10

Cuando mi padre dijo que iba a estar cerca de ellos, justo al otro lado de la montaña, no mentía. Pero... ¿Cómo no va a estar lejos si hay una montaña de por medio? Luego me llaman demente a mí.

—¿Cuánto falta para llegar, Rafal? Solo veo montañas y árboles que rodean una carretera desierta y el coche ya está parando.

—Muy observador, señorito. Nos vamos a desviar por el camino que está a la izquierda.

Rafal, nos llevaba en un coche a Minka y a mí. Después iban dos coches más atrás, los guarda espaldas, Gawel y Lech en uno, en el último iban Miloslaw y Filip. ¿Tanta protección tenía que tener? Si pensaba que iba a tener paz y estar solo, estaba muy equivocado.

La desviación que tomamos para según el llegar a la esperada casa, era de tierra y estaba en muy malas condiciones. Te movías sin quererlo de los tantos baches que tenía el suelo por el cual pisaba las llantas del coche.

—¿Hay suministros a la casa que nos dirigimos, verdad? Lo digo porque está mucho más lejos que el palacio donde vivía hasta hace una hora, aproximadamente —aclaro la pregunta —, estamos muy lejos de Detroit.

—Sí, hay de todo, y si se acaba, alguno de nosotros iremos.

—¿Tan peligroso es salir?

—Para ti, sí —no hago más preguntas ya que todas llevaran a la misma respuesta. No podré salir de esa casucha. Estoy odiando ser un Chlebek en estos instantes.

El sol se está escondiendo y empieza a anochecer y con ello, Rafal pone las luces para que podamos llegar bien al sitio.

—Pasamos esos árboles de allí —me dice, y yo miro en la dirección que señala —, y ya se podrá ver la casa.

Apoyo mi cara en la ventanilla, aburrido, esto de "viajar" aunque sea de poco tiempo, no va conmigo. Me aburro fácilmente, aparte de desesperarme.

Rafal frena el coche, apagándolo por completo y saliendo de él. Y es cuando reacciono y me doy cuenta que hemos llegado y me tengo que bajar del vehículo.

—¿Y esto para mi padre es pequeño? —Señalo con mi dedo índice impresionado por lo grande que es la casa —Dyzek creo que no aprendió bien el significado de grande o pequeño. ¡Y esto es enorme! —Minka suelta un par de carcajadas mirando dirección a la casa.

—Tu padre solo tiene casas grandes, si dice casa, no te esperes un piso de dos habitaciones, ya que por lo menos tendrá seis.

—¿Y esta casa cuantas...—mejor no terminar de formular esa pregunta —no me lo digas, por el tamaño que tiene, no tendrá solo seis. Habrá que ir entrando, empieza a refrescar —Rafal asiente a lo que acabo de decir. Minka camina a mi lado con su maleta de mano, parecida a la mía.

Pensamientos llegan a mi cabeza sin permiso alguna, haciendo que casi me estalle. ¿Cuánto tiempo permaneceremos aquí? ¿Estaría libre de riesgo? ¿Cuál es el riesgo que tengo sin la protección de mi padre? ¿Soy más vulnerable si estoy solo? ¿Más fuerte? ¿Imparable?

No tengo ni la menor idea.

—¿Sucede algo, Zarek? —la voz de Rafal me hace poner los pies en la tierra y dejar de pensar.

—Nada, solo pensaba —le resto importancia.

—No parecía que solo estuvieras pensando. ¿Tiene la llave que abre la puerta? —espero a que la pregunta vaya a mi cerebro y haga su función de entenderlo y mi cuerpo lo procese.

—Sí —llevo mis manos al macuto que llevo colgado al hombro y abro la cremallera del bolsillo que hay en la parte de afuera de este. Rebusco en él, intentando hallar las llaves, finalmente las encuentro y se la muestro —aquí está la escurridiza llave.

Meto la llave en la ranura que tiene la puerta, y la abro. Evidentemente, está todo a oscuras, me adentro más a la casa, para que los demás puedan entrar. Dejo en el suelo el macuto y me doy la vuelta para poder observar a todos. Gawel, es el último en entrar y cerrar la puerta. Bueno...quizás observar poco, nadie se ha detenido a pensar que necesitamos luz.

—¿Alguien está cerca del interruptor? —y segundos después se hizo la luz.

¡Y de nuevo las voces!

Alguien lo quiere sacar del "terreno de juego"...y no somos nosotros.

¿Eso es bueno o malo?

Malo, zoquete, muy malo. A Zarek hay que mantenerlo controlado. Él se puede desequilibrar fácilmente, no sabe cómo usar sus habilidades, ya que está aprendiendo solo, quiere ir demasiado deprisa y eso le entorpece en las decisiones que toma. Como irse a la casa que tienes al otro lado de la montaña. O quizás sea el mejor movimiento que haya hecho en este tiempo. No se sabe, al menos por ahora.

¿Entonces?

Hay que esperar.

Me tambaleo en el sitio. Todos los ojos de los presentes, están fijos en mi persona. Da un poco de escalofríos verlos de esa manera.

—Estoy en perfectas condiciones, no hay que preocuparse de nada —hablo para todos. Mi mirada recae en la única mujer en este lugar. Minka. —. Necesito hablar contigo, por favor —ella asiente, iba a comenzar a andar cuando Rafal la detiene.

—Deje su maleta aquí. Nosotros la llevaremos a su cuarto —Minka obedece casi a regañadientes, ella se siente como una empleada más, aunque para mí no lo sea.

—Iremos a la biblioteca. ¿Habrá alguna, verdad? —Rafal asiente — ¿Dónde está ubicada?

—Segundo piso, a mano derecha, la primera puerta que encuentres —me indica.

—Gracias Rafal, podéis instalaros en vuestras respectivas —ordene.

—¿Vamos? —ahora me centro en Minka de nuevo.

—Si señorito —pasa delante de mí, y sube primera las escaleras, al llegar arriba, gira a la derecha, como nos ha indicado Rafal.

Nos encontramos de frente con una puerta de madera desgastada de color marrón. La puerta se encuentra, entre abierta. Pongo mi mano derecha en ella y hago que se abra del todo. Minka enciende la luz, entrando a la habitación, copio su acción, cerrando la puerta detrás de mí.

La biblioteca era casi una copia exacta que la que había en el palacio, aunque este cuarto estuviera en el segundo piso, y la otra en la planta principal. Avanzo hasta llegar al escritorio, y me siento en la silla. Minka está quieta al lado de la puerta sin moverse.

—Minka, siéntate, por favor —ella asiente con la cabeza sin siquiera emitir una palabra. Ella se sienta en la silla que está frente a mí, agacha la mirada, y no entiendo por qué — ¿Sucede algo?

—No señorito, ¿Qué quería? Decías que querías hablar —resoplo echando la cabeza para atrás unos minutos, ya que no tenía a nadie en la que confiar, le tendría que contar a ella.

—Acabo de escuchar las voces de nuevo.

—Me lo he imaginado, cuando te has quedado mirando a la nada. ¿Qué decían esas voces? Si me lo puedes decir, claro. Sin presiones.

—Lo principal y lo más esencial que debes saber es que alguien, no se quien sea esa persona, pero me quiere fuera del juego.

—Esto lo tiene que saber Dyzek —dice pensativa.

—¡No! —le contradigo. Ella ya se había levantado de la silla y con el móvil en mano, dispuesta a llamar a mi padre.

—Debo hacerlo — teclea en el móvil, supuestamente el número de mi padre. Sé que ha puesto manos libres cuando escucho la voz de mi padre, a través de la llamada.

—¿Minka? ¿Ocurre algo? ¿Zarek está bien? ¿Le ha pasado algo? No le tendría que haber dejado marcharse de aquí —mi padre hace las preguntas demasiado deprisa y mi cerebro casi no las intercepta.

—Estoy bien papá —levanto algo la voz, para que me escuche en condiciones.

—Minka —mi padre me acaba de ignorar olímpicamente —. ¿Qué ha ocurrido? Quiero la verdad. Dijimos que ibas a llamar para cosas importantes.

—A tu hijo lo quieren sacar del juego —la línea se mantiene en silencio un par de minutos, pienso que mi padre ha cortado la llamada. Pero de un momento a otro oigo demasiado movimiento.

—Voy para allí. Salgo en unos cuantos minutos — ¿es tan serio como para venir a estas horas? Creo que lo está exagerando.

—Señor, no creo que sea conveniente venir a estas horas, acaba de anochecer y ya se está haciendo tarde.

—Voy para allá, dije. No quiero ninguna objeción —y con ello, corta la llamada.

—¡Mierda, joder! No, no, no. ¡No puede venir Minka! ¿Qué has hecho? No te lo dije para que fueras con el cuento —gruño con frustración.

No han pasado ni cuatro horas y mi padre ya tiene que venir. Si cuando dicen que soy un niño, parece que lo dicen en serio. Ya he escuchado varias veces esas voces y no ha ocurrido nada serio, por el cual deba preocuparme de verdad, no sé a qué viene.

Ahora parece que Zarek no sabe hacer nada solo, y su papi tiene que venir a su rescate.

Me levanto de la silla y salgo disparado de la habitación y en menos de dos segundos me veo de nuevo la entrada. ¿Qué acaba de pasarme? ¿Tele trasporte? ¿Ahora se andar más rápido de lo que podía antes? ¡Impresionante aparte de escalofriante! No tenía conocimiento de que hiciera lo que acabo de hacer. Ha sido una sensación, verdaderamente extraña, aunque gratificante a la vez.

—Tus habilidades van en aumento, y aquí se están magnificando más rápido —Minka está parada en el segundo escalón mirando sin ningún asombro en su cara, creo que se lo esperaba.

—¿Qué quieres decir?

—En el palacio tenías una presión enorme de la cual no eras consciente. Allí te veía más estresado, solo llevas pocas horas fuera y ya has descubierto otra de tus habilidades —mientras parloteaba, yo me estaba fijando en la manera de moverse y como gesticulaba con las manos. Se mostraba nerviosa. ¿El Por qué? No lo había descubierto todavía. Y su rostro había envejecido más de dos décadas, parecía.

¿Estoy dentro de un libro de fantasía donde al protagonista lo ataca un "demonio disfrazado de persona"?

¡Qué alguien me saqué de aquí! Veo cosas donde no las hay. Estoy muy paranoico ahora.

Al fin ya estaba terminando de cenar, mi estómago creo que estaba bastante feliz de haber ingerido algo de alimento en mi sistema.

Me eché para atrás en la silla donde estaba sentado, mientras me fijaba en cada detalle de donde me encontraba. Esto era bastante diferente al palacio, estaba comiendo, en el comedor, pero este, está conectado con la cocina. Solo con ver ciertas partes de la casa, se veía que era mucho más moderna que la otra.

—¿Mi padre aún no ha llegado, verdad? —Minka, que está en su lugar favorito de la casa, la cocina, levanta la cabeza para mirarme, niega. Y justo toca el timbre —. Voy yo.

Me levanto de la silla de donde me encuentro, camino hasta salir del salón, llego a la puerta principal y en ella me encuentro a Rafal abriendo la puerta para que entrara mi padre.

Dyzek se abre paso y entra en el hall de la casa, primero se centra en Rafal.

—Gracias Rafal —le da las gracias, asintiendo, y ahora toda la atención de mi padre se centra en una sola persona —, hijo —suelta con la mirada seria.

—No hacía falta que vinieras —Rafal se iba a del lugar para dejarnos hablar, pero mi padre no le deja.

—Rafal, por favor... ¿podría ir a por mis maletas?

—Claro señor —cuando este sale por la puerta principal, me da una mala mirada.

—¿Qué no hacía falta?

—Exactamente, te lo he dicho esta misma tarde; con las voces me informo más sobre todo esto; sobre lo que pasa, y eso no es difícil, vosotros parece que tenéis la boca sellada, que no se abre ni con un abrecartas.

—Y tú —me señala —, no seas tan cabeza dura, y cuadriculado. Entiende de una vez que las cosas no son cuando tú las quieras, tienes que tener paciencia, y si no la tienes, respira hondo y aprende a que hay a veces que no te lo van a dar al segundo las cosas.

—Que te cuesta decirme —le grito, con eso, me doy la vuelta y subo las escaleras, pensando ir a la habitación, enseguida caí en la cuenta, que todavía no sabía cuál era —. ¿Quién sabe cuál es mi habitación? —grito para que alguien me responda.

—Es la misma que en tu antigua casa —mi padre me devuelve el grito. Con eso voy dirección a mi cuarto.

Mientras camina para allí, me fije en los cuadros que estaban colgados de las paredes, a lo largo del pasillo. Al menos le daban algo de vida al pobre pasillo que parecía algo desolado.

Alguien se para detrás de mí, cuando estoy delante de la puerta doble de mi habitación.

—Habla papá — ¿Cómo supe que era él? Demasiado fácil, es al único que le tengo que dar explicaciones.

—Vamos dentro —abro la puerta, sin mirar atrás, dejo la puerta de la habitación, él, la cierra y se gira para mirarme. Yo me he sentado en la silla delo escritorio.

—Dime ahora.

—Creo que de los dos, el que debe hablar eres tu hijo —tiene toda la razón.

—Yo no quería que vinieses, para empezar parece que no puedo estar solo ni veinticuatro horas sin vosotros.

—Permíteme decirte que eso es falso, has estado viviendo solo por años.

—Lo digo, desde que tengo mis dieciocho años —resoplo —bueno...has venido a que te cuente lo que las voces decían, ¿verdad? —mi progenitor asiente, viéndome a los ojos, y con los brazos cruzados.

—Me quieren "sacar del juego" —el asiente —, no se a que se refieren, pero quizás ya han dado su primer paso, haciendo que saliera del palacio. Otra cosa que dijeron fue, que me tienen que mantener controlado, estoy aprendiendo mis habilidades, soy torpe y que quiero aprender e ir muy rápido.

—¿Has descifrado de quienes son esas voces?

—Aleksy, Bogdan y... —hago una mini pausa, mirando al techo y sin querer verle a los ojos —tú tío Florián.

—¿Cómo no me lo has dicho antes? —en la cara de mi padre se le podía ver la furia que llevaba consigo.

—Yo no os haré caso, pero tú no has estado por la labor de escucharme tampoco, y no te atrevas a decir lo contrario.

—Tengo que volver a hablar con él. Esto no puede seguir.

—No sé a ti, pero a mí me parece bien, me estoy enterando de las cosas que no me queréis contar. Sí, alguien le ha salido bien, que me fuera de casa, por algo que nunca hice, ya que no la trate mal, pero claro, como Zarek tiene un carácter de mierda y siempre es así, pues...¿quién iba a desconfiar de la inofensiva de Eunika, verdad? ¿No os ha icho la verdad todavía? —mi padre abre los ojos de par en par.

¡Ups!

—Os lo he dicho en la cocina, yo no le deje llorando, se fue hasta orgullosa de sí misma, y no me tiene miedo en absoluto, solo se comporta así y pone esa fachada de niña indefensa cuando estáis todos. Y el puñetazo de Julek estaba des obra. Yo seré como soy, pero no todas las cosas que hago son malas, aunque la mayoría de veces sea así.

—¿Y qué quieres que hagamos? ¿La echamos de casa como hiciste con Bogdan y Aleksy?

—Ellos tienen un refugio donde quedarse...con tu tío.

—¿Y Edek?

—¿El hermano de Aleksy? —Mi progenitor asiente —, no lo sé.

—El cuida de su hermano... ¿Dónde estará?

—Ni lo sé, ni me importa. Eso no me incumbe.

—Bueno...—dice pensativo —mañana te quiero a las nueve en punto en la biblioteca.

—¿Para qué?

—Nos reuniremos con Florián —sentenció. Da la vuelta, dándome la espalda y saliendo de mi habitación.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top