CAPÍTULO DIECISÉIS
La zona en la que estaba ubicada la discoteca era una de las zonas más concurridas de Gangnam, cerca de bares y restaurantes, tan llena de gente como podría estar la calle un sábado en la noche. Se podía escuchar la música de fondo rebotando en las paredes del edificio, llamando a los emocionados jóvenes que estaban dispuestos a pasar todas las horas que quedaban de oscuridad bailando con amigos o sus citas improvisadas. TaeHyung se encargó de estacionar el auto dentro de la zona designada al lado del local y todos esperaron pacientemente a que fuera su turno de pasar después de colocarse al final de la fila.
Mientras avanzaban, EunJin no perdió el tiempo y buscó entre sus cosas un brillo labial para ponérselo a JiMin mientras HyunDae despeinaba un poco su cabello con el fin de darle más volumen.
—¿Si saben que no estoy tratando de conocer a nadie aquí, verdad? —preguntó con ironía mientras sus amigos seguían en el suyo.
—Sí, pero eso no quita que queramos verte lucir lindo —argumentó EunJin guardando de nuevo el brillo labial al mismo tiempo que HyunDae terminaba con su peinado—. A veces un omega necesita presumir su belleza sin querer buscar nada a cambio, solo que los alfas miren y sufran.
—Exactamente —apoyó TaeHyung—. ¿No te sientes lindo cuando te arreglas así? ¿Por qué crees que me encanta salir tanto?
—Bueno, sí, pero es un poco raro —admitió—. Estoy acostumbrado a los pantalones sueltos y a los camisones, estar así me hace sentir un poco expuesto. Lindo, claro, pero expuesto.
—Vas a estar bien —HyunDae palmeó su espalda—. Después de todo, tu alfa te marcó tanto que nadie se va atrever a acercarse —se rió.
JiMin sintió que su cara se calentaba.
Cuando la fila avanzó lo suficiente, el grupo de cuatro se colocó frente a los guardias que se encargaban de revisar sus bolsos y de asegurarse de que tuvieran sus entradas. TaeHyung se apresuró a enseñar el QR de las entradas en su celular y, antes de que los hombres pudieran abrirle la puerta, el beta decidió hablar.
—¿Puedo saber dónde está Kim NamJoon? —preguntó con seguridad.
Uno de los guardias agrandó los ojos y el otro los miró con duda.
—¿Qué quieren con él?
—Él debe estar esperándonos. Venimos de parte de uno de sus amigos, ¿Min YoonGi?
El guardia se quedó un momento callado hasta que finalmente asintió en reconocimiento y se metió dentro de la discoteca, el segundo guardia les pidió que se colocaran a un lado de la entrada mientras esperaban a NamJoon y para dejar que las demás personas continuaron pasando.
—Por cómo lo dijiste sonó como el diálogo de una película de mafiosos —dijo JiMin con diversión, provocando que TaeHyung resoplara con gracia.
—En cualquier momento sale ese tal NamJoon a decirnos que debemos matar al presidente —se burló.
—Mientras nos de alcohol gratis... —murmuró EunJin e hizo amago de disparar con sus dedos.
El guardia regresó poco tiempo después y abrió la puerta de par en par. Tanto JiMin como TaeHyung se asomaron con curiosidad hacia el interior de la discoteca y captaron el momento exacto en el que un hombre alto y grande con corbata negra, metido en una camisa blanca arremangada hasta los codos y manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro de vestir se acercaba a paso calmado hasta la entrada, una mirada serena en su rostro mientras se alejaba del mar de gente que bailaba detrás de él. Ambos amigos se apartaron con caras sorprendidas y se miraron mutuamente como si se estuvieran preguntando si acaso habían visto lo mismo.
—Buenas noches —ambos se giraron inmediatamente hacia al alfa que los miraba con una sonrisa encantadora por la cual se asomaban un par de hoyuelos. Su cabello negro se encontraba peinado hacia atrás y un pequeño mechón rebelde caía por su frente—. Supongo que tú debes ser JiMin.
El omega asintió de inmediato, tomando la mano que el alfa frente a él le había tendido. Tuvo que levantar la cabeza para verlo correctamente y se sintió un poco más pequeño de lo común. Era incluso más grande que los guardias que vigilaban la puerta y JiMin captó un suave aroma a limón proveniente de él.
—Es un gusto conocerte por fin, YoonGi me ha hablado mucho sobre ti. Tengo entendido que también tienes un cachorro, ¿JungKook?
—Oh, sí, sí. Acaba de cumplir siete años —sonrió y se encogió un poco en su lugar con timidez—. Es un gusto igualmente. YoonGi me ha hablado sobre ti también, es una sorpresa que seas el dueño de este lugar. Fue todo una gran coincidencia.
—Ah, sí. Es una historia graciosa. YoonGi también pudo haber estado en este rubro, pero ya ves que él prefiere ensuciarse las manos con aceite y todo el numerito —hizo un ademán con su mano que hizo reír a JiMin y él le sonrió al resto—. Hola a ustedes también, lamento no saludarlos apropiadamente, ¿puedo saber sus nombres?
—EunJin —la chica se apresuró a tomar la mano de NamJoon, asintió en reconocimiento—. Es un placer —ella le sonrió en grande con su rostro ligeramente inclinado hacia un lado.
—El placer es mío.
—HyunDae —se presentó el chico con ojos coquetos que el alfa no pareció notar porque seguía sonriendo con amabilidad.
—Un placer.
Finalmente, NamJoon fijó sus ojos en TaeHyung y le tendió su mano con confianza, pero el beta parecía haberse congelado en su lugar.
—Tae —JiMin lo llamó.
—¡Ah! —él dio un pequeño brinco y tomó la mano de NamJoon con apremio—. Sí, hola, lo siento —se rió con nerviosismo y mejillas rojas, evitando la mirada del alfa de manera disimulada—. Mi nombre es TaeHyung —peinó uno de sus mechones de cabello castaño detrás de la oreja.
NamJoon le dedicó una sonrisa que subió hasta sus ojos.
—Un gusto, TaeHyung —respondió al sacudir un poco su mano, pero no la soltó—. YoonGi me contó sobre lo de ese tipo. No te preocupes, no vamos a dejar que entre nadie que moleste a nuestros clientes más afines, así que no tendrás que preocuparte por encontrarlo aquí —aseguró.
TaeHyung asintió sonriente y un poco avergonzado.
—Gracias.
Entonces, NamJoon se apartó con cuidado.
—Ahora que todos nos conocemos, les voy a pedir que me sigan, por favor.
El grupo hizo lo pedido y siguió al alfa dentro del local, siendo recibidos por la música a todo volumen, por los cuerpos bailando y por los múltiples colores de las luces estroboscópicas que cortaban el paso de la oscuridad. El lugar era tan elegante como podía serlo una discoteca, con sillones de terciopelo, un bar enorme lleno de botellas y vasos caros, una pista de baile liderada por un escenario donde un DJ hacía las mezclas de las canciones del momento y un segundo piso con su propio bar, mesas libres y con vista al escenario. Esa era la zona VIP.
Mientras caminaban hacia las escaleras, TaeHyung miró a JiMin con una mueca parecida al espanto y moduló un "what the fuck" que hizo al omega fruncir sus cejas y casi reírse. Detrás de ellos, EunJin tomaba los hombros de TaeHyung y lo sacudía mientras HyunDae daba pequeños brincos emocionados al son de la música.
—Sus muñecas, por favor —pidió NamJoon bajo el sonido de la música cuando llegaron al inicio de las escaleras y se encontraron con otro guardia.
El primero en enseñar la muñeca fue JiMin, quien recibió un sello que no dejó marca hasta que las luces ultravioleta brillaron en su piel y se reveló el logo de la discoteca con un "vip" colocado abajo.
—Oh —miró la marca que desaparecía—. ¡Qué fancy!
NamJoon se rió.
—Gracias, dar pulseras es un gasto de papel —se encogió de hombros—. La marca va a desaparecer después de un día.
—Me gusta, es muy ingenioso —halagó JiMin.
Cuando todos estuvieron listos, NamJoon los guió por las escaleras hacia el segundo piso en donde habían sillas al fondo con mesas pequeñas para dejar las bebidas. Habían un par de personas ahí, casi todas las mesas llenas. JiMin creyó escuchar a Taehyung decir que él nunca había podido subir a esa zona y JiMin entendía por qué era vip si la parte de abajo no tenía suficientes lugares para sentarse.
—Pueden quedarse aquí o bajar a bailar todo lo que quieran. Aquí tenemos un bar privado para que no tengan que bajar a pedir un trago y, como son amigos de YoonGi, la primera ronda de bebidas es gratis, así que pueden pedir lo que quieran —decía el hombre mientras el grupo hallaba su lugar en una de las mesas al rincón.
—Wow, muchísimas gracias —se apresuró a decir JiMin con asombro—. Es decir, no tienes que hacer todo esto...
—Por favor, insisto —sonrió de vuelta—. Me encanta ser un buen anfitrión para mis invitados. Espero que puedan disfrutar de su noche aquí y, cualquier cosa que necesiten, por favor avísenme. Pueden pedir por mí a cualquiera de los guardias que haya cerca y ellos irán a buscarme.
—Gracias, en serio —dijo de nuevo JiMin—. Creo que acabas de mejorar la noche un cien por ciento —dijo con una sincera sonrisa y el alfa pareció verse orgulloso por eso.
—Por favor, no es nada —negó con la cabeza y miró al grupo un momento—. Disfruten.
Y con eso, NamJoon se alejó de la mesa para bajar las escaleras.
Entonces, EunJin chilló.
—¡Es muy guapo! —exclamó y palmeó la mesa de una manera que la hizo sacudirse. A su lado, HyunDae se carcajeaba—. ¡JiMin! Necesito que le preguntes a YoonGi si su amigo está soltero y si le interesan las omegas de veintitrés años.
—¡Ay, EunJin! —se quejó el omega entre risas—. No le voy a decir eso, si quieres conseguir información, háblale tú.
—¿Estás loco? —intervino HyunDae—. ¿Para qué sales con YoonGi si no vas a aprovechar su presencia con estas cosas?
—De hecho no salen, ya son novios —corrigió la chica.
HyunDae jadeó.
—¡Cuéntalo ya! —exigió, ofendido.
—¡Ya voy! —respondió de igual modo hasta que miró a su amigo callado a su lado—. ¿Y tú? ¿Estás bien? —picó su costilla con su índice y el beta se sobresaltó un poco—. Te quedaste mudo apenas apareció NamJoon, ¿algo que quieras compartir con la mesa? —molestó, arrugando su nariz.
Sin embargo, TaeHyung no le siguió el juego, sólo se cubrió la cara y apoyó sus codos sobre la mesa. El resto intercambió miradas un momento hasta que EunJin tomó al beta de la muñeca y lo sacudió suavemente.
—Habla, Tae. ¿Qué te pasa?
—No es la primera vez que lo veo —dijo y a pesar del sonido de la música haciendo eco en el enorme lugar, su voz se escuchó a la perfección.
—¿De qué estás hablando? —ahora fue turno de JiMin de sacudirlo.
TaeHyung se quitó las manos de la cara y las dejó caer sobre la mesa.
—Vengo aquí siempre y el tipo trabaja aquí, así que no es la primera vez que lo veo —volvió a decir y se veía un poco angustiado—. Nunca le hablé, claro, como se habrán dado cuenta él está es una línea muy diferente a la mía y siempre que lo veo está hablando con alguien. Primero pensé que eran sus citas o algo, pero ahora supongo que es algo que hacen los jefes, no sé, En fin, el punto es —tomó aire—, hace casi un año vine aquí y accidentalmente me tropecé frente a él y le tiré encima dos vasos de piña colada.
EunJin se cubrió la boca para que no se oyera su risa y HyunDae suspiró con dramatismo.
—¿Que no te pasa a ti, Tae? —preguntó con ironía—. Podrías hacer un libro con todas las anécdotas terribles que tienes guardadas.
—Sinceramente, lo escribiré —se quejó—. Cuando se presentó supe que era él, casi me muero.
—Quizás él no lo recuerde —trató de consolar JiMin.
—Ojalá, porque salí corriendo —se lamentó—. De todos modos, les digo que no está en mi línea ni en la de ustedes no porque sea demasiado guapo, sino porque tiene un anillo de bodas —enseñó su mano y señaló el dedo anular—. Se lo vi hace un tiempo, todavía lo usa.
El par de omegas se quejó.
—Qué terrible —EunJin se levantó, apoyando sus manos sobre la mesa—. Eso amerita que nos emborrachemos rápido. Iré por las bebidas, ¿qué quieren?
—Un gintonic —pidió JiMin.
—Que sean dos —dijo TaeHyung y se encogió en su lugar cuando JiMin lo miró con acusación—. ¿Qué? Solo será uno. Lo juro.
—Déjalo, JiMin —dijo HyunDae con un movimiento de su mano—. En el peor de los casos nos iremos en un taxi y él tendrá que buscar su auto al depósito. Dudo mucho que él quiera hacer eso —explicó y se levantó para irse con EunJin.
—Tiene un punto —señaló Tae.
JiMin suspiró en rendición.
—Si te veo tomando algo más, lo tiro.
—Estás en todo tu derecho —asintió de acuerdo.
Fue así como comenzó la noche de los cuatro. A esa hora, todavía no se encontraban lo suficientemente animados como para bajar a bailar, así que después de acabar la primera ronda gratis que NamJoon les ofreció, los tres omegas pidieron más bebidas mientras que TaeHyung se pedía una Monster para poder tener un poco más de aguante.
Quince minutos después de que intercambiaran anécdotas, carcajadas y chismes de sus vidas, los cuatro bajaron a la pista de baile y caminaron entre la multitud para colocarse lo más en el centro de la pista que pudieron, lugar donde comenzaron a bailar al son de cualquier canción genérica que estuviera sonando en la radio en ese momento, riéndose entre ellos y brincando de un lado a otro mientras seguían la letra de alguna canción que sí reconocieran. De a momentos, uno de ellos se alejaba para pedir algo en el bar y volvía con un nuevo trago que compartía con el resto y el alcohol los desinhibió cada vez más.
JiMin rápidamente se dio cuenta de lo efectivo que estaba siendo el aroma de YoonGi sobre él cuando notó que los alfas que se acercaban a su pequeño círculo solo molestaban a sus amigos y no a él, incluso alcanzó a ver a uno de ellos hacer una mueca de disgusto cuando estuvo lo suficientemente cerca y él se anotó mentalmente agradecerle a su novio luego.
Ah, su novio.
Él pensó que habría sido divertido estar ahí con él.
Decidió sacar su celular y enviarle un mensaje. Le dijo que todo estaba bien y le envió una foto de su cara sonriente bajo las luces moradas de la discoteca. YoonGi no contestó, seguro estaba durmiendo, así que él guardó el aparato una vez más y tomó el vaso que EunJin le ofreció para darle un trago mientras la omega lo festejaba.
Por otro lado, TaeHyung se daba cuenta de que NamJoon paseaba por las instalaciones como uno más de los guardias de seguridad, sonriendo y saludando no sólo al personal sino también a los clientes que se atravesaban en su camino. Incluso lo vio hablar rápidamente con el DJ mientras el hombre asentía y jugaba con su tablero para cambiar un poco el acelerado ritmo de la música. Era la primera vez que él era tan consciente de su presencia, como si algo lo estuviera empujando a buscarlo entre la multitud y eso se le hizo extraño porque desde el incidente de las piñas coladas él casi nunca se topó con él.
Cuando sus miradas estaban a punto de cruzarse, él fingía estar mirando hacia otro lado, hasta que finalmente dejó de verlo.
—Iré por otra Monster. ¿Quieres que te traiga algo? —le preguntó TaeHyung a JiMin tras inclinarse contra su oreja y este asintió—. ¿Otra gin? —él volvió a asentir—. ¿Tú? —miró a EunJin—. Bien, lo buscaré arriba que está vacío —señaló el balcón—. Quédense aquí.
JiMin dejó que se fuera entre el mar de gente mientras él tomaba las manos de EunJin para bailar juntos la siguiente canción. HyunDae se había ido al baño antes de eso y el par de omegas se dio cuenta de que se había entretenido en el camino porque llegó con el labial corrido, así que comenzaron a molestarlo entre risas.
TaeHyung subió a la zona VIP y se apoyó sobre el bar para pedirle al barman el par de bebidas. Había algunas personas bailando ahí también y ellos bien pudieron quedarse arriba, pero también había cierta diversión en meterse a bailar y cantar en el mar de gente que el segundo piso no tenía.
Después de pagar el par de bebidas al barman, él las tomó con sus manos y se dispuso a irse, pero casi se tropieza cuando el enorme cuerpo de NamJoon se apareció frente a él.
—¡Oh!, cuidado —dijo NamJoon con sus palmas arriba mientras TaeHyung siseaba y daba un paso hacia atrás—. No quiero tener que cambiarme de ropa otra vez.
TaeHyung sintió que su cara se calentaba de puro bochorno y agrandó los ojos.
—¿Te acuerdas de eso? —se lamentó y dejó ambas bebidas sobre el bar, una sonrisa nerviosa retorciéndose en sus labios—. Mierda, perdón. Debes pensar que soy un idiota por haber huido esa vez.
—Está bien, no es la primera vez que me pasa —NamJoon se rió suavemente—. Fue mi error no haberme anunciado esa vez, te tomé por sorpresa. Al menos ahora no pasó nada.
—Pues sí, deberías ser menos silencioso, es aterrador que alguien tan grande sea tan escurridizo —decidió decir con gracia, apoyando su codo sobre el bar.
NamJoon se volvió a reír y el beta se sintió un poco más cómodo.
—¿Ibas a bajar? ¿Quieres que te ayude a llevar ese trago?
—Oh, no. Está bien, en un momento lo llevo —hizo un ademán con su mano—. Tampoco te quiero molestar, debes estar ocupado.
—No realmente, pero está bien —se encogió de hombro, apoyando su codo sobre el bar de igual manera y TaeHyung se mordisqueó el labio porque parecía ser que la conversación se alargaría y no quería preocupar a JiMin, pero tampoco quería bajar tan pronto—. ¿Cómo están? ¿Lo han estado pasando bien? —ladeó un poco su cabeza, mirando a TaeHyung con ojos curiosos y tranquilos.
A pesar de su intimidante aura y cuerpo, NamJoon tenía una mirada realmente amigable.
A TaeHyung le gustaba eso.
—Definitivamente —asintió con una sonrisa encantadora—. Me encanta este lugar, siempre la paso bien. Ahora te puedo agradecer personalmente por crearlo —se rió.
—Eso me halaga mucho —dijo el alfa lentamente con una sonrisa—. Lamento si sueno un poco insistente al preguntar, YoonGi me pidió que les echara un ojo de vez en cuando, así que eso estoy haciendo.
—Ah, no sabía que era de esos —bromeó casi como acusación, pero NamJoon negó de inmediato.
—No, no. Sólo se preocupa. Puede que sí sea un poco protector, pero ya sabes, son cosas alfas —se explicó con un pequeño encogimiento de hombros—. A veces el deseo de cuidar algo que nos gusta es más fuerte que nosotros —sonrió, mirando fijamente al beta.
TaeHyung asintió en entendimiento, sus labios apretados para que la risita que subió por su garganta no se escapara.
—Está bien, supongo que lo entiendo —decidió darle un trago a su Monster mientras sentía un poco de nervios revolotear en su estómago. Luego carraspeó—. Yo también soy así con JiMin, me alegra que tenga a alguien como YoonGi que lo cuide y se preocupe por él —miró un momento el vaso de JiMin y luego a NamJoon. Él podría irse ahora, pero no quería—. No existen muchos alfas buenos hoy en día —suspiró con dramatismo.
La expresión de NamJoon se tornó comprensiva y TaeHyung recordó que era muy probable que el alfa supiera de su historia con SuWoong gracias a YoonGi.
—Sí, eso es una mierda —dijo con comprensión.
TaeHyung se mordisqueó el labio y miró un momento la mano del alfa.
El anillo ya no estaba ahí.
Él carraspeó.
—Entonces, ¿estás aquí todos los fines de semana?
—Oh, no —negó, frunciendo suavemente su entrecejo. El mechón de cabello en su frente se sacudió suavemente con el movimiento—. Solo algunos fines de semana o eventos especiales. Este lugar se mantiene bien sin mi, pero me gusta vigilarlo de vez en cuando.
—Qué divertido —comentó—. Aunque supongo que debe ser agotador en algún momento, es decir, siempre fiestas, siempre música...
NamJoon movió su cabeza de lado a lado.
—No tanto —TaeHyung no perdió de vista la manera en la que NamJoon se acomodaba en su lugar, la tela de la manga de su camisa apretada contra el músculo de su brazo—. Este lugar también se alquila para otras cosas y eso rompe un poco con la monotonía.
—¿Ah sí? —su pregunta sonó casi sin aliento, así que él carraspeó—. ¿Como por ejemplo? —frunció sus cejas con interés, tratando de no desviar su mirada de nuevo hacía alguna otra parte del cuerpo del alfa.
—En las noches entre semana se usa para alguna fiesta o show privado, especialmente de famosos. Por ejemplo, estos días habrá una fiesta de revelación de álbum de un idol.
—¿De verdad? —agrandó los ojos—. Entonces conoces famosos —dedujo con sorpresa.
—Unos cuantos —asintió, esa encantadora sonrisa de hoyuelos manteniéndose en su rostro—. Este famoso en cuestión se llama Jackson Wang, no sé si lo conoces.
—¿Conocerlo? —casi gritó—. ¡Lo amo! —entonces NamJoon se rió suavemente—. Me muero de envidia. Tengo entradas para su próximo concierto y me estoy muriendo por escuchar su nuevo álbum, no puedo creer que lo vayas a escuchar antes que yo —chasqueó la lengua—. No me digas que YoonGi también conoce a estos famosos.
—A algunos, de vez en cuando lo invito, pero él no es muy fan de los idols —TaeHyung se quejó, provocando otra risa en NamJoon.
—No sabe la suerte que tiene —le dio otro trago a su lata.
Entonces NamJoon abrió la boca, pero fue interrumpido.
—¡Tae! —JiMin se acercó con una sonrisa tonta en la cara, tomando el brazo de su amigo con cariño para restregar su mejilla contra él—. ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardas tanto? —preguntó con un tono gracioso, mirando al par con ojos medio cerrados—. ¡Oh! Lo siento, ¿los interrumpo? —se paró derecho, fingiendo no estar tan borracho.
—No, no te preocupes —respondió NamJoon—. Estábamos hablando de famosos.
—¿Famosos? —frunció sus cejas.
—¿Sabías que conoce a Jackson Wang? —preguntó TaeHyung.
JiMin jadeó y miró a NamJoon con ojos llenos de sorpresa.
—¿Qué? —casi chilló—. ¿De verdad?
—Bueno, aun no, lo conoceré el miércoles en la noche —admitió—. Estará aquí para la revelación de su nuevo álbum.
—¡Whoa! NamJoon es tan genial —JiMin volvió a abrazar el brazo de su amigo—. No entiendo por qué YoonGi no querría trabajar aquí, es un tonto —se quejó, provocando risas no solo en TaeHyung, sino también en el alfa que lo acompañaba—. Vine a buscar a Tae para seguir bailando, ¿no quieres bajar con nosotros? —miró a NamJoon.
—No, gracias —negó con una sonrisa amistosa—. Me quedaré por aquí dando vueltas.
—Oh, está bien —sonrió con su pequeña nariz arrugada y jaló a TaeHyung—. Vamos, vamos.
—Ya voy —tomó el gin y se dejó jalar por JiMin—. ¡Nos vemos!
NamJoon asintió y se despidió con un movimiento de su mano.
—¿Estás seguro que no interrumpí nada? —preguntó JiMin preocupado mientras bajaban las escaleras?
—Minnie, si me quedaba más tiempo con él iba a ponerme tonto y probablemente trataría de besarlo. Menos mal que llegaste —dijo con una sinceridad hilarante, provocando que el omega también se riera—. Siento que es muy coqueto y no me da buenas vibras que esté casado, así que ignoremoslo.
—Está bien —sonrió y tomó su vaso.
Siguieron bailando lo suficiente como para que sus piernas comenzaran a doler y el cansancio golpeara sus cuerpos. El lugar lentamente comenzó a quedarse sin gente mientras las horas seguían pasando y, cuando fue hora de irse, el grupo caminó pacientemente hasta la salida, donde se encontraron con NamJoon una vez más porque ahora conversaba con uno de los guardias.
—Oh, ¿ya se van?
—Sí, mañana algunos tenemos cosas que hacer y otros ya están un poco muertos —explicó TaeHyung con un suspiro agotado mientras JiMin se recargaba a su lado con una sonrisa tonta en su cara.
—Gracias por cuidar bien de nosotros —JiMin tomó su mano para darle un apretón antes de abrazarlo cortamente.
—No ha sido nada, todos los amigos de YoonGi son mis amigos, en especial su novio —su sonrisa se congeló—. Ah, eso sonó terrible, finjamos que no lo dije.
Tanto TaeHyung como JiMin se rieron, por otro lado, HyunDae y EunJin se encontraban semi abrazados mientras caminaban con torpeza por la calle hacia el estacionamiento y se reían a carcajadas.
—Adiós, muchas gracias —TaeHyung también le dio un apretón mientras JiMin perseguía al dúo de omegas y se unía a su abrazo y a su andar—. Supongo que nos veremos por ahí. No creo que deje de venir a este lugar.
—Ah, eso suena fabuloso —el alfa ladeó su cabeza en un gesto que se le hizo encantador a TaeHyung—. Nos vemos.
El beta se despidió con un movimiento de su mano y se alejó para ir con el resto.
Antes de irse, él miró de nuevo el anillo en la mano del alfa, y suspiró.
Él era mejor que esto.
Eran las cuatro y media de la mañana cuando YoonGi se despertó de golpe.
Al principio no estuvo seguro de qué había sido exactamente, ni siquiera había puesto una alarma para estar atento a la llegada de JiMin. Rápidamente tomó su celular de la mesita de noche, pero antes de ponerse a revisar si había algún mensaje entrante avisando de la inminente llegada del omega, él supo que JiMin estaba cerca.
Sin dudarlo él se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a JungKook, y caminó descalzo hasta la puerta de su casa para abrirla, pero no se encontró con JiMin del otro lado, de hecho, se encontró con la puerta del omega abierta y la luz encendida.
Dudoso, YoonGi se adentró a la casa de su pareja y, antes de que pudiera llamar al omega, se encontró con JiMin saliendo de la habitación de JungKook con cara de espanto.
—¿JiMin?
—¡YoonGi! —corrió a su encuentro—. ¡No encuentro a JungKook!
El alfa se quedó un segundo callado mientras JiMin le preguntaba si lo había visto y comenzaba a decirle que no estaba en casa, que no recuerda haberlo dejado con la niñera y quien sabe qué más antes de que YoonGi comenzara a reírse.
—¿De qué te ríes? —palmeó su pecho, enojado.
—Él está durmiendo en mi casa, JiMin —le explicó con cuidado, tomando las manos del alterado omega, quien se quedó callado de inmediato—. Lo dejaste conmigo antes de irte, ¿lo recuerdas?
El omega se quedó un momento en silencio, analizando las palabras del otro.
—Oh —parpadeó—. Lo olvidé —desvió la mirada un poco, luciendo perdido.
—Hm, ya veo que cuando estás borracho te pones olvidadizo.
—No estoy borracho —murmuró con un puchero y cerró los ojos cuando YoonGi besó su mejilla—. Solo estoy... hum...
—Estas un poco tonto, nada más —siguió molestándolo y JiMin frunció sus cejas con fastidio, pero no pudo evitar reírse suavemente cuando el alfa volvió a dejar un beso en su mejilla—. ¿Cómo les fue? —se apartó de él para cerrar la puerta.
—Bien, fue divertido —abrió los brazos cuando YoonGi se acercó de nuevo y lo abrazó—. NamJoon es muy amable, me cayó muy bien. Nos dio tragos gratis.
—Ah sí, él suele ser así, le gusta ser un buen anfitrión —asintió, rodeando la cintura del omega con sus brazos mientras sus pies comenzaban a moverse de un lado a otro para sumergirlos en un baile flojo—. Hueles a cigarrillos.
—Uhg, sí —murmuró en su hombro, sus ojos cerrados mientras se dejaba llevar por la sala—. Había gente fumando y mucho humo —bostezó—. NamJoon debería estar más atento a eso.
YoonGi se rió.
—Eso vende, cielo. Si controlara tanto lo que ingresa la gente, no iría nadie.
JiMin refunfuñó.
—No soy para esto —frotó su nariz en el hombro de YoonGi, disfrutando del aroma a madera que lo traía de vuelta a la tierra—. Mis oídos zumban y me duelen los pies, pero fue divertido.
—Me alegra escuchar eso.
JiMin volvió a bostezar.
—Creo que a Tae le gustó NamJoon —dijo con gracia, sonriendo mientras acariciaba la espalda de YoonGi con sus manos—. Les gustó a todos en realidad.
—¿De verdad? —levantó ambas cejas y JiMin asintió en su hombro—. Bueno, sí, él es bastante guapo, no los culpo —se rió.
—Tonto —se rió también—, pero está bien, Tae sabe sus límites, ya vio su anillo —murmuró, dejándose caer un poco más sobre YoonGi.
—¿Qué anillo?
—El de bodas —dijo suavemente.
—¿Anillo de bodas? —preguntó con una duda casi escandalosa, y cuando JiMin se paró derecho para mirarlo, el alfa pareció recordar algo—. Ah, ese anillo —se puso una mano en la frente mientras se reía—. Mierda.
—¿Qué?
—Sí, a ver —trató de encontrar las palabras—, NamJoon estuvo casado, pero solo duraron un año y algo, él solo usa el anillo porque así los omegas no se le acercan.
JiMin agrandó los ojos.
—¿De verdad?
YoonGi asintió.
—Se casó a los veinticuatro y a los veintiséis ya estaba divorciado —dijo sin más.
JiMin dejó caer su mandíbula.
—¿Y por qué se separó?
—No congeniaron muy bien en la vida de casados —se encogió de hombros—. No sé, simplemente se apagó el amor o algo así, decidieron que no estaba funcionando. El proceso fue bastante rápido.
—Oh, ya me dio pena —frunció sus labios en un pequeño puchero, pero YoonGi negó con la cabeza.
—No te preocupes, él lo superó. Si a Tae le gustó le puedes decir que no se preocupe, mi amigo está soltero, el tema será que a NamJoon le interese salir. Desde su ex no tiene ganas de tener citas, por algo sigue usando el anillo y nunca se lo quita.
—¿Como en esa película de Adam Sandler? —volvió a apoyar su mejilla en el hombro de YoonGi.
—Algo así, pero sin las mentiras o el viaje a Hawaii.
JiMin se rió.
—Menos mal que tú no estabas casado.
YoonGi se carcajeó por el escenario y besó la mejilla de JiMin una vez más, provocando que el omega sonriera de puro gusto.
—Si yo hubiera estado casado creo que habría sido cuestión de usar esa ropa y ya habría caído por ti —molestó YoonGi, jalando la tela del top de JiMin.
—Qué terrible chiste, Yoon —se rió aún así.
—Tengo sueño, no esperes buenos chistes de mi parte —se defendió mientras besaba de nuevo su mejilla, sobando la cintura de JiMin con sus manos. El omega arrugó su nariz risueño y se dejó hacer con un suspiro.
Luego, el alfa se agachó rápidamente para tomar los muslos de su novio y lo cargó en sus brazos, haciendo que JiMin rodeara la cintura de YoonGi con sus piernas y jadeara por la sorpresa.
De repente, JiMin ya no tenía tanto sueño.
—¿Qué haces? —le preguntó JiMin mientras sus manos encontraban su lugar en el rostro de YoonGi.
—Te llevo a la cama —dijo tranquilamente.
—¿Ah sí? —ladeó su cabeza y mordió su labio, dejando caer sus manos en los hombros del alfa para deslizarlas por su cuello—. ¿Vas a terminar lo que empezaste cuando me fui?
YoonGi se tensó y sintió el calor no solo subir hasta su cara.
—Te llevo a dormir, atrevido —acusó.
JiMin formó un puchero, mirando la boca del otro mientras delineaba los labios ajenos con su índice.
—¿Por qué? No tengo sueño —susurró sobre su boca.
—Hace un momento estabas cayéndote dormido...
—Pero ya no.
—Vas a estar agotado mañana si no duermes nada, cielo —se resistió a no cerrar los ojos—. Son casi las cinco de la mañana.
JiMin se quejó con un sonido parecido a un ronroneo y frotó sus labios contra la comisura de la boca de YoonGi.
—Ah... —se quejó el alfa, el omega zumbó—. No me hagas esto...
—Yo no estoy haciendo nada, alfa —dijo entre susurros.
Antes de que YoonGi pudiera refutar eso, JiMin besó sus labios lentamente. El alfa no pudo resistirse a corresponder, moviendo sus labios bajo la boca hambrienta del omega. JiMin no dejaba de deslizar sus manos por el pecho y cuello de YoonGi con letargo mientras él se aferraba a sus mulos para no dejarlo caer.
De repente, los besos húmedos de JiMin se alejaron un momento con un chasquido que resonó dentro del vacío de la casa, provocando un gruñido bajo en la garganta de YoonGi a modo de protesta, pero no pasó demasiado tiempo para que viera al omega sonreír con ojos brillantes. Entonces los labios gruesos de JiMin bajaron hasta el cuello del alfa, besando con cuidado mientras que con su mano acariciaba la parte del cuello olvidada del alfa y con la otra frotaba su pecho.
YoonGi jadeó y cerró los ojos, dientes apretados y con los músculos de sus brazos tensándose.
—Ah, JiMin... —murmuró.
—Tú me marcaste, puedo hacer lo mismo, ¿no? —murmuró el omega sobre su piel, su tono lento acariciaba el oído de YoonGi y hacía que sus párpados se sintieran pesados—. Me tocaste como quisiste y me dejaste ir así nada más... no es justo —puchereó.
—N-No sé si sea necesario que tú me marques ahora —trató de dar un paso, pero se detuvo cuando sintió que JiMin chupaba la piel de su cuello, así que dio un pequeño brinco para acomodar al omega sobre él, quien jadeó aire caliente contra su piel—. Mierda, JiMin.
—¿No dijiste que ibas a llevarme a la cama, alfa? —ronroneó contra su oreja—. Estoy esperando.
YoonGi decidió que él no iba a pelear más contra JiMin y se dio media vuelta hacia la habitación del omega para tirarse con él a la cama y comer su boca como había querido hacer desde que lo vio salir con esa ropa. JiMin pateó sus zapatos lejos y se aferró a su cuerpo con brazos y piernas, suspirando entre besos y ronroneando descaradamente sobre la boca ajena con descaro, haciendo mucho más ruido del que había hecho la última vez.
YoonGi estaba seguro de que JiMin se estaba comportando diferente y no sabía si era necesariamente por el alcohol o porque quizás dentro de poco comenzaría su propio ciclo de celo.
—JiMin, antes de que...
El omega no le dejó terminar lo que iba a decir porque los hizo girar sobre la cama y se sentó en el regazo de YoonGi con toda la confianza del mundo, quitándose el top de encima con un movimiento rápido de sus brazos mientras le sonreía a YoonGi desde la suave bruma de la semi oscuridad de la habitación sólo iluminada por la luz blanca de la sala.
YoonGi tragó, el calor subiendo hasta su cabeza lo suficientemente rápido como para que se quedara sin palabras, y simplemente se dejó besar cuando el omega volvió a atacar sus labios con hambre. El aroma a rosas explotaba en la habitación, llenando cada rincón con una fuerza que tenía a YoonGi noqueado más por la excitación que por el sueño. Así que YoonGi se aferró a sus caderas y deslizó sus manos por la delgada espalda del omega, quien comenzó a mover lentamente sus caderas, llevando un ritmo lento e insistente que hizo al alfa suspirar entre besos.
YoonGi bajó sus manos directamente a los glúteos de su novio, apretando la carne debajo de los pantalones ajustados para ayudarlo a presionar con más fuerza.
Los suspiros y gemidos agudos de JiMin se atravesaron en su beso y él decidió apoyar sus manos sobre el pecho de YoonGi para darse la estabilidad suficiente y poder seguir frotando su ingle contra la del alfa, jadeando casi escandalosamente con ojos cerrados y cabeza pesada. No parecía tener mucha energía para hacer esto, pero seguía moviéndose, perdiendo en las sensaciones y el calor que quemaba su cuerpo.
—Cielo, ¿estás seguro...?
—Sí, sí —dijo rápido, asintiendo y tomando una de las manos de YoonGi para ponerla sobre su propio pecho desnudo—. Te extrañé —confesó.
El lobo de YoonGi gruñó desde lo más profundo de su pecho de pura satisfacción y JiMin se encontró a sí mismo encogiéndose en su lugar con una sonrisa traviesa entre sus labios, enseñando su cuello al hombre que ahora se colocara encima de él sobre la cama, besando su cuello con un ahínco de posesividad que lo tenía suspirando.
—Yo también te extrañé —suspiró en su cuello, dejando que el aire caliente erizara un poco más la piel de JiMin—. Mi lindo omega, te extrañé mucho.
—Muéstrame —pidió con un gemido, aferrándose a la espalda del alfa con sus uñas.
YoonGi quiso decir que lo haría, pero un recuerdo lo sacó de la burbuja un momento.
—Los condones están en mi casa... —advirtió YoonGi, provocando que JiMin dejara salir un quejido de fastidio.
No sería buena idea meterse a la casa, abrir el cajón y volver a la cama con la muy real posibilidad de que JungKook se despertara respirándoles en la nuca.
—Yoon —lo llamó en tono de reproche y el alfa no pudo evitar reírse contra su cuello—. Eres un tonto —murmuró sin estar realmente consciente de sus palabras y mucho menos diciéndolo en serio.
—Lo sé —dijo con una sonrisa y comenzó a desabrochar los pantalones de JiMin—. Perdón, bebé —besó su pecho, bajando sus pantalones.
JiMin gimió y se arqueó para él, sus manos enredándose en su cabello negro. Su cuerpo se sentía ridículamente sensible, cada toque provocaba un escalofrío por su columna y que un calor intenso derritiera sus entrañas.
—No te perdono —murmuró, mordiendo su labio y con su rostro contra la almohada, ojos ahora cerrados mientras se dejaba hacer contra el tacto de su alfa—. No importa —jadeó—, cógeme así...
YoonGi se tragó un gruñido y negó con la cabeza, besando el vientre de JiMin con cuidado.
—Estás borracho, hoy no.
—Yoon —volvió a lloriquear—. Por favor, alfa —pidió de nuevo con su voz aterciopelada por culpa del calor. YoonGi se detuvo un momento y tragó en seco—. Por favor.
La parte irracional de su ser se alzó en su contra, gruñendo mientras aceptaba cumplir los deseos de su omega, pero su raciocinio se lo impidió. No importa qué tan cerca estuviera su propio celo o lo mal que le hicieran los gemidos de JiMin a su cordura, él no iba a hacer algo como eso cuando su omega no se encontraba consciente por culpa del alcohol mezclado con sus hormonas.
—No, bebé —volvió a negarse, muy a pesar de JiMin y de su propio lobo—. Lo siento.
Los ojos de JiMin se cargaron de lágrimas de pura frustración por culpa del rechazo y el alfa se disculpó frotando su nariz y labios sobre su vientre y la cicatriz que ahí reposaba. El calor de JiMin no disminuyó y sus dedos se aferraron a los largos mechones del cabello de YoonGi mientras empujaba al alfa hacia abajo. Esa era su manera de decir que lo perdonaba, pero que por favor lo ayudara con su calor.
Cuando YoonGi quitó sus pantalones, comenzó a frotar el bulto debajo de la ropa interior color crema de JiMin, quien se estiró sobre la cama entre gemidos. El alfa decidió que sólo llegarían a eso esa noche porque el omega se quedaría dormido en cualquier momento y, más el alcohol en su sistema, YoonGi no estaba seguro de que fuera correcto tentar sus límites de esa manera.
Así que él decidió ser rápido.
YoonGi se encimó sobre JiMin inmediatamente después de meter su mano dentro de su ropa interior y masajeó con ahínco su pene dentro de su mano, provocando que el omega comenzara a lloriquear contra su boca, sus pies descalzos deslizándose sobre la cama con desespero mientras YoonGi frotaba su pulgar contra el glande de JiMin.
El aroma lubricante lo mareó un momento, demasiado espeso y caliente contra su paladar como para que él casi pudiera saborearlo en su lengua, pero sólo siguió besando el omega que se retorcía debajo de su cuerpo, quien pedía por más entre suspiros y quejidos temblorosos por el rústico movimiento de la mano del mecánico.
JiMin no demoró mucho en correrse dentro de la mano de YoonGi, apretando sus piernas juntas mientras se arqueaba contra el cuerpo de su alfa y su cabello castaño desordenado se pegaba a su frente por el sudor del esfuerzo. Sus ojos desorbitados miraron al pelinegro entre jadeos, quien sonreía satisfecho por su gran trabajo mientras JiMin trataba de recuperar el aliento.
—Lindo —besó su nariz.
El omega parpadeó lentamente, contento por el halago, y YoonGi sacó su mano, la cual se encontraba manchada con el líquido transparente de la corrida de una omega.
—Deja de mirarlo —se quejó JiMin y YoonGi se dio el lujo de alzar una ceja en su dirección—. ¿Qué?
—¿Ahora te pones tímido? —el omega apretó sus labios y miró hacia otro lado con la cara roja—. No lo puedo creer —JiMin bufó y le dio un suave empujón, pero YoonGi sólo se rió—. Me lavaré y te buscaré ropa, trata de no dormirte —avisó antes de levantarse de la cama, no sin antes besar su mejilla.
JiMin observó al alfa pararse a su lado de la cama y no pudo evitar que sus ojos se dirigieran a la entrepierna de YoonGi, en donde un bulto se alzaba debajo de los pantalones de chándal.
Él se mordisqueó el labio mientras el alfa caminaba en dirección al baño e hizo un esfuerzo por no dejar que sus párpados cayeran.
—¿N-No quieres que te... ayude? —preguntó con nerviosismo cuando YoonGi volvió a entrar al cuarto con un pañuelo húmedo. Cuando lo miró, JiMin sintió que su cara se calentaba de nuevo y volvió a desviar la mirada—. D-Digo, es que... ya sabes..
YoonGi sonrió con ternura.
—Está bien, cielo. Creo que lo haremos otro día.
—Es que... —suspiró cuando el alfa comenzó a pasar el pañuelo por su vientre—. No es justo... —murmuró antes de bostezar, parpadeando lento.
YoonGi tarareó y acomodó su ropa interior en su lugar, luego se inclinó para besar su frente. JiMin reaccionó con una sonrisa risueña, cerrando sus ojos sin intenciones de volverlos a abrir. YoonGi se rió entre dientes y volvió a besar su cara, provocando que el omega soltara un par de risitas tímidas.
—Te mueres de sueño, bebé. Mejor otro día.
JiMin parpadeó lento una vez más, mirando a su novio con ojos de amor.
—Me gusta que me llames así —murmuró suavemente.
—¿Bebé?
Él asintió.
—¿Y cielo?
—Me encantan todos.
—Hm, lo tendré en cuenta —hizo del pañuelo una bola y lo tiró al pequeño cesto de basura que había al lado del escritorio.
Cuando YoonGi se giró hacia él, JiMin extendió sus labios en un pico que hizo a YoonGi reír, luego lo besó, dejando que el omega tomara su rostro con delicadeza para acariciar sus mejillas.
La sensación era como flotar en una nube, ligero como una pluma y tan lleno de amor que su pecho podría explotar. El calor en su pecho volvió, tan grato que hizo a YoonGi suspirar mientras besaba los labios de su omega con un cuidado comparable a acariciar una obra de arte hecha de porcelana. Entonces los besos se transformaron en una pequeña caricia de labios mientras rozaban sus narices suavemente una contra la otra, los dos ensimismados en la bruma de amor que se formó alrededor.
Por un momento se sintió como demasiado para poder contenerlo, sus corazones repicando contra sus pechos como un tambor que hacía eco en sus oídos y sólo pudieron pensar en un par de palabras que se deslizaron fuera de su boca antes de que pudieran ser conscientes de ellas.
—Te quiero.
Lo dijeron los dos al unísono.
Ambos abrieron sus ojos, congelados en sus lugares mientras se miraban, sorprendidos.
Se quedaron callados un largo segundo, solo mirándose, buscando algo en los ojos del otro.
—Yo también.
Volvieron a decir al unísono.
Ambos sonrieron, el sonido de sus risas risueñas haciendo eco en la pequeña habitación.
Se besaron otra vez, pero fue corto, un beso pequeño en el cual encerraron ese par de palabras que sonaban como si quisieran poder expresar más, pero si tuvieran miedo de que el otro pensara que era demasiado.
YoonGi cargó a JiMin en sus brazos después de encontrar un pijama para él y lo llevó hasta su cama para poder dormir el par de horas que quedaban antes de que el sol saliera alto en el cielo.
Y, sin que JungKook se diera cuenta, ambos se acurrucaron junto a él en la cama.
JiMin entró en consciencia inmediatamente después de sentir un par de labios presionados contra su sien. Él parpadeó con flojera, el suave hormigueo de la resaca molestando la parte trasera de su cabeza antes de extenderse hasta su frente y doler como no creyó que lo haría la noche anterior. Él se quejó y trató de moverse, pero se dio cuenta de que estaba siendo apresado por un par de brazos y piernas pequeños que rodeaban su cintura como un pequeño monito y él quiso lloriquear.
—Te traje medicina —escuchó detrás de él y cuando abrió los ojos se encontró con YoonGi parado a su lado con un vaso en una mano lleno de un líquido blanco que JiMin supuso era la medicina.
El omega se quejó y colocó una mano sobre su cara, con la otra abrazó a JungKook.
—Vete.
YoonGi viró los ojos.
—Te dolerá más si no te la tomas.
—Ya sé —murmuró—. Dame un momento.
JiMin se removió y trató de apartar el cuerpo de JungKook de él, pero el niño lloriqueó y se aferró con más fuerza. El omega frunció sus cejas con dolor e hizo un esfuerzo más grande por sentarse, pero JungKook chilló contra su pecho, provocando que el dolor de cabeza pinchara y él mismo se quejara adolorido.
—JungKook, ¿qué te pasa?
Entonces, él notó que su aroma a uvas se había tornado amargo.
—¿Kookie?
—Espera —YoonGi dejó el vaso a un lado y se sentó al lado de JiMin con rapidez—. ¿Estás bien, chiquitín? —colocó una mano sobre su espalda.
JungKook apartó la mano de YoonGi de un manotazo y comenzó a gruñir.
—No, Kookie, hoy no —se lamentó JiMin mientras trataba de sentarse en la cama, pero JungKook seguía tirando de él hacia abajo entre chillidos y lloriqueos que no hacían más que empeorar su dolor de cabeza—. JungKook, ya basta, por favor —sus ojos se llenaron de lágrimas.
Cuando alcanzó a ver los ojos de su hijo se encontró con un par de cejas fruncidas en pura rabia posesiva, y se dio cuenta de que sus ojos eran completamente plateados. JiMin jadeó y lo empujó lejos por puro reflejo. JungKook volvió a gruñir y se abalanzó sobre JiMin, pero fue detenido por YoonGi, quien rodeó su pequeño cuerpo con su brazo y lo alejó.
La pareja se miró fijamente un segundo, YoonGi pidiendo permiso y JiMin dudando infinitamente.
Entonces, JungKook comenzó a gritar con fuerza.
JiMin sostuvo su cabeza.
—E-Espera, Yoon.
—Te va a morder si lo dejas —le dijo YoonGi con seriedad.
JiMin se tensó en su lugar mientras el alfa forcejeaba un poco con el niño, quien no dejaba de lanzar patadas y manotazos para que lo soltaran, haciendo todos los esfuerzos posibles para volver a los brazos de su papá. JiMin sentía el llamado, su lobo preocupado dando vueltas como loco mientras él sentía que su cabeza estaba a punto de explotar.
—Tranquilo, tranquilo —repetía YoonGi en un intento de calmarlo mientras lo sentaba en su regazo y lo apretaba contra su cuerpo, pero el niño seguía gritando y buscando soltarse.
En algún momento, él encontró factible morder el brazo de YoonGi.
—¡JungKook! —reclamó JiMin.
Entonces, YoonGi gruñó con fuerza, un sonido de advertencia que hizo al niño congelarse y cerrar sus ojos. El lobo del pequeño alfa se recostó en el suelo con las orejas bajas y su aroma amargo se hizo más suave por el arrepentimiento. El sonido gutural no se detuvo hasta que JungKook hipó con sus ojos llenos de lágrimas y se encogió entre los brazos de YoonGi.
Cuando se detuvo, el niño parpadeó como si no entendiera qué había sucedido y JiMin tragó, mirando la expresión congelada de su hijo en la nada mientras el color plateado se desvanecía de sus pupilas.
Su lobo se había dormido de nuevo.
Los niños recién presentados como JungKook todavía no saben cómo controlar a sus lobos, por ende, estos pequeños animales igual de irracionales e impulsivos podían hacer acto de presencia en cualquier momento. En la adultez, las personas sólo pueden "perder el control" cuando están en su temporada de celo, temporada en la que los lobos están lo suficientemente despiertos como para tomar el mando. JungKook todavía necesitaba controlar a su lobo, no iba a ser tan fácil como presentarse como alfa y ya, él tendría que lidiar con algo más que cambios de humor durante un tiempo antes de que pudiera mantenerse tranquilo.
Es por eso que las madres de sus amigos consideraron que era mejor idea no llevar a sus hijos omegas a la fiesta. Quién sabe qué podría hacer un pequeño alfa descontrolado, pero JiMin seguía enojado por ello.
Así mismo, el método para que se calmara hacía que JiMin se sintiera mal.
Pero él no dijo nada, sólo dejó que YoonGi sentara a JungKook en la cama frente a él, aún sujetando sus pequeñas manos mientras el niño hipaba con lágrimas bajando por sus mejillas.
—Discúlpate —ordenó YoonGi con voz severa, pero JungKook no levantó la mirada—. JungKook.
—L-Lo siento... —sorbió su nariz.
—Discúlpate con JiMin.
JungKook cerró los ojos.
—JungKook —lo llamó el alfa mayor.
El niño se quejó a modo de lloriqueo y murmuró algo inaudible, así que YoonGi repitió su pedido con voz mucho más seria, un tono que sonaba como un gruñido.
—Yoon...
—Lo siento, papi —murmuró con un hilo de voz y un hipido, comenzando a llorar una vez más
YoonGi lo soltó y el niño inmediatamente después gateó hasta JiMin de nuevo, acurrucándose entre sus brazos y con su pequeña nariz frotando el pecho de su papá. Él no estaba seguro de qué hacer ahora, simplemente abrazó a su hijo y miró a YoonGi.
—Tenemos que hablar de esto —fue lo que dijo JiMin mientras veía a YoonGi levantarse de la cama para tomar el vaso.
YoonGi asintió.
—Lo sé —se lo entregó.
La expresión de JiMin se suavizó un poco.
—Gracias —murmuró aunque ese agradecimiento no era necesariamente por el vaso.
—No te preocupes —le sonrió suavemente—. Iré a terminar el desayuno.
Cuando se quedaron solos, JiMin suspiró y se terminó de un trago la medicina que le había llevado YoonGi, luego se estiró para dejar el vaso en la mesita de noche y abrazó a su hijo con cuidado, posando su mejilla sobre su coronilla.
Sabía que YoonGi no le haría daño a su cachorro, pero eso no evitaba que se pusiera nervioso cuando lo veía gruñirle. JungKook no estaba acostumbrado a eso, ¿qué estaría pasando por su mente en ese momento? ¿Él pensaría algo malo de YoonGi? ¿Le daría miedo?
Entre sus brazos, JungKook sorbía su nariz, tratando de aguantar el llanto mientras JiMin acariciaba su espalda en un intento de consolarlo.
—Lo siento.
—Está bien —le dijo con amor—. Sé que no es tu culpa.
—Papi —sorbió su nariz—, ya no quiero ser un alfa.
JiMin cerró los ojos un momento, suspirando.
—No tiene nada de malo que seas un alfa, mi amor.
—Sí es malo —refutó entre sollozos—. Soy malo, me enojo, grito, no me gusta —negó con su cabeza, hipando—. No quiero, papi.
—Ay, Kookie —sobó su espalda, sintiéndose culpable—. ¿Recuerdas cuando te dije que todos tenemos un lobito dentro de nosotros? —el niño asintió—. Bueno, hay lobitos que son un poco más hiperactivos que otros, tu lobito es un poco enojón y todavía no sabe cómo debe comportarse y tú todavía estás aprendiendo a controlar a tu lobito, pero pronto podrás y ya no será tan enojón.
—Pero... pero no me gusta...
—Lo sé —besó su cabeza otra vez—, lo siento, no puedo hacer que dejes de tener a tu lobito, pero sí podemos aprender a controlarlo, ¿está bien? Después, cuando seas grande, tu lobito ya no va a ser una molestia. Vas a ser un alfa como el Señor Fantástico.
JungKook hipó una vez más.
—¿Puedo ser un alfa como... como el señor YoonGi?
El aliento de JiMin tembló y volvió a abrazar a su hijo.
—Claro que sí —susurró.
—Bueno...
Cuando YoonGi volvió a entrar al cuarto, JiMin temió que JungKook no quisiera verlo, pero el niño extendió sus brazos hacia él y el alfa no demoró en buscarlo, cargándolo en sus brazos para que el pequeño pudiera abrazarse a sus hombros. JiMin miró todo el escenario con sorpresa, casi olvidando el dolor sordo que estaba molestándole, pero YoonGi solo le hizo un gesto para que lo acompañe.
—Vamos a desayunar.
A pesar del inicio atropellado que había tenido la mañana, ellos de igual modo pudieron disfrutar de un desayuno decente que terminó alivianando la tensión. YoonGi no demoró en recordarle a JungKook que hoy iban a ir al parque y que tenía que sonreír para todas las fotos, a lo que el niño respondió que así lo haría y su humor pareció mejorar rápidamente. JiMin seguía sintiéndose un poco mal por la resaca y el dolor de cuerpo que le provocó estar toda la noche de pie y bailando, sentía que lo había atropellado un camión y se preguntó si acaso habría sido peor si no lo hubiera ayudado a relajarse la otra noche.
Ellos no hablaron al respecto por obvias razones, pero YoonGi sí lo miró con ojos traviesos y sonrisas cómplices a cada oportunidad que tenía, provocando sonrojos en la cara de JiMin y muecas avergonzadas, también un par de risas tímidas. El omega recordaba bastante bien cómo se había comportado y se sentía extraño por lo mismo. El alcohol pudo haber ayudado a su actuar, orillándolo a ser mucho más osado de lo que normalmente sería, pero ahora con la consciencia plena se sentía ridículo.
Aun así, YoonGi se veía bastante satisfecho.
Después de desayunar, cada uno se dispuso a arreglarse para salir. Era lo suficientemente temprano como para que un par de bostezos se colaran entre sus palabras, pero el más emocionado era JungKook, quien parecía haber tenido la mejor noche de su vida, así que JiMin tuvo que seguir su ritmo a duras penas mientras lo ayudaba a vestirse.
—Qué raro —dijo JiMin después de colocarle la camiseta a JungKook.
—¿Qué pasó? —preguntó JungKook con curiosidad.
—Pensé que te quedaba bien... —jaló un poco más la prenda, pero no bajaba más allá del ombligo de JungKook, incluso parecía que se había encogido.
—¿Estoy gordito? —el niño se agarró la barriga, JiMin rió.
—No, te estás estirando —jaló la prenda hacia arriba y JungKook levantó los brazos para quitársela—. Buscaré otra —se levantó del suelo y caminó hacía el armario de JungKook.
—¿Me puedo poner mi camisita de Koya?
—Creo que esa está sucia —rebuscó entre los cajones—. A ver, esta —sacó una de color celeste con un estampado con superheroes y se acercó de nuevo a la cama.
Pero cuando se la puso, tampoco le quedó.
—Diosa... —se la volvió a quitar—. Déjame ver.
JungKook suspiró y comenzó a mover sus pies que colgaban al borde de su cama. Ellos se tenían que ir en unos minutos, YoonGi se estaba vistiendo en su casa y sólo faltaba terminar de ponerle la ropa al niño.
JiMin rebuscó un poco más hasta que encontró una camiseta de color rojo sin ningún tipo de estampado. Cuando se giró para enseñársela a JungKook, el niño arrugó la nariz.
—No me gusta.
—Bueno, si no encuentro otra, vas a tener que usar esta —le dijo, colocando la camiseta en un estante cercano y volvió a buscar entre los cajones.
—¿Cómo vamos? —YoonGi entró a la habitación de JungKook, quien lo saludó—. Kookie, qué atrevido, ¿vas a ir así?
—¡No! —se rió—. ¿Cómo voy a ir así? Estoy casi desnudo —se abrazó y se sacudió un poco en su lugar—. No me queda mi ropita
—¿Ah no? Estás creciendo muy rápido, chiquitín... Ah, creo que ya no te puedo llamar así —se colocó las manos en la cintura y miró a JiMin, quien volvía a girarse con una camisa nueva, esta vez de color blanco con las mangas de color azul celeste y un pequeño dibujo de conejito en la zona izquierda del pecho.
—¿Te gusta esta?
JungKook asintió y alzó sus brazos. JiMin se apresuró en ponerle la camisa con cuidado frente a la mirada cariñosa de YoonGi.
—Esta te queda bien —suspiró con alivio JiMin y se sentó en el suelo con cansancio—. Ahora reza para que te queden los zapatos —metió la mano debajo de la cama y sacó un par de zapatos deportivos de color azul oscuro que eran los favoritos de JungKook y que estaban un poco gastados.
JungKook tomó uno de sus zapatos y se lo colocó con cuidado mientras JiMin se levantaba del suelo con ayuda de YoonGi.
—Voy a terminar de armar su mochila —avisó el padre antes de salir a la sala.
—Señor YoonGi —llamó JungKook—. ¿Me puede amarrar las agujetas?
—¿No sabes hacerlo todavía?
—No, mi papi todavía no me enseñó —se encogió de hombros—. Él dice que me tardo mucho y lo hace él.
YoonGi resopló con gracia y se sentó frente a él.
—Bueno, mira —tomó ambas agujetas frente a la mirada curiosa del cachorro—. Lo que tienes que hacer primero es cruzar ambas así, luego haces dos orejitas de conejito, las cruzas así y las jalas de lado a lado, hasta que el conejito diga ¡auch!
JungKook sonrió y tomó su otro pie, pero cuando tomó las agujetas se quedó en blanco.
—¿Cómo era?
—A ver —YoonGi las volvió a soltar—. Primero cruzas...
JungKook repitió cada uno de los pasos con cuidado hasta que sus agujetas quedaron listas. Su trabajo era un poco más torpe que el de YoonGi, pero lo había logrado al fin y al cabo, así que se bajó de la cama a toda prisa para enseñarle su nueva habilidad a su papá.
—¡Papi! El señor YoonGi me enseñó a amarrar mis agujetas —levantó su pie en su dirección, siendo seguido por YoonGi desde su habitación—. Ya soy un niño grande.
JiMin miró a los dos con amor, cerrando la mochila sobre la mesa.
—Ya eres un niño grande, mi amor —afirmó, haciendo que el pequeño sonría—. Ahora ven que te voy a echar protector solar.
JungKook corrió a su encuentro y se paró derecho frente a él.
Cuando estuvo listo, JiMin le colocó su gorra y su mochila. Eran los últimos días de verano, ya se acercaba el otoño y con ello la vuelta a las clases, pero esa mañana sería calurosa y soleada según las noticias, así que JiMin se preparó para evitar quemaduras no solo en su hijo, sino también en él y en YoonGi, quien se quejó como un niño mientras el omega frotaba el protector solar en su rostro.
—Bueno —JiMin sacudió sus manos y tomó las llaves de la casa para meterlas a la mochila de JungKook—, vamos saliendo de una vez porque es un viaje largo en tren —le tendió su mano a su hijo, quien la tomó.
—¿Tren? —YoonGi preguntó.
—Sí —lo miró con extrañeza—. Son cuarenta minutos de viaje y la estación está a cinco minutos. Si salimos ahora llegaremos al tren de las diez y media.
YoonGi zumbó.
—¿No le gusta ir en tren, señor YoonGi? —preguntó JungKook.
—No es eso, es que si vamos en tren entonces no sé qué vamos a hacer con el auto que alquilé.
JiMin miró a YoonGi como si estuviera loco y, momentos después, estaba parado en el estacionamiento del edificio frente a una camioneta color negro que parecía recién salida de la consesionaria. Claro, sí, claro que el perfecto alfa Min YoonGi iba a alquilar un auto para el viaje al parque. JiMin no lo pudo prever aun así y se quedó en shock más tiempo del necesario mientras YoonGi subía a un emocionado JungKook a los asientos traseros y ajustaba su cinturón de seguridad.
El auto era uno de esos últimos modelos con todos los juguetes que podía tener. Incluso tenía una radio con pantalla táctil que no sólo tenía curioso a JungKook, sino que a él también.
—Puedes poner lo que quieras, mi celular ya está conectado —le entregó su celular y JiMin lo tomó con manos nerviosas, impresionado no solo de lo buen celular que era el que tenía en entre sus manos, sino también por la forma en la que YoonGi giraba el volante y manejaba la la palanca de cambios.
—Bueno —JiMin navegó por la pantalla y abrió YouTube.
—Abre Spotify, cielo.
—Pero te voy a dañar tu historial.
—No importa —se encogió de hombros.
—Bueno... esta le gusta a JungKook.
YoonGi pensó que se escucharía la intro de alguna canción infantil, pero para su sorpresa el sonido de un banjo comenzó a resonar por el auto y él miró a JiMin con extrañeza. JungKook sonrió en grande y se agarró del asiento de JiMin para comenzar a tararear la letra junto con su padre. El alfa miró un momento la pantalla de la radio para leer «You Belong With Me» de Taylor Swift.
—Ah... por la diosa... —se rió mientras padre e hijo cantaban el alto, uno mucho más seguro de la letra que el otro, pero sin perder el tono de ninguna palabra.
—¡You belong with me-e~! —gritaron al unísono.
YoonGi se carcajeó bajo el sonido de la música y mordió su labio inferior, negando con la cabeza mientras el par seguía cantando y rellenaban el silencio del viaje con sus voces desafinadas mientras YoonGi conducía, rebotando su cabeza al ritmo de las canciones cursis que resonaban dentro del vehículo y que seguro harían su pequeña aparición dentro de su spotify wrapped.
Ellos llegaron al parque casi una hora después, todo bajo las mejores canciones favoritas de JiMin y un par de canciones infantiles que hicieron a JungKook rebotar sobre su asiento como si estuviera en un concierto.
—¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos? —preguntaba incesante JungKook con los nervios por el cielo mientras veía por la ventana a su lado—. ¡Papi, papi, mira! —comenzó a rebotar una vez más, señalando la ventana—. ¡Es la rueda de la fortuna de Tata!
—¡Sí! —JiMin aplaudió emocionado—. Vamos a montarnos ahí primero.
—¡Sí, sí, sí! Luego vamos a la montaña rusa de Van —movió sus manos como si las estuviera secando, incapaz de contener la emoción de su pequeño cuerpo—. ¡Señor YoonGi, rápido!
—Espera chiquitín, tengo que estacionarme —le dijo el alfa con voz calmada—. Ya estamos aquí, el parque no se irá a ningún lado... ¡Oh! Ahí hay un puesto —aceleró un poco.
Después de bajar del auto, los tres se colocaron en la fila para entrar al parque designada para aquellos que ya tenían sus entradas. De fondo se podía escuchar el sonido de los juegos y los gritos emocionados de los niños y adultos mientras que el aroma a palomitas dulces y golosinas llegaba hasta sus narices, provocando que el pequeño JungKook no dejara de brincar lleno de emoción a cada paso que daban. JiMin sostenía su mano mientras se reía y el pequeño repetía una y otra vez lo muy emocionado que estaba por entrar de una vez. Su mochila en su espalda rebotaba con él.
—Hola, bienv...
—¡Hola! —chilló JungKook cuando estuvieron frente al guardia. El hombre se rió—. ¡Hola, señor! ¡Soy JungKook!
—Hola JungKook —saludó con una sonrisa mientras YoonGi le entregaba las entradas—. ¿Es tu primera vez? —el niño asintió eufórico, sus puños apretados—. Bueno, dame tu manito y te pondré tu pulsera para que te subas a todos los juegos que quieras.
JungKook hizo caso y levantó su mano. El hombre sacó una pulsera de plástico de color rosa, la cual tenía la cara de uno de los personajes estampada en el centro como si fuera un reloj y se la colocó con cuidado al niño, ajustándola para su pequeña muñeca. JungKook miró la pulsera con emoción y se la enseñó a su papá, quien le sonrió de vuelta.
—Papi, ¡es Cooky! —le enseñó eufórico.
—¡Sí, qué emoción! —respondió de la misma manera.
—¿Cómo se llama este? —YoonGi se miró la pulsera después de que el guardia se la colocara.
—¡Shooky! —casi gritó JungKook—. ¡Es el mejor amigo de Cooky! —le enseñó su pulsera.
—Oh, qué genial —tomó la mano de JungKook—. Entonces somos mejores amigos.
—¡Sí!
—Bienvenidos a BTLand —les sonrió el guardía.
—Gracias —JiMin se despidió con un movimiento de su cabeza y se apresuró a tomar la mano libre de JungKook—. Bueno, vamos, vamos.
La entrada al parque empezaba con un camino que se oscurecía al entrar en un túnel alargado pintado de color azul oscuro y que se encontraba lleno de luces parpadeantes que hacían la ilusión de que eran estrellas y de que ellos estaban viajando por el basto espacio. Habían otras familias caminando a la par de ellos, muchos niños emocionados que saltaban o corrían hasta el final del pasillo mientras que JungKook simplemente chillaba y se retorcía en su lugar a cada paso que daba.
Por un momento, JiMin temió que se fuera a desmayar.
Después de cruzar el túnel, un enorme letrero que decía "bienvenidos" los recibió, a la par que dos personas metidas en botargas de los personajes que saludaban a las personas. JungKook gritó y se soltó del agarre de ambos adultos con una facilidad preocupante y se lanzó a abrazar al personaje que JiMin reconocía como RJ.
—¡Kookie! —lo persiguió tratando de no reírse porque la persona casi se cae al suelo, de por sí los trajes eran tan grandes que la persona dentro debía estar luchando por su vida ahí—. Lo siento, RJ —tomó a su hijo de los hombros para apartarlo.
El personaje bajó la mirada para mirar a JungKook y lo saludó con sus pezuñas. El niño se cubrió la boca y chilló antes de saludarlo de vuelta.
—¡Foto! —dijo YoonGi.
JiMin colocó a JungKook al lado del personaje y sonrió hacia la cámara de YoonGi, quien levantó su pulgar un par de segundos después.
—Vamos Kookie, despídete de RJ.
—Adiós RJ —le dijo con ojos brillantes y sonrisa enorme. El personaje hizo como si se riera y se despidió con sus pequeñas manos.
Finalmente entraron al parque un momento después, cruzando el umbral que les daba la bienvenida y siendo recibidos por el sonido de risas, gritos, maquinaria y puestos de comida. JungKook veía el lugar con ojos brillantes de pura emoción, cada rincón se encontraba precisamente armado para que pareciera sacado del universo de sus personajes favoritos.
El parque en cuestión estaba construido de forma que se hiciera un recorrido circular de todos los juegos y de las temáticas que abarcaban todos los escenarios de la historia de los personajes. La zona inicial era el castillo de Tata, aquel de donde partía la historia de la película que tantas veces había visto JungKook. Al lado del castillo se encontraba la rueda de la fortuna y ellos no demoraron en correr hacia el castillo para recorrerlo y luego subirse al juego mecánico.
—Estuve leyendo la página del parque y vi que con la pulsera puedes hacer misiones para ganar estrellas y recibir un premio al final del recorrido —explicó YoonGi mientras ellos se adentraban en el castillo, una construcción lo suficientemente grande como para que entraran cien personas, con ventanas que en realidad eran pantallas y que mostraban a los personajes saludando desde afuera—. En cada zona hay un lugar donde conseguir estrellas. Deberían tener el símbolo de los personajes.
—¡Hay que buscar! —brincó JungKook, usando los brazos de ambos adultos como palanca.
YoonGi no demoró en encontrar a un grupo de personas reunidas en un rincón del castillo y guió a JungKook hacia ellos. Cuando las personas se fueron, JungKook se encontró con un agujero en la pared con la forma de una estrella, él metió ahí su puño y un video se reprodujo en la pantalla que descansaba arriba. En el video aparecía Tata para saludarlo y decirle que su misión era encontrar a Van, que él se había escondido en alguna parte del castillo, así que el niño comenzó a buscarlo con el resto de niños.
—Si así va a estar todo el recorrido, entonces saldremos de aquí a las ocho de la noche —se rió JiMin mientras seguía a JungKook en su pequeña aventura. El niño se veía realmente decidido.
—Creo que esa era la idea —resopló YoonGi con gracia—. Lo bueno es que se va a ir a dormir temprano.
—¿Y estás contento con eso? —inquirió JiMin.
—No sé, ¿debería? —le regresó la mirada.
El omega hizo un esfuerzo por no sonreír.
—¡Papi! —ambos se giraron al llamado y se encontraron con JungKook debajo de una escaleras que no llevaban a ningún lado, solo estaban ahí de decoración—. ¡Lo encontré!
Ambos adultos fueron a su encuentro y se asomaron debajo de las escaleras, encontrándose con la figura de Van en la pared. JiMin agrandó los ojos con sorpresa y YoonGi lo felicitó con un choque de manos.
—A ver, apoya el brazalete ahí —el alfa señaló la figura de la estrella que había debajo de Van.
Cuando JungKook lo hizo, una voz lo felicitó por haber cumplido la primera misión y le informó que había ganado quince estrellas.
El sabor de la victoria sólo hizo que JungKook deseara ganar la mayor cantidad de estrellas que pudiera, así que mientras avanzaban por el parque, JungKook no demoró en buscar misiones escondidas entre las atracciones, haciendo retos cada vez más complicados como tirar cinco naves espaciales con meteoritos (que en realidad eran pelotas) o saltar sobre una plataforma lo suficiente como para calentar el horno donde se cocinaría Shooky.
Las atracciones también fueron de las mejores cosas para el pequeño cachorro. Primero se subieron a la rueda de la fortuna para darle un vistazo a todo el parque y luego hicieron la fila para subirse a la montaña rusa, todo fielmente fotografiado por YoonGi, quien hizo lo posible para guardar cada momento que pudiera ser recordado por el cachorro luego. El alfa también había pagado un poco más para tener un pase rápido a las atracciones, lo cual hizo que JiMin se quedara mudo un momento, pero no insistió en saber el precio final porque al fin y al cabo era un regalo.
Y evitar las filas no era algo de lo que quejarse.
—¿Cuánto? —JiMin casi jadeó cuando le dijeron el precio del waffle especial con la cara de Cooky y relleno de fresas y crema que JungKook quería. El chico que atendía el puesto repitió el precio y JiMin tragó en seco—. ¿Estás seguro que lo quieres? —miró a su hijo, quien hizo un puchero y lo miró con ojos de cachorro abandonado, así que JiMin suspiró y sacó su billetera de la mochila del pequeño—. Uno por favor.
—Enseguida —el chico asintió.
—Increíble lo que puede subir el precio de algo por tener la cara de esos muñequitos —mencionó el omega con un poco de recelo—. Ve a sentarte ahí mientras esperas —señaló una mesa cercana, así que JungKook lo hizo de inmediato.
A lo lejos, YoonGi regresaba del baño.
—Los baños también son temáticos —se rió cuando se acercó a JiMin—. Oriné en una nave espacial.
JungKook se rió y JiMin viró los ojos.
—No digas eso.
—¿Qué? ¿Orinar? —preguntó mientras se sentaba al lado de JungKook.
—Ay, cállate —agitó su mano—. No seas vulgar.
YoonGi se carcajeó.
—Es una palabra.
—¡Orinar! —repitió JungKook.
JiMin miró a YoonGi con enojo.
—No es una mala palabra —se siguió defendiendo, todavía entre risas.
—Es fea —argumentó JiMin.
—Aquí tiene, señor —el chico del puesto le tendió el enorme waffle envuelto en una servilleta. En realidad parecía más un sandwich, pero lucía tan bonito que al omega le daba un poco de pena que se lo fueran a comer.
—Gracias —lo tomó y le entregó el dinero antes de acercarse a la mesa—. Bueno, toma, pero deja que te tome una foto antes de que lo muerdas —le entregó el postre a su hijo y se sentó, sacando el celular de su bolsillo—. Sonríe.
JungKook enseñó una enorme sonrisa y levantó su waffle hacia la cámara, provocando que JiMin sonriera y tomara la foto. Luego se la envió a TaeHyung.
—Listo.
JungKook mordió el waffle con ganas y sus mejillas se llenaron de crema.
—¡Ay! —se quejó el niño.
—¿Qué pasó? —preguntó YoonGi.
Mientras masticaba, JungKook hizo una mueca.
—Me duele —murmuró.
—¿Qué te duele? —esta vez preguntó JiMin, ahora preocupado.
Cuando tragó, el niño abrió la boca y tocó su colmillo derecho.
—Mi dientito.
—Uhhh, ¿diente flojo? —supuso YoonGi, mirando con cuidado la boca abierta del niño—. ¿Se mueve? —JungKook cerró la boca y asintió—. Bueno chiquitín, parece que ya se te van a caer tus primeros dientes.
El niño miró a JiMin con pánico y el omega se apresuró en explicar.
—Es normal, tranquilo —le dijo con cuidado—. Te van a crecer nuevos dientes. Ahora tienes que mudar tus dientes de leche, ¿recuerdas lo que dijo el doctor? Los primeros en caerse son los colmillos.
—Oh... —entonces miró su waffle con tristeza—. ¿Todavía puedo comer?
—Sí, amor, pero con cuidado para que no te duela.
JungKook pareció más aliviado y la siguiente mordida que le dio a su postre fue mucho más pequeña que la primera.
—Se ve rico, ¿puedo tener un poco? —YoonGi se inclinó hacia el niño, quien lo miró durante un largo momento de duda antes de extenderle el postre—. Gracias.
—Chiquito —avisó antes de que mordiera, así que YoonGi le dio una pequeña mordida.
JiMin apoyó su mejilla sobre su mano mientras veía al par masticar con gusto el postre y sonrió enternecido cuando YoonGi tomó una de las servilletas de la mano de JungKook y limpió sus mejillas llenas de crema mientras el niño seguía masticando sin inmutarse, como si el contacto ajeno fuera tan natural para él que no tenía por qué ponerse a la defensiva. Siempre había sido un niño arisco. En otras circunstancias, JungKook se apartaría y miraría mal a la persona que tratara de tocarlo, lo hizo cuando conoció a TaeHyung, lo hacía siempre con su abuela, incluso a veces lo hacía con EunJin cuando no estaba de humor, pero con YoonGi sólo dejaba que pasara.
—¿Qué vamos a hacer luego de esto? —le preguntó el alfa luego de arrugar la servilleta.
El omega miró su celular una vez más. En algún punto del recorrido encontraron un mapa y él decidió tomarle una foto.
—Después de esto nos quedan tres atracciones antes de llegar al final —contó—. Podemos montarnos en el horno de Shooky, luego podemos pasear por la selva de Koya y terminaríamos en la pista de baile de Mang.
—¿Podemos subirnos otra vez a la montaña rusa de Van? —preguntó JungKook con las mejillas llenas.
—Nos subimos dos veces, amor.
—Pero fue divertido —refutó.
El alfa se quejó.
—Creo que YoonGi quedó bastante mareado —se burló, mirando al alfa—. En todas las fotos saliste gritando.
—En mi defensa, no soy fan de la adrenalina.
—Tienes una motocicleta —enarcó una ceja.
—Esto es totalmente diferente.
JiMin se rió.
—Bueno Kookie, acaba tu waffle y nos subimos de nuevo.
JungKook asintió y continuó comiendo.
—A las seis habrá un show en la plaza que está en medio del parque —avisó YoonGi, apoyando sus codos sobre la mesa—. ¿Quieren ir?
—Claro, seguro a esa hora seguiremos aquí —dijo JiMin mientras seguía mirando el pequeño mapa.
—¡Sí! —dijo JungKook—. ¿De qué va a ser el show?
—Ah, no lo sé, creo que se van a presentar todos los animalitos esos —movió su mano—. Deben presentar algunas canciones, son estrellas después de todo.
—¡Oh! ¿Cantarán las canciones de la película? —preguntó JungKook emocionado.
—Seguro que sí, amor —apoyó JiMin, provocando que el niño se sacudiera emocionado.
—Por la Diosa, ojalá que no —el alfa se pasó una mano por la cara.
—Señor YoonGi —el alfa miró al cachorro, quien tenía sus pequeñas cejas fruncidas en una expresión enojada—, usted no sabe lo que es la música de verdad —acusó sin remordimientos.
El alfa lo miró totalmente anonadado y JiMin se carcajeó con fuerza.
—Claro que lo sé —se defendió de inmediato—. Amo la música. Escucho mil canciones todos los días. Estuve en una banda, por si no lo recuerdas —continuó mientras JiMin negaba con la cabeza por lo tonta de la situación.
—¿Y? Usted no es famoso.
JiMin volvió a reírse y el alfa apretó sus labios tratando de gestionar lo ofendido que se sentía y la risa que quería salir de su propia boca.
—¿Qué sabes si no quise ser famoso?
—Señor YoonGi —JungKook lo miró, repentinamente serio. La expresión de su rostro lucía como si estuviera hablándole con condescendencia—. Si usted hubiese sido bueno, sería famoso, no mienta.
Para este punto, JiMin estaba aguantando las lágrimas que se acumularon en sus ojos por las carcajadas y YoonGi no podía creer que un mocoso fan de los musicales infantiles le estuviera criticando su (bastante corta cabe aclarar) trayectoria musical.
—Ya no te enseñaré a tocar la batería.
—Está bien —se encogió de hombros y quitó los restos de servilleta que todavía había en su postre para darle su penúltima mordida—. Prefiero aprender de alguien que sí sepa de música.
YoonGi extendió sus manos sin entender qué había acabado de suceder mientras JiMin sostenía el estómago.
—Deja de reírte —le dijo, pero una risa sin aire abandonó su garganta—. Tu hijo acaba de insultarme y te ríes.
—Eso te pasa por no apreciar sus gustos —señaló todavía riéndose—. Tienes que disculparte con él.
—¿Yo? —se señaló y JiMin asintió, así que él resopló—. Bueno, supongo que lo siento.
—No puede suponerlo, debe sentirlo de verdad —acusó JungKook.
YoonGi se desparramó sobre la mesa.
JungKook miró a su papá y se rió en voz baja.
Ellos dos siguieron molestando a YoonGi un poco más hasta que JungKook se acabó su postre y JiMin se lo llevó para subirse a la montaña rusa de nuevo. YoonGi aprovechó la soledad para pensar en que JungKook podía ser bastante cruel para tener solo seis... no, siete años y buscó su celular para enviarle un mensaje a NamJoon.
Cuando el par regresó minutos después, YoonGi se estaba comiendo su propio waffle en soledad y le dio un poco a JiMin cuando este abrió su boca en su dirección, JungKook también hizo lo mismo, y aunque el adulto quiso pelear un poco más, decidió darle de todos modos. Luego se disculpó con mucha más sinceridad sobre lo que había dicho y JungKook aceptó sus disculpas con una sonrisa y la afirmación de que él tal vez sí era un poquito bueno tocando la batería.
Continuaron con su recorrido, se subieron a los juegos faltantes y, cuando JiMin ya estaba comenzando a sentir que el dolor del cuerpo iba a ser un jodido problema en la noche, los tres se colocaron al lado de la multitud que esperaba pacientemente la salida de los personajes al escenario colocado en el centro del parque tal y como había dicho YoonGi.
Para que JungKook viera mejor, YoonGi lo había colocado sobre sus hombros y el niño comía palomitas con una enorme sonrisa en la cara. Mientras tanto, JiMin se cruzó de brazos y se apoyó sobre el alfa para disfrutar del show.
La puesta en escena, efectivamente, era un recopilado de todas las canciones presentadas en las películas y las otras tantas que al parecer tenían. Todos los niños presentes, y algunos adultos, cantaron y bailaron al son de las canciones mientras los personajes se movían de un lado a otro en el escenario, haciendo una coreografía no tan elaborada debido a los trajes, pero eso no arruinó la experiencia de los niños, mucho menos la de JungKook que saltaba en los hombros de YoonGi y gritaba a todo pulmón.
Cuando el show terminó, ellos se pusieron en la fila para obtener las fotos de los juegos y para intercambiar los puntos que JungKook había conseguido. Imprimieron un total de seis fotos, de las cuales YoonGi salía gritando en su mayoría, y JungKook se ganó un peluche de Koya tamaño mediano con sus impresionantes ciento cincuenta puntos obtenidos de todo un día de esfuerzo.
Cuando emprendieron su caminata hacia la salida del parque a las casi ocho de la noche, el pequeño cachorro no podía mantener los ojos abiertos.
JungKook bostezó con sus ojos medio cerrados y su mejilla apoyada en el hombro de JiMin mientras miraba el parque alejarse de él lentamente. No se quería ir, pero se moría de sueño y su pequeño cuerpo no tenía más energía. Al menos alcanzó a despedirse de los personajes que estaban en la entrada sacudiendo sus manos en dirección a todos los visitantes.
—Sabes que cuando se fueron a la montaña rusa, me puse a hablar con NamJoon —empezó YoonGi bajo el silencio de la caminata, llamando la atención de JiMin—. Y me pidió que le diera el número de TaeHyung.
—¿Qué? —JiMin lo miró con ojos sorprendidos—. ¿Su número?
—Sí, creo que le gustó —se rió.
JiMin aspiró con sorpresa.
—¿Y se lo diste?
—No lo tengo —se encogió de hombros.
—Ah, menos mal, a TaeHyung no le gusta dar su número, prefiere dar su Instagram —explicó y, con un quejido, acomodó a JungKook sobre su hombro—. Cuando lleguemos a casa te lo doy, será muy gracioso ver su reacción.
—¿No le dirás?
—No, prefiero fingir sorpresa —se rió, pero otro quejido abandonó su boca de repente.
—¿Estás bien? —le preguntó YoonGi a JiMin cuando se dio cuenta de su mueca dolorida.
El omega acomodó a JungKook sobre él a duras penas.
—Sí, creo... uh, es solo que me duelen los brazos.
—JiMin, me lo hubieras dicho antes —le dijo YoonGi con tono preocupado—. Ven, yo cargo a JungKook.
El omega quiso negarse, pero el dolor estaba comenzando a ser punzante y sólo tenían que llegar al auto, así que él cedió y se detuvo.
—Kookie, ve con YoonGi por favor.
El niño no opuso resistencia, simplemente extendió sus brazos hacia él alfa, quien lo recibió con cuidado, dejando que el niño se acurrucara contra su cuello con confianza mientras ellos retomaban su caminata.
—¿Te divertiste, chiquitín? —preguntó y JungKook asintió—. ¿Cuál fue tu juego favorito?
—La montaña rusa —bostezó—. Me gustó el woooosh. También me gustó la pista de Mang, bailé, mucho, mucho —se rió con flojera.
—A mi también me gustó ese —YoonGi asintió mientras JiMin sonreía de pura ternura por la interacción—. Entonces supongo que el mío fue el mejor regalo de cumpleaños del mundo, ¿no? —con esa pregunta, JiMin viró los ojos con diversión.
—El mejor de todos, señor YoonGi —murmuró sin energía, cerrando sus pequeños ojos—. Lo quiero mucho.
—¿Ah sí? —preguntó juguetón—. ¿Mucho, mucho?
—Sí, mucho, mucho —YoonGi se rió suavemente por la voz ida de JungKook, quien ya estaba mucho más dormido que despierto.
—¿Muchisimisimo?
—Muchisimisisisimo —cuando YoonGi abrió la boca para seguir preguntando, JungKook se le adelantó en hablar—. Lo quiero tanto como a mi papi, señor YoonGi —susurró con su voz pequeña, casi como si quisiera decirle un secreto.
Tanto JiMin como YoonGi detuvieron su paso casi de golpe y se miraron con ojos cargados de sorpresa. Cuando trataron de mirar a JungKook, se dieron cuenta de que el niño ya se encontraba dormido, suspirando tranquilamente sobre el hombro del alfa que ahora sentía que el calor en su pecho que había sentido el otro día se expandía por todo su cuerpo y lo sumía en una felicidad tan confusa que sus propios ojos se aguaron.
JiMin se dio cuenta de la emoción del lobo de su novio y el pánico que pudo haber sentido desapareció por completo. YoonGi había aceptado solemne esas palabras, apropiándose de ellas tan rápido que ni siquiera él mismo pudo controlar el significado que su propia cabeza les dio.
Quizás la idea de que podría alguna vez ser considerado un padre para JungKook no era algo lo suficientemente real como para sentirse afectado por ello. Al menos no hasta ese momento, y es que JungKook ni siquiera había usado el título explícitamente con él, pero la manera en la que el niño comenzara a relacionar su cariño por él con el cariño que sentía por su propio padre significaba algo y él no estaba seguro de cómo tomarlo.
JiMin sólo miró a YoonGi, buscando sus ojos para corroborar si se encontraba todo bien con lo que había acabado de ocurrir, pero el alfa seguía procesando lo dicho, respirando profundo para aguantar las ganas de llorar que de repente azotaron contra él. JiMin acarició su brazo, llamando su atención, y YoonGi tragó, parpadeando rápidamente para apartar las lágrimas de sus ojos al mirarlo. El omega frunció sus cejas con ternura y apoyó su mejilla en su hombro con cariño.
Ese gesto calmó un poco el corazón acelerado del alfa, quien tomó una profunda respiración y acomodó a JungKook sobre su hombro.
«Estoy bien», fue lo que dijo con eso, fue lo que JiMin entendió, así que ellos siguieron caminando, esta vez con JiMin sujetado a su brazo libre mientras él seguía cargando el cuerpo adormilado de JungKook.
El camino a casa fue tranquilo, se sumieron en un silencio pacífico que sólo era interrumpido por el sonido de los neumáticos rodando sobre la carretera y el del aire acondicionado refrescando la calurosa noche de verano. JungKook dormía en los asientos traseros, su cabeza apoyada contra la ventana a su lado. YoonGi conducía con una mano en el volante y con sus ojos fijos en la carretera mientras su mano libre se encontraba apoyada sobre el muslo de JiMin, quien sonreía por lo bajo con timidez mientras su propia mano rodeaba la de YoonGi y acariciaba sus dedos con su pulgar.
Cuando llegaron a casa, YoonGi se encargó de cargar a JungKook hasta su habitación, recostándolo con cuidado en la pequeña cama mientras JiMin abría el refrigerador para buscar algo de beber.
El omega hizo amago de girarse cuando escuchó pasos detrás de él, pero YoonGi no le dio tiempo de hacerlo porque lo abrazó por la espalda y frotó su rostro contra su hombro derecho.
—Creo que me quedé sin jugo —decidió decir debido al silencio del otro y YoonGi zumbó—. ¿Está bien? No has dicho nada desde que salimos del parque, Yoon.
El alfa se quedó un momento más en silencio.
—Me voy a morir si me llama "papá".
JiMin inclinó su cabeza hacia él.
—¿Eso es bueno o malo?
—No lo sé.
El omega suspiró con una sonrisa.
—Cuando hiciste el chiste de "papá divertido" pensé que...
—Yo también —interrumpió sin salir de su escondite—. Ahora me siento muy abrumado, es como... como muy real, no sé —negó con la cabeza y JiMin acarició con cuidado sus brazos, tratando de consolarlo—. No me malentiendas, me gusta, se siente bien, es solo... es solo que es... muy abrumador.
JiMin tarareó en entendimiento.
—Bienvenido a la paternidad —dijo con un encogimiento de hombros y sintió que YoonGi levantaba la cabeza para mirarlo, así que él también lo miró y se encontró con los ojos preocupados del alfa. De cierto modo, le dio ternura—. Claro que es abrumador, Yoon. Es normal que se sienta así, no eres el primero ni el último que entra en pánico por esto —jadeó con gracia—, mírame a mí.
El alfa apretó sus labios y abrazó a JiMin con un poco más de fuerza, acurrucándose contra él mientras el omega se reía suavemente por la sensación de la nariz de su novio haciendo cosquillas en su cuello. YoonGi lo sostenía como si tuviera miedo de que se escapara, protector y acaparador.
—Quiero hacerlo bien —admitió—, me da miedo no poder.
—Oh, amor —dijo con cariño, provocando que el alfa detrás de él levantara las orejas en atención—. No existe un manual para esto —levantó su mano para acariciar el cabello de YoonGi, acercando su rostro al propio—. A veces vas a poder, a veces no, y eso está bien. No tienes que tener miedo —consoló con cuidado—. Además, no tienes mucho de qué preocuparte, yo ya hice la parte difícil —se rió.
YoonGi suspiró profundamente y cerró los ojos para disfrutar mejor de los mimos que le estaba brindando su adorado omega.
—Eres increíble, cielo —le dijo con sinceridad, provocando que el corazón de JiMin se acelerara contra su pecho—. No sé cómo lo hiciste, eres la persona más increíble que conozco.
—Bueno, no exageres... —se rió con timidez.
—Lo digo en serio —deshizo su abrazo para girar a JiMin hacia él, quien ahora lo miraba con ojos sorprendidos—. A mi me están temblando las piernas por la sola idea de que un cachorro me diga "papá", pero tú lo criaste desde que era un bebé, le enseñaste a hablar, a caminar, a ponerse los zapatos... lo ayudas con sus tareas, te preocupas de que coma bien, de que duerma bien, de que vaya a la escuela —enumeró todo lo que se le ocurría, tomando por sorpresa a JiMin, quien comenzó a sentir que su pecho se revolvía en una sensación de reconocimiento y melancolía que se tradujo en lágrimas—. Trabajas hasta tarde por él, te matas todos los días para que él viva bien, ¿por qué no serías la persona más increíble que he conocido nunca, JiMin?
—YoonGi... —murmuró antes de que su voz se cortara y las lágrimas comenzaran a bajar por su rostro.
YoonGi se apresuró en abrazarlo de nuevo, aferrándose a él con todas las fuerzas del amor que sentía en ese momento. JiMin sorbió su nariz y se acurrucó contra él, sintiéndose igual de consolado por el suave aroma a café picando en su nariz.
—Sé que nunca lo haré como tú, por eso quiero esforzarme y por eso me da miedo no poder ser suficiente. JungKook te ha tenido sólo a ti todos estos años, literalmente no existe comparación conmigo —resopló con gracia, haciendo reír a JiMin igualmente—. Si él dice que me quiere tanto como a ti, significa que me ha puesto en un puesto jodidamente importante, no quiero arruinarlo.
—No lo harás —refutó JiMin de inmediato, amoroso en su tono—. Tranquilo.
—Gracias...
Ellos se quedaron en silencio después de eso, solo abrazándose en medio de la sala de estar de JiMin, un suave contoneo de lado a lado hizo que se mecieran tranquilamente por el lugar, hasta que derepente el balanceo se transformó en pasos suaves y luego en un baile sin música.
—¿Qué haces? —preguntó JiMin con una sonrisa risueña cuando YoonGi colocó una mano en su cintura y con la otra sostuvo su palma.
—Bailo —respondió como si nada—. Tengo una de las canciones que pusiste dándome vueltas en la cabeza —giró y JiMin lo siguió.
—¿Cuál? —colocó su mano libre sobre el hombro de YoonGi.
—No lo sé —negó—. Era lenta y cursi.
JiMin zumbó.
—Podría ser cualquiera —rió a la par de YoonGi y besó sus labios con cuidado, siguiendo los pasos lentos del alfa—. Ahora quiero bailar con esa canción de fondo, tienes que recordarla.
YoonGi se rió y se detuvo, sacando su celular del bolsillo para ver el historial de spotify.
—Tenía un sonido de batería corto, sonaba como un latido, y ella alargaba mucho una palabra, algo como... —repitió la melodía con su voz.
JiMin lo pensó un momento.
—Lover —dedujo con ojos brillantes—. Ponla, ponla.
YoonGi le dio play a la canción y bajó un poco el volumen para no molestar el sueño de JungKook, luego colocó el celular en la encimera de la cocina antes de tomar a JiMin en sus brazos una vez más.
—Es una linda canción —dijo YoonGi.
—Lo es —respondió JiMin.
—Pero tú lo eres más.
—Cállate —se rió con las mejillas sonrojadas.
Una voz femenina resonó suave bajo el manto de la tarde, los colores dorados y naranjas colándose por las ventanas de la casa mientras una suave brisa removía las cortinas. Entre suspiros de calma, JiMin apoyaba su cabeza contra el hombro de YoonGi, sonriendo suavemente mientras los dos giraban por la sala con cuidado, dando pasos lentos que seguían el beat tranquilo de la canción.
JiMin cantaba la letra en voz baja con sus ojos cerrados, ensimismado en la sensación de calor que le recordaba a su hogar y amor somnoliento que rodeaba a su lobo como el más fuerte de los abrazos. YoonGi no estaba lejos de sentir lo mismo, hipnotizado por la paz que sedimentaba en el ambiente. Ambos totalmente sumergidos en una pequeña burbuja que se resumía a ellos dos y la pequeña cocina.
"Amor", era en lo único que podían pensar. Era la palabra que más definía la fuerza con la que sus corazones latían. Eran aquel par de palabras que bailaban en sus lenguas, pero que aún no se atrevían a decir para no quedar mal. Sin embargo, era tan claro como el agua que ambos habían sido hechos el uno para el otro, ¿acaso era obra del destino que se hayan conocido, un destino pactado por la Sagrada Luna? Sus lobos, ya sincronizados con sus sentimientos, aullaban al cielo como si hubieran acabado de encontrar un tesoro escondido y ellos simplemente lo aceptaron con una sonrisa.
De repente, cerca del puente de la canción, YoonGi notó que JungKook se asomaba por la puerta de su habitación, mirando confundido lo que sucedía, con su rostro hinchado por el sueño y sus pequeñas cejas fruncidas. Él le sonrió y le hizo una seña para que se acercara, así que JungKook lo hizo. JiMin se sobresaltó un poco cuando YoonGi se separó de él para cargar al cachorro contra su pecho, pero sonrió cuando volvió a acercarse, ahora con el niño entre ellos, para continuar bailando.
JungKook entendió lo que sucedía de inmediato y también se acurrucó contra el pecho de YoonGi, disfrutando del par de aromas mezclados a madera y rosas que su pequeño y recién presentado lobito ahora reconocía como familia.
Sin saberlo realmente, los tres al mismo tiempo desearon que este pequeño momento fuera eterno.
Para siempre y por siempre.
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