CAPÍTULO QUINCE
Las carcajadas de EunJin rebotaban contra las paredes de los casilleros como una sinfonía que le recordaba a JiMin las cosas que había hecho con YoonGi la noche del cumpleaños de su hijo.
JiMin había estado tratando de evitar este tema desde que llegó al trabajo esa noche de viernes, pero claro que su amiga notó la manera tan extraña que tenía de caminar y el aparente dolor en la espalda baja. No fue difícil atar cabos y las preguntas no demoraron en llegar una detrás de la otra. JiMin nunca fue bueno mintiendo y, eventualmente, tuvo que abrir la boca.
De todos modos, él no podría fingir, dentro de él había una pequeña necesidad de contarle a su amiga.
—Por favor, dímelo todo, ¿ya le contaste a TaeHyung?
—¡Claro que sí! Apenas me desperté le mandé un mensaje y no dejó de felicitarme como si hubiera recibido una medalla —viró los ojos con gracia y sacó el casco del casillero—. Pensaba contártelo luego, no quería tocar el tema en el trabajo.
—Ya terminó el horario, JiMin —ella dijo con obviedad. Ella ya se había terminado de cambiar de ropa para largarse de ahí—. ¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? Sería una mierda que cogiera mal con esa cara que tiene, ¿cómo lo hicieron con JungKook ahí?
—Estuvo bien, nada mal, JungKook estaba en mi casa y nosotros fuimos a la de YoonGi —explicó y salió de los vestidores junto con EunJin. Ella chilló y golpeó su hombro con su puño cerrado—. ¡Ay!
—¡Qué envidia! Yo no tengo ni puta idea de cómo son mis vecinos y tu ahí cogiéndote a tuyo —volvió a chillar—. Háblame más, necesito saber todo con lujo de detalle, no te guardes nada, te lo pido por la sagrada Diosa, JiMin.
JiMin miró un segundo al cielo y pensó un momento con qué debería empezar exactamente. Siendo una persona que no solía contar muchas cosas de su vida así como así, a JiMin se le hacía complicado tocar temas como estos como si fueran un simple chisme de la tarde tomando té con amigos. EunJin por otro lado, era un poco más abierta al respecto, pero lo era mucho menos que TaeHyung porque ella admitía que habían cosas que le daba vergüenza contar. Sin embargo, no le temblaba la voz para pedirle detalles a sus amigos.
Él decidió contarle lo dulce que había sido YoonGi durante todo el proceso, de la facilidad con la que el alfa lo había movido de un lado a otro sobre la cama y lo bueno que era con las manos. Ella no dejaba de reírse y de gritar como si sintiera en su cuerpo la emoción que JiMin estaba tratando de disimular y fue así como ambos salieron del restaurante. Junto a ellos también salían un par de cocineros que se habían quedado limpiando la cocina y el señor Kim, quien sólo le dedicó a JiMin una mirada antes de irse a su auto.
EunJin no lo notó, y si lo hizo, no dijo nada.
—Pobre HyunDae, se perdió de toda la historia —dijo ella con un tono burlón. El omega se había ausentado porque su hermano mayor se enfermó—. Se habría muerto por saber que por fin te sacudieron la matriz como la Diosa manda.
—Mal por él, no la voy a contar de nuevo —decidió JiMin.
—¡No seas así! Puedes hacerlo mañana.
—¿Mañana? —frunció sus cejas—. Será sábado, Eun.
EunJin parpadeó y lo miró con cautela.
—Mañana... en la discoteca —JiMin agrandó los ojos y el rostro de ella se torció en una mueca inquisitiva—. No me digas que olvidaste que mañana iremos a Wild Moon, JiMin.
La realización cayó sobre JiMin como un baldazo de agua fría. Claro, había algo que había estado olvidando y no podía recordar qué era hasta ese momento. La sensación de confusión finalmente se calmó, pero el pequeño pánico llenó sus pensamientos y es que ahora había un par de cartas más sobre la mesa de su ajetreada vida.
—Escucha —se adelantó a decir cuando la chica frunció sus cejas—, en mi defensa, soy padre soltero y estuve ocupado pensando en el cumpleaños de mi hijo.
—No uses a JungKook de excusa ni a tu soltería, porque ya no eres soltero —lo señaló con su índice—. Ni se te ocurra cancelar ahora.
—No voy a cancelar —dijo rendido—, pero como lo olvidé no le avisé a la niñera y no sé qué se supone que voy a hacer con JungKook.
—Pero tienes a YoonGi —dijo con obviedad—. ¿No dijiste que YoonGi lo estaba cuidando hoy?
—Sí, pero no quiero hacerlo costumbre, me hace sentir culpable que crea que lo uso para eso.
—Bueno, tendrías que hablarlo con él —se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa—, pero creo que si están en el punto en que ya te puede sacudir el útero con el nudo, ya tienes la confianza suficiente como para pedirle que por favor cuide a JungKookie. Yo sólo digo.
Cuando JiMin abrió la boca para refutar, ambos escucharon el sonido de un motor retumbar a su lado. YoonGi detuvo su motocicleta al lado de la vereda de la calle y se quitó el casco con una sonrisa de oreja a oreja. Esa noche, él se había ofrecido no solo a cuidar a JungKook, sino también a buscar a JiMin al trabajo y JiMin tenía la suposición de que estaba más feliz de lo que debería por eso mismo.
—Hey, hola de nuevo EunJin.
—Hola YoonGi —saludó ella con una sonrisa—. ¿Cómo has estado? JiMin me contó que estuvo un poco pesado el cumpleaños de JungKook.
—¿Sí? Yo creo que lo pasamos bastante bien —respondió con un tono relajado.
Ella parecía querer reírse, pero JiMin le dio un golpecito con su codo.
—En fin —carraspeó JiMin—. ¿Podemos quedarnos hasta que llegue su uber? Lo pidió antes de salir y dijo que se iba a demorar ocho minutos.
—Claro —YoonGi apagó el motor y colocó el soporte de la moto—. ¿Estaban hablando de algo antes de que llegara?
—¡Ah sí! ¿Sabías que TaeHyung nos había invitado a ir a una discoteca el sábado en la noche? —tomó los hombros de su amigo—. JiMin acaba de decirme que lo olvidó por completo así que tengo el corazón roto.
—¿El sábado? —YoonGi lo miró sorprendido—. Ah cielo, vas a estar agotado para el parque...
EunJin apretó sus labios para no sonreír por el apodo mientras la cara de JiMin se calentaba lentamente.
—La verdad es que no sería tan malo, no sabes lo bien que he funcionado en temporada de finales con dos horas de sueño —se jactó, pero YoonGi no lucía muy seguro—. No te preocupes, sólo te pediría el importantísimo favor de que cuides a JungKook por mí...
—Claro que sí —respondió como si hubiera sido obvio y EunJin apretó ambos puños en victoria—. Simplemente no quiero que te sobreesfuerces. ¿Hasta que hora se quedarían?
—Quizás hasta las tres, cuatro —tanteó EunJin—. ¿A qué hora van a ir al parque?
—Todavía no lo habíamos hablado, pero planeaba que fuera alrededor de las nueve o diez para aprovechar lo máximo que podamos y para no regresar tan tarde —explicó YoonGi.
—Ah, voy a estar bien —JiMin movió su mano como si espantara un mosquito—. Ese horario es perfecto. Podré descansar decentemente, cuando volvamos me tomaré una siesta. No será la gran cosa.
—Está bien, cielo. Si tu lo dices.
De repente un sonido llamó la atención de todos.
—Oh, mi uber llegó —dijo EunJin—. Bueno, nos vemos, gracias por cuidar de Kookie, YoonGi. No sabes hace cuánto no salimos con él, siempre se quiere escapar —sacudió a JiMin con diversión y se apartó de ellos para subirse al auto.
El omega viró los ojos y miró a YoonGi con una sonrisa torcida. El alfa solo se rió y señaló la parte de atrás de la moto con un movimiento de su mentón.
—Sube, cielo —dijo antes de colocarse el casco.
JiMin se mordió el labio y asintió.
—¿Cómo está JungKook? ¿Ya se quedó dormido? —preguntó mientras se colocaba el casco de la moto.
YoonGi tomó el manubrio y movió la cabeza de un lado a otro.
—¿Qué significa eso?
—Que será mejor que lleguemos a casa primero.
JiMin se detuvo y se quitó el casco, mirando a YoonGi con pánico.
—YoonGi —lo llamó en un tono de advertencia.
—No pasó nada con JungKook —se apresuró a decir—, pero me gustaría llegar a casa para hablar de esto, ¿está bien? No te preocupes.
JiMin se tragó un quejido de frustración y se subió a la moto de inmediato. YoonGi pateó el soporte y encendió el motor a la par que el omega se colocaba finalmente el caso y abrazaba la cintura del alfa.
Lo que menos esperaba JiMin al abrir la puerta de la casa de YoonGi esa noche, fue encontrarse con su mejor amigo llorando suavemente en el sofá de YoonGi mientras abrazaba al pequeño JungKook, quien estaba más dormido que despierto, pero estaba tratando de consolar a su tío.
—¿Qué pasó? —preguntó JiMin totalmente escandalizado y TaeHyung reparó en su presencia con ojos llenos de tristeza—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás llorando? —siguió preguntando con una preocupación desesperada mientras, detrás de él, YoonGi colocaba los cascos a un lado.
—Ay, Minnie —sollozó su mejor amigo—. Creo que me voy a morir de tristeza —dijo con pesadez mientras el omega tomaba su rostro.
—Voy a llevar a JungKook a la cama —avisó YoonGi a la par que JiMin se sentaba en el sofá con TaeHyung para abrazarlo. Él se encargó de cargar al cachorro contra su pecho y JungKook se acurrucó contra él sin dudarlo—. Vamos, chiquitín. Puedes dormir con Holly en la cama.
—¿El tío Tete va a estar bien? —le preguntó a YoonGi con voz pequeña y el alfa asintió mientras sobaba su espalda.
JungKook bostezó y se asomó por el hombro de YoonGi para despedirse de su tío con un movimiento tranquilo de su mano.
—Dime que pasó, Tae. Me estás asustando —lo arrulló JiMin mientras acariciaba su cabello castaño y él sorbió su nariz antes de hablar.
Al parecer, el beta había llegado un momento antes de que YoonGi saliera de la casa para buscar a JiMin y pidió ver a su amigo sin recordar que el omega esa noche terminaba mucho más tarde de lo normal, así que YoonGi le ofreció su casa mientras iba por él y el pequeño JungKook corrió a sus brazos al verlo llorar en la soledad de la sala de estar.
Entre hipidos, TaeHyung le explicó a JiMin que esa mañana había llegado al trabajo como siempre y que se había enterado de que uno de los ancianos del recinto había fallecido y nadie tuvo la decencia de avisar sino hasta que llegó y no lo encontró en su habitación. Lo cual por sí solo era realmente malo no solo porque no le habían avisado, si no también porque había logrado entablar una amistad muy linda con el señor en cuestión.
Pero la cereza del pastel fue que, esa misma noche, mientras TaeHyung tenía una cita en un restaurante de la zona para distraer su mente de su día de mierda, se enteró de que el enorme entrenador personal con el que había estado saliendo, en realidad, ya estaba en una relación.
Así que para esa noche TaeHyung no solo perdió un amigo, sino que también una relación, y no solo eso, sino que además recibió insultos de la novia de su cita y también vivió una de las experiencias más humillantes de su vida cuando la chica le echó todo el vino encima.
Preso de la tristeza y de todo lo mierda del día, TaeHyung se fue de ahí con la dignidad por el suelo y se subió a su auto para ver a su mejor amigo, pero ahora estaba en casa del alfa de su mejor amigo, usando una camisa que YoonGi le prestó porque su ropa se había arruinado por el vino y sentado en su sofá como un cachorro que había sido abandonado en la calle.
—¿Puedes creerlo? Ni siquiera tuvo la decencia de pedirme perdón, simplemente me echó del restaurante después de que su novia llegara e hiciera todo un escándalo —sorbió su nariz una vez más esa noche. Su cara estaba hinchada por el llanto y su nariz roja por la cantidad de veces que la había estado limpiando—. Ella me llamó zorra y roba novios —se lamentó—, ¡es estúpido que alguien me haya dicho los insultos más ridículos del mundo y me hiciera sentir tan mal!
—Mierda Tae, no puedo creer que ella te haya hecho un escándalo a ti y no a él —exclamó JiMin con indignación— ¿Por qué no le corta la cabeza a su novio de mierda? Tú ni siquiera sabías que él tenía novia.
—¡Eso es lo que yo le dije! Pero la mocosa no me creyó. Y le digo mocosa porque, además de todo —se rió sin gracia—, ¡tiene como diez años menos que él!
—¡¿Qué?!
—¡Se conocieron cuando ella tenía dieciséis! —explicó casi a los gritos—. El tipo tiene casi treinta años, no sabes el asco que me dio. ¿Cómo mierda pude haber salido con alguien así? —se llevó las manos a la cabeza y luego su expresión se torció—. Mierda, Minnie, él realmente me gustaba... —sollozó una vez más.
YoonGi rápidamente se colocó frente a él en el sofá y le tendió una caja de pañuelos que TaeHyung aceptó con ojos acuosos y un puchero.
—Gracias, Min.
—Haré un poco de té —el alfa le sonrió con comprensión y se apartó para ir hacia la cocina.
TaeHyung miró a su amigo y le hizo un gesto hacia YoonGi.
—Qué suerte tienes —murmuró y comenzó a llorar una vez más.
—Ah, Tae... —se lamentó mientras sobaba su espalda. TaeHyung rápidamente se recostó sobre su pecho y se aferró a él como si su vida dependiera de ello—. Por la Diosa, lo siento mucho... pero creo que ha sido mejor enterarse ahora que seguir con esto un segundo más. ¿Te imaginas haber estado un año con él?
—Me mato —respondió de inmediato y se se sonó la nariz—. Pero ya me había ilusionado, por un segundo pensé que sería diferente ahora —murmuró con tristeza—. Qué estupidez, ¿no?
—Oh, Tae —tomó su rostro—. No es una estupidez, simplemente te gustó alguien, no deberías tener que pasar por esto en primer lugar —volvió a abrazarlo y el beta se acurrucó contra su pecho con sus ojos llenos de lágrimas otra vez—. Las personas no tienen por qué engañar, para empezar.
—¿Quizás me ilusiono muy rápido? —se preguntó— ¿O tal vez es porque lo intento demasiado? Debería dejar de intentarlo.
—No lo creo —dijo JiMin—. Quizás solo tendrías que... hum... tener un poco más de cuidado, pero creo que todos tienen sus tiempos, quien te quiera te va a querer y ya, no le va a importar si van rápido o lento.
—Eso creo —murmuró y miró al alfa en la cocina—. ¿Tú qué dices?
YoonGi lo miró con extrañeza.
—¿Yo?
—Sí, has escuchado todo el chisme y estoy invadiendo tu casa, también eres el alfa de Minnie, puedes opinar lo que quieras —le dijo como si intentara sonar gracioso, pero la tristeza en su aura no se iba—. Ya sé que JiMin no intentó conseguir pareja nunca, ¿y tú? ¿Lo intentaste o no?
YoonGi lo pensó un momento, su cadera apoyada sobre la encimera de la cocina y sus brazos cruzados sobre su pecho.
—Pues, solo he tenido tres parejas en mi vida, sin contar a JiMin —comenzó—, y creo que fue un intermedio entre intentarlo y no intentarlo, no lo sé, creo que las únicas veces que busqué una relación como tal fue con mi tercera pareja y con JiMin —finalizó con una pequeña sonrisa—. Aunque la última fue un poco complicada de conseguir...
—Ay, cállate —se quejó el mencionado con una sonrisita y un suave sonrojo en sus mejillas.
TaeHyung suspiró y pareció mucho más tranquilo entonces.
—Supongo que no tiene nada que ver si lo intento o no, ¿hm? —miró a JiMin, quien asintió.
—Ya te dije, te querrán como sea —le aseguró—. Recuerdo que tenía una amiga en la secundaria que siempre decía que había que besar un par de sapos para encontrar al príncipe, así que...
TaeHyung se carcajeó.
—¡Pues estoy harto de besar sapos! —se lamentó con gracia—. Este en particular fue mi límite —sorbió su nariz y con un suspiro él continuó—. Al menos me lo cogí.
—Un logro es un logro, supongo —JiMin viró los ojos con diversión.
—¿Cómo dices que se llama? —preguntó YoonGi.
—¿Por qué? ¿Le vas a romper la nariz por mi? —preguntó TaeHyung con gracia y el alfa se encogió de hombros como si realmente esa fuera una opción—. Es muy dulce de tu parte Min, pero no te preocupes —se rió—. Si lo llego a ver en Wild Moon yo mismo se la voy a romper.
—¿Crees que vaya? —JiMin lo miró con preocupación.
—Va prácticamente siempre, como yo, por eso lo conocí.
—¿Wild Moon dijiste? —YoonGi frunció sus cejas y miró al par al mismo tiempo que apagaba la tetera—. ¿La discoteca que está en Gangnam? —JiMin asintió—. ¿Van a ir a esa mañana?
—Sí —respondió TaeHyung con duda—. ¿Por qué?
De repente, había una sonrisa traviesa en el rostro de YoonGi.
—Tengo un amigo que trabaja ahí, puedo decirle que le nieguen el paso a ese tipo.
—¿Es en serio? —el beta se sentó derecho, impactado—. SuWoong ama ir a Wild Moon, creo que no va a ninguna otra discoteca de la zona, ¿en serio le podrían restringir el paso?
—Claro.
—¿Pero cuál es el puesto de tu amigo? —cuestionó JiMin.
—Es el dueño, en realidad —dijo como si nada y a TaeHyung se le cayó la mandíbula—. Me debe un favor porque lo ayudé con su auto hace unos meses. Dame sus datos y le diré que no lo deje entrar, así no te molestará más. ¿Qué tal?
De repente, TaeHyung se retorció sobre el sofá entre carcajadas emocionadas que sonaban muy similares a la risa de un villano de caricatura y se levantó para abrazar a YoonGi en un apretado abrazo de oso que hizo al alfa reír.
—Tienes mi total permiso para casarte con JiMin y ser el padre adoptivo de JungKook, te lo juro.
—Ay, Tae —JiMin se sonrojó.
YoonGi solo se carcajeó y palmeó la espalda del beta.
—El té está listo, vamos a tomar un poco.
Los tres se sentaron en la mesa del comedor a tomar el té mientras continuaban con una conversación más tranquila luego de la angustia que había atacado a TaeHyung. Esta vez el beta decidió hablar sobre el señor que había fallecido para dedicarle el tiempo que creyó conveniente y entre los tres compartieron experiencias con sus abuelos entre risas y sonrisas melancólicas. YoonGi eventualmente les contó un poco más sobre su amigo, quien al parecer era el mismo con el que estuvo en una banda cuando era más joven y JiMin encontró encantador cómo YoonGi no lo pensó dos veces para ayudar a TaeHyung.
Con la entrada de la madrugada y debido a la larga lista de cosas que debían hacer al día siguiente, JiMin le prestó un pijama a TaeHyung y lo invitó a dormir en su cama para que no tuviera que irse a casa tan tarde. El beta, sin perder ni un poco de su personalidad a pesar de la tristeza, le ofreció llevarse a JungKook con él para dejarlos a solas, pero JiMin se negó con la cara roja y con el sonido de las risas de YoonGi de fondo.
Cuando TaeHyung se fue a la casa de JiMin, la pareja se quedó a solas en la sala y se prepararon para dormir en la cama de YoonGi, en donde seguro JungKook se encontraba en el quinto sueño.
—TaeHyung es una increíble persona, no entiendo por qué le pasan estas cosas —dijo JiMin con un tono preocupado mientras se colocaba el pijama que YoonGi le prestó, ambos en la sala de estar para seguir hablando sin perturbar el sueño de JungKook—. No es justo, él es tan atento, comprensivo y lindo, trata muy bien a las personas y es un amor, ¿por qué tiene que pasar por esto?
YoonGi zumbó pensativo y se dejó caer en el sofá al lado de JiMin.
—Sé que no tiene nada que ver si lo intenta mucho o no, pero quizás TaeHyung quiere encontrar a alguien con todas sus fuerzas —opinó YoonGi con un bostezo y JiMin lo miró con interés cuando terminó de colocarse el par de pantalones de pijama—. Cuando hacemos eso dejamos pasar muchas cosas y dejamos entrar a personas no muy buenas a nuestra vida. No quiero decir que él no sea crítico con quien escoge, pero quizás no se combinan bien su interés por enamorarse y su facilidad para socializar.
JiMin zumbó en entendimiento y se recostó sobre YoonGi, quien lo recibió con un abrazo.
—Yo también creo eso —murmuró—. Creo que se deja llevar mucho, él se ilusiona muy rápido con las personas. No quiero que lo deje de intentar, pero... me preocupa que se lastime de más uno de estos días.
—Aun así, eso es lindo —dijo YoonGi para extrañeza de JiMin—. No es lindo que te lastimen por eso, pero que él no se niegue de querer a alguien por lo que le ha pasado antes me parece lindo y algo que admirar. Darle una oportunidad a una relación a pesar de haber sido dañado en el pasado es muy valiente.
JiMin suspiró y se acurrucó contra el pecho de YoonGi, quien lo abrazó por la espalda y lo acarició con cuidado.
—Tienes razón —admitió—. Creo que yo admiraba y envidiaba un poco eso de él.
YoonGi comenzó a acariciar su cabello con cuidado, pasando sus largos dedos por las hebras y mechones del castaño pelo de JiMin.
—Todos tienen sus tiempos, cielo. A algunos se les hace más complicado que a otros.
—¿Cómo fue contigo? Con tus anteriores parejas.
YoonGi zumbó.
—Después de la primera lloré como un mocoso —se rió—. Creí que nunca me volvería a enamorar y luego conocí a esta otra persona, fue lindo, pero muy corto, no sufrí tanto esa vez, pero creo que fue porque entendí que un corazón roto no iba a ser el fin del mundo —explicó con un suave encogimiento de hombros—. A HyeJin, mi más reciente ex, la conocí por Tinder y no me sentí realmente mal luego de terminar, pero era porque nuestra relación no estaba yendo a ningún lado y creo que ella estaba un poco resentida conmigo.
—¿Por qué?
—Porque ella quería ser mamá —dijo con un suspiro—. Cuando empezamos a ser novios ella dijo que no era un problema y que se iba a acomodar a mi preferencias, pero creo que pensó que yo cambiaría de opinión —JiMin lo miró, pero YoonGi estaba observando al techo—. No lo hice y ella se volvió mucho más distante. Eventualmente dejó de molestarme y en vez de pedirle terminar, esperé a que ella me dejara.
—Esa no fue una buena decisión, ¿hm?
—En absoluto —resopló con gracia—. Pero yo no quería ser el malo, supongo —se encogió de hombros—. Solo esperé porque no quería ser yo quien hablara y terminara la relación, pero debí hacerlo porque después de descubrir que me había sido infiel todo el mundo comenzó a sentir lástima por mí y eso me enfermaba. Así que deje todo y me fui.
JiMin escuchaba todo con atención, su índice haciendo círculos alrededor del pecho de YoonGi. El calor de su cuerpo se sentía acogedor contra su corazón, como un relajante que lo tenía al borde del sueño, pero quería seguir escuchando más y más, adoraba escucharlo hablar.
—Y terminaste aquí.
—Y terminé aquí —asintió—. En ese caso, no estaba muy interesado en empezar otra relación porque quería vivir mi vida de soltero independiente, ¿sabes? —ahora su tono se oía suavemente diferente, había una sonrisa en sus labios, JiMin lo notó—. Sin embargo, cuando llegué, no pensé que me iba a encontrar con un omega tan lindo de vecino y con su adorable cachorro.
JiMin se rió.
—Qué mala suerte la tuya —molestó.
—Ah sí, el día que traté de acercarme me miró feo y se fue todo orgulloso a su casa con su cachorrito en brazos —dijo con tristeza y JiMin se quejó en alto.
—¡Perdón! —se rió y se apoyó sobre sus codos para mirarlo con culpa—, pero te quisiste hacer el salvavidas cuando te había dicho que no, ¿quién hace eso?
YoonGi comenzó a reírse.
—Perdón, no se me ocurrió qué más hacer, estaba nervioso y pensé que funcionaría —se excusó mientras seguía riéndose—. Estuviste ahí haciéndote el lindo toda la tarde, paseándote medio desnudo con tu lindo traje de baño mientras yo arreglaba mi moto, no se me ocurrió otra cosa —JiMin se dejó caer sobre el pecho de alfa otra vez, todavía riéndose risueño por esa graciosa versión de los hechos—. Ya sé que fue estúpido, pero no puedes culparme.
—Por la diosa, YoonGi —negó con la cabeza, ridículamente divertido—. Me hiciste pensar que eras un alfa entrometido.
—Claro, y con toda la razón del mundo —dijo con obviedad—. Entendí muy mal las señales. Me sentí tan estúpido cuando me rechazaste que no quería salir de mi casa y encontrarme contigo, pero luego fuiste a pedirme que te arregle la puerta y uhg... te veías tan lindo...
JiMin sintió que su cara se calentaba y apretó su mejilla contra el pecho de YoonGi. Le gustaba escuchar su versión, imaginar cómo había sido todo a través de sus ojos.
—¿Ah sí?
—Tenías el cabello todo revuelto y tus cachetes estaban rojos —seguía diciendo con un tono de ensoñación, JiMin se mordió el labio—. Olías a cama —se rió—. Y lo primero que pensé cuando te vi fue "¿lo está haciendo a propósito?"
—Definitivamente no —se rió suavemente—. En realidad me moría de vergüenza porque estaba todo desordenado y tú te veías todo imponente recién bañado con esa cara de malo que tienes.
—¿Tengo cara de malo? —JiMin levantó su cabeza para mirarlo, YoonGi tenía una ceja alzada y se veía en absoluto intimidante, pero ahora era otra cosa.
—Un poco —ladeó su cabeza—. Incluso me molestaste cuando te pedí ayuda.
—Quería verte enojado.
—Qué terrible excusa, Yoon —se carcajeó.
—Te dije que no sabía si estabas bromeando o no —se defendió y tomó el rostro del omega entre sus manos, apretando sus mejillas con sus palmas—. Y me miraste con tus cejas todas juntitas y puños apretados y casi me derrito de amor ahí mismo, aw.
—Ay —trató de bajar la cabeza, pero YoonGi no lo dejó, simplemente comenzó a besar su cara mientras JiMin se quejaba bajito y hacía un esfuerzo por no reírse—. Era de vida o muerte, claro que me enojé.
—Claro que era de vida o muerte, cielo —lo soltó.
—¿No me crees?
—Sí te creo, pero JungKook estaba dormido, no le iba a pasar nada y tú lucías como si alguien lo hubiera secuestrado dentro de tu casa, pero está bien, me gustas aun siendo tan dramático.
JiMin pellizcó el brazo de YoonGi, quien siseó con diversión.
En otras circunstancias, JiMin sabía que seguramente se habría ofendido por haber sido llamado "dramático", pero sabía que si salía de la boca de YoonGi jamás sería dicho con algún tipo de mala intención.
Él se encimó sobre el alfa y lo miró con diversión.
—Entonces soy dramático.
—Solo un poquito.
—Un poquito.
—Sí —asintió—. Un poquito.
JiMin viró los ojos y besó los labios de YoonGi, quien sonrió entre besos y lo abrazó contra su cuerpo. Ellos se acurrucaron sobre el otro cada vez más cerca en el pequeño espacio que brindaba el sofá y JiMin terminó apresado entre los cojines y con el pesado cuerpo de YoonGi sobre él, con sus piernas envueltas en su cintura y con las manos del alfa rodeando su cuerpo.
—¿Y tú, cielo?
—¿Yo? —tarareó—. Yo tengo que admitir que definitivamente no estaba buscando nada.
—Oh, lo sé —dijo YoonGi con compresión—. Lo dejaste bastante claro.
JiMin golpeó su frente y el otro rió.
—De verdad —insistió JiMin como si no hubiera quedado claro—. Era por una razón muy tonta, pero me daba un poco de pánico salir con alguien.
—No creo que tener un cachorro sea una razón tonta.
—Además de eso —tomó su rostro y lo acarició con cuidado, usando las yemas de sus dedos. YoonGi sólo se dejó hacer—. No quería toparme con alguien como mi ex... lo cual suena ridículo ahora que lo digo en voz alta, pero...
El alfa zumbó en entendimiento.
—Sí, lo entiendo —asintió y besó la palma de la mano de JiMin, quien sonrió con cariño—. Es una razón muy válida, cielo.
—¿No te parece tonto?
YoonGi frunció sus cejas y negó con la cabeza.
—Claro que no, JiMin —insistió y volvió a besar su palma—. ¿Cómo era él?
—¿En serio quieres que te hable de mi ex? —frunció sus propias cejas en consternación, pero YoonGi sólo se encogió de hombros y besó su nariz, luego sus mejillas.
—Me da curiosidad —con cuidado, se recostó sobre el pecho de JiMin, quien de inmediato llevó sus manos a su cabello para acariciarlo—. Si no quieres, está bien. Yo solo soy un poco chismoso y metiche, ya sabes —dijo con gracia y, entre risas, JiMin supo que el ambiente no se pondría tenso en absoluto si hablaba al respecto.
—Déjame ver —lo pensó un poco, mirando al techo mientras escarbaba en sus recuerdos con cuidado—. Pues, físicamente es muy parecido a JungKook. Lo que recuerdo de él al menos. Era alto, tenía un par de hoyuelos pequeños y usaba gafas. Él era muy cursi y me compraba regalos todo el tiempo, su familia es básicamente millonaria o algo así.
—Eran mafiosos, ya entendí todo.
—Sí —se rió y continuó mimando el cabello de YoonGi—. Él era bastante amigable como amigo. Como novio, eh... al principio fue muy lindo, luego se sintió raro.
—¿Raro?
—Sí, no lo sé —alisó un par de mechones con sus dedos—, a veces sentía que se hostigaba de mi y me ignoraba por largos periodos de tiempo, o a veces me reclamaba tonterías como: "¿por qué usas un short tan corto?" o "no es que no confíe en tí, es que no confío en los otros alfas" —fingió una voz un poco más gruesa.
—Ah... —YoonGi asintió en entendimiento—. Era de esos inseguros.
—Sí, un poco —estuvo de acuerdo—. Le gustaba tener la razón todo el tiempo y a veces, cuando no llegábamos a un punto medio, me dejaba de hablar.
—Qué flojera —se quejó YoonGi—. ¿Tenía algo bueno, al menos?
—Hm, tenía un buen sentido del humor —sonrió—. Siempre salía con un chiste estúpido cuando estábamos con sus amigos o se metía en problemas tontos. Recuerdo una vez que se escapó de clases para jugar con un cachorro que estaba detrás del colegio y llegó lleno de tierra y maleza —se rió por el recuerdo—. Su mamá casi lo mata cuando se enteró... Uhg, esa vieja horrible me odiaba.
—Hey —él se levantó para mirarlo con diversión—. ¿Con esa boca besas la carita de JungKook? ¿Hm? —presionó sus labios contra su mejilla y JiMin sonrió con gracia por el comentario, feliz de recibir esos mimos—. ¿Cómo alguien podría odiarte? Habrá tenido que ser una bruja, como mínimo.
—Por la Diosa, lo era, era una maldita bruja —dijo con todo el rencor del mundo mientras YoonGi se reía contra la piel de su mejilla. JiMin miraba un punto al azar, recordando, mientras el alfa seguía en lo suyo—. Cuando se enteró que yo estaba embarazado casi me denuncia porque pensaba que estaba fingiendo para quedarme con su dinero o una ridiculez así.
De repente, YoonGi se detuvo y se alejó de su cuello para mirarlo con consternación.
—Vieja de mierda.
—¿Lo ves? —exclamó y YoonGi se apoyó sobre sus codos debajo de la espalda de JiMin para poder mirarlo a la cara—. No lo hizo porque creo que HyunSoo habló con ella, pero estaba loca —agrandó los ojos para darle énfasis a su discurso—. Cada vez que iba a su casa me trataba mal y me decía comentarios pasivo-agresivos sobre mi cara o mi peso. También su hermana y ella me llenaron el celular de mensajes super insultantes para que dejara en paz a HyunSoo, tuve que cambiar de número como dos veces —viró los ojos—. ¡Oh! También recuerdo que el día después que di a luz trató de meterse a mi habitación para hacerme firmar una orden de restricción.
—Mierda, JiMin —YoonGi no cabía en su sorpresa y lucía tan ofendido que el omega temió provocarle un dolor de cabeza—. ¿Y tuviste que pasar por todo eso tú solo?
JiMin se dio cuenta de que la pregunta había sonado más triste de lo que esperaba y su propia expresión se relajó en una mueca mucho más calmada en un intento de no preocupar de más a YoonGi. Él ya había asumido todas esas experiencias de la misma forma que se traga una píldora sin una gota de agua que ayude. Ya había pasado, ya no era nada más que un recuerdo trágico de su vida que se había quedado como eso, un recuerdo. Pero la costumbre de su propia experiencia a veces solo le hacía olvidar a JiMin que lo que le pasó no era algo que se podría comentar como si nada. La gente no pasa por cosas como esas, no son eventos normales ni mucho menos y tenía todo el sentido del mundo que ahora YoonGi luciera como si estuviera al borde de las lágrimas.
—Ya pasó, Yoon —dijo con cuidado y tomó su rostro una vez más para acunarlo entre sus manos—. Eventualmente no supe más de ella o de HyunSoo y simplemente seguí con mi vida.
—Pero eras un niño y ella era una adulta —insistió, su nariz suavemente rosada al igual que sus mejillas por el picor de las lágrimas que querían salir—. No tenías que pasar por eso, cielo.
JiMin sintió que lentamente se formaba un nudo en su garganta y se dio cuenta de que nunca se detuvo a pensar realmente en lo jodida que había sido esa época. Hay muchos recuerdos borrosos en su mente, momentos que se obligó a olvidar, y otros varios que fue incapaz de eliminar sin importar cuánto lo intentara. Todo lo guardó en una caja, lo cerró con llave y lo lanzó al fondo, muy a sabiendas de que no era lo correcto, pero en ese momento no tenía más herramientas para afrontarlo ni tampoco más opciones. Ahora había quedado atrás, acumulando polvo en la parte trasera de su memoria.
—Supongo que no —admitió y su voz tembló un poco y se obligó a sí mismo a no dejar que sus lágrimas se acumularan en sus ojos, pero fue en vano cuando YoonGi se acurrucó de nuevo contra él para abrazarlo, un abrazo que JiMin no sabía que había necesitado hace tantos años—. Ah... Yoon... —murmuró sin estar seguro de qué quiso decir realmente, pero sus sollozos interrumpieron sus palabras y se aferró a YoonGi con todas sus fuerzas.
—Lo siento mucho —le dijo con suavidad contra su mejilla mientras JiMin hipaba por el llanto, tratando con todas sus fuerzas de detener el agua que salía de una llave que se había roto—. Eso no tendría que haber sucedido, no merecías ninguna de esas cosas, mi amor.
JiMin volvió a sollozar contra el hombro de YoonGi y murmuró un "gracias" tan bajito que temió que no se hubiera escuchado. El nuevo apodo calentó su corazón y lo hizo sentir querido bajo un fuerte abrazo que todavía lo mantenía conectado a tierra y no lo dejaba perderse entre las nubes de sus pensamientos más irracionales. Él ahora estaba bien, no porque haya metido todos sus feos recuerdos en una caja, él ahora estaba bien porque por fin alguien había dado su hombro para que llorara por las injusticias de su vida y no era nada más y nada menos que Min YoonGi.
Él lo sabía, sabía que nunca mereció pasar por eso, sabía que había necesitado que alguien lo ayudara, sabía que era solo un niño cuando toda su vida se cayó a pedazos en el momento que vio la prueba de embarazo positiva entre sus manos, pero hasta ese momento nadie más se lo había dicho, nadie más lo había reconocido, y quizás todo este tiempo él había necesitado un poco de eso.
Quizás él había necesitado que alguien más le dijera que no era su culpa para poder creerlo realmente.
Por tonto que sonara, quizás él había necesitado que alguien lo mirara y lo reconociera para poder estar seguro de que él no estaba loco, de que su dolor no era estúpido y de que no estaba exagerando.
Él había encontrado el consuelo que no sabía que había estado buscando todo este tiempo.
—Gracias —murmuró con sus ojos cerrados, su rostro presionado contra el cuello del alfa.
YoonGi negó con la cabeza mientras se aferraba al cuerpo debajo de él.
—Tranquilo, cielo.
Mientras JiMin se dejaba abrazar y mimar por el alfa, su corazón latía con un amor que no le cabía en el pecho.
Cuando JiMin se calmó lo suficiente, YoonGi propuso ir a la cama para no quedarse dormidos en el sofá y, luego de darse un par de mimos más, ambos caminaron tomados de la mano hacia la cama en la que descansaba JungKook con Holly a su lado. Ambos se recostaron con cuidado para no despertarlo y JiMin lo acunó en su pecho mientras YoonGi metía a Holly a su jaula.
Ellos se quedaron dormidos minutos después, acurrucados en la cama con JungKook en el centro y aferrado al pecho de JiMin, yendo al mundo de los sueños como una pequeña familia.
Y en la cabeza de JiMin no se dejaba de repetir la frase «es él, simplemente es él».
JiMin bostezó inmediatamente después de que terminó de colocar el último globo en el techo de la glorieta del parque que había apartado previamente, una pequeña construcción con cuatro columnas de forma circular que mantenían en pie un techo cóncavo. De color marron y con decoraciones que evocanban una época antigúa, la glorieta combinaba bien con la temática medieval que JiMin había escogido finalmente para la decoración del cumpleaños de JungKook. Había una mesa en el centro llena de golosinas y chucherías para el antojo de los niños que acompañaban el pastel de dos pisos que parecía un pequeño castillo. Las sillas y la mesa venían en conjunto con la glorieta, así que JiMin solo tuvo que llevar la comida, una ayuda que recibió de TaeHyung y su auto.
JungKook se encontraba sentado en una de las sillas, comiendo un sandwich de atún como desayuno mientras TaeHyung terminaba de colocar las últimas cosas sobre la mesa. YoonGi, sentado al lado de JungKook, había ayudado también a colocar la mayoría de las decoraciones y ahora comía su propio sándwich con paciencia mientras le contaba a JungKook sobre una vez que se atoró debajo de un auto.
—¿Y cómo hizo para salir?
—Lo levanté con mi super fuerza —le enseñó el músculo de su brazo y JungKook lo miró con admiración—, igual que el Señor Fantástico.
—¡Whoa!
TaeHyung viró los ojos con diversión.
—¿A qué hora llegan los invitados? —preguntó TaeHyung con las manos en las caderas mientras miraba a JiMin bajar de la silla que había usado como taburete.
—Pues se supone que en dos horas —una vez en el suelo, lanzó un suspiro de cansancio—. SeokJin dijo que vendría una hora antes, y el castillo inflable debería llegar también en como tres horas más...
—¡¿Voy a tener un castillo inflable?! —preguntó JungKook con un grito emocionado, su boca todavía llena de pan.
—¡Sorpresa! —dijo TaeHyung—. Un regalo de mi parte —se acercó a él para besar su frente.
—¡Gracias, tio tete! —se paró en la silla y lo abrazó con fuerza.
JiMin sonrió, pero su atención se desvió hacia su celular cuando su celular vibró en su bolsillo con un par de mensajes.
El omega se quedó en silencio un momento, sus cejas fruncidas mientras leía los mensajes que seguían llegando con explicaciones que consideraba ridículas. JungKook no había tenido ningún tipo de ataque desde la noche que se presentó y, claro, podía pasar en algún momento, pero su hijo no era ningún loco.
Mientras trataba de pensar en qué responder sin que sonara como un «vete a la mierda», sintió la presencia de YoonGi a su lado.
—¿Está todo bien? —preguntó con cautela.
—Sí, yo... —trató de decir algo, pero negó con la cabeza y le enseñó el celular—. No, mira.
YoonGi leyó los mensajes y también frunció sus cejas.
—¿Qué? ¿Cuántos niños son esos?
—Al menos cuatro —con un suspiro, volvió a mirar el celular—. Invité a quince niños de su clase... tres me cancelaron la semana pasada, uno ayer porque se enfermó y dos no son de su clase así que me quedan... siete.
—Bueno, no está tan mal —trató de animarlo.
—Invité a quince niños —repitió con cierto aire de desesperación en su voz—. Y compré comida para quince niños y sus padres —señaló la mesa, ligeramente estresado—. También el castillo inflable y...
—Oye, oye —tomó sus manos—. Está bien, tranquilo. Estas cosas pasan.
—¿Qué le voy a decir a JungKook? Uno de esos niños es casi su mejor amigo.
YoonGi se quedó callado un momento y formó una mueca con los labios.
—Perdón —se apresuró a decir cuando notó la consternación en el rostro de YoonGi—. Disculpa, siempre me estreso rápido, no te quiero estresar a ti también. Simplemente me molesta que hagan esto —se lamentó y volvió a mirar el celular para redactar un mensaje corto.
—Está bien, tranquilo —YoonGi lo miró con comprensión.
—SeokJin me dijo que ya viene en camino —avisó TaeHyung hacia ellos, pero cuando notó sus caras preocupadas, su propia expresión se frunció en duda—. ¿Qué pasa? —se acercó a ellos.
—Cuatro niños me cancelaron —dijo JiMin con voz agotada.
—¿Qué? —el beta frunció sus cejas, claramente molesto—. ¿Con qué excusa?
—Porque JungKook se acaba de presentar como alfa.
—¿Esa mierda qué? —susurró TaeHyung con indignación—. Mira, vamos a decirle a Kookie que se enfermaron o que se les pegó piojos, no sé, pero olvídalo. Sigue siendo su cumpleaños, así que enfoquémonos en eso, ¿está bien? —JiMin asintió—. Bien, HoSeok ya estará aquí pronto y se va a distraer con eso, él ni siquiera sabe a quienes invitaste exactamente, así que quedate tranquilo.
JiMin volvió a asentir y TaeHyung levantó su pulgar para indicar que todo estaba bien antes de volver con JungKook para darle otro sandwich.
YoonGi se quedó en silencio un momento mientras JiMin respondía el mensaje.
—Tae piensa muy rápido...
—Sí, está un poco acostumbrado a esto —suspiró y guardó el celular, no queriendo ver qué otra cosa tenía la señora para decir—. No por nada se agarró el título de tío.
YoonGi zumbó en entendimiento.
—Claro.
—Voy a avisarle a JungKook que algunos no vendrán —JiMin se apartó con una sonrisa pequeña y caminó hacia la silla en donde se encontraba el niño hablando con TaeHyung.
YoonGi tomó un poco de aire y suspiró. Había algo en no ser de utilidad que se le hacía frustrante, más si no era capaz de calmar a su omega como todo un alfa debería hacerlo y no le gustaba la idea de que hubiera cosas que eran limitadas para él. Claro que TaeHyung tenía mucha más práctica en la materia, pero él no quería ser un estorbo para JiMin en ningún sentido posible.
Después de todo, esto era algo nuevo para descifrar y aprender.
JungKook se tomó bastante bien que un par de sus amigos no llegaran cuando le explicaron que se sentían mal y, con el paso de las horas, los niños que sí confirmaron su asistencia comenzaron a llegar. El primero de ellos fue claramente quien sí tenía el título de "mejor amigo" y ese era el pequeño HoSeok, hijo de SeokJin, quien ese día iba solo con una enorme bolsa de regalo que hizo a JungKook chillar en su lugar. HoSeok, tal y como dijo TaeHyung, funcionó como una enorme distracción para el pequeño quien dejó de preguntar por sus amigos del colegio inmediatamente después de que HoSeok lo jalara hacia el parque infantil lleno de juegos.
EunJin también apareció entre los primeros invitados, llegando de la mano con su sobrino de diez años, quien era quizás un poco más grande que promedio que estaba invitado a la fiesta, pero conoció a JungKook una vez que la chica los invitó al parque para que se conocieran y desde entonces encajaron bastante bien.
El poder de los niños, quizás.
—¡Hola MinHo! —saludó JungKook con la cara roja por haber corrido como loco, una sonrisa enorme en su rostro y una espada en su mano, cortesía de TaeHyung.
—¡Hola, JungKook! —saludó el niño antes de darle un abrazo rápido y le tendió una caja—. Toma, mi tía EunJin y yo te compramos un juguete genial.
—¡Gracias! —lo abrazó y corrió hacia la chica—. ¡Gracias, Shin!
—De nada, Kookie —se arrodilló para saludarlo y apretó sus cachetes con cuidado, provocando que el niño riera—. Ábrelo a ver si te gusta.
JungKook se apresuró a romper el papel de regalo y reveló una caja con la figura de acción de su superhéroe favorito. Él gritó apenas reconoció el regalo y levantó el juguete.
—¡Papi, papi, papi! —corrió hacia él entre las risas de EunJin—. ¡Mira lo que me regaló MinHo! ¡Es El Señor Fantástico con su super traje de fuego! ¡Me encanta! —sacudió la caja como un pequeño desquiciado.
JiMin se carcajeó lleno de ternura y tomó la caja cuando JungKook le pidió que la abriera para jugar con él. Una vez lo tuvo en sus manos, lo hizo volar y corrió con el par de niños para que lo vieran mientras le decían lo increíble que se veía.
—Gracias, no encontré ese juguete por ningún lado —le dijo JiMin a EunJin cuando ella se acercó al par con una sonrisa triunfante.
—No hay de qué, de pura suerte lo conseguí en una juguetería cerca de la casa de mi hermana, me peleé con una señora y todo —explicó orgullosa hasta que se encontró con la mirada de YoonGi y le dedicó una sonrisa que fue correspondida—. ¿Cómo va todo con YoonGi? ¿Qué se siente tu segundo día de novio?
JiMin viró los ojos.
—Bien, no me quejo —le siguió la corriente.
—Hola, Eun —saludó TaeHyung cuando se acercó al par.
—¡Hola! ¿Cómo estás? —lo abrazó con cariño—. JiMin me contó que estabas salien...
—Hm —el omega la cortó—. No hablaremos de eso hoy.
Ella miró a TaeHyung con preocupación y el beta suspiró.
—El tipo tenía novia.
—¡No! —escandalizó—. Hijo de perra.
—Totalmente.
—Pueden chismear todo lo que quieran, pero que sea lejos de los niños para que no escuchen sus groserías, gracias —dijo JiMin con un suspiro.
—No prometo nada —EunJin levantó su mano y miró a TaeHyung otra vez—. ¿No quieres hablar de eso?
—No —TaeHyung negó—. Pero si me pongo a llorar en la discoteca voy a necesitar contención y dependo de ustedes dos.
—Lo que quieras, Tae —ella lo abrazó otra vez y el beta rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos.
—Gracias, Eun —entonces formó una sonrisa traviesa—. Si no fueras omega te daría una oportunidad —se dio el lujo de molestarla.
—Ay, cállate, estúpido —ella golpeó su hombro con su puño cerrado mientras TaeHyung se reía.
Con el pasar de las horas los demás invitados comenzaron a llegar y a rellenar la pequeña fiesta para alivio del padre del cumpleañero. Cada adulto y niño fue recibido por un sonriente JiMin, quien se encargaba de presentarlo con los demás invitados mientras que YoonGi le ofrecía los aperitivos que había en la mesa. Así mismo, todos los padres y madres omegas que se presentaron no dejaron de preguntar y de cuchichear con JiMin sobre quién era el apuesto alfa que se paseaba por todos lados con una sonrisa de oreja a oreja y el joven padre simplemente reía y lo presentaba como su pareja.
Así, mientras entraba la tarde, la fiesta parecía ser un éxito.
—¿Quién es ese señor de cabello largo? —preguntó HoSeok con curiosidad mientras miraba en dirección a la glorieta desde su increíble posición en el lugar más alto del parque, entre sus manos sostenía un volante conectado a la estructura, pero él fingía que estaba navegando un enorme barco pirata.
—Es el señor YoonGi, es mi amigo y el de mi papi —explicó JungKook con un jadeo. Había estado tratando de defender el barco de los piratas, los cuales eran sus amigos, quienes se reían y corrían alrededor del parque usando ramas como espadas—. ¡Cuidado! —señaló a la nada—. ¡Una ballena voladora!
—¡Oh no! —HoSeok giró el timón hacia la derecha—. ¡Sujétense!
Todos los niños se sujetaron a lugares azarosos del parque y gritaron. Habían otros tantos niños que se sumaron al juego y que no estaban invitados a la fiesta, pero se emocionaron con la fiesta y con los dulces gratis. JiMin los recibió de igual modo, todo bajo la aprobación de JungKook.
—¡Listo! —HoSeok levantó su pulgar y todos los niños siguieron corriendo de un lado a otro, un par intentando subirse al barco mientras luchaban con otros niños—. ¿Y desde cuándo son amigos? —continuó preguntando.
—No sé, hace un tiempito —respondió JungKook mientras vigilaba los alrededores del barco—. Él es un experto en puertas y nos ayudó con nuestra puerta, también arregla cosas y me cuida, es mi nueva niñera, pero señor.
—Oh —dijo HoSeok a modo de reconocimiento y siguió mirando al alfa que caminaba alrededor de la glorieta, saludando a los padres que habían ido y ofreciendo comida a los niños que corrían curiosos hacia ellos—. ¿Entonces es un sirviente?
—No, hm... algo así —se paró al lado de HoSeok y miró a YoonGi—. Es como tener un papá extra.
—¿Es tu otro papá? —HoSeok agrandó los ojos—. ¿Entonces están enamorados?
—¿Quién?
—Tú papá y el señor YoonGi.
—¿Eh? —JungKook frunció sus cejas—. No. El señor YoonGi es amigo de mi papá, es como un papá amigo —trató de explicarse—. No están enamorados porque los novios son tontos.
—¿Pero se dan besitos?
—Uhm... sí, pero a veces, son besitos chiquitos.
—¿Y abrazos?
—Sí.
—¿Y duermen juntitos?
—A veces...
—Mis papás hacen eso —dijo HoSeok y se cruzó de brazos—. Y mis papás están enamorados, son esposos. Quizás tu papi y el señor YoonGi estén enamorados y se hagan esposos también, así tendrás dos papis como yo.
JungKook frunció sus labios sin entender por qué dos personas se tenían que casar para ser papás y miró un momento hacia otro lado, luego se rió.
—Pero HoSeokie, tú y yo hacemos todo eso y no somos esposos —dijo con obviedad y el omega parpadeó en reconocimiento, como si no hubiera pensado en ello antes—. Nosotros somos amigos y mi papá y el señor YoonGi también son amigos que se dan besitos y abrazos, como tu y yo.
—Creo que tienes razón —pensó el pequeño HoSeok.
—¿De qué hablan? —preguntó MinHo una vez llegó a escalar hasta donde ellos dos estaban.
—De papás —explicó HoSeok—, no sabemos si el papá de Kookie y el señor YoonGi son novios.
—Que no —se quejó JungKook.
—¿Quién es el señor YoonGi? —preguntó MinHo.
—El señor de cabello largo —señaló HoSeok.
MinHo miró hacia la glorieta y se encontró con YoonGi apoyado sobre una de las columnas mientras miraba su celular. Un momento después, JiMin se acercó para decirle algo en el oído con su mano apoyada en su brazo, luego YoonGi asintió y le sonrió, JiMin también sonrió y besó su mejilla.
—Se ven como novios para mí.
JungKook se quejó y se cruzó de brazos. MinHo se rió suavemente por el pequeño berrinche del cumpleañero y se sentó a su lado.
—Bueno, tal vez no lo sean —decidió decir—. La única manera de saber si son novios es si se casan o si tienen un bebé.
—¡Oh sí! —HoSeok estuvo de acuerdo.
—¿Cómo se hacen los bebés? —preguntó el pequeño JungKook.
MinHo frunció sus labios y se encogió de hombros. Él sabía, pero no quería decirlo porque se le hacía raro. Por otro lado, HoSeok se veía bastante pensativo.
—Mi papá me lo dijo una vez, pero no recuerdo bien —se rascó la barbilla—. Pero sí recuerdo que me dijo que es cuando dos persona se quieren mucho y se dan besitos y se acuestan en una cama.
De repente la cara de JungKook palideció y se apresuró a bajar del parque a toda velocidad mientras MinHo y HoSeok le preguntaban a dónde iba.
—¡Papi, papi, papi! —llamó con una preocupación aterrorizada y JiMin se apresuró a su encuentro—. ¡Papi! —lloriqueó.
—¿Qué pasó? —le preguntó preocupado mientras se arrodillaba para sujetarlo, a su lado, YoonGi también se acercó para corroborar que estuviera todo bien.
JungKook trataba de aguantar el llanto cuando volvió a hablar.
—Papi, ¿v-vas a tener un bebé?
—¿Qué? —se rió de puro desconcierto—. ¡Claro que no! ¿Por qué piensas eso, amor?
—Es que... es que... —tomó al aire que había perdido por la carrera—. Es que HoSeok dijo que dos personas tienen un bebé cuando se quieren mucho y cuando se dan besitos y cuando se acuestan juntitos en la cama y, y, y —sorbió su nariz, con lágrimas pequeñas acumulándose en el borde de sus ojos—, ¡y tú haces todo eso con el s-señor YoonGi!
—¡¿Qué?! —escandalizó JiMin.
Detrás de la pareja, EunJin y TaeHyung comenzaron a reírse suavemente mientras JungKook lloriqueaba sobre no querer un hermanito porque no quería compartir su cuarto y sus juguetes y a Jojo. JiMin sólo trató de hacer que se calmara mientras, a su lado, YoonGi se cubría el rostro y se giraba hacia otro lado para tratar de retener sus propias carcajadas.
—No, amor, no funciona así —le explicó con su propia voz temblorosa por la risa, negando con la cabeza para que JungKook entendiera el mensaje—. Se necesita mucho más que besitos para tener un bebé, ¿está bien? —limpió sus lágrimas con sus pulgares y JungKook sorbió su nariz, todavía preocupado—. Después te voy a tener que explicar cómo funciona, pero no te preocupes, no es exactamente así como lo dijo HoSeok, creo que se confundió, ¿sí? No te asustes.
—B-Bueno... —asintió entre hipidos—. ¿Entonces n-no vas a tener un bebé?
—No, mi amor —aseguró con cuidado y peinó su desordenado cabello.
—¿Hm? ¿No quieres tener un hermanito, Kookie? —preguntó YoonGi con gracia y JiMin lo miró con ojos de muerte.
—¡No! —respondió el niño con un pisotón—. No quiero, no quiero, no quiero —repitió enojado y abrazó a JiMin posesivamente.
—No lo molestes, Yoon —JiMin le advirtió y el alfa levantó las manos en señal de rendición mientras seguía sonriendo—. Tranquilo, Kookie. Eso no va a pasar. No te tienes que preocupar por eso, ¿está bien?
El niño asintió y recibió gustoso los besos que JiMin plantó en su rostro.
Luego tendría que trabajar con lo posesivo de su hijo, pero él no quería que le diera algún ataque de alfa en ese momento.
—Ahora anda a jugar que en un ratito llega el castillo inflable.
JungKook asintió y regresó con sus amigos con nueva información inédita. Cuando JiMin se levantó del suelo, miró a YoonGi con ojos de advertencia y brazos cruzados.
—Ya, solo lo estaba molestando, me da risa lo celoso que es contigo —admitió con una voz amorosa que solo buscaba deshacer la mirada enojada de JiMin—. No me mires así, me romperás el corazón.
—Oh sí, es celoso, como todos los alfas que conozco —viró los ojos, pero se dejó hacer cuando YoonGi lo tomó por la cintura.
—¿Conoces a otros alfas? —preguntó con un puchero disconforme y tiró de él.
JiMin se rió.
—No te emociones, hay muchos niños aquí.
—No estoy haciendo nada —guiñó y se apartó, pero tomó su mano aun así—. Ven.
Cuando volvieron a la glorieta, TaeHyung y EunJin comenzaron a molestarlo con el tema del bebé mientras JiMin se quejaba.
La tarde continuó, el castillo inflable llegó y los niños encontraron una nueva distracción en saltar como locos hasta que se les acabara la energía y tuvieran que sentarse a tomar agua y descansar para comenzar de nuevo. No hubo más llantos por malentendidos, quizás algunas rodillas raspadas y algunos dulces en el suelo, pero nada demasiado grave como para no poder manejarlo.
—¡Papi, sube conmigo! —JungKook jalaba a JiMin de la mano para que subiera al castillo junto a él, pero el omega se resistía con una sonrisa avergonzada—. El señor YoonGi es muy aburrido, me dijo que no —se quejó.
YoonGi se rió, él simplemente miraba el escenario al lado del castillo con una expresión divertida en su cara.
—Amor, soy muy grande, podría romperse —le dijo para desdicha de JungKook—. Por eso YoonGi tampoco se puede subir.
—Solo un ratito —puchereó y miró al encargado del castillo, quien era un beta sentando en un banco y masticando un chicle con aburrimiento—. Señor, ¿mi papi puede subir?
El beta escaneó a JiMin y sonrió ladino.
—Claro, tiene buen cuerpo para subirse.
JungKook sonrió contento y continuó jalando a JiMin, quien no demoró en fulminar al tipo con la mirada. El beta solo lo miró con gracia mientras JiMin se subía al castillo con su hijo y no se dio cuenta de la presencia de YoonGi a su lado.
—Oye —el hombre se sobresaltó y miró a YoonGi con espanto—, estoy bastante seguro de que te contrataron para que vigiles a los niños y para mantener esto en pie, no para que te hagas el chistoso con tus comentarios.
—Yo no dije nada, amigo. No sé de qué estás hablando —se hizo el desentendido, mirando con cautela a YoonGi.
Un gruñido comenzó a subir por el pecho del alfa.
—¡Señor YoonGi! —la expresión de mencionado cambió a una mucho más amorosa cuando se giró para ver a JungKook saltando a través de la malla y se acercó al costado del castillo para verlo mejor—. ¡Mire, mire! —se preparó para saltar y trató de hacer una voltereta que terminó con él rodando torpemente sobre el inflable y con JiMin riéndose.
—¡Eso! ¡Muy bien, cachorro! —aplaudió con una enorme sonrisa mientras padre e hijo se carcajeaban—. A ver, otro.
JungKook lo hizo de nuevo y terminó con el mismo resultado.
—Whoa, chiquitín. Eres fabuloso con las acrobacias.
—¡Gracias!
—Yoon, ¿puedes traerme un poquito de agua? —preguntó JiMin con un jadeo.
—¡A mí también! —pidió JungKook.
—Claro, ya regreso —arrugó su nariz con cariño y, cuando ellos volvieron a lo suyo, YoonGi se apresuró a tomar el brazo del beta todavía sentado en la banca para que lo encarara—. Te escucho decir algo así de nuevo y te rompo la nariz, ¿me escuchaste? —amenazó con un tono bajo para que nadie más escuchara.
El beta trató de soltarse.
—¿Qué te...?
YoonGi lo calló con un gruñido gutural que hizo al beta bajar la cabeza con sumisión y él lo soltó para ir a buscar el agua. Cuando regresó, el beta volvió a bajar la mirada, encogido en su lugar, y YoonGi se paró triunfante frente a la salida del castillo con el par de vasos.
—Toma chiquitín —le entregó su vaso a JungKook cuando este salió—. Y este es para ti —le entregó el suyo a JiMin.
—¡Gracias, señor YoonGi! —el niño le sonrió antes de comenzar a tomar su agua.
—Sí, gracias —le sonrió el omega y, por la expresión cómplice en su cara, él sabía lo que había hecho y estaba igual de satisfecho que el propio YoonGi.
JiMin nunca fue fan de la violencia o la competitividad y agresividad de los alfas, pero mentiría si dijera que el que YoonGi lo defendiera así no le hizo estragos a su vientre.
La diversión continuó luego de eso, JiMin y JungKook saltaron un poco más hasta que el padre se cansó lo suficiente como para que sus piernas dolieran y comenzó a preparar la mesa para cantar cumpleaños. Sin embargo, su atención se vio robada cuando él reconoció la cara de su madre haciendo acto de presencia en la entrada del parque. Ella caminaba como si fuera alguna villana cliché de una novela que sólo disfrutaban las abuelas más arrugadas del mundo, ella miraba a todo el mundo por encima de su hombro mientras sostenía una bolsa de regalo que sacudía de un lado a otro con orgullo y como si no estuviera llegando terriblemente tarde.
JungKook reconoció a su abuela a lo lejos y salió corriendo al parque con HoSeok para subirse al lugar más alto y que ella no pudiera atraparlo. JiMin escuchó a TaeHyung maldecir la presencia de la vieja y a EunJin riéndose de su elección de palabras mientras SeokJin regañaba a su hermano por ser tan vulgar, pero JiMin no podía dejar de mirar la bolsa de regalo.
Era una enorme bolsa de regalo negra, con un moño azul.
Lucía ridículamente seria para ser el regalo de un niño.
Era la misma bolsa de regalo que vio el otro día en la mano de ese desconocido.
Y su lobo se encogió en su lugar.
—¡JiMin! ¡Hijo! —saludó la mujer con un buen humor escandaloso en alto, alzando su brazo libre para abrazar a su hijo. JiMin sólo dejó que ella lo apretara mientras trataba de recobrar la calma—. ¿Cómo has estado? ¿Dónde está JungKook? —miró hacia todas direcciones.
JiMin no encontraba palabras en su boca, simplemente miraba el regalo.
—Uh... él...
De repente, su madre chilló cuando se encontró con YoonGi, quien se había levantado de su asiento para saludar a la señora.
—¿Quién eres tú? —ella se apartó con una mano en su pecho, espantada.
—Eh... Mi nombre es YoonGi, soy vecino de JiMin —a pesar del claro rechazo en el rostro de la mujer, él igualmente le tendió la mano—. Creo que ya nos conocimos antes, pero igualmente es un gusto.
—¿Vecino? —ella miró a su hijo—. ¿Por qué trajiste a un delincuente aquí? Es el cumpleaños de JungKook, JiMin, por amor a la luna —escandalizó y miró con desdén la mano todavía extendida de YoonGi.
El alfa levantó ambas cejas en incredulidad.
—¿Me acaba de llamar delincuente? —preguntó casi riéndose.
—Mamá, acompáñame por favor —carraspeó JiMin y tomó el brazo de la mujer para apartarla de la glorieta y que ninguno de los invitados escuchara a la escandalosa mujer quejarse. Ella simplemente comenzó a despotricar sobre que no merecía estar siendo tratada de esa manera hasta que JiMin encontró un lugar seguro lo suficientemente lejos y detrás de un árbol—. Escucha, por favor, es el cumpleaños de JungKook, no hagas un escándalo —le dijo cuando estuvieron lo suficientemente lejos.
—¿Escándalo? —preguntó ella ofendida—. Estoy preguntando lo obvio, JiMin. ¿Por qué traerías a alguien que no tiene nada que ver aquí? No tiene ningún sentido JiMin. ¿Un vecino? ¡Por favor!
—Es mi novio, mamá —dijo con severidad.
La mujer lo miró anonadada en completo silencio.
—No lo puedo creer —dijo entonces y JiMin suspiró profundamente—. ¿Con él? ¿Él va a ser tu novio? JiMin, por la sagrada Diosa, ¿por qué querrías tener a alguien así cerca de JungKook? —preguntó indignada.
—¿Alguien así? No es una mala persona, mamá.
—Ese tipo tiene toda la pinta de ser un mal padre, ¿qué pasa si es un abusador de niños o un tipo violento? ¿Y si lastima a JungKook?
—¡Mamá! —la miró con espanto—. ¿Acaso no crees que tengo el criterio suficiente como para encontrar a alguien que no sea un psicópata? —preguntó mientras intentaba no ponerse a gritar ahí mismo—. JungKook lo adora y YoonGi es un amor, por eso está aquí. Si te detuvieras a ver a las personas más allá del físico o la ropa podrías darte cuenta de que él es increíble, simplemente acepta el saludo que te hizo y sé respetuosa.
—Simplemente me preocupo por ti, tenías a alguien increíble como HyunSoo y decides cambiarlo por él, no lo entiendo.
—Mamá —JiMin levantó ambas manos a cada lado de su cara, casi formando puños—, él se fue, nos abandonó, tomó sus cosas y se fue a Busan —su voz se oía contenida mientras hablaba lentamente en un intento de que algo de eso entrara en la cabeza de su madre—. Se fue mamá, yo sé que lo amabas y te parecía la mejor opción posible, pero él se fue, ya está, yo ya lo superé, ¿podrías, por favor, hacer el intento de superarlo tú también y dejar de mencionarlo siempre? —casi rogó.
La mujer se quedó callada un momento, mirando a su hijo con ojos consternados.
Entonces JiMin volvió a mirar el regalo.
—¿Quién te dio eso? —señaló con sus ojos.
Ella miró el regalo un momento.
—¿Quién crees que fue?
JiMin sintió que su estómago se revolvía.
—Fue papá.
—No.
El omega tomó una bocanada de aire y cerró los ojos un momento.
Entonces todo encajó.
Había sido por culpa de ella que él supiera su dirección, su número, que supiera cuándo era el cumpleaños de JungKook, que él ahora pudiera hacer el intento que quisiera de entrar a su vida porque JiMin no tenía cómo defenderse, ahora solo tenía que esperar a que todo explotara un día porque ella había decidido meterse.
La rabia fue tanta en ese momento, que él quiso llorar y gritar.
Pero solo tomó un poco más de aire antes de continuar.
—¿Hablaste con él? —abrió los ojos para mirarla, totalmente decepcionado de ella.
—Él vino a mi casa —se apresuró a decir ella con un tono de esperanza, mirando a su hijo como si no entendiera lo increíblemente bueno que era esto—. Él quería hablar contigo, quería conocer a Jungie.
JiMin se pasó las manos por el rostro y comenzó a caminar de un lado a otro, tratando de aguantar las ganas de gritar. De repente el escenario de sus peores pesadillas estaba frente a él y no podía hacer nada al respecto.
Esto no podía estar pasando.
—Él le compró este regalo a JungKook cuando le dije que iba a ser su cumpleaños —ella siguió insistiendo, buscando la mirada perdida de su hijo—, ¡deberías aprovechar que quiere volver! Podrían ser una familia otra vez y tú no lo estás viendo, JungKook por fin podría tener un padre alfa que lo cuide y le enseñe lo que necesita.
Entonces JiMin se congeló en su lugar, sus ojos fijos en el árbol a su lado, y dejó caer sus manos a sus costados.
—Mamá, quiero que te vayas.
—¿Qué? —preguntó escandalizada—. No me puedes echar —su voz tembló de pura indignación—. ¿Qué te pasa?
Él la miró, luciendo agotado.
—Vete, por favor.
—¿Es así cómo vas a tratarme? —gritó—. ¡A mi! Soy tu madre, Park JiMin. He estado haciendo todo lo posible para que vivas tranquilo de nuevo, me preocupo por ti y por JungKook, te cuidé todos los días de tu vida, te traigo cada vez que puedo el maldito dinero que te manda tu padre, ¿y me vas a echar de la fiesta de mi nieto?
JiMin la miró con extrañeza.
—¿El dinero de papá? —ella pareció arrepentirse de sus palabras—. ¿El dinero que me traes es de papá?
Todo este tiempo él había creído que era de su madre y que su padre había dejado de preocuparse por él, ¿por qué ella nunca le dijo?
—¡Eso no es lo importante! —reclamó ella—. ¡No puedes echarme de aquí!
Entonces JiMin explotó.
—¡Si puedo! —señaló hacia la calle—. ¡Lárgate! Hiciste que mi ex, el maldito hijo de puta que me embarazó cuando estaba en celo y no podía consentir, el que me echó toda la culpa cuando se lo dije, cuya familia me hizo mierda durante ¡meses!, se acercara de nuevo a mi vida cuando todo estaba ¡bien!, ¿realmente crees que eso es ser una buena madre? Eres una horrible persona, una maldita loca, ¡solo piensas en ti y en tu estúpida idea de que vivirás una vida de rica si yo vuelvo con él!
La mujer jadeó y se cubrió la boca con su mano libre, lágrimas acumulándose en sus ojos tan rápido que ni siquiera pudo detenerlas cuando bajaron por su cara. JiMin se sintió horrible inmediatamente después de terminar de hablar, la culpa lo golpeó como una ola y se tambaleó hacia atrás cuando la mujer estampo la bolsa de regalo en el pecho antes de irse de ahí con el mentón en alto en un intento de no lucir afectada por todas las cosas que le había dicho su hijo, pero el lazo familiar le hizo saber a JiMin que ella se había sentido herida y él, a consecuencia, también se sintió así.
Cuando ella se perdió de vista, él miró la bolsa de regalo entre sus manos y la abrió.
Dentro de ella había un fajo de dinero, ropa y varios juegos de mesa.
Entonces él recordó que HyunSoo era fanático de los juegos de mesa.
—¿JiMin? —el omega reconoció la voz de su mejor amigo, pero no se giró—. ¿Está todo bien? —preguntó con cuidado. Él había visto cómo la mujer se fue con la cara roja y supo que algo había salido mal.
—Sí era él —murmuró.
—¿Qué?
—El otro día —entonces se giró y lo miró lleno de tristeza—. Sí era HyunSoo.
El reconocimiento hizo palidecer el rostro de TaeHyung.
—Mierda.
Entonces JiMin le tendió la bolsa.
—¿Puedes poner esto en algún lugar donde JungKook no lo vea? Si pregunta, dile que es de la abuela y que no puede abrirlo todavía.
—Bueno, pero...
—Tengo que ir al baño un momento.
—Oh.
JiMin se fue a los baños del parque sin esperar a que TaeHyung dijera más. El lugar era una construcción lo suficientemente lejana de la zona de juegos de los niños como para que ellos entraran solos a ver qué sucedía. No había nadie cuando entró, pero aun así se metió a un cubículo y se sentó en la tapa de uno de los inodoros, luego se abrazó a sí mismo y se encogió tanto como pudo.
Estaba tratando de no explotar en llanto.
Solo debía respirar, pensar en otra cosa, debía recordarse que era el cumpleaños de JungKook y de que tenía que aguantar un poco más hasta llegar a casa en donde sí era seguro desmoronarse en la soledad de su habitación mientras JungKook dormía como tantas veces lo había hecho en el pasado.
—¿JiMin?
El omega levantó la cabeza cuando escuchó la voz de YoonGi.
Rápidamente se limpió los ojos húmedos.
—¿Estás aquí?
—Sí —murmuró y se aclaró la garganta—. Estoy bien, tranquilo —se apresuró a decir.
YoonGi se quedó en silencio un momento.
—No me mientas.
JiMin sintió su labio temblar y volvió a limpiar las lágrimas de sus ojos.
—¿Puedes salir? —le preguntó YoonGi frente al cubículo.
Él lo pensó un momento, hasta que finalmente le quitó el seguro a la puerta y YoonGi la abrió con cuidado antes de acercarse a él para tomar su rostro.
—Si no quieres que esté aquí, dímelo.
JiMin negó.
—No te vayas.
Entonces él se levantó y lo abrazó con fuerza.
JiMin se siguió obligando a no llorar, solo cerró sus ojos con fuerza y se dejó abrazar no sólo por YoonGi, si no por la sensación de tranquilidad y paz que le brindaba el aroma y la presencia del alfa entre sus brazos. Era como haber tomado un sedante que ayudó con lo acelerado de su corazón y con las enormes ganas de llorar que lo atacaron.
—El regalo era de él —dijo rápidamente—, era de él, de él —se lamentó con un hilo de voz, escondido en el cuello de YoonGi—. Él habló con mi mamá y lo trajo y él... y él quiere conocer a JungKook y... —su voz tembló y se aferró con más fuerza al cuerpo de YoonGi.
YoonGi suspiró profundamente.
—Mierda.
Ellos se quedaron en silencio el tiempo suficiente para que JiMin recuperara el aliento.
—No sé que voy a hacer —admitió con un hilo de voz y con los ojos aguados.
Sin embargo, no sollozó, no lloró, no se deshizo en hipidos porque no podía hacerlo ahora.
—Vas a estar bien —prometió YoonGi y JiMin negó con la cabeza—. Lo vas a estar, yo sé que sí. Eres el omega más fuerte que he conocido nunca, no dudo de que vas a poder manejarlo, pero no lo harás solo, ¿está bien? —y con eso, los ojos de JiMin se volvieron a llenar de lágrimas—. Voy a estar contigo para todo lo que necesites. Si necesitas un abrazo yo te daré los que quieras y si quieres que le rompa la cara aquí estoy también —JiMin sintió su labio temblar otra vez y se rió suavemente—. Tú sólo dime qué servicio te gustaría contratar —continuó bromeando.
El omega sonrió.
—¿Y cómo es el pago? —preguntó con calma.
Lentamente, ambos comenzaron a mecerse de un lado a otro.
—Tienes suerte, para ti es gratis, mi cielo hermoso —JiMin sonrió y posó su frente contra el hombro de YoonGi—. Todo viene en el paquete de novio y futuro "padre divertido" de JungKook.
JiMin se rió otra vez y miró a YoonGi con las cejas fruncidas.
—No te vas a olvidar de eso, ¿cierto?
—Jamás —dijo orgulloso.
JiMin arrugó su nariz y dejó que YoonGi se acercara a su boca para besar sus labios suavemente. Él no demoró en sostener su cara entre sus manos, dejando que el beso se extendiera el tiempo suficiente como para robarles el aliento a los dos. Entonces se separaron con una sonrisa y ojos enamorados mirándose mutuamente.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor —respondió con calma, aunque había algo en su aura que se seguía sintiendo incómoda para YoonGi—. Simplemente necesito descansar un rato, siento que me va a dar una migraña en cualquier momento.
—Creo que escuché decir al hermano de TaeHyung que tenía pastillas para el dolor de cabeza.
—Oh, eso me ayudaría —apretó los cachetes del alfa con sus manos.
—Cuando volvamos a casa puedes tomar una siesta, ¿hm?
—A casa —repitió JiMin con ensoñación—. Eso suena lindo.
YoonGi sonrió y besó su nariz rápidamente, arrancándole otra risita a JiMin.
—¿Todavía tienes ganas de salir con tus amigos a la discoteca?
JiMin lo pensó un momento.
—Tengo la sensación de que ellos lo entenderán si les dices que no.
—No, está bien —suspiró y se recostó una vez más sobre el hombro de YoonGi—. Tengo ganas de alcoholizarme.
El alfa se rió entre dientes.
—Es justo.
Ambos se quedaron en silencio una vez más antes de que JiMin interviniera.
—Regresemos.
—¿No necesitas más tiempo?
—No, está bien, no quiero perderme demasiado de la fiesta de JungKook. En media hora vamos a cantar cumpleaños.
—Está bien.
JiMin se apartó del abrazo a duras penas y se acercó al lavamanos del baño para echarse un poco de agua fría en la cara y con eso apartar las lágrimas secas y lo hinchado de sus ojos. No se veía totalmente bien, pero lucía mucho mejor que como luciría si se hubiera deshecho en llanto y le agradeció a la Luna por darle fuerzas suficientes para aguantar un poco más.
Ellos volvieron a la fiesta tomados de la mano y continuaron la tarde como si nada mientras los niños se divertían.
JiMin se obligó a no pensar en el regalo escondido por el resto de la tarde.
La fiesta terminó alrededor de las seis y media de la tarde y ellos se quedaron hasta las siete guardando todas las cosas en el auto de TaeHyung. Cuando llegaron a casa dejaron a un agotado JungKook acostarse en la cama de YoonGi mientras el par de mejores amigos guardaban toda la comida que había sobrado. YoonGi, por otro lado, llevaba la bolsa con los regalos y colocó todo en la habitación de JungKook, menos el regalo que le había llevado la abuela, ese fue colocado en el armario de JiMin por propia petición del omega.
JiMin sabía que no era justo para JungKook ocultarle esto, pero realmente no quería tener esa conversación esa noche. Lo harían el lunes o después de la visita al parque, en cualquier momento que no fuera ese. Él sabía que podía decirle a su hijo que el regalo venía de parte de su abuela, pero tampoco quería mentirle, mucho menos si la presencia de HyunSoo era inminente en su vida. Él no quería enfrentar esto con mentiras, pero sólo necesitaba un poco más de tiempo.
Cuando TaeHyung se fue le recordó que esa noche iban a salir, pero que podía arrepentirse si quería, JiMin le dijo que no se preocupara y regresó a la casa de YoonGi para recostarse a tomar esa siesta con JungKook mientras el alfa sacaba a pasear a Holly.
El omega se levantó a las nueve y media de la noche y buscó en su celular algún mensaje de TaeHyung, pero sólo había uno que le decía que lo iba a ir a buscar a las once y media de la noche, así que JiMin se dio el lujo de cerrar los ojos otra vez mientras se acurrucaba contra JungKook, quien se abrazó a su cuerpo con un suspiro.
De repente, JiMin sintió algo mover en su espalda.
Cuando tanteó con su mano, se encontró con una bola de pelo que no demoró en subirse a su cintura y a brincar por encima de su cuerpo para caer de bruces sobre JungKook. El niño se quejó y JiMin se apresuró a tomar al revoltoso perrito, pero Holly terminó escapándose de sus manos para lamer la cara de JungKook con entusiasmo.
—¡Ay, ay, ay! —el niño comenzó a quejarse por el sueño, pero eso no evitó que se riera.
—Holly, no —JiMin pudo atraparlo y se sentó para apartarlo de JungKook—. Perrito maleducado, ahora no nos dejas dormir —regañó sin estar enojado realmente y abrazó al cachorro contra su pecho, el cual no dejaba de retorcerse porque quería seguir jugando—. Kookie, ¿quieres seguir durmiendo? —el niño asintió y se abrazó a una de las almohadas que había cerca de él—. Está bien.
JiMin se deslizó fuera de la cama con el perro en brazos y cerró la puerta detrás de él.
—¿Dónde está tu papá, hm? —le preguntó cuando no vio a YoonGi por ningún lado y bajó a Holly al suelo, el cual corrió hacia la habitación extra que había en la casa—. Bien hecho, Holly.
JiMin caminó hasta la puerta y la abrió con cuidado, dejando que Holly pasara. Cuando se asomó, se encontró con YoonGi golpeando lo que él supuso era su batería electrónica porque llevaba auriculares encima y no se oía nada más que el pequeño sonido de las baquetas golpeando contra las plataformas. YoonGi se movía al ritmo de una canción que solo él podía escuchar hasta que se dio cuenta de la presencia de Holly a su lado y dejó que los auriculares cayeran por su cuello.
—¿Holly? —acarició su cabeza—. ¿No estabas con JiMin y Kookie?
—Es que nos atacó a besos —explicó el omega y YoonGi pegó un brinco en su lugar que lo hizo reír—. Lo siento, ¿te asusté?
—Un poco —se llevó una mano al pecho y se giró sobre la silla para mirarlo de frente.
JiMin miró sus piernas abiertas un momento, tentado a sentarse.
—¿Qué tocabas? —en cambio, él se acercó a la batería y tocó los platillos con cuidado.
—Una canción de My Chemical Romance —hizo girar las baquetas en sus manos—. ¿Los conoces?
—No —se rió de la cara indignada de YoonGi—. Sí los conozco, pero no sé ninguna de sus canciones. ¿No son lo mismo que Gun N' Roses?
—Eh, ¿no? —YoonGi ladeó la cabeza y JiMin volvió a reírse—. Me siento un poco ofendido. A ver, uno es heavy metal y los otros son más alternativos y con un estilo más emo.
—Oh, ya veo, señor conocedor, disculpe por haberlo ofendido —exageró con un movimiento de sus manos que hizo a YoonGi mirarlo como si fuera un tonto—. ¿Entonces fuiste emo? —enarcó una ceja.
—Me puede gustar My Chemical Romance sin ser emo.
JiMin resopló con gracia.
—Seguro... —dijo sin creérselo y continuó delineando la batería con sus dedos—. Y yo que ya te había imaginado con delineador negro, un ojo tapado por el pelo...
YoonGi se quejó entre las risas del omega.
—¿Qué clase de música escuchas tú? ¿Hm? —preguntó con curiosidad mientras extendía una de sus manos para tomar la cintura de JiMin y acercarlo a él.
El omega se colocó entre sus piernas y llevó sus manos al cabello negro del alfa para hacerle un tonto peinado emo.
—Soy bastante simple... Me gusta Taylor Swift —se encogió de hombros y apartó un par de mechones de la frente de YoonGi, quien lo miraba con las cejas arriba—. ¿Qué? ¿Te sorprende?
—En realidad creo que era obvio.
—No sé cómo sentirme con esa afirmación —delineó sus cejas con sus pulgares mientras YoonGi se reía—. ¿Y esto?
—¿Qué?
—Tienes un par de puntitos aquí —hizo círculos alrededor del final de su ceja. No se había dado cuenta antes, era pequeño y lucía como una cicatriz curada.
—Oh, antes tenía un piercing en la ceja.
JiMin se quedó mudo un momento.
—Oh.
—También en el labio, aquí —cuando bajó la mirada, se encontró a YoonGi frotando el borde de su labio inferior con su índice—. Y en la lengua —le enseñó la punta de su lengua.
—¿De verdad? —JiMin se dio cuenta de que su cara se sentía caliente y es que la imagen de la versión adolescente de YoonGi que se había formado en su cabeza seguramente habría hecho a su yo del pasado temblar.
—Sí, incluso estuve a punto de hacerme un tatuaje, pero no me convenció —negó con la cabeza—. Me gustó más perforar lo más que podía, pero ponerse el casco de la moto con eso en la cara... —siseó—. Preferí quitármelo todo.
—¿Y el de la lengua?
YoonGi sonrió ladino, sus ojos mirando al omega desde abajo con cierta diversión en ellos.
—Te interesa mucho ese, ¿hm? —ahora sus dos manos estaban en las caderas del omega, sus pulgares frotando con cuidado la piel debajo de su camisa.
—Hm, curiosidad —murmuró con las mejillas rojas, fingiendo que no le importaba.
—Ah, claro —se encogió de hombros y JiMin apretó sus labios con vergüenza—. Creo que no se veía muy profesional como jefe tener un piercing en la lengua, así que fue el último que me quité. Debo tener algún par de fotos por ahí.
—Necesito verlas.
YoonGi se rió y rodeó la cintura de JiMin con sus brazos. Entonces besó su vientre y levantó la mirada hacia él.
—Está bien, cielo.
JiMin sonrió y tomó las mejillas del alfa, luego bajó su rostro y besó un par de veces sus labios con pequeños picos cuidadosos y amorosos. Luego el alfa, entre risitas enamoradas, bajó sus manos lo suficiente como para apretar entre sus dedos las nalgas de JiMin, provocando que el omega chillara por la sorpresa y le diera un golpecito en la cabeza antes de besarlo de nuevo.
Luego de un par de minutos más mimándose a escondidas de JungKook, el omega tuvo que irse a su casa para poder darse una ducha y buscar la ropa que se pondría. Cuando estuvo listo, regresó a casa de YoonGi y, para su sorpresa, JungKook estaba sentado a su lado en el sofá, los dos hablando sobre lo divertido que había sido su cumpleaños y los nuevos amigos que hizo en el parque.
Cuando ambos miraron a JiMin, el par de caras se iluminaron.
El omega llevaba puesto el par de pantalones que TaeHyung le prestó para aquella primera cita con YoonGi, en la parte de arriba estaba usando un top que dejaba su cintura a la vista, un choker de color negro y un par de pulseras y anillos decoraban sus manos. Él sonrió con timidez frente a los ojos anonadados de YoonGi y se rió cuando JungKook se bajó corriendo del sofá para ir a su encuentro.
—¡Papi, te ves muy bonito! —levantó sus manos hacia el vientre del omega—. También se te ve la pancita. ¿No te da penita? —preguntó con curiosidad.
—No, así es la camisa —pasó sus manos por su rostro con cuidado—. Gracias por decir que me veo bonito, mi amor.
—Siempre te ves bonito, papi —dijo sin dudar y JiMin sonrió lleno de amor—. ¿Verdad, señor YoonGi? —miró al alfa.
YoonGi tragó.
—Claro que sí, Kookie —carraspeó.
JiMin arrugó la nariz y se agachó para besar la frente de su hijo.
—Ahora tengo que esperar al tío Tete, que debe estar aquí en cinco minutos —miró su celular—. Y tú deberías ir a dormir en un ratito.
—Pero no tengo sueño —puchereó y, antes de que JiMin pudiera protestar, el niño se distrajo con Holly, quien comenzó a correr en círculos alrededor de JiMin—. ¡Holly! ¡Ven, ven!
El perro reconoció el juego y se escapó de las manos de JungKook para correr hacia el cuarto de YoonGi.
Cuando estuvieron solos, YoonGi se levantó del sofá y se acercó a JiMin tan rápido que el omega parpadeó lleno de sorpresa y se tensó en su lugar cuando el alfa lo hizo amago de tomarlo de la cintura, pero se detuvo cuando JungKook apareció corriendo con Holly en sus brazos. El alfa mayor no hizo más que desviar la mirada y carraspear antes de irse en dirección a la cocina.
—¡Lo atrapé!
—Con cuidado, Kookie. No vaya a ser que lo lastimes.
El niño se sentó en el suelo inmediatamente después y dejó ir a Holly, pero el cachorro no se escapó, solo caminó alrededor de él para lamer su cara. JiMin miró a YoonGi sirviéndose un vaso con agua y enarcó una ceja en su dirección.
De repente, el celular de JiMin comenzó a sonar.
—¡Tae! ¿Ya estás afuera? —preguntó apenas contestó y asintió—. Esta bien, ya salgo —colgó y guardó su celular en el bolsito negro que llevaba—. Bueno...
—Te acompaño —interrumpió YoonGi—, a la puerta —agregó.
JiMin lo miró con extrañeza porque él tenía su llave, pero no dijo nada.
—Está bien —entonces miró a JungKook y tomó su rostro una vez más cuando el niño se levantó para recibir sus respectivos besos—. Nos vemos luego mi amor, duérmete temprano, ¿sí? Que mañana necesitas mucha energía para el parque.
—¡Sí, papi! —dio un par de saltitos sin poder contener la emoción—. Te quiero mucho —le dijo con cariño y tomó su cara para plantar un beso en su mejilla.
JiMin rió y despeinó su cabello.
—Yo también te quiero mucho, mi cachorrito.
Cuando JiMin se apartó, YoonGi ya estaba abriendo la puerta de la casa.
—Vigila a Holly, vuelvo en un segundo —lo señaló y JungKook asintió como si fuera la misión más importante de todas.
JiMin sólo salió al pasillo mientras el alfa lo seguía y decidió preguntarle a YoonGi si estaba todo bien.
—¿Estás...?
Pero cuando cerró la puerta, YoonGi se apresuró en rodear el cuerpo de JiMin con sus brazos y en meter su rostro en la curvatura de su cuello. Por un momento, JiMin se preguntó si esto era porque no quería que se fuera, pero YoonGi comenzó a frotar su mejilla contra su hombro con ahínco, sus manos en su cintura, sus labios en su mejilla y su lobo comenzó a mover la cola con emoción mientras reconocía que su pareja lo estaba marcando con su aroma.
—Yo-YoonGi —dijo con un tono nervioso, mientras el alfa seguía en lo suyo, besando su cuello con cuidado, mucho más profundo en la glándula de su cuello—. Vas a hacer que empiece a lu-lubricar —murmuró avergonzado—, y me tengo que... Hm... —ronroneó con los ojos cerrados cuando el alfa comenzó a besar el otro lado de su cuello y a deslizar sus manos rápidamente por debajo de su top.
JiMin se deshizo entre los brazos de su alfa mientras este seguía en lo suyo, tan ido por la sensación caliente que recorría su cuerpo que casi se sobresaltó cuando YoonGi se detuvo de golpe.
—Listo —dijo YoonGi sobre sus labios—. Ya estás listo —besó su boca.
JiMin se mordió el labio con una sonrisa tonta sobre su cara y besó nuevamente la boca de YoonGi en respuesta.
—Gracias, alfa.
El mencionado pareció estremecerse en su lugar y una respiración caliente y pesada abandonó su nariz.
—Vamos de una vez o no dejaré que te vayas —dijo a duras penas.
JiMin se rió y asintió antes de robarle otro beso.
Ambos caminaron hacia la salida del edificio y luego YoonGi le ayudó a abrir la reja de metal que separaba la residencia de la calle. TaeHyung estaba estacionado justo frente a la entrada con EunJin y HyunDae sentados en los asientos traseros para dejarle el puesto de copiloto a JiMin.
—¡Hey! Mira que lindo te ves —halagó su mejor amigo—. ¿No te molesta que nos lo llevemos? —le preguntó a YoonGi sólo para molestar.
—Un poco, ¿pero qué puedo hacer? —dijo con un tono de fingido dolor que por un segundo sonó serio y JiMin le dio un golpecito en el pecho—. Diviértete, cielo —besó su mejilla y se pudieron escuchar chillidos emocionados al fondo que hicieron a JiMin sonrojarse.
—Gracias, Yoon —arrugó su nariz en su dirección y se apartó de él para meterse en el auto.
—¿Ya hablaste con tu amigo sobre lo de SuWoong? —preguntó TaeHyung mientras JiMin se colocaba el cinturón.
—Sí, así que no te preocupes. También me dijo que les avisara que cuando estén a punto de entrar pregunten por él y les dará acceso a la zona VIP —explicó para emoción de TaeHyung—, se llama Kim NamJoon. Luego les mando un mensaje con su nombre.
—¡Gracias, YoonGi! —dijeron TaeHyung y EunJin al unísono con enormes sonrisas en sus caras.
—¿De casualidad no tienes un hermano? —HyunDae se asomó al lado de EunJin.
YoonGi se rió.
—No, solo somos mi hermana y yo, pero cualquier cosa te aviso —bromeó y sacudió su mano en despedida—. Bueno, tengo que volver con Kookie, pasenla lindo y tengan cuidado. Me imagino que tú no vas a beber nada —miró a TaeHyung.
—Claro que no, no tienes nada de qué preocuparte —TaeHyung volvió a arrancar el auto y sacudió su mano como si estuviera espantando un mosquito—. Estaremos de vuelta a las cuatro, ¡hasta luego!
—¡Gracias otra vez! —le dijo JiMin desde su asiento mientras TaeHyung se alejaba de la vereda—. ¡Te escribo cuando lleguemos!
—¡Está bien! —fue su respuesta mientras veía al auto de TaeHyung, el cual seguía con el problema en el tubo de escape, alejarse a través de la calle.
YoonGi suspiró casi con desdicha y se giró para volver a entrar al edificio, caminó hasta su casa y abrió al puerta de su departamento, solo para encontrarse con JungKook sentado en el suelo todavía jugando con Holly, esta vez el juego era al tira y afloja con uno de los juguetes del cachorro.
Cuando JungKook lo miró, se le iluminaron los ojos, y YoonGi sintió un calor instalarse en su pecho.
—¡Señor YoonGi! —saludó y soltó el juguete del perro para levantarse, Holly se tropezó y rodó por el suelo, provocándole una risa al alfa mayor—. ¿Mi papi ya se fue?
—Sí, chiquitín —asintió y se agachó para tomar a JungKook y cargarlo contra su cintura—. Y ahora que estamos solos y sin supervisión, ¿qué te gustaría hacer?
JungKook lo pensó un momento, incluso se colocó su índice sobre su mentón.
—¿Vemos la película de BT21? —se sujetó de la camisa de YoonGi y comenzó a brincar en su lugar.
El alfa dejó caer sus hombros y suspiró.
—Está bien —dijo rendido.
—¡Yay! —alzó sus brazos.
YoonGi caminó hasta el sofá y dejó caer al niño en los cojines, provocando que el pequeño se riera y le pidiera hacerlo otra vez. Él lo hizo un par de veces más antes de sentarse a su lado para poner la película y JungKook no demoró en acurrucarse contra YoonGi mientras los créditos iniciales de la película se presentaban en la pantalla.
El alfa sonrió, rodeó al niño con su brazo y besó su frente, provocando que JungKook sonriera y frotara su cara contra el costado de YoonGi.
Esa sensación cálida apareció de nuevo en el pecho de YoonGi y él, en vez de prestarle atención a la película con canciones eternas, se preguntó si esto era lo que un padre sentía siempre.
Porque a él le encantó.
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