensara algún día de su vida? ¿Dónde se ha escondido esta mujer que ninguno la ve?

Resoplo mientras de nuevo mi cara va automáticamente a parar a la cara de Florián que acaba de soltar una gran carcajada. Y cuando ve que lo miro de reojo, se le instala una gran sonrisa.

¿A que juega? No quiero pensar lo peor, pero a veces me hace hacer exactamente eso con sus miradas y sus formas de creer en lo que dice, a parte de sus gestos.

Inmediatamente me soy la vuelta, no puedo verlo. Mis ojos se entrecierran al pensar a donde habrá llevado a Nadzia.

¿La habrá llevado junto a los demás?

—¿Dónde está tu hermana, Zarek? ¿No aparece? —Al instante míos ojos se cierran, los aprieto.

Pienso para mí mismo que me tengo que relajar para no abalanzarme sobre él.

—Cállate —le mando aun dándoles la espalda a todos.

—¿Por qué ? ¿Acaso no soy libre de preguntar lo que quiera?

—Cállate —vuelvo a repetir. Parece ser que hoy quiere estar al borde de la muerte en más de una ocasión, parece que lo disfrutas.

Hago una pausa de varios minutos, para poder soltar la siguiente pregunta

— ¿Te complace llegar a tal extremo que casi roces la muerte?

Mis pies se mueven sin mi consentimiento para poder verles a las caras. Me encuentro con un panorama que no era el de antes. Florián estaba medio sentado mientras que Witold intentaba que se volviera a tumbar. Mi querido hermanastro y Bogdan seguían tumbados sin dar señales de vida o quizás es que se quieren hacer los moribundos para salir ilesos y por patas de todo esto tinglado. Podría ser una opción, que a mi parecer era la más certera.

Llevo de nuevo mis ojos a los del hermano de mi bisabuelo y este sonríe diabólicamente.

¿Ahora que tiene pensado hacer? ¿Todavía sigue con fuerzas? ¿De dónde las saca?

—¿No deberías estar casi o igual que ellos dos? —Señalo a los "moribundos" con la cabeza.

—Yo soy mucho más fuerte que ellos.

—Y muchísimos años de mas también —le recuerdo. Sé que le jode que le digan esto, ya que por eso mismo cambio su aspecto a uno más joven, aparte de que ya tenía ese don de poder hacerlo.

No sé qué es lo que ocurre, pero el hombre que está delante mío sentado, empieza a envejecer poco a poca. Esa cara de un joven de veintiún años va desapareciendo, pasa por todas las edades hasta estancarse en una. En la suya.

Mis ojos están demasiado grandes viendo lo que acaba de pasar. Nadie dice nada, ni el mismo sabe que acaba de suceder.

Voces detrás de mí nos hacen prestarles atención.

—¿Quién es ese vejestorio de más de cien años sentado malamente en el suelo? —Pregunta Eunika con algo de humor. Un bufido sale de dentro a Florián.

—Más respeto niña —haba tan pausadamente y tan bajo que casi no se distingue lo que dice.

—¿Florián? Nunca te hubiera imaginado con este aspecto —veo que intenta reprimir una carcajada, pero finalmente lo suelta todo.

Me fijo bien que están todas las personas aquí menos mi hermana. ¿Habrá llevado a Nadzia a la furgoneta? No tengo ni la menor idea, pero tampoco me voy a quedar aquí hasta que por arte de magia lo sepa.

Hago que mis pies se muevan dándoles la espalda a todos los presentes, que se han propuesto rodear a Florián para verlo de cerca.

Nadie se ha percatado de que he dejado el grupo, aunque no creo que se den cuenta por ahora. Están pendientes del hermano de mi bisabuelo.

Vuelvo por el mismo camino que he hecho por la mañana junto a Rafal para poder llegar a la furgoneta aparcada en medio del camino.

A simple vista cuando llego a ella, parce que está vacía. La rodeo mientras me voy fijando pasando por cada ventanilla a ver si se encuentran dentro. Y justamente en la de atrás se ve un cuerpo pequeño acostado a lo largo.

No veo a mi hermana. ¿Esta majareta? ¿Cómo ha podido dejar sola a una niña? Aunque sean por minutos.

Tengo mi frente apoyada en la ventanilla de la furgoneta con los ojos cerrados, oigo pasos, pero les hago caso omiso, hasta que una voz me hace levantar la cabeza y mirarle a la cara con enfado.

—¿Zarek? ¿Qué haces aquí? — ¿Es en serio que me está haciendo esta pregunta? ¿Acaso es boba o se está haciendo la tonta?

—¿Eres consciente de que la tiene que responder esas preguntas no soy yo, verdad? —Se queda muda, no sabe que decirme y aparte su mirada de mí.

¿En que estaría pensando en el momento de desaparecer? No digo que no podría venir aquí a dejar a Nadzia para que descansara, pero al menos podría avisar de que se va.

Ni eso sabe hacer.

—¿Alguna escusa que tengas? —Ella niega aun con la mirada puesta en otro lugar.

—Lo siento —susurra. Yo asiento con la cabeza, aunque ella no me vea — ¿Dónde están los demás? —Esta vez sí me mira y yo alzo mis dos cejas haciendo referencia a la respuesta que ella pide — ¿Y los has dejado allí solos?

Vaya de ellos sí que se preocupa y de mí, da igual que me pase de todo, total tengo habilidades que puedo matar hasta con ellos.

—Si te preocupas por ellos, haberte quedado allí y no haber venido, así hacías algo, porque para lo que haces, que te vas a no sé dónde y dejas a Nadzia aquí —le digo cabreado.

—Ya te he pedido perdón, voy hacerlo. Sé que me he equivocado. ¿Tú no te equivocas nunca? —Alza la voz y es ahí donde me ha pillado.

¿Me he equivocado alguna vez? En casi cada decisión que tomo, a cada paso que soy. No soy capaz de hacer algo bien, sin antes de hacer otra cosa mediocre.

—No hace falta que respondas, todo el mundo sabe la respuesta Zarek. Así que no machaques a la gente, cuando tú fallas en muchas cosas también.

Rebatir eso era una pérdida de tiempo, mejor me mantengo callado.

—¿Dónde están los demás? Sé que se fueron a buscaros.

—Pues es ahí donde están. A parte que yo creo que a partir de ahora Florián va a ser muy inofensivo, moverse le va a costar —mi hermana pone cara de no entender ni una palabra de la que ha salido por mi boca —. Primero debo decir que a todos nos ha impresionado lo que ha sucedido...

—Ve al grano ya Zarek, sin rodeos.

—Déjame explicarte, si me vas a interrumpir a cada rato, tardare más de lo necesario explicándote —resoplo.

La conozco a la perfección y sé que se desespera cuando tengo que explicarle alguna cosa, ya que a veces no se me explicar o me voy por las ramas y no acorto nada.

—Vas a tener que tener paciencia esto— es algo que me divierte, ya que mi hermana se desespera conmigo.

—Continua antes de que te lleves tres pares de hostias —me mira con mala cara.

Agresiva.

—Florián ha empezado a envejecer de la nada —a mi hermana se le agrandan sus ojos de impresionada que se ha quedado.

—¿Es verdad eso? —Yo asiento con mi cabeza afirmándolo.

—Lo he visto con mis propios ojos.

—¿Se han quedado allí?

—Supongo que sí, pero si son listos, vendrán hacia aquí.

Miro por el camino por donde he venido yo y a lo lejos veo un grupo de personas que poco a poco se va acercando a nuestra posición.

Alguien, no sé quién de ellos, estaban gritándonos algo, pero desde tan lejos no se escuchaba nada.

Opte por acercarme y así poder escucharle y si querían ayuda pues ayudarles a llegar hasta aquí.

—Quédate con Nadzia, volveremos enseguida —ella me lo afirma diciéndome un sí y yo avanzo hasta los chicos que vienen cargando a Florián malamente.

¿Esta gente no sabe llevar a una persona de avanzada edad bien? ¡Que desastre de personas por favor!

Rafal y Julek estaban llevando cada uno a mi hermanastro y Bogdan, que iban casi pisando el suelo, al parecer se habían quedado sin energía en sus cuerpos.

—Menos mal que has venido, necesitamos ayuda para llevar a Florián y estos dos —habla refiriéndose a Bogdan y a Jedrek —parece que no pueden ni con sus cuerpos, ni mantenerse en pie apenas un minuto.

¡Que desastre!

—Vosotros os quedareis con ellos —le hablo directamente a Julek, ahora vendremos alguno a ayudaros.

Rafal y él asienten con la cabeza estando de acuerdo con lo que acabo de decir.

—Ahora vosotros —me dirijo a los demás —Dejadlo apoyado en el suelo con cuidado.

No me he fijado en el estado en el cual se encontraba Florián, sin embargo puedo decir que está cada vez peor. Su cara no es que sea de las más bonitas de ver en estos momentos. Yo no le podría mirar a la cara si no es que la situación fuera de emergencia.

—Es para llevarlo directamente al cementerio —sé que no ha sido un comentario a malas, pero no es momento.

Nadie dice nada respecto al comentario de Aleksy y hablo yo.

—Hay que llegar cuanto antes a Detroit.

—¿Y si lo dejamos morir y ya?

—Una tontería más que digas, te dejamos aquí y te las apañaras para volver tu solo a casa. Así que estas avisado Aleksy. Te tomaba por inteligente, no por estúpido.

—¡Basta! Todos estamos nerviosos y cansados y decimos gilipolleces. ¿Podemos llevarlo a la furgoneta de una vez? —Interrumpe la conversación Witold.

Un si colectivo se escucha.

Entre todos nos ordenamos y nos repartimos para poder llegar cuanto antes al vehículo que nos espera con las puertas abiertas para poder meterles a los tres en el interior.

Al final en vez de hacer dos viajes, hemos hecho uno.

Y lo último que falta ahora es meternos todos en el interior, apretarnos para poder caber todos y partir hacia casa.

¡Allá vamos Detroit! ¡Allá vamos, papá, mamá y bisabuelo!

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