Capítulo 1

NARRA JACK

Era un día lluvioso y melancólico. Al despertar sentía que ese día debía quedarme en la cama y seguir durmiendo, mas no estoy seguro de por qué me levanté con tanto apuro.

Me dirigí al baño, luego de usarlo proseguí a lavarme las manos e r a la cocina.

Me preparé un café, aún tenía sueño y me lo bebí con lentitud. Debo reconocer que estaba abrumado por la noticia de mi padre, pero debía mantener la compostura.

Entonces sentí el timbre, me rasqué la nuca y fui a abrir.

Su imagen apareció ante mis ojos; el pelo rojo y largo, su blanca y pecosa piel y sus grandes ojos azules. Eran dos ornes como bellos zafiros en bruto.

Estaba bastante maquillada y lucia un collar negro de cinta pegado al cuello —no recuerdo cómo se llamaban—, una chaqueta de mezclilla y una camiseta de alguna de las tantas bandas que eran de su agrado, además de shorts y calzas con aberturas en las rodillas y un poco más abajo a donde terminaban los pantaloncillos. Calzaba converse negras y su largo cabello rojo estaba atado en una cola de caballo. Como siempre, su vestimenta negra la caracterizaba.

— Hola, Valerie —saludé.

— No me vengas con "hola, Valerie", Hudson —me respondió seria entrando en el departamento.

— ¿Qué te sucede? —pregunté confundido mientras enarcaba una ceja.

— ¿¡Cómo que qué-!? —suspiró hondo y me miró a los ojos—. No estás entendiendo, ¿no es así, Hudson? —siguió.

— Valerie, sé clara, por favor.

Suspiró.

— Mi disco —me dijo suspirando y colocando una mano en su frente—. ¡Sí! Eso era. No me has devuelto mi disco...

— Oh, cierto, discúlpame —le dije—. Si quieres pasa a tomar un café...

— N-No —miró a ambos lados antes de continuar—. Gracias.

— ¿Te sucede algo?

— No, Hudson, no me pasa nada —respondió algo seria.

— Val-

— Nos vemos, adiós —me interrumpió y se fue cerrando la puerta a su paso.

La abrí y salí a verla al instante, mas ella no se encontraba allí.

Suspiré, sin dudas, Valerie era un misterio a veces.

Luego volví a cerrar la puerta y fui a desayunar.

(...)

— Sí, por el momento solo está en reposo —respondí.

Mi abuela suspiró aliviada al otro lado de la línea.

— Jack, no te confíes de nadie —me dijo.

— ¿Ah?

— No sabes quién... no importa, cariño —me dijo—. Un beso, cuídate.

— Pero a-

Ya era inútil, mi abuela había cortado.

Dejé el teléfono en su pedestal de forma que se cortara. Tomé las llaves y salí.

— Hudson.

— ¡Dios, Valerie! ¿De dónde saliste? —pregunté exaltado.

— De... por ahí —me contestó.

— Eh... está bien —dije.

— Mira, Hudson —me dijo—. Siento lo de...

— Tranquila —le dije—. Está bien.

— Ah... al menos —me dijo.

— Sí... —contesté—. Ir, no tuve oportunidad de devolverte el disco en la mañana.

— No importa —me dijo—. Quédatelo.

— ¿Ah?

— Déjatelo —repitió.

— Tú nunca dejarías que "me dejara" uno de tus discos —hice comillas con los dedos.

— Eh... no, pero... ¿te gustó?

— Sí, es bueno.

— Ah, bien —me dijo.

Quedamos un rato así, sin decir nada.

— Eh... Jack...

— ¿Qué pasa? —me sorprendí que me llamara «Jack» y no «Hudson», como acostumbraba a hacer.

— Quiero que sepas que no tienes que seguir confiando en ciertas personas...

— ¿A qué te refieres? —pregunté bastante confundido.

— A... a eso —me respondió con una mirada que aún no puedo intentar explicar.

— Valerie, ¿qué te sucede? Estás algo rara...

— No, Hudson, no estoy rara —me contestó—. Solo... te llamaré luego, ¿ok?

— Pero Valerie... —me di vuelta un momento, no sé por qué, pero al volver, ya no estaba.

No pude verla por ningún lado, empecé a exasperarme, no tenía idea de que ocurría y por qué todo era después del accidente de mi madre.

Estaba demasiado paranoico para intentar buscar una respuesta, no podía pensar bien las cosas siquiera.

¿Qué estaba pasando?

Valeria desaparecía de la nada, ya dos personas me decían que no confiara en nadie y lo madre se accidenta.

No entendía nada, absolutamente nada cuadraba.

Quería una explicación.

¿Qué estaba pasando con Valerie Wright?

¿Por qué no debía confiar en nadie?

¿Eso incluía a Valerie?

¿Y si el "accidente" de mi madre simplemente no de aquello?

Pronto empecé a sentir como la sangre subía a mi cabeza y me helaba.

Sin siquiera notarlo, todo se había vuelto negro y caía al suelo desmayado.

(...)

— ¡Jack! ¡Jack! ¡Despierta!

Lentamente empecé a abrir los ojos, dándome así libre paso de ver la —en ese entonces— preocupada imagen de mi padre.

Sus ojos color hazel estaban directamente sobre los míos, lo cual me tenía algo incómodo, simplemente nunca me prestaba ese grado de atención, y un simple desmayo no iba a cambiarlo. Pero al parecer sí, y cada momento, por cada segundo que pasaba, me incomodaba más.

— ¡Hudson!

Mi padre se dio la vuelta y yo miré hacia la puerta del hospital.

El cabello rojo, pero esta vez suelto se hizo presente. Una camiseta sin mangas que decía una frase irónica y un collar de cinta pegado al cuello, con una pequeña luna de piedra negra colgando de él. Llevaba una falda negra, al igual que la camiseta, y calzas de malla con botines.

Valerie.

— Bueno, ella es... —empecé.

— Valerie Wright —le estrechó la mano a mi padre.

Mi padre hizo el mismo gesto.

— Jack Hudson —dijo, ciertamente había heredado su nombre, y ciertamente, pese a ser amigos de la infancia, mi padre no tenía idea de la existencia de Valerie. Como dije antes, jamás me prestaba aquel grado de atención.

— Hudson, ¿qué te sucedió? —preguntó Valerie.

— Honestamente no recuerdo —dije.

Valerie miró hacia la ventana, luego me miró a mí y finalmente hacia la puerta.

— ¿Pasa algo? —pregunté.

Me miró confundida, o... sin saber qué responder.

Entonces vi entrar a la enfermera con una amplia bandeja de metal sobre las manos y una sonrisa dibujada en el rostro.

Valerie abrió mucho los ojos, mientras que de a poco se acercaba a la bandeja, para ver con mayor claridad de qué se trataba y de su contenido.

La enfermera sonrió, y el show comenzó.

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