VII. Que delicadas pueden ser las flores, majestad.
[Nota importante, harían bien en reproducir la música cuando el momento lo amerite, estarán en letras negritas todo el momento]
Will se giró con miedo, esperando recibir algún golpe por su osadía contra el rey del Hades, pero en su lugar se topó con un ramo de flores lunares recién cortadas, esas bellas flores blancas que había visto en su habitación cuando amaneció tras su primera noche en el palacio.
—Hazel me comentó... que te gustaron las flores del jardín central— Will no podía verle la cara a su prometido debido a la oscuridad que envolvía a este tras de las columnas, así que el rubio no estaba seguro de que si esto era un regalo de buena fe o un acto malicioso de parte del otro muchacho, lo único que alcanzaba a notar era la pálida mano que le ofrecía tan hermoso regalo temblaba con un movimiento tan bien disimulado que a menos que pusieras mucha atención eras capaz de notarlo, en contraste con esos ojos brillantes que destellaban como joyas malditas en la oscuridad, llenas de odio y rencor.
Temeroso, Solace tomó el regalo entre sus manos con sumo cuidado, como si temiese que las flores al separarse de las manos contrarias se marchitaran.
Acarició los pétalos con la yema de sus dedos en un lento movimiento para darse el tiempo de que todas sus terminaciones nerviosas se deleitaran con el suave contacto, la sensación aterciopelada de las fibras de la flor le hizo soltar una tierna sonrisa acompañada de un pequeño sonrojo, le pareció escuchar un quejido por parte del rey pero decidió ignorarlo como todo aquello desagradable del palacio.
Levantó la mirada y ahora su sonrisa estaba total
Mente dirigida a la mano que aún seguía tendida en el espacio fuera de la oscuridad.
— Gracias... me encantan este tipo de cosas. —La dulce voz de Will hizo que el rey de los fantasmas se tensara un poco y retrocediera varios pasos atrás. Entonces Solace cayó en la cuenta de que el ambiente era menos tenso de lo que pensaba en un inicio, de nuevo ese dulce aroma le impregnaba en cada parte de su ser... el mismo aroma que percibió en la sala del trono el primer día, igual que cuando fue a revisar a su cuñada a sus aposentos, sólo que mil veces más atrayente, más exquisito... más dulce.
Ni un sonido, ni una sola palabra se escuchó por momentos.
— Considéralo mi disculpa... por lo que pasó en la sala del trono y como agradecimiento por curar a mi hermana.
—Ah no, no fue... nada.
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El sol llegaba después de (Lo que para Will fueron años) todo ese tiempo a la piel del rubio y no era capaz de recordar cuando fue la última vez que se había sentido tan lleno de vida. Todo gracias a ese hermoso jardín en la terraza de la torre norte del palacio.
Sin duda era su lugar favorito desde que había llegado al hogar del rey del mundo, no solo por la paz que uno podía captar en el lugar. Si no porque este sitió, había sido testigo de un milagro...
— ¿Q-qué es este lugar por cierto? — Will preguntó, buscando la manera de ocultar el posible sonrojo que tenía en las mejillas por haber recibido unas palabras más amables de parte del rey.
Nico no respondió pero en sus ojos, Will pudo percibir una pequeña ruptura. Algo que no era odio ni furia en los ojos ajenos. Otro sentimiento que ni solace pudo descifrar por que inmediatamente, Nico recobró la compostura.
— Se llama " Los Elíseos". Es un jardín que fue construido como obsequio a la 2da concubina del Rey Hendriksen cuando dio a luz la primera vez.— La voz de Nico era fría. Parecía que se trataba de un tema delicado. Pero como el rey siempre solía tener un tono seco y frío para hablar, Solace no le dio mucha importancia.
— Es muy bonito. Me recuerda mucho a los jardines reales de Delos. Lo cual es gracioso. Pensé que él sol no llega a tocar...
— ¿Los alrededores del castillo? Si, en efecto eso no pasa... Pero esta torre es la más alta de todo el castillo. Sobre pasa la capa de neblina eterna que cubre mi capital. Por eso es que el sol llega hasta acá. — Nico le fue explicando mientas salía de las sombras y llegaba para posicionarse a su lado.
Will le miro varios segundos, antes de volver a contemplar las flores.
— No conocía esta especie... ¿Cómo se llama?
— No lo sé. — Secamente respondió Nico, dejando a Will algo consternado. — Mi madre las llamaba Bianca... Y mi hermana decía que se llamaban Flores de Luna.
— ¿Bianca?
— Me enteré de que la conociste ayer.
—Ahhh, ver un retrato antiguo no creo que cuente como conocer a alguien. — Respondió nervioso Solace al ver para donde iba la conversación.
— Se podría decir...
Otro largo silencio. Donde el viento levantando las flores era lo único que se podía discernir de las respiraciones relajadas de ambos chicos. Will se sentía aún tenso por qué era la primera vez que conversaba tan fluidamente con su prometido, sin estarse maldiciendo o algo por el estilo.
— Me refiero a que es cierto... No puedes conocerla por qué ella está muerta y...
— Hey... Está bien. Capte la idea.
Nico soltó un fuerte suspiro y se giró para mirar a su prometido. Realmente quería mandar a llamar al pintor para que comenzará a hacer un cuadro para él. Solace era muy hermoso y mientras sujetaba las flores favoritas de la madre de Nico, con el fondo del kiosco detrás suyo y el viento moviendo la melena... El pobre chico se quería morir ahí mismo.
Se sonrojó y desvío la mirada.
— Seguramente Jules este buscándome... Debería irme.
Cuando el moreno estaba haciendo un afán por levantarse, rápidamente se detuvo al sentir como alguien jalaba su larga capa hacia abajo.
— ¡Espera! Yo ah...— Will trató de hablar pero de una manera extraña se le había formado un inmenso nudo en la garganta.
Las manos le sudaban copiosamente y creía que su cara estaría por explotar del calor que le abrazaba las mejillas. — Yo q-quería saber si puedo... Puedo...
— Habla rápido. No tengo todo el día.
Will frunció los labios y levantó la mirada antes de realizar una petición extraña.
— ¿P-puedo volver a este lugar?
— ¿Disculpa?
—D-dijiste que este lugar fue construido para la segunda concubina del rey pero... En verdad me gusta mucho este lugar. Me hace sentir que no estoy lejos de casa y al parecer no eres un gruñón cuando estás acá. ¿P-puedo seguir viniendo?
Nico se veía pensativo. Will supuso que no se esperaba una petición tan tonta... Normalmente una persona del harem pediría joyas, ropa cara, objetos extraños y valiosos, no que le dieran permiso de visitar un jardín en lo más alto de un castillo que aunque tétrico, era hermoso...
— P-prometo que no haré nada. Solo quiero ver las flores, estar en sol y...
Nico le tomó la mano que aún descansaba sobre su túnica y le ayudó a levantarse del suelo. A la vez que interrumpía al pobre de Will, quien le miro a los ojos algo dubitativo. Se percató de que le sacaba una cabeza de altura a su futuro esposo y eso le pareció adorable.
— Puedes seguir viniendo...
— ¿Enserio?
— Este jardín... Lo mandaron a construir para mí madre. Desde que ella murió, ni yo suelo venir a este lugar. Sería un total desperdicio de espacio.
Will sonrió tenuemente. Nico lo noto y entonces algo cálido creció en su corazón. La chispa de algo que pronto sería peor que un incendio en la vida del soberano del mundo.
— Pero tengo una condición...
— ¿Una condición?
— Comenzaras a sentarte a mi lado en la mesa.
Will volvió a parpadear extrañado y recordó todo lo que Hazel le había platicado un rato atrás.
"Un alfa no puede aceptar el rechazo de su pareja, menos en este país. Somos conocidos por ser orgullosos hasta la médula. En el país, que la pareja se siente junta es un método de aceptarse como eternos compañeros. Estas cediendo a compartir la comida con él, al no sentarse cerca es como si lo despreciarás totalmente."
Will dejó escapar levemente un soplido.
— B-bien. Respetaré la tradición.
Y eso hizo. A partir de ese día Will había comenzado a sentarse junto a Nico en las comidas que compartían... Las cuales eran muy pocas en realidad. Ya que tal parecía que el rey prefería comer en su estudio mientras trabajaba en cosas que al rubio poco le interesaba.
Pero lo cierto es que con ese avance en su relación, también Solace empezó a percatarse de algunas cosas... Las cuales no le agradaban para nada.
En específico las cosas que tenían que ver con el ministro de economía. Minos.
Tenía unas actitudes bastante peculiares para alguien que solo debería limitarse a administrar la fortuna de la familia, impuestos y demás.
A veces tenía la oportunidad de presenciar las audiencias que tenía el rey con algunos integrantes del consejo y había notado que el hombre tenía cierta tendencia a meter su opinión donde no le correspondía. También hacía muchos comentarios que dejaban en claro que no estaba de acuerdo con las decisiones que Nicola tomaba... Principalmente con respecto a posponer tanto la boda de su hermana y en la elección de Will como cónyuge.
—En mi opinión, debió aceptar otras propuestas de matrimonio... Como máxima potencia mundial, el gobernante debería tener un cónyuge más adecuado.
— ¿Tienes algún problema con eso Minos?— agregó Jules Albert, olvidándose totalmente de los modales de un mayor domo para una persona de cargo importante
— ¿No es obvio? La familia real siempre ha tenido una gran línea de sucesores debido a que la sangre se ha mantenido pura por siglos... Bueno, eso en cuanto a la primer pareja. — Esto último lo había dicho con un tono sugerente, cargado de veneno en contra del propio rey. Pero al parecer a Nico poco le había importado esa insinuación.
— Si tienes alguna queja. Puedes discutirlo con el ministro de relaciones Minos. Fue consejo suyo el que yo buscase un cónyuge para aliarnos con el único lugar que tiene casi tanto poder adquisitivo como nosotros. Delos tiene mucho potencial económico y es un lugar del que poca información se tiene. — Comenzó a narrar Nico a la par que se levantaba de su silla y comenzaba a caminar alrededor de la sala. — Por alguna razón ellos no se mezclan con gente distinta a la suya. Se les conoce por su belleza admirable... ¿Qué mejor forma de alabar mi nombre que teniendo un cónyuge de dicho país tan exótico? "Nicola di Ángelo, primer monarca en contraer nupcias con uno de los hijos de Apolo." Yo sin duda me admiraría a mí mismo por esa capacidad de formar alianzas.
La cara de Minos había sido única en su momento y tal vez eso ayudó a Will a ignorar el hecho de que su matrimonio con el rey del Hades era una especie de técnica de marketing. Incluso llegó a sentirse algo alabado por qué realmente él era tan valioso que Nico lo necesitaba para llegar a obtener más poder de alguna manera.
Después de ese momento en que todos daban la razón a Nico por los argumentos dados a su matrimonio con Will, el moreno le dirigió una mirada discreta a su prometido y le sonrió de medio lado en un gesto que dejó a Solace sin aliento. Pero al girar su mirada para evitar que un sonrojo se formara en su rostro, cambió el objetivo de su visión y se topó con la mueca de odio más horrible que había visto en su vida y lo peor, de parte de Minos para el rey Nicola y el propio Solace.
Apartar de ese momento, el rubio había tomado la sensata decisión de tener distancia con el ministro de economía. Había algo en Minos que no le agradaba y nunca lo haría.
Pero volviendo al presente...
Will se encontraba en el Jardín de la torre norte. Disfrutando del calor de la tarde y de la suave brisa del lugar, cuando de la nada la puerta del lugar se abrió y por ella entró Jules Albert. Vestido de traje y con una cara entre enfadada y decepcionada.
— ¿Qué hace aquí, príncipe Solace?
—Yo... Yo tengo autorización para estar aquí.
— No le pregunté si tenía autorización. Le pregunté qué hace aquí, se supone que debería estar en clases de baile. — Jules exhalo cansadamente mientras alzaba una ceja al ver que Will le sonreía con nerviosismo y se encogía de hombros. — Majestad Nicola quiere que sea educado con las costumbres del país. Como el primer...
— Como el primer esposo del rey del mundo, debo comportarme como tal, dar el ejemplo por qué ¡qué vergüenza que el soberano del mundo tenga un primate por esposo! Y bla, bla, bla... Me sé el discurso de pies a cabeza, querido Jules. — Will se cruzó de brazos un mechón travieso de sus dorados rizos se escapó de su colega y le cayó sobre la nariz. Solace resopló en un afán de liberar su vista para seguir enfrentando al mayordomo con la mirada.
Jules carraspeó tranquilamente y tratando de contar hasta diez para no azotarle la libreta en la cabeza.
— Tiene 15 minutos para estar en el lugar. Su alteza Nicola irá más tarde a verlo.
Will abrió los ojos y levantó una ceja extrañado.
— ¿Irá a verme? Pensé que tendría cosas más importantes que hacer.
— Pasa que su clase de Danza, cruza con las lecciones musicales de su alteza. Si asistiera a sus clases como es debido, lo sabría príncipe Solace.
Con esto último Jules dejó a Will en la inmensidad del jardín mientras este se rascaba la cabeza apenado y confundido... ¿Tenía más oportunidades de convivir con su prometido además de las comidas? Demonios.
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Tras perderse diez minutos por confundir varios corredores, Will consiguió llegar al salón de danza y vaya sorpresa que se llevó.
A diferencia del resto del castillo. El lugar tenía una decoración bastante peculiar. En el techo había una gran cúpula con vidrieras que contaban la historia de cómo se fundaron los tres reinos principales y cuando se unieron para formar la afamada Olimpia... Lugar que solo duró 5 años antes de que el tirano Cronos muriera y la unificación del "único continente" terminara en la independencia de cada estado principal al ser dividido entre su descendencia. Varios candelabros estaban iluminando desde las paredes mientras que la luz natural del día entraba por las vidrieras de colores, pero lo que más destacaba era la "decoración" de las paredes. Parecía que el lugar había sido construido a base de plantar varios árboles juntos, dejarlos crecer por años hasta que sus ramas, troncos y raíces se enredaran entre sí, formando una estructura sólida. Olía a tierra mojada y en el piso había un hermoso pero sencillo mosaico en colores fríos, donde predominaba el plateado.
Ahí estaban tres personas en específico. Una chica alta de cabello Moreno que le llegaba a la cintura con unos preciosos ojos azules, un muchacho unos años más grande que Will con la tez morena y el cabello chillo en tono caoba que sostenía un violín. Y por último, Jules.
—Vaya, encontró el lugar majestad. — Irónicamente agregó Jules en ese acento extraño que ya comenzaba a irritar al príncipe.
— No fue tan difícil. Solo había que preguntar dónde estaba el pingüino con raro acento del rey y seguir indicaciones. — Burlón agregó y la cara de Jules pasó a ser roja como un tomate. La muchacha a su lado soltó una pequeña risa y el joven Moreno sonrió de medio lado.
Will pudo relajar los hombros. Al menos había gente con humor en la habitación.
La guapa chica se acercó a Will caminando con una gracia que Solace solo había visto en las aves de la naturaleza. Llena de gracia y hasta con un ritmo dulce para caminar.
— Mucho gusto, alteza Solace. Mi nombre es Silena Beauregard y seré su instructora de baile. — La chica se inclinó ante Will y el rubio hizo a su vez una media reverencia mientras se disculpaba por el retraso, a su vez la chica morena le decía que no había por que disculparse y Solace pensó que se estaba haciendo de una muy buena amiga.
— ¡Oh, que modales los míos! — De la nada expresó Silena. — Él es mi esposo, Sr. Charles Beckendorf, es el instructor de música de su alteza di Angelo.
— ¿Esposo?
—Sí. Es un honor alteza. — Charles también le hizo una media reverencia mientras le dedicaba una media sonrisa que ha Will le hizo sonrojar de cierta manera. El chico era muy guapo y Solace no era capaz de ignorar ese evidente hecho. Y es que la cara del muchacho, su tez oscura, sus chinos del color del ébano y ojos negros le recordaban mucho a...
En ese momento la puerta se abrió de golpe y ahí estaba de nuevo. Nicola di Angelo... ¡¿Sin su capa inmensa y joyas de huesos?! Pues sí, el rey en ese momento vestía una camisa negra de lino y a su vez unos pantalones muy similares a los de Will, con un cinturón con la insignia del país del hades en el centro. La espada de hierro estigio no podía faltar y claro, la palidez de su piel era ya un sello personal del muchacho.
Al principio Nico había ingresado con una cara llena de seguridad y Solace podría haber apostado que sonreía de medio lado, pero al posar sus ojos en la escena de Will tan cerca de Charles y con un tenue color rojo en las mejillas, esa expresión paso a ser la misma con la que lo conoció.
La misma cara de amargado y psicópata dispuesto a cortar la cabeza de todos los presentes.
— ¡Alteza! Lo estábamos esperando. — Alegremente añadió Jules mientras se dirigía en dirección al más joven. Jules continuo haciendo mil y un de comentarios alabando a la figura del rey pero Nico no podía despegar los ojos de Solace, quien en comparación de cuando hablaba con Charles ahora tenía los pómulos pálidos y los ojos con un temor extraño en ellos.
Nico giro su vista a la pareja de instructores y como siempre, ambos le sonreían con amabilidad y daban la bienvenida con una reverencia. Cuando sintió a Jules a su lado, automáticamente Nico se deshizo de la espada y se la aventó contra el pecho, sacándole el aire al pobre mayordomo.
—Tengo cosas que hacer, hagamos esto lo más breve posible, ¡Charles, mi violín!
—Aquí está su alteza. Lo he afinado previamente para que podamos terminar rápido.
Nico asintió y tomó de las manos de Charles el violín con cuidado a pesar de la sensación incomoda de que con solo unos instantes, su instructor de música había logrado hacer sonrojar a Will... A él le había costado tres días y desde entonces no había vuelto a conseguir que el rubio tiñera sus mejillas de rosa por su causa. Eso le frustraba mucho.
—Gracias Charlie.
El hombre asintió e invito a Nico a que fuera con él al otro lado del salón para que ellos tuvieran su espacio para practicar. Pero Nico tenía otros planes para la lección de ese día... de hecho lo tenía hecho desde que vio a Solace por primera vez y quiso conocer mejor a su pareja destinada.
—Yo... Silena, me gustaría que llevemos a cabo lo que te comenté semanas antes.
—Ahhh... ¿Está seguro alteza? No hemos terminado de ver la partitura y...
—Charles... se lo pedí a tu esposa, así que no quiero objeciones.
El hombre asintió con una mueca de preocupación y le dio un tipo de señal a su esposa para que siguiera las órdenes de su monarca.
—Bien entonces... Alteza Solace, vamos a tener nuestra primera lección con una pieza emblemática de la familia. ¿Ha tomado clases de danza antes?
—Bueno... En Delos tenía clases, bailes regionales de mi zona. Meramente rituales.
—Entiendo, bueno eso me indica que su cuerpo ya tiene cierto entrenamiento. Está bien.
Silena condujo a Solace a la mitad del salón donde un gran mosaico en representación de una calavera coronada abarcaba más de la mitad del lugar. Le corrigió la postura y le ayudo a colocar una de sus manos en la cintura y a agarrar correctamente su mano.
—Ah, no es muy diferente entonces.
—Eso lo veremos. — Agrego Nico mientras interrumpía a Will en su discurso. Solace le dedico una ceja arqueada con la que preguntaba "¿a qué te refieres?" Pero Nico solo pasó una mano por su cabello largo para dejarlo atrás y caminar hasta una de las laterales de la pista. No muy cerca ni muy lejos de él.
Cuando Charles tomo su lugar al lado del joven di Angelo traía una especie instrumento muy extraño que nunca había visto. Era una mezcla de un piano, flauta y con percusiones. Parecido a la gaita en tamaño pero más... raro.
Charles entonces comenzó a tocar... una melodía hermosa pero tétrica, que en combinación con la decoración del lugar, era sin duda alguna, mucho más escabrosa. Pero no tuvo mucho tiempo de sentirse perturbado por que dentro de poco Silena comenzó a moverse para guiarlo a bailar. Apenas Solace se estaba acoplando, el ritmo no despertaba en él el instinto de querer bailar, por el contrario. Se sentía asfixiado y con ganas de salir corriendo... Hasta que lo escucho.
Nico entro a hacerle compañía a Charles con su violín, dejando escapar una preciosa melodía que apaciguo el ritmo de la canción y la hizo fluir más por el cuerpo de Solace. El sonido del violín era ensordecedor, hermoso hasta por donde no entraba una sola nota imperfecta.
Entonces se dejó llevar.
No sabía explicarlo, pero Nico tocando el violín era como un hechizo hipnotizante, cada nota se convertía en un hilo resistente que obligaba a Solace a seguir el ritmo, mover sus pies con gracia sobre la pista de baile o más bien flotar sobre estos. En algún momento Silena dejó de dirigir al rubio pues él, ahora era el que mandaba en esa sincronía de movimientos.
Incluso, la propia chica se dejó llevar... pero más que nada porque algo en su interior no se lo permitía. Más allá de que Solace era su superior al ser el prometido de su rey, algo en su instinto le decía que no tenía el derecho de detener a Will, algo más allá de su posición le daba cierto poder sobre ella. Y eso le asustaba.
Por eso sucumbió de su miedo y se dedicó únicamente a seguir a Solace en la danza... pero su esposo no. Él sintió el temor de su amada emanar con fuerza y de improvisto detuvo su sonar y a la vez el del rey.
— ¿Qué pasa? — Extrañado añadió Will, quien pudo volver en sí después de unos segundos sin música. El moreno miro a su esposa quien le agradecía con la mirada y le dedicaba una sonrisa de "ya está bien".
Charles también lo sintió... Ya no estaba esa presencia atemorizante en la sala y esta vez no era la presencia del rey di Angelo. Era algo muchísimo peor.
— ¿Charles? — Fue el turno de di Angelo y esta vez, el hombre se disculpó y le dijo a ambos chicos que la lección de ambos estaba finalizada por el día presente.
Ambos jóvenes se miraron extrañados y solo alcanzaron a mirar como la pareja salía a toda prisa del cuarto, pero solo Nico cayó en cuenta de que Jules, quien se había mantenido al otro extremo de la habitación, miraba con horror a su prometido.
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En la capilla del templo de los dioses todo siempre era frio y triste, lleno de oscuridad o un aura de depresión masiva. Octavian lo sabía y por eso adoraba ser el supremo sacerdote del lugar.
Desde que lo habían exiliado de su antiguo hogar y encontró refugio en el país del hades como dirigente principal del templo, no había ni un solo día en que se llenara de oro y grandes lujos en los adentros del palacio sacerdotal.
Lo único que comenzaba a molestarle de un tiempo acá es que la gente había dejado de asistir a sus discursos públicos. Cuando el rey Hendriksen estaba al mando, Octavian estaba en su máximo auge como orador y sacerdote. La gente lo amaba y veneraba como un sabio más, un dios de las profecías encarnado en carne y huesos.
Pero desde que su hijo menor había tomado el mando y se implementó más la educación laica a la gente del Hades, los templos estaban más vacíos que las fosas de prisioneros de guerra destinados a los juegos barbaros de su natal Roma, en los tiempos de Calígula claro, porque por lo general esas cosas estaban a rebosar de gente.
Pero bueno, esos tiempos de gloria se habían acabado... pero mientras él tuviera la oportunidad de seguir viviendo como hasta ahora no tendría que preocuparse por eso. De momento.
—Excelencia Octavian.
—Argh ¿Qué quieres Kahale?
—El ministro de economía, Sr. Minos está aquí. Solicita una audiencia inmediata con usted.
— ¿El viejo Minos? Hum... Espero que venga a pagar su diezmo del mes, tiene tres de atrasó ese sujeto.
Octavian se levantó de su lecho con una cara llena de pocas ganas de socializar y el sonido de sus sandalias contra el piso de mármol era lo único que se escuchaba y eso alerto a cierta sacerdotisa que se paseaba por las columnas.
Cuando octavian estuvo frente al hombre, tomó una postura más recta y decoro su pálido rostro con una sonrisa más falsa que la lealtad que guardaba para su actual monarca.
—Minos, mi querido ministro ¿Qué le trae a la casa de los dioses?
—Octavian... Sumo sacerdote, me temo que tengo que tratar contigo temas de suma importancia.
—Minos, te seré honesto. En este momento le estaba rindiendo culto a Dionisius bebiendo un exquisito vino de uvas de su isla y realmente has interrumpido el momento crucial del ritual, así que te agradecería que si no has venido para pagar los tres meses de diezmo que le debes a este templo, me veré en la penosa necesidad de que te retires en este momento. Buenas tardes.
Octavian tenía toda la intensión de irse pero sin dudar, Minos era mucho mejor orador que el propio chico.
— ¿Sí? Bueno al tener esa actitud me imagino que te vale totalmente que el rey di Angelo tenga la intensión de casarse con un príncipe pagano y que eso afecte enormemente al prestigio de tu templo, supongo que debería irme lo antes posible.
Automáticamente Octavian cedió a escuchar cuando menciono la palabra "pagano", más allá de sus lujos que traía su oficio, el rubio era un fanático de su culto.
— ¿Un príncipe pagano, has dicho?
Minos sonrió victorioso... esto solo era el comienzo de su plan para derrocar al último hijo del rey Hendricksen y de esa perra sucia de María di Angelo. La princesa de una tribu de las tierras cercanas a Delos.
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Will estaba en el kiosco del jardín de la torre norte. Apenas era medio día y se suponía que en ese momento tenía clase de historia del país, pero para esas cosas Solace prefería estudiar por su cuenta. Así que en ese momento estaba leyendo un libro de la historia registrada del mundo, pero se centraba en las épocas de oro del país del Hades.
Mentiría si no dijera que estaba embobado leyendo las páginas, devorándolas de una en una. Al parecer el rey Cronos fue quien dio origen a los tres reinos principales. Dividiéndolos entre sus tres hijos, quienes había sido bautizados en honor a los dioses, Júpiter, Neptuno y Plutón.
De ese momento los tres tuvieron su descendencia. Quienes posteriormente dieron origen a los otros reinos principales, hasta finalmente llegar a los 12 Olímpicos, amos del mundo entero.
Luego leyó la breve alianza o unión que estuvo vigente hasta hacia 3 años atrás, esa que se dio tras "La gran catástrofe". A Solace le pareció curioso que el libro no tuviera ni un solo detalle de que fue ese hecho, era como si una página hubiese sido arrancada del libro y le quitaba continuidad a todo lo que leía. Incluso empezó a ojear por si realmente la hoja se hubiera caído y alguien la habría puesto entre páginas, pero nada.
Solace chasqueo la lengua frustrado y se dio a la tarea de continuar con su lectura. Entonces se topó con algo interesante. Un árbol familiar, específicamente de la familia de su prometido. La descendencia del rey Hendriksen, o la dinastía de Eliseum.
Hasta arriba se encontraban el rey Urano junto a su esposa Rea. Los abuelos de la dinastía, luego les seguía el príncipe Hendriksen quien estaba casado con la princesa Perséfone, un matrimonio que había sido en alianza con las tierras de Deméter. Una bastante conveniente si se ponía a pensar, una tierra llena de agricultores... perfecto para un país con uno de los suelos más infértiles del mundo. Si no es que era el más infértil.
Solo que debajo de ellos no se encontraba ninguna descendencia. Donde se encontraba era al lado del nombre de las concubinas. Al parecer el rey tuvo un Harem bastante amplio, 56 concubinas para ser exactos, pero solo 4 tuvieron hijos con él.
Automáticamente los ojos de Will fueron a parar al nombre de la concubina "María di Angelo", la foto que estaba en el lugar, hacía total justicia a su nombre, la mujer era demasiado guapa. Tenía una tez oliva, casi dorada y unos ojos castaños miel. Su cabello estaba atado en un tocado muy sencillo (media coleta) y nada de joyas había en su rostro. Debajo de ella estaban dos criaturas, Bianca, la hermana mayor de Nico... Esa que había fallecido al caer de un caballo. Y claro, a su lado estaba un pequeño Nico, de tal vez unos 4 años. Muy adorable a su pesar.
A su lado estaba justamente la foto de Hazel, siendo una recién nacida. Siguiendo ese camino se encontró con que la madre de ella no estaba registrada... de hecho aparecía que Hazel descendía directamente de Hendricksen, sin rastro alguno de su madre. Will continuo mirando y se encontró con que los otros hermanos de Nico no habían alcanzado a cumplir la mayoría de edad... de hecho estos murieron cuando eran recién nacidos, la pintura de sus cadáveres bajo la foto de sus progenitores hablo por si sola.
Will Soltó un terrible suspiro.
—Si me pagaran impuestos por cada suspiro que te he visto soltar desde que llegaste, mi fortuna sería igual a la de juntar la de los doce reinos.
Solace se giró asustado en un inició y se encontró con Nicola, al otro lado del kiosco, recargado en una columna mientras se devoraba una fruta roja, una manzana.
— ¿No estabas en una reunión que duraría todo el día?
—La reunión acaba de terminar. Eso pasa cuando eres el rey del mundo y eres eficaz en tu trabajo mi querido Will.
Nico se acercó a él con un aire de superioridad y una seguridad que hasta al propio solace dejo sorprendido.
"Se está pavoneando* frente a mi... Alfas"
—Pensé que no solías venir aquí después de la muerte de tu madre. — Mientras Solace decía eso, Nico se había terminado de posar a su lado y miraba con una ceja arqueada al rubio. Por el largo silenció que se instauro, Will no sabía si había sacado un tema delicado o no, pero esa duda se borró en cuanto escucho el sonido de la espalda de di Angelo deslizarse por la columna del kiosco lentamente.
—Así es... No vengo aquí desde lo de ella. Pero ahora mi pareja se la pasa más tiempo aquí que en el castillo. Así que ya tengo una razón para estar acá. —Hablaba como si eso no tuviera importancia pero para Will esto fue como una flecha directa al corazón. Había sentido su cara arder muy rápido y apretó los labios para evitar dejar escapar un jadeo de sorpresa.
El sonido de la fuente inundó todo el sitio y Will se tomó la libertad de admirar bien a su prometido a la luz del sol mientras el kiosco le proporcionaba sombra fresca. Nico tenía el cabello mucho más largo que Will, casi le llegaba por debajo de los hombros y caía lacio sobre estos, la boca con labios finos y un perfil muy fino. Nariz pequeña y respingada, la palidez de su piel en vez de desfavorecer, le hacía resaltar el color oscuro de su cabello y ojos. Hermoso. Nico era muy hermoso... y era suyo.
Ese pensamiento pasó muy brevemente por la mente Solace, antes de borrarlo. Le había asustado pensar de esa manera. Nico no era suyo... al contrario, él le partencia, su padre lo había entregado en bandeja de oro al rey para su suplicio.
Quiso cambiar rápidamente el tema de conversación para olvidar esa terrible sensación de posesión que por unos segundos le había cegado.
— ¿Es... difícil?
— ¿Qué cosa?
—Ser el rey del mundo... ¿Es difícil? — Con nerviosismo añadió Will mientras se abrazaba a sus rodillas. Por su parte Nico tenía una pierna colgando por las escaleras del kiosco y la otra tenía su rodilla pegada al esternón, ahí estaba recargada la mano que sostenía su manzana.
—Define difícil. — Will se giró lentamente a mirar a Nico que ahora observaba con ansiedad su anillo de calavera. — Cuando eres el único candidato a la corona, te preparan desde que dejas de mamar para que un día tomes el control de todo.
Will le miro sorprendido y lleno de curiosidad. Nico era más joven que él, eso era más que claro y aun así, no encontrabas en su mirada la luz de la infancia, siquiera de la adolescencia. Mirar al moreno a los ojos era como mirar a un león adulto.
— ¿Cuántos...? ¿Cuantos años tenías cuando tomaste el mundo?
— Has cuentas. Subí al trono cuando tenía doce años y me tarde tres años en apoderarme del mundo.
—Quince... La mayoría de edad recién cumplida. Entonces solo eres un año menor que yo.
— ¿Lo dudabas?
—Admite que tu estatura no ayuda. — Will sonrió por la mueca de disgusto que puso di Angelo al momento pero tampoco pasó desapercibido el tono cereza que Nico hizo aparecer en su rostro.
— Pasa, que la estatura solo es momentánea. Mis padres eran altos.
—Pasa que no comes. Me he fijado en que tus hábitos alimenticios son terribles, no me extraña tu palidez, lo delgado que estas y tu estatura. —Will se acercó lentamente a Nico hasta quedar a unos treinta centímetros. Nico en un inicio se había inclinado hacia atrás para evitar estar cerca de Will, estar a esa distancia implicaba una tortura para di Angelo. Pero de en vano, la columna le impedía retroceder en el espacio. Will entonces acerco la palma de su mano y levantó un mechón de cabello que le caía por la cara y lo atoro detrás de su oreja. — Y aún con eso, pienso que eres muy hermoso di Angelo.
Nico abrió los ojos y ahora el sonrojo se extendió por el puente de su nariz, el nudo de su estómago comenzaba apretarle. No pudo evitarlo, dejo salir su esencia, totalmente dirigida a Solace. Como una manera de atraerlo a él.
"Mírame, tócame... Tómame"
Will lo percibió. El olor era muy dulce, terriblemente atrayente. Quería tomar al chico entre sus brazos, llenarle de todo tipos de caricias, incluso a su mente pasaron algunos poemas que le escuchó decir a su padre, que serían perfectos para recitarle mientras le hacía...
Un brillo le distrajo justo a tiempo. Un brillo casi imperceptible que de no ser por la luz del sol, Will no habría visto en la penumbra de las flores.
El sonido de una flecha dispararse.
Will se movió. Y lo último que vio, fue la cara de horror del rey, mientras el hombro de Solace sangraba a borbotones.
"Las flores pueden ser muy delicadas, en especial si no se les cuida de las plagas... Majestad"
Aclaración de "pavonear": Llamar la atención del crush al tomar una postura segura y sexy (según el pavito) , una expresión coloquial del bello México.
*Les llega el aire de la rosa de Guadalupe*
Así es chicos, la guadalupana lo hizo de nuevo (?) TSUKY ACTUALIZÓ DOBLE ESTE MES :'D
No les voy a mentir, este capitulo correspondía a diciembre pero es que prácticamente se escribió solo y no pude resistirme.
¿Qué les ha parecido? ¿Me vi muy culera dejándolo así? PUES SE AMUELAN HASTA DICIEMBRE.
BUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA (Ay, ya extrañaba hacer maldades de escritora)
Realmente no tengo nada que agregar más que agradecerles infinitamente por todo el cariño que le dan a esta historia, en muy poco tiempo las lecturas y votos han subido un poco más y eso me llena el alma de felicidad. Tal vez por eso me motive tanto para escribir el capi.
Bueno, ahora sí, sin más que decir. NOS LEEMOS EN DICIEMBRE.
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