Rosse 3°
Había dormido prácticamente todo el día, cuando me desperté eran las siete de la mañana. Mire por la ventana de mi cuarto, el sol volvía a salir perezoso. Baje hasta la sala y me encontré con Sammy profundamente dormida en el sofá, seguramente estuviera en vela toda la noche. Tenía el ordenador encendido, al parecer había estado leyendo mi libro. Llevaba meses intentando que tuviera tiempo para acabar de leerlo y al final lo había hecho sin que se lo dijera. Me dirigí a la cocina sin despertarla, tenía que preparar café con mi receta especial, doble de cargado con nuez moscada. Prepare uno para mí y otro para Sammy que no tardo ni cinco minutos en levantarse después de que le llegara el olor.
- Mm -bostezó- Buenos días, que bien huele.
- Es mi café especial -dije- Obviamente huele bien.
- Baja Modesto que sube Rosse -ironizó Sammy cogiendo su taza- mm, realmente buenísimo. ¿Qué tal despertaste?
- Bien, bien -susurré- Estuve escribiendo un buen rato y luego dormí de un tirón.
- Estuve leyendo el libro y todo lo relacionado con el caso -dijo Sammy- y busqué el cementerio que nombraste y el cuerpo está enterrado allí de verdad.
- Bien y que -dije- ¿Vamos y lo quemamos?
- Así lo haces en el libro -respondió.
- Sabes, la exhumación de cuerpos es un delito -comenté- Además, no lo ago yo...
- Lo ago yo -dijo Sammy- digo, Alex. Tú te ocupabas de rescatar a Gabe. Nos tenemos que separar, pero sé que lo lograras hermanita.
- Hacia tiempo que no me decías hermanita -susurré- ¿Vas a desenterrar y quemar el cuerpo tu sola?
- Si -dijo- Tranquila, ahora... De donde sacamos armas, esa es la pregunta.
- En este caso solo utilizo algo de hierro puro -dije- No va a ser problema...
Sammy intentó sacarme el tema del caso varias veces más durante el resto del día, tema que intente evitar hasta la última hora. En mi libro, el caso se resolvía sobre las cinco de la mañana. Todavía eran las tres y mi amiga ya tenía todo preparado.
- Aun falta -dije.
- Pero tardare en llegar al cementerio y hacer eso -comentó aplicando cierto énfasis en la última palabra- Saldré ya hacia allí, tardare como una hora y media en llegar y entre que ago eso pues me da la hora, solo prométeme que si no estás totalmente segura no iras.
- Sammy... -dije- Pensé que creías que era importante, aparte tu vas a ir...
- Pero si dudas será todavía más peligroso -susurró- y ya me llega con tener que separarnos, prefiero que si no lo ves no vayas.
- Iré -dije demasiado convincente para mi gusto- Tu vas, yo voy. Venga, llevas todo ¿No?
- Si -afirmó abriendo la puerta- Suerte y cuídate ¿Si?
Asentí con la cabeza y le di un abrazo. Sammy continuó su camino y se fue en su coche. Cerré la puerta y busqué algo de hierro por la casa. Mi vista se dirigió a la chimenea y cogí el atizador, cuando lo compré me aseguraron que era de hierro puro. Era hora de asegurarse. Cogí el resto de cosa junto con una buena bolsa de sal, lo puse en el coche y me dirigí al almacén donde se suponía que estaba Gabe. Llegué en poco tiempo, aquello parecía totalmente abandonado. Agarré la mochila con la sal y el atizador, salí del coche y me dirigí a la puerta. Ginna hubiera abierto las dos puerta con una patada genial y soltarla algún saludo también genial, pero yo no soy mi personaje del libro. Abrió la puerta con cuidado, mire dentro y vi a Gabe atado en una silla. Demasiado fácil pensé en ese momento y lo era, me acerque a él me dispuse a soltarlo.
- Eh -dijo una voz- Déjale, maldito espíritu.
Alguien me golpeo en la cabeza antes de que pudiera girarme. Logre mirar de quien provenía la voz, era Richard que me miraba confuso.
- Auch -grité- Eso duele, ¡Joder!
- Perdón -se apresuró a decir- yo...
- Ayúdame a desatarlo -solté- Ya te disculparas después.
Deshizo los nudos haciendo que pareciera terriblemente sencillo y cargó a Gabe dándome una señal para que le cubriera las espaldas. Estábamos a punto de alcanzar la puerta cuando se apareció delante de nosotros. Aun tenía la apariencia de Gabe. Agarre con fuerza el atizador y lo golpeé cuando intento acercarse, haciendo que se desvaneciera en el aire. Salimos y abrí el coche para que Richard dejara a Gabe en el asiento. El espíritu volvió a aparecer delante de nosotros, antes de que pudiera repetir la acción de antes, el tiro mi atizador lejos de mi lanzándome después a mí. Mientras iba a por Richard cogí mi plan B, el sal de mi mochila. Lance una cantidad considerable hacia donde estaba, desapareció para luego aparecer nuevamente junto a mí. Antes de que pudiera hacerme nada empezó a arder y desapareció. Sammy, lo había conseguido. Richard me tendió la mano para ayudarme a levantarme.
- ¿Fue cosa tuya? -preguntó confuso.
- Si -dije intentando recuperar el aliento- Mi amiga se estaba ocupando.
- ¿Como supiste donde estaba? -interrogó.
- Mira te contare todo -afirmé- al menos hasta donde yo sé, pero lo mejor es que vayamos a mi casa. Gabe necesita descansar y por muy cómodo que sea mi coche no es el lugar indicado. A parte, Sammy se preocupará.
- Bien -dijo aun desconfiando- pero...
- Ahórrame lo de estoy armado y te estaré vigilando -comenté mientras me subía al coche- vamos.
- Como... -dijo subiéndose al coche- Mejor déjalo. Vamos.
Conduje hasta mi casa. Sammy estaba en el porche esperando. Aparqué el coche y me dirigí a ella dándole un abrazo. Richard cogió a Gabe y me siguió. Bajo la mirada confusa de Sammy abrí la puerta y los dejé entrar.
- Estas llena de tierra -dije.
- Acabo de desenterrar un cuerpo -susurró- ¿Qué esperabas?
- Ya bueno -dije- ayúdame quieres, hay que explicarles todo y no soy buena haciendo eso.
- Bueno -empezó Sammy- Tu eres Richard y te dedicas a matar cosas, en fin espíritus, demonios y todo eso. Todo esto y lo demás lo sabemos porque esto es una historia escrita por mi amiga. No sé muy bien cómo explicarlo pero lo que escribió se transforma en realidad poco a poco. Hoy no teníamos que ayudaros nosotras si no la hermana de Gabe, Ginna y su amiga Alex.
- Vale -dijo Richard- estáis locas.
- Richard -dijo Gabe despertando- Ellas se parecen mucho a Alex y a Ginna. Puede tener sentido, tu dijiste que te sonaban recuerdas. Pero tú no conoces a ninguna de las dos. ¿Tenéis la historia ahí?
- Si -afirmo Sammy.
Sammy le encendió el ordenador y abrió el documento de mi libro. Gabe leyó un trozo del principio donde ellos tenían un caso.
- Aquí describe un caso que tuve con mi hermana -susurró- Nadie excepto ella y yo sabía nada de esto.
- ¿Puede tratarse de algún tipo de magia? -comentó Richard- Si esto es cierto son como dos mundos distintos, si se están juntando...
- Podría ser magia -dijo Gabe- Lo averiguáremos. Pero, ¿Qué sentido tiene que vosotras ocupéis el sitio de Alex y Ginna?
- Puede ser porque cuando escribí -contesté- las base en nosotras dos.
- Entonces será mejor que os mantengáis alejadas -afirmó Gabe.
Sabía el porqué de esas palabras. Quería que nos alejásemos por la naturaleza demoniaca de Ginna. Pero yo no soy ella.
- Yo no soy Ginna -solté- ¿Entiendes? Obviamente me mantendré alejada, no me interesa nada de esto. Paso y punto, ahora que tal si os largáis.
- Rosse -exclamó Sammy- Nunca habías...
- ¿Había qué? -solté mirándola amenazadoramente- Estoy harta de esto, ya les salvamos la vida. Ahora que se marchen, solo nos traerán problemas.
Me fui de la estancia dando un portazo. Estaba enfadada, ¿Qué demonios pensaba? Pasara lo que estuviera pasando, yo no era su hermana y no me iba a convertir en un demonio ni mucho menos. Cogí la botella de whisky y me serví un vaso, sentándome en la pequeña isla que había en el medio de la cocina. Espere a que sonara la puerta de la entrada cerrándose y Sammy viniera a buscarme.
- ¿Qué fue eso? -preguntó.
- Esto es demasiado -dije.
- Eso lo entiendo pero no me cuadra -dijo- En esta parte de la historia ya curo a su hermana ¿No?
- Si -expliqué- dentro de unos días Gabe desaparece y Richard se encontrara con Ginna y con Alex también. Buscara con ella a Gabe y por el camino, Jace los conocerá y les contara todo lo que sabe del mensajero y del trato que Gabe había echo. Y después viene lo que escribí ayer.
- ¿Qué fue? -exclamó.
- Abigor -dije- él es el demonio con el que Gabe hizo el trato. Ginna lo invoca y él le ofrece un pacto, lo acepta y el rompe el trato que Gabe firmó. Así resumiendo.
- ¿Y? -dijo- Continúa.
- Nada más -afirmé- al romper el contrato, Ginna recuperará su parte demoníaca después de siete días.
- Ya veo -dijo- ¿Vas a mantenerte al margen?
Asentí con la cabeza. Seguí bebiendo mientras Sammy daba vueltas por la cocina. Después de recibir una llamada puso cara de preocupación por lo que la mire fijamente esperando un explicación.
- Tengo que estar unos días en New York -dijo- Unas pruebas en un laboratorio. ¿Estarás bien?
- Si tranquila -dije- Ya esta, ellos se fueron. No me va a pasar nada, ve estaré bien.
Sammy asistió y subió a hacer la maleta y cuando tuvo todo listo bajo a la sala y un helado de vainilla, palomitas, whisky y una película.
- El set de despedida -dijo Sammy- Helado para ti, palomitas para mí y whisky para las dos. También una serie, veremos hasta donde podamos y el resto cuando vuelva.
- Genial -reí- y la serie... -dije leyendo la portada del disco- aaaah -grité- Supernatural, ¿Vas a ver Supernatural conmigo? ¿Qué ángel cayó a la tierra?
- Si -contestó contenta- Pues me caí yo obvio.
- Tu ángel, ya -ironicé- Y yo monja, hermanita. Bien trae ese helado y empecemos por la primera temporada.
Sammy conecto la televisión y puso la serie. Estuvimos viendo capítulos de Supernatural toda la noche prácticamente hasta la hora a la que se tenía que ir. La sala parecía que la habían asaltado, restos de helado por todas partes al igual que las palomitas demostrando lo mucho que me emociono al ver mi serie favorita. Después botellas de whisky y pañuelos tirados por el suelo. Sammy se levantó como pudo y cogió su maleta y su chaqueta. Nos despedimos y la acompañe hasta el coche, se subió y se fue hacia New York. Entre en casa y recogí muy por encima y me tiré en el sofá quedándome dormida al instante. Pasaron los días sin ningunas novedad, Sammy volvería mañana por la mañana. Después de arreglar la pequeña pocilga que había creado en la casa para que Sammy no empezase con su discursito de que hay que recoger todo lo que se mancha. Apenas dormí, viendo reposiciones en la televisión con mi botella típica mientras intentaba tener algo de inspiración para escribir. Habían pasado casi dos semanas desde que los chicos estuvieran aquí, desde que decidí dejarme al margen de esto y desde que no volví a tocar el libro. La puerta se abrió haciendo que dejase de hacerle caso a la televisión. Sammy dejo la maleta en su cuarto y corrió a abrazarme. Después de cinco minutos contados por reloj se separó.
- ¿Qué tal por New York? -dije.
- Bien -contestó contenta- ¿Y tú?
- Sin novedades -afirmé- Sabes, me vienes como anillo al dedo. Tengo que pedirte consejo.
- Haber -dijo- Dime.
- No sé si seguir escribiendo -dije- Dejando aparte lo de que se hizo real y todo eso, pues no tengo nada de inspiración.
- Esa es decisión tuya -comentó- pero sé que nunca te rindes, tengas o no inspiración.
- Lo sé -dije- Bueno, ¿Salimos a comer? ¿O preparamos algo?
- Lo segundo mejor -respondió- Tengo ganas de comida casera, venga manos a la obra.
Nos pusimos a cocinar haciendo un desastre total con comida volando por un lado y por otro. Aun con guerra de comido por el medio la comida quedo riquísima, pero, después de comer tocó recoger.
- Bueno ¿Qué decidiste? -preguntó Sammy mientras fregábamos los platos.
- ¿Lo del libro? -dije- No voy a escribir. Sé que tienes razón pero, en este caso, me rindo.
- Bien -dijo- me alegro que tomaras una decisión y ¿Qué tal una fiesta hoy? He vuelto tengo que celebrarlo...
Sammy siguió hablando, pero yo apenas la escuchaba. Empecé a tener mucho calor y a marearme. Apenas me podía sostener, intente hacerlo poniendo la mano en la mesa pero no aguante y caí al suelo. Escuché a Sammy gritándome si estaba bien, que qué me pasaba pero por mucho que intentaba hablarle o moverme no podía. Sentía, mejor dicho, no sentía mi cuerpo ni cuando Sammy me movía. Oí que hablaba por teléfono con alguien y después venia a junto mía otra vez, al final acabe perdiendo el sentido del todo.
Cuando abrí los ojos estaba en una especie de hospital. Sammy estaba en un sillón al lado de mi cama, entre abrió los ojos y al verme despierta se acerco a mí.
- ¿Rosse? -grito- ¿Estas bien?
- ¿Que paso? -dije.
- Te desmayaste -afirmó Sammy- por dios Rosse, estuviste en coma.
Me levante de golpe causando que me doliera la cabeza y los brazos.
- ¿Cuántos días? -solté- ¿Siete?
- ¿Qué? No -dijo- con este seis.
- Joder que susto -suspiré- Recuerdas lo de los siete días del libro, lo de Ginna digo. Ella también está en una especie de coma. Bueno da igual, quiero irme a casa.
- Espera tiene que darte el alta el médico -dijo saliendo al pasillo y llamándolo- Doctor, esta despierta.
- Me alegro -dijo el doctor entrando en la habitación- ¿Como se encuentra, señorita Rhapsodos?
- Bien, bien -afirmé mientras el revisaba que todo estuviera bien- Quiero irme a casa.
- Cayo en coma sin ningún motivo aparente -comento el médico- Debería estar en observación un tiempo prudencial -al ver mi cara añadió- Pero si quiere coger el alta voluntaria adelante, todo está en orden.
- Bien lo haré -dije decidida.
El médico salió para ir a firmar el alta mientras aproveché para vestirme y con ayuda de Sammy ir hasta la recepción del hospital. Firme el alta y me apresuré a llegar al coche y subirme. Sammy no paro de mirarme mientras conducía hasta casa, ni siquiera cuando me ayudo a entrar y sentarme en el sofá.
- Si -le dije.
- ¿Qué? -preguntó confusa.
- Que sí, soy real -afirmé- me miras como si no lo fuera.
- No es eso -dijo suspirando- Me diste un buen susto, cuando me giré y te vi caer al suelo. Después me dicen que estas en coma y hoy despiertas de la nada... Pensé que me daba un infarto.
- Lo siento -dije- No sé qué pasó. Pero estoy bien, tranquila. ¿Cenamos? Esto del suero, no es lo mío.
- Venga -dijo- pero cocino yo.
Después de comer y de que Sammy viera que estaba todo normal, cogió el helado y las palomitas como la ultima vez y acabamos de ver la serie. La sala volvió a quedar echa una selva, dicho de alguna manera. Decidimos dejarlo para recoger mañana y subimos a nuestras respectivas habitaciones. Cerré las cortinas y me tiré en la cama, para haber estado seis días en coma, me quede dormida en seguida.
El sol golpeo mi cara aunque juraría que había cerrado las cortinas. Me puse las manos en la cara entre abriendo los ojos, vi a Sammy con una bandeja en la mano. Me levanté bostezando y frotándome los ojos.
- Buenos días -dijo- Te traje el desayuno.
- Mm -dije- No tengo hambre, pero gracias.
- Oye ¿Te creció el pelo? -comentó Sammy con una cara rara.
- No se -dije -pero que mas dará.
- No entiendes -afirmó con cara de susto- Lo tienes como el doble de largo de ayer.
Me giré bruscamente y me miré en el espejo. Tenía razón, estaba a la altura de mi cadera. Un estruendo en la parte de abajo hizo que me volviera hacia Sammy haciendo que ella retrocediera bruscamente bastante asustada.
- ¿Qué pasa? -dije- ¿Porque te asustas mirándome a mí? Deberías asustarte con los ruidos, creo que hay alguien abajo.
- Tus... Tus ojos -gritó.
Me volví a mirar en el espejo, al fijarme en mis ojos, vi como en un abrir y cerrar de ojos se pusieron totalmente negros.
- No... -susurré- No.
- Eres... -tartamudeó- Eres un demonio.
- Y tú una bruja -dije- Es decir, el otro día te vi intentando hacer hechizos.
Sammy iba a contestarme cuando los ruidos abajo volvieron a sentirse. Me levante bastante decidida y me dirigí a bajo. Vi a alguien rebuscando en la sala, no sé muy bien como lo hice pero con solo mover la mano lo deje pegado a la pared. Cuando giro la cara hacia nosotras vi que era Richard. Deshice el hechizo y cayó al suelo.
- Creo recordar que te dije que no te quería por aquí -solté.
- Eres un demonio -susurro- Eres Ginna.
- Yo no soy Ginna -grité.
- Abigor le dijo a Gabe que rompió el trato -dijo- porque hizo otro Ginna. Y qué casualidad, que cuando Ginna se tiene que transformar en demonio tu también lo agás.
Estaba enfadada, esas palabras no me gustaban. Nunca había sentido esta ira, supongo que sería por ser un demonio, si es que eso es lo que soy claro. Solo con pensarlo, vi como empezaba a toser sangre. No me extrañaba poder hacerlo, lo que lo hacía era la satisfacción que me producía hacerlo.
- Rosse -grito Sammy agachándose al lado de Richard- ¡Para!
- Se lo advertí -dije haciendo un movimiento de mano- debería dejarlo ahogarse -continué cuando paro de toser.
- Tienes que escucharme -dijo Richard.
- Dios -gritó Sammy.
Mire hacia ella. Estaba delante del ordenador con las manos en la boca. Dirigió su vista hacia mí, realmente parecía asustada.
- La historia -dijo- Se está escribiendo sola y no me deja borrarlo ni nada.
Me acerque y vi la conversación que estábamos teniendo ahora escrita, incluso lo que había pasado todos estés días. Solo que parecía adaptarse a la realidad. Intente editarla pero no funcionó. Escuche a Richard hablándome de nuevo pero algo me molestaba, como una voz hablando en latín. El simple hecho de pensar en ello me hizo desaparecer y aparecer en una casa que no conocía. Al girarme vi a un hombre con lo que parecía un altar de invocación y me fije que estaba de pie justo encima de un pentágono.
- Perdona el pentáculo -dijo- Pero no me fio de que cumplas tus promesas como dijiste, Ginna.
- Yo no soy Ginna -solté- Estoy empezando a cansarme de que digan eso.
- Recuerdas veo el futuro -comentó- No me voy a molestar en explicártelo, que pienses que es una historia no quiere decir que no sea real.
- Cállate -grité- ¿Qué coño ago aquí?
- Eses modales -soltó- Recuerda que no tienes poderes en ese pentáculo. Estas aquí porque supuse que tendrás problemas para utilizar tus poderes aunque creo que me equivoque. Bien, tienes que capturar a Amy.
- No -dije- Yo no hice esa promesa...
- Ya, ya -soltó- ahórramelo, tu eres Ginna y Ginna es tu. Métetelo en la cabeza. Como la supuesta escritora sabrás el futuro que le corresponde a tu personaje, hay mucha gente queriendo matar al anticristo. Y tu amiga, la bruja... ¿La dejaras a su suerte por no aceptar lo que eres? Ahora mismo tú y esa chica son los personajes de tu supuesto libro, cuanto antes te lo creas mejor. Todo el mundo que te rodea corre peligro, espabila.
- ¿Me estas tomando el pelo? -solté- Rasca esta maldita mierda para que pueda largarme -señale el pentáculo- si no la próxima vez que te vea, te mato.
Abigor soltó una enorme carcajada y se dirigió hasta mí. Se agacho y rasco un lado de la estrella con un cuchillo haciéndome una señal para que me quedase.
- Si no quieres tratar conmigo -aclaró- puedes tratar con el jefe.
- ¿Quién es tu jefe? - dije confusa- En el libro no escribí...
- No lo entiendes -soltó- Tu no diriges esto, no es tu mente la que crea esta historia, es tu vida como te dije, si no lo aceptas morirás. Tú y todos los que te rodean.
- Yo soy Ginna -dije- Ya, ella no es como yo.
- Estas de manga larga -dijo arqueando una ceja- Los tatuajes deberían hacerte ver la verdad.
Me remangue las mangas y vi cada uno de los tatuajes que tenia Ginna, con todos sus detalles, eran los mismos. Recordé lo del pelo, tenía el mismo color que yo pero el doble de largo y mis ojos, cuando no estaban negros eran verdes cuando yo los tenía marrones. Todo encajaba, era idéntica a Ginna ahora. Esas pequeñas cosas que había cambiado ahora eran iguales. Me estaba convirtiendo en Ginna.
- Espera -dije- Si yo soy Ginna y Sammy es Alex, ¿qué pasa con nuestras familias?
- No os reconocerán -aclaró- Para ellos no existís. Piensa que es mejor, vuestros enemigos irían a por ellos. Esto que estabas viviendo hasta ahora era solo una ilusión creada por alguien que no te quería en medio, tu vida real, como te dije es la que escribías en tu libro.
- No sé como contárselo a Sam... Alex -dije dudando.
- Bueno por lo menos lo aceptas -dijo- De tu amiga se ocupara ese chico.
Suspire profundamente. Tenía razón Richard se ocuparía. El sabría explicárselo mejor que yo. Tenía que centrarme en otras cosas.
- Amy -dije- ¿Dónde está?
- Esta aquí -contestó- en San Diego.
- Genial -susurré- Llévame.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top