25
—¿Estas demente? ¿Qué me estás haciendo? —se estaba llevándose las manos a la cara para quitarse seguramente las lágrimas azules.
—Por tu bien es mejor que mantengas tus manos lejos de tus ojos —le advierto de una buena forma —y respondiendo a tu otra pregunta; no estoy más loco que tú, al contrario, estoy más lúcido que nunca. ¿Lo que estoy haciendo? Estoy jugando a tu propio juego. ¿No te gusta? ¿Quién es el débil en estos momentos? Creo ver ahora que el que está en desventaja eres tú y solo tú.
—Te juro que no saldrás bien librado de esta —suelto una risa seca y sin humor.
—¿Y quién lo dice? ¿Tu? Tú eres la persona menos indicada para decir algo —doy un par de pasos para llegar a él y susurrarle —tic, tac...el tiempo está por concluirse. ¿Qué has pensado hacer?
Él no dice ni una palabra por varios segundos, el humo sigue expandiéndose por todo el lugar y sus mejillas se están volviendo violetas por las lágrimas.
—No tienes todo el tiempo del mundo, viejo. Rápido hombre.
—Quita el humo y haré que traigan a la niña —no pienso hacerlo, no confío en el, seguro que si el humo desaparece, y no me traerán a Nadzia.
—No —sentencio firme. Aquí las cosas las dictamino yo. Tú no tienes ni voz ahora mismo.
—¿Y cómo quieres que les avise? —me pregunta. En eso tiene razón, no se lo puedo discutir. Lo único que no comprendo es como ha podido burlar a la capa morada, tendría que haber pasado lo mismo que con Bogdan.
—Yo te guiare —le digo seguro poniendo una mano encima de su hombro —, después me tendrás que comentar como has burlando a la capa que esta para que no entre ni salga nadie y si lo intentan, quedan en un profundo sueño.
—Los trucos nunca se revelan. Ahora quítame ya esto de los ojos, cada vez duele demasiado y cada segundo que pasa quema más.
—Te dije que lo primordial; lo primero que debo ver y tener a en frente de mi es a Nadzia. No voy a tener ninguna tregua contigo, ya que tú jamás la has tenido conmigo.
—¿No hay más opciones? —le miro con cara de mala leche. ¿Quién se piensa que soy? ¿El que va regalando oportunidades por toda la cara? Pues no.
—No —sentencio demasiado serio. Al hablar se nota mi enfado, pero él no se inmuta por mi tono, es más, se mofa —. Creo que no te conviene mucho reírte en estos momentos, que yo sepa estas en total desventaja.
—¿Eso crees?
—No lo creo. Lo estamos viviendo ahora mismo.
Guio a Florián hasta fuera de la capa morada, en cuanto la traspasamos, el humo desparece a mí alrededor, lo único que no lo ha hecho es las lágrimas. No le deben de quedar ni dos minutos para quedarse completamente ciego.
Su mirada va a la mía en menos de un segundo, aun sabiendo que prácticamente no ve, hace un esfuerzo por hacerlo.
—¿Me ves? —suelto una carcajada, sabiendo que y tiene que hacer mucho esfuerzo. Seguramente que a estas alturas ya esté viendo solo sombras —. Tic, tac. El tiempo corre y tú lo estas desperdiciando.
—En este caso ni la niña te salvara de tu caída Zarek —no me sorprendo de lo que dice. Ya que en estos momentos, lo tengo aún más presente.
Estoy cayendo... y a lo más hondo.
Esta faceta mía no la había descubierto nunca si no fuera por Florián. Ahora me doy cuenta que el único enemigo aquí soy yo. ¿Me puedo salvar y salvar este planeta? Espero que sí. Aunque si no quiero hacerlo arrastrare a todo el mundo conmigo. La salvación solo depende de mí, de mi mente, y de las ganas que tenga de salir de estar oscuridad en la que me he sumergido hoy.
Salir ahora no era una opción.
—¿Debatiendo con tus pensamientos?
Desde hoy iban a cambiar las cosas, de eso estaba totalmente seguro.
—Quizás. ¿Nadzia dónde está? —no quiero que me haga alguna trampa y me pille desprevenido —. Sin trampas Florián. Ten los pantalones de hacer por una única vez las cosas de una forma "legal".
Ya le estaba viendo hacer gestos con la cara mirando de un extremo a otro parándose varios segundos en partes concretas.
—Sin trampas —vuelvo a repetir por si su cerebro todavía no ha captado el mensaje.
—¿Qué pasara con Bogdan?
—Cuando tenga conmigo a Nadzia y estemos fuera de vuestro alcance, id a por él. No quiero trucos —advierto serio.
—Aleksy, trae a la niña —gira su cara para poder verme a la cara y sonreírme burlesco. ¿Se piensa que me afecta que venga ese? Aunque si veo algún rasguño en ella o cualquier cosa extraña en ella, los matare a cada uno de ellos. Eso lo juro.
Sé que están cerca, si no, no hubiera hablado con un tono tan normal; sin levantar la voz.
En cuanto oigo ruido, automáticamente mi cara gira en esa dirección. Veo a Aleksy trae a Nadzia de malas maneras, casi la está llevando a rastras, aparte de que le sujeta fuertemente de la muñeca, ella suelta algún que otro quejido, pero el solo avanza sin importarle.
El pelirrojo me está mirando a mí fijamente con una sonrisa plasmada en su careto de idiota. Sé que quiere que saque la mala hostia que puedo llegar tener. Tengo el ceño fruncido, aprieto demasiado los dientes hasta el punto de casi hacerme daño. Cierro mis ojos y siento que mis ojos se están volviendo completamente rojos, y creo que han cambiado de forma, percibía como si salieran llaman de ellos.
Retrocedo unos pasos sin todavía abrir mis malditos ojos, tenía la sensación que mis ojos ardían del fuego que se estaba produciendo en ellos.
—Como alguien se mueva de donde esta porque estoy con los ojos cerrados, os mato a todos de una manera tan dolorosa, que pediréis hasta que os mate, sobre todo tu Florián —amenazo, y no son amenazas vacías.
Mis ojos se abren y se mantienen bien abiertos. Parece que tengo una visión clara de todo. Esto es demasiado sorprendente.
—Quiero que todos salgan de sus lugares —digo con un tono de voz que me pueden escuchar todos, hasta el más sordo lo escucharía.
—Pero...—oigo a Florián reprochar.
—¿Sigues exigiendo cosas? Te he ralentizado las lágrimas, dame las gracias por no quedarte aun ciego —le respondo harto de escuchar su voz —. Salid o voy yo y os arrastro hasta aquí —ahora miro hacia Aleksy —, trae a la Nadzia hasta mi lado. Y ten cuidado como la traes —lo miro con muy mala cara.
En cuanto Nadzia llega a mí, por un momento el pelirrojo no la suelta y yo doy un paso. Como no la suelte vera las consecuencias. Por fin la suelta y ella viene directa a mí. La cojo en brazos y ella me abraza pasando sus brazos por mi cuello.
Siento que mis ojos han vuelto a mi color natural, el negro. Alejo un poco a Nadzia de mí para poder observar si tiene algún rasguño.
—¿Estas bien? ¿Te has hecho algo? —ella niega a mis preguntas y dejo que ponga su cabeza en mi hombro.
Miro a Florián, dejando en segundo plano a Nadzia. Se encuentra ahora junto a todos sus hombres, sumando a Aleksy y Eunika.
—Por esta vez te libras —miro fijamente sus ojos y antes de que caiga las ultimas lagrimas violetas, desaparecen —, hasta ahora has cumplido. Espero que lo hagas hasta el final.
A la salida del bosque nos encontramos con los coches de los hombres de Florián, y del propio viejo.
Tomo "prestado" una de las camionetas blindadas y monto a Nadzia en la parte trasera de este, le coloco el cinturón de seguridad, me cercioro que esta cómoda y cierro la puerta de atrás de la camioneta. Entro también en el coche, miro por el retrovisor para cerciorarme si Nadzia se encuentra bien.
Antes de poder arrancar el coche, que por suerte tenían las llaves puestas, me quedo como una estatua. ¡Ahora no joder!
—¿Qué intentas hacer Zarek? Piensa bien lo que quieres hacer, antes de dar el paso.
—Solo voy a coger prestada esta camioneta —sé que está demasiado cabreado a estas alturas y me gusta eso.
—No te conviene hacerlo. Como lo hagas el trato se acaba.
—Tú y yo sabemos que el trato acabó en cuanto me aleje de vosotros. ¿Lo vas a negar?
—No.
—Entonces voy a coger "prestado" el coche, lo quieras o no. Y más te vale que no nos sigáis. Quedas advertido Florián.
—¿Piensas que me quedare de brazos cruzados?
—Es lo que debes hacer, si no quieres acabar muy mal. Y por cierto; me podrías haber dicho esto frente a frente, no estamos tan lejos.
—No saldrás impune de esta Zarek.
—Una última cosa —ignoro lo que ha dicho anteriormente — ¿Ya ha despertado el bello durmiente?
—¡Eres un hijo de puta de primera! Vas a caer, veras. Tiempo al tiempo.
—Y a mucha honra. ¿Te recuerdo algo? Si yo caigo, tú vienes conmigo.
No sé qué gana Florián en hablarme por la mente. ¿Sabrá qué cada vez que hablamos mentalmente muero poco a poco? Tengo la sensación que lo sabe antes que yo. Sabe cómo jugar, tonto no es.
Me deja vía libre, me ha hecho caso de no venir detrás de nosotros. Pero todo esto seguramente tiene algo detrás. No hace nada al azar. Tiene todo estrictamente calculado.
Sabia cada movimiento que yo hacía, a donde me dirigía, mandaba a sus hombres a vigilarme. Sacaba mis puntos débiles de donde no estaban casi. Era un maniático de la perfección, debía tener todo a punto.
Arranco el coche poniendo rumbo a la ciudad de Poznań, si no estoy equivocado, estamos a las afueras de la ciudad, un poco apartados debo decir. Aunque en coche podemos llegar bastante rápido.
Necesitaba comunicarme con Rafal o alguno de los demás chicos, me urgía saber dónde diantres se encontraban y si estaban a salvo.
Freno el coche tan rápido que si no tuviera el cinturón puesto, hubiera salido disparado por los aires.
Llevamos dando vueltas y volviendo al mismo lugar todo el rato.
Delante de mí hay tres caminos posibles y hemos ido siempre por el del centro sin darme cuenta. Ahora tendría que probar suerte con alguno de los dos extremos. Uno tendría que ser el que nos llevara a la ciudad.
Lo que no he visto ha sido una maldita señal que me pudiera señalar y poder guiarme con las señales. Me decanto por escoger el camino de la derecha. Me vuelvo a fijar por el espejo retrovisor a ver como se encuentra Nadzia, y para mi propia tranquilidad está dormida, y no se le ve con intenciones de querer despertar, se le ve muy relajada.
¿Este coche no tiene GPS? En estos momentos me salvaría la vida. Y para colmo en estas carreteras secundarias no hay ni un mísero coche y da bastante miedo ir con el coche por ellas, sobre todo cuando ya es entrada la noche.
¡Que desastre!
—¡Solo necesito un maldito GPS! —maldigo en voz alta. De inmediato una pantalla trasparente sale a un lado, sin bloquearme la vista.
Voy disminuyendo la velocidad al darme cuenta que ha aparecido la pantalla esa.
¿Será un GPS?
—Dígame a qué lugar quiere ir —habla una voz femenina —, y yo le mostrare el camino.
¿Y si han programado el coche para que vaya directamente al lugar donde me quiere llevar, el viejo? No me puedo arriesgar. El coche es de ellos, no puedo dejar de nuevo que se lleven a Nadzia, pero por otro parte necesito el coche para volver a Poznań.
Una llamada entrante llega a mi móvil, alguien me llama. Veo en la pantalla el nombre de Julek.
Aparco el coche a un lado de la carretera, cojo la llamada y me llevo el teléfono a mi oreja para poder escucharlo.
—¿Zarek dónde demonios estas? ¡Por fin coges la llamada! — ¿Y este de que habla? No tengo ni una llamada perdida de ellos, que yo sepa.
—Julek no me habéis llamado, no me sale nada en la bandeja de entrada. ¿Seguro que no os habréis confundido de número?
—¿Eres idiota o te lo haces? Espera...no se ni para que pregunto si ya ser la respuesta. ¡Eres idiota!
—¿Dónde está el resto? —hoy estoy dudando de todo lo que pasa a mi alrededor. Puede ser otra de las ideas de Florián, de hacerse pasar por otra persona.
—Aquí mismo, al lado mío.
—Hermanito, estamos todos aquí. Queremos saber que ha sucedido —suspiro fuertemente antes de contestar.
—Primero os voy a hacer una pregunta que al principio quizás os suena extraña, pero es esencial que lo haga.
—Dila.
—¿Hermanita, tú me has llamado hace un par de horas?
—No, no te niego que hemos intentado comunicarnos contigo, pero no pudimos —ahí tengo la respuesta — ¿Por qué la pregunta?
—Porque cuando salí de la cueva donde me mando el viejo. Estuve allí retenido por días, sin ser consciente de que pasaba el tiempo. Raramente tenia cobertura y lo primero que hice fue llamarte a ti Alenka, bueno creía que eras tú, sin embargo resulto ser Bogdan haciéndose pasar por ti.
Antes de poder continuar con el relato, Rafal me corto.
—¿Cómo?
—Como lo oyes, el bosque también pensé que escuchaba la voz de Dagmara y de nuevo la de Alenka, me encontré con "ella" pero su comportamiento no era el mismo, y ahí descubrí que era Bogdan el que se estaba posando por mi hermana.
—¿Qué más ha pasado? —quiere saber Witold.
¿Sera conveniente que les cuente todo lo que ha pasado o me lo guardo para mí?
—¿Por qué te has quedado callado Zarek? Cuéntanos que ha sucedido. ¿Es algo malo?
—Ni te lo imaginas —respondo por fin —. La buena noticia es que tengo conmigo a Nadzia, lo malo es que estoy en una de las camionetas del viejo.
—¡Que alegría que ya este de nuevo a salvo de esa gente! Ya le quiero —escucho la alegría en la voz de Alenka.
—Antes de nada, sigue diciéndonos que ha sucedido.
—Os lo voy a resumir. Mi poder ha aumentado, Florián casi queda ciego y a Bogdan lo he dejado dormido como un bello durmiente descansando.
—¿Te has vuelto loco? Zarek estas empezando a ir por el mal camino, igual que el viejo. Estas haciendo lo mismo, abusas de tu poder —Witold tenía la razón, no estaba pensando con la cabeza.
—No soy consciente de lo que hago ni de lo que mis labios dicen cuando eso sucede. ¿Cómo quieres que cambie eso? —Miento.
No sé por qué lo hago si sé que me van a pillar, saben cuándo no digo la verdad, se me nota. A parte de que ellos saben más de cada habilidad que yo mismo.
—¿Sabías que se coge antes a un mentiroso que a un cojo? —Me pregunta Rafal —tú le llamaras ambicioso a Florián, pero tú al parecer eres igual que él o mucho peor. Debes cambiar ese chip que se ha instalado en tu sesera y sacarlo, aunque sea a golpes. No puedes reflejarte y parecerte a él, Zarek, tu vales mucho más que hacer daño a la gente. Las lágrimas no es ningún juego de niños con lo que puedas jugar cuando se te antoje.
—Serás de la realeza, pero eso no te da derecho a usar el poder de tal manera —esta vez me reprocha Alenka —, no te reconozco.
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