CAPÍTULO DOCE

JiMin abrió los ojos y fue recibido por la luz encendida de la cocina.

El dolor de sus músculos lo hizo quejarse cuando se removió para sentarse sobre el sofá, su cuerpo se sentía pesado y le dolían un poco las piernas por la posición semisentada en la que había estado por quien sabe cuanto tiempo. Miró a su lado y se encontró con YoonGi respirando tranquilo, durmiendo con la cabeza apoyada sobre el respaldo del sofá con una paz que no concordaba con la posición.

El par de tazas de té vacías reposaban en la mesita de centro de la sala, la noche se sentía fresca, las ventanas abiertas dejaban que el suave sonido de los ocasionales autos pasando por la calle vecina nublara el silencio sepulcral y la luz encendida se sentía antinatural ahora que todos estaban durmiendo.

JiMin bostezó y se masajeó el cuello, luego se levantó con cuidado para tomar su celular que reposaba en la mesa del comedor.

Eran las dos de la mañana.

—Ah, qué flojera —murmuró para sí mismo y se giró para caminar de vuelta al sofá—. YoonGi... —llamó al alfa aún dormido, sacudiendo suavemente su hombro—. Yoon...

El pelinegro aspiró y frunció sus cejas con sus ojos todavía cerrados, removiéndose en su lugar para estirar los músculos en un intento de soltar sus rígidas articulaciones.

—Hmm —se quejó con voz ronca, abriendo apenas los ojos, desorientado—. ¿Qué hora es...?

—Dos y trece de la mañana —respondió JiMin en voz baja y con una sonrisa floja llena de sueño—. Nos quedamos dormidos en el sofá.

YoonGi gimió adolorido, volviendo a cerrar los ojos mientras dejaba caer su cabeza hacia adelante.

—Mierda... —se masajeó el cuello—. Mi espalda...

—Espera un momento —le pidió JiMin, levantándose del sofá.

YoonGi vio a JiMin desaparecer hacia el interior de una habitación y luego cerró los ojos antes de volver a recostarse contra el respaldo del sofá, dejando que el sueño lo invadiera como quisiera porque estaba agotado. Quizás no era la mejor idea quedarse dormido en el sofá, ya le dolía la espalda y el cuello, los brazos también, pero su prioridad ahora era regresar a ese encantador sueño que estaba teniendo en donde era un lobito corriendo por el campo.

—Listo, ven —YoonGi volvió a abrir los ojos cuando escuchó la voz del otro y miró a JiMin con dificultad por culpa de la bruma del sueño—. Ven —se dio cuenta de que el omega le tendía la mano.

El alfa volvió a cerrar los ojos, pero tomó la mano tendida. Lo siguiente que sucedió fue haber sido levantado del sofá y guiado hacia la habitación de JiMin, en donde un cúmulo de sábanas y un par de almohadas estaban acomodadas para recibir a dos personas. YoonGi casi se sintió derretir cuando sus palmas tocaron la cama, pero se detuvo cuando JiMin le avisó que iría a ver a JungKook, así que él se sentó en el borde, con un poco menos de sueño en su sistema y con una repentina curiosidad por el nuevo espacio lleno del aroma a rosas de JiMin.

Todo lo que podía reconocer YoonGi era un escritorio en una esquina, con su respectiva lámpara, cuadernos y una laptop cuya pequeña luz de encendido a un costado avisaba que no la habían apagado. Luego se encontraba la cama mediana en la que él estaba sentado, y finalmente el armario semi abierto. No había mucho más. En la ventana de su habitación, la cual daba al muro del edificio justo al lado, había una suculenta escondida detrás de las cortinas que disfrutaba el viento de la noche.

A YoonGi le pareció encantador.

Cuando JiMin se volvió a asomar en la habitación, YoonGi señaló la ventana.

—Es una suculenta.

JiMin lo miró con extrañeza, hasta que se dio cuenta de que estaba hablando de la planta.

—Ah —se rió, caminando hacia la cama—. Sí, Tae me la regaló hace un par de meses porque le conté que quería tener plantas en casa —contó frente a la mirada curiosa de YoonGi y se dio cuenta de que el alfa se encontraba sentado en el borde, con las manos metidas en su regazo—. Pensé que ya ibas a estar acostado.

—Te estaba esperando —respondió, un poco más letárgico de lo que habría querido—. No sé qué lado prefieres.

—Oh —JiMin le sonrió con dulzura—. Creo que prefiero el izquierdo, así puedo salir corriendo si lo necesito —respondió con naturalidad.

YoonGi lo miró con extrañeza, pero aún así se puso del lado de la pared.

—¿Lo dices por JungKook?

—Sí —bostezó, apoyándose sobre la cama para recostarse—. Cuando se enferma casi no puedo dormir, me tengo que levantar cada hora al menos, es un poco como cuando JungKook era un bebé y yo me levantaba a revisar que estuviera cómodo —explicó.

—Ya veo —murmuró—. Qué tierno.

JiMin sonrió por lo bajo.

—Como recuerdo es lindo, vivirlo no lo es tanto —se quejó con gracia.

Al menos ahora no lo estaba viviendo solo, pensó.

Ambos se recostaron en la cama con cuidado, con YoonGi rodeando los hombros de JiMin con sus brazos para apretarlo contra su pecho. El omega se dejó hacer, deslizando sus brazos por la cintura de YoonGi para corresponder el amoroso abrazo, suspirando gustoso por la sensación de calor que se instaló en su pecho inmediatamente después. Era como si ambos cuerpos estuvieran hechos el uno para el otro, encajando a la perfección entre sus brazos.

—¿Cómo está JungKook? —preguntó YoonGi, su voz amortiguada por el sueño.

—Bien —respondió con los ojos cerrados—. Sigue durmiendo, tiene un poco de fiebre, pero está tranquilo.

—Me alegro.

JiMin tarareó.

—Sabes que... —comenzó YoonGi una vez más, su voz baja para no romper el etéreo ambiente de la noche. JiMin lo escuchaba con atención, pero todavía tenía los ojos cerrados, con el rostro en el pecho del alfa—. El otro día hablé con mi papá y me aconsejó que si JungKook se estaba presentando como un alfa lo mejor sería conseguir uno de esos juguetes para morder.

JiMin sonrió con ternura.

—Eres muy dulce, Yoon —murmuró, frotando su mejilla contra el pecho del contrario—. Gracias por el consejo, lo tomaré en cuenta.

El alfa afianzó su abrazo.

—Sí, después se va a quejar cuando le empiecen a salir los colmillos —bostezó, rascando con suavidad la espalda de JiMin—. Va a querer morder todo como un perrito salvaje.

JiMin rió por lo bajo.

—¿Por qué siempre te ríes cuando digo algo en serio? ¿Hm? —continuó YoonGi, pero su tono no era serio en absoluto, así que JiMin volvió a reír—. Ahí está, no me tomas en serio —apretó al omega entre sus brazos, frotando su nariz en la coronilla de Park.

—Es que lo dices de una manera que me da risa —se defendió.

—Esa es mi manera de hablar.

—Entonces no te quejes.

YoonGi resopló con gracia y tomó el cuerpo de JiMin para hacerlos girar a los dos sobre la cama. El omega se quejó por la sorpresa del repentino movimiento y se retorció en su lugar cuando YoonGi metió su rostro en el hueco de su cuello, frotando su nariz en la zona para causarle cosquillas.

—¡Yo-YoonGi! —palmeó el pecho del alfa mientras hacía el intento de retener las risas y escapar de la prisión en la que el alfa lo había puesto.

Las manos de YoonGi subieron hasta su cintura, arrancándole a JiMin un par de risas antes de dejarlo en paz.

JiMin recuperó el aire y le dio un empujón.

—Tonto... —jadeó sonriente.

YoonGi ronroneo.

—Sí JungKook no estuviera en el otro cuarto, esto habría terminado diferente.

—Apuesto a que sí, grandote.

YoonGi arrugó su nariz por el apodo, encimandose sobre JiMin para volver a mimarlo entre sus brazos y JiMin pensó que esto era como vivir en un sueño ridículamente cursi del que no quería despertar.

A pesar del calor que rondaba los alrededores, la necesidad de abrazarse al otro no escuchaba razones. Las yemas de los dedos de JiMin acariciaban con parsimonia la espalda del alfa, suspirando gustoso mientras esperaba a que el sueño se lo llevara lejos. YoonGi hacía algo parecido, sus dedos masajeando la nuca de JiMin con flojera.

JiMin suspiró de puro gusto, disfrutando de la sensación de hormigueo que recorría su cuerpo. Quizás era algo de omegas, pero la zona del cuello y la nuca siempre fue sensible para él, así que no debería ser sorpresa para nadie que su cuerpo lentamente comenzara a sentir el suave hormigueo de la emoción enroscarse en su vientre con el pasar de los minutos.

Él retuvo el impulso de suspirar y se estiró un poco, apoyándose en el toque del otro para que YoonGi frotara con un poco más de fuerza, el alfa entendió el mensaje y sus movimientos se volvieron un poco más lentos y firmes, haciendo círculos con su índice y anular en la nuca de JiMin, delineando también con su pulgar el inicio de su cuello de abajo hacia arriba con insistencia. Luego usó todos sus dedos para masajear la zona en círculos y JiMin ya se podía sentir pisando las nubes.

Entonces, la nariz de YoonGi se coló en su cuello y él se estremeció.

—Hm... —ronroneó el alfa—. ¿Por qué de repente hueles tan fuerte?

JiMin sintió la voz ronca de YoonGi acariciar su oído y se dio cuenta de que el calor de su cuerpo no era necesariamente por el ambiente. La manera en la que el otro lo tocaba estaba afectándolo de alguna manera y, por vergonzoso de admitir, su cabeza había hecho un par de conexiones incorrectas con respecto al contacto del otro. YoonGi ni siquiera estaba siendo suave, era tan rústico como un alfa como él podía serlo y JiMin no se había dado cuenta antes de lo mucho que podría gustarle algo tan sencillo como eso, quizás estaba descubriendo una especie de gusto culposo que rozaba en el fetiche.

—Oh, no me di cuenta —murmuró con un suspiro—. ¿Te molesta? —le preguntó con un hilo de voz.

YoonGi continuó hurgando, frotando la punta de su nariz contra la glándula de JiMin, provocando que el aroma aumentara al igual que el calor en su cuerpo.

—No —negó con la cabeza, presionando un beso sobre su cuello.

JiMin suspiró y YoonGi colocó su brazo alrededor de su cintura, apretando su cuerpo contra el suyo. Con su otra mano jaló un poco su cabello para que enseñara su cuello y JiMin gimoteó, enganchando sus dedos en la camisa de YoonGi. Sus piernas se enrollaron juntas, apretadas contra la otra, tan cerca el uno del otro que JiMin podía sentir la ingle del alfa presionar contra el interior de su muslo.

De repente hacía tanto calor que a JiMin le faltaba el aire, su cara ardiendo contra el fresco aire que se colaba por la ventana abierta mientras su cabello se sentía pesado contra su frente sudorosa.

Entonces YoonGi besó ese punto en el cuello de JiMin que hizo que sus brazos se erizaran y su vientre se contrajera. Luego YoonGi deslizó la mano que reposaba en la cintura de JiMin hacia su muslo, tomando su pierna para acomodarla sobre su cintura antes de empezar a besar su cuello. JiMin gimió por lo bajo, rodeando el cuello de YoonGi con sus brazos cuando el alfa giró sobre la cama y se colocó encima de él, apretando al otro contra el colchón.

Comenzaron a besarse lento bajo el manto de la noche, con cuidado de no hacer ruido. Aun así, los suaves chasquidos húmedos de sus bocas resonaban suavemente bajo las pequeñas ráfagas de viento que entraban por la ventana, y entre sonrisas cómplices, acariciaban el cuerpo del otro con anhelo.

—Mi hijo se está presentando y yo estoy... —tomó aire cuando YoonGi comenzó a besar nuevamente su cuello—, así...

El alfa se rió entredientes.

—No estamos haciendo nada malo —se hizo el desentendido, levantando su cabeza para mirar a JiMin con una sonrisa encantadora y juguetona. Sus ojos caídos por el sueño le daban un toque todavía más atractivo mientras el letargo de sus besos y caricias tenía a JiMin ronroneando—. Pero me acabo de dar cuenta de que siempre hacemos esto cuando nos estamos muriendo de sueño.

El omega rió con ganas, abrazando a YoonGi antes de rozar su nariz contra la ajena. YoonGi sonrió por el pequeño gesto, besando la comisura del labio de JiMin como respuesta.

—Debemos encontrar un mejor momento —dijo.

—Cualquier momento está bien para mi —respondió YoonGi, suave contra su piel antes de besar su mejilla—. Sólo hay que ser silenciosos —murmuró en un susurro.

—¿No te parece molesto?

YoonGi arrugó la nariz, negando con la cabeza.

—Es más divertido así —contradijo, inclinándose hacia adelante para plantar otro beso en la boca de JiMin—. Como un par de adolescentes escondiéndose para que no los atrapen.

—Hm, no sabía que estabas metido en eso del roleplay —molestó y tomó su rostro, acariciando sus mejillas.

Los labios de YoonGi temblaron, tentado a reírse, pero logró mantenerse sereno.

—Por supuesto, mi favorito es el de profesor-alumno, ¿no te lo había dicho?

JiMin tarareó en compresión, pero se le estaba haciendo realmente difícil retener su carcajada.

—Ya veo, ¿cómo te llamaría? ¿"Profesor"?

—"Maestro" está bien —YoonGi asintió solemne.

—Muy formal, ¿qué tal "daddy"? —continuó molestando.

YoonGi hizo una mueca.

—Lo odio.

JiMin rió, acurrucándose un poco más contra YoonGi.

—¿"Señor"?

—¿Qué soy? ¿Un viejo? —parecía ofendido—. Es suficiente con que JungKook me llame así.

JiMin se rió otra vez, YoonGi sólo lo miró con cariño.

—¿"Amo"?

—Son terribles, JiMin. ¿Cómo sabes tantos apodos? —arrugó su nariz con disgusto.

—A TaeHyung le gusta la literatura erótica y me ha prestado un par de libros —contó y YoonGi tarareó en reconocimiento—. Dijiste que te gustan los apodos.

—No de ese tipo —frunció sus labios.

—Claro, prefieres cosas más lindas.

YoonGi volvió a asentir, esta vez en serio.

JiMin lo pensó un momento.

—Alfa.

La sonrisa relajada de YoonGi se desvaneció.

JiMin levantó sus cejas.

—Oh —sus ojos brillaron con interés—. ¿Es en serio? —se dio cuenta de la manera en la que YoonGi tragó, pero no reparó en sus mejillas rojas por culpa de la oscuridad de la habitación, la sutil luz de la luna que se colaba por la ventana le dejaba ver sólo los rasgos más llamativos de su rostro, incluyendo su mirada avergonzada—. Ah... creo que ibas en serio con eso de ser un alfa de las cavernas, ¿no?

YoonGi resopló y aire caliente salió por su nariz.

—Tan en serio que es vergonzoso...

—No pasa nada —murmuró, delineando su mandíbula con la punta de su índice—, alfa...

YoonGi apretó la mandíbula un momento, luciendo bastante atacado en ese momento.

—¿Ahora te vas a hacer el gracioso con eso?

—Totalmente.

YoonGi viró los ojos y lo siguiente que supo JiMin fue que su vecino estaba besándolo otra vez.

El omega rió entre besos, rodeando el cuello de YoonGi con sus brazos mientras el otro lo apretaba una vez contra la cama, decidido en los movimientos lentos de sus manos, bajando desde la cintura de JiMin hasta su muslo una vez más para apretarlo entre sus dedos. JiMin ronroneó contento mientras YoonGi seguía haciendo su camino con sus manos sobre su cuerpo.

Ninguno de los dos estaba seguro de que fueran a llegar muy lejos esa noche, pero era divertido encontrarse en esas circunstancias. Había una especie de magnetismo que no les permitía detenerse, como una fuerza que los empujaba a estar en contra del otro, besando y suspirando, acariciando lento, con insistencia.

Yoongi deslizó sus manos por debajo de la camisa de JiMin, subiendo por la espalda del omega con parsimonia, delineando su columna mientras sus besos bajaban de intensidad, dándole paso a suspiros cortos y cálidos, sonriendo entre sus bocas mientras JiMin se retorcía un poco bajo el tacto del otro.

—Parece que te gusta mucho que te toque —dijo YoonGi en voz baja y JiMin zumbó sin estar realmente concentrado en lo que el otro le decía, sólo no quería que se detuviera—. Reaccionas muy lindo...

JiMin frunció sus cejas y bajó la cabeza, avergonzado.

YoonGi se rió con su voz ronca y tomó la mejilla del otro para besar su cara. Él sólo se dejó hacer, disfrutando del contacto como hacía tiempo no lo hacía. Se sentía bien para variar y su corazón palpitaba con entusiasmo.

El alfa parecía conocer los puntos exactos de su cuerpo, mimando cada lugar que podía y que estuviera dentro del rango que consideraba permitido. Al menos hasta que sus dedos comenzaron a picar con ganas de bajar un poco más y sus besos se volvieron más lentos y cálidos contra su piel.

—¿Puedo saber qué pasó la última vez?

Los párpados pesados de JiMin tuvieron que hacer un gigantesco esfuerzo por mantenerse arriba para que él pudiera mirar a YoonGi y preguntarle con la mirada a qué se refería. Fue entonces que el alfa movió su mano una vez más, haciendo que JiMin se diera cuenta de que sus dedos se encontraban en el borde de su pijama.

—Oh —mordisqueó su labio inferior, metiendo su nariz en el cuello del alfa y así poder disfrutar de su relajante aroma. Él cerró los ojos, no pensando mucho en ello—. Es que me da un poco de vergüenza.

—¿Que te toque de más?

—Algo así —asintió, suspirando con calor, ahora era demasiado consciente de la humedad que sentía entre sus piernas y el calor en su cara era casi sofocante, pero no quería salir del escondite en el que transformó el pecho de YoonGi—. Mi cuerpo cambió un poco desde que tuve a JungKook, ya sabes, estrías, cicatrices...

YoonGi zumbó en entendimiento.

—¿No te gustan?

—No —murmuró, cerrando sus dedos en la camisa de YoonGi y sus ojos contra su pecho.

El alfa se inclinó hacia él, escarbando con su nariz hasta llegar a su mejilla para plantar un beso cariñoso, luego otro.

—Pues yo creo que tienes un cuerpo hermoso —le dijo contra su oído, arrastrando sus palabras bajo el manto de lo que JiMin ahora podía reconocer como lujuria y él estuvo tentado a decirle que realmente no había visto su cuerpo, pero recordó que YoonGi sí había tenido un par de oportunidades de verlo en el pasado—. No tienes que enseñarme todo ahora, bueno, no creo que lleguemos a hacer mucho ahora —resopló con gracia—, pero me gustaría saber si tengo tu permiso.

El corazón de JiMin dio un vuelco, la anticipación acumulándose en su vientre tan repentinamente que sintió el vértigo en todo su cuerpo.

Él tragó y asintió.

—Claro que sí...

Entonces, sintió al alfa alejarse un poco y él levantó la mirada, encontrándose con los ojos de YoonGi mirándolo fijamente.

—¿Seguro?

Él realmente estaba siendo precavido.

JiMin puso sentir otro tirón en su vientre sólo por eso.

—Seguro.

YoonGi tarareó.

—¿JungKook sigue durmiendo?

JiMin tragó.

Joder, debía dejar de olvidarse de su hijo.

—Iré a ver.

Levantarse fue un poco complicado, sus piernas temblaban un poco por los nervios y la anticipación, pero hizo su mejor esfuerzo para no caerse mientras iba a la habitación de su hijo. Él estaba bien, seguía durmiendo pacíficamente, aunque ahora las sábanas estaban en el suelo y el niño extendía todo su cuerpo sobre el colchón como una estrella de mar. Sin embargo, se veía cómodo, y JiMin corroboró que su fiebre hubiera bajado antes de volver a su habitación.

Antes de que YoonGi pudiera preguntar algo, JiMin asintió rápidamente y extendió sus brazos para volver a abrazar a YoonGi, semi recostado sobre el alfa al tiempo que su pierna encontraba su lugar alrededor de su cintura. YoonGi no perdió el tiempo y juntó ambas bocas en un beso sin aliento, deslizando una vez más su mano hacia el inicio del pantalón de JiMin, pero no se quedó ahí, él hizo su camino por debajo, encajando sus uñas en la carne de una de las nalgas de JiMin con firmeza.

Park retuvo el sonido que probablemente iba a salir de su boca y suspiró con voz temblorosa cuando YoonGi comenzó a masajear por encima de su ropa interior, casi como si hubiera esperado una eternidad por hacerlo.

El alfa respiraba con pesadez sobre su boca, apretando la ingle de JiMin contra la suya, besando su boca y mordiendo sus esponjosos labios.

—Está muy húmedo aquí —le dijo con un tono de aparente diversión, deslizando sus dedos por encima de la ropa interior de JiMin, justo donde la mancha del lubricante se extendía.

—Cállate —murmuró avergonzado, jadeando por la falta de aliento.

Sólo quería que YoonGi terminara de hacer lo que quería, para este punto estaba desesperado por ello, no estaba seguro de que pudiera soportar sentirse tan expuesto sin morir de vergüenza antes.

YoonGi se rió entredientes y JiMin gimoteó cuando los largos dedos del alfa tocaron finalmente la piel bajo la única prenda de ropa que mantenía a JiMin en lo que quedaba de su pudor.

—Sé silencioso —le advirtió YoonGi.

JiMin ni siquiera podía procesar las palabras del otro, se encontraba ensimismado, abrumado por el calor que se extendía por su cuerpo. YoonGi deslizó con cuidado sus dedos, tanteando la zona mientras el omega entre sus brazos exudaba el fuerte aroma de rosas floreciendo por toda la habitación.

Cuando YoonGi introdujo el primer dígito, JiMin se cubrió la boca con ambas manos, frunciendo su entrecejo.

—Shhh... —susurró YoonGi contra su frente, dejando ahí un pequeño beso.

La manera en la que el cuerpo de JiMin reaccionó frente a la intromisión repentina pudo haberlo expuesto sobre el tiempo que estuvo sin tener este tipo de contacto, pero él ni siquiera podía pensar en ello lo suficiente como para avergonzarse. YoonGi se veía contento sin embargo, casi como si disfrutara verlo ser tan sensible, aire caliente saliendo por su nariz como un toro mientras hurgaba con sus dedos el interior de JiMin.

El vientre del omega se contrajo y un poco más de lubricante se deslizó hacia afuera. YoonGi ya tenía la mano empapada y ni siquiera había tomado velocidad, simplemente acariciaba con cuidado para que el otro se acostumbrara.

Esto iba a ser todo lo que tendrían, de todos modos. Él no debía emocionarse mucho por la generosa cantidad de lubricante que manchaba sus dedos a pesar de lo mal que le estaba haciendo su imaginación ahora que sabía la manera en la que el cuerpo de JiMin podía tomarlo.

YoonGi hurgó en el cuello de Park y chupó la piel cerca de su glándula, arrancándole un gemido bajo que se esforzó por retener. Continuó con ello, encontrando un ritmo cómodo para sus dedos y la posición, entrando y saliendo de JiMin al compás de sus jadeos.

JiMin no estaba seguro de si estaba sintiendo demasiado o si retorcerse de la manera en la que lo hacía era normal, pero se sentía avergonzado, YoonGi no dejaba de mirarlo bajo esa tela oscura en sus ojos, disfrutando de cómo se aferraba a las sábanas en un intento de mantenerse quieto frente a los escalofríos de su cuerpo.

—Lo estás haciendo bien —murmuró YoonGi con un tono de su voz tan profundo que JiMin tuvo que retener las ganas de lloriquear.

Él ya se sentía a flor de piel y sabía que eso era peor, no había pasado mucho tiempo desde que empezaron, pero se sentía tan abrumador que no creía poder aguantar demasiado.

De repente, YoonGi se detuvo. Lo dejó respirar un segundo, como si pudiera saber lo que sucedía, pero en el momento en el que JiMin tomó una bocanada de aire, YoonGi continuó con los movimientos firmes de su mano, esta vez más lento, pero más profundo, lo suficiente como para que JiMin pudiera sentir los nudillos del alfa presionando contra su piel.

Él trató de abrir los ojos para poder mirar a YoonGi, quien ladeó un poco la cabeza de una manera que hizo que los mechones negros de su cabello húmedo por el sudor cayeran a un lado, la sonrisa en su cara lo hacía lucir ridículamente presumido y JiMin volvió a bajar la cabeza antes de empujar la cara de YoonGi lejos de él.

La risa grave del otro hizo que su estómago se retorciera.

—¿Qué pasa, cielo? —mientras preguntaba, YoonGi se detuvo, dos de sus dedos presionados hasta el fondo—. ¿Te pusiste tímido? —molestó un poco más, inclinándose sobre él a pesar de que JiMin estaba evitando mirarlo.

El omega no pudo decir mucho, no cuando sintió cómo el otro tanteaba los alrededores húmedos de su entrada. La sensible zona palpitaba y apretaba contra los dedos de YoonGi, resistiéndose a que se retirara y recibiéndolo con facilidad. Pero cuando el alfa introdujo un tercer dedo y comenzó a sacudir su interior con firmeza, JiMin casi chilló, casi, porque metió su cara en la almohada.

YoonGi dejó de ser suave en ese momento, llevándolo al límite con los movimientos circulares de sus dedos dentro suyo, rozando su punto, buscando alcanzarlo antes de que su orgasmo llegara, pero JiMin no aguantó mucho más, sus piernas temblaron y todo en su interior se contrajo, aquella tensión en su vientre explotando en todas direcciones como una enorme ola chocando contra la costa, una que lo azotó y lo arrastró más allá de su límite.

—M-Mierda... —gimoteó contra la almohada.

Con sus ojos cargados de lágrimas, JiMin trataba de recuperar el aliento. YoonGi sólo lo miraba, detallando en cada rasgo de él como si fuera incapaz de mirar a otro lado. Su sonrisa satisfecha era la de un alfa orgulloso de su trabajo y selló ese hecho cuando bajó hasta su cara para plantar un par de besos en su mejilla, tan dulce en su tacto que nadie pensaría que hacía unos segundos había sacudido las entrañas de JiMin con sus dedos.

—Eso salió bien, ¿no?

JiMin se mordió el labio y se rió.

—Alfa tonto...

JiMin suspiró a medio despertar, removiéndose suavemente sobre la cama hasta que sintió el cuerpo cálido de YoonGi en su espalda, apretado contra él como si no quisiera dejarlo escapar. JiMin se movió un poco más sólo para darse cuenta que sus piernas y las de YoonGi se encontraban entrelazadas bajo las sábanas, con la rodilla de YoonGi colocada en su entrepierna a la par que su mano descansaba letárgica contra su cintura.

El pequeño movimiento hizo que YoonGi también pusiera a trabajar sus articulaciones, pero él parecía seguir dormido, porque lo único que hizo fue levantar más su rodilla al mismo tiempo que atraía el cuerpo de JiMin contra su pecho.

Una vez los dos volvieron a quedarse inmóviles sobre la cama, JiMin se dio cuenta de que lo que estaba sintiendo en la espalda baja no era necesariamente la pierna de YoonGi.

De repente, tuvo la necesidad de abrir los ojos antes de hacer cualquier otro movimiento arriesgado y se encontró a sí mismo jadeando por el susto.

—¡JungKook! —JiMin se apoyó sobre su codo por la sorpresa y sintió la mano de YoonGi deslizarse por su cintura— Estás despierto —dijo nervioso—. ¿Cómo te sientes? —extendió una de sus manos, tocando la cara de su hijo.

—Me siento bien —dijo simplemente, luego miró la mano que yacía sobre la cadera de su papá—. ¿Ese es el señor YoonGi? —señaló con su dedo.

—¿Qué? —se hizo el desentendido.

—A ver —JungKook colocó las manos sobre la cama, levantando su pierna sobre el colchón para subirse—. ¿Señor YoonGi? —se asomó por sobre el hombro de JiMin.

—Espera, JungKook —trató de mantenerlo a su lado mientras que con una de sus manos levantaba la sábana para tapar el torso de YoonGi.

A pesar de los intentos de su padre, JungKook se deslizó hacia el medio de la cama, entrometiéndose entre ambos cuerpos. JiMin no quería que YoonGi se despertara o que se le notara algo, sin embargo, el alfa se colocó boca abajo de la cama como si supiera lo que JiMin estaba pensando y comenzó a parpadear con flojera, luciendo tan confundido que lo primero que hizo fue extender el brazo y abrazar a quien tenía enfrente, llevando consigo a un risueño JungKook.

—¡Ay! —chilló el niño— ¡Señor YoonGi! —se reía y pataleaba mientras el alfa lo apretujaba como un peluche.

—Shh, shhh —murmuró YoonGi, más consciente ahora mientras pasaba sus manos por el rostro de JungKook—. Silencio, hay que dormir.

—YoonGi, esa mano no... —se quejó JiMin en voz baja.

El alfa quitó su mano izquierda a pesar de que se la había lavado bastante bien la noche anterior y retuvo una carcajada mientras seguía jugando con el niño.

Cuando dejó de molestarlo, JungKook se sentó en el medio, sus ojos fijos en el alfa.

—Señor YoonGi, ¿qué hace en la cama de mi papi?

El alfa parpadeó.

—Uh...

—Tuvimos una pijamada —respondió JiMin sin pensarlo demasiado—. YoonGi se quedó para estar pendiente de ti, estábamos preocupados.

—¿Por qué? —JungKook giró su cabeza para mirarlo—. Yo estoy bien —se veía confundido.

—¿No recuerdas qué pasó ayer, amor?

—¿Qué pasó ayer?

JiMin lo miró confundido, hasta que YoonGi carraspeó.

—¿Qué es esto? —YoonGi tomó la camisa del niño, raspando una mancha blanca en el pijama. JungKook bajó la mirada a su ropa y levantó la prenda para verla más de cerca—. Parece yogurt.

—Uh... —el niño se encogió de hombros—. No sé que es.

—¿Te manchaste? —JiMin miró con detenimiento la mancha. Sí era yogurt—. ¿Comiste algo antes de venir al cuarto?

—No...

Bien, eso había sido una mentira.

—¿Estás seguro?

—Sí, papi. Muy seguro.

Esa había sido otra mentira.

JiMin miró un momento a YoonGi y luego a JungKook. El niño apretó sus labios y desvió la mirada como si esto pudiera hacer que JiMin no notara que su barriga se veía bastante llena en ese momento.

Por la sagrada Diosa, comer un bocadillo no era algo malo, JungKook no estaría actuando así si no fuera porque había hecho algo de lo que debería avergonzarse.

JiMin se levantó de la cama, así que JungKook lo siguió, balbuceando algo sobre que tenía mucha hambre y que fue un accidente, pero JiMin no logró conectar los acontecimientos hasta que cruzó el umbral de la puerta.

—¿Qué dem...? —jadeó.

Él se encontró con el refrigerador abierto, la caja de cereales en el suelo, tres envases de leche de banana en el suelo, vacíos, y un vaso de jugo volcado sobre el suelo; el jugo de naranja estaba abierto y mal puesto en el refrigerador, había manzanas mordidas y cáscaras de mandarinas esparcidas por el suelo.

Todo lucía como si un huracán hambriento hubiera pasado por la cocina.

—¿T-Tú hiciste esto?

—No.

—Park JungKook...

JungKook bajó la cabeza, haciéndose pequeño en su lugar con sus manos juntas sobre su regazo. Tenía sus pequeños ojos cerrados, ignorando por completo a su padre, quien estaba comenzando a sentir que una vena hacía amago de reventar en su frente.

—Perdón...

—¿Perdón? —JiMin lo miró incrédulo.

El niño eructó bajito y JiMin llevó una mano a su cara, haciendo un enorme esfuerzo por no arrancarse el cabello o gritar.

—JungKook... —el niño lo miró con cautela, haciéndole esos ojitos de cachorro triste que funcionarían en cualquier otra circunstancia que no implicara haber destrozado la cocina.

—Es que... es que tenía mucha hambre y, y...

—No puedes simplemente morder todo, comerte todo, tragar todo lo que encuentres e irte a la cama. No. Está. Bien

JungKook hizo un puchero y JiMin tomó un poco más de aire.

De repente, se escuchó un forcejeo en la cerradura y alguien abrió la puerta.

—¡Llegué tan rápido como pude! —TaeHyung apareció del otro lado, casi hiperventilando.

El par se quedó mudo, mirando al recién llegado.

—¿Tae? —JiMin frunció sus cejas.

—Vi tu mensaje, pero estaba dormido —se excusó y miró al niño con absoluta preocupación—. ¡Mi JungKookie! —guardó en su bolsillo la copia de las llaves que le había dado JiMin y corrió hacia JungKook—. ¡Por la sagrada luna que brilla todas las noches, perdón por no estar aquí cuando te presentaste, mi pequeño bebé! —se lamentaba mientras frotaba su cara contra la mejilla de JungKook.

JiMin se llevó una mano a la frente.

—¿En serio? ¿No estás viendo lo que sucede? ¡TaeHyung! —llamó JiMin, extendiendo sus manos para que el beta se diera cuenta de que no era un buen momento.

—¿Qué? —lo miró sin despegar su cara de la de JungKook. Cuando observó los alrededores con detenimiento, se dio cuenta del desastre—. Mierda, ¿qué hicieron en esta casa?

—¡Mala palabra! —acusó JungKook, señalando a TaeHyung.

JiMin señaló a JungKook con su mano y TaeHyung jadeó sorprendido.

—¿Acaso te transformaste en el demonio de Tasmania, mocosito? —miró a su sobrino, haciéndole cosquillas con su nariz.

—Tae, esto no es un chiste.

Entonces YoonGi salió del cuarto, su cabello despeinado flotaba en todas direcciones mientras se rascaba la nuca, buscando el origen de la pequeña discusión antes de encontrarse con los ojos sorprendidos de TaeHyung.

Los dos se quedaron quietos un largo segundo antes de que el beta mirara a su mejor amigo con ojos acusatorios.

—¿Es en serio, JiMin? ¿Con JungKook en la casa?

—¡No seas idiota! —se puso rojo.

—¡Papi, esa es otra mala palabra! —señaló JungKook.

—Nada de eso, estás en muchísimos problemas, jovencito —refutó.

YoonGi carraspeó.

—Yo... creo que tengo que ir a ver a Holly.

JiMin lo miró con las cejas fruncidas.

—Cobarde —acusó.

El alfa pareció querer defenderse, pero cerró la boca y asintió porque eso era cierto.

—JungKook se ve bastante bien, así que mi trabajo aquí terminó por hoy, me despido —se acercó a JiMin para besar su mejilla.

El omega sólo resopló con los brazos cruzados, desviando la mirada con los cachetes rojos.

—Nos vemos luego, chiquitín —despeinó el cabello de JungKook—. Todavía tenemos que ver esa película.

—¡Sí! —celebró el pequeño alfa recién presentado.

YoonGi se despidió de TaeHyung con un movimiento de su cabeza y salió por la puerta sin más, dejando a los tres solos en la casa.

—Papi, ¿por qué el señor YoonGi te dio un besito?

JiMin carraspeó y le hizo una seña a Tae para que dejara al niño en el suelo.

—Porque somos muy buenos amigos.

—Oh, ¿por eso durmieron abrazaditos?

JiMin boqueó, avergonzado, y miró a TaeHyung como si estuviera a punto de ser reprendido. El beta sólo abrió la boca con entusiasmo, señalándolo como si quisiera decir algo que claramente no tenía que ser escuchado por JungKook.

«Hijo de puta», fue lo que articuló TaeHyung antes de carcajearse y JiMin lo entendió a la perfección.

—Sí, bebé... —finalmente le dijo a JungKook—. Ahora vamos a arreglar este desastre o me va a dar una aneurisma por el estrés.

—¿"Vamos"? —el beta preguntó—. Eso me suena a multitud. ¿Tengo la opción de decir que no? —TaeHyung miró el desastre sin verse en absoluto entusiasmado.

JiMin lo miró con una ceja alzada y señaló la cocina. TaeHyung resopló y caminó hacia las manzanas en el suelo para recogerlas, JungKook lo siguió y metió su vaso volcado en el fregadero de la cocina mientras JiMin masajeaba sus sienes.

—Esto no puede estar pasando... —murmuró para sí mismo.

Recoger el desastre no fue tan complicado, lo que fue complicado en realidad era lograr que TaeHyung y JungKook se concentraran en una tarea sin bromear o reírse de las ocurrencias del otro. JiMin sentía que estaba tratando con dos niños pequeños, pero hizo su mayor esfuerzo por no estresarse de más con lo que estaba ocurriendo. YoonGi ya le había advertido que esto podía pasar, él sólo tendría que ser más precavido la próxima vez y así no limpiaría su refrigerador a las once de la mañana de un sábado.

En total, JungKook había derramado una leche de banana y el único jugo de naranja que les quedaba. Rompió unos todos los huevos en su búsqueda por algo para comer, se tragó una manzana y media en total, tomó tres envases de leche de banana, vació la mitad de su cereal favorito y se comió el yogurt de frutas que JiMin estaba guardando. Los efectos de comer todo eso en la pequeña barriga de un niño de seis años no se hicieron esperar y JungKook comenzó a quejarse lo suficiente como para que JiMin le diera un poco de agua y lo mandara a recostarse en la cama.

—Ahora creo que tengo que hacer mercado otra vez —murmuró el omega, tirando a un lado el trapo que había usado para secar el desastre de jugo que había quedado en la encimera—. Rompió todos los huevos que me quedaban, ya no puedo hacer mis tostadas con aguacate.

—Bueno, todavía tienes aguacate —dijo TaeHyung a su lado, ojeando el refrigerador.

—Si no tiene huevo no hay chiste —puchereó como queja—. Si le hubiese hecho caso a YoonGi esto no habría pasado.

—¡Oh! Tenemos que hablar de eso —el beta se acercó a él y sacudió su brazo—. ¿Qué pasó en esta casa de lo que no estoy enterado? Además de que tu bebé se transformó en la reencarnación de la gula.

—Nada —se defendió—. YoonGi sólo se quedó a dormir porque quería asegurarse de que JungKook estaba bien, nada más.

—Vive a dos pasos, JiMin —le explicó como si el omega no lo recordara, a lo que JiMin viró los ojos y tomó una sartén para hacerse sus tostadas—. Estoy seguro de que no había necesidad de que se metiera a tu cama y estoy bastante seguro de que esa sonrisa que tienes no es porque durmieron y ya.

—No estoy sonriendo —frunció sus labios, sacando el pan.

—Toda tu existencia está sonriendo, ¿entiendes? —hizo un círculo con el movimiento de sus manos y JiMin se rió por lo estúpido que sonaba—. No es por presumir, pero mi enorme experiencia me dice que aquí pasó algo y tú eres terrible mintiendo.

JiMin viró los ojos y miró por sobre su hombro hacia la habitación de JungKook. El niño iba a estar recostado un tiempo antes de que pudiera recuperar su energía y él podría darse el lujo de hablar de estas cosas con su amigo para variar.

—Bueno... —antes de que se diera cuenta, TaeHyung había apoyado sus codos sobre la encimera y su mentón sobre sus manos, sonriendo contento por la inminente anécdota—. Es verdad que YoonGi se quedó para ayudarme con JungKook, pero quizás yo no quise que se fuera y lo invite a dormir en mi cama —contaba, dejando el par de rodajas de pan sobre la sartén.

TaeHyung chilló como vieja viendo una novela y se paró derecho al lado de JiMin.

—Necesito saber todo con sumo detalle.

—No seas odioso —le dio un empujón entre risas, revisando el pan para que no se le quemara—. Te dije lo suficiente, creo que puedes vivir con eso.

—Claro que no —lo miró consternado, pero el omega seguía concentrado en su tarea—. JiMin no me hagas esto y dime si ese alfa te metió su nudo o moriré aquí mismo.

Mientras sacaba el aguacate del refrigerador, JiMin resopló con gracia.

—Para tu información, no recibí ningún nudo. Él simplemente... usó sus dedos... —murmuró, apagando la hornalla.

TaeHyung volvió a chillar y a dar brincos en su sitio, más contento que el propio JiMin.

—¿Y cómo fue? —se paró a su lado una vez más, tomando su brazo—. ¿Lo hizo bien? ¿Fue un asco? ¡JiMin! —lo sacudió.

—¡Tae! —se rió—. Estuvo bien —comenzó a colocar rodajas de aguacate en el pan tostado—, fue cuidadoso, preguntó como correspondía, no sé...

—Eres terrible para esto —acusó.

—¿Qué se supone que diga?

—Cuéntame como te cuento yo —se quejó como un niño pequeño.

—No, tú me hablas hasta del tamaño que tiene su pene, no gracias, no tengo ganas de exponerme de esa manera —abrió el refrigerador y tomó la botella de agua de un litro que quedó sin vaciar—. Además, no hay mucho para decir, sólo nos besamos, pasó lo que tenía que pasar y volvimos a dormir.

Mientras JiMin tomaba su desayuno para irse a la mesa, TaeHyung miró el cielo para preguntarle a la luna por qué le había mandado un amigo tan seco. Luego lo siguió y se sentó frente a él para verlo comer.

—No sé qué sorprende más —comenzó, negando con la cabeza cuando JiMin le ofreció la segunda tostada—, si en serio dejaste que un alfa te acomode las entrañas con sus dedos o que lo hayas hecho con JungKook en casa —JiMin enrojeció e hizo un ademán para golpear su cabeza, pero TaeHyung se alejó—. ¡No me agredas!

—No planeé que así fuera, sólo pasó —se excusó.

—Claro, cuando hay ganas, hay ganas. Yo soy quien menos derecho tiene de juzgarte por eso —se encogió de hombros, apoyando su mentón sobre su mano—. ¿Y cuándo vas a dejar que cambie los dedos por su...?

—Tae —lo calló y miró un momento la puerta de JungKook—. Si JungKook sale va a poder escucharte, habla con palabras clave o no hables en absoluto.

El beta viró los ojos y se tomó dos segundos para pensar en su analogía.

—¿Cuándo vas a dejar que el pájaro se introduzca en el nido con todo y huevos, hm?

Para este punto, la cara de JiMin estaba encendida en rojo vivo.

—Te odio...

TaeHyung se carcajeó.

—¡Pero respóndeme!

JiMin le dio una última mordida a su primera tostada y levantó su mano para que el otro espere. TaeHyung se veía ridículamente contento, hacía bastante tiempo que había estado esperado por compartir este tipo de experiencias con JiMin, llámenlo metiche, pero durante mucho tiempo le preocupó que él no pudiera vivir lo que era tener toda la experiencia de una relación naciente por estar demasiado obsesionado con ser un padre. Esto era nuevo, muy nuevo, y él, más que orgulloso, estaba feliz por JiMin.

—Supongo que es algo que tendrá que pasar en algún momento, no le puse fecha, pero los dos ya sabemos que pues... lo haremos.

TaeHyung se chilló bajito.

—Hablar contigo de esto es como cuando tu hermanito menor te dice que dio su primer beso.

—No proyectes tus experiencias de la infancia en mi, Tae —JiMin lo miró con diversión, tomando su segunda y última tostada.

—Bueno, cuando le conté a Jin que ya no era virgen casi me tira un jarrón, pero yo no te voy a lanzar un jarrón, es más, te invito un trago, vamos a bailar.

—¿Quieres ir a celebrar esto? —lo miró con incredulidad.

—Siempre hay que celebrar el amor, ¿no te parece?

—Si tu lo dices...

—¡Uy! Vayamos a la discoteca que me gusta.

—¿Wild Moon?

—¡Esa! Los cócteles son fabulosos, la música es genial y puedes invitar a EunJin y a ese chico, el rubio.

—¿HyunDae?

—¡Sí! —chasqueó sus dedos.

JiMin arqueó una ceja con escepticismo.

—¿Quieres que celebremos mi vida amorosa recién estrenada en una discoteca?

—No veo nada de malo —se encogió de hombros—. No recuerdo la última vez que salimos a bailar, o que te hayas divertido. Creo que lo más parecido que tuvimos fue esa fiesta en casa de SeonJoon —hizo memoria, esa había sido una reunión de estudio que terminó en karaoke, alcohol y risas escandalosas.

JiMin suspiró.

—Bien, tendré que hablar con la señora Hwang para que cuide a JungKook. ¿Cuándo quieres ir?

—¿El viernes? Después del trabajo.

JiMin hizo una mueca.

—Haré la fiesta de cumpleaños de JungKook el sábado, voy a estar muerto.

—Oh, es verdad —chasqueó la lengua—, entonces vamos el sábado a la noche y nos regresamos temprano, a eso de las tres de la mañana.

JiMin lo pensó un momento. Lo único que le preocupaba era dejar a JungKook demasiado tiempo y no estaba seguro de a quién pedirle ayuda para cuidar a su hijo.

—Bien... déjame organizar y lo haremos.

TaeHyung aplaudió con entusiasmo antes de que JiMin lo mirara con seriedad.

—Sólo te advierto que si me dejas solo para ir a coger con alguien te quito las llaves de mi casa, ¿entiendes?

—Fuerte y claro —sonrió, apoyándose sobre sus manos—. No te preocupes, ahora estoy viéndome con alguien y estamos tratando de ser exclusivos.

—¿Eh? —lo miró anonadado, su amigo apretó sus labios con una sonrisa enorme—. ¿Y me lo estás diciendo ahora?

TaeHyung se rió.

—No quería decirte porque era muy delicado todo, pero sí, ya tenemos un mes saliendo y creo que las cosas van por buen camino.

—Aw, Tae —dejó su tostada a un lado y tomó las manos de su amigo—. ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es un alfa?

—¡Claro que es un alfa! —respondió con obviedad—. Se llama SuWoong, tiene veintinueve años y trabaja como entrenador personal, así que tiene un cuerpo ridículamente enorme, igual que su p...

—Tae —pellizcó su brazo, dejando que una limpia carcajada se colara entre sus labios—. ¿Podrías no pensar en eso un momento?

—Perdón, es que en serio es enorme —fingió una seriedad mortal y JiMin volvió a reírse, negando con la cabeza—. Ya sabes que me gustan los tipos grandes.

—Lo sé. ¿Qué diría Freud de esto? —miró al cielo un momento.

—Diría algo como que quiero matar a mi padre o una cosa así —JiMin se rió una vez más—. En fin, si las cosas salen bien con él, te lo presento.

—Obviamente —sacudió sus manos—. ¿Dónde lo conociste?

TaeHyung apretó sus labios, dudando un segundo.

—Me vas a matar.

—¿En Wild Moon? —supuso. TaeHyung asintió y JiMin sólo atinó a tomar un poco de aire antes de continuar—. Bueno, no te juzgo, sé que las primeras tres veces que conseguiste a alguien ahí no funcionó muy bien, pero...

—Me estás juzgando —hizo un puchero y JiMin trató de defenderse, pero en parte era cierto—. Yo sé que no puedo esperar encontrar el amor de vida en una discoteca, pero tampoco tengo muchas opciones para conocer gente además de ahí. ¿Quieres que me enamore de alguien del trabajo? Todos son omegas y viejos con alzheimer.

—No te burles de los pobres viejos con alzheimer, Tae —palmeó sus manos—. En serio, no te juzgo, sólo me preocupa que sea como las otras veces...

—No JiMin, esta vez siento que es diferente, tengo un buen presentimiento.

—Bueno —suspiró—, sea como sea, yo espero que salga todo bien, sabes que te apoyo en lo que sea y que nada me hace más feliz a mi que verte feliz a ti.

JiMin tomó la cara de su amigo y apretó sus cachetes.

TaeHyung se dejó hacer, contento con el buen trato.

—Gracias, Mimi —le lanzó un beso.

—No hay de qué, tonto —soltó su cara y volvió a tomar su tostada—. Cambiando de tema, me gustaría saber si estás disponible para ir a comprar las cosas del cumpleaños de JungKook estos días.

—Claro que sí —asintió y miró un momento hacia arriba, revisando su agenda mental—. Bueno, vamos a estar un poco apretados con el horario, pero sí, claro. ¿Qué planeas hacerle? ¿No era el jueves?

—Sí, pero es día de semana y todos tenemos que trabajar, así que pasaré la fiesta para el sábado en el parque HanDong. El jueves puedes venir a picar su pastel —el beta asintió con una sonrisa—. La temática será BT21, pensaba hacerla del señor fantástico, pero ya lo hice el año pasado y no quiero ser repetitivo.

—Claro, ¿pero él ahora no está obsesionado con las historias medievales? Calabozos y dragones, cosas como esas.

JiMin zumbó, pensando en ello.

—¿Crees que le guste?

—Seguro que sí, podrías rentar un castillo inflable y pagarle a alguien para que se disfrace de dragón. Estoy seguro de que a los niños les encantará perseguirlo por el parque —JiMin pudo visualizarlo bastante bien, seguramente JungKook lo amaría—. Y si quieres ahorrar, podrías decirle a YoonGi que se ponga la botarga —se rió.

—No seas tonto —empujó sus manos, riéndose con él—. No puedo aprovecharme así de Yoon...

—Papi.

JiMin miró hacia abajo y se encontró con un somnoliento JungKook.

—Tengo hambre.

—¿Es en serio? —dejó caer sus manos sobre la mesa y escuchó a TaeHyung reírse—. Kookie, hace menos de una hora te dolía el estómago.

El niño se quejó.

—Pero ahora tengo hambre...

—Bueno, pero tampoco tenemos muchas cosas para hacer un almuerzo, tengo que ir a la tienda primero.

El niño lloriqueó, recargándose sobre las piernas de su papá.

—Papi...

—Ya, ya... —se lamentó.

—Podríamos pedir algo, ¿pizza? —propuso TaeHyung.

En otras circunstancias, JiMin se habría negado, pero no tenía muchas opciones y tampoco tenía ganas de ir a la tienda y caminar con un montón de bolsas mientras JungKook lloriqueaba de hambre, tampoco quería que TaeHyung tuviera que lidiar con el malhumor del niño recién presentado, nadie sabía cómo podría resultar eso.

Con un suspiro, miró al par que esperaba una respuesta y asintió.

—Bien, pizza.

Los dos celebraron como un par de niños y JiMin se levantó para buscar su celular, pero se detuvo cuando encontró un par de mensajes de YoonGi.

—Kookie —llamó al niño, quien levantó la mirada en su dirección—. ¿Quieres ver la película de BT21 hoy con YoonGi?

—¡Sí! El señor YoonGi lo prometió.

—Bien.

—Bueno, supongo que a cierta hora me van a echar de la casa —supuso TaeHyung con aires de ofendido y JungKook lo miró con sus cejas fruncidas.

—Tío Tete, te puedes quedar a verla.

—Oh no, Kookie. Es una cita de ustedes tres, sólo estaba molestando —despeinó su cabello, viendo al niño hacer un puchero—. Nosotros tres haremos otra cosa, no puedo dejar que YoonGi me robe a mi sobrino favorito —se levantó y lo cargó en brazos una vez más—. ¿A dónde quieres ir?

—Al parque de BT21 —sonrió en grande.

TaeHyung tragó y miró a JiMin, quien se rió bajito y volvió a mirar su celular para contestar el mensaje de YoonGi.

JiMin cerró la aplicación con una sonrisa divertida en la cara, luego se dispuso a hacer el pedido de la pizza.

Cuando la noche llegó y TaeHyung se despidió del par, JiMin se sentó a jugar con JungKook en la sala mientras esperaban a que YoonGi llegara. Así era como pasaba sus fines de semana, sólo brincando de un lado a otro con su hijo mientras este le explicaba las reglas de su juego y de su mundo imaginario. Claro que había días que JiMin simplemente no podía seguirle el ritmo, pero ahora que notó la manera en la que su hijo estaba creciendo tan rápido, pensó en que debería aprovechar más este tipo de escenarios.

Así mismo, ver a JungKook jugar y ser parte de la historia se le hacía interesante como estudiante, después de todo mucho del material aprendido en clases sobre el juego infantil podía ser observado en un ambiente como este, y JiMin no sería el primer ni el último psicólogo en experimentar y observar a sus propios hijos.

—Entonces estamos bailando, así —guiaba JungKook, tomando las manos de su papá para hacerlo girar. JiMin seguía el ritmo imaginario, bailando con su hijo alrededor de la sala—. Baila papi, así —comenzó a dar brincos.

JiMin se rió, siguiendo a su hijo en cada paso de baile. JungKook tarareaba una canción que seguramente había escuchado en alguno de sus programas favoritos, dando pasos largos y cortos para tratar de armar una coreografía que lo satisficiera. Ambos debían tener cuidado de no pisar los juguetes regados alrededor, pero eso parecía agregarle un nuevo nivel de dificultad al baile que divertía a JungKook mucho más.

—¿Y dónde estamos bailando? —preguntó JiMin, sabía que JungKook era el dueño de ese mundo y él sólo era un invitado.

—En la discoteca.

JiMin parpadeó, poniéndose un poco más rígido que antes.

¿Acaso JungKook había escuchado su conversación con TaeHyung?

—¿Sí? ¿Por qué?

El niño levantó su cabeza, mirándolo con obviedad.

—Porque ahí bailan las personas —explicó— . El otro día, en el capítulo del señor fantástico, la señorita Pows fue a una discoteca a bailar y se encontró al señor fantástico investigando un caso, como un detective.

—Oh —sintió que volvía a respirar—. Bien —continuó bailando.

—Sí, ¿también van los novios ahí, verdad papi?

—Sí, bebé. A veces.

—Papi y yo somos novios —sonrió, continuando con su narrativa y con los nuevos roles dentro del juego. JiMin ladeó su cabeza—. Estamos bailando en la discoteca y nos enamoramos.

—¿En serio? —lo miró con ternura, girando con él—. Está bien.

—¡Sí! —saltó—. Entonces bailamos, y bailamos, y bailamos y... ¡boom! —se detuvo, llamando la atención de JiMin—. Ahora tienes un bebé aquí —señaló su barriga.

JiMin miró hacia abajo, enarcando una ceja. Claro que todo estaba dentro del juego, pero imaginarse en ello le hizo sentir un escalofrío.

—No sé si quiero tener un bebé, amor... —se dio el lujo de romper con la burbuja.

—¿No? Pero ya lo tienes —parecía desconcertado—. Los bebés no se pueden regresar, papi.

JiMin se quedó callado y se tomó un segundo para pensar en si ese era el momento adecuado para hablarle a JungKook sobre lo que era la maternidad y paternidad deseadas o si debería seguir el rollo del juego.

De todos modos, ¿por qué JungKook tenía que tocar justo ese tema?

De repente, se oyó el sonido de alguien tocando la puerta y JungKook salió del modo de juego para chillar contento y correr a abrir.

—¡Señor YoonGi! —saltó y movió la manija de la puerta.

JiMin tragó y miró su vientre un momento.

No, definitivamente no.

—¡Hola, chiquitín! —saludó YoonGi con entusiasmo, recibiendo el abrazo que le dedicó JungKook.

JiMin miró hacia la puerta, sonriéndole con cariño al recién llegado.

YoonGi llegaba con una bolsa de compras en su mano, recién duchado y bastante dispuesto a ver una película infantil. Despeinó el cabello de JungKook y cerró la puerta antes de que el niño tomara su mano y lo jalara dentro de la casa como si hubiera un límite de tiempo para ver la dichosa película.

JiMin le sonrió cuando YoonGi lo miró y se dio cuenta de que su estómago se revolvió de pura emoción en el segundo en el que el alfa arrugó su nariz. Lo saludó con un abrazo que duró menos de un segundo porque JungKook no dejaba de decir que debían apresurarse para organizar la noche de películas.

YoonGi había traído gaseosas, palomitas para hacer en el microondas y un par de dulces para acompañar. Los tres prepararon la sala, movieron cojines y sábanas bajo la guía de JungKook hasta que él consideró que todo se veía perfecto. Sirvieron los dulces, sacaron las palomitas del microondas y JiMin abrió Netflix.

JungKook yacía sentado en medio de los dos adultos, sosteniendo el bowl de palomitas entre sus piernas mientras YoonGi extendía su brazo sobre el sofá para rodear los hombros de JiMin.

La película comenzó, uno de los muñequitos apareció en primer plano, luciendo considerablemente triste mientras vagaba por un enorme castillo sin un rumbo aparente. A YoonGi le dio gracia la forma de su cabeza y JungKook dijo que el muñequito en cuestión tenía la forma de un corazón porque tenía mucho amor para dar.

De repente, el gracioso muñequito miró el cielo y comenzó a cantar.

—¿Es un musical? —preguntó YoonGi en un tono de lamento.

—¡Sí! —celebró JungKook, moviendo sus pies.

—Kookie se sabe todas las canciones —JiMin miró a YoonGi.

El alfa tomó un poco de aire, asintiendo y haciéndose el fuerte frente a esa nueva información.

—Bien...

JungKook no demoró en seguir las líneas de la canción como todo un profesional, haciendo ademanes con sus manos mientras seguía los pasos del muñequito que respondía al nombre de Tata y que cantaba sobre la tristeza de sentirse solo en su planeta.

Frente a cada nota alta, YoonGi cerraba un ojo y JiMin no estaba seguro si era más entretenida la película o las expresiones de sufrimiento del alfa.

—Tenías una banda, ¿no te deberían gustar los musicales? —le preguntó.

—Estoy bastante seguro de que una cosa no tiene nada que ver con la otra —le contestó con sufrimiento.

—¡Shh! ¡Esta es la mejor parte de la canción! —se quejó JungKook, dándole golpecitos en la pierna a YoonGi para que se callara.

—Lo siento, lo siento —YoonGi se tapó la boca con su mano, haciendo reír a JiMin.

Cuando la película acabó, JungKook estaba completamente dormido.

—Doce —fue lo primero que dijo YoonGi cuando JiMin regresó a la sala de estar y se lo encontró todavía sentado en el suelo frente al sofá—. Doce canciones tuvo la película —repitió—. ¿Por qué una película infantil tendría doce canciones? Frozen tiene ocho.

—¿En serio las contaste?

—Y JungKook se sabía cada una de ellas —jadeó—, a su edad yo no podía recordar más de dos oraciones de un libro —miró a JiMin, absolutamente consternado—, ¿cómo sabe doce canciones?

JiMin se rió, acercándose al alfa para sentarse a su lado.

—Ama esa película, te habrás dado cuenta, así que si quieres quedarte por aquí vas a tener que verla un par de veces también.

El alfa lloriqueó.

—Creo que ya me estoy arrepintiendo...

—¿Por un musical? Qué alfa tan debilucho —molestó.

YoonGi frunció sus cejas en su dirección y JiMin volvió a carcajearse por la expresión ofendida del otro, cubriendo su boca con su puño para no despertar a JungKook. YoonGi aprovechó la distracción y lo tomó de la cintura, atrayéndolo hacia él para pellizcar sus costillas, aumentando el volumen de sus carcajadas tanto que JiMin comenzó a darle golpecitos para que se detuviera. YoonGi se quejó en un punto, dejándolo en paz, pero fue entonces que JiMin se dio cuenta de que estaba sentado sobre sus piernas.

—Oh, ¿cómo llegaste ahí? —preguntó Min con una sonrisa—. Atrevido.

JiMin resopló y jaló un mechón de su cabello. Luego de verlo sisear, se inclinó para darle un beso en los labios. YoonGi sonrió contento, deslizando sus manos por la cintura de JiMin antes de apretarlo más contra su cuerpo, moviendo su boca lento y seguro sobre los húmedos y regordetes labios de JiMin.

Las manos del omega subieron hasta el rostro del alfa, acunando su cara mientras besaba con cuidado su boca, chupando y mordiendo superficialmente el labio inferior del otro. YoonGi no dejaba de ronronear, frotando sus manos sobre su espalda hasta llegar al inicio de su camisa de pijama, aquella manchada con pintura que había visto cuando lo ayudó a abrir su puerta.

Cuando JiMin se alejó, YoonGi se inclinó hacia adelante para deslizar sus labios contra la piel de su cuello, repartiendo un par de besos lentos sobre la carne caliente de JiMin antes de apartarse con una sonrisa satisfecha.

La respiración de JiMin era irregular para este punto, ojos profundos mirando a YoonGi desde arriba como un lobo hambriento, provocando un escalofrío de anticipación en la espalda del alfa.

—¿Sería muy atrevido pedirte ir a mi cuarto? —JiMin ladeó su cabeza, acariciando los hombros de YoonGi con sus manos, bajando hasta su pecho y de regreso.

El alfa ronroneó, apretando sus dedos en la cintura del omega antes de deslizarse hasta el inicio de su pantalón de pijama, una sonrisa ladina extendiéndose por su comisura derecha.

—Podríamos ir al mío —propuso y JiMin se mordió el labio—. Así podríamos hacer un poco más de rui...

De repente la puerta del cuarto de JungKook se abrió y ambos adultos se alejaron el uno del otro con un brinco.

—Papi... —JungKook rascaba su ojo derecho con su puño, cargando a Jojo a su lado—. ¿Puedo dormir contigo? —miró al par.

YoonGi fingía mirar una de las paredes de la casa como si fuera la cosa más interesante del mundo mientras JiMin recogía los cojines con nervios.

—¿Qué? —su padre lo miró preocupado, dejando los cojines sobre el sofá—. ¿Por qué, bebé? ¿Te asustaste con algo? —JungKook negó con la cabeza, haciendo un puchero—. ¿Entonces?

—Quiero dormir con papi, no quiero estar solito... —caminó hacia él, abrazándolo y frotando su rostro en su estómago.

JiMin miró a YoonGi con una sonrisa de culpa y el alfa negó con la cabeza, luciendo bastante consciente de que esto no era algo que ellos pudieran controlar.

—Está bien, mi amor —acarició su cabello, mirando los ojos brillantes de JungKook cuando este levantó su mirada—. Esperame en el cuarto, ¿sí?

El niño asintió y se alejó de JiMin para ir a abrazar a YoonGi.

—Hasta luego, señor YoonGi. Gracias por venir —le sonrió y YoonGi lo despeinó.

—No hay de qué chiquitín.

JungKook se fue corriendo al cuarto de JiMin mucho más contento que antes y ambos adultos, una vez quedaron solos de nuevo, se miraron avergonzados por lo que había acabado de suceder, JungKook casi los había pillado.

—Esto no puede volver a pasar —le dijo a YoonGi en voz baja mientras el alfa se volvía a acercar a él para besar su boca con cuidado—. Habló en serio.

—Entendido, cielo —sonrió y tomó sus manos, dándole otro pico que JiMin aceptó sin rechistar—. Aunque estoy bastante seguro de que quien se sentó en mis piernas fuiste tú.

—Hm —lo miró con ojos retadores, sonriendo y siguiéndole el juego—. ¿Ahora te vas a hacer el graciosito?

—Tal vez... —rozó su nariz con la propia.

—¡Papi! —llamó el niño.

Ambos adultos miraron hacia la puerta del cuarto y suspiraron cuando no vieron a nadie.

—¡Ya voy! —le dijo de vuelta y miró una vez más a YoonGi—. Vete antes de que terminemos haciendo una tontería.

YoonGi se rió y asintió, apartándose de JiMin para caminar de vuelta a la puerta, pero en el último segundo se giró y besó su boca, tomándolo por sorpresa. JiMin enrojeció y golpeó su pecho, arrancándole una risa traviesa.

—Hasta luego, lindo.

—Hasta luego, alfa —le sacó la lengua.

YoonGi se mordió el labio y lo señaló.

—Eso es jugar sucio.

—Vete —le dio un par de empujones hacia la puerta.

—Ya voy, ya voy —se alejó con las manos arriba a modo de rendición y abrió la puerta de la casa.

JiMin esperó a que se fuera, pero el alfa volvió a darse la vuelta y tomó su cara para besar sus labios una última vez. Este beso fue un poco más lento que el anterior, y JiMin se encontró a sí mismo riéndose con cariño cuando YoonGi plantó un par de besos más en su cara antes de salir y cerrar la puerta de su casa.

Él estaba tan feliz.

—Creo que esta es la primera vez que nos hablas de una experiencia que es verdaderamente sexual, te juro por la Diosa que pensé que eras asexual —dijo una sorprendida EunJin mientras barría el suelo. A su lado, HyunDae se reía mientras limpiaba una mesa.

—Podrían simplemente decir que están felices por mi en vez de dejar más en claro que hace siglos que no me cogen —JiMin se quejó, continuando con su labor en otra de las mesas.

El restaurante había cerrado hacía media hora. Los cocineros limpiaban la cocina mientras los camareros se encargaban de las mesas y el suelo del restaurante. Había sido una jornada común de un lunes a la noche, cargada de clientes y pedidos que debían ser servidos con rapidez. Las cosas marcharon como siempre y ahora que los camareros podían tomarse un descanso del ajetreado movimiento, no encontraron mejor cosa para hacer que chismear.

Lo primero de lo que hablaron fue sobre la más reciente ruptura de EunJin, al parecer se había hartado finalmente se su ex (por la sagrada Diosa) y para hacerlo oficial se cortó el cabello un poco más arriba de sus hombros, se tiñó el pelo de negro y se cortó el flequillo. HyunDae, por otro lado, contó divertido que alguien con pareja comenzó a coquetearle por instagram, a lo que él comenzó a manipular a esta persona para que diera dinero a cambio de no decirle nada a su pareja. Sin embargo, terminó diciéndoselo y ganando cinco mil wons en total.

Finalmente, JiMin creyó conveniente contar su experiencia con YoonGi, mucho más resumida y sutil que como se la había contado a TaeHyung, lo que al parecer por sí sólo era toda una novedad.

—Bueno, corazón, somos tus amigos, lo que menos debemos hacer es reírnos un poco de las cosas que te pasan, tú también puedes hacerlo —HyunDae comentó, arreglándose el flequillo sobre su frente. Siempre lindo y despampanante—. Nos contenta que hayas sido manoseado como corresponde, estamos orgullosos de ti.

—Ajá...

—¿Y qué más? ¿Hicieron algo el domingo? —preguntó EunJin.

—No, salí con TaeHyung a comer con JungKook, y en la tarde no pudimos vernos porque me dijo que iba a visitar a su hermana, así que... —continuó limpiando—. Hablando de TaeHyung, él me propuso salir a bailar el sábado, me dijo que los invitara.

A EunJin se le iluminó la cara.

—¡Claro que sí! ¿Estamos celebrando tu desvirgamiento?

—¡Ay, cállate! —enrojeció, tentado a lanzarle el trapo.

—Justo estaba pensando en salir estos días, por la Diosa —HyunDae colocó una mano en su pecho religiosamente—. ¿De casualidad TaeHyung sigue buscando su alfa soñado o ya puedo hacer mi movimiento con él?

—Haz la fila, Dae —reprochó EunJin.

JiMin viró los ojos. Sabía que ellos sólo decían esas cosas porque él ya les había dejado en claro que no le gustaba la idea de que coquetearan con su mejor amigo. Nunca llegaron a nada realmente, ninguno de los dos. HyunDae no lo conocía más que por un par de salidas, fotos y anécdotas de JiMin, mientras que EunJin era un poco más cercana porque hubo un tiempo en el que JiMin la invitó a casi todas sus salidas juntos y los dos tuvieron que hacerse cercanos de una manera u otra.

—Está saliendo con alguien, de hecho. Así que yo que ustedes me voy quitando la ilusión de encima —continuó con el juego, pasando a la siguiente mesa.

—No —lloriqueó HyunDae—. Se me acaba de romper el corazón.

—Bueno, ya va a caer —anunció EunJin con convicción.

—JiMin.

Los tres miraron a su jefe llamar al omega desde el otro lado del mostrador. EunJin y HyunDae continuaron con lo suyo como si nada y JiMin dejó el trapo a un lado, secándose las manos en su delantal antes de caminar hacia la oficina del hombre.

—¿Pasa algo, señor Kim? —preguntó con una curiosidad inocente, fingiendo que no le molestaba que el tipo usara la excusa de darle noticias con tal de tenerlo a solas en su oficina.

—Oh, nada —cerró la puerta detrás de él—, simplemente quería darte las buenas noticias lo más pronto posible —caminó hacia su escritorio y se apoyó en el borde.

JiMin se quedó en su lugar cerca de la puerta, sus manos detrás de la espalda.

—¿Las buenas noticias?

Kim asintió.

—Te quiero ofrecer el puesto de jefe de camareros.

El omega no pudo evitar que su expresión relajada se desvaneciera y diera paso a la sorpresa. El silencio reinó un par de segundos y JiMin se preguntó si acaso había alguna cámara escondida en la oficina, pero eso sería muchísimo más aterrador.

—¿De verdad? —parpadeó.

Su jefe le sonrió, contento.

—Claro que sí —asintió—. Eres uno de los mejores, a pesar del incidente del otro día sigues siendo uno de los trabajadores más dedicados, eficientes y comprometidos que hemos tenido el placer de que trabaje con nosotros.

—Oh... —no estaba seguro de si sonreír o no—. Gracias, yo...

—Felicidades, lo tienes muy merecido.

El hombre se levantó y dio un paso hacia él, tomando sus brazos para darle una pequeña sacudida como si estuviera orgulloso de él. JiMin frunció sus labios y se cruzó de brazos luego de eso, inseguro de qué se suponía que debía decir ahora.

Debería estar contento, lo sabía, pero la sonrisa simplemente no salía.

—Bueno... no lo sé, uh... ¿qué pasará con JongSu? —aquel era el anterior jefe de camareros. Siempre ocupado, siempre corriendo de un lado a otro, siempre dando órdenes, siempre hablando con el jefe.

—Él actualmente se encuentra muy ocupado con sus estudios y no puede seguir el ritmo del restaurante, hemos decidido prescindir de él por el bien del equipo —oh, lo habían despedido—. Y tú fuiste seleccionado como su sucesor, has hecho un gran trabajo hasta ahora.

—Hm... —JiMin miró hacia una de las paredes, viendo una foto de un paisaje urbano que solo estaba ahí como decoración antes de mirar nuevamente a su jefe—. Creo que... uh... tengo que pensarlo.

Por la expresión que hizo el hombre, JiMin supuso que él no había querido escuchar eso.

—¿A qué te refieres? —su sonrisa vaciló—. Es una increíble oportunidad, JiMin.

—Lo sé, pero...

—Tu pago sería el doble.

—También la horas de trabajo —argumentó y su jefe se quedó mudo un segundo—. Yo no tengo más tiempo que el que le dedico ya al restaurante, debe recordar que tengo un hijo y todavía tengo materias que dar en la universidad cuando acabe el verano. No creo que pueda cumplir con el horario requerido —antes de que su jefe pudiera refutar, él continuó—. Además, uso el transporte público, regresar a casa es difícil ahora mismo y los jefes de camareros son los últimos en irse, no podría irme más tarde de lo que me voy. No puedo.

Su jefe boqueó un momento.

—JiMin —se rió incrédulo—. ¿Estás hablando en serio?

—Lo siento —murmuró.

—Si el problema son los horarios yo podría llevarte y traerte si lo necesitas —dio un paso hacia él.

No.

—De verdad, señor Kim, no creo que sea necesario —mostró sus palmas—. Me siento muy honrado y muy agradecido de que me haya tomado en cuenta para este puesto, pero voy a tener que declinar su oferta porque no puedo acomodar mis horarios más de lo que ya lo he hecho.

—No lo entiendo, sé que te hace falta el dinero y traté de ayudarte —se acercó otro paso y JiMin tuvo que retroceder.

—De verdad que se lo agradezco —se forzó a sonreír, no queriendo que el hombre se enojara o creyera que lo estaba despreciando de alguna manera. El rechazo no solía caerle bien a los alfas y JiMin era demasiado consciente de ello, así que no pudo evitar que su estómago se revolviera por la ansiedad que le producía esta situación—. Simplemente sé que no voy a poder cumplir con mis obligaciones como es debido, p-pero EunJin es bastante responsable, siempre llega temprano, más que yo incluso, siempre está atenta de nuestros clientes más quisquillosos, si necesita a alguien para el puesto creo que ella es una excelente...

De repente, el alfa lo tomó del brazo cuando él hizo amago de alejarse un paso más.

—Te quiero a ti, JiMin.

El omega enmudeció, mirando los ojos de su jefe fijos en los suyos, tan mortalmente serio en sus palabras que JiMin no estaba seguro de que él se estuviera refiriendo necesariamente al puesto libre.

Con su corazón latiendo desbocado, JiMin abrió la boca—. Suélteme, por favor.

Tan rápido como sucedió, Kim lo soltó.

—Disculpa —dijo, carraspeando y dando un paso hacia atrás—. Lo siento si te incomodé —ahora parecía bastante consciente de que lo que sucedió no era algo normal.

JiMin se tragó el pánico y negó con la cabeza.

—No pasa nada...

—No JiMin, de verdad lo siento —pero el omega no quería seguir escuchando—. Creo que me dejé llevar un poco, no quiero que pienses que soy un insensato, es solo que creí que ibas a estar contento con el puesto.

—Sí, no se preocupe. Lo siento por rechazarlo, es solo que no me conviene —le dedicó una sonrisa torcida y dio un par de pasos hacia atrás, tomando la perilla de la puerta con torpeza por el temblar de sus manos—. ¿Ya me puedo retirar?

El hombre lo miró un momento, casi como si estuviera preguntándose qué hacer. JiMin tragó una vez más, rezando para que la conversación acabara ahí.

—Sí... —murmuró—. Puedes retirarte.

JiMin le dedicó una leve inclinación como despedida, esperando arreglar un poco del orgullo del alfa con eso, y se marchó lo más rápido que pudo.

Cuando salió de la oficina, caminó hacia el baño y se encerró en el primer cubículo que encontró, dejando que su respiración irregular hiciera eco en las paredes del vacío espacio.

Lágrimas se acumularon en sus ojos, su corazón desbocado latiendo contra su pecho por el susto que había soportado. JiMin se recordó a sí mismo que el tipo no habría podido hacerle nada, había muchas personas todavía en el restaurante como para que alguna acción quedara impune, pero él ya se había imaginado lo peor cuando Kim lo agarró del brazo y el terror todavía recorría su sistema.

De repente, escuchó la puerta principal abrirse y secó sus lágrimas con el papel del cubículo, tratando de regular su respiración.

—¿JiMin? —la voz de EunJin rebotó en el espacio.

—¿Qué pasa? —preguntó luego de tragar.

—¿Estás bien? Tenías la cara pálida cuando saliste, ¿qué pasó?

JiMin tomó un poco de aire.

—Sí, sí, estoy bien —carraspeó para aclarar su voz—. Creo que se me bajó la presión o algo así. Estoy mareado —mintió.

—Mierda, espera aquí, te traeré algo dulce.

Él no tuvo tiempo de decirle nada cuando la omega ya había salido del baño, pero eso había sido lo mejor que se le había ocurrido. Decidió salir para enjuagar su cara con agua fría y se negó a pensar en lo sucedido un segundo más.

EunJin le ofreció una barra de chocolate que tenía en su bolso, JiMin la aceptó y la calmó cuando le explicó que había sido una tontería. El señor Kim no volvió a salir de su despacho después de eso y JiMin se apresuró en terminar sus labores para poder irse a casa de una buena vez.

—¿Está todo bien, JiMinie? —la preguntó la señora Hwang mientras él salía de su casa con JungKook en brazos—. Te ves un poco angustiado...

—Ah, fue un largo día, no se preocupe —decidió decir sin notar el temblor de su voz—. ¿Cuánto le debo? —miró a la mujer luego de salir por la puerta.

—Oh no, déjalo así —negó con su cabeza y sus manos.

—Pero señora Hwang...

—De verdad, JiMinie, no pasa nada —ella le sonrió, apretando uno de sus cachetes—. Ve a casa a dormir, te hace falta un buen sueño.

JiMin se sintió culpable, pero no logró convencer a la señora de pagarle lo que le debía, así que se metió en el ascensor para bajar a su piso y llevó a JungKook a la cama antes de que las ganas de llorar lo rompieran por completo.

Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que comenzó a tocar el timbre de la casa de YoonGi con desespero, pero se quedó en el pasillo con las piernas temblando, ojos lagrimeando y sollozos siendo callados en su garganta.

YoonGi tardó unos horribles diez minutos en abrir la puerta, pero cuando lo hizo, JiMin se lanzó a sus brazos.

—¿JiMin? —preguntó medio dormido, rodeándolo con sus brazos sin pensarlo demasiado—. ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

Entre los brazos de YoonGi, él sintió que podía ser honesto.

—No... —él sollozó—. No lo e-estoy.

YoonGi frunció sus cejas con preocupación y lo arrulló, frotando sus manos contra su espalda a modo de consuelo.

—Está bien, esta bien —murmuró sobre su sien—. Aquí estoy, no te preocupes.

JiMin se aferró a YoonGi y comenzó a llorar, gimiendo en voz baja lamentos sobre lo asustado que estaba, sobre lo mucho que odiaba su trabajo, sobre el asco que le tenía a su jefe y cientos de cosas más que se había tragado con el tiempo. YoonGi lo escuchó atentamente, se meció con él para arrullarlo, le aseguró que estaba ahí para él y lo siguió hasta su cama para velar por sus sueños también.

Era un poco aterrador pensar en lo fácil que YoonGi calmaba su ansiedad, en lo fácil que fue para él calmar su desconsolado llanto. Darle tanto poder a alguien podría ser fatal, depender de otro para ser feliz era terrible, pero mientras JiMin se quedaba dormido entre los brazos de YoonGi, a la par que escuchaba al alfa decirle que podía contar con él para lo que sea, JiMin no tuvo miedo en absoluto.

En ese momento, cuando su corazón dejó de latir con miedo, JiMin se preguntó dónde había estado YoonGi toda su vida.

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