CAPÍTULO DIECINUEVE

El taxi de JiMin se detuvo frente a un local de dos pisos pintado de bordó, con luces bajas, velas en cada mesa y un estilo rústico que le hacía imaginar que estaba ubicado en algún momento en el tiempo de una Italia antigua. Él dejó salir el aire acumulado en sus pulmones antes de sacar su celular del bolsillo para avisarle a HyunSoo que ya estaba ahí, pero no esperó una respuesta de su parte porque ya había llegado a la cena al menos siete minutos tarde. Después de eso, él entró al restaurante detrás de una pareja y trató de mantener la frente en alto, pero su cuerpo temblaba como un ratón con frío que lo único que quería hacer era esconderse detrás de un estante para no ser encontrado nunca más.

El sonido de los platos chocando contra las mesas de madera y el suave tintineo de las copas, acompañado por las suaves voces de la gente conversando alegremente fueron algunas de las cosas que lo recibieron al atravesar las puertas. Él no reconoció a HyunSoo en el enorme lugar, habían muchas personas, muchas cabezas. Cuando la pareja terminó de entrar, JiMin se acercó al hombre detrás del podium de recepción y le dijo que tenía una reserva a nombre de Jeon HyunSoo. Fue guiado hacia una mesa lejana de los enormes ventanales del restaurante, más cercano a un rincón del local.

Cada paso que daba más cerca de HyunSoo le causaba malestar y agradeció al destino por hacer que el alfa haya decidido sentarse de espaldas a la entrada porque así JiMin se ahorró el contacto visual hasta llegar a su silla.

—Mesa nueve, señor.

HyunSoo alzó la mirada hacia JiMin, quien tragó cuando sus ojos se encontraron y con un gesto de asentimiento se despidió del hombre que lo había guiado hasta ahí.

—Gracias —murmuró.

Con el cuerpo rígido, JiMin se sentó frente a HyunSoo en una postura incómoda, y carraspeó para aclararse la garganta.

—Hola —saludó el alfa.

JiMin apretó sus labios.

—Hola —saludó de igual manera.

Para no prolongar de más el contacto visual, JiMin decidió ojear el menú que yacía sobre la mesa en busca de algo que pudiera comer a pesar de la sensación apretada que tenía en el estómago.

Mierda, todo era caro.

—Te ves bien.

Después de siete años, la frase aún sacudió el pecho de JiMin. Esta vez de un modo negativo, de rechazo fundado por el rencor, pero él se mantuvo sereno.

Dejó el menú de lado y decidió mirar al alfa frente a él.

HyunSoo estaba impecablemente peinado y arreglado, vestido con un traje de tres piezas de color caqui hecho a medida, con ojos serios decorados con lo que JiMin reconoció como ojeras. Se le hizo extraño, pero no dijo nada. Supuso que él trabajaba mucho o algo así, JiMin también tenía ojeras la mayoría del tiempo. Entre otras cosas que podía notar el omega en primera instancia, fue que su aroma también se encontraba diluido entre el picor de la canela y la suavidad de las uvas. El reconocimiento de su esencia no hizo que las memorias de JiMin reprodujeran la película de su vida, pero sí hizo que su estómago se revolviera y su lobo se pusiera en alerta.

—Gracias, lo sé —fue su respuesta, una que hizo que las cejas de HyunSoo se levantaran con cierta diversión y JiMin prosiguió—. ¿De qué querías hablar? —preguntó finalmente.

La ceja derecha de HyunSoo se levantó y una expresión curiosa cambió su semblante.

—¿De una vez al punto?

—No quiero alargar esto de más —admitió con seriedad—. Dijiste que tenías cosas para explicar, bien, explica.

JiMin colocó sus codos sobre la mesa para inclinarse un poco más hacia adelante, tratando así de lucir un poco más seguro de lo que parecía estar HyunSoo.

El alfa lo escaneó rápidamente y JiMin se mantuvo firme. Era como si los dos estuvieran peleando por ver quién tenía el control de la situación, lo cual era estúpido dadas las circunstancias, pero parecía ser inevitable. JiMin estaba actuando como un omega que protegía a su cachorro frente a un inminente intruso y HyunSoo no parecía contento con sentir el reto en los ojos de un omega, siendo él un alfa.

Finalmente, HyunSoo sacudió la cabeza con un deje de fastidio y tomó un pedazo de pan del centro de la mesa. Él cedió y JiMin retuvo el impulso de sonreír porque había ganado.

—Estás diferente —comentó el alfa—. No te recordaba así.

—La gente cambia.

—Es raro.

JiMin suspiró.

—Al punto —apuró con un movimiento de su mano.

El alfa resopló.

—Bueno, ya que estás tan apurado, me gustaría aclarar que lo que dije sobre el abogado fue solo para que aceptaras esto —tocó la mesa con la punta de su dedo índice y le dio una mordida al pan. JiMin frunció sus cejas y, mientras masticaba, HyunSoo hizo lo mismo—. Sí, hablé con mi abogado, pero no para demandarte o algo parecido.

El omega lo observó durante un largo segundo, parpadeó al segundo siguiente e inclinó la cabeza sólo un poco.

¿Eh?

¿Le había mentido? ¿La amenaza había sido un modo de manipulación? ¿Le había hecho perder la cabeza durante los últimos tres malditos días para nada?

—¿Ya van a ordenar?

Ambos se giraron hacia el mesero que había acabado de interrumpir lo que probablemente habría terminado en un crimen. JiMin parpadeó para espantar los vestigios de la migraña enaltecida que venía por la rabia y negó con la cabeza.

—No, disculpe, yo no...

—Un filete mignon con salsa de trufas, por favor. Para los dos —mientras ojeaba rápidamente el menú, HyunSoo metió el resto del pan en la boca y levantó su índice en dirección al mesero—. ¿Qué vino recomienda?

—¿Le gustaría vino tinto o vino blanco? También tenemos espumosos.

HyunSoo miró a JiMin para buscar su opinión, pero el omega se encogió de hombros con desinterés.

—Vino tinto —pidió HyunSoo mientras le entregaba el menú.

—Perfecto, puedo recomendar un Pinot Noir, que tiene notas de cereza, frambuesa y tierra. Buen sabor, se complementa con la ternura del filet mignon y con la salsa de trufas —explica como todo un experto para satisfacción de HyunSoo.

JiMin simplemente suspiró y miró hacia su costado. Odiaba los restaurantes pretenciosos y todo el numerito que se hace alrededor de un jodido plato.

—Escojo ese, gracias.

El mesero se retiró con una sonrisa para buscar el vino y JiMin enarcó una ceja en dirección a su ex. No tenía energía para esto, para fingir que ellos tenían una cena elegante como si fueran los mejores amigos del mundo o un par de socios haciendo negocios.

—Me iré pronto, no quiero comer.

—Te va a gustar —se defendió y la mirada de JiMin sólo se tornó más severa—. Yo pago.

JiMin resopló y llevó una de sus manos hasta su frente para masajearla. Tenía la sensación de que esta cena sería ridículamente larga y lo único que quería hacer en ese momento era meter su cabeza en su almohada para gritar.

—No tengo hambre.

Mientras él decía eso, el mesero regresó con una botella de vino para rellenar la copa de Hyunsoo, luego la de JiMin. También se quedó un momento para ver a HyunSoo beber un sorbo y asentir en aprobación.

—Disfruten —les sonrió y dejó la botella sobre la mesa.

JiMin apretó sus labios y decidió tomar un sorbo de vino.

—¿Qué almorzaste? —preguntó el alfa.

—HyunSoo —interrumpió y su nombre se sintió tan raro entre sus labios que él tuvo que detenerse un momento para procesar el malestar que eso le produjo a su lobo—. Creo que lo mejor será que hablemos de lo que tengamos que hablar y listo. Te escucho, pero no me lleves al límite.

El alfa le enseñó sus palmas en señal de rendición.

—Estaba tratando de hacer el ambiente menos incómodo —se echó hacia atrás, fastidiado.

—Esa es una tarea imposible para este punto —refutó JiMin con cierto tono resentido—. Piensa que estuve siete años viviendo en la absoluta paz hasta que un día decidiste pararte frente a mi casa como un psicópata. No puedes esperar que no esté incómodo con el tipo que me cagó la vida.

—No te tienes que poner agresivo —se quejó—. Disculpa por haber roto tu paz, pero yo no vengo con la intención de joderte la vida o algo así, no te pongas tan a la defensiva —lo señaló con su mentón.

—¿Entonces? ¿Qué quieres? ¿Para qué te apareciste? —preguntó por fin con el tono un poco más agudo debido a la ligera desesperación— No me digas que ahora quieres ser el padre ejemplar y fingir que vamos a vivir todos como una familia feliz, Jeon.

—No —su cara se torció en una mueca de rechazo y JiMin encontró consuelo en que al menos estaban ambos de acuerdo en eso—. Simplemente quería arreglar temas legales contigo y, admito que esto ya es más personal, conocer a JungKook.

JiMin lo observó con extrañeza.

—¿Temas legales?

—Es una larga historia —le dijo sin muchos ánimos. Todos sus movimientos dejaban rastros de cansancio detrás de él, era como si tuviera mucha fatiga acumulada y JiMin no pudo evitar la curiosidad que floreció en su cabeza—. Me iré a japón en un año, todo con el fin de expandir la empresa de mi padre. No sé si recuerdas que eso era de lo único que él hablaba antes —JiMin asintió y lo dejó continuar—. Bueno, ahora yo seré el jefe de la sucursal de japón de "Horizon Financial Services Corporation" —movió sus manos como si estuviera presentando el nombre en el aire.

JiMin viró los ojos.

—¿Entonces? —preguntó.

HyunSoo resopló por su falta de interés y JiMin no podía creer que HyunSoo fuera tan infantil con esto.

—El punto es que quiero irme de aquí sin tener ningún tipo de problema legal y mi abogado me recomendó que hablara contigo porque, en caso de que decidieras demandarme en ese período de tiempo, se me joderían absolutamente todos los planes.

JiMin levantó ambas cejas.

—¿De verdad? —preguntó con un poco más de interés esta vez— ¿Y te pareció buena idea decirme eso ahora? —se burló.

—El punto de esta cena es conseguir un trato contigo —colocó ambas manos sobre la mesa—. Te pagaré lo que tú consideres que te debo y cumpliré con pagar cada mes un monto con el que ambos podamos estar de acuerdo hasta que JungKook alcance la mayoría de edad, pero tú no vas a demandarme por nada, no vamos a llevar esto a la corte. Yo no pelearé por la paternidad y no te podré molestar porque me iré a vivir a Japón dentro de poco.

Este era un tipo de trato demasiado bueno para ser verdad. Con extrañeza, JiMin escaneó a HyunSoo por completo, curioso de saber si acaso estaba mintiendo o si alguna expresión en su rostro agotado le daba un indicio de que había algún tipo de engaño en sus palabras.

—¿Cuál es la trampa? —se decidió por preguntar.

—Ninguna —movió sus cejas—. Realmente me gustaría no tener problemas legales, debo estar limpio para cuando vaya a Japón y una demanda por manutención es una marca en mi expediente que no quiero tener que limpiar.

JiMin se dio cuenta de que esto era más que nada por su imagen.

Siempre había sido por su imagen.

—¿Qué quieres a cambio? —se cruzó de brazos.

—Ya te lo dije, conocer a JungKook.

JiMin entrecerró los ojos.

—¿Entonces así nada más? ¿Conoces a mi hijo y te vas?

—Sí, a grandes rasgos es eso —tomó su copa—. Claro que me gustaría formar algún tipo de vínculo con él, ver cómo es, que sepa que yo existo, ese tipo de cosas. Sé que tal vez no me vea como un padre nunca, pero siento que esto es algo que me debía mi mismo y a mi lobo.

—¿Tu lobo? —su voz salió más burlona de lo que habría querido—. Jeon, no me digas que tu lobo quiere conocer a "su" cachorro —hizo comillas con sus dedos y dejó caer sus brazos una vez más sobre la mesa—. Es un poco tarde para tener ese tipo de instintos, ¿no te parece?

HyunSoo tragó y ladeó un poco su cabeza. Miraba a JiMin como si quisiera saber qué estaba pensando, pero el omega simplemente endureció su expresión.

—¿Realmente crees que yo me levanté un día y decidí irme a Busan como si nada? ¿Que corté lazos contigo a propósito?

La pregunta tomó por sorpresa a JiMin. La primera respuesta que formuló su cabeza fue un rotundo "sí", y es que ese había sido el único escenario que vivió en su imaginación desde el día en el que todo sucedió, cuando se enteró que HyunSoo no estaba más en Seúl, que lo había abandonado. ¿Cómo se suponía que hubiera otra versión de los hechos si esa era la única versión que había conocido JiMin durante todo este tiempo? No tenía sentido ahora.

—¿Se supone que no fue así? —preguntó un poco a la defensiva.

La mirada de HyunSoo se suavizó.

—Mira, sí, tenía miedo —admitió luego de tomar un trago de vino—. Sí, no me quería hacer cargo porque tenía dieciocho años y estaba aterrorizado, pero no, no fue mi decisión irme a Busan de la noche a la mañana, no fue mi decisión cortar lazos contigo del modo en el que lo hice.

—Por la Diosa... —JiMin viró los ojos.

—Hablo en serio —insistió al inclinarse sobre la mesa para poner peso a sus palabras—. Mis padres influyeron muchísimo en todo lo que sucedió después de que JungKook naciera, mi madre sobre todo.

JiMin no pudo dudarlo. Sabía que esa bruja fue capaz de muchas cosas en el pasado, ¿por qué no sería la causante de que JiMin se quedara solo? La idea le molestaba porque le quitaba cierta culpa a HyunSoo, pero eso no significaba que el alfa no había decidido activamente no buscarlos en los años posteriores, en no hacer ningún tipo de esfuerzo por conocer a su hijo o en pedir perdón a JiMin después de todo el dolor. HyunSoo seguía teniendo participación en su sufrimiento, en lo que tuvo que pasar años atrás y su inacción fue tan hiriente como las acciones de su madre.

—Tu madre —reconoció sin lucir impresionado.

HyunSoo suspiró agotado.

—Ella empacó mis cosas un día —se recostó contra el respaldo de la silla y sacudió su copa de un lado a otro, el vino dentro se bailó bajo la mirada caída de HyunSoo y los ojos curiosos de JiMin—. Me levantó de la cama, me sacó de la casa, me metió al auto de mi padre y me dijo que me iría a vivir con mis abuelos —levantó el vaso hasta sus labios—. Así, de la nada.

—Increíble —JiMin negó con la cabeza—. Pobre de ti —suspiró con dramatismo—. ¿Algo más? Porque, que yo recuerde, nunca trataste de comunicarte conmigo —señaló con su dedo—. Qué triste historia, de verdad, pero no eres un cachorro inocente aquí, Jeon —dejó que su mano cayera contra la mesa—. Fueron siete años, ¿me vas a decir que tu madre movió sus hilos durante siete años para que no te acercaras un paso a mi casa? Por favor —se mofó.

—No había nada que yo pudiera hacer, ni siquiera llamarte —se defendió—. Ella no quería que yo arruinara mi vida.

—Qué bueno que pudiste escapar, ¿no es así? —bramó—. Qué bueno que pudiste irte y no arruinarte la jodida vida, HyunSoo.

—Yo no... no estoy tratando de decir que tu vida se arruinó.

—No lo hizo —a pesar de sentir que realmente lo hizo al principio, JiMin sabía que no había sido así—. Estoy bien, no fue el fin del mundo.

Durante un tiempo lo fue, pero eso HyunSoo no tenía porqué saberlo.

—Pude aun sin tu ayuda, sin tu dinero ni tu interés —se jactó con un tono duro—. No necesito nada de eso ahora.

El alfa se detuvo un momento para suspirar con cansancio.

—Fuiste mi pareja JiMin, yo te quería. No creas que no me habría gustado ayudarte.

El omega apretó sus labios en una sonrisa tensa, miró hacia su costado y asintió. Claro.

—No tienes modo de probar eso y tu modo de quererme fue bastante cruel, Jeon.

—Fuiste mi primera pareja, ese era el único modo que conocía —refutó y sus manos hicieron sacudir la mesa cuando las dejó caer una vez más. Para ese momento, él se escuchaba más exasperado—. Yo no era perfecto, pero tú tampoco lo eras.

—Era un niño —se defendió seriamente.

—Y yo también —estuvo de acuerdo—. Éramos niños —corrigió—. No sabíamos una mierda de cómo tenía que ser una relación sana y ni siquiera encajamos bien, pero nos queríamos y nos obligamos a seguir juntos.

—Yo no me obligué a estar contigo —dijo con resentimiento—. Yo quería estar contigo, te adoraba, eras mi jodido mundo, HyunSoo —explicó sinceramente—. Sí, reconozco ahora que nosotros no íbamos a vivir felices por siempre ni fuimos exactamente compatibles, pero que te fueras no solo me hizo mierda a mi, si no también a mi lobo, y esa fue la peor parte. ¿Sabes lo que se siente un embarazo después de ser rechazado por tu alfa?

JiMin se sintió un poco más ligero cuando pudo hacer ese reclamo. Sabía que esto no debía tener sentido ahora, mucho menos frente a las circunstancias, pero ver la expresión culpable en los ojos de HyunSoo fue un poco más satisfactorio de lo que debería haber sido. Él quería tirarle la jodida mesa en la cara, pero como no podía, esto fue lo más cercano que se le ocurrió hacer.

—Me enfermé —continuó—, me enfermé durante meses. Los doctores temieron que JungKook naciera prematuro o muerto y yo tuve que ser un niño grande y aguantar. ¿No viste más a tus amigos? ¡Qué mal! —exclamó—. Yo tuve que dejar de lado mi juventud mientras tú reconstruías tu vida en Busan. Yo perdí amigos que me juzgaron por ser una puta, tuve que aguantar meses de dolor y una cirugía, ¡solo!

HyunSoo miró tentativamente los alrededores, un poco más cohibido ahora que JiMin había llamado la atención de los demás comensales. Antes, a él no le habría importado ser escandaloso, pero JiMin notó cómo ahora se preocupaba demasiado por las apariencias, se había convertido en lo que su madre siempre quiso que fuera: un muñeco de pastel perfecto al que no se le permitía tener errores.

—JiMin...

—No me vengas a tratar de ablandar con culpa —interrumpió—. No trates de justificar que también te sentiste mal al abandonarme, porque eso no se compara al dolor que yo sentí. Tú no pasaste por lo que yo pasé —se tocó el pecho—. Comprendo que te sientes insatisfecho por cómo terminaron las cosas, pero aceptaste el destino que te dio tu madre, seguiste sus órdenes y fingiste que nunca me habías conocido. ¿Me querías? Bien, pero no lo demostraste. No hiciste nada para demostrarlo. Vive con eso.

HyunSoo apretó la mandíbula, pero no dijo nada de inmediato. JiMin sabía que estaba diciendo la verdad, sabía que él no podía defenderse mucho más que eso porque realmente no tenía nada más para argumentar su falta. Él entendía que tuviera curiosidad de conocer a JungKook, que tuviera cierto remordimiento por cómo terminaron las cosas, culpa por sus acciones y sus palabras, pero eso no significaba nada ahora. No cuando el daño estaba hecho, no cuando JiMin había pasado por todo lo difícil él solo.

—Mis disculpas son sinceras JiMin —comenzó una vez más, un poco más torpe, cabeza baja y tono tenso, estaba enojado y avergonzado, pero seguía esforzándose por no gritar, JiMin tenía que reconocer eso—. Lamento haberte hecho pasar por el embarazo solo, lamento haberme dejado llevar esa tarde, lamento mucho que esto haya sucedido. Lo que menos quería que sucediera era que sufrieras por mi culpa, estaba asustado y dije muchas cosas de las que me arrepiento, pero eso no significa que yo te odiara o que haya olvidado que había un cachorro ahí afuera que era mi hijo también.

A pesar de que JiMin pudiera entender y comprender la culpa del alfa por la empatía que requería su profesión, él no se consideraba a sí mismo lo suficientemente maduro como para perdonarlo. No creía que algún día pudiera alcanzar ese nivel para lograr aceptar sus disculpas y tampoco creía que HyunSoo tuviera la suficiente energía como para disculparse el resto de su vida.

Esto sería simplemente así.

—No lo olvidaste, pero nunca apareciste —refutó—. Realmente no creo que sirva de nada que quieras disculparte ahora.

HyunSoo no parecía satisfecho con eso. Siempre había sido terco y JiMin reconocía eso en su mirada, también en la mirada de JungKook. La diferencia entre entonces y ahora, era que antes HyunSoo se habría ido por el desacuerdo, no le hablaría por una semana quizás y fingiría que el asunto no sucedió para no volver a discutir; pero ahora mismo sin embargo, él seguía ahí sentado, recibiendo cada balazo que JiMin tenía en el cartucho y tomando aire para relajar la tensión de sus músculos antes de continuar con sus propios argumentos.

—Es verdad que soy culpable de muchas cosas, te herí y después de que los años pasaron pensé que sería mejor simplemente no volver a acercarme a ti porque no me pareció que fuera justo para ustedes.

—¿Y cuál se supone que es la diferencia ahora? —se cruzó de brazos.

—Esa es la parte larga de la historia.

Entonces los platos llegaron. Ambos tenían el pedido HyunSoo, un filete bañado en salsa de trufas y decorado con un par de papas y hierbas arriba. Se veía caro, pero JiMin sintió cómo su boca se hacía agua por el delicioso aroma y le sonrió al mesero para agradecerle por su trabajo.

—Ya estamos aquí, cuéntame —le dijo a HyunSoo distraídamente, tomando sus cubiertos para picar un pedazo del filete y meterlo a la boca.

El sabor era espectacular y se tomó un momento para masticar con la mejor cara de serenidad que pudo hacer en ese momento para no darle la razón a HyunSoo. También se preguntó si YoonGi podría cocinarlo. Tendría que preguntarle.

HyunSoo también tomó un pedazo de carne, igual de cuidadoso en sus movimientos, pero él lo hacía por la incomodidad del momento.

—Después de irme a Busan y estudiar ahí, conocí a alguien —comenzó a contar una vez tragó—. Hemos sido pareja por alrededor de cuatro años y estamos pensando en casarnos. Mirar hacia atrás y buscar a mi hijo biológico no estaba en mis planes, mi vida seguía avanzando y con ello el negocio de mi padre. Me iría a vivir a Japón con mi prometido y buscarte no era justo, como ya dije.

—Estamos de acuerdo en algo —JiMin rellenó su copa de vino—. ¿Y qué pasó? —preguntó con algo de apremio. Mientras más rápido se comiera su comida y antes acabara la conversación, él podría regresar con YoonGi.

—Mi prometido no sabía nada sobre JungKook.

JiMin se detuvo y levantó ambas cejas. De repente había cierta sensación de satisfacción naciendo en la forma de una sonrisa socarrona. Él dejó a un lado la botella de vino y se inclinó un poco más hacia adelante mientras miraba con atención a HyunSoo en espera de más de aquella interesante información. El alfa pareció darse cuenta de la expresión burlona del castaño y se detuvo un momento para regresarle la mirada.

—Cuatro años —dijo JiMin—. Cuatro años con tu pareja, ahora prometido —agregó—, y nunca le dijiste de tu hijo biológico abandonado...

—Se lo iba a decir.

—Pero se enteró de otro modo —adivinó JiMin.

HyunSoo resopló y el omega arrugó su nariz, contento.

Bueno, ahora podía reírse de la desgracia de su ex y de su aparente vida amorosa arruinada por un secreto que salió a la luz en su mejor momento. ¿Qué podría ser peor que eso? ¡Nada! Quizás este era el karma que tantos años JiMin estuvo esperando.

—Mi madre hizo un comentario —carraspeó—, ella estaba bastante medicada porque tenía leucemia, estaba en cama, y ya no pensaba las cosas que decía.

—¿Qué dijo exactamente?

HyunSoo frunció una mueca incómoda.

—No sé si...

—Quiero saber, aún si es algo malo —insistió JiMin—. Estoy aquí para escuchar, quiero escuchar eso también.

HyunSoo suspiró.

—"Qué lástima que el único nieto que me diste fue un bastardo".

JiMin se pasó la lengua por los dientes y asintió lentamente. Bueno, ella estaba en un cajón, lástima que no pudiera encararla para responder semejante comentario.

—¿Y tu prometido estaba ahí? —volvió a sentarse derecho, una pequeña sonrisa entre sus labios.

—Escuchó cada palabra —cerró los ojos un momento y JiMin no hizo más que sonreír mientras negaba con la cabeza, impresionado por el escenario que se reproducía en su mente—. Me interrogó, se enojó cuando se lo conté, canceló la boda y... ahora no tengo idea de dónde está.

JiMin llevó el puño a su boca y negó con la cabeza, sus ojos cerrados. No había final de novela que le haya gustado tanto como esto.

HyunSoo resopló, rozando un gruñido.

—Adelante, ríete.

—Lo siento —dejó escapar una carcajada, pero se retuvo—. Lo siento, no es correcto.

—Aun así, te burlaste de mi madre muerta.

—No te veo sufriendo tanto al respecto —contraatacó.

El alfa viró los ojos y hurgó en su plato.

—Estoy aliviado, sinceramente.

—No eres el único —señaló con su tenedor.

—JiMin —llamó de repente y el omega lo miró con interés—. ¿Al menos vas a pensar en lo que te pedí?

El omega se encogió de hombros y picó otro pedazo de carne.

—¿Por qué debería? —se metió el bocado en la boca.

—Porque, aunque tú no quieras aceptar mis disculpas, me gustaría que me dieras la oportunidad de disculparme con JungKook.

JiMin tarareó.

—Déjame ver —dejó el tenedor y volvió a cruzarse de brazos en la mesa, su cabeza inclinada a un lado mientras una expresión de suficiencia se asentaba en su rostro—, tu vida se tornó un completo desastre por culpa de tu madre, lo cual no es sorpresa; temes que te vaya a demandar y se arruinen todavía más tus planes y crees que conocer a JungKook podría arreglar algo que dejaste pendiente hace siete años por ser un cobarde.

HyunSoo lo observó por un largo momento, extrañado. JiMin mantuvo su seguridad frente a sus propias conclusiones. El silencio sólo le dio la razón a JiMin y quizás eso mismo también le hizo reflexionar a HyunSoo de sus propias acciones y la razón de ellas.

—No sé qué responder a eso.

—Está bien —pinchó otro pedazo de carne con su tenedor y lo deslizó por la salsa—. Te voy a ser sincero, Jeon —lo miró—. JungKook no tiene mucho interés en conocerte, pero si ese es el único requisito que tienes para dejarnos en paz, entonces creo que lo pensaré.

—¿De verdad?

—Sí —se metió la porción en la boca, masticó y tragó antes de continuar—, pero primero tengo que hablar con mi novio —arrugó su nariz.

YoonGi se apresuró a salir de casa con las llaves en mano y un casco extra cuando JiMin le envió un mensaje a las once de la noche. Al parecer la cena había concluido decentemente por la tranquilidad que transmitían los mensajes de su novio, así que YoonGi no se preocupó demasiado.

Durante el viaje, YoonGi reflexionó en torno a la idea de tener un auto para este tipo de ocasiones, no podía invitar a JiMin a cenar a lugares como esos y llevarlo en una moto, tampoco podía subir a JungKook en algo así de peligroso para su edad, ¿cómo sería cuando lo fuera a buscar a la escuela?

YoonGi frenó en una luz roja y sacudió suavemente la cabeza.

Mierda.

¿Ahora estaba pensando en la escuela de JungKook?

Sabía que el niño empezaría clases dentro de poco, era por eso, claro.

Aun así, su lobo brincó contento.

—¡Hola! —YoonGi escuchó una voz a su costado y miró en su dirección, sólo para encontrarse con un niño asomándose por la ventana trasera de un auto, no parecía tener más de cuatro años—. ¡Broom, Broom! —movió su puño cerrado como si fuera el acelerador de la moto.

YoonGi sonrió en el interior del casco e hizo rugir el motor de su motocicleta dos veces para imitar el sonido. El niño chilló emocionado y aplaudió contento. El alfa se rió y volvió a hacerlo, provocando otra ronda de risas y gritos emocionados.

La luz cambió a verde y YoonGi volvió a arrancar. Una risa suave haciendo eco en el casco.

Extrañaba a JungKook.

Minutos más tarde, YoonGi se encontró a JiMin esperándolo en la esquina en la que estaba ubicado el restaurante. Solo. ¿Solo? ¿Por qué estaba solo? No había nadie parado a su lado en espera de que lo recogieran. YoonGi pasó su lengua por el interior de su mejilla y resopló cuando se quitó el casco. Sin embargo, su cara se relajó cuando se encontró con la mirada encantada de JiMin al reconocerlo. El omega se acercó a él casi dando saltos y se apoyó sobre el manubrio de la moto para inclinarse a besar sus labios.

Cuando el omega se separó de él, el alfa tenía una sonrisa enorme en el rostro. JiMin tenía un aura tranquila alrededor, lucía aliviado y mucho menos tenso que cuando se fue, lo cual hizo que el ego de YoonGi subiera un poco más porque él decidió darse el crédito de esa sonrisa.

—¿Cómo te fue? —le preguntó a pesar de que JiMin le había hecho un resumen por mensaje de texto.

"Todo bien. Llegamos a un semi acuerdo. Quizás deberíamos hablar un poco tú y yo, pero nada grave". Fue todo lo que le dijo.

—Bien, no fue horrible como pensé que sería —se encogió de hombros y tomó el casco que YoonGi trajo para él—. ¿Nos vamos?

—Claro —sonrió y rápidamente escaneó los alrededores—. ¿Él no te acompañó mientras yo venía?

—No —negó como si no fuera la gran cosa y volteó el casco en sus manos para ponérselo—. Le dije que venías por mí y se fue.

Cuando JiMin levantó la mirada, se encontró con el ceño fruncido de YoonGi.

—¿Así nada más? —preguntó— ¿No esperó a que llegara yo? ¿Qué clase de alfa hace eso?

El omega escaneó un momento la expresión ofendida de su novio y dejó escapar una risita.

—Está bien, Yoon. Yo tampoco quería quedarme aquí con él, así que no importa. Hablemos en casa —se colocó el casco mientras YoonGi seguía despotricando sobre lo que era ser un alfa decente.

JiMin tomó el brazo de YoonGi y se subió a la moto de un salto. Lo abrazó por la cintura y con sus manos acarició un poco el estómago del alfa para arrullar su resentimiento, luego recostó su cabeza en su espalda y suspiró. YoonGi decidió que aceptaría los mimos antes de tomar el manubrio y patear el soporte, entonces el motor rugió una vez más. JiMin todavía podía escuchar un par de quejas, ahora convertidas en murmullos irreconocibles por el sonido del motor, pero lo encontró encantador.

Era obvio que estaba siendo un poco más dramático de lo que normalmente era por culpa de la cercanía de su celo, pero JiMin admitía que le gustaba un poco esta versión de YoonGi.

Su celo, claro, ellos deberían hablar de eso también.

Llegaron a casa poco después. El viaje fue corto para la velocidad de la moto y ambos entraron al departamento de YoonGi bajo una conversación tranquila sobre cómo había resultado la cena. JiMin le explicó con más profundidad los detalles de la conversación que tuvo con su ex, le contó que había comido bien y que su lobo se sentía mucho más tranquilo.

—¿Entonces se quiere hacer cargo? —YoonGi lo miró con extrañeza—. ¿Así nada más?

JiMin asintió mientras hacía círculos con la nueva copa de vino en su mano. YoonGi le propuso beber un poco y él estaba agradecido.

—Tengo una teoría —dijo mientras se cruzaba de piernas sobre el sofá. Su espalda apoyada contra el apoyabrazos—. Creo que él simplemente se siente mortalmente culpable y quiere arreglar algo o tener la ilusión de que arreglaría algo con eso —tomó un sorbo de su vino—. Claro, además de todo el asunto legal.

YoonGi tarareó mientras consideraba la idea. Su brazo yacía apoyado a lo largo del respaldo del sofá, con él semi recostado hacia JiMin para poder mirarlo de frente.

—¿Aceptaste?

—Aún no —negó—. Quería saber qué opinabas.

YoonGi sonrió suavemente.

—Gracias, cielo —su voz se oía sincera y JiMin se dio cuenta de lo fantástico que se sentía ver a su alfa contento—. No sé si te pueda dar una opinión correcta ahora, mi lobo no deja de decirme que lo ahorque.

JiMin se carcajeó.

—Bueno, tenemos tiempo para pensarlo —se encogió de hombros—. También quiero saber la opinión de JungKook. Tengo que hablar con él y explicarle, si él no quiere saber nada al respecto no puedo obligarlo.

—¿No sería complicado que el tipo entienda eso?

—No lo sé —suspiró—. Espero que no. Él fue claro en decir que no quería involucrar a una corte y, no lo sé, no sé qué me conviene más. Tal vez simplemente lo debería demandar y listo —meditó sin estar seguro de qué decir ahora, sus ojos fijos en la copa de vino casi vacía en sus manos.

—Tengo un amigo que es abogado —dijo YoonGi de repente y JiMin agrandó los ojos en su dirección—. No sé qué tipo de abogado es exactamente, pero supongo que no pierdo nada con preguntarle.

—Puede ser —meditó JiMin—. La verdad me gustaría aceptar para no hacer tanto escándalo. Entiendo que llevar esto a juicio es el mejor procedimiento, pero creo que no me importaría si de repente un día él deja de pagar, ¿sabes? —sus labios se encuentran fruncidos para el final de sus palabras y se ve mucho más culpable que cuando comenzó—. ¿Soy un mal padre por eso?

—No lo creo —YoonGi se apresuró a dejar ambas copas en la mesa de centro para deslizarse hacia adelante, hacia JiMin—. No eres mal padre, JiMin. Simplemente te preocupas por JungKook —tomó su rostro.

—Pero es un derecho de JungKook —sus cejas se fruncieron—. ¿Qué pasa si crece y se enoja conmigo por eso?

—Estoy seguro de que JungKook entenderá por qué tú no querías tener contacto con su padre. Es un niño inteligente y te adora, ¿cómo podría odiarte? —su voz amorosa hizo que los labios de JiMin temblaran—. Tranquilo, ¿sí? Si él se pone tonto solo le doy un golpecito en la frente y seguro se le pasa.

Las risas de JiMin se hicieron oír y el alfa supo que había podido con la angustia de su omega.

—Eres un tonto —le sacó la lengua—. Como si dejara que golpearas a mi hijo.

—No sería un golpe, sería una llamada de atención —corrigió.

JiMin volvió a reírse y YoonGi besó su frente.

El omega se dejó llevar rápidamente por el contacto y se tiró hacia adelante para abrazar al alfa mientras YoonGi seguía dejando besos por su cara. JiMin terminó semi recostado sobre el cuerpo de su novio mientras YoonGi lo sostenía con sus brazos, ambos acurrucados en el sofá. En esa posición, JiMin podía sentir el reconfortante calor de su tacto, el latir de su corazón y el aroma a madera suave de su alfa que relajaba lentamente su cuerpo.

Si YoonGi le aseguraba que él iba a estar bien, ¿quién era JiMin para no creerle? Si se lo decía con ese amor en su voz, si lo abrazaba así, ¿cómo podría ser una mentira? Durante años se le hizo difícil confiar incluso en las miradas casuales de los alfas y, por la Diosa, JiMin no podía dudar de ninguna de las cosas que decía Min YoonGi. ¿Era un poco estúpido? Totalmente, pero él no era capaz de recordar la última vez que se dejó llevar tanto por el amor que rebosaba en su pecho y quería disfrutarlo, quería vivir la ilusión de los mimos y los besos, quería imaginar que es amor de verdad y empaparse de la felicidad que salpica en sobre su cuerpo cuando está cerca de YoonGi.

—¿Puedo confesar algo? —preguntó con la voz pequeña, acurrucado dentro de los brazos de YoonGi. Se siente pequeño ahí y puede sentir el vibrar en la garganta de YoonGi cuando pregunta:

—¿Qué cosa?

JiMin lo meditó un momento.

—Me dio un poco de pena HyunSoo.

YoonGi vuelve a zumbar.

—¿Por qué?

—Su pareja le canceló la boda cuando se enteró de JungKook —contó mientras frotaba su nariz en el pecho de su novio—. Creo que se lo merece, obvio, simplemente me dio pena.

—Wow —exclamó YoonGi—. ¿Toda la boda?

—Al parecer.

—Qué mierda.

—Sí...

Ambos se quedaron callados un momento y JiMin miró su anillo de promesa reposar en su mano, mano que tenía apoyada sobre el pecho de YoonGi. Él podía escuchar su corazón latiendo contra su oreja y su cara se sonrojó un poco por el íntimo contacto al que todavía no estaba realmente acostumbrado. Cuando se volvía demasiado consciente de lo mimoso que era con YoonGi tendía a sentirse avergonzado, no podía controlarse todavía, pero le encantaba.

—Esas son cosas que no puedes ocultarle a tu pareja —dijo YoonGi—. Quizás la otra persona quería ser padre, ¿qué piensas luego de enterarte de eso? Sería horrible.

JiMin zumbó en reconocimiento. Estaba de acuerdo con eso.

Eso había sido justicia divina, sin lugar a dudas.

—Supongo que es momento de que me cuentes un oscuro secreto antes de que hagamos esto más serio —dijo JiMin en tono de broma antes de frotar su rostro contra el pecho de YoonGi y deleitarse con el sonido de sus suaves risas y lo ronca de su voz.

—Pero si ya te conté mi más oscuro secreto.

—¿Cuál? —frunció sus cejas con una sincera confusión y se separó simplemente para mirarlo a la cara.

—Que usaba los pantalones caídos.

JiMin se rió suavemente y sus hombros comenzaron a sacudirse al son de sus carcajadas como si le hubiesen dicho el mejor chiste del mundo. El alcohol ya estaba haciendo un poco más de efecto en su sistema.

—Lo había olvidado —tomó aire, risueño—. ¿Tienes alguna foto?

—No, las quemé todas —dijo solemne, provocando una nueva ronda de risas—. Hm, ¿qué? ¿Te divierte pensar en mi penoso estilo de ropa de los dos mil? Antes era el más codiciado, me veía espectacular.

Las risas de JiMin disminuyeron lo suficiente como para que pudiera mirar directamente a YoonGi. A pesar del sueño, él encontró la energía para mirar a su novio con su nariz arrugada y ojos amorosos.

—Sigues siendo el más codiciado —le dijo, arrastrando las palabras. Sus manos encontraron el camino a su cintura y lo abrazó sin apartar los ojos de él—. Tengo la sensación de que todos los que te ven piensan que eres el alfa más lindo del mundo.

—¿De verdad? —inclinó su cabeza a la par de JiMin, mismo tono juguetón mientras rodeaba su cintura—. ¿En serio me vas a llenar de cumplidos cuando estoy siendo mucho más estúpido de lo normal?

—Mi alfa merece todos los cumplidos del mundo —JiMin se sentía mucho menos desvergonzado, menos penoso para ser un poco más coqueto de lo que podría ser, así que encontró factible hacer pucheros y mirar a su novio por debajo de sus pestañas como si esto no alterara de más a su lobo.

—Eres un peligro, ¿te lo han dicho? —tomó su cara y besó su boca rápidamente, provocando una sonrisa tonta en su novio—. Una copa de vino y te transformas en mi perdición.

JiMin arrugó su nariz cuando sonrió.

—Tomé media botella en el restaurante —confesó con un susurro.

—Oh, eso no está bien —negó con diversión—. Tenemos un omega alcohólico aquí. No debería darte más besos, no quiero que te emborraches más.

—No, por favor —negó—. Bésame —pidió—. Dijiste que querías besarme hasta que mi labial desapareciera, ¿acaso eres un mentiroso?

—No soy un mentiroso —se defendió con sus manos sosteniendo la cabeza de JiMin que no dejaba de cabecear con un encanto manipulador—. Soy un alfa de palabra.

—¿Lo eres? —retó y se volvió a recostar contra el apoyabrazos.

YoonGi gruñó suavemente y sus manos suben por las caderas de JiMin para tirar de él hacia abajo. El omega termina completamente recostado en el sofá y YoonGi se inclina para besar su boca de nuevo. JiMin suspira con una sonrisa y serpentea sus brazos alrededor de sus hombros. Es cálido así. Íntimo. Ellos se toman su tiempo mientras intercambian besos largos y profundos, cada uno más húmedo que el anterior por la participación de sus lenguas masajeando sus labios.

El omega se dejó hacer entre suspiros cálidos que se entremezclaban al compás de sus erráticas respiraciones, su cuerpo derretido debajo del tacto caliente las rústicas manos del alfa que lentamente lo arrastraban hacia su regazo. Las piernas de JiMin se apretaron contra las de YoonGi, su rodilla derecha subió y la punta de su pie se deslizó por la espalda baja del alfa.

Ambos se deslizaban contra el otro al compás de un ritmo suave y tranquilo cuya melodía venía en forma de suspiros y tarareos satisfechos. Había cierta y muy pequeña necesidad de urgencia que se volvió parte de la rutina en este tipo de encuentros, ellos tenían todo el tiempo del mundo ahora, pero también querían poder apresurarse a encontrar aquello que tanto querían del otro, tocar tanto como pudieran, besar todo lo que encontraran.

Entre besos, JiMin atrapó su propio labio entre sus dientes y estiró su cuerpo debajo de YoonGi cuando el alfa apretó entre sus rústicas manos su cintura. Pequeño. JiMin se sentía pequeño. Cuidado. Él también se sentía cuidado. YoonGi era cuidadoso con su tacto, pero también era brusco lo justo y necesario, como si le quisiera hacer saber que podía hacer más, pero que con él sería delicado o lo intentaría, y eso lo volvía loco. Le producía cierto vértigo ser consciente de lo fuerte que era su alfa y le gustaba.

—Me gusta —murmuró JiMin como un balbuceo casi sin sentido mientras su cuerpo se estiraba sobre los cojines.

YoonGi zumbó en interrogación, mirando a JiMin desde arriba. El omega tenía los ojos cerrados y sus cejas fruncidas, su labio apretado entre sus dientes. YoonGi sólo acariciaba su vientre de arriba a abajo y JiMin seguía el ritmo, perdido en ello, con su cabeza inclinada hacia un lado mientras su cuerpo sube y bajaba contra la mano de YoonGi con la egoísta necesidad de solo sentirse bien.

—¿Qué te gusta, cielo? —preguntó YoonGi con su voz ronca y aterciopelada. JiMin se encogió en su lugar por culpa de un pequeño espasmo y abrió los ojos para mirar a su novio. YoonGi sólo deslizó su mano derecha hacia la parte baja del vientre de JiMin para meter los dedos por debajo del par de prendas de ropa.

—Manos —murmuró, sus ojos se cerraron una vez más. Los dedos de YoonGi ahora tocaban su piel caliente y él no podía pensar en nada más en ese momento—. Tus manos.... —suspiró.

—¿Te gustan mis manos? —continuó preguntando y, a falta de palabras claras, JiMin asintió—. Qué lindo. Eres tan lindo —halagó con cariño y un corto suspiro abandonó sus labios—. Mi precioso omega. Deberías verte ahora mismo.

YoonGi metió ambas manos por debajo de la ropa de su novio y JiMin dejó escapar un quejido sin aliento. Hacía frío, pero las manos de YoonGi estaban calientes. Él no se detuvo ahí, siguió subiendo hasta que alcanzó sus pectorales y comenzó a masajearlos sin apuro. Los ojos de JiMin rodaron hacia atrás y se mordió el labio inferior. Su cara caliente. Su piel de gallina. Cuando abrió sus ojos, podía ver a YoonGi sonreír desde arriba, sus ojos caídos por letargo de su propio calor mientras una media sonrisa con labios brillantes y húmedos le daban la bienvenida. Él no podía besarlo ahora, sólo podía ver cómo se encontraba a merced de las manos de YoonGi hurgando debajo de su ropa, arrugándola y desordenando todo lo que JiMin había planchado con tanto cuidado horas atrás.

Él era el único que podía convertirlo en un desastre a su antojo.

Los pulgares de YoonGi encontraron su lugar en los pezones de JiMin, masajeandolos mientras que sus dedos sostenían la espalda del omega y apretaban su carne. JiMin brincó por sorpresa y abrió su boca, pero nada salió. Sus propias manos se aferraron a los antebrazos de YoonGi y dejó que su cuerpo se inclinara sobre el tacto, desesperado por más.

—Lindo... —murmuraba YoonGi.

Desde su lugar podía ver a JiMin temblar suavemente bajo su contacto, el calor de su cuerpo y el olor de su lubricante abriéndose paso por la casa. Él tenía los labios rojos, hinchados y brillantes por las mordeduras, sus cejas se fruncían y temblaban con cada nuevo apretón y de su boca no salía más que pequeños sonidos entrecortados. Era precioso de ver, como una pintura erótica de un ángel. Como un indefenso omega dispuesto para él. Su cara sonrojada y cuello inclinado en señal de sumisión lo volvían loco. Quería más, así que se inclinó sobre él para besar la piel de su cuello, pequeñas mordidas entre besos y suaves chupetones que hacía al cuerpo debajo de él temblar entre quejidos.

YoonGi se movió hacia la oreja sonrojada del omega y presionó ahí sus labios antes de suspirar aire caliente. JiMin gimoteó y se sacudió debajo de su tacto, así que él lo presionó contra el sofá y deslizó la punta de su lengua contra el contorno de su oreja, sus dedos pellizcando los sensibles y endurecidos pezones de JiMin debajo de su ropa

—Dio-oh... Diosa... —tartamudeó cuando YoonGi mordió su oreja—. Y... Yoon... —suspiró.

—¿Mmh? —tarareó ronco y el cuerpo de JiMin tembló por completo.

—Por favor —lloriqueó.

—¿Por favor, qué, amor?

—Quítame esto —pidió y giró su rostro para ver al alfa, párpados caídos y lágrimas acumuladas en sus ojos—. Por favor, alfa —rogó.

El lobo de YoonGi gruñó en su pecho, caliente por el pedido, y YoonGi se relamió los labios antes de tomar el borde del suéter de JiMin y tirar de él hacia arriba. Lanzó la prenda hacia algún lado y luego siguió con los botones de su camisa, pero sus movimientos eran torpes en ese punto, así que se apresuró en meter el rostro entre la tela cuando los suficientes botones estuvieron desabrochados y atrapó uno de los pezones de su novio dentro de su boca. JiMin arqueó la espalda y lloriqueó cuando YoonGi comenzó a hacer círculos con la punta de su lengua, delineando la areola mientras sus dedos seguían bajando por los botones restantes.

El cuerpo de JiMin respondía lánguidamente a los toques del alfa, él simplemente se retorcía y se dejaba hacer, aceptaba con sumisión frente a los ojos de un lobo insaciable mientras sus gemidos llenaban la sala y rebotaban en las paredes desnudas. Cuando YoonGi mordió el sensible pedazo de carne, él gritó y se aferró al cabello de su novio con sus dedos. Su respiración errática escapaba de sus pulmones sin cesar y sus ojos llorosos volvían borrosa su visión. La jodida sensibilidad de su piel le estaba jugando en contra, tenía demasiado calor y su entrepierna pedía por atención, tanto, que su pelvis comenzó a moverse sola para encontrar algún tipo de alivio contra el estómago de YoonGi.

El alfa pareció notar su desesperación porque colocó una de sus manos en la espalda baja de JiMin y tiró de él una vez más para que el omega frotara su pene contra su estómago. JiMin lo hizo y su alivio se reflejó en el gemido que atravesó su garganta. Entonces lo hizo de nuevo y YoonGi mordió la carne de su pectoral, provocando un segundo grito.

—Mierda, Yoon —se quejó entre gimoteos, sus manos subieron para aferrarse al apoyabrazos encajar sus uñas en el mullido material mientras sus caderas seguían moviéndose contra el cuerpo de su alfa.

—Qué impaciente, bebé.

—Ugh —se quejó—. Cállate.

YoonGi se rió entre dientes, comenzó a desabrochar el pantalón de JiMin y tiró de él para sacarlo por completo, luego tiró de su ropa interior y dejó a su pene rebotar contra su vientre. JiMin se sintió muchísimo más avergonzado ahora que se encontraba completamente desnudo a diferencia de YoonGi y escondió su sonrojada cara detrás de su antebrazo. El alfa sonrió una vez más y deslizó su palma sobre el pene de JiMin, frotando y apretando contra su pelvis, por lo que las piernas del omega temblaron en un intento de cerrarse por puro reflejo, pero YoonGi lo evitó.

El lubricante de JiMin caía sobre el sofá y dejaba a su paso manchas oscuras de las que YoonGi se encargaría luego. En ese momento, mientras JiMin se quejaba por la sensación de su pene siendo masturbado, el alfa usó su mano libre para escabullir un par de dedos entre las nalgas de su novio y frotar su entrada con sus yemas. Las caderas de JiMin se sobresaltaron y YoonGi volvió a masajear su pene, provocando que él chillara y gimiera tras el calor sofocante y la sensibilidad de la zona.

—Lo haces bien, bebé —halagó y, mientras el pulgar de su mano se frotaba en círculos sobre el glande de JiMin, el índice y medio de su mano izquierda se introducían lentamente en su agujero.

La gran cantidad de lubricante hacía que incluso el sonido viscoso chapoteara bajo sus suspiros. JiMin tembló. YoonGi movió su mano hacia atrás sobre la curvatura de las nalgas de su novio y metió su dedo hasta que sus nudillos tocaron su piel. La respiración de JiMin se aceleró luego de eso y sus caderas buscaron alargar la sensación, así que comenzó a moverse al ritmo que YoonGi quería mientras el alfa tomaba velocidad con ambos estímulos, los cuales arremetieron contra su cuerpo en oleadas de espasmos y gemidos.

Era vergonzoso sacudirse así debajo de YoonGi, pero él estaba demasiado perdido en ese momento como para preocuparse por eso. Cuando el alfa cambió a dos dedos, JiMin ronroneó y cuando fueron tres, el sonido húmedo de ellos chocando contra sus nalgas se sentía incluso vergonzoso mientras lágrimas caliente se acumulaban en las comisuras de sus ojos por culpa de los escalofríos y la excitación caliente que se apretaba y acumulaba lentamente en su vientre.

Entonces YoonGi se detuvo y se introdujo tan profundo como la posición le permitía, la punta de sus dedos tocaron el cúmulo de nervios dentro del omega y él se encargó de sacudir los tres dígitos a su alrededor. JiMin gimió mucho más fuerte esta vez, hilos de lubricante cayendo mientras él buscaba llenar sus pulmones de aire entre respiraciones cortas y gemidos interrumpidos por sus ocasionales brincos. El pulgar de la mano de YoonGi no detuvo en ningún momento sus movimientos sobre su sensible glande y sólo fueron necesarias un par más de sacudidas para que su orgasmo lo atacara e hiciera temblar su cuerpo bajo un grito ahogado.

Sus piernas temblaban y su sonrojado rostro se encontraba empapado en una mezcla de sudor y lágrimas. YoonGi sólo miraba el trabajo que acababa de hacer sobre su encantador novio, lo había convertido en un pequeño desastre usando solo sus manos y su lobo gruñó satisfecho. Sus dedos incluso seguían dentro del omega mientras JiMin trataba de recuperar el aliento. Verlo así lo volvía loco, le encantaba.

—¿Estás bien? —le preguntó.

JiMin tomó una gran bocanada de aire y asintió.

—Palabras, bebé.

Sus piernas volvieron a temblar.

—Sí —tragó—. Sí... sí...

—Bien —YoonGi jadeó, sus ojos oscurecidos—. Aguanta un poco más.

Antes de que el omega pudiera decir algo, YoonGi comenzó a mover los dedos otra vez. La fricción contra su sensible próstata lo hizo gritar casi en dolor y sus ojos se llenaron de lágrimas espesas una vez más.

Los dedos de YoonGi se movían sin ningún tipo de piedad, sacudiendo todo en su interior mientras hilos e hilos de lubricante se deslizaban y caían hacia afuera. Chapoteaba contra su mano y se deslizaba hasta su antebrazo. JiMin no podía hilar un pensamiento coherente ahora porque todo lo que estaba procesando su cabeza era la dolorosa sensibilidad que lo atormentaba y lo empujaba a su límite.

En algún punto, JiMin se arqueó lejos del sofá, sus pies estirados y apuntando hacia abajo mientras sus rodillas se levantaban para apretarse contra su pecho y evitar que YoonGi siguiera entrando.

El alfa gruñó y tomó el muslo de JiMin para separar sus piernas una vez más.

El omega chilló y, cuando estuvo a punto de gritar por la llegada de su segundo orgasmo, YoonGi se detuvo.

—¡Yo-YoonGi! —reprochó entre lágrimas. No sabía si estaba enojado porque el alfa lo había empujado a su límite demasiado pronto luego de su primer orgasmo o si era porque no lo había dejado correrse por segunda vez—. Yoon... —lloriqueó.

Cuando JiMin bajó su mirada para verlo, se encontró con YoonGi tirando a un lado el paquete vacío de un condón antes de colocarse el preservativo en su pene. JiMin tartamudeó sin aire y se ahogó entre quejidos cuando YoonGi tiró de él una vez más para abrir sus piernas y colocarse entre ellas.

—¿Puedo? —preguntó pese a todo, con la punta de su pene alineada en la entrada de JiMin que se cerraba contra la nada.

—Sí —sollozó—. Sí, sí.

JiMin gritó cuando YoonGi se presionó en su interior sin titubeos. Simplemente se sumergió en su entrada con una sola estocada, apelando al lubricante que salía a borbotones. Dolió aun así, pero el omega volvió a aferrarse al apoyabrazos y recibió cada embestida con las piernas abiertas. YoonGi estaba siendo un poco más brusco de lo normal y Park no sabía si era por el malhumor de los últimos días o la cercanía de su celo. Mierda. Podría ser fácilmente una combinación de ambas cosas porque YoonGi respiraba como un toro furioso y se empujaba contra JiMin como si estuviera buscando romperlo.

Él ya ni siquiera podía manejarse a sí mismo, era un manojo sensible de nervios y espasmos casi violentos. Lo único que lo mantenía conectado a tierra era la fuerza con la que YoonGi sujetaba su muslo de un modo que seguramente dejaría marcas en su piel y la presión que se juntaba en su vientre entre cada empujón agresivo del alfa.

De repente sus gemidos descolocados se transformaron en sollozos desesperados, lágrimas caliente cayendo sobre su cara y balbuceos sin sentido. Su cuerpo hervía, el sudor se deslizaba por su cuello y la tensión en su vientre apretaba cada vez más. Estaba cerca otra vez, demasiado cerca. Le dolía, ardía, pero quería conseguirlo.

Sin embargo, YoonGi se detuvo.

—¡No! —lloró.

—JiMin, no... ¿estás...? ¿Estás bien?

YoonGi pareció recobrar la consciencia en ese segundo, pero JiMin no necesitaba eso ahora.

—¡Sigue! —rogó y tiró de su camisa—. Sigue, sigue, Diosa...

YoonGi sacudió su cabeza y comenzó de nuevo. JiMin balbuceó, pidiendo por más, y él alfa así lo hizo. Él recuperó el ritmo rápidamente, entrando y saliendo de su novio como si su vida dependiera de ello. JiMin era un desastre otra vez y, cuando abrió sus ojos solo un poco, se encontró con la imagen del alfa sacudiéndose encima de él, sus cejas fruncidas duramente en su cara, sus dientes apretados y el sudor bajando por su cuello. Su cabello rebotaba con cada nuevo empuje y algunos mechones se pegaba a su frente. Él ya no tenía esa sonrisa burlona que tuvo cuando lo hicieron por primera vez, ahora se veía igual de desesperado que JiMin, ojos oscurecidos y fijos hacia abajo.

JiMin podía sentir la presión del nudo de YoonGi crecer lentamente entre cada estocada. El alfa hacía lo posible por llenar a su novio por completo, pero no presionó mucho más allá del límite de su nudo. Sin embargo, JiMin podía notarlo, la expectativa creció en su vientre y la idea de ser anunado hizo a su lobo rodar en el suelo. Un gemido un poco más fuerte escapó de su boca por la idea y el alfa encima de él comenzó a ser más brusco. YoonGi sólo tenía que empujar un poco más, solo un poco...

Entonces, antes de que JiMin pudiera darse cuenta, su orgasmo arremetió contra él y todo su cuerpo se sacudió en espasmos. Él arqueó la espalda con un grito ahogado y YoonGi siseó adolorido por la manera en la que JiMin se cerró contra su miembro. Sólo bastaron un par más de empujones para que él también se corriera dentro del condón.

La casa quedó en silencio, solo interrumpida por las respiraciones ahogadas y jadeos desesperados.

Con la mirada desenfocada en el techo, JiMin se tomó un momento para recuperar el aliento y para que su cabeza dejara de dar tantas vueltas. Su cuerpo hormigueaba y él no podía pensar en otra cosa que no fuera dormir, dormir, dormir. Mierda. Eso fue un poco más intenso que la vez anterior y ellos ni siquiera estaban en una cama.

El dolor de sus piernas le hicieron fruncir el ceño y bajó la cabeza para mirar a su novio, sólo para encontrarse con el rostro agotado de YoonGi mirarlo con una sonrisa satisfecha y su camiseta negra manchada con su corrida.

—Hola, bebé —saludó YoonGi y se inclinó sobre él una vez más para besarlo.

JiMin respondió al beso desordenadamente, sin energía, y YoonGi se dejó caer sobre su cuerpo, su nariz metida en su cuello.

—¿Estás bien? —preguntó su novio.

JiMin asintió, todavía incapaz de encontrar palabras en su lengua. Tener sexo en el sofá no era en absoluto cómodo, pero él ni siquiera podía pensar en eso ahora, el dolor de su cuerpo se lo recordaría luego.

Entonces, el alfa se retiró de su interior y JiMin dejó escapar un quejido.

YoonGi se apresuró a frotar su nariz en la mejilla de JiMin y la besó.

—Lo siento...

—No, yo... —levantó su brazo y acarició su hombro—. Está bien.

—¿Sí?

—Sí —suspiró y de repente tenía una sonrisa tonta en la cara—. Por un segundo pensé que ibas a anudarme, Yoon.

YoonGi agrandó los ojos y miró a su novio sin estar seguro de haber escuchado bien.

—¿Anudarte? —JiMin asintió—. No... uh... no hemos hablado de eso...

—Pues no —le sonrió sin energía, sus ojos medio cerrados—. Está bien, no me habría molestado.

—Ah, no me digas eso... —tuvo que cerrar los ojos un momento, su respiración pesada otra vez—. Creo que fue mejor que no —sacudió su cabeza y se apartó para quitarse el condón por fin—. Si te anudaba probablemente habría perdido la cabeza un rato o se habría adelantado el celo —resopló con un poco de gracia—. No sé qué habría sido peor.

Esta vez, fue turno de JiMin de agrandar los ojos.

—Es verdad —dijo con cierta sorpresa—. Tu celo, oh —sonrió suavemente y tomó la camisa de YoonGi para tirar de él en un intento de acercarlo a su cuerpo de nuevo—. Yoonie, ¿cuándo será tu celo?

Sin embargo, el alfa no se dejó atraer y negó con la cabeza.

—Vamos a limpiarte primero, ¿sí?

JiMin trató de que el repentino cambio de tema no le afectara, así que asintió lentamente y dejó caer su sonrisa. Quizás eran las hormonas alborotadas por el reciente orgasmo o la euforia del sexo, tal vez se había adelantado a preguntar o había supuesto algo que le pareció obvio. Ahora que eran pareja sería lógico que pasaran el celo del otro juntos, pero quizás YoonGi no quería eso, podría ser muy formal para algunas personas y JiMin no quería espantarlo.

YoonGi lo ayudó a recostarse y limpió su cuerpo como lo había hecho la última vez. Fue cuidadoso y amoroso en cada toque, también repartió un par de besos amorosos por su cuerpo, así que JiMin supuso que sólo se estaba haciendo ideas.

Cuando tuvo un par de calzoncillos limpios y una sudadera encima (ambos de su novio), JiMin supuso que ya podía ser momento de hablar al respecto, pero cuando abrió la boca para preguntar, YoonGi se adelantó.

—¿Quieres té?

El omega lo miró con extrañeza y se cruzó de brazos en el sofá, sentado en la esquina contraría a la que habían usado. No estaba seguro de que la elección de té después de tener sexo y beber vino sea muy correcta, pero decide aceptar de todos modos.

—Creo que sí.

—Perfecto.

YoonGi se quedó en la cocina todo el tiempo que le tomó a la tetera calentar y JiMin se acurrucó en su esquina del sofá en espera del té. Ahora ya no estaba tan seguro de qué hacer exactamente. ¿Tal vez YoonGi simplemente no quería tocar el tema? Sin embargo, JiMin no era adivino y no quería jugar el jueguito de suponer qué era lo que pensaba su novio. Ellos se habían acabado de reconciliar y habían tenido un buen sexo, ¿por qué tendría que sentirse inseguro ahora? Incluso tenía el anillo de promesa en el dedo.

—YoonGi —llamó desde su lugar en el sofá. Ni siquiera hizo intento de levantarse porque sabía que se caería, hace un momento casi se derrumba contra el suelo—. Yoon, ¿puedes venir?

—Acaba de calentar el agua —se excusó él mientras echaba agua caliente en las tazas.

—Es que es importante.

—Dame un segundo, bebé.

JiMin decidió esperarlo y llevó su pulgar a sus labios para mordisquear la punta de su dedo.

Cuando YoonGi le entregó su taza de té y se sentó a su lado, JiMin decidió que era buen momento ahora.

—Oye —fue como empezó—, ¿hay algo sobre tu celo que te incomode? Sabes que podemos hablarlo.

El alfa, quien estaba tomando un sorbo de su té, se detuvo un momento. Cuando tragó, dejó escapar un suspiro.

—No es que incomode —explicó—. Simplemente no es un tema del que me encante hablar.

—¿Es por algo en particular? —preguntó con cierta preocupación—. ¿No quieres que hablemos de esto ahora?

YoonGi se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su té. JiMin se puso un poco más nervioso en ese segundo, pero YoonGi no lo dejó esperando demasiado tiempo.

—Mi celo será la próxima semana, creo que el viernes —JiMin frunció sus cejas suavemente. Pensó que la fecha era mucho más cercana. YoonGi no encontró mejor cosa que hacer que rascar su rodilla sobre el pantalón de pijama—. Ya sabes que todos los celos son diferentes, bien, el mío comienza a joder una semana antes.

—Oh, bueno —JiMin tragó y miró tentativamente hacia abajo—. Tú... —elevó su mirada hacia a YoonGi, sólo para encontrarse con que el alfa ya lo estaba mirando—. ¿Necesitas... ayuda?

YoonGi levantó ambas cejas y un suave color rosado apareció en sus mejillas, su aroma a madera picó en la nariz de JiMin y él supo que esa había sido la pregunta correcta. Proponer acompañar a alguien durante su celo era algo importante, para un omega era una entrada a cuidados y a contención, para un alfa era algo un poco más pesado, porque los alfas no suelen dejar que los demás cuiden de ellos y muchas veces sus propios impulsos pueden ser agotadores para omegas que no se encuentran en celo. JiMin parecía muy seguro sin embargo, pero por la cara de repentino rechazo que puso YoonGi, él dudó y se sintió estúpido por preguntar, otra vez.

—Bueno —volvió a bajar la mirada y apretó sus manos contra la taza—, sólo decía...

—No, espera —se apresuró a decir y dejó su taza sobre la mesa de centro. JiMin volvió a mirarlo—. No quiero que sientas que te rechazo, pero... es que no creo que sea buena idea.

Inevitablemente, JiMin se sintió rechazado. Su omega bajó las orejas con tristeza y YoonGi pudo sentir su aroma tornarse amargo, así que se sentó más cerca de él para tomar una de sus manos.

—JiMin...

—¿Puedo preguntar por qué? —se adelantó a cualquier explicación, un poco más ansioso ahora. Culpa de su lobo. ¿Acaso JiMin había malinterpretado la velocidad a la que iban las cosas? ¿Quizás YoonGi sentía que era demasiado pasar su celo juntos en estas circunstancias?

—Es un poco... complicado.

—YoonGi, no te voy a juzgar —insistió y se cruzó de piernas antes de colocar su taza al lado de la de YoonGi—. Soy el menos indicado para juzgarte. Me gusta pensar que podemos tener estas conversaciones, no te voy a presionar, pero ten en cuenta que puedes hablar conmigo sobre lo que sea.

El alfa suspiró pesadamente, sus dedos masajeando los dedos de JiMin con cuidado. Eso redujo un poco la ansiedad del omega, pero todavía se sentía confundido.

—No me gusta pasar mi celo con nadie —empezó y JiMin no estaba seguro de que eso le hiciera sentir mejor. No ser ni siquiera una excepción a la regla se sentía como un golpe en el estómago, pero había dicho que no juzgaría—. No es por ti, es por mi lobo.

—Oh... —a pesar de eso, estaba seguro de que no era suficiente—. ¿Puedo saber la razón?

YoonGi soltó la mano de JiMin para pasarla por su cabello. Ahora estaba un poco ansioso y se notaba en su aroma. YoonGi se sentó derecho mientras trataba de pensar en las palabras que usaría, JiMin fue paciente y supo que esto no era cuestión de pasar o no pasar su celo juntos, debía haber algo más, tal vez una inseguridad o preocupación y él quería poder ser de tanta ayuda como YoonGi le permitiera.

—Es un poco vergonzoso —admitió—. En realidad, más que vergonzoso, no me gusta y tampoco quiero que pienses mal de mi.

—YoonGi —esta vez fue JiMin quien tomó sus manos y lo miró con cariño—. Tranquilo, ¿sí? No hay nada sobre ti que haga que piense mal —le dijo con seguridad—. Mira que ya superé que usaras pantalones caídos —bromeó, provocando una pequeña risa en el alfa—. No te preocupes.

YoonGi suspiró otra vez, pero se veía un poco menos tenso.

—Bueno, escucha, desde mi adolescencia he tenido un lobo un poco rebelde, muy molesto, realmente odioso —comenzó a explicar y JiMin asintió para impulsarlo a continuar—. Con el tiempo aprendí a controlarlo, pero antes hasta yo mismo me veía insoportable. El punto... El punto es que mi celo es el momento en el que mi lobo está más activo, cuando puede tomar el control por completo. Yo no soy realmente consciente de las cosas que hago y mi lobo, él es... malo.

—¿Malo? —JiMin lo miró con extrañeza—. ¿Qué quieres decir con eso?

YoonGi lucía como alguien que estaba hablando de algo de lo que no quería explicar más, pero a pesar de que JiMin no quería presionarlo en absoluto, él admitía estar realmente curioso de lo que sea a lo que se estuviera refiriendo su novio. Eran pareja después de todo, estas son el tipo de cosas que él debería saber y YoonGi pareció entender eso porque no se detuvo a pesar de lo tenso de sus hombros y de lo incómodo de su cara.

—En la normalidad, cuando me acuesto contigo, suelo perder un poco el control y me comporto más brusco de lo normal y no me doy cuenta de que a veces se me pasa la mano porque estoy caliente y soy estúpido —continúa explicando y JiMin lo sigue con paciencia, ahora él luce un poco avergonzado porque su mirada se agacha una vez más—. Durante mi celo es mucho peor.

—¿Peor? ¿Quieres decir que tu lobo te hace mucho más tosco?

YoonGi asintió.

—Bueno, eso no es...

—Mi lobo no acepta un "no", JiMin —interrumpió.

El omega parpadeó.

—¿No?

—Nunca —enfatizó.

Eso era un poco más sorprendente de lo que debería haber sido.

Considerando que YoonGi era el alfa más cuidadoso que JiMin había conocido nunca y de que jamás había hecho absolutamente nada para lastimarlo, saber que había un lado de él que definitivamente no cumplía con esa característica tan resaltante suya, era una sorpresa.

Sin embargo, él no se sintió menos curioso.

—Oh...

—He tenido problemas por esto antes —se apresuró a decir—. ¿Recuerdas el susto que tuve de embarazo cuando era un adolescente? Bueno... —apretó sus labios—, esa fue la primera y única vez que acepté pasar mi celo con una de mis parejas... y, como podrás adivinar, salió terriblemente mal —ahora, su cara tenía un aire diferente, algo igual de incómodo, pero más melancólico y culpable—. Esa es otra de las razones por las que me hice la vasectomía, mi lobo no usa condones.

JiMin guardó silencio un momento.

Eso era algo serio, en definitiva.

—Ya veo... —lentamente, JiMin se recostó contra el hombro de su novio y entrelazó sus manos juntas—. ¿Es realmente así de serio, huh?

—Mucho.

Ellos se quedaron en silencio un momento, sus miradas bajas hacia sus manos juntas.

Entonces JiMin frunció sus labios.

Mierda.

—¿Por qué te ves tan insatisfecho? —preguntó YoonGi con un ligero deje de gracia, luego tomó el mentón de JiMin para hacerlo levantar la mirada—. Lo siento, amor.

JiMin se sonrojó.

—Yo no... Bueno, sí, estoy insatisfecho —admitió, mirando a YoonGi con algo de pena, luego se apartó de su mano y rodeó sus hombros con sus brazos para fundirse en un abrazo—. No pensé que fuera tan serio, lo siento.

YoonGi ronroneó con cariño y atrajo a JiMin lo suficiente como para que quedara sentado de lado sobre su regazo. Él apretó al omega en un brazo y JiMin frotó su nariz en el cabello de YoonGi, quien encontró su lugar en su cuello.

—No pasa nada —consoló YoonGi—. Está bien —dijo suavemente contra su cuello.

Ambos guardaron silencio bajo los mimos, pero de repente JiMin se separó un poco del abrazo y lo miró con preocupación. Los celos de los alfas son complicados en su mayoría, más si se encuentran emparejados en el momento de su calor.

—¿Y qué se supone que harás? —preguntó.

YoonGi tarareó y acarició uno de los muslos de JiMin, luego dejó un pequeño beso en su hombro.

—Iré a casa de NamJoon, es lo que suelo hacer.

—¿Dos alfas juntos y uno en celo? ¿Eso no es peligroso?

—No tanto, mi alfa reconoce a NamJoon como un familiar y él me mantiene encerrado en una habitación para invitados que tiene. Es bastante seguro, en realidad.

La sensación inconforme no abandonó el cuerpo de JiMin, YoonGi se dio cuenta de ello por el aroma triste de su lobo y para consolarlo decidió frotar su cuello con la punta de su nariz.

—Hm...

—No te enojes, por favor —presionó un beso en su cuello—. Lo siento, de verdad, es solo que no te quiero hacer daño.

—No me harás daño —refutó, moviendo su rostro para encararlo—. Eres el alfa más dulce que he conocido, jamás me harías daño y estoy bastante seguro de que, aunque tu lobo sea un bruto, él tampoco me haría daño.

—Eso es verdad, él te adora —YoonGi asintió y JiMin sonrió suavemente, siendo el calor que se coló por su pecho ante esa afirmación, su propio lobo dando vueltas de pura emoción—. Pero no quiero ponerte en una situación incómoda, ya me ha pasado y mi lobo necesita a alguien bastante rudo para mantenerlo a raya y los omegas no suelen ser rudos, por eso busco la ayuda de NamJoon siempre.

—Yo soy rudo —JiMin tocó la punta de la nariz de YoonGi con la propia, haciendo sonreír al alfa—. Tengo un hijo, ¿realmente crees que no puedo con un alfa tonto? Con una mirada seguro lo tendré de rodillas —presumió.

YoonGi rió entredientes y dejó un casto beso en la mejilla de JiMin. Él no iba a negar que esa imagen le gustó lo suficiente como para considerarlo.

—Me parece que estás un poco entusiasmado con la idea —molestó, apretando casualmente la piel de su muslo.

—No lo voy a negar —se encogió de hombros con encanto y se inclinó sobre YoonGi de nuevo, esta vez recostó su cabeza contra su hombro y suspiró—. Simplemente quería pasar el celo de mi alfa con él... —deslizó la punta de su índice sobre su pecho.

YoonGi respiró pesadamente.

—No lo sé —negó con la cabeza y cerró los ojos cuando JiMin comenzó a besar su mejilla con delicadeza, los besos eran pequeños, pero lo tenían al borde—. Eso es manipulación...

—Claro que no —se quejó entre risas y acarició el cuello de YoonGi con su mano—. Pero sí admito que me encantaría pasarlo contigo, ¿sabes? —apretó sus labios y rozó la glándula de YoonGi sólo para que su pesado aroma a madera hiciera cosquillas en su nariz—. Me encantaría cuidarte —confesó.

YoonGi se mordió el labio y cabeceó.

—JiMin, son tres días...

—Lo sé —murmuró, un suave sonrojo subiendo por su cara mientras YoonGi acariciaba su cintura y respiraba con pesadez.

—¿Has estado con un alfa en celo antes?

—No...

Un gruñido caliente subió por el pecho de YoonGi y JiMin pudo sentirlo debajo de su mano.

—Eso no debería haberme gustado tanto —murmuró el alfa con algo de vergüenza.

JiMin se echó a reír y encaró a YoonGi con una sonrisa amorosa.

—Espero que no tengas un fetiche con eso de la virginidad porque no creo llegar tan lejos —bromeó y esta vez fue turno de YoonGi de reírse.

—No lo creo —negó—, pero si no has experimentado el celo de un alfa antes, me preocupa mucho más que tengas lidiar con el mío.

—YoonGi, somos novios —afirmó—. Si queremos que esto siga, tenemos que ser conscientes que hay cosas que debemos experimentar juntos en algún momento. Entiendo que quieras cuidarme y lo aprecio muchísimo —tomó su mejilla con su mano y acarició con cuidado—, pero no quiero dejarte solo en esto, mi omega estaría triste y tu alfa también. Yo también quiero lo mejor para ti.

YoonGi lo consideró por un momento y se recostó contra la mano de JiMin.

—¿Estás seguro?

—Totalmente.

El alfa lo miró por un largo momento, considerando sus opciones. Es claro que es algo serio, que quiere lo mejor para su novio, pero experimentar un celo en soledad no es divertido, mucho menos estando emparejado. YoonGi ha tenido que sufrir muchos de ellos con los años y no sabía si ahora que estaba con JiMin, el omega que adoraba tanto, sería peor.

Entonces suspiró.

—Quiero que sepas que el primer día soy insoportable, todo me molesta, por todo gruño y peleo, así que si quieres golpearme tienes todo el derecho de hacerlo —comenzó y JiMin sonrió con ternura por la manera en la que YoonGi está tratando de evitar su mirada—. El tercer día sólo quiero mimos y besos, quiero que seas la persona más cursi del mundo, por favor.

JiMin asintió, contento. Imaginarse a YoonGi lloriqueando por besos y abrazos le derretía el corazón.

—¿Y el segundo día?

YoonGi se mordisqueó el interior de la mejilla.

—El segundo día... —dudó—. El segundo día serán mi lobo y mi nudo hinchado queriendo tener cachorros —explicó con algo de pena, su voz baja y mirada fija en las manos de JiMin—. Él no es cuidadoso, podría colocarte contra la cocina y comerte entero si se le antoja —continuó mientras JiMin sentía su propio corazón acelerarse y mejillas sonrojarse—. Tal vez contra la mesa, en el sofá, en el baño...

—¿Estás tratando de convencerme? —preguntó casi con un suspiro.

YoonGi levantó la mirada y JiMin casi se derrite ahí mismo por los ojos de cachorro que su novio le estaba dedicando. Casi no parecía la misma persona que lo había acabado de coger contra la esquina del sofá.

—Deberías pensarlo con la mente fría, no así de caliente —se quejó

—¿De quién es la culpa? Yo no fui quien puso esos escenarios en mi cabeza —molestó y tomó su caliente rostro entre sus manos—. Deberías disculparte.

Esta vez fue turno de YoonGi de morder su labio inferior.

—Oh, perdóname —le siguió el juego con una sonrisa.

—No te perdono —besó su boca.

YoonGi le correspondió suavemente, el cansancio y la satisfacción del reciente sexo seguía ahí, por lo que ellos seguro no se lanzarían a una segunda ronda, pero se dieron la libertar de juguetear un poco con sus besos y caricias, sólo por el simple placer de tocar libremente a su pareja, con amor y cariño, con el deseo que siempre guardaban debajo de su piel.

—Si realmente quieres hacer esto, tendrás que confirmarlo —dijo YoonGi de repente contra su boca—. Tengo que decirle a NamJoon que no prepare nada en su casa y tendrás que encontrar con quién dejar a JungKook los tres días porque yo no voy a querer que te vayas de mi casa.

JiMin asintió.

—Bien, creo que voy a tener que pedirle a TaeHyung el favor más grande que me ha hecho nunca —dijo con gracia y deslizó su índice por el labio inferior de YoonGi, mirando ese punto con anhelo—. ¿Dijiste que empezaba el viernes?, porque no sabría cómo pedirle unos días libres a mi jefe.

—Hm, dile que vas a atender a tu alfa, eso es todo —JiMin le dio un golpecito en el pecho y él rió—. Sí empezará el próximo viernes, puedes estar conmigo el sábado y el domingo, el primer día de verdad que soy insoportable.

—Bien —asintió JiMin y se inclinó para besarlo, pero se detuvo a medio camino con una expresión seria en el rostro, parecía haber recordado algo—. Espera, ¿qué tan efectiva es la vasectomía? —lo miró a los ojos—. Si voy a acompañar a tu lobo que odia los condones, necesito saberlo.

YoonGi asientió, comprensivo.

—Noventa y nueve por ciento.

—¿Y el uno por ciento restante?

—Me dijeron que es una falla común de todos los anticonceptivos, nunca serán cien por ciento efectivos.

JiMin zumbó en entendimiento y miró los labios de YoonGi un momento.

—La última vez que me hice exámenes de sangre fue cuando gestaba a JungKook y todos salían bien, tampoco lo he hecho con nadie más desde entonces, ¿debería hacerme otros?

YoonGi negó con la cabeza.

—Podrías, pero estás bien, confío en ti —le dijo—. Los últimos exámenes de sangre que me hice fueron cuando descubrí que HyeJin me engañaba y todo salió todo bien, desde entonces no lo he hecho con nadie, ¿quieres verlos?

JiMin también negó.

—Confío en ti.

Ambos se sonrieron.

—Entonces está hecho —YoonGi palmeó los muslos de JiMin antes de apretar sus dedos contra su carne, arrancándole un suspiro entrecortado—. Vas a pasar mi celo conmigo —el omega sintió el escalofrío de emoción recordar su espalda y se aferró a la camiseta de YoonGi con sus manos, dispuesto a besarlo de nuevo—, pero, y te lo digo seriamente, si algo no te gusta, si mi lobo es un idiota o si quieres que pare, dame una patada en las bolas.

JiMin trató de reprimir la repentina risa, pero falló rotundamente.

—¡No, YoonGi! —se carcajeó.

—Lo digo en serio —insistió a pesar de que también se estaba riendo—. Eso sirvió la última vez.

JiMin frunció sus cejas y acarició el pelo de YoonGi.

—¿Quieres hablar de eso?

—No realmente —negó con la cabeza—. Ya pasó, terminamos bien y él no me odia, pero esa fue la razón por la cual terminamos.

JiMin lo miró con tristeza.

—Lo siento mucho.

—Está bien —tomó su mano y la acercó su rostro—. Mil veces te prefiero a ti por sobre cualquier otra persona —besó sus dedos.

JiMin se sonrojó y sintió que su pecho se calentaba de pura euforia.

—Oh... —se encogió en su lugar y llevó su mano libre hasta su cara para ocultar parcialmente su sonrojo. YoonGi se rió y, entonces, lejos de estar caliente, JiMin se derretía de amor—. No puedes decir cosas así como así.

—¿Por qué no, bebé?

JiMin se estremeció suavemente por el apodo y rió bajito, risueño y sonrojado.

—YoonGi...

—Ven aquí.

Ambos cayeron de lado sobre el sofá bajo las risas de JiMin y los besos que YoonGi esparcía por su cara.

—Extrañé esto —confesó YoonGi mientras frotaba su cara contra la mejilla de JiMin.

—Yo también —dijo de igual modo el omega, satisfecho por la marca de olor de su alfa.

Habían sido un par de días, pero ambos estaban de acuerdo en que fue insoportable. La pelea nunca debió haber sucedido, pero ahora ambos sentían que estaban más unidos que antes, sabían que eran más fuertes juntos y la seguridad que les brindaba el otro no era comparable con nada.

Sin embargo, bajo la oscuridad de la noche y los besos cortos que se dedicaban mutuamente, YoonGi tuvo la sensación de que algo más faltaba, su lobo se lo hizo saber con un resoplido y una repentina preocupación.

—¿Dónde dijiste que estaba JungKook? —le preguntó a JiMin de repente.

El omega ladeó su cabeza, sus manos en los hombros de YoonGi.

—Con Tae, ¿por qué?

YoonGi se mordisqueó el labio.

—Estoy un poco ansioso.

—¿Porque JungKook no está? —preguntó y YoonGi asintió—. Oh —una sonrisa subió por su cara y observó a su novio con todo el amor del mundo—. Bueno, él estará aquí mañana, ya es bastante tarde.

Sin embargo, YoonGi parecía bastante serio ahora.

—¿Yoon?

El alfa levantó sus cejas.

JiMin entendió qué quería decir.

—No, YoonGi, no creo que...

TaeHyung se levantó de un salto cuando el intercomunicador de su casa resonó en mitad de la noche. Rápidamente se sentó y se quitó el antifaz de los ojos para ver alrededor de su habitación oscura en busca de aquello que lo sacó de su precioso sueño, su mano sobre su acelerado corazón y respiración errática por culpa del susto.

JungKook se removió a su lado, quejándose por el movimiento.

—Oh. Lo siento, Kookie —le dijo suavemente antes de acariciar su cabeza.

Cuando JungKook dejó de moverse, TaeHyung tomó su celular de la mesita de noche y se encontró con un par de mensajes en la bandeja de entrada. Era JiMin... a las jodidas dos de la mañana, pidiéndole que le abriera la puerta.

—¿Eh?

Cuando el intercomunicador sonó de nuevo, JungKook abrió los ojos.

—Por la Diosa —se quejó el beta mientras se bajaba de la cama. JungKook parpadeó con sueño y se arrodilló en el colchón sin entender qué era lo que sucedía—. Quédate en cama, Kookie —le pidió y se apresuró a salir a la sala de estar, luego a la entrada, y tomó el intercomunicador—. ¿JiMin? ¿Qué pasó? ¿Estás bien? Ya voy bajando.

Sí, todo está bien —dijo rápidamente JiMin—. Sólo vine por Kookie.

El beta se quedó congelado un segundo.

—¿A esta hora? —le preguntó escandalizado—. ¿Por qué? ¿Qué haces en la calle a esta hora? ¿Eres tonto? ¡JiMin, harás que me de un infarto!

No está solo —una segunda voz dijo a su lado y TaeHyung batalló mentalmente con el sueño para tratar de reconocerlo.

—Min —dijo en reconocimiento y sólo un poco de resentimiento, pero decidió que no tenía energía para esto—. Par de estúpidos, harán que me de un infarto. Los odio, no me vuelvan a hacer esto —se quejó una vez más—. Esperen ahí, voy a preparar a JungKook.

Está bien, gracias, Tae. Lo siento mucho —dijo JiMin y Taehyung podía imaginarlo con una cara de arrepentimiento.

—Sí, sí —el beta viró los ojos y colgó para caminar hacia el interior de la habitación en donde JungKook había vuelto a dormir—. Kookie, bebé —lo sacudió suavemente, provocando que el pequeño alfa se queje otra vez—. Lo siento, amor, pero tu papá vino por ti, vamos.

JungKook abrió los ojos y se apresuró a bajar de la cama a pesar de que su cuerpo no se había despertado lo suficiente. El reconocimiento de su "papá" hizo que reaccionara por sí solo y TaeHyung ni siquiera le quitó el pijama, simplemente le puso los zapatos y metió sus cosas en el interior de su mochila.

—¿Mi papi vino? —preguntó aun así, todavía medio dormido—. ¿Por qué?

—Sí, sí. Yo tampoco sé por qué vino a esta hora, pero vamos —peinó un poco su cabello y tomó su mano para salir del departamento.

Mientras esperaban para subir al ascensor, TaeHyung decidió revisar el resto de mensajes que le habían llegado. JiMin le había avisado cuando salió de casa que irían por JungKook, le dijo que YoonGi quería recoger a JungKook porque su lobo estaba ansioso y que la cena había salido bien, también le pidió que estuviera listo para cuando llegaran porque no quería tocar el intercomunicador, luego había una secuencia de mensajes preguntando si estaba despierto y otra pidiendo perdón por despertarlo así de repente.

Increíble.

Ellos llegaron a la planta baja bastante rápido y los agotados ojos de JungKook se agrandaron en absoluta emoción cuando reconoció a las dos personas paradas detrás de la puerta de cristal.

—¡Señor YoonGi! —gritó y corrió hacia la puerta para apoyarse contra el cristal, el alfa al otro lado le sonrió de inmediato—. ¡Señor YoonGi! —llamó de nuevo y, de repente, un montón de lágrimas se acumularon en sus ojos, provocando que las caras de ambos adultos palidecieran—. S-Señor, Y-YoonGi... —comenzó a llorar.

TaeHyung suspiró mientras insertaba la llave en la puerta y la abría con cuidado. JungKook se apresuró a correr hacia el alfa, quien se agachó para recibir el abrazo del cachorro que sollozaba y levantarlo del suelo.

—¡S-Señor YoonGi! —repetía entre lágrimas—. ¡Lo extrañé mucho! —sollozó.

—Hola, chiquitín —YoonGi frotó su nariz contra la mejilla del cachorro—. No llores, tranquilo, ya estoy aquí.

JiMin suspiró con cariño mientras el beta le dedicaba una mirada de pocos amigos al alfa.

—Así que hablaron —le dijo a JiMin mientras le entregaba la mochila de JungKook y él asintió en su dirección—. Me alegro, lo digo en serio, ¿pero puedo saber por qué vinieron a esta hora y no esperaron a que llevara a JungKook?

El pequeño alfa calmó sus lamentos en ese momento y frotó su carita contra la mejilla del hombre como respuesta a sus mimos, sus brazos aferrados a su cuello y sus pequeños hipidos siendo consolados por las palabras amorosas del alfa que lo arrullaba con amor.

—Cosas de alfas —explicó JiMin con un encogimiento de hombros.

TaeHyung sintió un tic en su ceja y miró de nuevo a YoonGi, quien abrazaba a JungKook con una sonrisa melancólica en el rostro y acariciaba su espalda para que dejara de llorar.

—Voy a necesitar más información que esa, pero no tengo energía ahora —dijo con un suspiro—. Vayan con cuidado, espero que no estén usando esa moto.

—No, iremos en taxi —se apresuró a decir JiMin—. Y ya nos debe estar esperando, así que gracias —dio un paso hacia su amigo y lo abrazó—. Te debo una.

—Tranquilo —viró los ojos—. Es un placer cuidar a Kookie, pero si me haces esto de nuevo, te mato.

—Creeme, no va a volver a pasar —prometió y besó su mejilla—. ¡Gracias! —se despidió.

La pareja se alejó de la entrada con calma y TaeHyung se despidió de ellos con una sonrisa agotada. Le hacía feliz saber que ellos ya se habían reconciliado y que JungKook no iba a estar triste por más tiempo, claro que ahora tendría migraña porque su sueño se había interrumpido, pero qué más daba, al menos podía volver a su cama a dormir como la sagrada Diosa manda.

Por otro lado, dentro del taxi, JungKook yacía acurrucado en el regazo de YoonGi. Todavía hipaba por el llanto, pero se había calmado lo suficiente como para poder hablar con él tranquilamente. JiMin se apresuró a besar su cara cuando se sentó a su lado y JungKook sorbió su pequeña nariz antes de parpadear con sueño.

—¿Ya no están enojados? —les preguntó a los dos con un puchero, sus ojos fruncidos en preocupación.

—No, chiquitín —YoonGi respondió primero, acariciando su espalda—. Fue un malentendido, lo siento mucho. No debí irme así, fui un tonto y te hice sentir mal, pero no voy a dejar que eso vuelva a suceder, lo prometo.

Los ojos de JungKook se llenaron de lágrimas otra vez y asintió.

—Está bien, señor YoonGi —le dijo y metió su cara dentro de su cuello—. Acepto sus disculpas.

YoonGi suspiró con alivio y JiMin los observó a los dos con tanto cariño que su corazón casi se derrite dentro de su pecho. Le pareció un poco graciosa la facilidad con la que su cachorro perdonó a YoonGi, pero no podía culparlo, no cuando lo adoraba tanto y lo extrañaba con todo su corazón. El aroma amargo que había cargado consigo todos esos días se volvió mucho más suave, una clara señal de que la tristeza lentamente se disipaba de su sistema y JiMin se acurrucó en el hombro de YoonGi con alivio.

Ahora todo estaba bien.

Cuando llegaron a casa, los tres estaban igual de agotados y, entre bostezos, YoonGi metió la llave en la cerradura para abrir la puerta con un poco de apremio. Antes de irse, JiMin había armado un nido en su cama para recibir a su pequeña manada y el alfa no podía esperar más tiempo para acostarse con ellos ahí. Sin embargo, a pesar de que JungKook se había dormido sobre su hombro, el par de sonidos le hicieron parpadear suavemente para encontrarse con la mirada de JiMin.

—Ya llegamos —le susurró su papá.

JungKook cerró los ojos otra vez, pero de repente volvió a despertarse.

—Papi —llamó a JiMin y extendió su mano hacia él.

YoonGi se detuvo cuando JungKook se sentó derecho y comenzó a frotar su puño contra su ojo derecho.

—¿Qué pasó, amor? —le preguntó JiMin.

—El dibujo, papi —dijo con un bostezo, sus ojos medio cerrados—. El dibujo del señor YoonGi.

JiMin agrandó los ojos en reconocimiento.

—Ah, lo puedo ver mañana, chiquitín —trató de decir YoonGi, pero el pequeño negó efusivamente con la cabeza—. ¿No quieres ir a dormir?

—Después —se sacudió un poco con un tono quejumbroso en su voz y YoonGi lo bajó al suelo—. Papi, vamos —caminó hasta JiMin y tomó su mano para ir en dirección a la puerta.

YoonGi los observó a ambos con extrañeza mientras ellos se encaminaban hacia el departamento de JiMin. JungKook se sumergió en la casa una vez su papá le abrió la puerta mientras JiMin lo esperaba en la entrada, así que YoonGi se acercó a su novio para preguntarle qué sucedía, pero JiMin apretó sus labios y se encogió de hombros como si no supiera lo que sucedía.

Cuando JungKook entró al departamento, lo primero que hizo fue correr hacia la mesa de centro en donde había dejado por última vez el dibujo terminado. JiMin no lo movió de ahí, así que el cachorro lo encontró rápido y se apresuró a volver a la entrada mientras YoonGi lo miraba con curiosidad.

Sin embargo, en el momento en el que se colocó frente a YoonGi, el cachorro comenzó a sentirse un poco más nervioso. El dibujo estaba doblado en el centro y él sostenía ambos lados para abrirlo, pero dudó un poco a pesar de que JiMin lo animaba desde atrás con su mirada amorosa.

—¿Qué pasa, chiquitín? —le preguntó YoonGi sin entender del todo la gravedad del asunto.

JungKook apretó sus labios.

—Es que... es que tengo miedo de que no le guste... —murmuró.

—Ah, por favor... —YoonGi hizo un ademán con su mano y se arrodilló con cuidado frente a JungKook, quien dio un pequeño paso hacia atrás para que no le quitara el dibujo—. Yo adoro todos tus dibujos. Por ejemplo, todavía tengo guardado el cupón para leche de banana que me diste cuando nos conocimos.

JungKook parpadeó en sorpresa y una sonrisa apareció en su carita.

—Pero señor YoonGi, ese es un cupón, no un dibujo... —se rió suavemente—. Tiene que cambiarlo por una leche de banana.

—¿Ah sí? —fingió no entender, lo que hizo reír al cachorro una vez más—. No me di cuenta, es que está muy bonito y no quiero canjearlo.

—Está bien, le haré otro —prometió.

—Gracias —asintió e hizo un gesto hacia el papel que JungKook todavía tenía entre sus manos—. ¿Entonces puedo ver?

JungKook asintió, pero miró a su papá antes.

—Está bien, Kookie —le dijo JiMin con seguridad.

El pequeño alfa aspiró para tomar valor y abrió el dibujo.

YoonGi sonrió por puro reflejo a sabiendas de que era el dibujo de un niño que todavía buscaba aprobación de los adultos. Sin embargo, su sonrisa se congeló en el instante en el que reconoció las palabras escritas arriba de todo y la pregunta que estaban formando.

"¿QUIERE SER MI PAPÁ?", estaba escrito en mayúsculas y crayones arriba de un par de muñecos que debían ser ellos tres tomados de las manos, con el trazado desordenado de un niño y con todo el amor que un cachorro podía ponerle a un dibujo como ese.

—Se lo iba a dar el otro día, pero se fue —explicó JungKook al no ver respuesta, un poco nervioso y con su voz baja—. Pero no importa, aquí está, ¿le gusta? —se asomó detrás de la hoja.

—¿YoonGi? —JiMin se arrodilló a su lado, su mano acariciando la espalda de su novio—. ¿Estás bien?

El alfa no respondió de inmediato, simplemente tomó el dibujo entre sus manos y lo acercó a su regazo para mirarlo de cerca. En el dibujo ellos estaban dentro de una casa con un enorme patio lleno de árboles. Arriba de JiMin decía "papá JiMin" y arriba de YoonGi decía "papá YoonGi" mientras que encima de JungKook estaba escrito un simple "yo". Holly estaba en el patio de la casa, su nombre estaba escrito arriba, y sólo eran ellos, simplemente ellos.

Entonces, las cejas de YoonGi se fruncieron y su mentón tembló, sus ojos se aguaron y las lágrimas bajaron por su rostro sin piedad.

De repente, él estaba llorando.

—¡Señor YoonGi! —se lamentó JungKook, corriendo a su encuentro para abrazarlo y consolarlo—. Lo siento, lo siento, no llore —sus propios ojos se llenaron de lágrimas también—. ¿Señor YoonGi?

YoonGi negó con la cabeza de inmediato, pero todavía no era capaz de explicarse, simplemente sollozaba ahí mientras JiMin acariciaba su espalda y lo miraba con amor.

—Son lágrimas felices, Kookie —explicó JiMin con un tono tranquilo.

El niño se calmó un poco, pero eso no evitó que se preocupara por ver a YoonGi llorando, así que lo abrazó y JiMin hizo lo mismo.

YoonGi trató de recuperarse del sinfín de emociones que lo azotaron sin piedad en ese momento. Su lobo corría salvaje dentro de su propio pecho, contagiando a su cuerpo de la misma adrenalina que lo estaba haciendo llorar y él simplemente no podía detenerse, no había experimentado nada de esto antes, la felicidad nunca se había sentido tan pesada en su corazón como para hacerlo sollozar de esa manera, pero hizo un esfuerzo y trató de sobrellevarlo para poder hablar, para poder responder la pregunta que inocentemente le había hecho JungKook.

—C-Claro que sí, Kookie —sollozó, llamando la atención del cachorro—. Claro que... claro que quiero ser tu papá.

El cachorro sonrió con un brillo deslumbrante en su rostro y se lanzó a los brazos de YoonGi con una enorme sonrisa. JiMin se rió con sus propios ojos húmedos de lágrimas amorosas y se acurrucó contra ambos, igual de contento, mientras YoonGi trataba de regular su respiración y se aferraba a los dos como si no quisiera que nada ni nadie se los llevara.

La fuerte presencia de su lobo territorial lo obligó a frotar su rostro contra ambos para marcar territorio, como si no lo hubiera hecho antes y un sinfín de veces esa misma noche, simplemente tenía que estar seguro de que olían a él porque eran su manada y de absolutamente nadie más.

Cuando se sintió satisfecho con su trabajo, YoonGi tomó a JungKook en brazos y tomó a JiMin de la mano para volver a su casa. El omega apenas alcanzó a cerrar la puerta de su propio departamento en medio de todo, pero no pudo quejarse al respecto porque YoonGi parecía realmente afectado entonces, cara roja y mejillas húmedas, un aroma suave y amoroso se expedía de sus glándulas mientras los recostaba en la cama dentro del nido que preparó su omega.

—Ven, ven —JiMin lo llamó a la cama y YoonGi no se hizo de rogar, simplemente se sumergió debajo de las mantas para acurrucarse con ellos—. Buen alfa —dijo con cariño y acarició su cabello—. Vamos a dormir, ¿sí?

YoonGi asintió y apagó la lámpara al lado de la cama. Temía que, de decir algo, rompería a llorar otra vez, pero JiMin parecía leerlo a la perfección y él adoró eso.

El cachorro se hizo bolita contra el pecho de JiMin mientras YoonGi rodeaba los cuerpos de ambos con su brazo y los apretaba en un abrazo protector. Había un pequeño puchero en su cara, ojos brillantes con lágrimas que querían acumularse en sus bordes, y JiMin lo besó sin que JungKook se diera cuenta, provocando que el alfa frunciera sus cejas como un bebé a punto de romper en llanto otra vez.

—Buenas noches, Yoonie —le dijo con una sonrisa amorosa—. Buenas noches, Kookie —besó la frente de su cachorro.

—Buenas noches, los quiero mucho, mucho, mucho... —murmuró el niño, casi completamente dormido.

—Nosotros te queremos más, ¿verdad, Yoonie? —miró a su novio.

El alfa aspiró.

—Los amo —dijo.

El corazón de JiMin se sacudió y pudo sentir que sus ojos se humedecían de igual manera, la afirmación fue tan sincera que pudo sentir que su cuerpo entero se derretía en la cama.

—Oh —sonrió.

Finalmente, YoonGi selló su declaración cuando besó a JiMin de igual manera y apretó un poco más el abrazo para dormir en absoluta paz.

Ellos dos eran su manada, nadie podía quitárselos, nadie podía reclamarlos. Eran suyos. De su lobo. De nadie más.

Su omega y su cachorro.

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