11
—Minka por favor, baja la persiana y cierra las cortinas —me moría de sueño, y no estaba con mis mejores ánimos para levantarme de la cama.
Me encontraba boca abajo, con la cara aplastada en la almohada, con los ojos cerrados. Estaba en medio de la cama, con las sabanas medio tiradas por el lado izquierdo de la cama. Me doy la vuelta sin todavía abrir los ojos.
—Tu padre te espera en la biblioteca, no le hagas esperar. Hoy no se ha despertado con muy buen humor — ¡Ya somos dos!
¿Cómo es levantarse con un humor maravillosamente bueno? No lo sé, todavía no lo he experimentado.
—¡Señorito, ya! Levántese de na vez —Minka se retira de mi habitación, lo sé porque no escucho sus pasos por mi habitación. Por sea caso, me incorporo en la cama, poniendo mi espalda recta en el cabecero de la cama, y abro los ojos, pasándolos por toda la habitación, cerciorándome que no está, y efectivamente, no se encuentra dentro.
—¿Qué hora es? —me pregunto a mí mismo en voz alta. Busco el móvil con la mirada, y lo encuentro en el bordillo de la cama, a punto de caerse. Lo agarro y enciendo la pantalla. ¡Mierda! Son las nueve y diez, llego tarde.
Me levanto rápidamente de la cama, tengo pereza, mi progenitor me va a matar. Me pongo un pantalón, y una camiseta, me calzo y voy directo al baño, a lavarme la cara, para quitarme los restos de legañas que debo tener.
"Rápidamente" salgo del cuarto de baño, al igual que de mi habitación. Cruzo el pasillo hasta llegar a la puerta de la biblioteca. Toco casi con temor, no sé qué esperar de mi padre. No tengo mucha paciencia para soportar su genio.
—Pasa hijo — ¿Cómo sabe que era yo? ¿Ve a través de las puertas? Cada día me sorprendo más.
—Lo siento papá, me cuesta demasiado levantarme por las mañanas —me disculpo. Él, le resta importancia levantando cabeza y dándome una mirada, haciendo un gesto de que me sentara en una de las sillas que habían ahí.
¿Florián no había llegado? Creo que ya sé porque mi padre está que echa humo. Su tío tampoco es puntual.
—¿Me extrañabas sobrino? —alguien entra por la puerta, dirigiéndose directamente a Dyzek. Él levanta su mirada del ordenador, que tenía encendido a un lado de la mesa.
—No me llames, sobrino, tengo un nombre, el cual me puso mi padre —alza la voz mi padre.
—Si no fueras, mi familia, a parte de mi sobrino, no te llamaría de ese modo.
—Por desgracia, llevo algo de tu sangre.
Florián, avanza tan lentamente por la estancia que da miedo. Se planta al lado mío, apoya sus manos en la madera de la mesa, y mira fijamente a su sobrino.
—¿No todos los que están en esta habitación tienen la misma sangre, no? —le mira desafiante Florián.
Me quedo en shock con lo que acaba de decir, y me hace pensar demasiado. Mi cerebro empieza a funcionar. Si no tengo la misma sangre que tiene mi padre, en teoría no soy de esta loca y maniática familia. Mi cerebro va a explotar, con unas simples palabras una persona puede derrumbar a alguien y hacerle pensar hasta el cansancio.
Mi cabeza intenta formular muchas preguntas, pero hago que mi mente las bloquee todas.
—¿Chico? —Pregunta Florián —creo que todavía ningún gato te ha comido la lengua, puedes formular alguna palabra, no está prohibido hablar todavía —niego con la cabeza.
—No puedes mantenerte nunca en silencio —mi padre mira con furia a su tío, aunque él todavía mantiene su mirada en mí.
—Lo siento por meterte en más problemas familiares, pero no va a estar toda su vida viviendo en una burbuja y no sabiendo realmente quién es.
—Ese tema nos corresponde a Iwona y a mí, decírselo. No a un extraño para él.
—¿Cuándo se lo ibas a hacer? ¿Cuándo el mundo caiga?
—No vayas por ahí, Florián, no se te ocurra.
—El destino está firmado y escrito por el sabio. Y sabes que siempre se ha cumplido todo lo que se escribe en ese libro, que por cierto ahora, está en paradero desconocido.
—Sal de mi propiedad.
—Todas las casas a las que llamas "tuyas", son de esta persona que se encuentra sentada aquí —me señalas a mí —sin saber qué hacer y en shock, no sabía que decir.
—¡Alto! —grito harto de escucharlos —. ¿Para esto querías que me levantara de la cama? —Me dirijo a mi padre — ¿Para descubrir que no soy un Chlebek? Pues felicidades "papá" ya lo he hecho. Y ahora con toda la autoridad que tengo, os quiero fuera de mis terrenos.
Mi padre pone los ojos en blanco sin saber que decir, sin embargo Florián, tiene una sonrisa ladeada.
—Borra esa sonrisa, que no has ganado la lotería.
—Ibamo...
—Largo, no os quiero ni ver.
—Sí que tiene carácter, "tu hijo" —Florián se burla de Dyzek.
Este se va caminando como si le costara caminar, andaba con vagancia, lo veo salir de la biblioteca y centro mi mirada en el que hasta ahora pensé que era mi progenitor.
—¿No piensas hacer lo mismo que tu queridísimo tío?
—¡No! —sentencia —. No me moveré de este lugar hasta que me escuches.
—¿Y si no quieres?
—No tienes opción, Zarek. ¡Siéntate!
—Empieza —me quedo de pie con los brazos cruzados.
—Siéntate de una vez, Zarek, no te lo vuelvo a repetir —bufo cabreado y a regañadientes le hago caso a su mandato.
—¿Puedes dejar de bufar? No eres un animal.
—Tampoco soy una persona normal —replico.
—Haz el favor de hacer lo que te pido, por favor —dejo de bufar y de hacer ruiditos con mi boca.
—Empieza a largar por esa boca, todo lo que tengas que decir, no te dejes ningún detalle.
—Todo empezó hace mucho tiempo...demasiado diría yo. Yo e Iwona, no vivíamos aquí, si no en Delaware junto con mi madre Mela y mi padre Kolby. Mi madre, al contrario que mi padre, era demasiado avariciosa. Tu familia vienes de la familia real de los híbridos. Tú apellido si es Chlebek, tu bisabuelo es Cibor Chlebek. Eso no ha cambiado.
—Entonces si él es mi bisabuelo y es el hermano de Florián...él no es tu "tío" —él está pensativo y no me responde a lo que le pido.
—Deja eso apartado. Sigamos con el tema de mi madre. Ella era y aunque este enterrada bajo tierra seguro que lo debe ser aun, demasiado ambiciosa. Nosotros no éramos los mejores amigos de tu familia, al contrario, nos enfrentábamos casi hasta que alguno moría. Éramos enemigos desde que nacimos. Repudiábamos el apellido del otro, por aquellos tiempos. Y mi quedísima madre, anhelaba todo lo que tuvierais vosotros, riqueza, poder, y lo que más ansiaba con toda su alma, el trono.
—Tu madre no me caería bien.
—Ni a ti ni a nadie —sonríe de lado, mientras mira fijamente el ordenador, y justamente en ese momento, deja de sonreír y se le pone el semblante serio.
—¿Qué pasa? ¿Algo va mal?
—El sabio viene para aquí. Está llegando.
—¿Cómo? ¿Quién es ese tal sabio?
—Tu...bisabuelo —no ha terminado de decirlo que casi me desmallo.
Muchas revelaciones en tan solo una mañana y todavía, hay muchísimas dudas. ¿Por qué Cibor es el sabio? ¿Porque Florián le llamaba sobrino a Dyzek? ¿Quiénes eran mis padres biológicos? ¿Todo esto era un sueño?
Estas eran algunas de las preguntas que se formulaban ahora mismo en mi cabeza y que no me dejaban pensar con claridad, además de dejar en blanco mis propios pensamientos.
—¿Quién te ha enviado el email? —pregunto.
—¿Cómo sabes que ha sido un correo? —subo mis dos cejas, esperando la respuesta —. Iwona.
—Era de esperarse. ¿Ella también viene?
—Sí, debemos hacer todo lo posible para que nadie sepa, que el sabio está aquí. Corre peligro.
—¿Entonces para que se pone en peligro el solo, viniendo hasta aquí? —ahora es Dyzek el que pone cara de obviedad. ¡Me quiere conocer! —. ¿Por qué no me lo contasteis antes?
—No se podía, y como te o ha soltado Florián, tampoco era lo más convenientes. A propósito...ya te habrás dado cuenta que Cibor, no es mi padre.
—No soy tan idiota, como creéis que soy. Sé que por desgracia, la persona que ha estado aquí hace un rato, es mi familia y la persona que está en camino también. Lo que todavía no sé y quiero saber es... ¿Quiénes son mis padres biológicos?
—Saca toda la paciencia que no tienes y espera a que venga Cibor —suspiro fuertemente, pero hare caso.
—Tengo otra pregunta...
—Lánzala —suelta una carcajada.
—¿Minka es de la familia? Ya me entiendes...
—No. Sus habilidades similares a las de Florián. Este aparenta la edad de Alenka, sin embargo tiene más de cien años. Y ella, es al contrario, en realidad tiene diecinueve años y aparenta cincuenta —creo que mis ojos han salido de sus respectivas cavidades orbitarias.
—¿Y no tiene algún parentesco con alguno de nosotros?
—No, simplemente su familia siempre ha servido a los Chlebek.
—Entiendo. ¿Y su familia?
—Nunca la tuvo...bueno su familia siempre fue los Chlebek y nosotros, Iwona y yo la cuidamos desde que era un bebé. Le pedimos que nos hiciera un gran favor y que usara sus habilidades para que no aparentara su edad.
—¿Por qué?
—Te pasarías todo el tiempo embobado viéndola, es hermosa.
—Eso es una farsa.
—¿Qué te apuestas? ¿Si quieres las llamo?
—No, déjalo.
¿Cuántas sorpresas más me quedaran por descubrir?
¿Qué estaba en camino? Llevo dos horas esperando al tal Cibor. He estado un rato más charlando un buen rato, hasta que me despedí de él, ya que se quedaría un rato más, ahí encerrado resolviendo cosas, y yo baje al piso inferior a estar en el salón. No me molesto ni en encender la televisión. Me quedo medio dormido tumbado a lo largo del sofá. Al menos es cómodo para echarse una siesta mañanera.
—Zarek —me zarandea alguien mientras me llama por mi nombre —despierta.
—Tengo sueño —me quejo. Pero a la vez abro poco a poco los ojos.
—¿Qué pasa?
—Que son casi las once de la mañana y no has comido nada y tú eres don comilón.
Me iba a levantar rápido, pero Dyzek me pone una mano en el hombro y hace que me quede en su sitio.
—Solo debes incorporarte, te he traído el desayuno —su mirada viaja de la mía hasta una mesa grande que está detrás de mí. Hago lo que me pide y me quedo sentado en el sofá. El cuidadosamente me pone la bandeja en mis piernas.
Dyzek, no se va a ninguna parte, al parecer ya ha hecho las cosas que debía de hacer y está desocupado. Se sienta a mi lado en el sofá, ya que le he dejado un hueco enorme para hacerlo.
—Suéltalo ya —no lo estaba mirando, sin embargo, sentía su mirada en mi persona, sentía que estaba algo nervioso pero contenía bastante bien sus emociones, no como yo.
—Están al caer —casi escupo la comida, pero me he controlado.
Yo puedo ser de muchas combinaciones de palabras malhabladas, ya que yo no voy a contestar nunca de una buena forma. Pero a la hora de conocer gente, no es que sea mi fuerte, sea mi familia o no, no lo conozco y como no sé cómo va a ser esa situación, los nervios invaden mi cuerpo.
—Tranquilízate Zarek, vamos a estar contigo.
—Sabes que conocer gente, no es que sea especialmente mi fuerte.
—Y estar con ella tampoco. Te conozco más de lo que crees. Ahora...termina el desayuno.
Se oyen voces y pisadas de personas. Una de ellas la detecto a la primera. Iwona, pero la otra es totalmente desconocida. No la logro saber de quién pertenece pero me hago una idea. Dyzek se levanta y va a la entrada para abrir la puerta y recibir a los invitados.
—¡Bienvenidos! —este les hace un gesto para que pasen.
Desde mi lugar puedo observar prácticamente bien, lo que está ocurriendo en el hall. Entran por lo menos más de cinco personas. ¿De dónde han salido todos estos?
—¡Id pasando al salón! Esta justo detrás de mí. Así no nos acumulamos aquí.
Iwona es la primera en entran al salón comedor, primero echa un vistazo a todo, hasta que sus ojos recaen en los míos y en su cara se le plasma una gran sonrisa.
—¡Zarek, cariño! Te fuiste ayer y ya te extrañaba por allí —exagera Iwona.
—No digas barbaridades. No es cierto —dejo la bandeja en la mesa y me levanto del sofá, me acerco a ella y le doy un abrazo —yo también te he echado de menos, "mamá".
—Bueno...basta de sentimentalismos —ella me aparta de su cuerpo y se pone a la par mía —hay una persona en especial que te quiere conocer.
En ese instante entraron cinco personas desconocidas ante mis ojos. ¿Quiénes son? Miro desconcertado a mi madre, y ella me explica enseguida.
—Guarda espaldas y gente que estará rondando por la casa y los alrededores mientras "el sabio" se encuentre aquí.
Las personas que estaban en una fila horizontal se abren a los lados para que una persona, que apenas está entrando a su vejez.
¿Cibor? ¿Ese es mi bisabuelo? Podría pasarse perfectamente como mi abuelo. Ahora que nombro la palabra abuelo... ¿Quién será el mío?
Lo primero en lo que me doy cuenta cuando avanza es que utiliza un bastón de madera, pulida a mano, para poder sostenerse en pie. Tiene la pierna izquierda coja. No sé qué le ha podido haber pasado, pero por ese pequeño hecho, lleva ese palo.
—Zarek, Zarek, Zarek, al fin te veo, después de casi dieciocho años —parece ser que él me conoce. Me quedo estático, en el lugar, al lado de Iwona, ella intenta empujarme suavemente para que vaya a donde él, pero no hago ningún movimiento.
—No te va a hacer daño, Zarek, confía —me susurra la voz femenina de mi madre.
Me voy acercando lentamente, con los nervios a flor de piel. Veo a Dyzek apoyado en el marco de la puerta sonriéndome, y asintiendo.
—Por si no lo sabias, yo me llamo Cibor y además de ser "el sabio", también soy tu familia.
—Me lo han comentado, además que mi "hermana" me dejo una carta en el palacio, un día después de mi cumpleaños. Nunca he visto alguna foto tuya.
—Ahora no va a hacer falta las fotos ni nada, creo que me quedare un tiempo por aquí —Cibor observaba todo con detenimiento —. ¿Dónde se encuentra Minka? —me sorprendo un poco cuando escucho esa pregunta salir de los labios de mi "joven" bisabuelo —. ¿Sigue amando la cocina?
—No lo sabes tú bien —dice una voz bastante familiar pero creo que algo más aniñada de lo que recordaba.
Al lado de Dyzek, se encontraba una chica, y este me está mirando con una ceja alzada, y de repente recuerdo la charla de la mañana.
Ella es Minka.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top