23

Estoy dudando entre si quitar mis dedos o si no hacerlo. No sé cuál de las dos opciones será la buena, aunque mi mano no se podía quedar ahí por siempre. Despacio y con sumo cuidado aparto mi mano de las dos letras que son parte de la composición de mi propio nombre. Al fin y al cabo, debía salir de este lugar y los dedos en algún momento los tendría que quitar y no iba a alargar más la espera.

Poco a poco voy retirando mis dedos del contacto de las letras, hasta que al final están suspendidos en el aire sin hacer ninguna otra acción.

Bajo mi brazo, apoyándolo en mi rodilla, al mismo momento que se empiezan a escuchar unos ruidos fuertes. La cueva y los interiores de esta se están viniendo abajo.

En el primer minuto mi cuerpo no reacciona y se queda quieto sin mover ningún musculo.

En uno de los extremos se empieza hacer una grieta enorme por la cual puedo ver una salida iluminada por una vela encendida.

Creo que por ahora voy a estar equivocado en que la cueva va a ser destruida. Bajo con cuidado de los pedruscos que hacían la "rotonda". Voy andando hasta la grieta que por cierto, tiene un tamaño bastante grande para poder entrar por ella. Aunque antes de adentrarme a ese lugar, solo asomo mi cabeza para apreciar que hay ahí.

Puedo ver desde mi posición que no solo hay una vela, si no varias haciendo que el camino oscuro se ilumine mientras vas caminando y no caigas o tropieces al estamparte con las paredes de piedra. Al menos si sigo las velas quizás no me pierda y pueda llegar a alguna salida de este lugar. Quiero salir de este sitio cuanto antes...

¿Qué tal lo estas llevando querido? Habla en un tono de burla ¿Te lo estás pasando bien?

Solo te voy a decir algo. El que ríe último, ríe mejor.

—¿Me estas amenazando Zarek?

Simplemente es una advertencia, si la quieres tomar como una amenaza, es tu problema.

Tus padres moribundos y tú sin adelantar ni darte prisa para poder ayudarles. ¿Te encanta meterte en líos?

—No te hagas el loco ahora, sabes perfectamente que estoy en esta situación por ti, y no porque yo lo haya elegido.

En cuanto dejo de hablar con el hermano de mi bisabuelo, empiezo a sentir que el humo sale de mí a gran velocidad, eso hace que las velas encendidas se apaguen de un momento a otro dejando todo a oscuras. Mis ojos están rojos, como todas las veces que el humo aparece o este de muy mal humor por culpa de alguien. Los seis brazos salen del humo decididos a romper todo lo que se interponga en su camino. Estos son más firmes que la otra vez, van dando golpes a las paredes, sin descanso mientras yo voy avanzando casi a ciegas. La nubecita que me alumbra, sigue mis pasos fuera del alcance de los brazos que salen de la humareda.

Voy avanzando destruyendo todo, hasta que paro en seco porque una pared de piedra me bloquea el paso. Los seis brazos se hacen uno y golpean con mayor fuerza el muro rompiéndolo de un solo golpe.

En cuanto doy un paso hacia delante queriendo avanzar más y saber que se encuentra tras esa pared, mis piernas empiezan a fallar, el humo desaparece junto al brazo enorme que se ha formado, mis ojos picaban y los tenía que cerrar para que pasara el escozor.

Un olor fuerte llega a mis fosas nasales, y hace que me maree. Intento llegar hasta uno de los laterales para poder apoyarme en algo sólido, aparte de poder sentarme y poder relajarme. Mis ojos no podían mantenerse abiertos ni dos malditos segundos.

El aroma que salía de alguna parte, cada vez era más fuerte y ya no podía soportarlo mucho más.

Mi mano derecha va hasta mi nariz para taparla y así hacer que disminuyera el olor tan horrible.

Mis ojos se abren de par en par, y se perfectamente lo que viene. El viejo Florián

¿Qué necesita su majestad ahora? ¿Burlarse de nuevo de mí? Ya me estoy cansando de tus constantes habladurías en mi mente.

Tendrás que soportarlo si no sabes cómo bloquear estas "llamadas".

No estoy para entretenerme hablando contigo a través de mi mente, compréndelo. Déjame, tengo cosas más importantes en las cuales ocupar mi tiempo que estar hablando contigo.

Cuando va entrarte en ese cerebro tan minúsculo que tienes que aquí las cosas las dicto yo, no tú, enclenque.

Yo tendré el cerebro pequeño, pero al menos le doy el mejor funcionamiento. Tu no lo puedes ni hacer, ya que ni cerebro tienes para hacer esa acción. Y aparte de eso; tu no mandas sobre mí. En ese caso lo deberían hacer mis padres, que por "algo" que les has hecho tú, no están en estos momentos junto conmigo.

No sabes de lo que hablas.

¡Ahí te he pillado! Como no tienes la razón, intentas que yo tampoco la tenga. Hazte caro de las cosas que dices. A parte que no siempre tenemos la razón. Grábatelo en tu cabeza.

No te soporto escupe.

¿Entonces porque demonios me hablas? Yo mismo te respondo la pregunta. Ni tú mismo lo sabes Florián. Tu vida es tan aburrida, que debes joder la de los demás.

Parpadeo varias veces para que mis ojos vuelvan a su color natural.

No sé por qué, pero estas "llamadas" en mi mente con El viejo Florián no me dejan relativamente bien, cada vez me dejan más débil, y en ocasiones tengo una sensación muy extraña dentro de mi cuerpo; como si me estuviera muriendo poco a poco.

Me levanto del suelo ya encontrándome bien después de los síntomas que había tenido minutos antes. Aunque seguramente detrás de todo lo que me estaba pasando era Florián, pero no quería pensar eso tan precipitadamente. No obstante, se llevaba todas las papeletas de ser el culpable.

Paso entre todas las piedras que han caído del muro que ha derribado el mega brazo que surge si unes los seis.

Desde aquí aprecio desde mi posición una tenue luz natural a lo lejos, y viene de un lateral de donde me encuentro situado.

¡Por fin voy a salir de este lugar!

Como no esté en lo cierto creo que me tirare un tiro aquí mismo, aunque no sé de donde sacare una pistola.

Del temor que tenía de no poder salir de este lugar iba dando pasos pequeños y mirando de reojo sin querer mirar mucho. Soy tan negativo que siempre pienso lo peor y que nunca me va a salir nada bien, aunque en estos instantes con mis propios ojos estoy viendo la salida de este lugar en el cual me ha mandado Florián.

No dejando nada por el camino, voy avanzando esquivando las piedras que se interponen en el camino para salir de estas galerías.

En cuanto salí de ahí teniendo que saltar me di cuenta que la nubecita no me acompañaba, giro mi cuerpo para mirar hacia atrás, y la veo allí parada bajando y subiendo. Hago una mueca sabiendo que ya no me va a acompañar más. Vuelvo a mirar para adelante y me encuentro con un paisaje precioso. A mí alrededor y a lo lejos, solo se podía ver verde, con mucha vida y color. El sol ya estaba empezando a esconderse, creo que la batería de mi móvil no iba a durar mucho, aparte de que no sabía dónde diantres me encontraba, y si estaba cerca de Poznań.

Antes de empezar andar, me siento en la hierba, aunque antes de eso agarro mi móvil para ver si tengo cobertura, y si es así les podría llamar a alguno para decirles que me encuentro en perfectas condiciones, pero que tardare un poco en volver o eso lo que pienso.

Cuando veo que si tengo cobertura; que me extraña muchísimo, intento llamar primero a mi hermana. Espero un par de segundos hasta que oigo la voz de mi hermana.

—¿Zarek? —le tiembla la voz. No he estado ni veinticuatro horas lejos de ellos y ya me echan de menos.

—El mismo que viste y calza —intento bromear, pero creo que no es un buen momento.

—Zarek no estoy, ni estamos para bromas, hemos estado tres días intentando saber tu paradero, no dábamos contigo. ¿Dónde estás en estos momentos? ¿Estás en un lugar seguro?

—¿Tres días? —me extraño por sus palabras —. Solo he estado unas horas fuera, Alenka. Y respondiendo a tus preguntas, no sé si será un lugar seguro, pero alto si es. Me encuentro en montaña.

—¿Cómo que no sabes dónde estás? Dice al borde del desespero.

—¡Cálmate mujer! Da gracias que estoy bien, todo esto ha sido obra del queridísimo Florián. ¿Están los demás cerca de ti? —pregunto algo impaciente.

—¿Qué me calme? Donde has estado, te ha hecho perder la noción del tiempo —esta chica está loca de remate —. Dime donde estas, iremos a buscarte.

—Estoy sentado en la hierba de una de las montañas que me rodean. ¿Te sirve la información? —no me quería reír, pero acabo haciéndolo.

—Yo preocupada por ti y tu tan indiferente como siempre, eres un caso Zarek —me dice mi hermana seria. En realidad si me había cagado de miedo, pero eso no tenía que saberlo ella —. Enciende el localizador para que te podamos encontrar.

—En un momento jefa —le hago caso a lo que me indica, y le oigo que le dice a Witold que empiece a buscar mi ubicación.

—En un rato llegaremos, intenta no utilizar mucho el móvil.

—Daros prisa, en nada empezara a oscurecer y empieza a refrescar.

—De acuerdo, quizás ve buscando un lugar donde te veamos mejor, nos harías un gran favor.

—¿Hacia qué lugar hay alguna carretera? —Pregunto interesado, sé que por detrás están los demás, haciéndole preguntas a mi hermana —. Diles que dejen de preguntarte tanta cosa, que me marean hasta a mí.
—Debes bajar hasta abajo y encontraras unos árboles en hilera que hacen de camino. Sigue todo recto hasta llegar a una explanada.
—Me voy a perder, pero lo intentare. Está oscureciendo y en estos casos mi orientación no es muy buena.
—Está bien, yo te iré guiando por el móvil.
—Es lo mejor que has dicho en estos minutos que llevamos hablando hermanita —le digo.
—No te hagas el gracioso Zarek, que nos conocemos.
—Para una vez que no lo digo a malas, me echas la bronca —me indigno —. En un rato nos vemos —me despido y cuelgo la llamada.

Quería pensar que estaba yendo por el sitio correcto y que no andaba perdido. Este no va a ser ese caso, me encontraba totalmente perdido sin saber por dónde dirigirme para encontrar los malditos árboles que decía mi hermana. No encontraba nada, estaba completamente oscuro, el móvil se había apagado. Iba a ciegas totalmente. No me podía comunicar con nadie, y aparte de eso, me estaba congelando de la baja temperatura que hacía.

Los arboles estaban agrupados en cuatro, dejando un espacio enorme, la luna brillaba iluminando ese gran lugar. Miro hacia el cielo y me encuentro directamente con la luna.

Me siento en el suelo, y paso una mano por mi pelo, revolviéndolo y dejándolo más despeinado de lo que ya estaba.

No quería empezar a comerme la cabeza con preguntas innecesarias. Me conocía perfectamente, podía comenzar a llenarme de preguntas sin respuesta. Sin embargo no quería quedarme toda la noche aquí a la intemperie, no dudaría hasta la mañana siguiente, no quiero morir de hipotermia.

—¡Zarek! —Escucho mi nombre — ¿Dónde estás? ¡Zarek! —la voz de Dagmara se escucha alta y demasiado cerca.

De un salto me pongo rápidamente de pie y empiezo a chillar.

—¡Aquí Dagmara, aquí! —miro hacia todas partes para intentar verla entre las sombras de los árboles.

—¿Zarek? —me vuelve a llamar.

—Estoy aquí —no podía percibir bien en qué dirección estaba —vuelve a hablar —grito, Dagmara me hace caso y vuelve a decir mi nombre, mis pies empiezan a andar en línea recta.

Mis ojos no distinguían ninguna silueta, de nuevo estoy a ciegas. Siento unos pasos que vienen por detrás de mí. No quiero darme la vuelta, mi cuerpo se paraliza, no quiero temblar de miedo, sin embargo lo hago.

Quiero salir corriendo hacia cualquier sitio, no me importa cuál sea el lugar.

—Zarek —al final me van a gastar el nombre de tanto haberlo pronunciado. Esta vez no es la voz de Dagmara, si no de mi hermana. Alenka está aquí.

—No te veo Alenka. Aparece de donde te encuentras —mi voz tiembla. No sé de donde sale pero apoya su mano en mi hombro derecho. Mentiría si dijera que no me he asustado.

—No me des esos sustos, boba —le regaño —cualquier cosa podría haber sido, en vez de tu.

—No seas cagueta Zarek, por dios. No hay nada aquí, solo oscuridad —me pasa un brazo por los hombros y hace que empiece que ande junto a ella.

—Habéis tardado mucho —me quejo —, encima he acabado perdiéndome, y mi móvil se ha quedado sin batería.

—Tu nunca sabes nunca seguir las instrucciones que te dan, tu orientación es nula querido.

—Al menos me has encontrado sano y salvo —ella no responde —. Aunque debo decir que me muero de hambre.

—Cuando lleguemos al apartamento que hemos alquilado para las semanas que nos vamos a quedar, comerás. Ahora nos queda llegar al coche e iniciar el camino de vuelta, podrás descansar —Alenka estaba cortante y no sabía el motivo, tampoco podía adivinarlo, ya que no era un sabio el cual supiera todo.

Paro en saco, y conmigo para también mi hermana. Necesito saber que le pasa por la cabeza.

—¿Me vas a contar que te ocurre? Estas extraña Alenka, y nunca eres tan cerrada, aparte de distante. Ese soy yo y tú eres todo lo contrario a mí. ¿Me lo vas a contar?

—No me pasa nada Zarek, deja tus paranoias —sé que está mintiendo, y como no quiero permanecer más tiempo en este oscuro lugar, no le insisto.

—Vamos —me indica. Volvemos a andar y recuerdo algo.

—¿Dónde está Dagmara? —me mira raro —. He escuchado su voz antes.

—Estará camino al coche también o si no está ya dentro de él —asiento no muy convencido. Algo iba mal aquí. Todo era muy extraño.

Necesitaba luz para poder ver mejor a la cara a "Alenka", estaba casi seguro que estas personas que habían venido a por mí no eran mi familia. No quiero pensar lo peor, que es que Florián haya venido hasta aquí o haya traído a sus mascotas a que vengan a por mí.

No quiero ser "secuestrado" por esta panda de personas, maniáticas por conseguir algo que ni yo sé dónde está.

Estaba mirando al frente en vez de mirar a veces para abajo para no tropezar con nada, la persona a mi lado que se hacía pasar por mi hermana ; lo sigo pensando, se tropieza conmigo y cae al suelo. Yo sin embargo no me caigo y me quedo mirándole, aunque mucho no se aprecie.

Estoy tentado a salir corriendo a cualquier lugar, lejos de esta persona y los demás que me están "esperando" para irnos.

—¿Qué haces ahí plantado como un pasmarote? ¡Ayúdame! —confirmado, no es Alenka. Mi hermana no me hablaría así. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top