III. Mi esposo es el rey del mundo... Y es un idiota.
—Alteza, este es Will Solace, hijo del rey Apolo. Joven Solace, le presento a su alteza real Nicola di Angelo. Levántese por favor.— Will asintió, y de forma suave y lenta levantó la cabeza para finalmente darle la cara a su destino.
No se esperaba para nada lo que vio enfrente suyo.
...
—Realmente... En este país son unos patanes.— Ahora Will estaba sentado de nueva cuenta en su recámara, justo en la esquina de su enorme cama. Un adorable puchero le adornaba las mejillas y estaban tan rojas como las manzanas del frutero en su buró. Estaba furioso en todo lo que esa palabra significaba.—¡No es posible que solo al verme me haya corrido de la sala del trono!
Al pobre chico realmente le daban ganas de destruir todo en ese lugar con tal de liberar su frustración, algo muy raro en él tomando en cuenta que normalmente el rubio era una persona de lo más pacífica.
Pero esta vez, realmente le habían dado en todo lo que se llamaba orgullo. Recordar ese preciso momento en que por órdenes de su propio prometido fue sacado con precipitación de la habitación, le trajo un muy mal sabor de boca.
Esa realmente no era la imagen que Will tenía en su mente cuando le hablaban del rey del mundo. De hecho, cada que alguien le hablaba a Will de su futuro esposo, lo primero que se imaginaba era un viejo decrépito de 40 años, de mirada asesina, barba larga y enredada, con un aura de muerte por donde fuera que le viera... Nada que ver con lo que tenía en frente.
El rey del mundo no era nada más y nada menos que un chico de tal vez unos 13 años. De complexión delgada y angelical rostro... Un tétrico y angelical rostro si se le preguntaba a Will. Sus ojos oscuros brillaban con hostilidad en la penumbra de la habitación, y se clavaban en el cuerpo de Will como pequeñas flechas de punta de obsidiana, intimidándole, haciéndole sentir un frío choque eléctrico nada agradable... Pero a su vez, había algo en ese chico que para Will resultaba extrañamente atractivo. Un tipo de encanto misterioso y único que le ponía los pelos de punta. Un tipo de atracción que lo amarraba a ese chico desde el momento en que le fue ordenado que levantará la cabeza y le diera la cara a su prometido.
Por instantes nadie dijo nada y por un momento eso preocupó al chico sol, sobre todo por qué no sabía decir si era su imaginación o no, pero un aroma extremadamente dulce que ya había percibido desde antes se había intensificado o si era que la mirada del rey se volvía cada vez más terrorífica.
—H-hermano... ¿Estás bien?— la dulce voz femenina que venía del lado derecho del trono, ayudó en ese momento a Will para volver en sí y desviar la mirada a su lugar, encontrándose con una chica muy guapa de piel morena y ojos color ámbar, a su vez su cabello en color caramelo que resplandecía cubierto de joyas en aquella oscuridad, le hizo pensar por un momento que tal vez ella era...
—Fuera... — una voz ronca susurró en la penumbra y de nueva cuenta Will se enfocó en aquel muchacho de ojos negros.
—Alteza...
—F-Fuera... ¡SÁQUENLO DE AQUÍ, AHORA!— estupefacto, Will se levantó y cuando estaba por protestar, fue tomado por el brazo y escoltado fuera de la sala del trono, sin que se le diera una explicación de lo que acababa de ocurrir.
Lo cual nos hace regresar al momento actual.
—Padre... Si vieras la cantidad de groserías que me han hecho, mandarías a Lee para que viniera por mi.— Se lamentó Will mientras miraba de reojo por la alcoba. Después se desplomó sobre la cama, sintiendo la suave seda de las sabanas en contacto con su dorada piel. Para ese momento se había quitado el hijab y parte del traje ceremonial. Estaba seguro de que al menos por ese día, no lo iría a usar más.
Trató de calmar su enojo recordando sus días alegres en el país de Delos, su reino del sol y hogar. Recordó esas competencias con sus hermanos en la costa de la isla para ver quién nadaba más rápido, las meriendas de frutas frescas en el salón del harem con todos su hermanos y sus madres. Incluso las animadas cenas donde su padre sacaba su lira y cantaba para el deleite de su familia.
Entonces por su propia cuenta él mismo comenzó a cantar las canciones de su padre, solo que unas notas más altas tratando de canalizar toda su rabia. Su voz era hermosa, no tanto como la de Lee o la de Austin pero Will podía presumir de que su voz era de las más veneradas entre los hermanos cuando sus madres les pedían cantar para ellas.
Y mientras Will recitaba estas notas que inundaron cada rincón del palacio...
—¡Nicola di Angelo! ¡¿Qué ha sido eso?! No puedes correrlo así como sin más...
— ¡¿Crees que no lo sé Hazel?! Pero es que...
— ¡Nada de "peros", en cuanto te sientas mejor vas a ir y en persona te vas a..!— La pequeña morena se vio interrumpida por el eco de la bellísima voz de Will. La cual se había extendido hasta la sala del trono, desconcertó a ambos adolescentes quienes levantaron la mirada hacia la salida.
— A-Agh...— Se quejó lastimeramente el chico mientras se tocaba el pecho con desesperación.— H-hazel...
— ¡Nico!— Su hermana volvió a abrazarlo con fuerza, notando el calor abrazador que emanaba del cuerpo del mayor. El aroma dulce no se disipaba y los espasmos que recorrían al muchacho aumentaban con cada nota que cantaba.— Trata de calmarte... de otra forma el supresor no te va hacer efecto.
— ¡¿QUIERES CALLARTE?!— Con agresividad respondió su hermano, haciendo que la pequeña Hazel retrocediera unos cuantos pasos temerosa.— ¿Acaso buscas que los sujetos de la corte se enteren?
— N-no Nico yo... Sabes que yo jamás...— Trato de calmarle aminorando su voz y tratando de penetrar en el corazón de su hermano, buscando la forma de relajarlo tal como solía hacerlo su madre cuando se dejaba llevar por todas esas emociones negras.
Por su parte, su hermano estaba pasándola verdaderamente mal. Un calor intenso le invadía las piernas, su estómago estaba ardiendo y sentía como su piel sudaba copiosamente mientras el fuerte sonrojo de sus mejillas parecía expandirse hasta sus orejas y el puente de la nariz.
Estaba experimentando esa horrible sensación de nuevo. Este tipo de ataque solo le había ocurrido una vez en su vida por lo que no estaba para nada acostumbrado a ello. Las medicinas de Delos y los suplementos siempre le habían ayudado a evitarlos por completo, pero bastó solo la presencia del rubio en la sala para alterar todo su sistema. Pero ahora era el colmo que con solo la voz de ese chico bastara para que el celo se volviera mil veces más intenso, incluso logrando que los supresores no funcionaran. ¿Qué significaba eso?
Bueno, el moreno ya sabía la respuesta. Pero quería evitarla a toda costa...
—C-claramente le pedí a Apolo que enviará... A una omega.
—¿Una omega? Eso es lo de menos ahora hermano. Tenemos que calmar el celo... Tú aroma se puede esparcir por todo el palacio y si Minos descubre eso...— su hermana se mordió nerviosamente el pulgar tratando de calmar un poco su angustia. Nadie podía saber el secreto de su hermano. Nadie...
— E-es su voz Hazel... hagan que se calle...
...
Will continuó con su canción de forma tranquila, era una canción que solían ofrecer como ofrenda al cielo para que continuara la prosperidad de su nación. Su país era famoso por ofrecer ese tipo de ofrendas a los dioses, tal vez era por esta razón que daban prioridad a la educación musical. La voz de una persona nacida en Delos era prestigiosa en las buenas salas de concierto y mayor aún si era un miembro de la familia real.
El sonido de unos golpes en su puerta le hicieron callar de forma abrupta y se acercó a paso lento a abrir las puertas. Cuando estas despejaron el pasillo se topó con la misma guapa chica de antes, de pelo caramelo y piel oscura.
—Hola.— le saludó con voz tranquila y suave. Como si le apenara enormemente hablar con él.
Tratando de mejorar su actitud ante la chica decidió ofrecerle una cálida sonrisa.
—Hola.
—S-siento lo de hace un momento, debido a ese incidente no pudimos presentarnos correctamente.— a continuación la chica le dio una leve reverencia, desplazándose como la hermosa caída de una pluma.— Soy Hazel Levezque, segunda princesa del reino del Hades.
Will parpadeó unos instantes sintiéndose mil veces más avergonzado que antes. POR UN MOMENTO PENSÓ QUE SU CUÑADA ERA UNA AMANTE DE SU FUTURO ESPOSO.
—N-no majestad yo... Yo debí presentarme antes, usted no... ah, es decir. Disculpe mi mala educación.— Solace se reverenció en modo de disculpa y el movimiento tan brusco obligó a la chica para retroceder unos dos pasos. Anonadada por ver las orejas rojas de su cuñado y el extraño nerviosismo en su voz causó en la joven princesa cierta ternura que exteriorizó con una suave risa.
— No son necesarias tantas formalidades joven Solace, después de todo a partir de hoy somos familia.— Con una suave delicadeza levantó el mentón de Will para que la mirase.— Sin embargo, en nombre del rey te pido disculpas. Estaba indispuesto justo en ese momento, suele ser temperamental pero no todo el tiempo. Debes creerme.
— Si bueno... realmente no esperaba esa falta de respeto cuando pidió mi mano en matrimonio.
La chica le ofreció una nerviosa risa mientras volvía a disculparse. Más que nada ahora por que había tenido que irrumpir en su alcoba con el pretexto de presentarse cuando en realidad había sido mandada por su hermano mayor para hacer que el príncipe del sol guardase silencio.
— ¿Te parece si damos una vuelta joven príncipe?—Añadió de la nada con la esperanza de que el joven se olvidara de los malos tratos.
Solace le dirigió una mirada extrañada y sin estar del todo convencido aceptó dar una vuelta.
...
Los largos pasillos del lugar estaban desorientando de cierta manera a Solace, su casa en Delos era grande y en cierta manera lujosa pero comparada con los largos y tétricos pasillos del palacio de Hades, su casa era mil veces más humilde. Un mundo totalmente diferente.
— ¿Muy diferente?
— P-perdón, ¿dijo algo majestad?— Habló Will un tanto desconcertado por la pregunta de la joven.
— Me da la impresión de que camino con un niño que sale de casa por primera vez.— Hazel le sonrió con dulzura y desvió su mirada hacia la vuelta de uno de los pasillos.— Ya te acostumbrarás.
Will dejó que sus labios se curvaran en una mueca que denotaba el hecho de que no estaba del todo convencido por esa afirmación. Sin embargo no respondió a las palabras de la princesa, la cual se volteó a verlo algo preocupada. Continuaron caminando en total silencio, el cual con el paso de los minutos se sentía mucho más pesado y donde el tintineo de los zapatos de la chica y las sandalias del otro no ayudaban mucho a que este se disipara.
— En verdad te ofrezco una disculpa por lo sucedido esta tarde.— Will se giró a mirarla de forma imparcial. Ahora mismo lo que menos quería era tocar ese tema después de que ya se habían instaurado un silencio tan incomodo.
—Ya no se preocupe por...— las palabras de Will se vieron abruptamente interrumpidas por el llegar de la suave brisa. Un viento travieso que se había colado en los pasillos por culpa de una ventana abierta, le hizo girarse para mirar hacia el exterior. Un dulce aroma llegó al muchacho y al asomarse notó que había un hermoso jardín en el centro del palacio. Colmado de flores rojas y amarillas o colores muy brillantes y llamativos, con una inmensa variedad de pétalos y un aroma de lo más dulce.
— ¿Eso es...?
— Es el Jardín Real joven Solace. La reina Perséfone mandó a hacerlo en memoria de nuestro padre, antes de su suicidio.— con voz queda respondió la muchacha mientras se colocaba al lado del joven rubio.
La palabra "suicidio" desconcertó un poco a Will, quien con una mirada pidió un poco más de claridad en sus palabras. Ahora que lo pensaba no había visto a su suegra en todo ese tiempo. Solo al rey (y eso a medias porque las sombras de la sala del trono no le permitieron ver gran cosa) y a su cuñada menor.
Hazel comprendió y asintió soltando un pesado suspiro. La familia Real del país del Hades siempre había mantenido su vida privada muy en secreto. Ni siquiera en su momento la muerte del rey Hendriksen de Eliseum había llegado a los oídos de los demás, hasta que el joven príncipe subió al trono.
— Cuando mi padre murió la reina cayó en una terrible depresión al grado que perdió al único hijo que pudo concebir con mi padre.— Hazel posó su suave mano en el marco de la ventana, sin despegar en un solo momento la vista del horizonte.— en honor al amor que le profesaba a mi padre mandó a construir este lugar. Poco tiempo después ella cometió suicidio utilizando las mismas flores que ves ahí.
Will tragó grueso al enterarse de que tales flores con colores vibrantes eran venenosas en altas proporciones. Al grado de que fueron capaces de matar a la reina del Hades.
— V-vaya...
— Nuestro país es famoso porque la mayoría de las yerbas que crecen aquí de manera natural son venenosas.— A modo de cerrar la conversación añadió Hazel.— Nunca te dejes ir por las apariencias Will.
Will se giró a mirar a su cuñada pero ella ya estaba dándole la espalda, avanzando lentamente por el pasillo para continuar con el paseo. El rubio se detuvo un momento más para mirar esas flores tan bellas y letales para después tratar de alcanzar a la morena.
Continuaron su recorrido hasta terminar en los establos. En este momento el aire era más ligero y ahora a la princesa se le notaba visiblemente más cómoda, aun así Solace guardó una distancia prudente con respecto a la princesa quien no dudó en acercarse al lugar donde un precioso potro de color beige y una crin azabache.
—Hola amigo...— Susurró la princesa antes de depositar una suave caricia en la frente del animal.— Este es Arión. Es mi caballo.
Will admiró al hermoso animal quien se frotaba contra su dueña como su ella fuera lo que más amaba, lo cual le recordaba un detalle que había escuchado de la cultura del país del Hades.
— Pensé que las princesas no podían montar en el país del Hades.— Añadió sin afán de molestar a la muchacha.— Son famosos por creer que una persona virgen se ve muy vulgar sobre un potro.
— Lo es, está muy mal visto que una virgen monte a caballo pero tengo la autorización para mantener a Arión dado que es un regalo de mi prometido.
Will parpadeó un par de veces antes de darse cuenta de lo que decía esta chica. ¿Un prometido? ¡ELLA SE VEÍA MUCHO MÁS JOVEN QUE ÉL! Y eso que Will consideraba un insulto ya estar comprometido con 16 años.
—... ¿Su prometido?
— El hijo del rey Vulcano, el príncipe Leonidas Valdez.— Añadió con cariño la muchacha para después sonreírle al rubio.
Will asintió sin enterarse de mucho, a juzgar por la expresión de la princesa el estar comprometida con ese joven no implicaba una molestia. Más bien se le notaba complacida o al menos lo bastante resignada como para hablar de su matrimonio arreglado con una cálida sonrisa en su rostro.
El sonido de las puertas traseras de los establos abriéndose llamó la atención de ambos jóvenes para toparse con un chico fornido, de facciones asiáticas muy atractivas y el pelo corto. Llevaba la ropa manchada de barro y unos cubos con agua y comida en las manos, las cuales eran claramente para los caballos.
Will notó un aroma dulce en el ambiente con la llegada del joven, se giró hacia dónde él suponía que provenía topándose con el sonrojado rostro de la princesa y como esta se sostenía el puño al lado del corazón, sus ojos brillaban de ilusión y la mirada estaba totalmente perdida en el chico que acababa de entrar.
—Princesa... No esperaba verla por aquí hoy.— Habló el joven con una tímida sonrisa, el mismo rubor en las mejillas y un brillo que no pasó desapercibido por Solace.
—Hola... Frank.— Hazel se levantó un mechón de su dorado cabello y lo colocó detrás de la oreja en un movimiento suave y coqueto. Pero de coqueteo inocente, de esas veces que ni uno mismo se da cuenta de lo que hace con tal de llamar la atención de quienes estén a su alrededor.
Una fina sonrisa se dibujó en los labios del príncipe del Sol.
Realmente no quería destruir la hermosa atmósfera que se había formado en ese momento, pero él sentirse algo fuera de lugar lo llevó a carraspear su garganta, rompiendo la dulce burbuja de ambos chicos.
— ¡Ah, p-perdóname Will! Él es Frank Zhang, es el encargado de los caballos de la familia real.— agregó apuradamente Hazel en un afán de remediar sus modales.
— Un gusto ¿joven...?
— Solace, William Solace.
— ¿Has dicho Solace?... — extrañado el joven miró directamente a los ojos de Will y éste notó que ciertos pigmentos rojos se marcaban en las Iris chocolate del otro chico. Claramente el apellido de Will era conocido, así que no le extrañaria que al chico le sonara familiar y pusiera esa expresión de "me suena tu nombre pero no puedo decir de donde exactamente"
— Will es el príncipe de Delos, el prometido de su majestad...
— ¡POR EL SAGRADO DRAGÓN! Perdone mi imprudencia magestad, yo no sabía... Perdóneme por dirigirme a usted de manera tan irrespetuosa, yo...— añadió apresuradamente Frank al notar la familiaridad con la cual le había hablado al rubio instantes atrás. Pero en vez de lo que esperaba, el príncipe solo le dedicó una melódica risa que hizo que los vellos de su piel se erizaran.
— No te preocupes, como tú mismo has dicho. No sabías.— La cálida sonrisa de Will hizo que otra un tanto menos amplia se formará en el rostro del más fornido. Realmente la sonrisa del príncipe era tan única que hasta contagia con solo mirarla instantes.
Will desvió la mirada a las manos de Frank y pensó que llevaba demasiadas cosas en manos. Solace acostumbraba a ser diligente, por lo que no dudó en acercarse al muchacho y ofrecerle una mano para llevar las cubetas con agua y comida. Frank trató de mil maneras para convencerlo de que estaba perfectamente bien, pero el príncipe o era en exceso amable y servicial o un terco de primera.
Cuando Will consiguió hacerse con un par de cubetas empezó a recorrer los establos para repartir el agua fresca y la comida entre los potros del lugar. Cuando terminó con su tarea, vio que a propósito Frank había dejado una porción de agua y comida alejada del resto, también alcanzó a notar que uno de los caballos no contaba con el agua limpia y la alfalfa. Extrañado Solace quería preguntar por ello pero cuando se giró para hablar con el joven, lo encontró en medio de una conversación con la princesa acerca de la forma correcta de cepillar a Orión, quien parecía a la defensiva e incluso celoso del muchacho.
No quería destruir esa atmósfera tan dulce que optó por hacer el mismo lo que era tan obvio. Tomó las cubetas y se encaminó a la sección de dicho caballo, encontrándose con una hermosa yegua de crin oscura y pelaje platinado, con unos bellísimos ojos dorados.
Se notaba ansiosa al ver que Will portaba sus alimentos del día. Con cuidado se fue acercando pero un gruñido feroz le hizo detenerse rápidamente.
De las sombras emergió un enorme e imponente perro negro. De afilados colmillos y ojos rojos que despedía un aura total de muerte y violencia. Solace sudó frío al mirarlo. Mentiría si no dijera que el perro le causaba terror con solo obsérvalo.
Un grito ahogado de Hazel causó que Will se volteara a verla por el rabillo del ojo. Frank estaba con una cara llena de horror.
— Will aléjate ahora mismo...— le advirtió el moreno.— Cerbero es muy agresivo...
—¿¡Cerbero?!
— Es el perro de mi hermano... Él custodia a Serafín...— Añadió Hazel con la voz temblando de miedo.
Will se volteó a mirar de nueva cuenta al Can cuando este le ladró de manera violenta. Solace posó sus iris azules en las rojas del perro y le sostuvo la mirada con decisión.
Mirar los brillantes ojos del animal le hizo rememorar el momento exacto en que conoció a su prometido, la misma ferocidad y amenaza asomaban de la hostil mirada que había recibido por parte de su futuro esposo, esa misma advertencia de "acércate más y date por muerto" le miraba ahora en la forma de un perro negro de tal vez cinco años.
Pero Will era persistente... O muy estúpido, por qué siguió avanzando con ambas cubetas en las manos sin dejar de mirar al animal.
Avanzaba lento, pero sin perder seguridad en sus pasos y aunque sudaba copiosamente debido a la intensidad del momento mantuvo una sonrisa cálida en el rostro, como buscando que esta tomara el mismo efecto en el perro como lo había hecho con Zhang momentos antes.
Extrañado por su acción Cerbero dejó de gruñir para ahora acercarse más al rubio y comenzar a olerlo con insistencia. Como si tratara de buscar una señal que le obligará a volver a levantar al guardia y abalanzarse contra el chico. Pero no pudo encontrar nada que le hiciera sospechar.
Silenciosamente dejó de acosar a Solace y se dirigió a tomar su lugar en una pequeña cama que había al lado de la yegua.
Will dejó escapar un suspiro y terminó con su tarea antes de que al animal se le diera por volverle a gruñir. Por otro lado, la yegua golpeaba ansiosa el suelo con sus pezuñas en un ritmo fluido, Will le sonrió con ternura y terminó la tarea de cambiar el agua.
Caminó fuera del pequeño cuarto del equino para toparse con que el perro ya no le miraba de forma amenazadora, más bien parecía que estaba esperando algo de su parte, así que confiando en que el perro fuera igual que los lobos de su tía Artemisa se acercó lentamente dejando una suave caricia en la cabeza del can, quien alegre meneó la cola y permitió salir su lengua en señal de estar totalmente cómodo y agusto.
— He... Así que no eres tan letal después de todo.— Solace seguía jugando con el animal ante el asombro de los dos chicos tras suyo, quienes lentamente se acercaron solo para confirmar como el perro mostraba su lado más dócil ante un desconocido como el príncipe.
— ¿Cómo... lo has hecho?— Susurró Hazel asombrada mientras mantenía su distancia.
— ¿Hacer que?— Con inocencia preguntó Will.
— Cerbero... El perro de su magestad suele ser muy agresivo con la gente. Solo el Rey Nicola puede acercarse tanto como tu...
Asombrado Will formó una O con sus labios mientras parpadeaba repetidamente. Eso si que era nuevo, pero decidió adjudicarlo a que siempre se le dio el trato con los animales, principalmente los canes. Su abuela solía decir que al igual que Naomi, el rubio poseía un aura tan tranquila, cálida y agradable que cualquier criatura caía rendida a sus pies, por más violenta que está fuera.
— Oh... Siempre se me ha dado el trato con los animales, por favor no se sorprendan de esa manera. Me da la impresión de ser un especimen raro.— Solace se rascó la nuca con nerviosismo para después lanzar una mirada tímida a los otros dos, pero esta se transformó rápidamente en una mueca de preocupación al fijar su mirada en el rostro de la joven princesa. Hazel sudaba copiosamente, el sonrojo en sus mejillas crecía con intensidad, así como el dulce aroma se volvía penetrante, al grado de que le causaba cierta náusea.
— ¿Princesa...?— Con preocupación habló y la chica apretó las piernas por debajo de la falda mientras sus puños se cernían sobre la tela de esta con fuerza.
— Y-yo...
En ese momento Hazel colapso de rodillas al suelo y el aroma inundó todo el sitio. Will no dudo en correr a socorrerla.
— Oh por los dioses... Frank ayúdame a...
— ¡No!— Apresuradamente agregó el otro muchacho mientras retrocedía con mucho esfuerzo y se tapaba la nariz con una mano.— Yo... Yo no puedo... Lo siento.
— Frank...
— L-Llévese a la princesa joven Solace... Yo no soy... la persona indicada para ayudarle.— La voz de Frank sonaba entrecortada, con un deje de desesperación.
Sin entender mucho y al ver que el estado de la chica empeoraba cada vez más Will asintió y con la chica en brazos corrió al interior del plació. Con apuro solicitó que le llevaran con el médico real. Una sirvienta corrió a socorrerlo y lo guió por los pasillos
Una vez en los pasillos que daban con el médico, la sirvienta llamó a la puerta con urgencia donde un señor de barba larga y mirada cansada les abrió. No necesitó que le explicaran la situación, en cuanto vio a la chica los hizo pasar rápidamente a su despacho.
Will dejó a la chica en una camilla con delicadeza y el médico comenzó a hacer su trabajo. Mezclando extractos de plantas para formar una especie de jarabe y dejando un pañuelo húmedo sobre la cabeza de la chica con la esperanza de bajarle la fiebre. Le dió el extraño brebaje a la joven y esperó unos minutos pero comenzó a palidecer cuando notó que los síntomas no disminuían en lo absoluto.
— Maldición...—Susurró el médico.
—¿Qué ocurre doctor?—Preocupado habló Will después de haber estado tanto tiempo en silencio.
—El supresor... No está funcionando.
—¿Qué no esta funcionando?— Una voz lúgubre y cargada de enojo sonó desde la puerta de la enfermería, obligando tanto al galeno como al príncipe a girarse en su dirección, topandose con nada más y nada menos que el rey di Angelo.
Genial, las cosas no podían ir peor ahora...
I'm Back!!!
Regrese mis frijoles y con doble capítulo este mes :D
Les cuento que oficialmente hoy fue mi último día como estudiante de preparatoria, me entregaron mis calificaciones y ya no debo ninguna materia y salí con un promedio bastante bueno de 9.01
Así que eso significa...
SOY LIBRE Y TOCA ACTUALIZACIONES MAS SEGUIDAS!!!
Claro, estoy en proceso de hacer mis exámenes para entrar a la universidad del INHA, pero esto no me tomará tanto tiempo como cuando tenía clases.
Si mi beta se desvela conmigo, por eso de 3 horas más tienen el otro capítulo :3
Ahora, ¿qué les pareció? Les prometí capítulo largo y aquí lo tienen, corregido y con más palabras de las normales en este fanfic :3
¿Qué tal el frazel? Les comento que no son mi ship pero trate de hacerlo lo mejor que puede.
Opiniones, consejos, mensajes de presión emocional para que actualice. Ya saben que todo eso es bienvenido en la parte de comentarios.
Ahora si, sin más que decir. NOS LEEMOS LUEGO!!!
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