Sentirse bien
Sentirse bien.
Febrero, 2018.
Veintiocho años para Niklas Schwarzenberg, el líder más joven que hasta ahora Rätsel ha tenido.
Veintiocho años para el pequeño niño que vivió conmigo los peores días de su vida, el niño que sobrevivió con todo su tormento y dolor, que se convirtió en lo que es hoy y aunque mi hermano no es bueno, convencional ni posee ética, de una manera retorcida despierta admiración con su inteligencia y la manera en la que sus pensamientos funcionan.
Veintiocho años para un tipo con una locura para la que sociedad nunca estará preparada.
Veo hacia el cielo nublado que da la impresión de algún tipo de apocalipsis y no puedo evitar sonreír de costado porque casi parece que representa a mi hermano el día de su cumpleaños. Bebo de mi té sintiendo pequeñas gotas caer sobre mi rostro porque la lluvia es una promesa cercana para el día de hoy.
Tengo la molesta sensación de desear hablar con Niklas, no para darle un épico mensaje de felicitación, simplemente para de alguna manera hacerle saber que me importa, aunque estoy seguro de que lo sabe. Él es desapegado a hablar de emociones del mismo modo en el que lo soy, pero sé que en la actualidad tiene claro que lo mucho que me importa.
Parece increíble viajar a principios de 2016 cuando de manera arrogante me llamó para invitarme a su boda con Gesine asegurando que era suya, en aquel entonces tuve emociones tan confusas porque éramos dos personas distanciadas física y emocionalmente con demasiada basura de por medio y con conversaciones inconclusas; supongo que aquel viaje a Austria para defender a Dietmar frente a la antigua administración de la Organización fue una especie de ¿Bendición? Incluso si regresé básicamente moribundo a Londres poco después, porque ese viaje fue el que inició mi reencuentro con Niklas, el conocerme con Fabienne y reencontrarme con Lorenz.
Más gotas de lluvia comienzan a caer y resoplo antes sonreír. El clima perfecto para el cumpleañero.
—Siempre seré un Schwarzenberg —digo en voz alta antes de sonreír de costado— y ya no se siente cómo una maldición.
»Feliz cumpleaños, Niklas, que el futuro para ti sea prometedor y consigas lo que aún no te das cuenta que ansías. El poder es tuyo y sé que el trono también —Alzo la taza de té en un brindis silencioso.
Dándome la vuelta camino dentro de la casa cerrando las puertas corredizas detrás de mí en tanto el cielo se abre desatando la lluvia torrencial.
—¡Maldita lluvia! —dice Gring desde algún lugar de la casa y ruedo los ojos dejando la taza en el fregador y caminando hacia el perchero en donde tomo uno de mis abrigos.
Lo próximo es tomar mis llaves y maldecir cuando casi piso a Gring que al parecer venía por mí, lo que hace que soy una mierda.
—Voy de salida, te veo de regreso.
—Puta basura —dice.
—¿Qué pasa? ¿Vas a llorar? —Le pregunto para que en respuesta me diga de nuevo puta basura.
Abro la puerta y en serio Londres es un desastre en cuanto a clima, no puede ser que una lluvia ligera en cuestión de segundos se convirtiera en algo así de feroz que arrastra los pétalos de las rosas negras que aún se encontraban en mi puerta. Respiro hondo y corro hacia mi camioneta consiguiendo mojarme pese a que soy rápido en ello. Estoy helado cuando enciendo el auto y la calefacción, enviándole un mensaje rápido a Valerie para hacerle saber que voy en camino.
Conducir con lluvia es un absoluto fastidio, el tráfico es intenso lo que me tiene quejándome, maldiciendo y desesperándome. Consigo llegar al apartamento de Valerie una hora después y cuando las puertas del ascensor se abren en su piso, me ve con la boca abierta mientras mi cabello gotea y otras pocas gotas de lluvia se aferran a mis pestañas.
—¿Decidiste bañarte en la lluvia? —pregunta con diversión.
—Sí, solo que me olvidé del shampoo —respondo con seriedad, saliendo del ascensor y sacándome el abrigo para dejarlo caer al suelo con un sonido fuerte de chapoteo.
—Si sabías que estaba lloviendo ¿Por qué no trajiste un paraguas contigo?
—Porque no quise —Enarco una ceja sacándome la camisa.
—O porque querías desnudarte en mi casa con la excusa de estar mojado.
—Tal vez —Le sonrío dejando caer la camisa al suelo—, aunque de los dos no tendría que ser yo él que esté mojado.
Abre y cierra la boca y se sonroja, pero no se escandaliza mientras desliza la vista por mi abdomen antes de devolver los ojos hacia los míos.
—Tus abdominales parecen mucho más trabajados y antes ya eran impresionantes.
—Entrené en Austria —respondo sacándome los zapatos y calcetines—, ocupaba tiempo en ello y digamos que Lorenz tiene esta sensación en donde se cree un entrenador asesino, es un puto loco en lo que eso respecta.
Bueno, Lorenz está loco en muchos ámbitos, pero en esta ocasión destaco en cuán disciplinado es con el ejercicio y que se cree con el derecho de entrenar a cualquiera que entre en el gimnasio de la mansión. Siempre me he ejercitado porque me ayuda a despejar la mente y al final los resultados no estaban nada mal, pero en serio odiaba a Lorenz cada vez que aparecía cómo la muerte intentando llevarme con sus maneras de entrenar.
—Agradecida con Lorenz —Sonríe Valerie dándome otro descarado vistazo.
Detengo mi mano en el botón de mi jean y le doy toda mi atención.
—Niña buena, así que ahora me muestras más de tu descaro.
—¿Piensas desnudarte?
Parece que tiene todo un conflicto de emociones con respecto a eso, me desea demasiado, pero tal vez quiere ir despacio, lo que es una mierda porque la abstinencia me tiene enloqueciendo, pero ¿Qué he dicho un millón de veces? A ella la espero el tiempo que sea necesario.
—Tranquila, el bóxer por fortuna se encuentra seco, al menos que tengas algo que pueda ponerme para vestir algo más.
—Tengo ropa de Derek, pero pese a que mi amigo está fuerte es de complexión más delgada que tú, pero podríamos intentarlo. Ya vuelvo.
Teniendo en cuenta que no soy la persona favorita de Derek dudo que le haga feliz que me pongo su ropa, lo que para mí hace la situación más atractiva.
Me termino de sacar el pantalón y casi sonrío cuando Valerie reaparece y se detiene abruptamente cuando me ve, tiene el deseo escrito por toda la cara y puedo ver la manera en la que traga mientras el rostro se le sonroja y camina hacia mí con lentitud.
—Toma, esto podría servir.
Tomo el pantalón de algodón azul que me extiende sabiendo que me quedará ajustado porque tiene razón, hay que admitir que su amigo no es un tipo flaco ni escuálido, seguramente tiene a un montón de mujeres y hombres queriendo aceitarlo, pero soy de complexión más grande y ahora incluso más musculoso, sin embargo por el bien de la pobre Valerie que parece sufrir con mi desnudez, me lo pongo, pero ella entiende que no hace mucho porque es casi obscena la manera en la que me abraza los muslos y la entrepierna dejando muy poco a la imaginación. A mí me da igual, cubierto estoy que eso es lo que ella quería ¿No?
Tomando el dobladillo de la enorme camisa que trae puesta, tiro de su cuerpo contra el mío, estremeciéndome cuando sus palmas cálidas terminan contra mi pecho frío ante de que le tome la barbilla con los dedos de mi otra mano y baje el rostro dándole un beso corto en los labios que de hecho me saben a fresas, supongo que las estaba comiendo.
Y después de ese beso de saludo, bajo su atenta mirada me encuentro agarrando un puñado de su camisa en tanto me agacho para limpiarme el rostro mojado, lo que hace que mi respiración golpee contra su abdomen desnudo y eso la tiene estremeciéndose.
—Bruto, podría haberte conseguido una toalla —susurra con la voz entrecortada y sonrío antes de dejar un beso al lado de su ombligo e incorporarme.
—Esta parecía una solución más rápida —Aseguro antes de retroceder—. Bien, hagamos esto de una vez antes de que me arrepienta.
Me agacho a tomar la ropa mojada que me indica que deje en el área de lavandería que sé usar, así que la pongo en marcha y vuelvo para encontrar que tiene todo muy bien preparado y que de hecho parece demasiado entusiasta sobre lo que haremos.
Con desconfianza tomo asiento y dejo que me ponga una toalla alrededor luego casi suspiro cuando sus dedos peinan mi cabello húmedo antes de que un peine haga el trabajo. No hablo, simplemente me cruzo de brazos a la altura del pecho y la dejo jugar con las hebras castañas y rubias, sintiendo la calidez de su cuerpo mientras el peine se desliza por mi cabello.
Tres días desde nuestra reconexión y a partir de hoy dejaré de contarlos, porque ya terminé de entender que es real.
Ayer tuvimos una cena muy tarde cuando salió de su trabajo y de hecho fui por ella. Fue un momento bastante raro para todos porque estuve tanto tiempo fuera del escenario que creo que sus amigos estaban intentando entender si debían estar felices o preocupados por ella. Krista, aparte de Elise, fue la más entusiasta, envolviéndome en un abrazo cómo si fuésemos grandes amigos y hablando sobre mi barba y cabello. El resto fue más reservado, pero sin duda alguna tengo que admitir que hubo amabilidad y que fueron bastante decentes, además de que había varias sonrisas cuando vieron la manera en la que Valerie sonreía cuando me envolvió en un abrazo.
Hace mucho eso ahora: abrazarme; y aun cuando no soy ese tipo de persona, no podría negarle un abrazo cuando son tan cálidos y estuve en abstinencias de ellos durante tanto tiempo.
Así que anoche cenamos y ella obtuvo un par de copas de vino, conversamos aunque ella lo hizo más que yo y creo que este nuevo aire entre nosotros me gusta, porque todo el pasado tormentoso que no deja de existir ni puede desaparecer ya no pesa tanto entre nosotros ni en nuestra relación. Hemos crecido emocionalmente y la verdad es que ver la evolución en Valerie es hermoso porque en serio pasó de ser una mujer increíble a indescriptible a además de ello irradiar poder y confianza, tanta que podría simplemente verla o pintarla durante toda una vida.
—Edmun.
—¿Si?
—¿Estás seguro de esto?
—No, pero si lo arruinas lidiarás con las consecuencias y me cabrearé.
—Eso no me tranquiliza —Suspira—. Tienes un cabello hermoso, podrías hacer publicidades para productos de cabello.
—No digas tonterías y solo hazlo.
Suspira de nuevo y luego siento las hebras caer antes de verlas reunirse en el suelo. Adiós al cabello largo. Estoy seguro de que Valerie nunca le ha cortado el cabello a alguien más allá de unas barbies, pero fingí creerle cuando ayer me dijo que podría hacerlo por mí y aunque la ame, sé que si hace un trabajo de mierda no me lo callaré, después de todo la honestidad es importante en una relación ¿No?
—¿Hasta dónde quieres que lo corte?
—Cómo en la fiesta en donde por primera vez te comí la boca —respondo de manera específica porque sé que lo recuerda tan bien como yo.
—Ese corte me gusta, aunque todos te quedan bien.
Continúo viendo mechones de cabello caer y cuando está frente a mí no puedo evitar deslizar mis manos debajo de su gran camisa, amando la sensación de su piel debajo de mis manos y el cómo sus piernas desnudas, gracias al short de jean que usa, se rozan contra las mías cuando se ubica de pie entre ellas, cortando la parte de adelante de mi cabello.
—No me desconcentres, Edmun.
—Una buena estilista puede trabajar bajo presión y distracciones.
—No soy estilista, si querías a una muy bien podrías haber contactado a Alexa.
—¿Te seguirás quejando o terminarás el trabajo?
—Eres un cliente horrible.
Resopla y continúa, pero veo cómo se le erizan los vellos de los brazos cuando mis manos ascienden por sus costados debajo de la camisa y poco después mis pulgares apenas y tienen un leve roce con la parte inferior de sus pechos descubriendo que no trae sujetador. Deslizo los pulgares lentamente en esa franja de piel, sonriendo cuando veo cómo de manera sutil intenta presionar sus piernas juntas. Cómo la persona muy peculiar que soy, alejo mis manos hasta llevarla a su cintura y mantenerlas ahí, lo que consigue frustrarla porque intuyo esperaba un serio manoseo de tetas, pero no lo comenta.
Para cuando termina de cortarme el cabello, casi me quema el cuero cabelludo cuando enciende el secador a toda potencia, pero tras disculparse le baja y comienza a secarme el cabello durante unos pocos minutos.
—Listo —Me pasa las manos por el cabello—. Me encanta, pero es porque lo haces de todas las formas.
Quitándome la toalla me encuentro poniéndome de pie y caminando hacia el sofá para tomar mi teléfono y abrir la cámara frontal. Veo cómo adelante el cabello me cae a la mitad de las orejas y atrás mechones más cortos que me rozan el cuello. Lo llevaba un poco más corto cuando la besé por primera vez en el cumpleaños de Matthew, pero se ve bastante bien lo que hizo.
—¿Y bien? —pregunta con impaciencia y un toque de nervios.
Volteando a verla la encuentro jugando con el borde de su camisa, viéndome a la expectativa y por un momento me planteo fastidiarla fingiendo que lo odio, pero al final me encojo de hombros.
—No está mal.
—¿Solo eso vas a decir?
Dejando el teléfono de nuevo sobre el sofá, camino hasta la silla y me dejo caer sentado antes de tirar de su cintura y hacerla sentarse a horcajadas sobre mí. Que maldito paraíso y jodida tortura es sentir cómo la calidez entre sus piernas se presiona contra mi semi erección que por supuesto en esta posición termina de endurecerse.
—Déjame darle un buen momento a la estilista que hizo un buen trabajo con mi cabello.
Pasa un brazo alrededor de mi cuello y la otra mano se presiona contra mi pecho, mordiéndose el labio inferior consigue acomodarse sobre mí, lo que se siente increíblemente bien, pero también me desespera un poco; luego esa mano asciende y pasa su pulgar por mi labio inferior antes de dejarla en mi mejilla e inclinarse para iniciar un beso lento y húmedo que me hace apretar las manos en su cintura.
Hacemos todo este asunto de besarnos durante mucho rato, de lentos besos alternamos a apasionados y desesperado, es un subir y bajar la velocidad en tanto que sin darse cuenta comienza a mecerse sobre mí inquieta por la necesidad de algún tipo de alivio que sabe que puedo darle. Así que cuando presiona su frente contra la mía y aleja unos pocos centímetros sus labios de los míos para tomar bocanadas de aire, la miro fijamente mientras una de mis manos se adentra debajo de su camisa y asciende por el centro de su abdomen hasta llegar entre sus pechos y luego la deslizo más hacia la derecha rozándole uno de ellos, evaluando su reacción que no es otra que la de la expectación de saber qué es lo que haré a continuación.
Presiono mi palma contra su pezón y sus caderas se sacuden, gime y un sonido que no puedo explicar escapa de mí, así que queriendo más de sus reacciones amaso su pecho en mi mano y de nuevo sus caderas se mueven.
Puedo ver cuánto lo desea, tal vez podría llamarlo una necesidad, la misma que siento yo cada vez que tenemos algún tipo de contacto físico.
—Déjame hacerte sentir bien ni siquiera tenemos que desnudarnos —susurro contra sus labios—. No te presiono, puedes decidir ¿Quieres que continúe?
Asiente murmurando un "sí" muy cercano a ser un gemido antes de que me bese mientras mis dedos pellizcan su pezón y mi otra mano la insta a follarme en seco en tanto empujo mis caderas contra ella. Sus gemidos son cómo una droga que me guían en lo que hago, sabiendo que puntos la enloquecen todavía más. La muevo lento contra mí, pero aplicando especial presión cuando sé que el pequeño nudo de nervios se roza contra mí y empujando desde abajo. Los minutos pasan transformando su piel con un cálido rubor y una transpiración notable. Es tan apasionada y receptiva cómo la recordaba incluso más y eso tiene a mi mente enloqueciendo.
Liberando mi boca de la suya, hago un camino de besos húmedos por su cuello y mientras que mis dedos tiran de uno de sus pezones, mi boca se envuelve entorno al otro a través de la camisa, humedeciendo la tela y haciéndola emitir un pequeño grito mientras se mueve con mayor rapidez contra mí para poco después temblar con la potencia de su orgasmo.
No mentiré, tener la capacidad de hacerla venir sin siquiera desnudarnos o algún contacto directo de piel contra piel hace cosas por mí, me hace sentir cómo alguna maravilla creada para conectar a un nivel primordial y esencial con su placer, porque si de mí se tratara le daría en un día a Valerie tantos orgasmos ella pudiese soportar.
Verla tener su orgasmo es cómo presenciar una explosión de colores sobre mí, es vida, arte y maravilla. La manera en la que se entrega a las sensaciones solo alimenta aún más mis emociones. Ella puede decir todo lo que quiera que la idealizo, pero es que para mí ella es otro tipo de nivel. Seguramente no es perfecta, porque dudo que alguien lo sea, pero yo no la quiero perfecta, yo amo a la Valerie guerrera que ha sobrevivido a duras batallas, se ha fortalecido y encontrado sus piezas. A mí me desarma la niña buena de sonrisas dulces, pequeños momentos de descaros y pasión incontrolable. Yo me enamoro de la obra de arte llena de colores que gime de forma increíble mi nombre y me mira cómo si fuese algo que soñó. Yo me entrego a la mujer que nunca me ha juzgado, que cree en segundas oportunidades y no teme a mi pasado, la que quiere un presente conmigo y sé que sueña con un futuro a mi lado.
Estoy excitado y frustrado sexualmente, pero eso no me impide sentirme eufórico por ese orgasmo que acaba de suceder, por la manera en la que se permite ser vulnerable sobre mí mientras la envuelvo en mis brazos y presiono la frente entre sus pechos que suben y bajan de forma agitada por su respiración.
—No solo eres arte y amor, Valerie, también eres pasión.
No entiendo cómo hubo personas que la tildaron de fría, seria e incluso algunos imbéciles de frígida. Valerie arde en su propio fuego y cuando es hielo, ni siquiera es uno malo, es del tipo de hielo que te quema, pero del que no te alejas porque sencillamente quieres más, mucho más.
Cuando suelta una risita alzo la vista y la encuentro sonriendo aun con el rostro enrojecido y algunos mechones de cabello pegados a sus mejillas.
—¿Ese ha sido tu pago por el corte de cabello?
—Tendrás que admitir que ha sido un buen pago.
Hay unos breves segundos de silencio en los que pasa sus dedos por mi cabello.
—No tuve sexo en todo este tiempo —murmura en voz baja—. Fui a citas y besé a un par y luego comencé esta relación que no era mala. El contacto físico me gustaba incluso lo disfrutaba.
Podría ser maduro y decir que me encanta escuchar su honestidad, pero la verdad es que no. El puto monstruo de los celos quiere pedirle que se calle, pero en su lugar solo la miro con el ceño fruncido.
—No duró tanto tiempo, quizá dos o tres meses y hubo algunas cosas cómo toques intensos, pero cuando íbamos a llevarlo más allá, no me sentí lista o bien con ello —Con su pulgar alisa mi entrecejo—. Así que no he tenido sexo desde ti.
—¿Y te tocaste pensando en mí?
—Sí... —Se aclara la garganta—, pero incluso si eso es bueno, no está a la altura de la realidad. Parece que soy una tonta que te esperó.
»Seguramente alguien diría que soy estúpida por no disfrutar del sexo y ya, pero mientras que existen personas que lo disfrutan de esa manera y está bien, no me avergüenza admitir que soy del tipo de persona que quiere sexo con sentimientos y apego emocional porque ahora sé con certeza que la primera vez que estuvimos juntos, estaba perdida por ti.
—Me molesta que me volvieras un tipo de sexo con sentimientos —finjo gruñirle y ríe—, pero entiendo el encanto del asunto.
»No hay nada condenatorio ni malo en el sexo casual, pero tampoco hay nada malo en querer tener con alguien que te hace sentir tanto.
—Y quiero volver a hacerlo contigo, sé que pronto estaré lista para hacerlo nuevamente —Pega su frente contra la mía—. Hemos esperado tanto que sé que cuando suceda sacudirá mi mundo y reafirmará que en mi vida eres tú la persona que fue hecha para mí.
—A veces dices las cosas más dulces que me hacen sentir en un aprieto por no saber qué responder.
Mis palabras consiguen hacerla reír y aunque ese no era el objetivo, supongo que está bien parecer un tipo gracioso de vez en cuando, mejor eso que hacerla llorar.
—Te amo —dice y me abraza cómo la abrazadora compulsiva que se ha vuelto.
Me abraza durante largos minutos en los que le acaricio la espalda y cuando finalmente baja, la ayudo a recoger todo el cabello en el suelo y estoy agradecido porque eso ayuda a bajar mi erección a un estado en el que al menos sé que no me estallarán las pelotas.
Pasamos parte de la tarde besándonos y cuando mi erección es demasiado notable en el pantalón ajustado, me toma por sorpresa metiendo su mano y tocándome de la manera en la que parece haber memorizado cómo me gusta, haciéndome susurrar su nombre que es atrapado por sus besos, me lleva al orgasmo de manera lenta y diría que se burla un poco de mí con sus tirones y apretones, pero cuando me besa y susurra cuánto extraño sentirme de cualquier manera, lo pierno y estallo contra su mano salpicándome en los abdominales. No es el orgasmo más intenso que he tenido, pero me alivia y tener su mano sobre mí luego de tanto tiempo es un factor decisivo ni siquiera me sacó completamente del pantalón.
En algún punto de la tarde, Denise, su hermana menor aparece y para mi fortuna ya estoy vistiendo mi ropa seca. Aunque la hermanita de Valerie es tímida y reservada, ya no esconde con tanta frecuencia el lado de su rostro que se encuentra marcado por aquella noche trágica en la que su papá le dio el peor momento de su vida; el par de cirugías a las que se ha sometido hasta ahora han ayudado a disminuir el relieve y el furioso tono rosado que antes tenía, pero aún es visible y sé que eso jode bastante la mente de alguien tan joven, pero es fuerte tomando un día a la vez y me resulta hasta agradable mientras le cuenta a Valerie de su día en la escuela, me doy cuenta de que ve a la niña buena cómo su heroína y eso tiene sentido, porque Valerie le dio un nuevo comienzo a sus hermanos, los ayudó a tener nuevas oportunidades y no rendirse ante el dolor.
Paso algo de tiempo con ellas y poco después me estoy despidiendo, besando a Valerie intensamente al recordar cómo se vino encima de mí con nuestros roces en seco y luego cómo me hizo acabar con su mano dentro de mi pantalón. Tal vez nuestro amor es una obra de arte impresionante que tras un año oculto amenazaba con comenzar a opacarse, pero ahora somos dos personas remodelándolo, pintándolo nuevamente, afincando los vivaces colores que ahora lo hará una pintura incluso mejor.
Estoy conduciendo para encontrarme en el bar de siempre con Matthew y Alexander, con una sensación de tranquilidad y unas ganas de decirle a Lorenz que dejé de ser un mártir, que aunque no soy completamente feliz, porque siento que nunca lo seré al no tenerlo todo, me siento increíble.
Contexto del nuevo corte de cabello de Edmun:
Bueno, mi gente, oficialmente quedan dos partes para que Edmun termine todo su recorrido. Esas partes ya están escritas y a medida que las corrija las subo.
Luego habrá un extra narrado por uno de los hermanos para ponernos en perspectiva de una pequeña parte de cómo entramos a su mundo de lleno.
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Twitter: Darlis_Steff
Espero les guste.
Un beso.
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