CAPÍTULO DIECISIETE

JiMin y YoonGi rieron suavemente contra sus bocas cuando cayeron sobre el colchón esa noche. Besos fogosos y húmedos rellenaban el silencio mientras manos traviesas se escurrían entre sus ropas y sus cuerpos, tocando de aquí a allá como si estuvieran buscando algo en particular.

Había cierta sensación de apuro en el aire porque JungKook se encontraba en la otra habitación y hacía relativamente poco tiempo que se había quedado dormido, además, YoonGi tenía cosas que hacer en la mañana y JiMin no quería ser la razón de que el alfa llegara tarde a trabajar, así que debían ser veloces y acabar pronto antes de que se hiciera mucho más tarde.

Un poco más temprano esa noche, después de compartir un suave vals bajo la tenue luz de la cocina, los tres se sentaron en el sofá para ver un poco de televisión. Sin embargo, JungKook no duró mucho, el cansancio de todo el día atacó su cuerpo de nuevo y a las diez de la noche ya estaba en cama otra vez. JiMin y YoonGi se quedaron en la soledad de la sala sin segundas intenciones de por medio más que pasar un tiempo de calidad juntos, pero en algún momento de la velada sus labios se encontraron en un beso casto y suave que se profundizó más de lo que habrían querido, y quizás YoonGi atrajo a JiMin un poco de más encima de su cuerpo y el omega tal vez se calentó demasiado rápido por ello.

Así que, después de ese pequeño espectáculo, ellos encontraron su camino a la cama de JiMin y sin intenciones de detener el rumbo de sus caricias.

YoonGi le quitó la camisa a JiMin con una necesidad hambrienta en su respirar y deslizó sus labios sobre el pecho desnudo de su novio con adoración. JiMin se mordió el labio para no gemir tal fuerte y se aferró al cabello negro de YoonGi mientras este mordía y chupaba la delicada piel del omega. Los pequeños sonidos de succión le provocaban escalofríos a JiMin y, sin poder evitarlo, él se retorcía bajo su pesado cuerpo a consecuencia. El calor no lo dejaba respirar correctamente y las prendas de ropa restantes comenzaron a ser molestas entre más aumentaba la necesidad de fundirse con YoonGi tanto como fuera posible.

Ellos pudieron haber ido a la casa del alfa, pero la necesidad picó tan fuerte en sus cuerpos que la racionalidad la dejaron en otro lado.

Cuando YoonGi creyó que había dejado una cantidad de mordidas considerable en el pecho de JiMin, el alfa volvió a subir hasta su rostro y besó sus labios profundamente, rozando el paladar de JiMin con su propia lengua y arrancándole un suspiro que murió en el interior de su boca. JiMin tenía sus piernas enganchadas en la cintura del alfa, quien no perdía el tiempo de deslizarse hacia adelante y atrás con cuidado, tentando la paciencia del omega al acariciar sus ingles juntas en un vaivén suave y torturador.

—Por favor dime que tienes un condón en tu bolsillo —murmuró sin aliento JiMin contra la boca de su novio en el segundo que se separó para respirar, ojos cerrados y manos acunando la cara de YoonGi mientras trataba de darle batalla a la lengua del alfa.

Entonces YoonGi se apartó un par de centímetros y JiMin persiguió sus besos, aturdido.

—De hecho —dijo con un resoplido y rebuscó en el bolsillo trasero de su pantalón, de donde sacó un condón. JiMin agrandó los ojos y el alfa jadeó una sonrisa—. Después de lo de ayer, supuse que tendría que estar preparado.

JiMin se tomó un momento para reírse suavemente y atrajo una vez más a YoonGi hasta su rostro, haciendo que el alfa se recostara contra su cuerpo suavemente para empezar con una nueva ronda de besos lentos. Sus lenguas volvieron a enredarse una contra la otra a la par que YoonGi encontraba un ritmo seguro contra la entrepierna de JiMin.

Entonces, mientras el omega sentía el sofocante calor de la excitación hacerle perder la cabeza lentamente, un par de golpes fuertes contra su puerta lo hicieron empujar lejos el cuerpo que yacía sobre él, provocando que YoonGi cayera de lleno al suelo en un ruido seco.

—Mierda —se quejó el alfa.

—¡JungKook! —el omega se sentó en la cama con terror y se dio cuenta de que la puerta tenía el seguro puesto—. Mierda, YoonGi —miró al alfa a su lado en el suelo, quien yacía boca arriba con una mueca en el rostro—. ¿Estás bien?

—¡Papi! ¡Abre la puerta! —pidió el niño y JiMin se dio cuenta de que su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar—. ¡Papi!

JiMin se bajó de la cama con las piernas temblorosas, abrió la ventana para apartar el aroma a excitación y YoonGi tomó una almohada para tapar su propia erección. El omega se colocó la camisa del pijama otra vez y trató de recobrar el aliento mientras su hijo pedía en el borde del llanto que le abriera la puerta y lo dejara pasar.

Cuando JiMin abrió la puerta, JungKook corrió hacia su cama y se subió de un salto, acurrucándose en un rincón mientras abrazaba con fuerza a su fiel compañero Jojo. No pareció notar los rostros acalorados del par de adultos ni el aroma en el aire, parecía más ensimismado en tratar de no ponerse a llorar y JiMin agradeció eso porque no tenía ganas de responder preguntas.

—Papi, tuve una pesadilla —murmuró con su cara contra la almohada de JiMin—. No quiero dormir solito —lloriqueó—. Tengo miedo, papi —sorbió su nariz.

JiMin suspiró y miró a YoonGi, quien parecía estar haciendo un gran esfuerzo para no demostrar lo decepcionado que estaba en ese momento y sólo recibió una sonrisa que trataba de ser comprensiva, pero que JiMin sabía era un poco de mentira. Él no iba a negar que estaba igual de decepcionado, pero no podía darle la espalda a su hijo, así que miró a su novio con una expresión de disculpa y caminó hacia la cama para sentarse en ella.

—¿Qué soñaste, amor? —le preguntó, acariciando su cabello.

—Soñé que te secuestraban, papi —sorbió su nariz, asomándose por encima de la cabeza de su peluche—. Te llevaban muy lejos y... y... y yo no podía ayudarte porque... porque era muy chiquito... —sollozó suavemente y a JiMin se le estrujó el corazón.

—Ay, mi amor. Tranquilo, ya pasó, nadie me va a llevar a ningún lado —se inclinó para besar su frente un par de veces—. Solo fue un sueño feo.

YoonGi, quien seguía sentado en el suelo, suspiró.

—Tiene razón, chiquitín. No te preocupes. Fue solo una pesadilla.

JiMin le dedicó una sonrisa amorosa.

—¿Qué es esto? —preguntó de repente el niño y JiMin sintió que su cara se palidecía cuando reconoció el paquete del condón entre sus manos.

—¡Nada! —se lo arrebató de las manos y lo tiró con fuerza a una de las esquinas del cuarto, pero terminó cayendo en la cara de YoonGi.

—¡Ay! —el alfa se sostuvo el rostro y JungKook comenzó a carcajearse.

—¡Perdón, perdón! —se lamentó JiMin, sondeando la cara de YoonGi con sus manos mientras JungKook se seguía riendo—. Lo siento, Yoon, perdón —tomó sus mejillas cuando el alfa levantó su rostro, su nariz roja y sus ojos lagrimeando—. ¿No te lastimé?

—Creo que solo tengo el corazón lastimado —murmuró con un puchero.

—No me digas eso —se quejó, arrepentido—. Ven, ven —besó su frente—. Lo siento.

Entonces, las risas de JungKook se detuvieron.

Cuando YoonGi abrió los ojos, se dio cuenta de la mueca enojada del cachorro.

Oh no.

—¡Papi, no! —el niño tomó el brazo de JiMin y lo apartó de YoonGi—. Los besitos son míos —exigió, tirando hacia él para que se acostara a su lado—. El señor YoonGi está bien, a él no le tienes que dar besitos.

—Ay, Kookie. No seas así —JiMin lo volvió a recostar en la cama, pero el niño seguía buscando su mano para jalarlo hacia él—. Tienes que aprender a compartir, cuando tu te lastimas también te doy besi...

—¡No! —se quejó y comenzó a lloriquear, tirando de su papá—. ¡No, no, no! —negaba con la cabeza.

El omega tomó aire y suspiró profundamente, luego miró a YoonGi con cansancio. El alfa parecía aturdido con los gritos.

—Lo siento, puedes irte a tu casa.

—¿Seguro? No quiero dejarte solo.

—Está bien, no te... —JiMin sintió otro tirón y miró enojado a JungKook—. Park JungKook, ya basta —lo calló—. Si quieres dormir aquí compórtate o te llevo a tu cuarto otra vez —amenazó con voz severa y el niño hipó entre sollozos, bajando el tono de su llanto—. ¿No quieres eso, verdad? —JungKook negó con la cabeza—. Bien.

Cuando JiMin volvió a mirar a YoonGi, el alfa tenía los ojos agrandados en sorpresa y las mejillas nuevamente sonrojadas.

—¿Yoon?

El alfa carraspeó y se levantó, todavía abrazando la almohada.

—Creo que tienes todo bajo control aquí, será mejor que me vaya.

—Eso creo —lo miró con tristeza—. Quizás para la próxima, ya sabes...

YoonGi asintió, ahora se veía un poco más tranquilo.

—Está bien —se inclinó hacia JiMin, quien se congeló en su lugar y él rápidamente se dio cuenta de que no podría despedirse con un beso como habría querido, así que simplemente apretó sus labios en una sonrisa tensa y se apartó otra vez—. Nos vemos.

—Nos vemos... —tomó la almohada cuando YoonGi se la dio y vio al alfa apartarse para salir de la habitación.

Cuando escuchó la puerta de entrada cerrarse, él suspiró y miró a su hijo.

—Ahora a dormir.

JungKook asintió y se acurrucó contra JiMin cuando el omega se recostó a su lado.

—Te quiero, papi —le dijo con un puchero.

JiMin suspiró y peinó su negro cabello hacia atrás.

—Yo también te quiero, mocosito —molestó y besó su frente—. Aunque a veces me hagas enojar...

JungKook resopló y metió su nariz en el cuello de su papá.

Mientras trataba de quedarse dormido, JiMin pensó en lo frustrado que debe haber sentido YoonGi en ese momento.

Era un pensamiento un poco irracional en este punto, pero no podía evitarlo, él simplemente esperaba que YoonGi no se hartara de ellos.

Así que, faltaba poco para que empezaran las clases.

JungKook comenzaría las clases en una semana y JiMin lo haría la semana siguiente. Las vacaciones habían acabado y septiembre seguía avanzando sin piedad alguna para el pobre padre (no tan soltero) que no recordaba dónde es que había dejado los tuppers de comida ni la última vez que los usó. Sería una mierda que no los pueda encontrar porque sino tendría que agregarlos a la compra y definitivamente no podría poner a prueba su presupuesto de esa manera.

Por si fuera poco, JiMin también debía comprarle un par de camisas nuevas y un par de zapatos nuevos a JungKook porque al parecer su hijo había pegado un pequeño estirón en el verano. También debía conseguir un par de cuadernos nuevos y una cartuchera ya que la anterior se había roto después de tanto tiempo de eso. Entre otras cosas, lo único pesado de conseguir sería el uniforme y ya había organizado con TaeHyung para ir en la semana cuando su amigo no tuviera que trabajar.

Y todo eso lo había dejado para el último minuto.

Esa mañana de lunes, JiMin solo había logrado encontrar dos de los tres tuppers que había comprado al inicio del año y nada más una de las tapas.

Qué terrible.

—Papi —llamó el niño.

JiMin escuchó las patas de Holly correr por la sala después de haber estado jugando con JungKook en su habitación. Con YoonGi habían llegado al acuerdo de cuidar al perrito mientras él no estuviera para que Holly no se quedara solo durante la mañana y a JiMin siempre le venía bien encontrar una distracción para JungKook que no implique ver televisión.

—Estoy un poco ocupado ahora, mi amor —le dijo mientras seguía sacando las cosas de los gabinetes en la parte de abajo de la cocina, Holly se acercó para olfatear y lamer su brazo—. Ah, tú también... —lo apartó con cuidado.

—Pero papi, mi bolsito está roto.

—¿Qué? —se giró con espanto para encontrarse con JungKook parado en la entrada de su habitación sosteniendo la mochila que llevaba consigo a todos lados, incluso al colegio—. Ah, ¿justo ahora? —se acercó a él para tomarla, Era del Señor Fantástico así que era algo así como uno de los objetos más preciados para él y una de las correas estaba rota—. Ay...

El material ya estaba gastado, se veía que los hilos se habían roto por el esfuerzo de tanto tiempo y JiMin trató de imaginarse cómo podría coserlo para que siga funcionando.

—¿Fue Holly?

—No —negó con la cabeza—, yo estaba tratando de jugar al alpinista y la arranqué por accidente, pero es que hubo una tormenta en la montaña y hacía mucho viento, casi no salgo vivo —se lamentó—. ¿Lo puedes arreglar?

—Lo voy a intentar —suspiró—. Voy a buscar el hilo y la... —fue interrumpido por su celular—. Por la Diosa, ¿y ahora qué?

JiMin regresó a la cocina para tomar el aparato y se encontró con el nombre de TaeHyung brillando en la pantalla. No demoró en contestar y con un suspiro se colocó el celular en la oreja.

—¿Qué p...?

¡NamJoon comenzó a seguirme en Instagram! —gritó Taehyung del otro lado, aturdiendo momentáneamente a JiMin—. ¿Qué hago? ¿Cómo me encontró? No me puedo meter en otra relación, ¡me voy a morir!

El omega miró un segundo al techo, imaginando que la luna le mandaba fuerzas. JungKook también miró el techo sin entender qué había ahí.

—Tae...

Pero es aterrador que me haya encontrado, ¿cómo lo hizo? Ni siquiera tengo mi nombre completo ahí.

—Tae, yo se lo di —aclaró.

¿Qué? —preguntó escandalizado—. JiMin, entiendo que me quieras ver con un tipo guapo por una vez, ¡pero está casado!

—No lo está, el anillo es para espantar pretendientes —explicó con calma mientras dejaba la mochila de JungKook para caminar a su habitación en donde tenía guardados el hilo y la aguja—. YoonGi me lo dijo ayer, pero olvidé contarte.

¿Como esa peli de Adam Sandler? —preguntó asombrado.

—Sí, pero invertida y sin el viaje a Hawaii.

Whoa... —se quedó un momento en silencio—. ¿Entonces no estoy rompiendo un matrimonio?

—No, Palmer —bromeó y rebuscó entre los cajones de su armario—, pero ten cuidado porque es amigo de YoonGi y no quiero que las cosas se pongan incómodas.

Por supuesto, Mimi. Desde lo que pasó el otro día juré ser más cuidadoso con los alfas y así será, voy a ir tranquilo, pero no sé, ¿debería seguirlo de vuelta?

—Claro —sacó la pequeña caja en la que guardaba las cosas y salió de la habitación—, se ve que ambos están interesados, podrías subir una story a ver si la responde —caminó a la mesa y se sentó en una silla, en donde JungKook ya lo estaba esperando pacientemente—. Sube algo tranquilo, no demasiado coqueto porque sería muy obvio.

Correcto, eso haré —se rió con emoción—. Te aviso cómo sale.

—Por favor.

Cuando TaeHyung colgó, JiMin se dispuso a sacar el hilo y la aguja de la caja. No era la primera vez que cosía algo, ya había tenido que lidiar con accidentes relacionados con Jojo, así que podía con eso. Así mismo, JungKook encontraba entretenido ver a su papá hacer su trabajo como un experto, Holly sentado en el suelo a su lado, mirándolo de igual manera.

Entonces, el celular de JiMin sonó una vez más.

Sólo que esta vez era YoonGi.

—¿Hola? —preguntó con duda.

—JiMin, hace dos meses NamJoon me invitó a la fiesta de este tal Jackson en su discoteca y ahora me acaba de decir que me des-invitó para llevar a TaeHyung —dijo sin titubeos—. Te aviso que ahora estoy enojado con él y no tengo ganas de verlo hasta nuevo aviso por robarme a mi mejor amigo.

JiMin se quedó en silencio un momento.

—Bueno... —trató de no reírse—. No creo que lo haya hecho a propósito, tal vez fue algo que salió de repente, ¿te gusta mucho Jackson?

—No tengo la menor idea de quién es —admitió y JiMin se carcajeó—, pero me había invitado a mi, así que ahora voy a estar enojado hasta que me lo compensen.

—Ya veo, gracias por avisarme —viró los ojos con diversión—. Le haré saber a TaeHyung tu opinión al respe...

Su celular vibró y se dio cuenta de que tenía una llamada entrante de su amigo.

Por la luna, ¿ahora qué?

—Espera, TaeHyung me está llamando.

¡Dile que estoy enojado!

JiMin colgó con una risita y le contestó a su amigo.

—¿Sí?

¡Adivina!

—¿Te invitó a ver a Jackson?

TaeHyung se quedó un segundo callado.

¿Tienes cámaras en mi jodida casa?

JiMin se rió.

—No, justo acabo de hablar con YoonGi —explicó y le quitó a JungKook la aguja y el hilo cuando este trató de tomarla—. Resulta que la invitación era suya, ahora está enojado contigo.

¿Qué? ¿De verdad? —jadeó—. No sabía que era fan de Jackson.

—No sabe ni quien es.

¿Eh? ¡Entonces que no joda! —se carcajeó y JiMin lo siguió. JungKook solo lo miraba con extrañeza—. Qué me importa, ¡voy a ver a Jackson!

—Necesito que le pidas un autógrafo para mi, o algo, arrancale un mechón de cabello, lo que sea.

Lo intentaré —y por su tono, lo decía bastante en serio—. Oh, ¿no sería un plot twist muy gracioso que me acueste con él?

JiMin resopló con gracia.

—Lo sería, pero no lo hagas, por favor.

No, a ver... no creo que se me dé la oportunidad...

—Tae...

Ya sé, ya sé —JiMin pudo imaginar a su amigo hacer una expresión inocente del otro lado de la línea.

—Solo disfruta de la que seguro será la mejor cita que has tenido hasta ahora y deja a Jackson en paz, seguro NamJoon es igual de interesante que él.

Sí, cuento con eso —y por su tono, él había entendido perfectamente lo que JiMin intentó decir—, pero no es sólo eso. ¿Adivina que? Al parecer él consideró que era algo muy "banal" para una primera cita y me invitó a cenar hoy, ¿sabes a dónde? A Gochi.

—Wow, caro —levantó ambas cejas y sintió que JungKook tomaba su mano, cuando lo miró, el niño estaba empujando su mochila hacia él mientras murmuraba un pequeño pedido para que siguiera cociendo su mochila—. Espera, Kookie —le susurró y volvió al celular—. Supongo que trabajar con gente famosa trae sus beneficios.

TaeHyung tarareó.

¿YoonGi no será igual?

—¿Trabajar con gente famosa? Tiene un taller, no sé si...

Me refiero a que quizás tenga mucho dinero —explicó con gracia—. Desde lo del parque de diversiones estoy dudando. ¿Cómo puedes comprar una entrada a ese parque sin sentir que te acabas de acabar el sueldo del mes y luego, casualmente, compras una bicicleta?

—Estoy contigo en eso, pero supongo que son gustos que se puede dar alguien que es jefe —se encogió de hombros—, pero creo que NamJoon y él están en lugares muy diferentes. Además, tienen vibras muy diferentes, NamJoon casi parece un CEO, YoonGi es... mucho más casual.

¿Tendría que vestirse como CEO para ser millonario? —preguntó con un tono juguetón.

JiMin pensó un momento en ese escenario y sintió que su cara se calentaba por la imagen de un YoonGi metido en un ceñido y elegante traje de tres piezas, su largo cabello negro peinado hacia atrás y su rostro apacible mirando hacia algún lado azaroso, con sus manos se metidas dentro de los bolsillos de su saco, modelando casualmente.

Sin embargo, fue interrumpido cuando sintió su celular vibrar contra su oreja y tuvo que apartarse de la llamada para ver qué era.

—Hablando del rey de roma —ironizó con gracia—. Me tengo que ir, Tae. Después me cuentas qué tal resulta la cita.

¡Claro!

Le colgó a su amigo y contestó la llamada de YoonGi. Para ese punto, JungKook ya se había hartado del trabajo sin terminar y se levantó de la mesa para ir a jugar con sus juguetes y con Holly.

—¿Sí?

¿TaeHyung sabe que estoy enojado?

—Oh, totalmente —asintió el omega.

Perfecto —dijo satisfecho y JiMin se rió suavemente—. Cambiando de tema. Te quiero proponer algo.

—¿Oh? ¿Así tan repentinamente? —sonrió—. ¿Qué es?

Bueno, mi familia está un poco harta de que hable de ti todo el tiempo y no poder darle un rostro al nombre, así que esta es una invitación formal para que me acompañes uno de estos días a un almuerzo en la casa de mis padres.

JiMin se quedó mudo un momento.

—¿De verdad? —un sonrojo comenzó a subir por su cara—. ¿A casa de tus padres?

Por supuesto, lamento hacerlo por aquí, pero me acaban de enviar el mensaje y entre más pronto te invite, mejor.

—No es como que tenga una agenda muy apretada, Yoon —frunció sus cejas con ternura.

Definitivamente la tienes, si no fuera por el trabajo, te invitaría a salir todas las noches.

JiMin apretó sus labios para tratar de no dejar que una sonrisa tonta subiera por su cara.

—Ya veo —sonrió suavemente, el calor de su cara no sólo se acumulaba en sus orejas, sino que también bajaba hasta su pecho, en donde su lobo contento movía la cola de pura emoción—. ¿Sólo yo? —preguntó con gracia, aunque sabía la respuesta.

No, JungKook y tú, obvio. Todavía no sabemos si haremos una parrillada en la piscina o un almuerzo más tranquilo, supongo que depende del clima.

—¿Piscina? —agrandó un poco sus ojos— ¿Tus padres tienen piscina?

Sí, ¿por qué?

La idea de que la casa de la infancia de YoonGi tuviera una piscina cambiaba un poco la imagen que se había hecho en su cabeza sobre el pasado de su pareja. ¿Quizás TaeHyung tenía un poco de razón en sus conclusiones o era solo una coincidencia?

—Por nada... —carraspeó—. ¿Qué día exactamente?

Todavía no estamos seguros porque mi hermana tiene cosas que hacer en el trabajo esta semana y mi papá tiene un par de viajes de negocios y demás, pero cuando me confirmen la fecha te voy a decir.

—Está bien, le diré a Kookie. El próximo lunes él empezará clases, así que una noticia como esta seguro lo va a animar.

¡Oh! ¿Tan pronto?

—Han pasado casi cuatro meses, Yoon —arrugó su nariz con diversión.

¿De verdad? —el alfa parecía impresionado—. Todavía tengo la sensación de que los conocí ayer.

—Eso es lindo —admitió risueño—. Yo también lo siento así.

Entonces el calor de su pecho se intensificó y pudo reconocer que no solo era una emoción suya.

Esto de tener un lazo a veces era extraño.

¿Quieres que cuide a JungKook hoy?

—YoonGi no puedes cuidar a JungKook todos los días —JiMin negó con la cabeza, tan enternecido como divertido por el tono que el otro había usado.

¿Por qué no?

JiMin rió, imaginando el puchero que estaba haciendo el alfa del otro lado.

—Pues no deberías dejar sin trabajo a la señora Hwang, piensa que ella no tiene más nada que hacer que ver a sus nietos los fines de semana —escuchó un bufido y no pudo evitar reírse—. Solo te estoy molestando, claro que puedes cuidarlo si es lo que quieres, Yoon.

Ah, eres cruel conmigo —se lamentó, pero se oía satisfecho—. Hoy voy a llegar temprano, ¿quieres que les lleve algo?

En otro momento JiMin habría rechazo la solicitud, pero ahora, pensar en que su alfa les llevara algo le hacía sentir hogareño y cálido.

—¿Ramen instantáneo? No tengo ganas de cocinar —frotó la tela de la correa de la mochila de JungKook con su dedo.

A la orden. Nos vemos, bebé.

JiMin apretó sus labios con una sonrisa vergonzosa y bajó la mirada con bochorno.

—Nos vemos, Yoonie.

Una vez finalizó la llamada, JiMin dejó su celular en la mesa y continuó cosiendo la mochila. A unos metros de él, sentado frente a la televisión apagada, JungKook jugaba con sus juguetes y le hacía una especie de obra a Holly mientras el perrito sólo lo miraba mover las figuras de un lado a otro. JiMin observó el escenario un par de largos segundos y sonrió, luego tomó una foto y se la envió a YoonGi. Según palabras del propio alfa, ese era un escenario que derretiría el corazón de cualquiera y JiMin estaba totalmente de acuerdo.

Cuando terminó de asegurar la correa rota de nuevo en su lugar, JiMin se levantó de la mesa y caminó hacia JungKook para sentarse detrás de él y abrazarlo, interrumpiendo su pequeña sesión de juegos.

El niño se dejó abrazar entre risas y le mostró a su papá su figura del Señor Fantástico.

—Estaba a punto de salvar al mundo, papi.

—¿Ah sí? —preguntó impresionado—. Sigue en ello, ya no te interrumpo.

—¿Terminaste de arreglar mi mochila?

—Sí, ¿quieres ver?

JungKook negó con la cabeza y le entregó otro de sus muñecos, una pequeña figura de Sonic desgastada.

—Toma, tú serás el malo.

—¿Pero Sonic no es bueno siempre?

—Es que se tomó una poción malvada.

—Oh, está bien —apoyó su mentón en el hombro de JungKook y comenzó a mover al pequeño muñeco—. "Soy Sonic y soy el malo más malo de todos, muajajaja" —fingió una voz graciosa que hizo reír a JungKook.

—No te dejaré, Sonic —retó JungKook y arremetió contra el pequeño juguete.

JiMin peleó con él durante lo suficiente como para que JungKook diera por derrotado a Sonic y luego hizo los ademanes de estar haciendo un antídoto para su maldad. Mezcló todo en vasos de juguete vacíos, hizo sonidos que representaban la magia y tomó a Sonic para dárselo.

—"Oh, gracias Señor Fantástico, me curó" —decía JungKook, fingiendo una nueva voz—. "Sí Sonic, ahora estás a salvo, ¡vamos a salvar el mundo juntos!" —sacudió su figura de superhéroe—. "¡Sí!" —se respondió a sí mismo y los hizo volar.

JiMin se rió con ternura, ahora apoyado contra el sofá. Holly había perdido el interés y se fue a tomar una siesta en la cama que YoonGi le había llevado esa mañana.

—Kookie —llamó JiMin mientras apretaba una pequeña pelota entre sus manos.

El niño lo miró.

—¿Sí, papi?

—¿Sabes? —movió sus cejas, provocando que la curiosidad del niño aumentara—. YoonGi nos invitó a comer a casa de sus padres uno de estos días. ¿Qué te parece?

—¿A comer? —parpadeó—. ¿Qué vamos a comer?

JiMin se encogió de hombros.

—No sé, pero seguro será algo rico.

El niño lo pensó un momento.

—¿Y por qué nos invitó?

—Porque los padres de YoonGi nos quieren conocer.

—¿Por qué?

—Porque... somos... muy amigos de YoonGi.

El niño asintió.

—Está bien —sonrió y volvió a mirar sus juguetes.

JiMin resopló con gracia y siguió mirando a su hijo jugar.

Sabía que tendría que tener una charla más profunda al respecto y no estaba seguro de qué esperar exactamente. Ni siquiera él estaba seguro de qué opinaba JungKook con el tema de las relaciones o, mejor dicho, lo que opinaba al respecto de ver a su papá en una relación con nada más y nada menos que su vecino Min YoonGi. Él sabía que usualmente los niños podían asumir que estaban en una especie de competencia y se le hizo claro cuando JungKook lo alejó de YoonGi la otra noche.

¿Debería tener esa conversación él solo o sería más prudente tenerla con YoonGi presente? No estaba seguro, pero de todos modos, JungKook no podía seguir yendo por la vida sin saber que su papá estaba en una relación.

—Kookie.

—¿Sí?

—¿A ti te agrada YoonGi?

—Sí —respondió seguro—, es mi amigo.

—Sí... a ver —tomó a su hijo y lo sentó frente a él para poder tener esta charla—. ¿Qué opinas de YoonGi? En general.

JungKook no parecía entender exactamente lo que quería decir JiMin, pero el omega no sabía de qué forma preguntarle lo que quería sin tener que meter la palabra "padre" en el medio.

—Me agrada el señor YoonGi.

—Sí, pero...

—Es como tú —sonrió—. Es mi papá-amigo.

JiMin agrandó los ojos.

—¿A qué te refieres? —preguntó—. ¿Qué significa ese apodo?

JungKook apretó sus labios y miró un segundo hacia arriba, pensativo.

—El señor YoonGi es mi amigo porque juega conmigo y me hace reír mucho, pero también hace las mismas cosas que tú haces papi y es un adulto grande como tú —explicó.

JiMin pensó en esa pequeña explicación.

—Pero TaeHyung también hace esas cosas y a él no lo llamas así, tú lo llamas "Tío Tete".

—Porque me dijiste que él era mi tío —dijo como si fuera obvio.

Oh, claro.

Desde el primer día, JiMin se había referido a su mejor amigo como el tío de JungKook, le había puesto el apodo mucho antes de que su hijo pudiera pensar en uno y lo sentenció a ser un tío para toda la vida. Por otro lado, YoonGi era solo YoonGi, él era el vecino que había arreglado su puerta un día, que se había metido en su vida y cuyo nombre era ese, YoonGi. Para JungKook sería lógico llamarlo "amigo" porque no tenía ningún otro apodo al cual acudir, él no era su tío, no era su hermano, ya no era el vecino y tampoco era un extraño, era su amigo YoonGi.

Y no sólo eso. YoonGi también hacía las mismas cosas que JiMin siempre había hecho: jugaba con él, coloreaba con él, dormía en su casa, le cocinaba, lo llevaba a pasear y una larga lista de etcéteras. JungKook debía haber encontrado asociación entre ambas cosas, un adulto que actúa igual a su papá y que, además de todo, es un amigo.

—¿Entonces lo llamas "papá-amigo" porque es tu amigo y se comporta como un papá?

—Sí —asintió JungKook.

—Es lindo que pienses así de él.

JungKook sólo sonrió, pero su expresión se torció suavemente cuando algo pareció cruzar sus pensamientos.

—Papi, ¿a ti te agrada mucho el señor YoonGi?

JiMin se sintió un poco acorralado.

—Pues sí —admitió con un asentimiento, sin estar muy seguro de por qué su hijo preguntaba eso—. Él es amable y divertido, cocina muy rico también —decía, recibiendo asentimientos de parte de su cachorro, quien estaba más que de acuerdo con sus palabras—. Es un buen alfa.

—Pero no vas a tener un bebé con él, ¿o sí?

JiMin resopló con gracia y dejó escapar una suave carcajada.

—No, amor, eso no va a pasar —negaba con la cabeza, mirando con diversión la cara asustada de JungKook relajarse ante su declaración—. ¿Por qué te preocupas tanto por eso?

JungKook se removió en su lugar y miró sus juguetes una vez más, apretándolos entre sus dedos como si alguien estuviera a punto de arrancarlos de sus manos.

—No me gustan los bebés.

—No has conocido a un bebé todavía, amor.

—Pero son molestos —dijo con un puchero—. No quiero que tengas un bebé, papi.

—No voy a tener un bebé, amor.

—Pero le das besitos al señor YoonGi —se quejó.

—¿Todavía crees que darse besitos es la manera de hacer bebés? —JungKook asintió con cautela, mirándolo con una incertidumbre tal, que JiMin no tuvo corazón para reírse del miedo real de su hijo—. ¿Quieres que te explique cómo funciona? —tomó sus manos.

Los ojos de JungKook se agrandaron con interés.

—¡Sí! —se inclinó hacia su papá.

JiMin lo sentó derecho y tomó un poco de aire.

—Bueno, es un poco complicado de explicar, pero voy a hacer lo posible —el niño lo miró con la mayor atención con la que había mirado algo en su vida. Debía ser una de las preguntas que más atormentaba su cabeza y JiMin esperaba que la explicación que se le acababa de ocurrir llegara a la altura de las expectativas de su cachorro—. Para crear a un bebé se necesitan dos ingredientes muy importantes, los alfas tienen uno y los omegas tienen otro. Cuando un alfa y un omega se aman, se emparejan, y deciden juntar estos dos ingredientes, un pequeño bebé comienza a crecer en el vientre de un omega.

JungKook alargó un suave "oh" lleno de absoluta sorpresa. JiMin sabía que esa ilusión se iría el día que en la escuela le enseñaran todo de manera más concreta, pero una imagen fantasiosa nunca venía mal para un niño.

—¿Y por qué en el vientre de un omega, papi?

—Porque sólo nosotros lo tenemos, en el vientre se hornea el cachorrito. Los alfas no tienen vientre, solo tienen su pancita —tocó con su índice el costado de JungKook y el niño se rió por las cosquillas.

—¿Y por qué ahí? ¿No se puede hornear en otro lado?

—Porque para que el corazoncito de un cachorro comience a latir, necesita que un corazoncito más grande le ayude. Un cachorrito no puede crecer si no tiene un cuerpo más grande que lo ayude.

JungKook agrandó los ojos en sorpresa.

—¿Y qué son esos ingredientes, papi? —siguió preguntando, cada vez más interesado— ¿Se pueden conseguir en la tienda?

—No —se rió—. Son ingredientes que solo están en nuestros cuerpos. Yo tengo uno aquí —señaló su vientre—. Y un alfa tiene el otro.

JungKook meditó un poco.

—¿Y cómo hace un alfa para meter ese ingrediente aquí? —puso sus manos en el estómago de su papá—. ¿Se come?

JiMin se rió otra vez.

—Bueno, es un proceso más complicado que eso, después podríamos hablar de los detalles —dijo y JungKook parecía un poco decepcionado.

—¿Y hay besitos?

—Sí, hay algunos besitos que pueden ayudar al proceso de horneado, pero lo que importan son los dos ingredientes que te dije, si no se juntan esos ingredientes, no habrá bebé —JungKook zumbó en entendimiento.

—¿Entonces si tú y el señor YoonGi quisieran hornear un cachorrito tendrían que juntar los ingredientes?

—Exactamente —asintió y el niño hizo una mueca de disgusto—, pero no queremos hacerlo —se apresuró a decir, provocando que la curiosidad de JungKook volviera a brillar—. Además, YoonGi ya no tiene ese ingrediente.

—¿No?

—No —negó con la cabeza—, se lo quitó. Él ya no puede hacer cachorritos.

JungKook pareció emocionado entonces.

—¡Qué bueno! —sonrió—. Entonces puedes darle besitos papi.

JiMin se quedó mudo un segundo y luego explotó en risas.

—¿Me estás dando permiso? —le preguntó con incredulidad, divertido y risueño.

—¡Sí! —asintió contento.

JiMin continuó riéndose y negó con la cabeza, sin creerse lo osado que podía llegar a ser su cachorro.

Eso había salido un poco mejor de lo que esperaba.

—Es bueno saberlo —acarició su cabello y besó su frente—. Gracias por darme permiso —le siguió el juego.

—Papi, pero si me das un besito, ¿no vas a tener un bebé? Yo soy un alfa.

—No amor, ya te dije que así no funciona. Solo los alfas grandes como el señor YoonGi pueden hacerlo, los niños no —explicó—. No tienes ningún ingrediente para eso.

JungKook asintió, comprendiendo las palabras en su cabeza. Ahora un mundo nuevo comenzaba a tener sentido, pero había algo que no entendía del todo.

—Papi —lo llamó—, ¿los omegas pueden hornear un cachorrito con un solo ingrediente?

—No, amor. Se necesitan los dos ingredientes, el de un alfa y el de un omega.

JungKook frunció sus cejas.

—¿Y tú cómo me hiciste, papi?

JiMin parpadeó.

—Bueno... uh...

—Si se necesitan dos ingredientes, ¿quién te dio el suyo? —preguntó con un sentimiento que JiMin reconocía como confusión absoluta.

Oh.

Entonces esta era la conversación que iban a tener.

—Kookie —tomó un poco de aire—. Cuando yo era más joven conocí a un alfa, él y yo nos enamoramos y estuvimos juntos durante dos años, pero mezclamos los ingredientes demasiado pronto —no estaba seguro de que fueran las palabras correctas, pero él no se había preparado para esto, simplemente podía abordarlo así—. Entonces tú apareciste en mi vientre y... y yo te cuidé.

No iba a entrar en detalles.

No quería hacerlo.

Sin embargo, JungKook no lucía satisfecho.

—Pero... ¿él se fue? —JiMin asintió— ¿Por qué?

Esa era una pregunta que JiMin sabía que llegaría en algún momento y tuvo que darle crédito a JungKook por ser tan inteligente como para poder hacer las cuentas.

—Esa es una historia complicada —fue como comenzó, inseguro de cómo abordar el tema. JungKook lo miraba con curiosidad—. Tu otro papá era... él...

—¿Él te quería, papi?

JiMin lo miró con extrañeza, pero continuó.

—Sí, me quería —asintió—. A su manera —dudó—. Bueno, él... Verás, no todas las personas están preparadas para tener un bebé, para algunos es un trabajo muy complicado y se asustan y cometen errores, y él... HyunSoo, se asustó.

Durante toda su vida, JungKook sólo había obtenido pequeños vestigios de la existencia de HyunSoo. Cuando era muy pequeño, demasiado como para poder recordarlo, repitió las mismas palabras que había usado su padre para referirse al "hombre que lo abandonó" en el preescolar y por consecuencia su maestra tuvo que llamar a JiMin para hacerle saber lo que sucedía. Años después, ningún accidente similar ocurrió porque JungKook se había olvidado del hecho y porque JiMin se aseguró de nunca volver a tocar el tema de nuevo.

Otro dato era su abuela. Aquella mujer con la que él se sentía incómodo y que siempre despotricaba sobre cosas que JungKook no entendía. El niño siempre se escabullía para no tener que lidiar con ella, pero las únicas frases sueltas que podía recordar de la mujer eran siempre quejas porque JiMin estaba solo, porque no estaba luchando para "volver" con alguien, siempre lo juzgaba, y JungKook no hacía más que mirar hacia otro lado.

Durante toda su vida, JiMin había sido el único. Él nunca necesitó pensar en que había "alguien más" porque era simplemente así. Sin embargo, él sabía que usualmente los padres venían en par, que su mejor amigo HoSeok tenía un padre alfa y un padre omega, que sus compañeros en su mayoría conviven con al menos dos adultos en casa, pero a pesar de la ocasional curiosidad, JungKook simplemente asumió que era algo que no le había tocado, que su familia era simplemente pequeña, que no había necesidad de que fueran dos porque así era como debía ser.

Ahora sabía que, en realidad, sí existía "otro", que sí existía alguien que completara el par que siempre había visto en sus compañeros de clase y sabía que su nombre era HyunSoo. Sin embargo, él no sabía quién era exactamente, no tenía idea de cómo era su cara, él se había ido, había dejado a su papá, y los abandonó a los dos sólo porque tenía miedo de un bebé.

Él no lo entendía, ¿tanto miedo le podía dar un bebé? Los bebés son molestos, pero no dan miedo, son pequeños y llorones, sólo eso, y JungKook estaba bastante seguro de que él había sido un bebé perfecto porque su papá siempre se lo había dicho.

—Bueno, es un tonto —se encogió de hombros—. ¿Cómo le van a dar miedo los bebés? —lo miró con sus cejas fruncidas—. Es un cobarde —acusó.

JiMin lo miró estupefacto.

—Kookie, no...

—Los bebés son pequeños y gorditos, papi. No dan miedo, solo son molestos —explicó como si fuera obvio—. Si a él le daban miedo, entonces él era el bebé llorón —sacó la lengua de modo burlón.

JiMin no pudo evitar resoplar una suave risa.

—Eso es verdad —extendió sus manos hasta el rostro de JungKook y apretó una de sus mejillas, luciendo orgulloso por su razonamiento— y tú eras el bebé más lindo y gordito de todos.

JungKook rió por el cariño.

—Gracias, papi —arrugó su nariz—. Te quiero mucho.

—Yo también te quiero mucho, mi pequeño alfa —lo acurrucó sobre su regazo—. Siempre serás mi bebé y te cuidaré siempre, porque ese es mi trabajo.

—¿Los papis tienen mucho trabajo?

—Definitivamente, sí —asintió.

—¿Cómo qué?

—¿Cómo qué? —tarareó—. Bueno, los papás cuidan, dan de comer, protegen... juegan con sus cachorros —picoteó con sus dedos los costados de JungKook, arrancándole un par de risitas—. Los hacen reír —movió sus cejas—. También cocinan sus comidas favoritas, los llevan al parque, los llevan al colegio, los bañan, los cuidan cuando se enferman, hacen muchas, muchas, muchas cosas —dijo con un tono juguetón que hacía sonreír a su hijo, quien lo miraba con atención y una mirada iluminada por la curiosidad y por la aparente realización de algo nuevo.

—¡Papi! —se apoyó sobre las piernas de JiMin para mirarlo más de cerca—. ¡El señor YoonGi hace todo eso!

—Sí, creo que lo hace.

JungKook se veía emocionado.

—¡Por eso es mi amigo-papá! —sonrió en grande—. Papi, ¿mis papás solo pueden ser los que me hicieron?

—¿Como?

—Es que —tomó un poco de aire—, el señor YoonGi no tiene ingredientes para hacer bebés y yo soy un bebé hecho con ingredientes de otro señor —trató de explicarse—. ¿El señor YoonGi no puede ser mi papá porque él no puso ninguno de sus ingredientes?

JiMin comenzó a sentir que su corazón latía fuerte contra su pecho.

—Creo que es hora de la segunda lección —lo miró con cariño, sobando su espalda con sus manos—. HyunSoo es tu papá biológico porque él ayudó a crearte, pero eso no significa que lo tengas que ver como tu papá si no lo sientes así —explicó con cuidado—. Ser papá es más complejo que sólo poner un pedacito de ti, ser papá también es estar ahí para tu cachorro, ¿entiendes? Una persona que hace todo lo que se espera que haga un padre, como cuidar y amar a su cachorro, también puede considerarse un papá.

JungKook miraba a JiMin como si fuera uno de los sabios más importantes del mundo, anonadado por la información que le acababa de dar. Era como haber abierto otra puerta, una brillante y que lo hacía sentir eufórico. Su pequeño lobito comenzó a mover la cola y él mismo sonrió en grande, mirando JiMin con sus enormes ojos convertidos en un par de estrellas.

—Papi —comenzó, emocionado—. ¿Crees que el señor YoonGi quiera ser mi otro papá?

JiMin se mordió el labio y asintió, rozando la nariz de su hijo con la propia.

—Estoy seguro de que sí, mi amor —besó su frente—. Deberías preguntárselo.

—Está bien —asintió—. No le digas nada, yo se lo voy a preguntar —puso su dedo índice sobre su boca.

JiMin imitó el gesto y asintió.

—Prometo que no le diré nada.

Entonces, escucharon a YoonGi tocar la puerta de la casa antes de asomarse y ambos intercambiaron risitas traviesas antes de levantarse para ir a saludarlo. JungKook lo abrazó por la cintura y JiMin se acercó dando pequeños saltitos.

—Traje ramen —alzó la bolsa de compras que tenía en la mano y acarició el cabello de JungKook antes de mirar a JiMin—. ¿De qué se ríen?

—Oh, nada —el omega se encogió de hombros y miró un segundo a su hijo, quien arrugó su nariz con diversión—. Cosas de padre e hijo.

YoonGi los miró con extrañeza.

—¿Están planeando algo en mi contra?

El omega viró los ojos.

—Claro que no, tonto —hizo un ademán con su mano—. A ver qué ramen es —abrió la bolsa.

YoonGi no parecía estar seguro de sus intenciones, pero rápidamente se distrajo cuando JungKook le preguntó si podía cargarlo y así lo hizo. El niño encontró su lugar en el cuello del alfa, olfateando su aroma en reconocimiento mientras su lobito seguía moviendo su pequeña cola.

YoonGi olía como algo que él siempre había sentido nada más en JiMin.

Hogar.

Después de una corta semana haciendo diligencias durante la mañana que abarcaban única y llanamente acabar con la lista de útiles que JungKook necesitaría para la vuelta a clases, JiMin estaba seguro de que había logrado tachar la mayoría de los requerimientos. Lo único que le faltaba era comprar nuevos tuppers y un nuevo uniforme que sí le quedara, pero eso lo dejaría para el sábado ya que tendría más tiempo para pasear con JungKook y TaeHyung.

El lunes, cuando la noche llegó, JiMin y TaeHyung hablaron hasta tarde sobre la cita que el beta había tenido en aquel restaurante caro, chismeando y riéndose como un par de adolescentes obsesionados con un nuevo crush e intercambiando experiencias. TaeHyung estaba emocionado por el miércoles, que sería la fiesta, y le envió a JiMin sus opciones de vestimenta.

Cuando llegó el jueves, JiMin se despertó esperando un mensaje de su amigo con todos los detalles de la asombrosa fiesta, pero no encontró más que una notificación en el chat que tenía con su jefe. Al parecer el restaurante no abriría esa noche porque se llevaría a cabo un evento privado para el cual solo un puñado de meseros y cocineros había sido convocado y JiMin no se encontraba entre ellos. Su jefe le deseó un buen día y JiMin lanzó el celular a un lado para volver a dormir.

Más tarde, JungKook llegó a su habitación pidiendo por su desayuno, así que JiMin cocinó un par de waffles y les puso helado encima, sólo para celebrar su día libre.

Cuando YoonGi llegó esa tarde, se sorprendió de encontrar a JiMin todavía en casa y se sumó al par con una enorme sonrisa en de emoción en el rostro para ver una vez más la película de BT21 que tanto le gustaba a JungKook. Incluso ya se había aprendido un par de canciones.

En algún punto de la tarde, quizás a las seis y media, el intercomunicador de la pequeña casa resonó estridente y llamó la atención de todos. JungKook se apresuró a cubrir sus mejillas y JiMin recordó que no había hablado con su madre desde su cumpleaños.

—¿Hola? —preguntó sin ánimos. No quería que ella viniera a arruinar su día libre, pero al parecer él no tenía la suficiente suerte.

¿Park JiMin? ¿Eres tú? —escuchó una voz masculina del otro lado de la línea—. ¡Por la Diosa! Por fin contestas.

JiMin frunció sus cejas y su lobo se tensó en su lugar mucho antes de que él pudiera siquiera reconocer el timbre de voz de aquel extraño. Rápidamente la incomprensión lo golpeó, un miedo irracional se atascó en la boca de su estómago y comenzó a tener la sensación de que debía colgar de inmediato, pero no lo hizo.

—¿Quién es? —preguntó tenso, dándole la espalda al par de alfas.

La voz del otro lado se quedó callada un momento.

¿Puedes salir, por favor? —pidió—. Es importante.

JiMin definitivamente quería colgar.

Pero no lo hizo.

—Si no me dice quién es no voy a abrirle la puerta, lo siento.

Se escuchó lo que el omega supo que era un suspiro.

Sabes quién soy.

JiMin apretó la mandíbula.

Él sólo miró un punto en la pared por un largo momento, desconectándose de la realidad el tiempo suficiente como para enloquecer sólo un poco.

Claro que sabía quién era, él simplemente había tratado de fingir que era un extraño que se confundió de botón y de edificio.

De ciudad, si fuera posible.

—Espera.

Colgó.

Y todo su cuerpo temblaba de puro pánico.

Mierda, ¿por qué hoy?

—¿Es la abuela?

—¿Estás bien?

Cuando miró al par en el sofá se encontró con JungKook sosteniendo sus mejillas y YoonGi mirándolo con preocupación, él les dedicó a los dos una pequeña sonrisa tranquilizadora, pero no pareció hacer el efecto correcto porque las cejas de YoonGi se fruncieron un poco más y JungKook apretó sus manos contra su rostro con miedo.

—No es la abuela —dijo por fin y tomó las llaves que colgaban al lado de la entrada—, y estoy bien, por favor, quédate con JungKook.

—Pero...

JiMin ya había salido de la casa para cuando YoonGi terminó de pedirle explicaciones y el alfa miró a JungKook como si este pudiera darle algún tipo de respuesta, pero él sólo se encogió de hombros y continuó dibujando.

Afuera del departamento, JiMin se aferraba al picaporte de su puerta como si fuera la única cosa que lo pudiera mantener conectado a tierra en ese momento. Tomó aire y dio un paso hacia la salida, soltando el picaporte para simplemente apretar su puño como una especie de consuelo fantasma.

Desde ahí no podía ver quién era la persona parada detrás de la la reja de metal de la puerta principal, pero podía ver su silueta y, mierda, las náuseas subieron hasta la boca de su estómago, pero él tragó y abrió la puerta de vidrio del edificio sólo para caminar hacia la entrada con pasos seguros lo suficientemente cerca como para reconocer la cara entre los barrotes grises.

Realmente era él.

—JiMin —dijo el alfa con un ligero aire de sorpresa, su voz se oía diferente a como la recordaba. Su aroma a uvas no era igual al de JungKook sin embargo, era un poco más amargo, más maduro—. ¿Realmente eres tú?

Sin la distorsión del intercomunicador JiMin podía notar los matices de su voz, la cual seguía teniendo la vibra de hacía años, pero en absoluto el tono de siempre, ahora era más gruesa, más masculina. También había crecido, era alto, más que JiMin. Quizás una cabeza más alto. Ya no usaba lentes y vestía un traje formal, claro, JiMin sabía que su destino siempre fue trabajar en la empresa de su padre.

JiMin se tragó la nueva ola de náuseas y las ganas de llorar, él hizo lo que pudo en ese momento y miró fijamente a Jeon HyunSoo con ojos mordaces.

—Jeon —dijo seriamente.

Siete años después, ahí estaba él.

Parado en la puerta principal de su edificio, mirándolo como si él tampoco pudiera creer lo que estaba viendo, analizando al omega para estar seguro de si realmente era el pequeño chico que había conocido en su juventud, aquel que no paraba de reír aun con más tonto de los chistes.

Y en todo lo que podía pensar JiMin era que quería darle un puñetazo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el omega, tragando el nudo que quemaba en su garganta y que le cortaba la respiración.

HyunSoo apretó la mandíbula y escaneó a JiMin una última vez.

—Vine a hablar.

—¿Hablar? —levantó ambas cejas, pero no lucía sorprendido—. ¿Hablar sobre qué, exactamente? —continuó y trató de mantener la calma, no quería verse como alguien que acaba de volverse loco muy a pesar de que estaba a punto de llegar ahí—. Han pasado siete años, ¿de qué podríamos hablar, Jeon? —preguntó entre dientes.

El alfa frente a él tragó.

—He estado viniendo todos estos días, tratando de contactarme contigo. ¿Podrías al menos darme la oportunidad de explicarme?

JiMin todavía no podía creer que estaba escuchando su voz otra vez, le martilleaba la cabeza. Había pasado el tiempo suficiente como para haberla olvidado, había llevado muchísimo trabajo, ¿por qué el universo quería echar para atrás todo eso?

—¿Has estado viniendo?

—Casi todos los días —admitió y sonaba fastidiado por ello—, pero nunca estás aquí.

JiMin se preguntó cuántas habían sido las veces que acechó su casa, pero él no quería saber la respuesta a eso realmente.

—He estado trabajando.

—¿A las seis de la tarde? —cuestionó con exaltación.

JiMin viró los ojos.

—Sí, Jeon, trabajo a esa puta hora, no todos tenemos la facilidad de trabajar con papi, ¿sabes? —escupió amargamente.

HyunSoo lo miró con consternación, sin creer que esas palabras habían salido de la boca de JiMin. El omega sabía que debía ser un shock para él notar los cambios en absoluto sutiles que JiMin había implementado en su personalidad, su versión de secundaria no existía más y por un momento tuvo el cuestionamiento de si HyunSoo se había esperado encontrar un omega sonriente y tímido del otro lado de las rejas, si él realmente fue tan iluso como para creer que sería mucho más sencillo que esto.

—Mira, esta no es la conversación que quiero tener —le dijo con cuidado, levantando sus manos un poco, como si estuviera lidiando con un perro rabioso a punto de lanzarse a su garganta—. ¿Podemos hablar adentro?

—No —siseó, casi gruñendo. No había manera de que lo dejara entrar a la casa en donde estaba su cachorro—. ¿Qué te hace creer que te abriré las puertas de mi casa, imbécil?

—JiMin, yo no te estoy insultando, simplemente quiero hablar como dos adultos civilizados.

—Si quieres hablar con alguien hazlo con la bruja de tu madre que casi me lleva a la jodida corte porque decía que estaba mintiendo sobre el embarazo —él sabía que esto no tenía mucho que ver ahora, pero mierda, se lo quería sacar del pecho—. ¿Qué piensa ella de que estés aquí? Se debe estar retorciendo como la víbora que es.

HyunSoo apretó la mandíbula y se quedó callado. Cambió de pie de apoyo y miró hacia el suelo un momento, luego tomó aire y volvió a mirar a JiMin.

—Mamá murió —le dijo solemne—. Hace dos meses.

La expresión de JiMin no cambió.

Él incluso tuvo que luchar contra el impulso de lanzar una carcajada y se tomó un poco de tiempo para controlarse en silencio antes de responder.

—No me voy a retractar.

HyunSoo suspiró profundamente otra vez.

JiMin no podía creer que se viera tan tranquilo.

—Por favor, abre la puerta.

No, eso no iba a suceder.

—Vete a la mierda —se dio la vuelta para regresar a su casa.

—JiMin —llamó—. JiMin, quiero conocerlo.

JiMin se detuvo y lo miró como si estuviera loco.

—¿Conocerlo?

—A nuestro hijo.

—¿Nuestro? —casi se rió, pero solo una sonrisa torcida se extendió por sus labios— ¿Estás hablando en serio?

—JiMin, estoy tratando de hacerlo bien, vine hasta acá para hablar y disculparme, entiendo que...

—Oh, qué encanto —exageró su tono sarcástico, sus emociones se estaban desbordando en ese momento—. ¿Disculparte? ¿Ahora?

—JiMin, no seas inmaduro.

—¿Inmaduro? ¿Inmaduro yo? —realmente no quería alzar de más la voz, pero sus entrañas hervían de rabia y su cara se sentía caliente por la sangre que subió debido a la adrenalina—. ¿Inmaduro yo, que tuve que sacrificar toda mi maldita juventud para hacerme cargo de un hijo que también era tuyo? Te lo juro por la Diosa, Jeon, vuelve a llamarme "inmaduro" y abriré la puerta exclusivamente para romperte la cara —amenazó.

El alfa se quedó callado, mirando fijamente los ojos feroces de JiMin, quien esperaba que eso fuera suficiente para que él decidiera darse la vuelta y no se le ocurriera volver a mostrar la cara.

—Lo siento.

JiMin frunció el ceño.

—¿Estás pidiendo perdón?

—Lo hago.

—¿Por qué?

—Por todo.

El omega negó con la cabeza, impresionado de la osadía del otro.

—No te perdono, Jeon —respondió,

—Pero... pero me estoy disculpando. Lo digo en serio, JiMin.

—No me importa, yo no te perdono —insistió con seriedad—. No te perdono ninguna de las cosas por las que me hiciste pasar, nada, absolutamente nada, ni una pequeña cosa. Vas a tener que vivir con lo mierda que fuiste y con todo el daño que dejaste atrás, ¿entiendes?

El alfa lo observó con cejas fruncidas y expresión desolada. Parecía incapaz de creer que este había sido el resultado. Sus manos sujetaban los barrotes de la entrada como un fugitivo que fue atrapado, privado de su libertad o de lo que él pensó que le daría libertad.

—JiMin, realmente quiero hablar contigo —insistió cauteloso—. Te explicaré todo, cada cosa. Por favor, sólo déjame hacer esto.

El omega lo miró con incredulidad.

—No —se alejó para volver a su casa.

—¿Por qué? —le preguntó con un deje de desesperación en su voz— ¿Es por el dinero? —supuso, alzando su voz—. Dime una suma y te hago un cheque ahora mismo.

—No me importa.

—¡Hablé con un abogado! —JiMin se detuvo, se congeló en su lugar—. Tengo derecho y tú lo sabes.

—¿Abogado? —el nudo en su garganta se apretó lo suficiente como para que su voz se escuchara lejana.

HyunSoo tomó aire.

—Quería estar seguro de que no rechazarías mi pedido, así que no lo hagas más difícil.

El omega apretó la mandíbula porque eso sonaba como una amenaza.

Había razón por la cual JiMin nunca quiso involucrar a la corte, ni siquiera para pedirle la pensión a HyunSoo, y era porque él sabía que su ex tenía muchas más posibilidades de salir ganando y es que los Jeon eran una familia poderosa. En el peor de sus escenarios, JiMin consideró la posibilidad de que un juez viera mucho más viable que HyunSoo se encargara de la crianza de JungKook por la diferencia de ingresos y él se negó a siquiera intentarlo.

Ignorar a su familia era lo mejor que JiMin pudo hacer para mantener su paz mental. Ahora, sabiendo que HyunSoo quería husmear en su vida, el joven omega se encontraba de manos atadas.

A pesar de que él no quería tener nada que ver con Jeon HyunSoo, JungKook sí tenía el derecho a, como mínimo, recibir algún pago por la falta de cuidado de todos estos años, merecía conocer el rostro de su padre biológico, aun si eso implica que JiMin perdiera la cabeza en el proceso.

En este momento, HyunSoo tenía razón.

Por el enojo y la sensación de encontrarse acorralado como un animal, JiMin quería echar a HyunSoo de una vez, pero por otro lado, algo le pedía que por favor lo dejara hablar y no sabía si era su conciencia diciéndole que era el camino menos accidentado para no tener que lidiar con más problemas o si era el lobo cabizbajo de HyunSoo.

—¿No te vas a rendir hasta que te dé una oportunidad, no es así? —preguntó con desgano, mirándolo con un fastidio pintado en su cara. El subidón de energía empujada por la rabia de hace un momento dio un vuelco hacia el suelo y ahora no tenía ánimos ni siquiera para gritarle.

HyunSoo levantó ambas cejas.

—Ya sabes cómo soy.

Terco.

JiMin se mordió la lengua para no insultarlo y suspiró pesadamente.

—No vamos a hablar aquí porque es mi casa, tampoco hablaremos en la tuya, tiene que ser un lugar neutral, un café o una mierda así —se notaba a leguas que quería irse de ahí, su tono enojado y rostro fruncido lo delataban—. Así que piensa en algo.

—Bien —asintió—. El sábado.

—Tengo planes.

—En la noche —aclaró—. Te invito a cenar. Sólo quiero tener una conversación de adultos.

Él no tenía nada que hacer en la noche.

No quería aceptar, sin embargo.

Mierda, ¿por qué le tenía que pasar esto?

—Bien —se dio media vuelta.

—Te enviaré un mensaje con el lugar y la hora —avisó antes de que JiMin se metiera de nuevo al edificio.

Oh, tendría que desbloquear su número.

JiMin le dio una última mirada a la calle, solo para encontrarse con la entrada vacía. HyunSoo seguro se había subido a su auto y él ya podía sentir que el aliento volvía a sus pulmones, que la presión en sus latidos había disminuido y que su lobo bajaba la guardia. El aroma de su hogar volvió cuando él abrió la puerta y se encontró con YoonGi y JungKook dibujando en la mesa de centro. Olía a madera, a uvas y a rosas. Fresco como el campo y él le sonrió al par cuando ambos se giraron a mirarlo.

YoonGi, sin embargo, pareció notar su expresión sombría y se levantó para encontrarse con él.

—¿Quién era? —le preguntó mientras JiMin cerraba la puerta detrás de él—. Estaba a punto de salir a ver qué sucedía.

JiMin trató de no hablar al respecto, negó con la cabeza y comenzó a caminar al interior de la casa para encontrarse con JungKook, pero YoonGi lo tomó del brazo y lo hizo mirarlo, sus ojos fijos en los suyos como si pudiera leer cada pedazo de su alma y quizás así era, ellos estaban enlazados, débil o no, era un lazo y JiMin sabía que YoonGi sabía que él no se encontraba bien.

Aun así, él también debería saber que JiMin no quería hablar de eso, no ahora, realmente no quería tener esta conversación, pero fue inevitable cuando YoonGi lo miró con una preocupación mortal y su propio aroma se tornó amargo y picoso, tanto que JungKook preguntó si se encontraba bien y JiMin decidió que esto debería ser como una bandita, sólo tenía que arrancarla.

—Era HyunSoo —fue lo que dijo JiMin cuando estuvieron a solas en su habitación, su mano frotando su frente con estrés. Él se había sentado en su cama, YoonGi sólo estaba parado frente a él con las manos en la cintura.

La expresión del alfa se frunció suavemente, anonadado. Dudó sobre qué decir un segundo y JiMin lo vio mediar entre todas las ideas de seguro estaban pasando por su cabeza.

—¿De verdad?

—Sí —asintió—. Ya se fue —agregó, jugando con sus uñas sobre su regazo.

—Entiendo —asintió YoonGi con cautela, todavía mirando al omega con extrañeza—. ¿Y qué quería?

"Nada", quiso decir JiMin.

Pero no era justo para YoonGi.

Aunque él quisiera encerrarse ahora, no era justo hacerlo en estas circunstancias.

—Quiere exactamente lo que mi mamá me dijo, quiere conocer a JungKook —suspiró con los ojos cerrados y miró a YoonGi fruncir sus propias cejas con más fuerza—. Él, uh... como le dije que no, obviamente, pidió hablar conmigo primero.

—Supongo que le dijiste que no.

JiMin miró a YoonGi un momento.

No estaba seguro de que había esperado que él dijera, pero aun así se sorprendió por su elección de palabras.

—De hecho le dije que sí —dijo con cautela—. Nos vamos a ver el sábado.

YoonGi parpadeó como si no hubiera escuchado bien.

—¿Sábado? —su entrecejo se frunció mucho más y JiMin estaba seguro de que no lo había visto hacer esa expresión antes—. ¿En serio vas a hablar con él?

JiMin resopló, mirando hacia todas direcciones como si el espacio se estuviera volviendo diminuto en un segundo. ¿Acaso YoonGi estaba enojado con él por esto? ¿Por qué sentía que estaba siendo acusado de algo de lo que no era culpable?

—No sé si tengo muchas opciones, YoonGi —sonrió con los labios apretados, esperando que el alfa notara su incomodidad.

—Las tiendes —refutó, dando un paso hacia adelante—, puedes simplemente no hablar con él, esa es una opción para empezar —propuso y JiMin no estaba seguro de que eso fuera lo que tendría que estar pasando, YoonGi no tendría por qué hablarle así—. Se fue siete años, ¿por qué no lo mandaste a la mierda?

—Lo intenté —se defendió con un tono serio—. Bloquee su número, no le entregue su regalo a JungKook y estuve ignorando todas las señales, pero no fue suficiente así que no me queda más que hacer que simplemente escuchar lo que tiene para decir.

—¿Así nada más?

JiMin sintió un tic subir a su ceja.

Quizás habría sido mejor idea hablar de esto en otro momento.

—No sé si "así nada más" sea la manera correcta de decirlo, YoonGi —refutó, siendo cuidadoso en sus palabras, mirando a YoonGi seriamente—. Es bastante más complicado que eso.

El alfa tomó un poco de aire y se cruzó de brazos, cambiando de pie de apoyo. JiMin podía notar la mandíbula apretada de su novio, su mirada de rechazo, su aroma amargo. Él sabía que esto se estaba saliendo de control, pero no entendía si YoonGi estaba molesto con él o con la situación.

Si fuera el primer caso...

Mierda, si fuera el primer caso, JiMin no sabría cómo controlar su propia rabia.

—JiMin, voy a ser sincero, no quiero que vayas.

El omega tragó y asintió.

—¿Y tener que soportar que él venga todos los días? —negó con la cabeza—. Lo siento, pero esa no es una decisión que puedas tomar tú.

El alfa levantó sus cejas y JiMin notó el amargo aroma a café que comenzó a colarse por la habitación. Era pesado y espeso. Él sabía que YoonGi se estaba enojando y él mismo estaba tratando de hacer un esfuerzo por entenderlo, pero no estaba en su mejor momento ahora por el reciente encuentro que alteró su ánimo de todas las maneras posibles y, aunque estaba tratando mantener la calma, la situación se estaba poniendo cada vez más difícil.

—Escucha —empezó JiMin otra vez, apelando al uso de una voz un poco más suave porque se dio cuenta de que había estado sonando lejano—. Siento que no nos estamos comunicando como deberíamos y me parece que será mejor hablar de esto en otro momento —hizo amago de levantarse, pero YoonGi dio un paso hacia él que lo hizo detenerse.

—JiMin, no me siento cómodo con que vayas a ver a tu ex pareja.

—¿Y crees que yo me siento cómodo? —cuestionó. No deberían ser estas las palabras que usaría, no así, no con ese tono, pero se sentía demasiado encerrado y estresado como para pensar—. No lo he visto en siete años y lo que menos quisiera hacer es estar encerrado con él tomando un café y fingiendo que no me quiero arrancar la cabeza, pero esto no es sobre mi YoonGi, mucho menos sobre ti, es sobre JungKook —se levantó.

YoonGi tomó aire una vez más como si estuviera haciendo el intento de mantener la cama y pasó una mano por su cabello para dejarlo ahí un momento, una mano en su cintura mientras miraba a punto muerto en la habitación de JiMin.

—Eso no tiene sentido JiMin, ¿por qué no simplemente lo mandas a la mierda y que no vuelva otra vez?

—¿Crees que puedo tener la libertad de mandarlo a la mierda? No puedo, YoonGi. Yo no lo quiero aquí, pero JungKook sigue siendo su hijo biológico.

El alfa gruñó en rechazo.

—¡Se fue siete años! —exclamó— ¡Te abandonó!

—¡¿Crees que no sé eso?! —gritó de vuelta—. ¿Por qué me reclamas como si esto fuera mi culpa?

—No es tu culpa, pero podrías hacer algo al respecto —señaló impaciente—, no lo dejes entrar como si tuviera el jodido derecho.

—¿De qué estás hablando? —le reclamó—, sigue teniendo responsabilidades legales. Esto no se trata de lo que yo quiera o con lo que yo me sienta cómodo, se trata de que JungKook reciba lo que tiene que recibir.

—JungKook ya tiene todo eso —refutó YoonGi—. No hay nada que ese tipo pueda querer darle que JungKook no tenga ya con nosotros.

—¡Lo sé! —enfatizó—. Lo sé y tienes toda la razón, pero lo mejor para todos es que simplemente acepte hablar con él.

YoonGi gruñó una vez más y dio un paso hacia atrás para caminar por la habitación, igual a como seguramente lo estaba haciendo su propio lobo, y JiMin tragó al sentir el pesado aroma a café amargo golpeando su paladar, tan espeso que por un segundo tuvo la sensación de que no podía respirar correctamente.

—¿En qué sería mejor? —pidió saber, desesperado—. ¿Qué cosa buena podría traer que él aparezca como si nada? No tiene sentido, JiMin. No es justo, tampoco lo es para JungKook, ¿te parece bien que él pase por esto?

JiMin apretó la mandíbula.

—No tengo la menor idea de lo que quiere HyunSoo, ¿qué pasa si quiere luchar por su paternidad en una corte? ¿Qué pasa si contrata a un ridículo abogado que yo jamás podré pagar y nos mete a todos en un problema muchísimo más grande? No necesito eso, YoonGi —enfatizó—. No necesito que venga y haga y deshaga mi vida como se le antoje porque tiene mucho más poder que yo. ¿Realmente crees que se verá bien en un jurado que el padre de JungKook casi no llegue a fin de mes? —sin darse cuenta, su lobo también había empezado a gruñir.

—Exactamente, no puedes dejar que venga y haga y deshaga como quiera, no puedes dejar que entre así de fácil —repitió como si no hubiera acabado de escuchar las razones de JiMin y él sabía que YoonGi estaba siendo irracional porque estaba enojado, pero JiMin también estaba enojado y no podía pensar con claridad ahora—. JiMin, ¡no es justo!

—¡No lo es! —repitió—. No es justo, nunca fue justo y jamás será justo. Nada en mi vida ha sido justo. No tengo el control de todo, YoonGi, no puedo —su voz tembló—. Todo lo que hago, lo hago con el mayor cuidado que puedo y te dije que mis decisiones serían por y para JungKook, todo esto es por él y tú prometiste entenderlo.

—Claro que lo entiendo JiMin, pero no estoy de acuerdo con que decidas simplemente aceptar ver a alguien que dejó muy en claro que no le interesa nada de la vida de JungKook y mucho menos la tuya —señaló, grave en su tono, sus ojos brillantes como si estuvieran a punto de cambiar de color, al color de los alfas—. Te hirió, hirió a JungKook y, te lo juro por la Diosa, JiMin, le romperé la jodida cara si lo veo aquí.

—Entonces ahora te vas a poner violento —supuso incrédulo—. ¿Es en serio?

El alfa dejó escapar aire por su nariz como un toro enojado.

—No quiero que entre, no tiene ningún derecho.

JiMin negó con la cabeza, mirándolo con decepción. Todas sus palabras habían sido ignoradas, sólo era YoonGi enojado, con todo el derecho de estarlo, pero se estaba negado a escuchar razones, este YoonGi no quería detenerse a pensar con la mente fría, sonaba como el tipo de alfa territorial y violento que tanto había evitado JiMin.

—Legalmente, él tiene derecho.

YoonGi gruñó hacia su costado de puro fastidio, sacudiendo su cabeza en modo de rechazo. Una risa salió de su boca luego, una incrédula que hizo a JiMin mirarlo con extrañeza.

—Esto es increíble —negaba con la cabeza y con una mano en su frente—. No lo puedo creer.

—¿Qué, YoonGi? —preguntó con altanería con el fin de hartar al lobo de su pareja, queriendo retarlo a enseñarle sus colmillos para ver si realmente se atrevía a hacerlo—. ¿No puedes creer que el mundo no funcione como tú quieres que lo haga? ¿Creías que iba a ser así de fácil? ¿Que íbamos a jugar todos los días y colorear con JungKook, fingiendo que no existe HyunSoo? —preguntó mordaz.

El pelinegro simplemente lo miró por un largo momento.

—No se suponía que él aparecería.

—Pero lo hizo, apareció —gruñó—. ¿Y ahora qué?

YoonGi se tomó un momento para mirar a JiMin de pies a cabeza.

—Lo estás haciendo otra vez.

—¿Qué?

—Estás haciendo eso que hacías cuando recién te conocí —señaló y en sus ojos se veía reflejada la misma mirada decepcionada que JiMin le estaba dedicando—. Alejarte, cerrarte, ser cortante y rechazar cualquier otra opinión que no sea la tuya.

JiMin parpadeó y una pesadez dolorosa se instaló en su pecho. Él tragó tembloroso, mirándolo sin entender y tratando de mantenerse firme a pesar de que su lobo gimió adolorido.

—Este es tu plan y solo funciona porque es tu plan, ¿no es así? Porque Park JiMin puede hacerlo solo, porque si no es como él dice, entonces no está bien hecho.

Entonces, a JiMin comenzó a faltarle el aliento.

—Estás... siendo irracional —dijo con un hilo de voz, sus labios temblando y sus ojos húmedos—. Ahora solo dices cosas hirientes porque estas enoj...

—Claro que estoy enojado, JiMin —bramó, provocando que el lobo de JiMin se retirara, asustado—. Esto no tendría por qué estar pasando.

El omega tragó una vez más el nudo que se apretaba alrededor de su garganta y encontró la manera de mantenerse firme a pesar de las punzadas que apuñalaban su corazón.

—Pero está pasando —aspiró, tratando de callar el sollozo que quería escapar de su garganta. YoonGi se veía borroso detrás de sus lágrimas, pero él se mantuvo firme—. Y yo ya tomé mi decisión.

El alfa levantó ambas cejas, sin lucir impresionado.

—O sea que yo no tengo opinión aquí.

JiMin no podía creer que él estuviera diciendo eso.

—La tienes, pero no estás entendiendo mi punto.

—Y tú tampoco estás entendiendo el mío.

El omega tragó, temblando suavemente.

Por un segundo, JiMin pensó que al verlo tan vulnerable, YoonGi cedería. Pensó que él sería comprensivo como siempre lo era, que bajaría un poco su guardia para abrazarlo porque YoonGi siempre lo trataba con cuidado aún cuando tenía que ser tosco.

Él le diría algo como: "Lo siento, hablaremos de esto después".

Sin embargo, YoonGi simplemente dio un paso atrás y salió de la habitación, dejando atrás una estela de su picoso aroma.

Se fue.

El rostro de JiMin se retorció en una expresión de llanto y cubrió su boca con su mano para callarse.

—¿Señor YoonGi? ¿A dónde va? —JiMin escuchó la voz preocupada de su cachorro y luego el sonido de la puerta principal cerrándose—. ¡Señor YoonGi!

El omega se tragó las lágrimas y el inminente llanto para correr a la sala. Atrapando a JungKook antes de que este abriera la puerta principal.

—YoonGi no quiere hablar ahora, amor —dijo a duras penas, luchando contra el impulso de gritar mientras guiaba a JungKook de vuelta al sofá—. ¿Por qué no seguimos dibujando?

JungKook se resistió y miró a su padre con sus pequeñas cejas fruncidas. Su rostro era la definición de incertidumbre y preocupación.

—¿Se pelearon?

—¿Qué?

JungKook bajó la mirada, apretando su dibujo contra su pecho. Seguro había seguido a YoonGi hasta la puerta con la intención de que lo viera antes de irse.

—Escuché gritos...

Un pequeño flashback vino a la mente de JiMin. Recordaba los gritos de sus padres estridentes contra las delgadas paredes de su antiguo hogar. Su padre despotricaba sobre el embarazo de su hijo, enojado y decepcionado, mientras su esposa trataba de calmarlo mientras le decía que, al menos, había sido de un buen chico. Él recuerda lo mal que lo pasó aquella noche, llorando en su cama en total silencio, acurrucado debajo de las mantas.

Sólo él y el aroma a leche que avisaba de su embarazo.

JungKook no tenía por qué escuchar gritos, discusiones o peleas. Él no tenía por qué pasar por una preocupación similar y el omega se lamentó una vez más por su pobre trabajo siendo padre.

JiMin se sentó en el suelo frente a su cachorro, tomó sus manos para besarlas y limpió sus nacientes lágrimas producto de la preocupación por no saber qué le sucedía al Señor YoonGi. Fue su consuelo y frotó sus mejillas con amor mientras le decía que nada malo había sucedido, que ellos sólo habían tenido una pequeña discusión, que eran cosas que sucedían todos los días.

Sin embargo, él no contaba con que JungKook podía ver sus ojos rojos e hinchados, su nariz rosada y que podía escuchar el temblor en su voz. Él no se daba cuenta de que su hijo era perfectamente consciente de las lágrimas acumuladas en sus ojos y del aroma a tristeza que emanaba su lobo. JungKook se abrazó a su papá con fuerza, frotando su pequeña nariz en la mejilla de JiMin a modo de consuelo, tanto como podía darlo, y el omega se aferró a él como había hecho desde su nacimiento.

Y, en ese momento, JiMin pensó en tantas cosas que se sintió abrumado.

YoonGi estaría solo en su casa, él tendría la completa libertad de gritar, de llorar o de romper cualquier cosa para desahogar su rabia, él podía irse con su moto a donde quisiera, podía ir a ver a sus amigos o ir a casa de sus padres.

JiMin no.

Él simplemente tenía que fingir una sonrisa durante el resto de la tarde y jugar con JungKook como le había prometido que lo haría al inicio de su día libre, él debía aprovechar y adorar los momentos que pasaba con su cachorro porque esos no volverían.

Todo, con un hueco en el corazón.

¿Y es así como YoonGi se atrevía a hablarle de lo que era justo y lo que no?

JiMin ni siquiera tuvo la libertad de llorar durante la noche porque JungKook rogó dormir con él.

¿Justicia? ¿Qué se supone que era eso?

JiMin era un padre soltero.

No había nada de justo en ello. 

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