I. Mi propósito en el país de las sombras.
[NOTA: Estarían bien en escuchar mientras leen el fanfic. Le da sazón a la historia :3]
Se dejó después de mucho tiempo poder soltar un poco de aire. Estaba cansado, de eso no había duda alguna, era exhausto viajar de un continente a otro y todavía ir a pie desde el puerto del país hasta la capital.
El chico rubio tenía las sandalias gastadas de la suela, tenía una que otra mancha de polvo en la parte inferior de sus vestimentas debido a que ayudó en algunas tareas de la embarcación que le hizo el favor de llevarlo hasta las costas del país de las sombras. Su padre sin duda pegaría un grito en el cielo si lo viera en esas condiciones.
"Probablemente diría algo como: Eso no es guay hijo."
No pudo evitar pensar.
Necesitaba un lugar donde descansar ese día, a la mañana volvería a emprender su camino al castillo del rey de los fantasmas. Ante la vista de muchos era solo un forastero más que venia a la capital de paso, jamás se imaginaron que estaban frente al hijo menor del gran rey del ducado del sol, Apolo.
Compro unas cuantas frutas en el mercado (las cuales a su parecer eran bastante caras a comparación del tipo de cambio que había en su ciudad natal) y con el resto del dinero se dedicó a pagar su posada de la noche. Fue en una casa de huéspedes con un alto índice de clientela.
En todo momento se mantuvo con una capa que cubría su cabeza en un afán por ocultar su identidad. No era ningún secreto que en el país del hades, la gente solía tener rasgos mediterráneos, principalmente cabello negro, piel blanca u Oliva y ojos marrones o de tonalidades oscuras. Se darían cuenta de inmediato que no era de por ahí y eso podría traerle serios problemas. Quería evitarlos lo más que se pudiera hasta que llegará al palacio de la capital... el lugar de donde seguro vendrían sus verdaderos problemas.
— Escuche que el Rey, pronto reclamará una esposa.—Escuchó el cuchicheo de unos clientes borrachos mientras el tomaba su cena en una de las mesas más alejadas.
—¿Será que dentro de poco hará un llamado a todas las chicas del reino como lo hizo su predecesor?— Respondió otro.
—Yo había escuchado que pidió al ducado vecino un candidato para su pareja.
—¿Se imaginan? ¿Una reina extranjera? Dicen que las chicas del ducado del Sol o la isla de Artemisa son muy guapas.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Son rubias. A todo el mundo le gustan las rubias.
"Vaya idiotas..." Pensó el muchacho mientras terminaba de tomarse su café. Estaba bastante aguado pero con un sabor consistente, así que con la temperatura adecuada, podría decirse que estaba tomando algo meramente decente.
Soltó un pequeño suspiro y emprendió su camino a la habitación pero la imponente figura de algo o de alguien, se lo impidió. Era un sujeto gigante, con cara de traer muchos problemas a un "enclenque" como Will que se atreviera a tan solo posarse en su mirada.
—Fijate por donde vas forastero.
—Usted debería quitarse del paso señor. Así seria más fácil poder pasar por el pasillo.—Toda la taverna se calló al instante y miró con atención a los dos sujetos en cuestión.
—¡¿Qué dijiste gusano?!
—Sabe señor, de donde yo vengo es mejor costumbre ser amable. No quiero empezar una pelea y perturbar la paz de los demás huéspedes, así que si me disculpa...
—¡YO TE ENSEÑARE A PEDIR DISCULPAS MOCOSO DE MIERDA!
"¿Qué acaso todos en este país son unos pesados y carecen de neuronas?" Se lamento el rubio mientras suspiraba con pesadez y esquivaba los primeros golpes que el enorme sujeto le propinaba. Se deslizaba con enorme facilidad entre los puñetazos del sujeto, quien comenzó a destruir mesas y a golpear a otros huéspedes en su afán por propinarle un buen golpe al otro adolescente.
Hasta ese momento al joven viajero le hubiera gustado mantener la calma y evitar sacar a relucir su origen y poderes pero no se pudo contener al ver que el sujeto golpeaba a una de las camareras tan fuerte que la mandó al otro lado del comedor. Muchas de sus compañeras fueron a auxiliar a la chica para ver si se encontraba bien, pero esta estaba inconsciente.
Eso derramo la gota de la paciencia en el joven hijo de apolo.
—Mira grandulón.... tienes 2 minutos para disculparte con la chica, recoger tu desorden y desaparecer de mi vista si no te quieres quedar calvo.
—¡El único que perderá más que el cabello serás tu! Arrancaré tu cabeza y jugaré a la pelota con ell...
—No queda de otra.— Suspiro entre tratando de aguardar su paciencia y canalizar su energía, para después de eso materializar un arco que aparentaba ser hecho con ramas de oro enjoyadas. Y disparo una única flecha que fue a dar justamente arriba de la cara del tipo.
La flecha era una común y corriente pero una especie de manifestación dorada la había envuelto justo en el momento que esta salió disparada del arco del muchacho. Desprendía un calor abrazador para aquellos que no soportaban las buenas intenciones del sol en una tarde de verano.
La puerta de local estalló en un resplandor de luz... al igual que toda la cabellera del sujeto en cuestión. Quien por la humillación no dudo en salir corriendo como una nena asustada.
Por su parte ahora todos miraron al jovencito en cuestión, quien después de todo reveló su imagen al mundo cuando su capa negra se deslizó por sus hombros debido al impacto de la flecha.
Aparentemente 17 años. Alto y de figura astral, con un muy atractivo rostro bañado en unas cuantas pecas y una piel bronceada que hacía el contraste perfecto con su cabello dorado que era adornado con una corona de laurel fresco y los ojos más celestes que habían podido ver antes. Vestía una túnica que le cubria hasta debajo de las rodillas de color blanco, amarrada desde el hombro derecho con un cinturón de oro que tenía grabados varias formas que claramente representaban al mismo sol, de los lóbulos de sus orejas caían dos hermosas joyas, zafiros específicamente, estos combinaban a la perfección con sus ojos tan poco comunes, de igual forma unas sandalias doradas le adornaban las piernas fornidas hasta la pantorrilla . Supieron de inmediato que se trataba de un forastero, proveniente del norte. Las tierras del sol.
El muchacho se giró hacia donde estaban las jovencitas que ayudaban a su compañera, quien ya había despertado del shock nervioso y del impacto del golpe. Absolutamente todas se pusieron coloradas al ver a semejante muchacho acercarse a ellas.
—¿Te encuentras bien?— En un suave tono de voz preguntó, atontando aún más a las chicas. Todas asintieron frenéticamente con la cabeza.—Me alegro pero permíteme ayudarte. Ese golpe debe dolerte mucho.
El rubio posó su mano sobre la mejilla de la chica y susurro unas cuantas palabras en un idioma desconocido para los presentes, la mano del joven brilló en un fulgor dorado que resplandeció por el rostro de la chica. Para cuando retiró su mano, el golpe y el sangrado habían desaparecido.
Nadie se atrevió a decir nada tras la gran hazaña del joven y antes de retirarse a dormir a su habitación, informó que cargará los gastos de la puerta destrozada a su cuenta y que hiciera favor de mandarla al castillo de las sombras.
...
Al día siguiente, el muchacho partió de forma precipitada al castillo de las sombras, sin detenerse en ningún momento. Para cuando llegó a los pies de la gran muralla del palacio, comprendió por qué llevaba semejante nombre... El lugar era aterrador.
El castillo era bastante imponente, las columnas eran altas y puntiagudas, todas de mármol y roca de obsidiana, dándole un característico color negro y amoratado en algunos rincones.
Cuando llegó ante la imponente puerta de madera negra. Un par de guardias le interceptaron e impidieron el paso.
—¡Alto Ahí! Ningún forastero es bienvenido al palacio. Mas te vale decirnos tu nombre y revelar tu apariencia sospechoso desconocido.
—¿Así es como el rey trata a sus invitados? No me quiero ni imaginar como será con la gente que viene a pedirle refugio.—Ya hastiado un poco de la hostilidad de la gente en la capital, menciona el joven mientras dejaba caer sus cosas sobre el suelo.
—¿NO NOS ESCUCHASTE? IDENTIFICATE O TE...
— Ya, ya, ya entendi oye... no necesitan gritar.— Dijo calmadamente mientras desabrochaba su capa y esta se deslizaba sobre sus hombros, revelando de nueva cuenta su apariencia tan encantadora y deslumbrante.—Soy Will Solace, Hijo del Rey Apolo y estoy aquí... Para casarme con el Rey de los Fantasmas.
Y bueaaaano. Primer capítulo y como no podía faltar, hemos comenzado con los las cosas epicas :3
HOY ES VIERNES Y USTEDES NO SABEN LO MUCHO QUE AMODORO LOS VIERNES¡¡¡
Esta vez les dejo una imagen de will llegando a la capital. No es exactamente lo que queria pero era lo más cercano a como diseñe a Will para este episodio.
Tal vez más adelante lo dibuje :v
Sin más que decirles... NOS LEEMOS LUEGO.
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