Su mundo

Ginna miro a su amiga. Se había quedado dormida con la cabeza apoyada en su hombro, eso le traía recuerdos de cuando eran pequeñas. Habia estado pensado en todo lo que estaba pasando ella que no tuviera tiempo de pensar en Alex, como estaría ella después todo esto. No le parecía muy apropiado despertarla ahora, seguramente no habia dormido en días. Intentó no moverse cosa que parecía fácil pero no lo era, al final Alex acabó por despertarse. Levantó ligeramente la cabeza mirando a la chica pelirroja, que intento deprimir una carcajada. Su amiga la miraba con cara de enfado pero Ginna al final sucumbió a la risa y le indicó que se viera señalando un espejo. Alex prácticamente se arrastró hasta el espejo señalado por su amiga, al ver su reflejo ella misma empezó a reírse. Tenia el pelo todo revuelto y despeinado de forma bastante cómica a lo que se sumaban las ojeras y la cara de dormida. Volvió a mirar a su amiga y hizo el amago de poner los ojos en blanco.

- Okey -dijo- tiene gracia, pero es normal que tenga estas pintas. ¿Dormí mucho?

- Unas horitas -aclaró Ginna- intente no moverme para no despertarte, pero, al final fue imposible.

- Espera -soltó- ¿Me estuviste vigilando o algo por el estilo? -continuó, al ver la cara de su amiga ella misma se respondió- Claro coño, tu no duermes.

La chica se levantó del sofá negando con la cabeza mientras se dirigía al mueble bar. Alex se limitó a seguirla con la mirada confusa. Ginna ignorando la interrogación de su amiga continuó con lo que hacia cogiendo un vaso, sirviéndose un poco de whisky y volviendo a sentarse en el sofá.

- Whisky -regañó- A estas horas y ya bebiendo, ¿En serio?

- Alex -aclaró Ginna- Recuerdas que soy un demonio, esto no me afecta. Esa memoria...

- Oye... -susurró Alex.

Antes de que pudiera continuar hablando el sonido de la campana de la puerta principal resonó en la casa. Ginna le indico a su amiga que abriera con precaución. La chica pelirroja cogió su pistola y se colocó detrás de la puerta mientras Alex se disponía a girar el picaporte. La puerta se abrió dejando ver la figura de un chico bastante conocido, con la ropa destrozada y su pelo rubio totalmente revuelto ambos manchados de sangre y barro. Richard. Alex se aparto para que pudiera pasar haciéndole un gesto a la pelirroja para que bajara el arma. Rich entró en la casa con cierta dificultad, aparentemente tenia varias heridas en una pierna. Sin contar con la de su hombro izquierdo, la cual tenia un aspecto bastante preocupante. Se sentó en una de las sillas, prestando su atención al montón de cenizas que momentos antes habían sido Aini y al desorden causado por la pelea entre él, Alex y Ginna. Apenas tuviera tiempo de recoger todo el alboroto causado en la casa, incluso los ingredientes de la invocación seguían tirados en la esquina contraria a donde yacían las cenizas.

- Me perdí una buena fiesta -ironizó Rich.

- Lo dudo -soltó Ginna- Por lo que veo, tu también tuviste la tuya. ¿Qué paso?

- Gabe -soltó- Esta como loco después de lo que le dijiste. Cuando me dejaste me encontré con él. Intenté detenerlo, él muy estupido esta invocando y persiguiendo demonios para que alguno acepte hacer una trato con él.

- Dejame adivinar -afirmó Alex- Ninguno quiere.

- No -comentó Richard- ¿Fue cosa tuya? -continuó dirigiéndose a Ginna.

- No -finalizó Ginna.

Guardo la pistola que aun permanecía en su mano, en el cinturón de sus vaqueros negros. Estaba cubierta de sangre, después de todo aun no había tenido tiempo de cambiarse desde lo de Amy. Subió a su habitación dejando a los chicos en la sala, sin dignarse a contestar a sus preguntas. Abrió su armario que estaba prácticamente vacío y rebuscó que ponerse, tardo bastante pero por fin encontró algo limpio que ponerse. Finalmente observó su reflejo en el espejo, sus vaqueros negros gastados y rotos, su camisa negra que raras veces ponía acompañada de su americana. Rebuscó un poco mas y encontró aquellos tirantes rojos que comprara la primera vez que describiera su look en el libro y unos tacones rojos a juego. Después de todo, los pies no le dolerían así que decidió ponérselos. Al acabar y volverse a mirar dio un largo suspiró, definitivamente era Ginna. Le encantaba el contraste que hacia aquella ropa y en su opinión no le sentaba nada mal. Rescató su mochila de cuero de una de las esquinas de la estancia, guardó todo lo que le parecía importante en ella, guardo de nuevo su pistola en el cinturón y salió de la habitación dirigiéndose a donde los chicos la esperaban impacientes por una explicación. Al verla bajar por las escaleras Richard se limitó a soltar un silbido mientras que Alex se levantó de un brinco del pequeño sofá donde estaba sentada.

- Uhau -exclamó- Espera, ¿Vamos a algún se sitio? No te molestes en contestar, si cogiste la mochila es que si -comentó dirigiéndose a la escalera- Me cambio y bajo.

- No creo que sean muy cómodos -afirmó señalando los tacones que llevaba la chica.

- Rich -suspiró Ginna poniendo los ojos en blanco como de costumbre- demonio.

- Cierto -rió Richard- Se me olvida que esas cosas no os molestan.

Alex aparecía de nuevo por las escaleras, se había cambiado de ropa. Venía acompañada de su pequeña mochila a rayas y su típica cazadora de cuero en la otra mano. Iba toda de negro, una blusa y unos vaqueros junto con sus botas.

- Tu toda de negro -afirmó Ginna- Eso si es raro.

- Disimula la sangre -ironizó Alex.

- Ya -río Ginna- Vamos. Tengo que buscar información sobre ese demonio.

- De paso buscaremos a Gabe -dijo Alex- Y nada de poner objeciones -puntualizó al ver la cara de Ginna- Es tu hermano, quieras o no.

- Si tu lo dices -dijo secamente mientras salia de la casa.

Se dirigió a paso veloz hasta su coche. Ella no lo necesitaba, podía ir de un lado a otro con solo pensarlo pero tener que llevar a Alex así seria molesto. Dejo su mochila en el asiento trasero y se subió encendiendo el coche dejando ver a los chicos que tenia prisa. Alex subió al lado de Ginna, mientras Rich se acomodo en la parte de atrás seguido por la mirada amenazadora de la chica pelirroja. No le hacia ni pizca de gracia tener que llevarlo con ellas, prefería no tener que hacer de niñera como solía decir ella. No se molesto en decir nada, sabia que Alex lo defendería así que se limitó a conducir. La chica de pelo gris rompía el silencio de vez en cuando revisando sus datos sobre Gabe y indicándole a Ginna que se dirigiera a Detroit. Al parecer el chico se encontraba allí, en la vieja casa de Alex. Después de varias horas, avistaron por fin la casa de color peculiarmente negro. La pelirroja aparcó al lado de la camioneta que solía conducir su hermano mientras Alex rebuscaba en su mochila las llaves de la casa, obviamente sin ningún resultado. Aparentemente, Gabe se las cogiera la ultima vez que lo vieran. Ginna desapareció y reapareció en el recibidor de la casa, abriendo la puerta para que pudieran entrar. Al oír la puerta que la chica pelirroja cerrara con un buen portazo apropósito, el chico moreno se dirigió, cogiendo la escopeta, hasta el recibidor. Al verlos bajo levemente el arma, dudando.

- ¿Que hacéis aquí? -preguntó.

- Suelta eso -le soltó Ginna pasando por sus lado sin inmutarse.

- Quieta -gritó Gabe- Si no...

- Si no ¿qué? -ironizó Ginna- ¿Me disparas? En serio... Por que no haces tus deberes y recuerdas que no me hacen nada. Baja eso de una puta vez y dejalos entrar. Tienen que hablar contigo seriamente.

- ¿Tienen? -repitió mirando de reojo a Ginna- Ya, tu ya me dijiste todo -cambió totalmente su todo de voz, ahora parecía realmente enfadado- No pienso hacer caso de nada de lo que dijiste, me importa una mierda lo que quieras tu. Recuperare a mi hermana...

La pelirroja puso los ojos en blanco que seguidamente se volvieron negros, Gabe cayó al suelo tosiendo descontroladamente e interrumpiendo su diálogo. Ginna estaba llegando a su limite de paciencia y esta vez, pese a las insistencias de los chicos, no iba a parar hasta que captara el mensaje. Una voz a su espalda gritó espantada al mismo tiempo que le ordenaba a la pelirroja que parase. La chica los miro de reojo, mientras la mujer se arrodillaba en frente a Gabe el hombre le gritaba severamente. Volvió sus ojos a la normalidad rompiendo el hechizo y haciendo que Gabe dejara de ahogarse en su sangre, ellos se quedaron observándola a lo que la chica respondió secamente sentándose en uno de los sofas pequeños.

- Ginna -exclamó la mujer- El echo de que haya tiempo que no te veamos no significa que no vayamos a ser duros contigo, no puedes...

- Cállate -ordenó- Si tanto te preocupa la salud de tu hijo vigílalo. No tenia otra forma de hacerle entender que dejase de buscar un demonio para hacer una trato -de repente una sonrisa apareció en el rostro de Ginna- No lo saben -continuó al ver las caras que ponían- Bien, vuestro hijo hizo un trato para que me volviese humana. Tranquilos lo deshice aunque me costó, bastante -siguió, haciendo un ligero hincapié en la ultima palabra- Y ahora vuelve a intentarlo.

- Gabe -gritó el hombre- ¿Estas loco?

- Solo quiero que vuelva mi hermana -soltó desafiante- Ella no lo es.

- Hijo -susurró la mujer- Ella nunca fue tu hermana. Nació así y cuando su madre murió nosotros la adoptamos... Lo sabíamos, pero creímos que tu eras muy pequeño para contártelo. De pequeña no tenia tanto poder de demonio, cuando fue creciendo fueron apareciendo hasta el día que la viste con los ojos negros y trataste de exorcizarla. Por eso no funcionó, porque simplemente no es una posesión y esas cosas no le afectan.

- Pero -empezó Gabe- No puede ser, ella...

- Yo nada -soltó Ginna- Entiéndelo de una vez. Es simple, memoriza, solo cinco palabras: tu no eres mi hermano.

- ¿De qué demonio eres hija? -soltó de repente.

- A ti eso no te importa -añadió Ginna sirviéndose una copa de whisky.

- Hija -regañó la mujer- Podrías ser mas amable y estas no son horas de beber.

La contagiosa risa de Ginna inundó toda la casa, haciendo que la pareja se mirase confundidos pensando si habían dicho algo gracioso.

- No me trates como una hija -rió Ginna- Cualquiera diría que te lo tengo que explicar a ti también. Y con lo de ser amable, soy un demonio, eso no esta en mi naturaleza y menos con gente que acaba con mi paciencia.

La mujer volvió a prestar atención al moreno, que aun yacía en el suelo. Lo ayudó a incorporarse y a sentarse en uno de los sofás. Los chicos se limitaron a observar la escena familiar, intercambiando varias miradas de preocupación. Gabe no intercambió ninguna palabra con la chica pelirroja, en estes momentos no se sentía predispuesto a tener ninguna conversación con ella. Había sido bastante terco con ese tema y después de todo, le costaba asimilar que estaba totalmente engañado. Por una vez no tenia razón y eso no le agradaba, mas halla de que Ginna fuese o no su hermana, él, no soportaba no tener la razón. Se comportaba como un niño malcriado, esa era su actitud, apesar de que era consciente de ello no hacia nada por remediarlo. Pero esta vez era distinto, sabia que en este caso no podría seguir por ese camino, la chica habia demostrando con los últimos acontecimientos que él no le importaba y eso implicaba que tendría que callarse. No podía competir con los poderes de Ginna, y, aunque pudiera, no se sentía capaz de matarla. Era su hermana, tal vez no de sangre, tal vez fuese un demonio pero, habia crecido con ella y no podía evitar sentir ese afecto de hermano.

La pareja habia acabado de recoger sus cosas y después de despedirse de Gabe y Ginna se marcharon en la vieja camioneta del moreno. Únicamente estaban los cuatro en la casa, como había pasado siempre desde que se conocieron. Aun con ese hechizo que había distorsionado la realidad, ellos podían sentir que no era la primera vez. Alex preparó la cena como un intento de relajar el ambiente, los cuatro se sentaron en la mesa del comedor y, por mucho que Ginna intentó escabullirse, Alex prácticamente la obligó a sentarse. Los tres comieron en total silencio mientras la chica pelirroja los observaba hasta que Gabe rompió el silencio.

- Bien -dijo- Lo acepto, todo. Por lo cual me encantaría que me explicaras las cosa -añadió- Dejaré mis intentos de hacer tratos, pero quiero saberlo todo.

- No necesitas saber nada -contestó Ginna secamente.

- Ginna -habló Alex- Ya está, cuéntaselo o seré yo la que lo aga.

- Como quieras -soltó- ¿Por donde quieres que empiece?

- ¿Quién es tu padre? -preguntó Gabe.

- Yo soy tu padre -burló Rich con voz grabe.

- Richard -exclamó Alex- No tiene gracia, no bromees con esto.

Ginna se limitó a reírse al igual que Gabe. Las bromas del rubio siempre tendían a relajar el ambiente, y en momentos como estes se agradecían.

- Lucifer -contestó Ginna.

- Genial, nada pomposo -bromeó Gabe- eso te convierte...

- En la heredera de su trono -completó- Si, por eso me quieren muerta y, de ahí el estupido intento de apartarme de todo esto con ese hechizo.

Gabe se quedo pensativo, entendía lo que le decía pero no que pintaba Alex en todo eso. Ginna lo observó detenidamente y, como si le leyese la mente supo al instante que pensaba.

- El tema de Alex, ¿No? -comentó- Yo tampoco lo entiendo, supongo que por alguna razón a ella tampoco la quieren en medio. Aunque no se cuál es.

- Creo que yo tengo una ligera idea -susurró Alex- Es decir, puede que sea por esto -señalo un libro de aspecto bastante antiguo- Estuve investigando sobre mi familia, últimamente han pasado cosas que no puedo explicar y eso me a llevado a buscar respuestas. Tendría que explicaros la diferencia entre bruja y hechicera, por que aunque me llamaseis bruja yo seria mas bien una hechicera o eso creía -continuó mirando a Ginna- Tu deberías entenderlo, pero bueno eso da igual la cuestión es otra. En este diario, perteneciente a mi abuela se puede leer con claridad una escena que ella presenció en la que su madre tenia una conversación con Lucifer -afirmó masajeándose la sien- eso quiere decir que mi bisabuela hizo una trato con tu padre, Ginna. Soy una bruja por culpa de ese trato, pero no es todo. Hace unos días tuve una especie de visión bastante real en el que estabais vosotros, Richard dijo que se me pusieron los ojos azules cuando pasó, todo muy tétrico pero lo peor es...

- Que cumplió -interrumpió Ginna- eres una bruja con el don de la clarividencia. Eso lo explica todo. Para que lo entendáis, es una habilidad parecida a la de Odín. Puedes ver cosas que los demás desconocen, el futuro por ejemplo y me atrevería a decir que eres capaz de saber cosas con solo mirar a alguien. Oí hablar de un poder semejante, puede haberse tratado de tu bisabuela, normalmente ese tipo de poderes se transmiten cada dos o tres generaciones -afirmó dando un sorbo a su copa de whisky- Así todo tiene sentido, tu bisabuela ayudo a mi padre cuando intentaron acabar con él, no tengo muchos detalles de eso. Pero ahora que quieren quitarme el trono, temen que me ayudes.

- Ya veo, por eso se si alguien miente o no -susurró Alex pensativa- Bueno la cosa es que obviamente te voy ayudar, no lo dudes. Si tiene que haber alguien gobernando el infierno, por dios prefiero que seas tu.

- No lo dudo -rió Ginna- Pero te agradecería que no te refirieras a... dios -afirmó poniendo una mueca de desagrado- Es molesto.

- ¿Cosas de demonio? -preguntó Gabe.

- Cosas de principiante -aclaró alguien.

Todos se giraron bruscamente hacia la dirección de la cual provenía la voz encontrándose con una cara bastante conocida. Abigor. Habia aparecido de la nada y se encontraba sentado en una de las cabeceras de la mesa, en frente a Ginna que lo miraba intrigada esperando algún tipo de información. El demonio se acomodó en la silla y observo la escena detenidamente.

- ¿Vosotros dos no estabais enfadados o algo así? -comentó señalando a Gabe y a la chica pelirroja que lo miraba con poca paciencia.

- Al grano -soltó Ginna- Llevabas mucho sin aparecer, ¿Que averiguaste?

- Eso debería preguntarlo yo -puntualizó- Mataste a Aini, podrías haber avisado. Dudo que no le sacaras toda la información que buscábamos. Habla.

- Ya, eso -dijo rodando los ojos- No contestó a mis preguntas -mintió- así que me ocupé de eso, pero no sabia nada. A mi entender solo era un intermediario mas.

- Mientes -afirmó con tono amenazante- Ginna, eres mas poderosa que yo pero hicimos un trato recuerdas ¿Verdad? Los demonios no rompemos los tratos eso trae mala fama al negocio, asi que, da ejemplo.

Ginna se incorporó con cierta brusquedad y enfado. Puso los ojos en blanco y le dedico una mirada de odio mientras suspiraba. Tenia razón, ella siempre cumplía sus promesas y, aunque el fuese un demonio, cumpliría el trato de todas formas. Paso la mirada por todos los presentes parándose en su compañera de pelo gris, que le dedico un gesto afirmativo que ella entendió perfectamente. Volvió a prestar atención a Abigor y empezó a explicarle de mala gana todo lo relacionado con el tema de Aini, omitiendo los detalles que incluían a Alex. No se fiaba lo suficiente para exponer a su amiga y menos después de descubrir el tema de sus poderes aunque ella le diera permiso. Cuando terminó, el demonio despeinaba y peinaba su pelo repetidamente como gesto de nerviosismo. Paso las manos por la cara apartando todo el cabello hacia atrás y miró directamente a Ginna.

- Uno de los seguidores -soltó- si él esta libre, los demás probablemente también. Eso no me gusta y a ti debería de preocuparte. Que sean seguidores de tu padre no implica que lo sean tuyo. De echo y probablemente intentaran matarte. Mierda -gritó frustrado- Mierda. Mierda.

- Nos enteramos a la primera -dijo Rich.

- Los cuatro primeros seguidores -susurró Ginna- Moah, Eligor, Belcebú y Astharoth... -dijo pensativa- Estaban supuestamente encerrados en lo mas profundo del infierno, al igual que mi padre. ¿Verdad?

- Si -afirmó Abigor- Si están fuera no tardaran en intentar liberar a tu padre.

- Y eso -comentó Alex- que tiene de malo, es decir, es su padre -añadió al ver la cara de sorpresa Gabe- independientemente de que sea Lucifer eso a Ginna no le afecta, ella es su hija. Aparte de que dudo que acepte que la maten.

- No lo entiendes -dijo- Ella es su hija, pero... No se hasta que punto él lo ve así. No tratamos con una relación padre-hija como las que veis habitualmente vosotros.

- El es un arcángel caído y yo un demonio -añadió Ginna- si quiere algo de mi, dudo que sea por sentimientos paternofiliares.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alex, nunca habia pensado en eso. Siempre se habia imaginado una relación como las que ella estaba habituada a ver. Después haber recuperado sus recuerdos ella sabia que no era la mas indicada para saber cosas de familias. Se habia criado con su abuela que no fue especialmente cariñosa, a sus padres ni siquiera los había conocido dado que su madre desapareció misteriosamente y su padre muriera cuando era apenas un bebé. Pero al mismo tiempo los padres de Gabe la criaran como si fuera una mas, como hicieron también con Ginna apesar de que, probablemente conocían también su procedencia. Nunca le negaron la entrada a su casa y viendo como educaban y trataban a su hijo fue la manera de que pensara que todos eran así. Pero Ginna no era humana, al igual que ella. Las cosas eran diferentes.

El ambiente se tenso con el último comentario de la pelirroja. Haciendo que no solo Alex se quedara pensativa. Todos en la sala observaban con preocupación a Ginna, incluso ella parecía absorta en sus pensamientos. La mente de la chica intentaba averiguar que podía ser lo que buscaba de ella, porque lo que tenia claro era que algo quería si no, no la hubiera dejado vivir. Él era el único que conocía la forma de matarla y podía haberlo echo fácilmente cuando era pequeña o mientras aún no naciera. El caso es que esta deducción escapaba a su mente, no lo conocía y no podía saber cual podía ser esa razón. Al parecer no era la única puesto que ni siquiera Abigor parecía saber de que se trataba. El demonio seguía alborotándose el cabello con las manos hasta que de pronto desapareció, Gabe parecía totalmente ausente y Alex murmuraba maldiciones en voz casi inaudible. Richard golpeo la mesa de repente, se levanto bruscamente y fue hasta la estantería donde estaban los libros de brujería de Alex. Empezó a ojearlos bajo la mirada de los cuatro chicos.

- ¿Que haces? -pregunto Gabe.

- Buscar información sobre mi padre -contestó Ginna levantándose y dirigiéndose a donde estaba Rich- Si hay alguna forma de matarlo -continuó mirando a Rich- ¿Verdad?

Richard asintió afirmativamente y le pasó un libro a la chica que empezó a ojearlo imitando a Rich. Estuvieron un buen rato mirando libros hasta que Ginna chasqueo los dedos en el aire como si hubiese encontrado algo. Soltó el libro y aparto el cuadro de la sala dejando ver una caja fuerte. Tecleó el código y cogió el libro que se encontraba en su interior.

- Ese es el Malleus Maleficarum -soltó Alex- Ese libro es... Fuiste tu la que lo robo del Vaticano... -continuó observando a su amiga- Ginna eso es...

- ¿Sacrilegio? -rió arqueando una ceja- Alex, cielo -puso los ojos en blanco mirando a la chica- Haber dilo conmigo: De-mo-ni-o.

Richard reprimió una carcajada bajo la mirada amenazante de la chica de pelo gris.

- Como iba a decir -dijo Ginna- este libro tiene aproximadamente mas de 500 años pero -abrió el libro por la ultima página- esta pagina es técnicamente reciente, la tinta quiero decir.

Así lo parecía, la pagina en cuestión tenia el mismo aspecto que todo el libro salvo por la tinta. Estaba escrita a manos con una caligrafía y color distinto al resto. Alex arrebato el libro de la mano de su amiga, ella conocía esa letra. La habia visto en cartas que su abuela habia recibido. Sin duda era la letra de su bisabuela.

- La reconoces ¿No? -preguntó Ginna- Es la letra de tu bisabuela si no me equivoco. Ella lo tubo en su poder probablemente antes de que lo encontrasen y lo llevasen allí -aclaró mientras Alex releía la página- ese hechizo, hasta ahora no entendía que podía ser pero esta anotación en el margen -recogió el libro de las manos de Alex indicándoles el lugar- pone Luciel.

- Parece bastante complicado de elaborar -comentó Alex- Pero aunque este relacionado con tu padre no sabemos para que sirve.

- Pero tu bisabuela si -añadió Rich- ¿No puedes invocar a su espíritu o algo así y preguntarle?

Alex observó a Ginna. Su bisabuela, según los acuerdos de los tratos que había leído hasta ahora, debería de estar viva. Hasta el momento no había pensado en ello, en el diario escrito por su abuela ponía que poco después de la caída de Lucifer, cuando lo encerraron en el infierno, ella, habia desaparecido. Podría estar en cualquier parte. Antes de que Alex dijera algo, Ginna desapareció. Habia leído la mente de su amiga, ella sabia que los tratos como el que su bisabuela hiciera con su padre e que la persona en cuestión no moría hasta que el demonio con el cual firmara dicho trato lo hiciera. Era poco común que ellos hicieran esa clase de tratos, claro esta que estaban reservados para demonios de mucho poder.

La chica reapareció en una casa, realmente conocida. Habia sido allí donde Abigor la invocara la primera vez. Se lo encontró en un sillón, bebiendo, como si no pasase nada. El demonio la miró de reojo sin moverse, mientras Ginna recorría el camino hasta el sillón que se encontraba en frente.

- Cuéntame -habló Abigor.

- Tienes una mala costumbre -comentó- No puedes aparecer y reaparecer cuando te da la gana. Te largas y ahora te encuentro aquí -continuó señalándolo- sentado y bebiendo como si lo que pasa no te incluyera.

- Realmente no lo hace -sonrío- Yo no tengo ningún problema con Luci.

- Deja el cinismo -soltó Ginna- En serio eres tan estupido para pensar que a estas alturas Belcebú no sabe que me estas ayudando -dibujo una amplia sonrisa en su cara- ahora estas en la lista negra, como todos. Así que, te jodes y ayudas.

El demonio arrugó la frente y miro seriamente a la chica pelirroja que se limita a a juguetear con su pelo. Se levantó del sillón acercándose a donde estaba sentada la chica. Colocó sus manos a ambos lados del sillón y inclinándose levemente hacia delante la miro fijamente.

- Me parece correcto -susurró a escasos centímetros de la boca de Ginna- pero quiero algo a cambio.

Ginna observó divertida al demonio. Sin cortar el enlace visual con Abigor, cogió la copa de whisky que seguía en la mano del demonio. Le dio un sorbo y le dedico una sonrisa mientras colocaba su pie derecho en el pecho del demonio para alejarlo.

- Eso -rió- esta fuera de tu alcance.

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