37
—¿Estas bien?
Mi frente estaba pegada a la pared, respiraba regularmente. Mi hermana se encontraba detrás de mía. La había escuchado.
—¿Estas bien? —Pregunta de nuevo, al ver que no le respondo —Te estamos esperando.
Carraspeo, para que la poca tos que tengo se vaya y pueda hablar a la perfección.
—Sí, me encuentro bien Alenka. Ahora me reúno con vosotros en unos instantes —como conocía muy bien a mi hermana, sabía perfectamente que no se iba a mover hasta que yo me moviera del sitio.
—¿Vienes? — ¿Para que debía ir? Yo ya sabía porque estaba allí.
—No, no va a hacer falta que vaya y me quede como un pasmarote como Halina habla sobre algo que yo ya se —mi hermana me lanza una mirada desencajada. No sabe de qué le hablo —. Acaba de hablarme por la mente Florián.
—Quizás solo te cuente lo que quieres escuchar y no la verdad —Alenka había dicho algo muy inteligente y meramente cierto. Podría tener razón —escucha su punto de vista. Ya tienes el de Florián, que aunque sabes que te dice mucha información, alguna pude ser errónea.
Suspire y mi cerebro empezó a ponerse en funcionamiento. Había una intrusa en mi habitación, de nuevo todos sabían quién era menos el paleto de turno, que soy yo. Si me enfoco en lo que me ha dicho Florián, ella sabría quien doy yo y todo lo referente a mi vida y lo que me pasa actualmente.
Si no le doy la oportunidad de que me cuente el por qué esta aquí y quien le hicieron, a los pocos minutos, puede queme arrepienta de haberlo hecho.
—Lo haré —todavía mantenía la frente fija en la pared, hasta que me mi hermana me coge de los hombros y me eche para atrás para que me ponga adecuadamente para hablar con alguien.
—Perfecto —me da una media sonrisa —así me gusta.
Hace un ademan para que vaya delante de ella y le obedezco sin rechistar. Mis piernas se paralizan al llegar al "salón". La primera persona en fijarse en mi es Dagmara y luego el resto, haciendo que todas las miradas estén puestas en mi persona.
—¿Acaso habéis visto a un muerto? ¡Dejad de mirarme! —Escucho el bufido de Bogdan y Dagmara.
—Tan desagradable y borde como siempre — ¿Si les parezco a los dos tan desagradables porque no se van de una santa vez? Así podría expresarme libremente.
—¿Y si soy de esa forma y no me soportáis, porque no os vais? Es muy contradictorio lo que decís. Porque aunque estén los demás, yo sigo estando aquí y soy el único que está aquí casi por "obligación" —mudos, se han quedado sin habla —. Ahora si os queréis quedar, quedaos, pero ni una palabra más de que soy desagradable o borde, porque os juro que una más y os largáis inmediatamente.
—¿Eres el jefe de todos o quién te crees? Tú no nos mandas Zarek —habla Bogdan cabreado. ¡Que novedad!
—Ni vosotros me tenéis que decir cómo me tengo que comportar —le reclamo.
—¡Ya basta! Parecéis unos críos, comportaos de una vez. Siempre acabamos en esta misma situación. Vosotros dos —les habla directamente a Dagmara y a Bogdan — ¿Acaso vosotros no estáis siendo igual que él? Miraros vosotros primero y luego ya si eso a los demás —Ahora toda la atención va a mi —Zarek por dios, debes relajarte, nadie está apunto de matarte. Solo te pido que respires antes de contestar cualquier cosa.
Pensé que Rafal me iba sermonear como lo hace mi hermana muchas veces, pero me había confundido. Aunque creo que ya estará cansado de repetirme las mismas palabras o que simplemente ya soporta mi humor.
—En fin, ya estoy aquí. ¿Para qué me queréis? —Pregunto aun sabiendo la respuesta perfectamente.
—Halina nos quiere contar algo. No te hagas el desentendido. ¿Dónde estabas? —Me responde y a la vez me hace una pregunta Aleksy.
—En una llamada con Florián —me rio sin gracia.
—¿Y ahora qué quería? —Aleksy estaba bastante interesado en saber.
—Pues me ha dicho que la visita —hablo refiriéndome a Halina —sabe bastante sobre mí y que mi hermano la ha interrogado, pero que ella no ha dado su brazo a torcer.
Mi atención va hacia la chica. Ella hasta mirando hacia otro lado y no se da cuenta que la estoy mirando hasta que Eunika que está a su lado le susurra las palabras indicadas para que gire su cuello y su mirada choque con la mía.
Halina se me queda mirando, pero no se le ve con alguna intención de abrir su boca para hablar.
—Cuanto antes empieces a hablar mejor, que ya hemos perdido suficiente tiempo y hay que hacer miles de cosas —le hablo directamente a ella.
El único movimiento que puedo apreciar es el pestañeo de sus pestañas.
—¿Vas a decirme alguna cosa o seguirás muda? —Estaba empezando a desesperarme con su silencio.
—Zarek —me advierte de nuevo Rafal en un tono de reproche —. Va a hablarte, pero ten paciencia. Su forma de hablar es bastante parecida a las llamadas de Florián.
¿Qué ha querido decir con eso? Otra persona como Florián no quería en mi vida, me bastaba y me sobraba con una.
—Antes de que te asustes, te informo que soy Halina, hablo por medio de los pensamientos. Sé que estás cansado que te hablen por estos métodos, pero así será más complicado que Florián sepa que te he dicho.
Ahora tiene más lógica, miro fijamente a los ojos de Halina. Seguramente que en el tiempo que estuve hablando con Florián, le habían hecho que se bañara y eso me da que pensar en algo. ¿Cuánto tiempo estuve hablando con el hermano de Cibor?
—¿Tampoco quieren que se enteren los demás?
—Ellos ya saben lo que te voy a decir, estate tranquilo.
—Con lo que me acabas de decir no me quedo relajado, esperaba que no lo supieran, ya que lo que ellos saben, rara vez me lo dicen.
—Lo siento, pero ellos también tienen que estar informados —me mira afligida —. Cambiando de tema. ¿Ya sabes dónde están los antídotos o aun no te lo ha mostrado el tatuaje?
Abro los ojos como platos. ¿Cómo sabia ella de eso? Ahora mismo estoy muy sorprendido.
Lo que aún no sabía cómo lo estaba haciendo era el hablar por los pensamientos.
—No te sorprendas tanto. Los demás si lo sabrían, se quedarían también boquiabiertos.
Eso quiere decir que no lo saben por ahora. Bien.
—¿Tienes alguna idea de donde pueden estar?
Sí que la tengo, con tan solo escuchar la historia del águila blanca, tenía una idea de donde podrían esconderse.
—¿Te han contado la leyenda de los tres hermanos? —Me pregunta.
—Si hace un rato, poco antes de que te encontrara en mi habitación.
—¿Y piensas que estarán allí? ¿Te lo ha enseñado el libro? —Intenta indagar Halina.
La miro atentamente para luego negar con la cabeza reiteradas veces. Curiosamente el tatuaje del libro cobra vida cuando yo estoy dormido, aunque puede ser que en algún momento bastante importante lo haga también, pero esas ocasiones son especiales.
Me tomo una fracción de segundos para poder ver a todos los presentes que están callados y atentos a lo que pasa a su alrededor sin hacer el mínimo ruido.
—¿Ya habéis terminado de hablar a través de vuestros pensamientos? —Bufa cabreado Bogdan.
¡Que niño!
—¿Puedes dejar de intentar llamar la atención, Bogdan? Estresas a cualquiera que tengas alrededor —desgraciadamente no había sido yo quien le dijo eso, pero le agradezco que lo haya hecho.
—Tan solo he preguntado —se intenta defender, pero sin mucho éxito.
—Pues callado dices menos estupideces —le dice Witold ya harto de escucharlo.
Parece ser que yo no soy el único que ha notado que quiere llamar la atención en cualquier momento y cuando a él le apetezca.
A veces resulta ser un poco desesperante. Si no le hubieran dicho nada, yo habría saltado con alguna de mis palabras celebres, que no eran muy agradables de escuchar.
—El sí puede decir cualquier cosa, pero claro como es Zarek Chlebek, tiene vía libre para hacer lo que le da la gana —estaba más que furioso.
—Para el carro, nosotros también le hemos dicho mil veces que se controle, a ver si escuchamos mejor.
—Salimos en diez minutos hacia la colina —digo con voz potente para que logre que se me escuche.
—¿De nuevo? No eres el jefe aquí —resoplo no queriendo contestarle, pero finalmente lo hago.
—¿Eres imbécil o te lo haces? No hace falta mandar, aparte que nos íbamos a ir en un rato. Cuanto antes lleguemos donde el águila blanca mejor.
Los demás asintieron, no reprocharon, ni pusieron mala cara como Bogdan, que parece que nos habíamos cambiado los roles. Él ahora mismo era el cascarrabias e insoportable.
—¿Tenéis todo guardado o habíais empezado a guardar las cosas en los armarios? —Pregunto en conjunto.
—No —dice simplemente Aleksy y Eunika a la par.
—Yo si —habla detrás de mi hermana —, de todas formas ya te lo había dicho antes.
—Nosotros igual que Alenka —habla Rafal por los demás.
—Id a guardar las cosas de nuevo, cuando terminéis, venid de nuevo aquí.
Automáticamente, ellos se levantan asintiendo de acuerdo a lo que digo, se despiden y se marchan de la habitación.
La única que se queda sentada sin saber que hacer es Halina.
—¿No vas con alguna de las chicas? —Quizás estaría más cómoda. No soy una persona que genere mucha conversación. Conmigo se va a aburrir.
—No, si no te importa claro y tranquilo no hace falta que conversemos, además es relajante estar en silencio también.
Camino hasta sentarme en frente de ella; en los sillones que anteriormente estaban sentados Rafal, Witold y Miloslaw.
—¿Quién te ha prestado la ropa? —Pregunto con curiosidad. Tenía una ligera idea de quien podría ser ya que parece más el estilo de mi hermana, aunque Eunika también lleva a veces esa ropa.
—Dagmara creo que era—hago una mueca. ¿Cree? —. ¿Pasa algo? —Niego con la cabeza.
—Si no te importa dormiré un rato, hasta que vengas los demás. Aunque haya dicho de salir ahora tengo un sueño tremendo.
—No te preocupes, yo seguramente haga lo mismo —me mira tranquilamente y de nuevo asiento.
Me acomodo en el sofá de tres plazas, me pongo de lado y cierro los ojos dispuesto a dormir. Me mantengo lo más quieto que puedo. Percibo movimiento. "Halina" se ha levantado de su sitio y se acerca despacio a mí.
—Vas a morir en este instante —habla en susurros. ¿Morir?
El plan de Florián y Jedrek se acaba de ir a la mierda. ¿Se piensas que soy un imbécil que no sabe pensar? ¡Vaya par de estúpidos!
Abro los ojos lentamente, Jedrek —que se hacía pasar por una mujer —, está a unos pocos pasos de mí, con una lanza dorada en la mano. El único arma que podría acabar conmigo.
No hago ningún movimiento para que no descubra que estoy despierto, aunque si es un poco listo, se le iluminaria la bombilla y se daría cuenta que un minuto no me quedo dormido.
—Suelta en este instante la lanza —hablo despacio y en u n tono muy tranquilo.
—¿Cómo es que estas despierto? —Pregunta atónito.
—Por si no lo sabes, las personas no se duermen un segundo. Ahora baja la lanza —Palpo en el bolsillo izquierdo delantero de mis pantalones para poder encontrar el bolígrafo, que en verdad es el bastón de mi padre biológico.
Jedrek parece que no tiene intenciones de bajarlas y al contrario que otras veces, estoy sumamente tranquilo. Si el que estuviera aquí frente a mi fuera Florián, ya hubiera atacado, pero él no, Jedrek es un cobardíca que se cree muy inteligente.
—Baja la lanza Jedrek, no tienes las agallas para poder matarme, quizás estando dormido sí, pero luego te comerían los remordimientos de haberlo hecho. Eres solo un títere más de Florián —escupo con asco el nombre del hermano de mi bisabuelo.
Me levanto del sofá, haciendo que Jedrek retroceda unos cuantos pasos aun con la lanza en sus manos. ¿No ha escuchado mis palabras o es sordo?
Meto mi mano en el bolsillo finalmente y saco el bolígrafo. Mi hermanastro me mira sin comprender porque saco eso.
Ahora veras querido hermanito.
—¿Me vas hacer algo con un simple bolígrafo? —Si supieras que es. Aunque realmente no debería temerle. No hace nada malo, hasta donde yo sé.
—No te lo voy a repetir de nuevo Jedrek, baja la lanza —le pido de nuevo. No llevo las cuentas, pero seguro que se lo he pedido ya más de dos veces.
—Pues guarda tu eso —me dice señalando al objeto que tengo en la mano.
—Esto no es un arma con el que pueda hacerte algo. El arma seria mi cuerpo —en cuanto pronuncie eso, Jedrek se echó a reír sin creerse nada.
—¿Estas intentando que te crea con tus falsas palabras?
—No te conviene retarme o cabrearme. Te advierto que saldrás perdiendo —no me cree.
—Aunque intentes darme miedo, no me lo das. Eres una persona normal.
—Persona normal soy, como tú y todo el mundo. ¿Acaso Florián no te ha contado sobre mis habilidades? —Levanto las dos cejas a la expectativa de que es lo que va a contestar.
—¿Sobre el humo negro y los brazos que te salen? Sí, me lo comentado, pero no me lo creo —por mi boca sale unas cuantas carcajadas.
—Deberías creerlo —digo cuando estoy más tranquilo.
—Demuéstralo — ¿Qué?
—No tengo que demostrarte nada a ti ni a nadie, solamente a mí mismo.
—Solo eres un farsante más —intenta cabrearme y espero por su bien que no lo consiga, acabara demasiado mal.
Unos golpes en la puerta me distraen de Jedrek por mi bien y también por el suyo. Camino despacio hasta la puerta. No sin antes girarme a mirar a mi hermanastro.
—No te muevas ni un milímetro —le advierto.
—Maldito engendro —maldice.
—Ese eres tú —le respondo.
—Ábreme de una santa vez Zarek Chlebek —que desesperada es mi hermana.
—Ya voy, tranquilízate —utilizo las mismas palabras que usan conmigo.
Cuando le abro y entra inmediatamente me mira fijamente de mal humor.
—¿Por qué tardas tanto en abrir? —Me reprocha.
—Por el engendro de mi hermanastro —lo señalo.
—¿Hermanastro? ¿Engendro? ¿De qué me hablas? ¿Dónde está Halina? —Tantas preguntas me aturullan.
—Jedrek, mi hermanastro. Halina no existe, es mi hermano —hago una pausa para soltar lo siguiente —. Me quería matar con la legendaria lanza dorada.
—No entiendo nada —atina a responder.
—Yo menos. Y por cierto, no se cree que tengo la habilidad del humo negro.
Nuestros cuellos se giran para poder ver a Jedrek, que en estos momentos esta con un cabreo descomunal. Tiene la lanza en posición dispuesta para lanzarla.
—¡Cuidado! —Pego un grito sabiendo que va a venir hacia nosotros.
Parece como si hubiera pasado a cámara lenta, me tiro encima de mi hermana, nos caemos al suelo, mientras la lanza se incrusta en la pared.
Todavía encima de mi Alenka, miro la lanza con los ojos entrecerrados, para luego escrutar con la mirada a Jedrek.
—¿Estás loco? ¿Querías matarnos o qué?
—Exactamente es lo que quería hacer.
—A un manicomio deberían mandarte, estas demente.
La puerta de la habitación se golpea contra la pared de la fuerza que hacen al abrirla del todo. Entran todos los chicos y se quedan perplejos con la situación con la que se acaban de encontrar.
—¿Qué hace Jedrek ahí parado y vosotros en el suelo? —Con los ojos señalo la lanza incrustada en la pared.
—¿Y Halina? —Pregunta Witold.
—No existe ninguna Halina, ha sido todo el tiempo Jedrek. No sé de qué la conocíais si no existe tal persona.
—¿Jedrek se ha hecho pasar por una mujer aparte de que ha mentido sobre lo que le han hecho? —Yo asiento.
—Te felicito has logrado que todos caigamos en tu trampa —habla por todos Rafal.
—No generalices tan rápido. Yo no me lo he creído y casi me mata creyendo que me había dormido, para después intentar matarme de nuevo junto a mi hermana.
—¿Te puedes levantar de una vez? ¡Pesas!
Pongo las dos palmas de mis manos en el suelo y me ayudo con ellas para poder levantarme, para luego estirarle una mano a mi hermana y ayudarla.
—¿Qué vamos a hacer con él? —Señalo a Jedrek.
No lo pienso dejar suelto, pero tampoco puedo hacer mucho más, ya que puede hablar con las personas a través de sus pensamientos. Lo que no se es a cuanta distancia puede hacer eso.
—Lo dejaremos encerrado aquí.
—No —contesta de inmediato el aludido.
Sin importarme sus suplicas avanzo hasta él y le propino un golpe que se quedara inconsciente durante algunas horas, así tendremos algo de ventaja.
—Miloslaw, átalo a la silla de mi habitación —le mando, el sin rechistar, viene hasta donde estamos, lo levanta sin ningún cuidado para llevárselo a la habitación.
Los demás están sin habla.
—Vámonos, ahora vendrá Miloslaw —cojo la mochila que está a los pies de unos de los sofás y procedo a salir por la puerta.
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