19

Me encontraba solo sentado en la mesa del salón, todos se habían marchado hace media hora. Mi mejilla reposaba en la mesa, mantenía los ojos cerrados. Sé que no me encontraba en una posición demasiado cómoda, pero al menos podía descansar un buen rato de las incomodas voces de los demás, además de su presencia. Desde que me desperté en el palacio no hay muchas veces que estoy solo, aparte de cuando duermo por las noches.

—¿No tienes cama en donde dormir que vienes a la mesa a hacerlo? —la voz sarcástica de la chica con pelo azul hace que todo mi buen humor y mi descanso se vaya a la mierda en un segundo.

—Vete por favor, antes de que pierda los papeles por tu culpa —intento contestarle bien. Levanto la mirada y mis ojos recaen en los suyos —, vete a molestar a otra persona que no sea yo.

—¿Por qué buscar a otra persona si tengo en frente a mi juguete favorito? —no me gusta nada lo que acaba de decir. ¿Su juguete? Soy una persona no una marioneta con la que poder jugar cuando ella quisiera.

—Lárgate de una santa vez de aquí Eunika, no te lo voy a volver a repetir —vuelvo a acomodarme en la mesa esperando a que se fuera, pero no escucha sus pasos dándome la confirmación de que se hubiera ido.

Arrastro la silla haciendo ruido y me levanto de un humor que no es muy sano tenerlo a esta edad.

Paso por al lado de ella sin mirarla en ningún momento, oigo que se ríe, pero no me paro y sigo mi camino mordiéndome la lengua para no decir nada.

¿Esta mujer no se cansa?

Salgo al porche de la casa y no me encuentro a nadie, no sé dónde se habrán metido todos pero espero que Bogdan y Aleksy se hayan ido.

Tampoco los quiero ver rondando por aquí, aunque eso no tienen pensado las demás personas que viven ahora bajo el mismo techo que el mío.

—Tan solitario como siempre. ¿No tienes amigos? — ¿Enserio? Parece ser que todos me quieren hacer cabrear de una forma o de otra.

—¿Y tú no tienes una vida la cual disfrutar y dejar a los demás en paz? Patético.

—Es más divertido molestarte —cierro los ojos y sé que en menos de un minuto mis ojos serán rojos.

Al cerrarlos, mi visión se va a un lugar que no lo reconozco ahora, pero a la persona que estaba delante sí. Bogdan está delante de mí, esta solo no le acompaña nadie. Su cara de estúpido se había ido y la remplazaba una de miedo. Miraba a todas partes con temor, por si tenía alguna escapatoria. Mi cara no era de las más bonitas en este momento, parecía que estaba acechando a mi presa.

Estaba oscuro y solo nos veíamos por la luz de la luna que nos enfocaba a cada uno. ¿Cómo habíamos llegado a esta situación? No lo sé.

Mis ojos se abren y están rojos, el humo a mi alrededor no ha aparecido aun, aunque creo que no va a tardar en aparecer, todo mi cuerpo desprende furia. Y antes de que diga algo, hablo yo.

—Te voy a decir algo, tómatelo como quieras, pero yo si fuera tú haría caso —estoy de espaldas a él. Aunque sé que está atento a mis palabras —. Cuantas más veces me cabrees, menos oportunidades tienes de vivir —finalizo. Me doy la vuelta lentamente y mi sonrisa ha salido siniestra. No quito mi mirada de la suya. Si no se acobardado le falta poco para hacerlo —. No es una amenaza, es una advertencia. Así que ve con cuidado.

—¿Acaso tienes las agallas de matarme? ¿Te vas a volver un maldito asesino Zarek? —Bogdan tenía una sonrisa siniestra.

—Yo jamás seré un asesino —hablo entre dientes.

—Entonces explícame a que ha venido la advertencia.

—A que mantengas tu maldita sucia boca cerrada y no sueltes estupideces por ella. Te iría mejor.

—¿Y quién lo dice?

—¡Yo! Al que intentas provocar cada vez que una oportunidad se te presenta delante de tus narices. Aunque lo haces casi siempre cuando no hay nadie delante, como los cobardes —el alza las dos cejas, retándome para que acabe lo que voy a decir —como tú —acabo lentamente.

El semblante de Bogdan cambia radicalmente, solo veo furia en su rostro y debo de decir que mis palabras sí que lo han provocado. Él no está por la labor de hablarme todavía, entonces lo hago yo de nuevo.

—¿Me vas a decir que tienes en mi contra? —Pregunto girándome de nuevo para ver el paisaje que se encuentra frente a mí — ¿Acaso es envidia? Si es eso, te diría que no la tuvieras ya que no hay nada de que envidiarme.

Bogdan se coloca a un lado e mí, se gira a verme y yo tan solo lo miro de reojo. Suspira y hace una mueca.

—¿Qué pretendéis hacer al venir aquí y decir que no sois los enemigos? —le ataco con otra pregunta —. Si fuerais amigos, no hubierais ido con Florián. ¿O ya estabais con él desde hace tiempo? —ahora sí que lo miro a su cara y veo la confirmación en ella. Sus expresiones lo delatan.

—No es como tú piensas.

—Es exactamente como pienso. Deja de mentirte y ve de frente, con la verdad. Ahora quiero que tú y Aleksy os largáis de aquí. Y si ves a Florián, dadle saludos.

Me doy la vuelta y entro en la cabaña sin mirarle. Espero que tome en cuenta el irse, ya que una cosa es que tenga que soportar a Eunika y otra muy distinta es agregar a dos personas más a ese saco.

Antes de poder llegar al pasillo que conduce a las habitaciones, mi hermana me intercepta en la entrada.

—¡Hey Zarek! ¿Por qué tan pensativo? ¿Acabas de hacer alguna idiotez?

—Se pensar con el cerebro hermanita —sé que no me cree. Quizás alguien que no me conociese podrían picar y pensar que era verdad todo lo que decía, pero estaban equivocados.

—¿Qué has hecho? —se pasa una mano por la frente, sin dejar de mirarme.

—¿Podemos ir a mi habitación? Recuerda que aquí hay personas muy curiosas —ella sabía a quién me refería con ese comentario.

—De acuerdo —Alenka acepta y nos dirigimos a la habitación más alejada de todas. Cierro la puerta con seguro por si alguien quiere entrar a molestar —. Empieza hermanito, desde el principio.

—Primero la loca me ha intentado provocar pero no he caído en su juego —sonrío a mi hermana.

—No pareces un niño bueno, deja de hacer esas caras. Nunca lo aparentaras, deja de insistir —se quiere poner seria pero no lo consigue. Ríe —prosigue, no te entretengas.

—Segundo, cuando he salido afuera, Bogdan me ha hablado, y en una de esas he soñado despierto, no como aquella vez que soñé cuando estaba dormido —paro para ver su reacción.

—Zarek sigue, sigue —me insiste.

— Como en el anterior sueño, no era uno gratamente bonito...En este creo que tengo intenciones de matar a alguien...—mi hermana abre los ojos como platos, yo me mantengo callado por unos minutos.

La veo removerse un poco nerviosa en la silla que se había sentado, no me mira con miedo, pero si con desconfianza y eso me duele. Yo no tengo la culpa de tener estos ensueños tan raros que aparecen en mi cabeza.

—Prosigue —dice lento y bajito.

—Le he advertido que no me moleste más, ya que tendrá consecuencias al hacerlo.

—Eres tan peligroso que ni tú mismo te das cuenta —hace una pausa —sé que no has elegido ser lo que eres, recuerda algo; antes de decir cualquier cosa que después te puede perjudicar, piénsalo bien. Y antes de echar a alguien por impulso, habla con los demás que también vivimos aquí. Tenemos derecho a saberlo y a decidir si se marchan o no.

—Yo siempre soy el malo, lo tengo asumido.

—No es que lo eres. Tienes el temperamento de un niño que actúa impulsivamente —sin decir nada más, mi hermana se levanta, abre la puerta, y me deja solo en la soledad de esta fría habitación.

¿Si soy la destrucción del mundo voy a matar a todas las personas y animales de este planeta? ¿Seré un asesino? ¿Bogdan tenía razón?

La esperanza de todo un planeta y de mí, ahora mismo está lejos. Se encuentra junto con Minka en un lugar seguro. Pero lo que creo yo es que yo y todas las personas estarían más a salvo si viniera.

Me despeino mi pelo haciendo que vaya a todas las direcciones posibles, decido por ir a hablar con Rafal para poder hablar con él.

Mientras avanzo por el pasillo me doy cuenta que todas las habitaciones están cerradas menos una. Justamente la primera habitación tiene la puerta semi abierta, la luz encendida, aparte de que se escuchan voces.

Bogdan y Aleksy se encuentran allí, no sé de qué estarán hablando, pero seguramente no será nada bueno.

Me acerco un poco más y escucho sus voces algo mejor. Bogdan le está contando lo sucedido antes en el porche.

¿Se irían o les habría dicho mi hermana que se quedaran?

Una tercera voz llega a mis oídos; la de Eunika. ¿Esta chica está en todas partes o qué?

—Se está intentando controlar cada vez que le digo algo, intenta no explotar y mágicamente lo consigue. Aunque debo decir que es por los pelos —sigo escuchando cada palabra que sale por la boca de Eunika, sin verla obviamente —es como si fuera una bomba de relojería, no sabes cuándo explotara.

—¿Qué haces aquí Zarek? —pregunta Dagmara llegando hasta mí.

—Iba a buscar a Rafal para poder hablar con el de un asunto —está asiente.

—Te acompaño, está afuera junto con los demás —camino junto a ella alejándome del trio que más odio en el mundo.

Seguramente se callaron al escuchar la voz de Dagmara y esperaron a que nos fuéramos de ahí para seguir charlando.

—Sé que estabas escuchando la conversación que estaban manteniendo Eunika con Bogdan y Aleksy.

—No te lo pienso negar —me encojo de hombros desinteresadamente —, estaban hablando de mí.

—¿Cuándo no habla la gente de ti Zarek? Es un tema muy frecuente entre todos, no solo de ellos —elevo mis dos cejas algo sorprendido —. ¿No te hagas el sorprendido hombre, tantas cagadas que haces al día y no se te ocurre que hablamos sobre ti y como cambiar tu chip?

— ¿Cambiar el chip? No me cambiareis, si eso conlleva a ser una marioneta dirigida por vosotros. Me niego —le digo.

Dagmara ya no abrió la boca para pronunciar alguna que otra palabra, simplemente se limitó a ir en silencio. Salimos a fuera de la cabaña dejando dentro a ese trío.

—¿Dónde están? No veo a nadie, siempre que salgo esto está completamente desolado.

—No seas impaciente o desesperado, hay una explicación para cada acción.

—¿Qué hacemos aquí abajo? —Dagmara me había traído donde supuestamente estarían los coches. Ahí no cuadraba nada.

No estaban los vehículos en los cuales habíamos llegado aquí, ni tampoco estaban por ninguna parte, ni mi chófer, mis guardaespaldas, mi hermana y Julek.

¿A que estaban jugando? ¿Irse si avisar?

—¿Tu tenías conocimiento de esto? —ella niega con la cabeza. Su cara de no tener ni idea era épica —. Si antes desconfiaba de tres personas, ahora agrega a la lista a todos los que se han ido en los coches.

—¿Sabes el motivo por el cual se han marchado tan repentinamente? —Niega con la cabeza —volvamos a la cabaña, está empezando a refrescar y yo no quiero enfermarme. Tú haz lo que quieras.

Voy subiendo a paso ligero hasta llegar a la cabaña, antes de poder llegar a ella de nuevo una sombra o un movimiento en la parte trasera de la cabaña me pone alerta.

¿De nuevo esa persona? ¿Será mi padre biológico?

Miro primero a las ventanas en la parte delantera por sea caso Eunika, Bogdan o Aleksy se asoman por ahí como si fueran unos cotillos que deben enterarse de que pasa a cada minuto del día.

De un momento a otro se ha levantado mucho aire y no me deja mucho avanzar hasta donde yo quiero.

—¡Zarek! —me grita la voz de Dagmara, pero casi no se le escucha por el sonido tan fuerte que está produciendo el aire. Me giro para verla y sigue hablando —. ¿A dónde te crees que vas? Va a caer una buena, aparte de la tormenta que se avecina.

—Se me cuidar sola, no te preocupes, voy enseguida —grito de vuelta.

El viento venía de frente y me costaba caminar, me arrime más a la cabaña, ya que así podría avanzar mejor, llego hasta la esquina y la doblo, no note nada fuera de lo normal, hasta que veo una figura de espaldas que no puedo reconocer.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? No puedes estar en este lugar —sin darse la vuelta y mirarme a la cara me responde.

—¿No puedo estar en mis propias tierras? —mis ojos se agrandan más que los de un búho. Esta persona no puede ser mi padre biológico o alguien de mi familia.

—Tú no eres nadie de mi familia, tan solo eres un impostor.

—Si fuera un impostor como bien tú dices, cuando llegaste aquí alguien te dio un bastón, ¿verdad? —aunque no me vea asiento.

—Sí. ¿Cómo sabes tú eso?

—Porque te lo di yo —él se va dando la vuelta lentamente, no le puedo ver la cara ya que lleva puesto el gorro de su cazadora.

—¡No! No eres mi padre. No puedes serlo. Tú eres Leszek Dunajski, eras uno de mis vecinos en el edificio. Me niego a creer que seas heredero de todo esto. ¡Tienes otro nombre! —no me cuadra nada, de un momento a otro me ha venido a la mente una imagen de mi vecino y no se comportaba así.

—Uso un nombre y apellido falso, pero en mi acta de nacimiento pone que soy Ryszard Chlebek.

—Vas a tener que mentir mejor para que te pueda creer —le digo furioso.

—¡Que terco que eres!

—No lo sabes bien —murmuro en bajo —En fin... ¿A qué has venido? No tengo todo el tiempo del mundo.

¡Este tío no puede ser mi padre! Debe haber aquí algo raro. ¿Si es Florián que se ha hecho pasar por mi vecino que a duras penas he reconocido? ¿Cómo sabia sobre la vara que la mantengo conmigo? Muchas preguntas sin ninguna respuesta.

—¡Zarek! —alguien me llama pero no le hago caso, el hombre desaparece de un momento a otro, que no me da tiempo a asimilarlo —. ¿Acaso estas sordo?

—No Dagmara, no estoy sordo.

—Ya ha pasado bastante tiempo. ¿Por qué no entras?

—A eso iba cuando me has venido a buscar —miento como un bellaco.

Tenía que averiguar o preguntar si alguno de mi familia o gente cercana a mí sabe aparentar de otra persona que fuera ella o quizás tan solo sea una persona que se parezca mucho a ella, aunque la verdad que serían muchas casualidades el mismo día.



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