CAPÍTULO TRES

Uno de los recuerdos que JiMin resguardaba con un sentimiento agridulce en su corazón fue el día de nacimiento de JungKook. Fue un miércoles primero de septiembre, una fecha que los médicos escogieron para el proceso de la cirugía ya que al ser un omega macho necesitaba atravesar una cesárea.

JiMin estuvo solo la mayoría del tiempo, ese día salió de casa muy temprano y sus padres seguían trabajando. No estuvo rodeado de familiares como le habría gustado, fue tratado con cuidado a pesar de todo, pero sabía que muchos de los enfermeros y doctores que lo veían cargaban en sus ojos un sentimiento de pena: "es muy joven", seguro pensaban.

Él lo sabía, claro que sabía lo que significaban esas caras, no era un idiota. Sin embargo, trató de ser positivo, se mantuvo tranquilo y dejó que las cosas transcurrieran como la sagrada luna quisiera que lo hicieran.

—Vas a estar despierto en todo momento, así que si sientes algo raro, por favor avísanos —fueron las palabras del doctor SungDeuk. Lo recuerda bien, un alfa encantador que fue realmente cuidadoso con sus manos, fue dulce y quizás fue por la lástima de tener a un jovencito completamente solo en una camilla, pero le habló con cariño como un padre a su hijo—. Ya vamos a comenzar, ¿está bien? Tranquilo. Vas a estar bien.

JiMin asintió, pasando saliva con el revoltijo de nervios golpeando su estómago como dagas y rezó para que la anestesia hiciera efecto lo antes posible. Sus ojos miraron el techo en todo momento, recuerda haberlo comparado con un consultorio odontológico, pero el constante pitido de su corazón ansioso resonando en la sala le recordaba en dónde estaba.

Luego de lo que parecieron horas sintiendo cómo sus entrañas eran removidas, escuchó al doctor murmurar: "aquí está".

—Felicidades, es un varoncito —felicitó una de las enfermeras, quien sostuvo su mano durante todo el proceso.

JiMin sonrió, aliviado.

Sin embargo, la sala estaba en silencio.

—Enfermera —llamó SungDeuk.

No hubo llanto alguno y su lobo se alteró, su corazón comenzó a latir con una fuerza preocupada y trató de mirar en todas direcciones para saber si su hijo estaba bien. La enfermera que lo sostenía tuvo que atender el asunto y JiMin comenzó a preguntar si todo estaba bien, pero nadie le decía nada.

Un segundo después, el bebé comenzó a llorar.

JiMin lloró con él.

En ese momento no quiso verlo y tampoco quiso ponerle nombre en ese momento, no estaba seguro de poder hacerlo para empezar. Se había mentalizado de que probablemente tendría que darlo en adopción, de que con suerte su lobo lo rechazaría y él estaría tranquilo, pero después de despertar en su habitación y de ver la cuna a un lado, no pudo evitar buscar su carita.

JiMin lloró de nuevo y extendió su mano hacia él, aunque no pudo alcanzarlo por el dolor. El bebé dormía plácidamente, respirando con parsimonia con una pulsera en la que no había nombre alguno, sólo un número de habitación como si fuera una entrega por delivery.

—Mi bebé —murmuró entre sollozos, deseando poder tocarlo.

Sus padres no llegaron sino horas después, pero la enfermera que lo contuvo visitó su habitación y lo ayudó a cargarlo. Él estuvo solo todo ese tiempo simplemente mirando al bebé, arrullándolo entre sus brazos y disfrutando tanto de su presencia como de su aroma a recién nacido.

—¿Ya pensaste en un nombre? —le preguntó la enfermera una vez regresó a su habitación. El nombre de ella era SunHee y se veía mayor, quizás un poco más que su madre.

JiMin asintió. Sabía el nombre del bebé desde el momento en el que consideró siquiera ser padre. Lo había planeado desde hacía años, ¿cómo no podría saberlo?

—JungKook —murmuró, embelesado con el pequeño, mirándolo como si fuera el más preciado de los tesoros—. Park JungKook.

El brazalete ahora tenía su nombre, no un número, y sus padres se encontraron con su hijo llegada la tarde. Ambos curiosos por el nuevo integrante de la familia, pero tan reacios a ello como lo habían estado desde que se enteraron de su embarazo.

—Hola bebé —recuerda haber dicho en algún momento, no sabía si fue después de la visita de sus padres o antes de que la enfermera le colocara el nombre por fin—. Soy tu papá y tú eres mi bebé. Juntos vamos a ser una familia, ¿sí? —en sus memorias, JungKook lo miraba con ojos enormes llenos de curiosidad, igual de embelesado que el propio JiMin y eso siempre logró derretir su corazón—. Te amo —besó su frente con delicadeza, temiendo lastimarlo.

A pesar de todo, JiMin consideraba ese día como el día en el que la verdadera felicidad llegó a su vida.

La semana había pasado con calma. Aun así, "calma" era una palabra muy suave. JiMin sólo sintió que sobrevivió hasta que el fin de semana llegó y pudo quedarse en casa durmiendo como la diosa lunar manda.

Esa mañana, JungKook dormía plácidamente frente al ventilador de su habitación, disfrutando del mundo de los sueños luego de haber llegado a casa casi a las dos de la mañana porque el horario de los viernes era el peor para Park; el restaurante cerraba a las doce, la gente se amontonaba como nunca y ellos no podían cerrar hasta que el último comensal se fuera.

JiMin se levantó a las nueve de la mañana, se lavó e hizo el desayuno. JungKook solía despertarse a la hora de la comida, embelesado por el aroma a desayuno, pero al no escuchar movimiento JiMin decidió hacerse la comida para él antes de sentarse en el sofá a ver un poco de televisión en volumen bajo, aunque el sonido del par de ventiladores funcionaba muy bien para disimular el ruido.

Luego de un rato, cuando fue a dejar su plato en el fregadero de la cocina, se dio cuenta del aroma a podrido que sutilmente bailaba debajo de su nariz. Caminó hacia la basura, frunció su nariz y tomó la bolsa para amarrarla, estaba llena y esa tenía que ser la primera tarea en el día. JiMin se encaminó hacia la puerta, saliendo del departamento para poder lanzarla en el basurero del pasillo.

Cuando logró meterla en el bote, regresó sobre sus pasos y giró el pomo de la puerta, sólo para darse cuenta de que no abría.

La puerta no abría.

JiMin respiró y giró el pomo una vez más, aplicando más fuerza.

La puerta seguía sin abrir.

Sintió pánico.

Trató de no volverse loco, así que respiró y se dijo a sí mismo que no era la gran cosa, que sólo tenía que poner las llaves y empujar la puerta con más fuerza. Buscó sus llaves, pero se dio cuenta de que no las tenía. Es entonces que comenzó a hiperventilar y miles de escenarios en donde JungKook terminaba herido por culpa de algo corrompieron su cabeza. Rápidamente tocó la puerta con insistencia, esperando que el pequeño se despertara y le abriera, pero sabía que era inutil porque el ventilador sonaba muy fuerte, que el sueño de su niño era pesado y que al pequeño desde siempre se le dificultaba abrir la puerta él solo.

¿Debería tratar de tirar la puerta? ¿Llamar al casero? ¿A la policía? Ni siquiera tenía su celular consigo, así que tampoco podía llamar a TaeHyung. ¿Debería llorar por ser un padre terrible? Cientos de opciones recorrieron su cabeza, atormentándolo mientras trataba de destrabar el seguro con movimientos insistentes de su muñeca, hasta que en mitad de su desespero miró hacia la puerta de su vecino.

No, YoonGi no podía ser una opción.

Volvió a tocar su puerta a pesar de que nadie contestaba y sabía que JungKook debía estar profundamente dormido... «o muerto», escandalizó su lobo.

El omega jadeó aterrorizado.

Otra vez miró hacia la puerta de su vecino.

Quiso gritar.

JiMin se revisó el cuerpo entero, estaba metido en una camisa enorme de color blanca que había sido de HyunSoo y que se encontraba decorada con algunas manchas de pintura, con sus piernas metidas en un par de shorts que llegaban un poco más arriba de sus muslos por el calor que hacía y con sandalias viejas decorando sus pies. No podía verse menos presentable, pero no importaba, la integridad de su hijo dependía de él.

Así que, tragándose su orgullo, se acercó a la puerta de YoonGi.

Tenía que ser una broma, una mala.

Tomó aire y se repitió que era necesario. No había más vecinos en su piso y realmente no era cercano a nadie más que la señora Hwang y a su esposo, pero ambos ancianos no iban a ser capaces de derribar una puerta si JiMin lo necesitaba, ¿quizás podría llamar desde el teléfono de la mujer? Sin embargo, ¿cuánto tiempo tardarían en llegar a su ayuda? YoonGi tampoco era cercano, pero el alfa era tan predecible que seguramente estaría dispuesto a ayudar.

Aun así, se sentía ridículo.

Sin embargo, se repitió que era por un bien mayor y tocó la puerta de YoonGi un poco-demasiado desesperado.

Ya voy, ya voy —escuchó del otro lado a la par que unos cuantos ladridos. Cuando el alfa abrió la puerta, se estaba terminando de colocar una camiseta de color negro y su cabello se encontraba medio mojado—. Oh —levantó un poco sus cejas, mirando a JiMin con atención—. Hola, vecino —saludó relajado—. ¿Pasa algo?

JiMin sabía que el alfa acababa de salir de la ducha porque el aroma perfumado del shampoo lo golpeó. Increíble. JiMin no pudo haber sido más inoportuno.

—Hola, yo... —trató de darse ánimos—. Disculpa por molestarte a estas horas, pero vengo a pedirte... un favor —comenzó, nervioso por la mirada penetrante del otro sobre él—. Salí un momento y la puerta se trabó, no tengo la llave y mi hijo está adentro, solo —explicó rápido, un poco ansioso y tropezando con las palabras—. Dijiste que sabías de estas cosas, ¿puedes darme una mano?

YoonGi parpadeó un momento, procesando la corta historia. Holly se asomaba entre sus piernas con curiosidad.

—¿Él no puede abrirte?

—Es muy bajito para llegar a la puerta y está trabada, ya toqué y no me contesta porque está durmiendo —se veía tan nervioso que YoonGi no dudó de sus palabras—. Por favor, sólo quiero que fuerces la puerta, pero no rompas la cerradura porque el casero me matará y son muy caras, y...

—Entonces... —YoonGi lo detuvo. Una mano sobre el marco de la puerta, apoyándose en ella para inclinarse un poco hacia adelante—. ¿Esta vez sí necesitas ayuda?

JiMin sintió la cara caliente, sus mejillas seguro estaban rojas por el bochorno. Por otro lado, YoonGi parecía querer retener una naciente sonrisa.

—Sí —admitió a duras penas, sus manos apretadas en puños que más que por enojo, era por la necesidad de apretar algo para desestresarse.

—¿Qué pasa si digo que no? —preguntó YoonGi. Aunque lejos de ser una pregunta dirigida con una mala intención, más bien parecía querer ver la reacción del omega, lo cual JiMin seguía considerando como algo cruel en estas circunstancias.

Si YoonGi no lo ayudaba JiMin moriría, claro. No creía que fuera una situación para reírse, su hijo podría estar en peligro y él mataría a YoonGi si no ayudaba, pero entendía el trasfondo de la actitud del alfa, claro que sí, algo en su orgullo debió haber sido golpeado cuando JiMin le remarcó lo poco que lo necesitaba.

Justicia divina, tal parecía ser.

—¿En serio dejarías a un niño encerrado? —contraatacó JiMin, mandíbula apretada con nervios.

YoonGi agrandó sus ojos.

—Eso es manipulación —señaló, alejándose de la puerta con un suspiro—. Voy en un momento, iré por mis herramientas.

JiMin asintió, jugando con sus manos. Volvió a su puerta y esperó paciente a que YoonGi apareciera. Con suerte JungKook abriría la puerta y preguntaría por qué se había tardado tanto, pero eso no pasó y una de las cosas que más aterraba a un padre era el silencio de su pequeño.

Ya estaba comenzando a morderse las uñas cuando YoonGi salió de su departamento con su caja llena de herramientas que remontó a JiMin a la época en la que ayudaba a su padre con el auto y el recuerdo lo puso momentáneamente melancólico.

Detrás de él, su perro venía moviendo la cola y se acercó a JiMin con interés. El omega se tensó un poco, no había tenido buenas experiencias con perros en el pasado y YoonGi pareció notar esto porque silbó para llamar la atención del animal.

—Holly, ve a dormir —el perro bufó y se dio media vuelta, metiéndose en la casa una vez más—. En un segundo la voy a abrir, no te preocupes —tuvo la amabilidad de querer tranquilizarlo, sonando suave en su tono, pero JiMin en ese momento quería tirar la puerta—. ¿Entonces sólo saliste y se cerró? —ahora estaba buscando sacar conversación, claro, quería distraerlo para que dejara de temblar como un chihuahua.

«Qué considerado», pensó JiMin al notar esto. Aunque seguro era la propia manera del alfa de no hacer incómodo el momento.

—Sí, no... —negó con la cabeza—. Fui a tirar la basura y olvidé por completo que no tenía las llaves conmigo, pero es que siempre la puedo abrir y esta vez supongo que decidió trabarse —explicó avergonzado, observando con atención como YoonGi asentía y sacaba un par de herramientas de la caja, pero JiMin no las reconoció, en sí tampoco parecían herramientas comunes.

—Ya veo, desde que vi lo difícil que era abrirla me imaginé que necesitaba un cambio —continuó, metiendo ambas herramientas alargadas dentro de la cerradura. Su comentario no pretendía sonar mal, pero JiMin sintió que de alguna manera le estaba diciendo "te lo dije", sólo que lucía bien haciéndolo—. Después de esto puedo echarle un ojo, te juro que no tengo problema.

—Sigues ofreciéndote a revisarla, ¿tan mal crees que está? —soltó un jadeo que casi sonó como una risa sin energía.

—La verdad me sorprende que no se haya roto ya —expresó concentrado, moviendo el par de herramientas meticulosamente—. Hasta aquí puedo ver el óxido, si no logro abrirla tendré que romperla.

—Por amor a la luna, no hagas eso —llevó ambas manos a su cara—. Harás que mi casero me mate.

—Sinceramente no entiendo cómo un casero permitiría que tengas una cerradura como esta —dijo como si se sintiera un poco ofendido por ello.

—Con esto te das cuenta de lo encantador que es... —respondió Park con una risa tensa—. ¿Cómo la ves?

—¿Te soy sincero? —preguntó mientras forcejeaba un poco con la cerradura, su cejas fruncidas en concentración mientras encajaba ambas herramientas.

JiMin pasó sus manos sobre su rostro y peinó su cabello hacía atrás, tan nervioso como frustrado para ese punto. Se sentía como un tonto por ser tan paranoico, pero eso venía en el paquete de ser un padre.

—Bueno —YoonGi pareció rendirse y se levantó, colocando sus manos sobre su cintura—. Creo que voy a tener que romperla.

—No me jodas —jadeó, no lo podía creer.

YoonGi negó con la cabeza, dándose la vuelta para mirarlo.

—El óxido no deja que la cerradura se desbloquee, está atorada por eso mismo y para abrirla tendría que forzarla de modo que estaría llevándola al límite. Podría romperse, eso es un hecho —explicó.

—¿De verdad? —preguntó casi con un hilo de voz—. ¿No puedes intentarlo de nuevo? —miró la cerradura, luego al alfa—, un poco más suave... ¿Por favor?

YoonGi apretó los labios, mirando tentativamente la cerradura. Luego de un suspiro, se volvió a colocar de cuclillas frente a la puerta, tomando de nuevo las herramientas para maniobrar un poco más.

JiMin comenzó a morderse las uñas una vez más, considerando las opciones que tenía. Si el otro rompía la cerradura tendría que lidiar con el cambio de la misma, su casero ya había dejado muy en claro que no quería que hubieran modificaciones de ningún tipo en la casa, menos de la cerradura.

—Este es un daño que no pudiste haber hecho tú, deberías reclamarle a tu casero. Tengo entendido que en este caso él podría pagar el cambio de cerradura.

JiMin resopló una risa cargada de ironía.

—Seguro encontraría la manera de culparme a mí para que lo arregle. Una vez tuve que pagar yo mismo una filtración que venía con la casa cuando estaba recién mudado, él nunca se hizo cargo y si eso seguía allí iba a dañar todo el techo del baño —negó con la cabeza al recordar el evento y YoonGi frunció un poco las cejas porque no podía creer que su vecino estuviera viviendo en esas condiciones.

—Tu casero es un imbécil —musitó.

JiMin sonrió sin energía.

—Totalmente —estuvo de acuerdo y se apoyó contra la pared a sus espaldas con los brazos cruzados, mirando por sobre el hombro de YoonGi cómo este usaba un poco más de fuerza en sus movimientos, lo cual le ponía los nervios de punta—. Mira, si logras abrirla sin romperla te invito un trago —propuso con un tono de voz resignado.

YoonGi se detuvo un segundo.

—Bien —accedió.

Sus movimientos se volvieron más seguros y firmes, buscando con más ahínco lograr desbloquear la cerradura.

Aproximadamente cinco minutos después, sonó un click.

JiMin agrandó los ojos con sorpresa y observó anonadado cómo YoonGi se levantaba del suelo y tomaba el pomo, girándolo con fuerza y abriendo la puerta por fin.

Cuando el alfa se giró, había una sonrisa pequeña de triunfo decorando su cara y JiMin no podía creerlo, pero dejó la consternación para después porque se apresuró de entrar y revisar que todo estuviera bien con JungKook. Lo estaba, obviamente, solo habían sido un par de minutos y JungKook seguía durmiendo pacíficamente sobre su cama.

—Gracias —habló con tono aliviado cuando salió a la sala una vez más.

—No hay de qué —le dedicó una corta sonrisa ladeada. Tenía sus pies en punta en una posición de cuclillas y piernas medio abiertas en una posición que se veía difícil de mantener, pero que no movía ni un pelo en el alfa.

Tenía que ser bastante fuerte, ¿quizás iba al gimnasio?

—No sé cómo sentirme sabiendo que alguien que vive a mi lado sabe forzar cerraduras tan fácilmente —fue lo primero que atinó a decir en medio de su pequeña burbuja turbulenta de pensamientos que no dejaban de repetir en loop imágenes considerablemente atractivas del alfa.

YoonGi lo miró, soltando una suave risa tan jodidamente sexy como las anteriores, y ladeado un poco la cabeza mientras lo miraba de esa manera que tenía a JiMin casi de rodillas. Park tuvo que pasar saliva, un poco demasiado interesado por lo que el otro respondiera en ese momento.

Sólo era el reciente pánico el que lo había vuelto vulnerable, nada más.

—Sólo es algo que aprendí en mi adolescencia cuando me metía a las casas ajenas a robarles dinero para poder comprar marihuana —y por la manera en la que se carcajeó luego de eso, la cara de JiMin debió haber sido un poema—. Lo siento, es mentira, mi papá es cerrajero —se apresuró en decir, aún sonriendo divertido.

—Por la luna... —colocó una mano sobre su pecho, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo—. No juegues así conmigo.

—Tranquilo, no vives al lado de un delincuente, lo más criminal que he hecho en mi vida fue usar pantalones caídos —admitió como si fuera un pequeño arrepentimiento que lo perseguía, levantándose por fin.

JiMin trató de no hacerlo, pero se rió. Inmediatamente después, se cubrió con su mano.

—Creo que eso es mucho más imperdonable, por favor vete de mi casa —negó con la cabeza como si le doliera esa información.

En ese momento se escuchó otra grave risa resonando en su casa. Era un chiste tonto, pero se sintió liberador. La incomodidad inicial fue desapareciendo lentamente de una manera que hizo a JiMin relajar un poco más sus hombros.

Aun así, tuvo que morder sus labios para que su sonrisa no se mantuviera más tiempo del necesario en su cara.

—Por cierto —dijo un momento después de reírse, casi como si hubiera recordado para qué estaba ahí para empezar—, sobre tu cerradura, de verdad necesita un cambio —le dio un par de golpecitos con un destornillador que tenía a la mano—. Las bisagras también están viejas, supongo que eso también hace que se trabe la puerta porque se encuentra desnivelada en relación al marco, así que deberías comprar otras —sacudió un poco su cabello aún húmedo, dejando caer el destornillador dentro de la caja.

JiMin tomó un poco de aire, asintiendo mientras procesaba la información. No podía creer que alguien pudiera verse tan atractivo hablando sobre puertas y cerraduras.

—Bueno, no es que pueda hacer mucho tampoco —se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja, caminando un par de pasos cerca del alfa—, hacer eso me costaría mucho y tendría que hablar con el casero.

—Las bisagras no son tan caras —argumentó.

—Los arreglos sí, la cerradura también —respondió—. Necesitaría buscar a alguien que se encargue de instalar todo y eso me costaría, ¿no puedes sólo... acomodar la puerta para que aguante un poco más?

JiMin no necesitó decir "por favor" porque sus ojos reflejaron a la perfección el pedido y YoonGi pareció quedarse con las palabras en la boca un segundo.

—Uh... —YoonGi carraspeó, desviando la mirada—. Podría... intentarlo —se veía dudoso mientras analizaba la puerta. Sus manos se veían firmes sobre la madera cuando la tomó, JiMin no se perdió de ese detalle—. Si quieres también puedo sacar y volver a poner las bisagras, quizás las pueda ajustar mejor... y le puedo poner un poco de lubricante —movió un poco la puerta, captando un pequeño rechinido—. Eso le quitaría ese sonido —esta vez sí lo miró, esperando recibir alguna afirmativa de parte del omega.

JiMin intercaló su mirada entre la puerta y su vecino, sin saber qué decir exactamente.

—Que saques las bisagras implicaría que saques toda la puerta, ¿cierto? —YoonGi asintió, totalmente atento a las palabras del omega—. Es mucho trabajo, no quiero aprovecharme, solo puedes hacer la cerra...

—No, está bien, no me molesta —se apresuró a decir. JiMin sintió su cara caliente y se cruzó de brazos, quizás demasiado cautivado en ese momento por el guapo motociclista que al parecer también sabía de cerraduras—. Lo hago en quince minutos y luego... podemos ir por ese trago, ¿qué te parece? —le sonrió ladino.

Oh.

JiMin sintió algo parecido a un golpe, pero no en el pecho, sino en el estómago, demasiado cerca de la zona de su vientre.

Mierda.

Su lobo estaba aullando, contento con el buen partido coqueto que se estaba presentando frente a él, uno que pretendía arreglar su casa como una especie de superhéroe salido de un programa de remodelaciones. Todo esto, para su lobo, se traducía como un buen alfa dispuesto a mantener la integridad de su hogar, lo que tal parecía ser lo suficientemente atractivo como para que decidiera escogerlo a él para encapricharse.

Sin embargo, antes de poder contestar, YoonGi miró hacia el interior de la casa y JiMin se giró, encontrándose con un medio despierto JungKook que se aferraba a su oso de peluche.

—¿Papi? —llamó, parpadeando adormilado—. Hum, hola —saludó con algo de cautela al vecino que llamó su atención, viéndose confundido por la presencia en la casa.

—Hola, chiquitín —saludó arrugando un poco su nariz, sonriendo suave para JungKook.

—Papi, el señor vecino está en nuestra casa —avisó con la voz un poco más baja, mirando a JiMin como si este no se hubiera dado cuenta de que el alfa estaba ahí.

Tanto JiMin como YoonGi rieron cortamente.

—Sí, bebé, sí está.

—Oh no, me atrapaste —mencionó YoonGi, actuando decepcionado.

JungKook sonrió por lo bajo, orgulloso de sí mismo.

—Sí, lo atrapé —aseguró con una sonrisa tímida que escondió detrás de la cabeza de su peluche—. ¿Dónde está su perrito, señor vecino?

—Está en casa, durmiendo —contestó cariñoso.

JungKook formó un mohín.

JiMin soltó un poco de aire de manera disimulada, esperando que no se notara que la interacción de ambos estaba golpeando demasiado fuerte a su lado paternal.

—¿Y tú no estabas durmiendo también? —se acercó, agachándose frente a su hijo para peinar un poco sus desordenados cabellos negros.

—Tengo hambre —palmeó su pancita y JiMin rió, asintiendo entonces.

—Bien, te haré el desayuno, ¿qué quieres comer? —se levantó para caminar hacia la cocina, siendo seguido por el pequeño niño.

—¡Cereal arcoíris! —soltó entusiasmado—. ¿Hay leche de banana?

—No, bebé, ya se acabó, pero puedo buscarte un jugo de manzana —le dio la opción.

Aunque había un puchero en su cara, JungKook decidió asentir y aceptar lo que había.

—Bueno —se oía triste aun así y JiMin decidió hacer una nota mental de comprar leche de banana pronto.

JiMin miró a YoonGi y le hizo una seña para que espere, el hombre simplemente asintió y el omega se dedicó a buscar entre los cajones altos de la alacena la caja del cereal favorito de JungKook. Se colocó de puntillas para tomarlo y caminó hacia la mesa del comedor que no se encontraba realmente lejos de la entrada, por lo que YoonGi podía mirar cada uno de los movimientos del omega.

JungKook se sentó y colocó a Jojo en la silla continua, recibiendo un plato lleno de cereal al que luego JiMin rellenó con leche normal y el omega regresó a la cocina para abrir el refrigerador.

—No tengo cerveza, pero puedo ofrecerte agua, jugo o alguna gaseosa —le dijo a YoonGi desde la lejanía, enseñándole un vaso vacío.

YoonGi pasó saliva, mirando al omega que se inclinaba hacia el refrigerador. El camisón lleno de manchas de pintura seca se dejó caer por la gravedad, dejando un poco a la vista el vientre delgado de JiMin en el que reposaba una cicatriz, un poco más abajo estaban sus muslos a medio descubrir por los pequeños shorts veraniegos y la piel tersa de sus piernas se extendía hasta perderse dentro de las pantuflas.

YoonGi salió de su trance cuando JiMin se irguió y lo miró, sosteniendo la puerta del refrigerador, esperando una respuesta.

Él carraspeó.

—Agua suena bien —le dijo.

—Bien, ya voy —JiMin asintió y sacó una jarra de agua del interior que dejó sobre el mostrador de la cocina, sacando luego un empaque de jugo.

JungKook comenzó a comer su cereal, mirando con curiosidad al hombre que estaba desatornillando las bisagras de su puerta y quien observaba de manera poco disimulada cada movimiento que hacía su papá.

—Papi —llamó JungKook cuando JiMin le entregó un vaso de plástico lleno de jugo de manzana—. ¿Qué está haciendo el señor vecino con nuestra puerta? —preguntó con un tono bajo, casi como si no quisiera que el alfa escuchara—. ¿Se la va a llevar?

—YoonGi está tratando de arreglarla para que no se siga trabando —contestó el omega, luciendo divertido por las inocentes suposiciones de su hijo.

—Oh —su atención viajó entonces hacia el alfa—. Señor vecino, ¿le puedo decir "señor YoonGi"?

—Claro —asintió YoonGi mientras JungKook metía una cucharada de cereal en su boca—. Incluso puedes decirme YoonGi y listo.

JiMin lo miró dudoso, aunque había una expresión divertida en su cara cuando miró a YoonGi, casi preguntándole si era en serio eso. El alfa sólo se encogió de hombros, realmente animado en ese momento.

—Bueno, uh... Señor YoonGi, ¿va a arreglar nuestra puerta?—continuó preguntando, aún masticando. Parecía que el pequeño todavía no se creía con la confianza de llamarlo por su nombre.

—Eso voy a intentar —asintió una vez más.

—Kookie, primero traga antes de hablar —aconsejó recostándose un poco sobre la mesa para peinar un poco más su cabello y el niño asintió rápido, tragando el cereal.

—Señor YoonGi —comenzó una vez más y el hombre se asomó por la puerta, mirándolo con interés—, ¿usted es un experto en puertas?

JiMin miró en su dirección, con brazos cruzados sobre la madera, recibiendo una corta mirada divertida de parte del alfa antes de que este decidiera contestar.

—Claro, he trabajado con muchas puertas en mi vida, de miles de formas y colores, esta no es rival para mi —arrugó un poco su nariz hacia el infante, hablando con seguridad en su tono.

—¿Incluso con puertas monstruo? —preguntó realmente interesado en ello.

—Incluso con puertas monstruo —afirmó—. He derrotado a todas y cada una de ellas.

Entonces, JungKook miró a su papá con una sonrisa emocionada y JiMin compartió su emoción, luego formó una expresión incrédula en dirección a YoonGi, sonriente por lo animado que se veía su pequeño ahora y quizás un poco cautivado por la dulce manera que tenía el hombre de hablar con él. Es decir, cualquiera se hartaría de tantas preguntas inocentes hechas con el mismo tono de voz chillón, pero la paciencia del alfa parecía ser excelente.

Eso, o fingía bien para tratar de impresionarlo.

Cualquiera de las dos opciones eran válidas para JiMin.

Finalmente, el omega le llevó un vaso con agua al alfa que logró desatornillar y volver a colocar las bisagras en la puerta en un interesante proceso que remarcó los músculos de sus brazos por el esfuerzo de desencajar la puerta. Luego ajustó mucho mejor los tornillos que ahora eran nuevos porque habían un par en su casa que habían sobrado de quien sabe donde, pero JiMin no dejó de agradecerle en ningún momento. El hombre negó cada que pudo, explicándole que no le era ninguna molestia y JiMin no creía del todo que hubiera alguien tan desinteresado y guapo queriendo ayudarlo, era como demasiado-perfecto, pero aunque fuera un sociópata planeando bien sus movimientos, el omega no iba a negar que se veía bien haciéndolo.

Cuando terminó, JungKook se acercó a la puerta para ver si el alfa había logrado arreglarla y jadeó emocionado cuando esta funcionó sin mayores complicaciones.

—¡Papi, el señor YoonGi arregló la puerta! —señaló, alzando sus brazos al alfa—. ¡Muchas gracias señor YoonGi!

—De nada, chiquitín —se arrodilló frente al niño para chocar los cinco con él y JiMin sonrió enternecido.

Su omega la estaba pasando maravillosamente con esa vista, pero JiMin sabía que debían ser las hormonas.

—Ya regreso, espere —se apresuró a decir JungKook cuando el alfa se levantó, corriendo a su habitación mientras insistía en que no se fuera.

JiMin se rió y miró a YoonGi con algo de vergüenza, pero el alfa sólo enarcó una ceja.

—No tienes que poner esa cara, no me molestan los niños —pareció creer que era necesario aclarar eso.

JiMin se sonrojó un poco, con sus mejillas rosas negó con la cabeza, sintiendo que había sido atrapado en medio de algo.

—Oh, no —se rió nervioso—. Es sólo que muchas veces me he encontrado con personas que se agotan muy rápido con JungKook, aunque sea tímido sigue siendo muy enérgico, supongo que me acostumbré a disculparme por eso —admitió para que no hubiera malentendidos.

—Tranquilo, tengo un par de sobrinos, los hijos de mi hermana menor —contó—. Ellos prácticamente se trepan a las paredes, así que ya quedé "insensibilizado", si acaso puedo decirlo así —se encogió de hombros.

—Oh —algo brilló en la expresión de JiMin—, si se trepan por las paredes entonces es algo bastante serio, los niños demasiado hiperactivos son todo un tema, ¿tu hermana ha pensado en ver a un profesional? —la pregunta pareció tomar por sorpresa a YoonGi, porque sus ojos confundidos miraron a Park con una expresión extrañada y el omega creyó que se había ofendido—. Ay, perdón, a veces me emociono un poco con estos temas. Estoy estudiando psicología y amo a los niños entonces... sí —se disculpó avergonzado.

—¡Oh! —YoonGi pareció entender entonces—. Ya veo, no pasa nada —le sonrió suavemente—. Mi hermana ha estado yendo con alguien, de hecho. Aunque es muy reciente, así que por el momento se sigue indagando un poco.

JiMin asintió en reconocimiento, demasiado intrigado ahora. Era inevitable, el haber elegido esa carrera venía de la mano con el hecho de interesarse demasiado en la vida de los demás, pero a veces olvidaba que no todos estaban emocionados con que un extraño les dijera: "tienes que ir a terapia".

—¡Señor YoonGi! —JungKook, apareció de repente desde su habitación, sosteniendo una hoja de papel con sus manos, con sus brazos alzados—. Tenga, tenga —se acercó veloz, moviendo la hoja frente al otro.

Tanto JiMin como YoonGi observaron con curiosidad el papel garabateado en donde se leían letras poco reconocibles y había un pequeño dibujo de un objeto de color amarillo. El alfa frunció un poco sus cejas, tratando de encontrarle sentido al dibujo y JiMin miró a JungKook sin saber cómo preguntarle.

—Qué lindo, bebé —felicitó y el niño brincó emocionado—. Seguro a YoonGi le gustó mucho —ahora miró al alfa, esperando que respondiera exactamente eso.

—Sí, por supuesto —respondió de inmediato, mirando a JiMin con un poco de diversión en sus ojos antes de mirar al niño—. Lo voy a guardar bien.

—No, no. Tiene que usarlo —se acercó a YoonGi, señalando la hoja de papel—. Tiene que usarlo porque es un cupón —se puso de puntillas y YoonGi volvió a agacharse, mirando con mucha más atención el dibujo—. ¿Ve? Aquí dice "cupón para leche de banana" —leyó los garabatos.

Tanto JiMin como YoonGi evitaron corear un "ahhh" cuando cayeron en cuenta de lo que era realmente, simplemente asintieron para darle la razón al niño. Ya podían encontrarle la forma.

—¿Por qué le diste un cupón de leche de banana a YoonGi, bebé?

—Le quería dar al señor YoonGi una leche de banana porque arregló nuestra puerta, pero no tenemos. Así que cuando el señor YoonGi venga otra vez a casa, puede usar el cupón para que le de una leche de banana —explicó como si fuera lo más razonable del mundo y JiMin asintió, queriendose reír no sólo por lo ocurrente de su hijo, si no por lo dulce que le parecía.

—"Cuando venga otra vez", ya veo —comentó YoonGi casi para sí mismo, pero una mirada juguetona fue dedicada a JiMin, quien pasó saliva y actuó como si no lo hubiera visto.

Estúpido alfa, creyendo que podía seducirlo de esa manera, ¿quién se creía?

—Bueno, seguro que a YoonGi le gustó mucho el regalo.

—Definitivamente debo venir pronto a canjearlo —contestó y JiMin esta vez sí rió, un poco impresionado por su descaro.

—Claro... —comentó irónico.

—Papi, tienes que comprar rápido leche de banana —le recordó con un murmullo.

Finalmente, luego de que JungKook se sintiera satisfecho con su increíble regalo, se fue al sofá en donde había dejado a su oso de peluche para ver sus caricaturas favoritas. Antes de irse, YoonGi dobló y guardó el dibujo para meterlo en el bolsillo de su pantalón, peinando su cabello negro hacia atrás.

—No tienes idea de lo que te acaba de ofrecer, ni siquiera comparte su leche de banana conmigo —mencionó JiMin con un falso tono ofendido y YoonGi rió suavemente.

—En ese caso voy a ser cuidadoso con mi cupón —resopló, viéndose un poco cansado a pesar de su actitud juguetón—. ¿Puedo pedirte otro vaso con agua, por favor?

—Claro —asintió JiMin—. Considera esto como el trago que te voy a invitar —agregó, divertido por la expresión sorprendida de su vecino.

—Oye...

—Ya dije —se giró en dirección a la cocina con una sonrisa triunfante en la cara, dejando al alfa con las palabras en la boca.

El omega ni siquiera se dio cuenta de la manera en la que estaba actuando porque de saberlo, se detendría. Después de todo, sus sonrisas y movimientos podrían verse como una clara invitación a juguetear un poco. YoonGi lo estaba tomando así, de hecho, por lo que su lobo comenzó a ponerse nervioso, caminando en círculos y gruñendo por lo bajo frente a la invitación del omega, poniéndolo un poco más ansioso de lo que ya estaba.

Mientras JiMin rellenaba el vaso, YoonGi se apoyó sobre la pared a sus espaldas, tratando de no mirar demasiado al otro. No quería incomodar.

—Listo, de nada. Un premio por tu arduo trabajo —dijo JiMin una vez regresó a su encuentro. YoonGi jadeó una risa, tomando el vaso—. ¿Entonces sólo cambiaste unos tornillos y apretaste otros? No puedo creer que haya sido así de sencillo...

JiMin tomó la puerta y la cerró otra vez, dándose cuenta de que la resistencia seguía ahí, pero era menos molesta ahora.

—No diría que la reparé porque definitivamente necesita un cambio, pero al menos no va a molestar tanto por el momento —explicó—. Creo que sólo he alargado su tiempo de vida.

—Bueno, si su muerte es tan inminente entonces voy a tratar de comprar una nueva —suspiró resignado, cruzándose de brazos.

—Estaría bien, no quiero tener que romper la puerta si se atora de nuevo —YoonGi sacudió un poco su largo cabello, recibiendo una ceja enarcada de parte de JiMin.

Con diversión, el omega se preguntó si acaso YoonGi acababa de insinuar que él iría por su ayuda si eso llegara a pasar de nuevo. ¿Qué tan descarado podía ser? A su lobo le gustó esto, aun así.

—Claro —soltó divertido, mirando a YoonGi con un brillo de reto en sus ojos. El omega preocupado y nervioso de hacía un rato no estaba por ningún lado—, ¿y tienes la fuerza suficiente para eso? No lo creo —quiso molestar un poco.

Los alfas siempre caían con insinuaciones como esas. Siempre se enojaban o trataban de aclarar que ellos podían con todo, que eran alfas capaces y fuertes. JiMin esperó un par de cejas fruncidas o un gruñido ofendido, pero sólo recibió una media sonrisa que lo hizo tambalearse un poco.

—Tengo la fuerza suficiente para muchas cosas, vecino —pronunció seguro con el mentón a medio levantar.

El lobo de JiMin se recostó de espaldas en el suelo inmediatamente después de eso.

—Oh, vaya... —JiMin jadeó una risa que cubrió con su mano.

No había esperado eso y YoonGi se dio cuenta por la manera en la que sus ojos brillaron con picardía.

Bueno, no fue muy complicado para el omega entender que el otro estaba interesado en él de esa manera, pero no creía que YoonGi estuviera demasiado metido en ello de todos modos, menos sabiendo que tenía un hijo. Tampoco es que estuviera buscando que el alfa le dijera que quería ser el padrastro de JungKook o algo así, eso sería horrible, pero no creía que llegara muy lejos con él porque nunca había funcionado con otros de todas maneras.

Así mismo, creía que si le daba demasiadas alas podría provocar que el otro se emocione demasiado y termine tocando su puerta cada que pueda para lograr llevarlo a la cama. Ser su vecino lo podía poner en desventaja y quizás debería poner un poco más de límites para que YoonGi no se pase de la raya.

Aun así, había una sensación dentro de él que le decía que YoonGi no era del todo ese tipo de alfa idiota que solía evitar. Este impulso le pedía seguir luciendo lindo frente a él, le pedía coquetear y JiMin se sentía realmente conflictuado por ello.

—¿Pintas?

La pregunta lo descolocó un poco y miró a YoonGi con duda.

—Tienes manchas de pintura —señaló su camiseta y JiMin bajó la mirada, sólo para darse cuenta de que seguía metido en ese poco atractivo pijama manchado y por un segundo se preguntó si el otro en serio había llegado a sentirse atraído por él de una manera erótica cuando estaba vistiendo algo como eso.

—Uh... no —admitió avergonzado, cruzándose de brazos sobre su pecho como si esto lograra que el otro olvidara que estaba vistiendo eso—. Hace poco pinté con JungKook e hicimos un desastre, pero como la uso como pijama no me preocupa mucho —contó.

—Oh, qué lindo —comentó dulcemente—. ¿Es uno de los dibujos que están en el refrigerador?

—Exactamente —asintió JiMin, dándole una rápida mirada a la pequeña obra de arte hecha con las inexpertas manos de su bebé—. Es ese que está a la derecha —señaló—. Él dice que es un barco pirata, aunque parezca un hot-dog gigante —lo último lo dijo en voz baja.

YoonGi rió, enseñando un par de rosadas encías, luciendo tan atractivo como un hombre como él podía lucir y JiMin no podía dejar de pensar en que su lobo en serio estaba demasiado interesado en ese alfa pelinegro porque no había dejado de aullar emocionado entre cada cosa que decía.

Por otro lado, también comenzó a pensar en que tal vez estaba diciendo demasiado, que quizás no debería ser tan despistado en cuanto a su seguridad se trataba y ciertamente que un alfa se aproveche de la situación de un padre soltero con un indefenso niño no se encontraba muy alejado de la realidad.

Así que carraspeó, rompiendo un poco la burbuja que se estaba formado alrededor de ellos.

—Bueno, de verdad muchas gracias por ayudarme con la puerta, supongo que en serio te debo una por esto y por evitar que me diera un ataque de ansiedad —comenzó, esperando que el otro entendiera que le estaba pidiendo de manera indirecta que comenzara a retirarse de su casa.

YoonGi era muy inteligente, tal parecía, porque asintió y le entregó el vaso ya vacío.

—Creo que sí, pero acepto la invitación a un trago real para variar —luego intercaló la mirada entre el omega y su hijo—. Cuando puedas y si quieres, claro está —agregó.

JiMin asintió como si fuera cualquier cosa y lo siguiente que supo era que YoonGi se había ido, que probablemente tenía una cita pendiente y que su lobo no dejaba de aullar contento.

¿Por qué mierda sentía el cuerpo tan caliente?

—No te preocupes, yo cuidaré a JungKook —fue lo primero que dijo TaeHyung cuando JiMin tocó el tema del vecino.

—Tae, no te estoy pidiendo que lo cuides —se apresuró en decir—. Tampoco estoy seguro de que vaya a tomar algo con él de todas maneras, Simplemente quedó como algo al aire, no fue tan en serio —se cruzó de brazos, apretando sus labios con nervios.

Ambos se encontraban sentados en la banca de un parque que se encontraba a un par de kilómetros de la casa de JiMin porque el omega quería salir con JungKook y TaeHyung ofreció llevar a su sobrino más chico para que juegue con él, ambos eran algo así como los mejores amigos del mundo en ese momento y Jung HoSeok, aunque fuera dos años mayor que Kookie y un omega ya presentado, era el niño más dulce de todos.

—¿Por qué no? —cuestionó Tae, escandalizado—. Tú fuiste quien le ofreció ir a beber algo, no te puedes retractar ahora, Park JiMin —sonó como todo un alfa ridículo, aunque era un beta. Así que JiMin golpeó su hombro, pero el castaño se rió adolorido.

—Lo hice en el calor del momento —se excusó—. Él sigue siendo el típico alfa que parece necesitar verse poderoso sobre un omega, ofreciendo ayuda y todo el numerito —se miró las uñas de las manos.

—¿Qué "calor" y qué "momento", JiMin? El único que se encontraba en pánico eras tú, ese hombre seguro estaba pensando en que le picaban las bolas —se rió.

—TaeHyung —se quejó.

—Deberías ir —JiMin viró los ojos—. No me estarías contando sobre esto si no quisieras saber mi opinión y yo opino que es momento de que te des un gusto. Por otro lado, si tan idiota fuera, ni siquiera lo habrías considerado invitar a beber para empezar, no eres tan impulsivo.

No, él no era impulsivo, no tenía permitido serlo. Sin embargo, dentro de él sabía que la invitación sí fue impulsiva, pero admitirlo implicaba admitir que había sentido debilidad por un momento y eso no podía ser posible.

—¿Y se supone que debería salir con el vecino? —cuestionó entonces. A lo lejos, podía escuchar cómo JungKook se carcajeaba por las cosquillas que le estaba haciendo HoSeok y los miró un momento para asegurarse de que todo estaba bien.

—No veo a otro coqueteando contigo y viceversa —a TaeHyung le pareció lógico y su mejor amigo negó con la cabeza—. En fin, no vas a coger con él, solo saldrán a beber y si te sientes incómodo pues me llamas y te saco de ahí —dijo seguro.

—Parece que no entiendes que es mi vecino y que si sale todo mal igual tendré que verlo absolutamente todos los días hasta que alguno de los dos se tenga que mudar —y parecía ser una razón bastante lógica, JiMin no quería tener que pasar por esa incomodidad, no importaba qué tan sexy fuera el alfa.

—La cantidad de personas que pasan de conocidas a desconocidas en un abrir y cerrar de ojos es abismal, dejar de hablar con el vecino no es algo tan trascendental —contraatacó—. Si es tan decente como demuestra serlo, entenderá la indirecta —razonó.

—¿Y si no? —en definitiva esa era su mayor preocupación. Una cosa era sentirse incómodo alrededor de una cita fallida, la otra era tener que tolerar un alfa raro y vengativo merodeando demasiado cerca de su casa.

—Entonces yo se lo hago entender —se encogió de hombros, mirando en dirección a los juegos infantiles en donde estaban ambos niños correteando, usando un par de ramas como espadas—. ¡Tengan cuidado con eso!

—¡Sí! —respondieron los dos al unísono, continuando con lo suyo.

—Tae, el único lugar que tiene músculos en tu cuerpo, es tu culo —expresó JiMin, no creyendo que en serio el beta hubiera contestado algo como eso, ¡no se había metido en peleas una sola vez en su vida! Estudiaba humanidades, para colmo.

—Gracias, el tuyo también es lindo. Seguro YoonGi opina lo mismo que yo —sonrió satisfecho. JiMin sólo se dejó caer contra el respaldo del banco, derrotado—. Bueno, JiMinnie, si no quieres salir con él está bien, pero sabes que si necesitas ayuda con el pequeño cabeza de coco yo estoy disponible —Park jadeó una risa por la manera en la que se refirió a su hijo—. Te apoyo en lo que sea que decidas, esto me emociona porque sigue siendo una experiencia que considero que debes aceptar y tomar, pero si no, ya habrán otras en el futuro —rodeó sus hombros con su brazo, sonriente y cariñoso como siempre solía ser.

JiMin le devolvió la sonrisa, contento de que el otro lo apoyara de esa manera. Después de todo, aunque su amigo estuviera siempre dispuesto a discutir y a insistir en tomar riesgos, el beta sabía cuando había sido suficiente y no quería saturar a JiMin con su alocado positivismo. Además, entendía sus preocupaciones, siempre cabía la posibilidad de ser engañado y tampoco es como que quisiera que el omega se lanzara al peligro sin mirar a quién, así que era todo un dilema.

—Con la suerte que tengo seguro resulta ser la persona más extraña y rancia del mundo —dijo sujetando su cabeza. Ya le había pasado, una vez aceptó la cita de un alfa que se veía normal, hasta que le preguntó demasiado por sus pies.

TaeHyung pareció recordar la misma historia, porque se carcajeó.

—No creo que la luna sea tan cruel como para enviarte otro idiota, ya te dio demasiado desarrollo de personaje —razonó estúpidamente para el gusto de JiMin.

—No puedo creer que usaras ese término conmigo.

TaeHyung se carcajeó y la tarde continuó con temas triviales, dejando que la charla sobre YoonGi se asentara lo suficiente para poder analizarla con la cabeza fría. JiMin no quería meter la pata en esto, menos sabiendo que el hombre vivía tan cerca de su casa.

Lo único que le quedaba ahora era considerar sus opciones.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top