VI. ¿Un príncipe cautivo?

— Así que no rezongues más y come. Después irás a dormir, los niños no deberían estar tantas horas despiertos.

Eso hizo a Nico salir de su burbuja de asombro por la actitud aparentemente amable del rubio.

— ¿Niño? Te recuerdo que soy el rey del mundo pedazo de...

— Tu puto titulo es lo que menos me interesa. Antes que nada eres (aunque no por decisión mía) mí esposo. ESO ME DA COMPROMISO CONTIGO, ASÍ QUE CÁLLATE Y COME, ¡ORDENES DEL DOCTOR!— Solace tomó entre sus manos una de las frutas que había traído consigo e intento meterla en la boca de Nico de un solo movimiento, pero esté fue más rápido y lo esquivo con una facilidad infernal.

Fue entonces que comenzó una pelea entre la pareja real más importante del mundo. Una que no cesó hasta que Nicola di Angelo terminó con el pelo embarrado de restos de fruta exprimida y estrellada contra su cabeza, bebiendo de mala fé el té de Tilo que le habían preparado y comiendo a duras penas un sanwich que tenía más pinta de ser una ensalada verde con pan.

Y con un Will que tenía estrellado en la mitad de la cara un emparedado de chocolate con plátano y vete tu a saber que tantas cosas poco saludables, que vigilaba que el joven chico masticara 20 veces cada uno de los trozos del sandwich "verde" y lo tragara despacio.

Las cosas aparentemente iban de mal en peor para la relación de estos dos. Pero lo cierto es que un matrimonio nunca es fácil a la primera. Menos cuando una de sus primeras experiencias juntos incluyen tétricas decoraciones y sándwiches insalubres.

....


           

La hora de ir a dormir fue más tranquila. Y eso se debía a que ni Will o Nico se atrevieron a decir palabra alguna.

Cosa que cabe destacar, molestaba enormemente a ambos jóvenes. Más que nada por impotencia (de parte de Nico) y angustia (por el lado de Will). Era frustrante ver que la única forma en la que ambos chicos podrían hablarse era gritando, insultándose o peleando.

"Nadie me dijo que el matrimonio era solo pelear y discutir"

"Nadie me advirtió que tener un marido me sacaría más rápido de quicio que estar en la misma sala que Minos"

Cuando Solace diviso su propia puerta, tenía toda la intensión de desaparecer por ella y no volverle a ver la cara al muchacho hasta dentro de varios meses, probablemente cuando llegara el momento de la ceremonia de matrimonio. Pero no. Su naturaleza amable y enorme boca tenían que delatarlo.

─ Buenas noches.

Ambos se detuvieron. Will frente a su puerta, el moreno en mitad del pasillo con Jules a su lado, que a pesar de mantenerse con una mueca inexpresiva, tenía en su mirada el brillo de la curiosidad y expectativa. A su vez ambos jóvenes no se miraban, Will solo permanecía estático en su puerta, admirando la manija plateada de esta, totalmente congelado mientras de recriminaba una y otra vez por haber hecho semejante tontería.

"Lo bueno es que quieres mantener el orgullo William."

Largos segundos pasaron, en los que nadie dejo escapar el más mínimo sonido. Tan tensa era la situación que el rubio no resistió mucho rato y alzo la mirada, topándose con que el rey no le estaba mirando, pero mantenía esa misma cara de "teme por tu vida, estas ante mi presencia"

Por alguna razón, a Will le dio un ataque de ansiedad por qué sintió su estómago revolverse en una sensación muy parecida a las cosquillas, que rápidamente se esparció por su cuerpo hasta la punta de los dedos de sus pies, concentrándose principalmente en las zonas de la ingle. Esta aumento cuando el rey le dedico una superficial mirada por el rabillo del ojo.

No pudo soportarlo y aparto la mirada rápidamente en un quejido. Más que nada por tratar de controlar esa desconocida sensación. Movimiento que le traería problemas al día siguiente... ¿O no?

Escuchó algo muy parecido a un resoplido y después unos furiosos pasos, alejándose de la zona. Se giró y en efecto, lo que temía estaba pasando.

Nico ahora caminaba a toda prisa por el pasillo, haciéndose escuchar al chocar sus botas con el mármol del suelo. Estaba molesto.

Will supuso que se debía a que aún tenía restos de fruta en el cabello, cortesía suya. Entró sin más a la habitación y se dejó caer a lo largo de la puerta de su habitación y entonces cayó en cuenta...

Comenzó a llorar. A lagrima viva, totalmente devastado.

Se abrazaba a sí mismo en la búsqueda de volver a sentir a sus hermanos, a las concubinas de su padre, a su querida abuela Leto. Pensar en ella, remarco la amargura en el corazón de Solace.

Claramente podía escucharla cantar el cuento que por años fue el hacedor de múltiples pesadillas para el chico en sus años mozos de la infancia.

Un joven muchacho por el bosque va caminando

Con su aljaba y su arco de caza

Escucho a una joven cantar

Y siguió el sonido

Allí encontró a la dama

Que vive bajo la sombra del Sauce

La llamó mientras ella le escuchaba

"Ven conmigo dama, ven desde tu cama de sauce"

Ella le miró serenamente  y solo meneo la cabeza

"Mírame ahora, soy un rayo de luz que danza a la Luna. Mírame  ahora, no puedo dejar este lugar. Escúchame ahora, un trozo de canción en el bosque. No me pidas que te siga a dónde vas"

Inmediatamente cortó el recuerdo ahí y se abrazó a sí mismo en búsqueda de algún consuelo para esa terrible sensación que había tratado de ignorar desde que se subió al barco aquella mañana de Delos.

La gélida sensación del miedo a no estar en su hogar.

Estaba solo, en un país que no conocía, donde le habían tratado con la punta del pie nada más llegar, le habían humillado, insultado, temía por su seguridad al saber que estaba en un castillo donde la sangre había corrido por los escalones principales hasta manchar la alfombra roja, estaba lleno de manteca o restos de plátano mezclado con chocolate derretido, lo que le hacía sentirse sumamente incomodo, sucio y encima de todo, estaba atado a alguien que no parecía interesarse por él, que jamás llegaría a amarlo como la persona que era y no por ser el príncipe de Delos.

Estaba solo, y lejos de casa.

**********

A la mañana siguiente, Will despertó con un severo dolor de cabeza, la nariz la tenía hinchada y roja, al igual que sus preciosos ojos azules. Ahora eran dos huevos fritos con una especie de aderezo celeste. Las sienes le palpitaban y tenía una gran molestia en el pecho. Le ocurría siempre que lloraba por extensas horas, dado que como no era su costumbre el llorar, su cuerpo no se acoplaba al esfuerzo que suponía tal acción.

Se giró con calma y al hacer la primera exhalación del día, ese aroma dulce le impregnó de nueva cuenta en la mente. Las flores seguían ahí, ahora mucho más abiertas, más llenas de vida y más bonitas que el día de ayer.

Al corazón de Will llegó un mensaje muy positivo, era como si las flores le dieran a entender que aun cuando ellas crecieron en la oscuridad del país del Hades, que fueron arrancadas del jardín para terminar en sus aposentos, no había por qué dejarse caer. Tenían que abrir sus pétalos una vez más y verse más hermosas que nunca.

"No puedo llorar por cosas como estas..."

Se distendió de las colchas y caminó hacia la ventana para correr las cortinas y confirmar que en efecto se había levantado un tanto antes de la hora en la que le habían explicado que lo irían a levantar de ahora en adelante. Su reloj biológico nunca cambiaría. Estaba tan acostumbrado a levantarse con el sol que aún sin verlo, sabía que estaba ahí.

Entro al pequeño cuarto de baño y se topó con una jarra llena de agua fresca, toallas y aceites con yerbas que reconoció de inmediato. La línea de productos para el cuidado y la belleza de su padre.

Soltó una risa al pensar que realmente su padre no exageraba cuando decía que su línea de cuidado facial llegaría a ser consumido entre los más altos puestos de la realeza.

Tomo un poco del aceite entre sus dedos procurando que algunas ranitas y hojas de las yerbas del aceite se vinieran con él y las unto por toda su cara, haciendo suaves masajes que poco a poco al mezclarse con sus movimientos y los componentes del producto fueron creando una suave espuma, que corrió hasta la base de su barbilla y parte de su cuello, a continuación con sus manos creó un pequeño cuenco y dejó caer un chorro de agua para enjuagarse todo el menjurje.

Las gotas le corrieron desde la frente hasta las clavículas lentamente y se terminaron por perder en el pliego de su camiseta blanca... No se había desvestido para dormir.

Cuando estaba secando su toalla con cuidado. El sonido de un vaso que se impactó contra el suelo, le obligó a llevar su mirada a la puerta y se topó con una chica en la entrada del baño, una mucama.

Tenía el pelo color chocolate con algunos mechones ¿morados? y ojos verdes olivo. Muy guapa pero en ese momento su mueca de vergüenza no ayudaban a hacerlo más notorio.

— ¡¿Estás bien?!

— ¡N-no, es decir! ¡Sí! P-perdone mi intromisión esto...

—No te disculpes. — Will la detuvo y la ayudo a recoger el desastre de un té con una tostada que llevaba en la charola que dejó caer.

—Ay no... Lo he arruinado.

—Oye tranquila, no has arruinado nada. — Will la ayudo a levantarse y a sacudir su traje mientras le dedicaba una cálida sonrisa.

— ¡P-por favor no le diga a su majestad! P-prometo que no se repetirá...

Will torció la boca en una mueca de disgusto al ver que de nuevo, Nicola era lo que tenía tan atormentada a la gente del lugar.

La tomo de las manos y con la voz más calmada que pudo dijo.

—Tú quédate tranquila. No le diré nada al rey.

La chica se sonrojó de sobremanera y apretó sus labios en una fina línea. Un brillo cálido se entabló en el corazón y los ojos de la chica... Que problemas iría a traer esto a la larga.

— De todas formas ¿no te has lastimado...? Ah perdón, tu nombre no lo...

— ¡Rosalía! Mi nombre es Rosalía joven príncipe.

—Bueno, ¿No te has lastimado Rosa?

—N-nada que un poco de Jacintos no pueda arreglar.

A Will se le estrujo el corazón al escuchar el nombre de esa planta. Planta que fue nombrada así en honor al segundo esposo de Apolo, el rey Jacinto. Otra vez la nostalgia a su familia atacaba y con ella la terrible melancolía que Solace creyó expulsar la noche anterior en forma de lágrimas.

— ¡N-no tiene por qué poner esa cara, realmente no es nada!

—Ah... No... Bueno... Si, tienes razón. El Jacinto es solo para dolores y heridas superficiales.

La chica le dio una enorme sonrisa y a su vez Will se la devolvió para luego mirar todo el desastre que quedaba sobre la bandeja.

—Ah... Si no es mucha molestia. ¿Para qué era ese pan?

— ¡Ay no, es verdad! Esto, el rey mando está merienda para usted temprano por la mañana.

— ¿Nic...? Digo, ¿el rey di Angelo?

— Sí. Dijo que probablemente hoy no tendría ganas de bajar a almorzar después de lo de ayer. Así que me pidió que le subiera un desayuno sencillo... Pero creo que lo he estropeado.

Will miró sorprendido por última vez aquel desayuno que ya no era nada más que un pan tostado hecho polvo, mermelada derramada y unos trozos de fruta llenos de polvo.

Pensó que tal vez... Solo tal vez, esa sería una disculpa o un agradecimiento por parte de Nico. Y tuvo el impulso de sonreír, enserio lo tuvo. Pero se contuvo.

—Gracias... Pero estoy perfecto para bajar a almorzar. Así que me gustaría vestirme lo antes posible para el desayuno.

— ¡Si, en un momento llamaré a los sirvientes que...!

— ¡N-no, no! No es necesario Rosalía, yo puedo...

— ¡Nada de eso príncipe! Ahora mismo...

—No será necesario Rosalía. Ya estamos aquí.

En la puerta aparecieron dos personajes que Will pudo reconocer perfectamente. Eran dos de los mismos sirvientes que le habían vestido el día anterior.

— ¡Lou Ellen y Cecil a su servicio, príncipe del sol!

Will suspiró y rogó por qué no le volvieran a poner pantalones apretados.

*

De nada le sirvió. De nuevo unos pantalones ceñidos como unas horribles mayas, pero esta vez sin chalecos apretados en imitación a un corsé. Solo una camiseta blanca y un cinto de eslabones de plata, amarrado a la cintura, con un nudo de Heracles en el centro.

"Es un Símbolo de castidad para el país, joven príncipe."

Con entusiasmo habló Cecil

"Hasta que sea su noche de bodas tendrá que usarlo religiosamente a la vista de todos"

Más quedamente agregó Lou.

"Solo el rey podrá quitárselo en los momentos íntimos de su matrimonio"

Apenas distinguió la voz de Rosalía cuando ella cerró el diálogo con ese decreto.

Solace suspiro cansado y toco la joya del cinturón que al parecer ahora sería su nuevo compañero.

—Con que un símbolo de castidad. Que conveniente. — Murmuró para sí mismo. — Ya sabía que en el país del Hades eran conservadores pero esto...

Uff

Peino su cabello suelto hacia atrás en una caricia de confort. Más que nunca se sentía apaleado.

Una última mirada al espejo, sus zafiros perfectamente colocados. Y por último, una sonrisa que lo acompañase para tratar de recibir el día con algo de alegría, aunque fuese falsa.

Bajó a desayunar sin algún imprevisto, incluso se dio el lujo de ir con toda la calma del mundo y admirar por una vez más la decoración del pasillo.

Tendría que comenzar a acostumbrarse a las gárgolas y cráneos que se cruzaban con él en todo momento.

Dentro del salón se topó con la imagen que ya esperaba. Hazel sentada en la lateral de la mesa, a dos sillas de su hermano, quien como era de esperarse, resaltaba en la cabecera.

Hazel fue la primera en verlo y darle los buenos días. Solace inclinó la cabeza y tomó su lugar... A cinco sillas de su marido.

Pudo sentir la mirada taladrante del rey justo al lado, pero prefirió hacerse de la vista gorda y comió en silencio.

En la mesa nunca había estado un habiente más pesado y lleno de malas vibras. Finalmente una copa fue arrojada contra la pared, venía justamente del centro de la mesa.

— ¡¿Hasta cuándo piensas estar con esa actitud?!— Tanto Hazel como Will voltearon a ver a Nico, anonadados y con cierto temor.

—No sé de qué me hablas...— con cordialidad hablo Will.

— ¡No te hagas el que no sabe! Sigues sin respetar las normas de mi país, sigues con esa actitud de indigno cuando yo he recibido el mayor insulto de todos, al negarte a sentarte a mi lado.— Esta vez Nico camino hasta quedar cara a cara con Solace.— Te lo advierto, no quiero verme en la penosa necesidad de regresarte a Apolo...

— ¡Pues tal vez eso estoy buscando! A mí nadie me preguntó si quería venir, solo me mandaron acá por azares del destino a cumplir la misión de darte un heredero. Por qué para eso son las parejas aquí en el Hades ¿no?

Silencio. Una guerra de miradas acusadoras y llenas de varios sentimientos contenidos, indescifrables para el otro.

—Lo suponía... Con menos razón nace de mi corazón querer ser tu compañero.

—Will...

— Con tu permiso Hazel. Voy a ir a mis aposentos. — Solace se levantó de la cama y con la posición más digna que pudo tomar, emprendió el camino a la salida.

Al cerrar la puerta, a duras penas Will escuchó un grito iracundo y el sonido de varios platos caer al suelo, junto a las sillas e incluso pudo apostar que la mesa fue a dar contra el suelo. Habría corrido a su habitación de no ser por el grito de Hazel que le obligó a abrir las puertas de par en par.

El comedor estaba destrozado y miles de sombras se arremolinaban al rededor del soberano del Hades, una mucosa verde se desprendía de los ladrillos y todos los sirvientes corrían despavoridos.

Will fue consiente del toque en su muñeca cuando le jalaron hasta los pasillos.

—Vámonos de aquí Will.

Solace no dudó en asentir. Corrieron lejos del comedor, de las sombras, de los gritos de horror y de la furia del rey del mundo.

*

— ¿Cuál es su problema?, ¿Tanto le importa que no me siente a su lado en la mesa?— Rezongó Will a la vez que tomaba aire con dificultad.

—Evidentemente. Un alfa no puede aceptar el rechazo de su pareja, menos en este país. Somos conocidos por ser orgullosos hasta la médula. —Agregó Hazel en tono ofuscado. Algo que desconcertó al rubio al punto de voltear a verla directamente y en cuanto la chica notó su mirada, suspiro tratando de canalizar sus ganas de zapear al chico.— En el país, que la pareja se siente junta es un método de aceptarse como eternos compañeros. Estas cediendo a compartir la comida con él, al no sentarse cerca es como si lo despreciarás totalmente.

— ¡Eso hago!

— ¡Will!

Otra pausa llena de un silencio mucho más pesado que el anterior.

— ¿Tanto te repugna estar prometido con mi hermano?

— Tu hermano me causa de todo menos repugnancia Hazel.

— ¡¿Entonces por qué lo rechazas así?!

Solace miró con el alma y la mirada rota a su cuñada. ¿Cómo explicarle su inquietud a alguien menor? No quería despreciar a Hazel por su edad, pero la chica tenía algo que la hacía alguien imposible para entender su confuso sentir. Ella era correspondida, no podía estar junto a quien quería, pero de mínimo era correspondida. (Si, Will no era ciego y mucho menos tonto, se había dado cuenta de lo que pasaba entre él caballerango y la princesa)

Y bueno, tal vez Will no amaba a su prometido. Pero tenía la esperanza de que algún día eso cambie.... Pero ¿cómo puedes conocer los colores del amor si los pétalos de la flor que lo constituyen están cerrados para ti? ¿Cómo sabes que te gusta si no eres capaz de olerlo, escucharlo, sentirlo o verlo...?

Para Will no había forma de responder a ese enigma.

—... ¿Cómo voy a aceptar a alguien que solo me tiene por qué su ley dicta que debe casarse? Sé muy bien que en este lugar aún se tiene la traducir del Harem. En Delos también está vigente, pero allá de mínimo sé que el rey ama a todas sus esposas... Aquí las matan por no dar un alfa barón.

Sin agregar más, Will se separó de Hazel. Dejando a la chica con un grueso nudo en la garganta y una tremenda preocupación dado que ella fue la única que se percató de la presencia de cierto sirviente que estaba obligado a contarle a su hermano, todo lo que acababa de escuchar.

Will apenas y escucho los pasos de ambos individuos que solo lamentaban lo que en evidencia parecía ser... Que la pareja destinada del Rey no había sido tocada por la flecha dorada de cupido, totalmente ciego de mentiras y rumores que se vieron en la pena de inventar para que Nico no fuera un blanco fácil.

*

Sin saber cómo, Solace terminó por llegar a la torre sur del palacio. Mil veces más grande que el Ala Oeste y con una inmensa cantidad de escalones más.

Lo único que sabía era que quería estar lejos de todo.

Si era posible encontrar otra ventana que diese al exterior, correría hasta ella. Solo por un momento de paz...

Apresuró su paso hasta que pasó de caminar rápido, a correr con todas sus fuerzas. Ya sin siquiera fijarse bien a dónde se dirigía. Tanto así que cuando chocó contra una puerta, fue a dar directo al suelo debido a la fuerza del impacto que surgió del estrellarse contra ella.

Will se sobo la frente. El golpe había sido duro, más por que dio directamente en la tierra.... ¿Tierra?

Solace no dudó en levantarse rápidamente y tratar de hacerse consiente del lugar en donde se encontraba... Era una especie de terraza con un jardín incluido. Una pequeña fuente colindaba con el kiosco blanco de mármol que estaba en el centro de todo el lugar... A su alrededor todo estaba lleno de flores, flores que había visto en delos, otras que solo conocía por fotos y muchas más que no había visto o escuchado en su vida. Todas llenas de vida y muy hermosas, con colores brillantes y aromas electrizantes.

Embobado totalmente, el rubio ni se molestó en cerrar correctamente la puerta detrás de sí. Al contrario, se centró totalmente en ver lo que tenía a su alrededor.

Un lugar mágico, acogedor y lleno de luz... Tal como en casa.

No pudo reprender una sonrisa enorme y cálida. Se dejó llevar y corrió por el lugar. Gritos, suspiros, risas e incluso lágrimas fueron las cosas que liberó en ese momento. Atrapado en la euforia de sentirse en un lugar al cual perfectamente podía pertenecer.

Y eso no le permitió percatarse de la presencia que le asechaba desde las espaldas. Una figura negra con una corona de huesos... Y unos ojos iluminados por el sonoro tono de la risa del muchacho rubio.

La imagen de Will sonriendo y bailando mientras corría al compás de su sonrisa por un lugar tan importante... No pudo hacer más que fascinar a Nico, quien había tomado la decisión de salir a buscar al metiche de su prometido al saber que se había separado de Hazel en los pasillos.

Ya le habían reportado que Solace había ido a parar al mausoleo, quería evitar que llegara a otros lugares mucho más riesgosos.

No esperaba toparse con esa imagen digna de un cuadro que sin dudar, el rey colgaría en sus aposentos, frente a su cama.

Miro a su derecha y se topó con las mismas flores que había cortado para el chico de Delos hace unos días. Tal vez era la oportunidad perfecta para tratar de corregir el error de esa mañana... Y el que cometió al subestimar a Will desde el día que llegó.

Desgraciadamente, parecía que las palabras, Nico, cortar y silencio, no podían estar juntas en la misma oración. A pesar de cortar el tallo de las flores con su navaja y sumo cuidado, terminó llamando la atención de Will en cuanto tuvo las flores en su mano. Apenas había conseguido volver a meterse entre las sombras del pasillo que daba al interior del castillo.

— ¡¿Q-quien está ahí?!— Temeroso, Solace se acercó a la puerta que daba entrada al lugar. Manteniendo una inteligente distancia de dos metros.

"Es la muerte" Nico consideró responder a esa pregunta boba con un comentario de este tipo, pero si quería que Will comenzara a ceder... Él también tendría que hacerlo. Era una estrategia.

Tenía que mentalizarse así. Solo una estrategia.

Dio unos cuantos pasos hacia adelante y por la luz del Sol, Will fue capaz de reconocerlo. De igual manera no estaba muy lejos de la entrada. Y lo reconoció... A la vez que reconoció en la mano de Di Angelo, lo que él interpretó como una daga con un filo bastante preciso.

Y por una vez, en todo lo que llevaba siendo el prometido del rey del mundo. Will temió por su vida al estar cerca de su rey en la misma habitación.

Era el lugar perfecto, no había nadie a los alrededores, estaban en lo más alto de la torre norte.

Nadie sospecharía del amo del mundo.

"Dicen que mata a sus cónyuge para comerles el corazón y mantenerse poderoso"

Esta sensación solo se intensificó cuando vio que el moreno hizo un ademán con su brazo de querer levantarlo...

Will se giró con miedo, esperando recibir algún golpe o un puñal en la piel por su osadía contra el rey del Hades, pero en su lugar se topó con un ramo de flores recién cortadas, esas bellas flores blancas que había visto cuando despertó después de su primera noche en el palacio.

—Hazel me comentó... que te gustaron las flores del jardín central— Will no podía verle la cara a su prometido debido a la oscuridad que envolvía a este tras de las columnas, así que el rubio no estaba seguro de que si esto era un regalo de buena fe o un acto malicioso de parte del otro muchacho, lo único que alcanzaba a notar era la pálida mano que le ofrecía tan hermoso regalo temblaba con un movimiento tan bien disimulado que a menos que pusieras mucha atención eras capaz de notarlo, en contraste con esos ojos brillantes que destellaban como joyas malditas en la oscuridad, llenas de odio y rencor. Temeroso, Solace tomó el regalo entre sus manos con sumo cuidado, como si temiese que las flores al separarse de las manos contrarias se marchitaran.

Acarició los pétalos con la yema de sus dedos en un lento movimiento para darse el tiempo de que todas sus terminaciones nerviosas se deleitaran con el suave contacto, la sensación aterciopelada de las fibras de la flor le hizo soltar una tierna sonrisa acompañada de un pequeño sonrojo, le pareció escuchar un quejido por parte del rey pero decidió ignorarlo como todo aquello desagradable del palacio. Levantó la mirada y ahora su sonrisa estaba total

Mente dirigida a la mano que aún seguía tendida en el espacio fuera de la oscuridad.

— Gracias... me encantan este tipo de cosas. —La dulce voz de Will hizo que el rey de los fantasmas se tensara un poco y retrocediera varios pasos atrás. Entonces Solace cayó en la cuenta de que el ambiente era menos tenso de lo que pensaba en un inicio, de nuevo ese dulce aroma le impregnaba en cada parte de su ser... el mismo aroma que percibió en la sala del trono el primer día, igual que cuando fue a revisar a su cuñada a sus aposentos, sólo que mil veces más atrayente, más exquisito... más dulce.

Ni un sonido, ni una sola palabra se escuchó por momentos.

— Considéralo mi disculpa... por lo que pasó en la sala del trono y como agradecimiento por curar a mi hermana.

—Ah no, no fue... nada.

Hola chicos. Una disculpa por dejarlos tantos meses.

Pero era cierto eso de que una vez en la universidad, vete despidiendo de todo tu tiempo :'v

A parte, les cuento que soy madre (Adopte un cachorro de Xolotzcuincle) y pues la bendición tiene que comer, y como la beca no alcanza pues entre a trabajar. Eso es lo que me ha cortado aún más el tiempo.

A parte, mi Beta me abandono por irse a criar vacas (no es cierto... bueno si pero no) y pues ya no podía ayudarme como antes, pero afortunadamente ya tengo nueva beta :3 y gracias a ella ustedes tienen capitulo.

Espero que les haya gustado este regalo de día de muertos (mi calaverita para todos ustedes) y sin más que decir. Nos leemos luego.

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