VIII. Intolerable...
— ¿Cuántos...? ¿Cuántos años tenías cuando tomaste el mundo?
— Has cuentas. Subí al trono cuando tenía doce años y me tarde tres años en apoderarme del mundo.
—Quince... La mayoría de edad recién cumplida. Entonces solo eres un año menor que yo.
— ¿Lo dudabas?
—Admite que tu estatura no ayuda. — Will sonrió por la mueca de disgusto que puso di Angelo al momento pero tampoco pasó desapercibido el tono cereza que Nico hizo aparecer en su rostro.
— Pasa, que la estatura solo es momentánea. Mis padres eran altos.
—Pasa que no comes. Me he fijado en que tus hábitos alimenticios son terribles, no me extraña tu palidez, lo delgado que estas y tu estatura. —Will se acercó lentamente a Nico hasta quedar a unos treinta centímetros. Nico en un inicio se había inclinado hacia atrás para evitar estar cerca de Will, estar a esa distancia implicaba una tortura para di Angelo. Pero de en vano, la columna le impedía retroceder en el espacio. Will entonces acerco la palma de su mano y levantó un mechón de cabello que le caía por la cara y lo atoro detrás de su oreja. — Y aún con eso, pienso que eres muy hermoso di Angelo.
Nico abrió los ojos y ahora el sonrojo se extendió por el puente de su nariz, el nudo de su estómago comenzaba apretarle. No pudo evitarlo, dejo salir su esencia, totalmente dirigida a Solace. Como una manera de atraerlo a él.
"Mírame, tócame... Tómame"
Will lo percibió. El olor era muy dulce, terriblemente atrayente. Quería tomar al chico entre sus brazos, llenarle de todo tipos de caricias, incluso a su mente pasaron algunos poemas que le escuchó decir a su padre, que serían perfectos para recitarle mientras le hacía...
Un brillo le distrajo justo a tiempo. Un brillo casi imperceptible que de no ser por la luz del sol, Will no habría visto en la penumbra de las flores.
El sonido de una flecha dispararse.
Will se movió. Y lo último que vio, fue la cara de horror del rey, mientras el hombro de Solace sangraba a borbotones.
"Las flores pueden ser muy delicadas, en especial si no se les cuida de las plagas... Majestad"
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— ¡GUARDIAS!— El grito del rey había sido tan desgarrador que hasta Hazel lo había escuchado en su alcoba. Nico no gritaría de esa manera jamás, era un chico que sabía guardar la compostura así que tenía que ser algo urgente. Cuando llegó al jardín de los Eliseum, entendió a que se debía tanto alboroto.
La propia Hazel también grito llena de angustia y dejó escapar lágrimas al ver a Will inconsciente en el regazo de su hermano.
— ¡Nico, ¿qué pasó?!— Ella tomó su lugar al lado de su hermano a pesar de que uno de los guardias le había dicho que se mantuviera lejos pues el atacante podía seguir escondido en las sombras y no sabían si contaba con más flechas. Eso a Hazel poco le importó, incluso se levantó la falda por encima de los tobillos para llegar lo más rápido posible.
— ¡H-Hazel! Yo...— La cara de Nico fue sin duda lo que más alertó a la princesa. Estaba al borde de las lágrimas, los labios partidos y con la expresión de angustia más grande que le había visto a su hermano desde...
"¡Mamá! Mamá, levantarte por favor. Papá se enojara si te ve dormida en el jardín, mamá, te sangra el pecho... Mami."
— ¡Nico, escúchame! Will estará bien, está inconsciente por el dolor. Pero va a estar bien...
—Hazel...
Pronto llegaron más guardias junto a Hipócrates, quien ordenó que rápidamente se llevarán a Will a su habitación para poder revisarle como era debido.
Nico en un inicio ordenó que nadie se acercara a ellos, incluso dejo salir esa aura oscura a su alrededor, sus poderes salieron a la luz y las columnas se volvieron a llenar de secreción verde y un terrible frío calo los huesos de todos los presentes. Apretó a Solace contra su pecho y grito su mandato por segunda vez. Ningún guardia se atrevió a acercarse más de nuevo.
—Majestad... El príncipe Solace está herido, hay que detener la hemorragia si no queremos que pase a peores. — Hipócrates trato de razonar con él pero no funcionó en realidad. Parecía que en ese momento nadie más existía para Nico, solo eran Will y él, pero que pronto solo iba a ser el rey de los fantasmas, conocía la sensación del peligro, de la presencia de la muerte.
— ¡No, no lo toquen...! No se llevarán... No.
— ¡Nico!— Hazel gritó y todos voltearon a verla, incluyendo Nico, cuando fue consciente de que su hermano la escuchaba, empezó a razonar con él en voz baja, de manera que sólo el moreno le escuchase. — Sé que estás aterrado. Yo también tengo un nudo en el estómago pero algo verdaderamente malo le va a pasar a Will si no se lo llevan ahora... Tienes que ceder.
El muchacho miro al rubio en sus brazos y lo estrecho una vez más contra su pecho mientras negaba con la cabeza. Restregó su nariz en su rubio cabello, tomó la izquierda de Will y la pegó a su propio pecho.
—Hipocrates sabrá qué hacer Nico... Te prometo que nada le va a pasar...
—Lo acabo de encontrar Hazel... No quiero perderlo...
—Si dejas que se lo lleven... No lo perderás.
Nico sollozó un poco más antes de que el aura de oscuridad desapareciera y que los guardias pudieran llevarse a Solace en una camilla. Hipócrates dio la orden y dos de los guardias le siguieron con Will en ella.
Jules, que estaba en la entrada mirando la escena, ordenó que buscasen por los alrededores al responsable de tal atrocidad y así comenzaron con la búsqueda. Hazel dio una última mirada a la puerta y le agradeció a Jules con la cabeza. Luego se dirigió para abrazar a su hermano pero este apenas y era consciente de su abrazo.
En su mente se estaba repitiendo una y otra vez la misma secuencia...
Will acariciando su cabello con un suave movimiento, empujándolo para protegerle con su cuerpo justo antes de que la flecha le llegase por detrás, ocasionando que la flecha impactará contra su hombro. El grito de dolor del rubio y como este caía inconsciente a su lado.
Su madre jugando con él en el jardín, dándole cariños cuando de la nada... Miles de flechas disparadas contra ellos.
"¡Mira mami! Son estrellas fugaces!"
María reaccionando apenas... Abrazando a su hijo y protegiéndolo con su cuerpo. Ella, llena de flechas por toda la espalda, brazos, cuello... La cabeza. Y de nuevo... Todo lleno de sangre. Sangre en el piso, las paredes. Los cuadros... Su padre apuñalando al responsable de la muerte de María en las escaleras y él, viéndolo todo desde el mausoleo tras dejar unas flores en el lugar.
—Él va a estar bien Nico. Nada le va a pasar ¿sí?
—Hazel... La flecha era para mí. Él me salvó.
Hazel miró a su hermano con sorpresa y posteriormente le hundió en su propio pecho. Le acariciaba el pelo y le dejaba besos en la frente cual madre protectora con su cachorro.
— Ni lo pienses di Angelo.
— Esta lastimado por protegerme.
— Nico...
— ¿Por qué soy tan inútil? ¿Por qué no puedo proteger lo que amo? Este es mi castigo por ser...
—El alfa más poderoso del mundo, Nico. Eso eres... Y no, no estás siendo castigado por ello.
—... ¿Por ir contra mi naturaleza?
Hazel apretó más a su hermano y susurro miles de "shh" para tratar de darle algo de paz, pero como puedes darle esa seguridad a alguien que acaba de ver la muerte frente a sus ojos y lucha por dejar de mirarla, es imposible. Más si es que la muerte está presente en ese momento.
Abajo, Hipócrates gritaba y daba órdenes de ir más a prisa. Solace perdía mucha sangre, el galeno sabía de sobre que mientras la flecha siguiera clavada en su piel y el chico se mantuviera inconsciente, sería imposible pedirle al joven que utilizase sus poderes para curarse a sí mismo.
—Vamos muchacho. Aguanta un poco más...
El escándalo llamó la atención de otros sirvientes, que alarmados dejaron sus tareas para saber que ocurría, y se toparon con el horror. Solace inconsciente en una camilla mientras sangraba copiosamente.
Rosalya incluso dejó caer la bandeja de porcelana al suelo. Con todo preparado para la hora del té, que Nico le había ordenado llevar al jardín... Para poder pasar un momento ameno con su prometido. Y así como la taza de Té se rompió al impactar contra el suelo, la armonía que el joven rey pudo obtener en las últimas semanas se fue al carajo.
Recordó lo que era y en lo que se había convertido, ese odio y rencor volvieron más fuertes que nunca, la piedad volvió a disolverse en su sed de venganza.
—Hazel... Ve a ver cómo está Will. Tengo algo que hacer.
—N-Nico...
—Ahora...
Hazel salió corriendo. Y pregunto con apuro a donde llevaban a Solace. Todo para escuchar el momento en que Nico daba un grito aterrador y su aura oscura se extendía por todo el lugar. Las flores se marchitaron de inmediato, el kiosco se resquebrajó y el agua de la fuente dejó de ser cristalina hasta volverse en una solución viscosa y de muy mal olor...
— ¡Encuentren al traidor! QUIERO SU CABEZA CERCENADA ANTE MÍ. ¿QUEDA CLARO? ¡NADIE DESCANSARÁ HASTA QUE DEMOS CON ESA ESCORIA!
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Pasaron tres días. Tres largos días en los que Solace estaba en un terrible sueño. Una pesadilla que se repetía todo el tiempo.... O tal vez el recuerdo de alguien.
Hazel y Nico estaban en el patio, jugando como los infantes que eran. Nico tendría no más de cuatro o cinco años y Hazel tal vez unos dos años. Estaban jugando con unos muñecos de tela bastante curiosos entre los arbustos del jardín real de la torre norte. El jardín de los Eliseos.
Otros tres niños, un par de años más grandes jugaban a las luchas unos metros más lejos. Will no podía ver claramente el rostro de los dos chicos, pero si el de la única niña... Bianca. Sus risas eran burbujeantes y sonoras, la luz en sus rostros era tal como encajaban en la descripción de infante.
En eso, el rey Hendriksen se aparecía. Will lo sabía por qué llego a ver su retrato en varias pinturas de las revistas de noticias del gobierno, vio su imagen en algunos libros y en el árbol familiar de la dinastía Eliseum. Su mirada era igual de fría y penetrante, al grado de que todos los niños dejaron de jugar alegremente y pasaron a esconderse detrás de Bianca.
—Bianca... Deberías estar en clase de etiqueta.
—Pero... Yo solo estaba...
— Nada de "peros". Al único que autorice para salir a jugar es a Nicola, en todo caso deberías estar cuidando de tu hermano. Tienes prohibido jugar con varones y eso lo sabes muy bien, por más que sean tus primos ¿crees que está bien que una dama omega este jugando con dos alfas?, ¿quieres que te tomen de ramera con ocho años?
Bianca había bajado la mirada apenada, estaba con las mejillas rojas y al borde de las lágrimas. Tal vez fue por eso que fue que Nico se paró frente a ella mientras extendía los brazos.
—Bi buena. Nico y Hazel tamben. — A pesar de tener cuatro años, tal parecía que Nico aún no tenía muy en claro lo que era el sentido común de "al padre no les respondas"... tampoco tenía desarrollaba del todo su habla y eso se le hizo de lo más adorable a Solace.
Hendriksen se quedaba viendo fijamente a sus hijos, como si esperase que esa mirada llena de reproches hiciera algo contra los pequeños. Pero un niño es muy puro; jamás podrían interpretar de mala manera la mirada de un adulto, sobre todo la del padre... O eso pensaba Solace.
Muchas veces Apolo le regañaba cuando era pequeño. Will recuerda la vez que se vació todas las cremas y tratamientos para el pelo de su padre, tratando de parecerse a él por las mañanas. Apolo le regañó feete por unas 2 horas y no le hablo en una semana, después de eso se le pasó la furia y le regaló a Solace su propio kit de belleza para que se arreglasen juntos todas las mañanas.
Will quería creer que Hendriksen era ese tipo de padre. Qué lo que el hombre del mausoleo era mentira. Quería tragarse esa idea a pesar de que en el fondo, sabía que era mentira.
La escena cambiaba rápidamente.
Ahora Nico estaba sentado en las faldas de alguien. Era un vestido largo y muy bonito, igual que quien lo portaba. María di Angelo. Ella le cantaba dulcemente mientras peinaba sus negros cabellos con los dedos. Ahí Nico se veía más grande. De tal vez unos siete u ocho años y tenía el pelo en un corte de hongo disparejo.
— La mano izquierda de dios... Gandalf. Con fuerza y valor, es el escudo de dios. La mano derecha de dios, Windalfh. Con un gran corazón es la flauta de dios. La mente de dios, Miusonituryu. Astucia y rapidez, es la sabiduría de dios...
—Mamá... ¿De dónde es ese cuento?
— Es de mis tierras Nico. Del lugar donde nací.
— Siempre me cuentas cosas de ese lugar ¿Cuándo podremos ir? Quiero conocerlo. — Nico se había girado emocionado para hacerle frente a su madre quien ya le miraba con una sonrisa triste.
— Me temo que eso no se puede mi amor.
— ¿Por qué?
— Tu padre no estaría de acuerdo. — María acariciaba el rostro de su hijo con gran amor y dulzura. Incluso pellizcaba un poco sus mejillas regordetas y sonrosadas naturalmente.
—Pues cuando sea rey, quiero que vayamos juntos mamá. Quiero conocer los prados de los que tanto hablas, las flores de colores distintos y la lluvia, nunca he visto la lluvia. Quiero llevarle muchas flores a Bianca.
—Lo que tú digas amore mio. — En ese momento, la mujer había chocado las frentes con su hijo y le beso el rostro con mucho cariño.
Después de eso comenzaba lo horrible.
— ¡Mira mamá, estoy andando en el caballo!
—Ten cuidado hija. No vayas a soltarte del caballo.
—No mamá. Ya soy muy buena, es más, ya puedo saltar esa barda, mira.
La chica entonces daba la orden al potro de ir a todo galope. Hendriksen estaba paseando en ese momento con Nico y Hazel, cada uno a su lado mientras estaban siendo tomados de la mano por su respectiva nodriza. Admiraban como Bianca saltaba obstáculo por obstáculo con gracia y velocidad... Pero entonces esa cosa brillante se atravesó.
El caballo entró en pánico, Bianca no pudo recuperar el control sobre el animal y en un brusco movimiento salió disparada en el aire. Cayó de cabeza en el frío suelo.
— ¡BIANCA!
Sangre... La arena estaba llena de sangre, el vestido de su hermana en color plata estaba totalmente arruinado y en ese momento, Nico pensó que su madre lloraba y gritaba pidiéndole perdón a Hendriksen por no mantener limpia a su princesa, y que el rey no tenía esa mueca de horror debido a la fea caída de su hija, si no por qué pensaba regañarla por haber subido al caballo sin medias bajo la falda.
Después una escena aún más aterradora. Nico ya más grande, mirando las flores mientras María le dejaba besos en la cabeza y las mejillas. Estaban jugando.
De pronto un sonido que de ahora en adelante le causarían muchos escalofríos al joven Solace.
Miles de destellos plateados en el cielo... Y entonces:
— ¡Mami, mira. Son estrellas fugaces!
María apenas había levantado la mirada cuando entendió lo que eran esos destellos platinados en el cielo.
— ¡Nico tápate la cabeza!— Acto seguido María abrazaba a su hijo con toda la extensión de su cuerpo, buscando que nada del pequeño quedara expuesto en el ambiente... Y de nuevo sangre. Todo se tenía de rojo, el pasto, las escaleras, la fuente... Las flores blancas.
Will finalmente abrió los ojos. Sudaba copiosamente y el estómago lo sentía revuelto hasta tener un nudo en las tripas. Tanto era su malestar que se levantó de un sentón.
—¡Ahhh!— Miró a su alrededor, las cortinas rojas, las sabanas de seda, el enorme vestidor con su espejo de cuerpo completo, una única vela encendida, el florero a la lateral de su cama con un nuevo ramo de flores de la luna y la sombra de alguien durmiendo a sus pies.
Nadie más que el rey de los fantasmas.
Profundamente dormido al borde de la cama, mientras respiraba apacible y con el ceño algo fruncido. Solace trago grueso. Después de todo lo que había visto entre sueños, no sabía cómo lidiar ahora con el chico delante de él.
Quería abrazarlo, decirle algo al respecto... No sabía que pero quería hacer algo por él. En ese momento se veía tan indefenso, parecía que realmente no iría a importar que Will fuese el metiche más grande todo el mundo. Que aceptaría todo viniendo de su parte.
En ese momento, la puerta de su recámara de abrió lentamente y Jules Albert se apareció desde el otro lado.
— Me alegra verle despierto Joven Solace.
—Si... Yo... También me alegro de haberlo hecho. He tenido unas horribles pesadillas. — Will se pasó las manos por la cara con nerviosismo, tratando de limpiar un poco el sudor de su frente, pero al hacer dicho movimiento, notó que algo le impedía moverse libremente. Ubicó la zona rígida y entendió lo que pasaba. Estaba vendado. Parte de su pecho y todo lo que era la zona del hombro, estaban perfectamente vendadas.
— La herida fue profunda. Sin embargo, tiene una capacidad de regeneración y cicatrización muy buena majestad. Hipócrates solo tuvo que aplicar algunos ungüentos, todo lo demás es trabajo suyo.
—Ah... Gracias. Es de familia... Y eso explicaría por qué tuve tantas pesadillas.
— ¿Pesadillas?
—El precio que tengo que pagar por tener dicha capacidad de cicatrización, mi querido Jules. —Will levantó su cabello hacia atrás mientras estiraba los músculos de su entumida espalda. Era una persona muy activa y se sentía sumamente oxidado en ese momento. — ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
—Tres días, casi cuatro en realidad.
—... Entonces sí que fue profunda la herida. — Will se giró a ver cómo Jules dejaba una manta sobre el cuerpo de Nico, con todo el cuidado de no despertarlo.
— ¿Y él ha estado...?
— ¿Todo el tiempo aquí? Solo en las noches. Como rey supremo tiene cosas que hacer. En sus ratos libres se dedica a buscar a su atacante, las noches es cuando él decide tomar guardia.
— ¿Guardia?
—Le recuerdo que fue atacado majestad. Es lógico que el rey procure su bien estar.
—Claro...
Jules miró por unos cuantos segundos al rubio, hasta que suspiro pesadamente y se acercó lentamente al lado de Will mientras buscaba en sus bolsillos. Cuando estuvo una distancia lo bastante cercana, acercó el objeto que estaba buscando en su ropa. Un frasco de vidrio.
— ¿Sabe lo que es esto, joven Solace?
Will lo tomó entre sus manos y comenzó a mirar la botella con detenimiento, incluso acercó la tapa a su nariz para saber si era capaz de detectar algún olor que le diera una pista de lo que era y en efecto, lo encontró.
— ¿Una medicina?
— Un somnífero en específico. Los médicos lo recomiendan para las personas mayores cuando padecen de insomnio, unas tres gotas antes de dormir.— Jules suspiró y miro con tristeza al moreno dormido en las orillas de la cama.— Desde la muerte de su madre, su majestad toma nueve gotas antes de ir a dormir.
— ¡¿NUEVE GOTAS?!
—Basándome en lo que he visto, debe saber que esa cantidad es demasiado haya para un adulto. Imagínese ahora para un chico que no ha cumplido ni los 18 años. Es demasiado.
— ¿Es que este tipo busca morirse más rápido?
—Busca tener un momento de paz.— Le corrigió Jules.— No es la mejor manera, pero cuando has visto a la muerte tantas veces, cara a cara, la única manera de evitarla en los sueños es con somníferos que te pongan en un estado de sueño, donde seas incapaz de crear imágenes en tu cabeza al dormir.
Will se rasco la cabeza y miró al chico en cuestión con una cara llena de angustia.
—... ¿La toma desde la muerte de su madre entonces?
—María di Angelo era la segunda concubina del rey Hendriksen, y desde que llegó al palacio fue la favorita de su majestad. Pero también fue la más odiada por la corte. — Solace se giró para mirar al hombre con curiosidad. — La madre de su alteza fue traída aquí por el rey tras un breve viaje que hizo a las Islas de Calíope. Hendriksen se había enamorado tan profundamente de ella, que sin consultarlo con su esposa Perséfone o con los miembros de la corte, trajo a la chica sin más y la registro como su concubina. Le dio un cuarto propio y la lleno de lujos. Está de más decir que la prefería tanto por sobre las demás que le hizo dos hijos.
Solace asintió, y le dio a Jules el pie para que continuara.
—Sin embargo... María era una chica extrajera. Era muy bella pero era de otras tierras. Nadie conocía a fondo lo que eran las tribus de las islas de Calíope... Así que comenzaron a acosarla y a despreciarla en la corte. Todo noble que sabía la procedencia de la favorita del rey, siempre hacía comentarios o tomaban acciones en contra de ella o de sus hijos. Es por eso que su majestad y su hermana vivieron aislados en el palacio junto a su madre. Muy pocas veces salían en sociedad y pocos retratos hay de ellos. Incluso hay escasos retratos en el palacio.
— ¿T-tanto así? ¿Y el rey nunca hizo algo para detenerlo?
—Pff claro. Como si al rey le importara algo así. Dejó de procurar a María y a sus hijos cuando se enteró de que los dos niños...— Jules se mordió a posta la lengua en ese momento, pues estaba a nada de revelar un gran secreto que lo llevaría a perder la cabeza.
— ¿Los niños que...?
— Que... Que los niños no querían hacer otra cosa más que salir del país con su madre. Si eso.
Will levantó una ceja extrañado, pero trato de ignorar el hecho de que algo no encajaba del todo en el puzzle de la vida de Nicola. Su curiosidad era más fuerte y quería llegar al fondo de esto.
— B-bueno, como decía... Las acciones en contra de ellos se fueron agravando parcialmente. Primero fue la muerte de la hermana mayor de su alteza, alguien dejó una trampa para animales en la pista donde ella practicaba etiqueta, eso distrajo al caballo y ella cayó de cabeza. Fue una muerte instantánea y su alteza no entendió que su hermana había fallecido hasta años después... Nunca pudieron dar con el responsable. — Jules suspiro, y trago grueso, sabiendo que lo que venía a continuación, sería más difícil de contar. — Finalmente ocurrió la muerte de la señorita María. Estaba jugando con su alteza en el jardín de la torre norte, cuando una lluvia de flechas les cayó encima. Su madre le protegió con su propio cuerpo en el momento de la desesperación... Y en efecto el único que sobrevivió, fue su majestad Nicola.
Will abrió los ojos horrorizado y con una sensación agria en la boca.
— Esta vez encontraron al culpable. Un soldado de las tropas de Zen, rey del cielo. Hendriksen lo mato en las escaleras del mausoleo, frente a los ojos del propio Nicola, cuanto tenía once años.
Un largo silencio se instauró en toda la sala y casi a Solace se le escapa una lagrima al imaginarse todas las tragedias, los asesinatos y malos tratos que el chico moreno había experimentado en su corta vida. Empezó a entender el porqué de su mirada fría y llena de odio, por qué tomaba ciertas actitudes violentas... Incluso se hizo una teoría de que fue lo que realmente motivo a Nico para hacerse con el mundo entero. Para conquistarlo en tres años y ser el amo absoluto de él.
—¿Por qué... Me cuentas todo esto Jules?
— Por qué quiero que entiendas claramente lo que voy a decirte a continuación.— Jules se separó unos cuantos cm de la cama, los suficientes para hacer una reverencia ante el muchacho rubio.— Te agradezco enormemente lo que has hecho por su majestad.
— ¿Qué?
—Desde que llegaste, su alteza no se ha visto en la necesidad de tomar la medicina para dormir. Viene todas las noches a verte y regresa a sus aposentos, dispuesto a dormir sin algún tipo de ayuda, nada de somníferos.
Will seguía sin tenerlo del todo claro ¿qué hacía Will para que Nico no sintiera la necesidad de beber su habitual medicina para los traumas? Pero más importante... ¡¿HABÍA ENTRADO A SU HABITACIÓN PARA VERLO DORMIR?!
— Eso a simple vista es lindo pero a la vez aterrador Jules, no me dejas tranquilo al revelarme eso y te seré honesto, aparte de cansarlo todos los días con peleas absurdas y regaños sobre su mala alimentación, no entiendo que he hecho yo para ayudarle.
Y por una vez, desde que Will conoció a ese irritante mayordomo, Jules le sonrió con ternura.
—Le has dado una razón más para vivir, para dormir y cuidarse en ese aspecto. Por qué ahora tiene alguien a quien proteger.
— ¿Q-qué...? Pero tiene a Hazel y yo...
— Su alteza Hazel fue el motivo por qué cual Nicola aceptó el trono. La única manera de evitar que ella fuera exiliada junto a las demás chicas del harem era que él fuera coronado y tomará la tutela de su hermana menor. Pero de ahí en fuera no habría problema, la princesa está prometida, su futuro esposo la espera con ansias y se sabe de sobre qué Leónidas Valdez es el mejor partido que la princesa pudo obtener en quinientos noventa kilómetros a la redonda.— Will trataba de asimilar todo en su cabeza pero era tanta información que chocaba contra su realidad que se hacía muy complicado de unificar.— La razón por la que decidió conquistar el mundo, no fue más que mero entretenimiento para olvidar todas las terribles cosas que le han pasado a lo largo de su vida. Una mera distracción... Después de eso, estaba en un dilema de que debía hacer ahora, le recomendaron casarse para seguir la tradición del país, pero más que in matrimonio, ganó algo que cuidar y proteger. Por eso es que de todo corazón, te agradezco lo que has hecho. Will Solace, príncipe de Delos.
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Cuando Will tomó la decisión de volver a dormir, esta vez pudo dormir tranquilo. Sin visiones raras y sin ese horrible nudo en el estómago. Pero casi se le sale el corazón cuando al despertar por la mañana se topó con un sobre que estaba encima de su mesa de noche. Contenía una carta que tenía las simples palabras de:
"Ya me aburriste. He anulado nuestro compromiso y mañana te regresas a Delos. P.D, dile a Apolo que gracias pero que la próxima vez negociamos su independencia con exportaciones de marihuana y tabaco que con dolores de cabeza rubios."
Estaba enojado y tal vez algo desilusionado. ¿Cómo iba a ser que una noche antes Jules le hablara de que Nico lo necesitaba y ahora resulta que prácticamente se divorciaba de Will sin estar casados todavía?
No quiso comerse la cabeza con eso. Quería evitar a toda costa pensar en que lo habían insultado de nuevo y que realmente Nico se había dado cuenta de que su matrimonio era peor que el de la reina Venus y el rey Vulcano, que lo hacía por la integridad de los dos. Pero también algo no le cuadraba.
¿Pero exactamente qué era lo que no encajaba en todo esto?
Hazel entró justo en ese momento que Will sostenía la carta, pensativo.
— ¡Will, me alegro mucho de que estés bien! Jules me comentó que desde anoche estas consienten. — Solace no respondió a lo que la chica habló y eso la hizo fijarse en la carta que el rubio sostenía. — ¿Qué pasa Will?
—Me dijo que ha anulado nuestro compromiso.
— ¡¿Qué?!— Hazel arrebató la carta de las manos de Will y leyó lo más rápido que pudo. Cuando acabó, soltó un gruñido enfadado. —Ese cabeza hueca...
—No te enojes con él Hazel. Es lo más inteligente que ha hecho desde que lo conozco.
— ¡¿Qué dices?! Esto es lo más estúpido que ha hecho mi hermano en años. ¿Me oíste bien? En AÑOS. No puede enviarte de regreso así como así...
—Pues ya lo hizo.
Will caminó al paso más veloz que pudo al armario y comenzó a sacar las pocas ropas que había traído consigo una por una. También saco la pequeña maleta que había sido su fiel compañera desde que partió de sus tierras. Comenzó a empacar.
— ¡Will, no. Espera! No te precipites de esa manera, mi hermano ahora tiene mucho estrés y no sabe lo que hace...
—No trates de defenderlo Hazel. Está más que claro que no le interesa más este matrimonio... No importa todo lo que me dijo Jules anoche, yo no voy a soportar esta clase de insultos.
Hazel miró al cielo desesperada y terminó por jalar a Solace de las solapas de su camisa de dormir.
— ¡Escúchame bien, William Solace. Te atreves dejar el palacio y te prometo que mil maldiciones caerán sobre ti! Sin ti es probable que Nico retroceda en todo lo que ha crecido como humano.
— ¿Tu hermano conoce algo de la humanidad?
—Desde que llegaste, volvió a recusar esa materia...
Will dejo de empacar y se giró de lleno a ver a la joven princesa. Dejó escapar el aire de sus pulmones en un fuerte suspiro y se levantó el fleco despeinado de la frente.
—Will... Debes quedarte. Nico está volviendo a ser el mismo de hace tres años, ya mando a ejecutar a cinco sospechosos de ser tus atacantes sin hacerles un juicio previo, dejó a tres familias sin tierras al ser posibles cómplices sin que pudieran defenderse, las cárceles están llenas y sus interrogatorios está tornándose agresivos. — Solace levanto la mirada mientras se mordía con nerviosismo el labio inferior al escuchar todas esas atrocidades. — Conozco a mi hermano, en este momento el único que podría detenerlo, eres tú.
—Que buen chiste Hazel.
—Will... Querías que él te amase ¿no? Admítelo, deseas a mi hermano. No solo su cuerpo (sí, he visto como le miras el culo cuando sale del comedor tras desayunar), también en corazón. —Solace se sonrojo y no se atrevió a discutir contra eso. — Si te sirve de algo, él también tiene interés en ti. Pero si tú no cooperas, él tampoco lo hará.
—Hazel...
—Y ese interés... te da la llave para evitar que se vuelva en un tirano peor al rey Cronos.
Will gritó frustrado hacia el cielo, se tiró de sus bellos cabellos rubios y termino de cara contra el cojín de su cama mientras seguía gritando su drama. Tenía que ser hijo de Apolo.
Solo hasta que se sintió más tranquilo, dejo de gritar en el cojín y se sentó de lleno en la cama, perdió su mirada yendo entre su cuñada y sus cosas esparcidas en la cama. Odiaba admitirlo, pero Hazel tenía razón.
No entendía del todo que pasaba. Desde que conoció a Nico tenía cierta atracción por él, no sabía si era de forma sexual o sentimental. Solo tenía en claro que admiraba enormemente a Nico por todo lo que había realizado a su corta edad y que cada una de las expresiones que el moreno ponía, le encantaban. El olor que emanaba de Nico siempre que estaban solos en un momento íntimo, los ruegos de di Angelo porque lo arrinconase contra la pared y le comiese la boca a besos, todo eso gritado en el momento que cruzaban miradas y el menor sonreía sancarronamente.
—... ¿Dónde está el estúpido de mi prometido Hazel?
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Nico estaba en ese momento leyendo con furia la carta que temprano por la mañana le había sido enviada por parte del gremio sacerdotal y el adefesio mayor. El irritante del sumo sacerdote Octavian.
"Alteza, por medio de la presente os hago saber de antemano que hemos sido informados de las intenciones que tiene de contraer nupcias con un hijo de Delos. Como sumo representante del gremio sacerdotal y figura máxima religiosa, he de manifestar mi total inconformidad con esta decisión de su parte, lo que nos lleva a la conclusión de que ningún sacerdote del templo que practique eventos de este nivel, aceptara unirle en matrimonio con un príncipe pagano a menos que esté dispuesto a llevar el ritual de la diosa Hera y sea evangelizado a la religión de la nación. De otra manera, nos veremos en la penosa necesidad de tomar medidas. Atte. El sumo sacerdote Octaviano V."
—Ese pedazo de mierda con cabello rubio...
—Majestad... Debe cuidar su temperamento. El médico ha dejado en claro que...
—A LA MIERDA LO QUE DIGAN LOS MÉDICOS, JULES. Todo comienza a tener sentido, el ataque a Solace, que no podamos dar con los responsables, las amenazas de parte del congreso de sacerdotes... —Nico apretó con furia la carta en su puño y estuvo a nada de romperla en mil pedazos de no ser porque era una prueba valiosa que podría usar en un futuro. — Fueron esas dos ratas de Minos y Octavian, son los únicos a los que mi matrimonio con Will representa un peligro, en sí, YO REPRESENTO UN PELIGRO PARA ESOS DOS. Era tan obvio... Y ahora por su culpa yo...
—Hizo lo correcto Alteza. Cancelar su compromiso de momento con el hijo de Apolo y mandarlo a su tierra era lo mejor. — Trató de calmarle el mayordomo y fiel confidente. — Han exijido que presente el ritual de Hera, no podemos arriesgar de esa manera al prometido de su majestad.
—Mi padre eliminó esa ley del ritual de Hera hace años... Estos desgraciados saben que al ser un extranjero quien sea mi primera pareja, implicaría problemas con el gremio creyente y miembros de la corte fieles a las tradiciones. — Nico caminó con angustia mientras se tallaba las sienes de la cabeza con frustración. — Como no les funciono la flecha, quieren matar a Solace de manera diplomática. No puedo permitir que le hagan más daño...
— ¡Y yo no puedo permitir que sigas cometiendo estupideces di Angelo!
Nico levanto la mirada sorprendido y Jules casi derrama sobre las piernas del rey el vino caliente que le había llevado.
Will estaba parado en el umbral del estudio, con las mejillas rojas y los puños apretados al lado de la cintura. Miraba a Nico de forma furiosa, pero contrario a lo que había experimentado antes, Nico no sintió la necesidad de salir corriendo o de llamar a los guardias. Más bien estaba... preocupado de que Solace hubiese escuchado más de lo que necesitaba.
La furia estaba marcada en las cejas rubias pero en los ojos azules de Will solo se reflejaba la determinacíon de lo que estaba a nada de hacer. Tenía que mentalizarse y que mejor manera que ver fijamente a tu objetivo antes de dar el golpe de gracia.
Will avanzo lentamente hasta estar cara a cara frente a Nico para darle una bofetada que dejo la mejilla del rey roja como un tomate, di Angelo apenas había alcanzado a tocarse la mejilla cuando Jules grito aterrado llamando a los guardias y Will empezó a hablar con una voz que ahora si, le hizo temblar.
—Eso fue por pedirme el divorcio por medio de una nota, fue muy cobarde de tu parte. — Will tomo a Nico por ambos costados de la cabeza y profundizo el contacto visual. — Y esto... Es por querer protegerme de la manera más estúpida y tierna que se te pudo ocurrir.
Lo besó, de lleno en los labios.
Chicos, no tengo nada que decir más que ustedes se ganaron esta actualización sorpresa.
Estamos en el primer lugar en la categoría Solangelo y no tienen una idea de lo feliz que me sentí cuando me mandaron la captura. Estuve a nada de llorar.
Así que consideren esto mi manera de agradecerles por todo ese apoyo y amor que le dan a mi trabajo. Es súper bonito ver como mi fanfic, mi bebé que hasta hace poco no tenía más de 100 lecturas, ahora se ha posicionado en el primer lugar de una categoría tan peleada como lo es #Solangelo.
De todo corazón, gracias.
Ahora si, esta vez nos leemos hasta diciembre.
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