La sociedad
La sociedad.
Tantas personas.
Tantos adinerados.
Tanta élite.
Tantos políticos.
Tantas personas poderosas.
Y tanto peligro.
Eso junto a la declaración de "tanta, comida, música mierda y bebida" es la manera perfecta para describir esta elegante fiesta en la que me encuentro.
Es la primera vez en años, pero muchos años (si no cuentas la fallida boda de Niklas) en la que acudo a un evento social tan importante en Austria, podría mentir diciendo que no recordaba cómo podían ser estos eventos, pero la verdad es que lo recuerdo a la perfección.
Hay fiestas salvajes, fiestas de gente peligrosa, fiestas que parecen una mezcla de sociedad y peligro, luego están estás fiestas: poderosas, elitista y de sociedad.
No me gustan las fiestas, pero eso se ha hecho evidente a lo largo de los años, sin embargo, aquí estoy, en un evento social que apesta a dinero y poder. Ahora, no es que haya llegado cómo un príncipe criminal de los Schwarzenberg, podríamos decir que vine por mi cuenta si obvias el hecho de que dos guardaespaldas-asesinos vinieron conmigo y que de hecho no me estoy relacionando o acercando a mi familia.
Doy un leve sorbo a la copa de vino, una bebida que me parece insípida y pretenciosa y que es más probable que me haga desmayarme del aburrimiento que de una borrachera, viendo a dos políticos reír con mamá – experta en fingir estar feliz – y conversar con Niklas –experto en fingir que él y mamá son mejores amigos –, Lorenz se encuentra entre un grupo de modelos y hombres poderosos e incluyendo a Dietmar al grupo porque el mundo esta noche sabe que mi pequeño hermano es parte de ellos y que no irá a ningún lado que no sea esta familia.
Supongo que soy un inadaptado y la única terrible razón por la que acudí a este evento fue por una mundana curiosidad y la provocación de Lorenz, también porque esto fue lo único que me pidió mi madre, quien parece que ya entendió que con su aprobación o sin ella, me iré de Austria.
Sé que la familia Fisher también se encuentra aquí, al menos un par de ellos y los identifico por fotos que me fueron entregadas con anterioridad porque nunca se es demasiado precavido incluso si desconocen de mi existencia. También hay mucha seguridad de mi familia y miembros de la organización, Gesine es otra persona que se encuentra aquí y hablando del diablo, la veo caminar de una manera que capta la atención de muchos, hacia mí.
Se supone no debo llamar la atención y aquí está una de las mujeres más deseadas de la ciudad volviéndome un blanco porque es lo suficientemente caprichosa para jugar con mi paciencia y no entender que no quiero tener nada que ver con ella.
Si fuese otro tipo de hombre, podría llegar a sentir tristeza por la desaparición completa de la muchacha a la que una vez amé, porque siento que no hay ningún rastro de ella en la Gesine actual o tal vez estaba cegado y desesperado de encontrar algo bueno en mi vida que ignoré sus defectos en aquel entonces, pero lo cierto es que no siento tristeza: siento lástima y fastidio.
Sus labios tintados de un color tinto muy oscuro se extienden en una lenta sonrisa cuando me alcanza, a primera vista es imposible poner en duda o no notar la despampanante belleza que posee, todos sabemos que es de las mujeres más hermosas que verás, ella también lo sabe, pero para mí es solo otro rostro, otro cuerpo vacío con el que no me interesa relacionarme. Y siendo honesto, le guardo rencor y cero empatías, lo que hace que la idea de pensar en que en otro mundo paralelo podríamos haber estado juntos cómo en su momento lo soñé: me enfade.
Cuando termina de llegar en su caminata dramática y se detiene frente a mí solo puedo pensar en que aquí vamos de nuevo y esta vez soy obligado a fingir cortesía por estar en público ¡Qué puta alegría!
— ¿Qué quieres? —pregunto en voz baja y con el intento de una sonrisa.
—Baila conmigo.
—Primero bailaré en el infierno con satanás, me cae mejor ese tipo de demonio que el que tengo frente a mí.
Hace una mueca y genuinamente se ve herida por mis palabras, pero también soy genuino cuando digo que no siento empatía hacia sus sentimientos y que de hecho no me importa, porque la empujo y la empujo y siempre vuelve cuando dejo en claro que la quiero tan lejos de mí cómo pueda estar.
—No, primero bailarás conmigo ahora o haré un escándalo —Me advierte y obtiene una larga mirada de mi parte.
— ¿Sobre qué precisamente harás el escándalo? ¿Sobre cómo no quiero bailar contigo?
—No, sobre ti, Edmun.
Aprieto mi agarre en el tallo de la copa, pero me ordeno no darle ninguna reacción.
Sabe mi nombre, aquel que nunca ha tenido que mancharse con esto, aquel que es tan mío y que nunca debió ser pronunciado en sus labios. Su sonrisa crecer ante mi silencio, se siente victoriosa mientras le frunzo el ceño. Cree que me tiene agarrado por las bolas.
— ¿Qué más tienes que pueda convencerme de querer bailar con una arpía? ¿Tienes algo más que un nombre?
Mi pregunta parece tomarla por sorpresa, supongo que esperaba una respuesta histérica y en pánico, pero todo lo que tengo para darle es frialdad y un abierto desprecio que deje en claro que mucho no la quiero.
Su silencio me dice mucho y una pequeña risa seca sale de mí antes de que dé un largo trago a mi bebida y deje la copa de manera grosera en la mesa de al lado sin importarme ser "descortés". Un nombre, eso es todo lo que sabe y con ello pretendía agarrarme de las bolas, pequeña estúpida.
—Un nombre no vale tal sacrificio, Gesine.
— ¿Qué pasaría si le digo a todos que eres un Schwarzenberg en este evento?
—Seguramente estarías muerta poco más de una hora después, tal vez menos. No tengo muy en claro cuál de mis hermanos o cuál de sus hombres te mataría, pero sé que eso sucedería —Me encojo de hombros—. No es algo muy difícil de deducir: tú hablas, alguien te calla.
»Sabes que no es una amenaza vacía o una mentira, ni siquiera sería mi culpa porque ambos sabemos que esa es una decisión que yo no tomaría, pero él sí.
Su sonrisa se vuelve tensa y creo que hace un concurso de miradas en el que no planeo participar, así que paso por su lado con el plan de alejarme, pero el murmuro de su suave "Oye" me detiene haciéndome voltear a verla con lentitud.
—Estás haciendo que te desprecie, una mujer herida es peligrosa y lo sabes.
Suspiro y acorto la distancia entre nosotros para hablarle al oído:
—Un Schwarzenberg es más peligroso y ambos lo sabemos. Disfruta de tu velada y aléjate de mí.
Le doy una pequeña sonrisa antes de girarme y alejarme, unas cuantas miradas están en mí y finjo no notarlo mientras me acerco al primer desgraciado a mi alcance con la pretensión de fingir tener alguna razón para estar aquí. Al parecer me acerco a alguien importante porque de inmediato hay seguridad rodeándolo y poco después me entero de que se trata de un Cónsul alemán representando a dicha nación en Austria. Es un tipo fanfarrón que ni siquiera pide mi nombre, pero finge conocerme con el pretexto de "soy tan importante que conozco a todos aquí". Me desagrada y me fastidia que compartamos aire, pero asiento y digo una que otra palabra fingiendo interés en toda la basura falsa que dice, porque por la manera en la que uno de los Fisher lo ve, estoy suponiendo que hay algo turbio aquí, lo que no es una sorpresa.
—Señor —Le habla uno de los tipos de su cuerpo de seguridad—. Tenemos un problema...El chico, se fue.
Veo la manera drástica en la que la sonrisa se borra del rostro del despreciable que fingía escuchar, pero con rapidez se recupera y me da una palmada en el hombro ¿Y éste por qué me toca? Casi le gruño, pero me controlo.
—Fue un placer que coincidiéramos de nuevo, Peter, pero tengo un asunto que resolver.
¿Peter? Así que esa es la persona que cree que soy, me despido con una cordialidad que no forma parte de mis cualidades y tomo otra copa de vino moviéndome ahora hacia un grupo de señoras escandalosas que parecen desesperadas por pescar de mí los halagos que sus esposos no les dan, al menos algunas de ellas, otras tienen una mirada lo suficientemente inteligente para hacerme saber que fingen ser parte de este espectáculo, pero que son peligrosas.
Mientras me muevo de un grupo a otro, agotando mi escaza paciencia e incluso reuniéndome con Lorenz y Dietmar en una actuación de "socializar y conocerlos" pienso que debí ser más inteligente y evitarme todo este bochornoso evento al quedarme con Livia en casa, pero supongo que eso lo puedo arreglar en este momento yéndome.
Saco el teléfono que se me asignó y le escribo a uno de los tipos de seguridad haciéndole saber que estoy dirigiéndome a la salida porque ya nos vamos. Comenzando mi caminata, me detengo abruptamente cuando una mujer de piel morena y largos rizos se detiene frente a mí con una sonrisa coqueta.
— ¿Te vas tan pronto? Porque esperaba mi oportunidad para hablar con uno de los hombres más caliente de la noche que parece un misterio gritando mi nombre para ser resuelto.
Me debato entre ser yo mismo (abiertamente hostil) o tener la decencia de ser paciente porque ésta mujer no está haciendo nada malo y supongo que solo quiere coquetear, no sé, tal vez solo quiere echar un polvo, conocer a alguien, hacer un amigo o pasar un buen rato. No es que esté cometiendo un pecado, de hecho es bastante valiente al ir por una oportunidad y decidida por dar el primer paso. Una mujer que sabe lo que quiere.
Noto que su sonrisa está vacilando y que posiblemente si su piel fuese más clara, estaría muy sonrojada, se está avergonzando. Finalmente decido ser yo mismo con mi respuesta, pero no demasiado cruel, pero sí lo suficiente preciso.
—Tengo que ir con mi prometida embarazada—termino por decir—. En otras circunstancias, seguramente me hubiese quedado a conversar —Miento—, pero debo volver a casa, me necesitan.
—Uh...Honesto, eso es raro —Parece que se lo dice a sí misma y aunque la vergüenza no se va de ella, me da una sonrisa más discreta—. No te quito más tiempo, ten una buena noche.
—Tú también —Pausa—...Y espero encuentres otro misterio que sí puedas resolver.
Asiento hacia ella y tras desearle "una buena velada" prosigo a mi camino hacia la salida y luego al estacionamiento en donde abro la puerta trasera y subo antes de que los dos hombres de seguridad, sentados adelante, ponga el auto en marcha. No decimos ninguna palabra, reina el silencio.
Al clavar la vista en la ventana, noto algo extraño, pero el auto se mueve demasiado rápido para poder confirmar que creo haber visto a alguien de la organización hablando con uno de los Fischer.
Por suerte no soy estúpido y sacando el teléfono le escribo un mensaje a Niklas diciéndole que se pase por el lugar por si encuentra algo que no le parece divertido.
¿Su respuesta? "Sí, lo sé. Son tan obvios que luego no es divertido castigarlos."
***
Noviembre, 2017.
El teléfono que me ha sido asignado se enciende y se apaga tintineando la palabra "gruñón" una y otra vez y yo volteo el rostro hacia el sonriente imbécil con dos portátiles en el sofá: Dietmar.
—Deja de joderme la paciencia.
—Yo no he hecho nada —dice con una fingida inocencia.
—Deja al teléfono en paz.
—Él siempre hace eso con mi teléfono y es tan molesto —Se queja Fabiane.
—Sí, así fue cómo evité que te acostaras con un completo idiota. De nada, bebé osa.
— ¡Ja! No me acosté con él porque no quería, estás loco si crees que tú o alguno de mis idiotas hermanos tiene control de mi sexualidad. Mi himen es mío.
—Claramente es tuyo —señalo mientras enarco una ceja.
—Mis tetas, mi culo, todo es mío y yo decido sobre ello. Soy una mujer dueña de su cuerpo...
—Eres una adolescente, una molesta por cierto —Le corto el rollo—, pero es cierto que es tu cuerpo, cosa que nadie te está discutiendo, así que deja de hacer berrinche.
—Pero Dietmar...
—Dije que te evité acostarte con un puto idiota porque sé que mis palabras tuvieron efecto en ti, pero nunca dije que iba a decidir sobre ti —Él frunce el ceño—. Solo comenzaste a lanzar el discurso porque te provocó.
—Ah —Hace una pausa breve mientras ve de Dietmar a mí—. Entonces ¿Todos estamos bastante claros de que decido sobre mi cuerpo?
—Sí —decimos Dietmar y yo al mismo tiempo.
—Ah, entonces olvídenlo —Se ríe, volviendo la vista a un manga de romance que parece devorarse.
Finalmente Dietmar deja de molestar con mi teléfono y vuelvo de nuevo a la búsqueda de internet, debatiéndome entre si debo ingresar el nombre y apellido de la niña buena para obtener una nueva actualización. Siento que estamos cerca de reencontrarnos y eso me hace más ansiosa y difícil no buscarla, no saber qué ha pasado en su vida, no tener alguna idea de qué me espera a volver.
— ¿Qué quieres buscar? —Me pregunta la voz de Livia.
No me di cuenta de que se estaba uniendo a nosotros, así de distraído me encontraba. Borro el "Val" en la barra de Google y sacudo la cabeza hacia ella.
—Nada, solo un momento de debilidad.
— ¿Me lo prestas?
Dudo porque sé que no ha tenido realmente cercanía teléfonos, laptops, está alejada del internet por precaución luego de los horribles meses de su regreso en los que quería destruir a todos y destruirse a sí misma. Fueron unos meses de mierda que aún se encuentra superando en la actualidad.
—Puedes ver lo que hago —Me da el intento de una sonrisa.
Veo hacia los mocosos y ambos me ven con nervios sin saber muy qué hacer, pero es evidente que ambos quieren que yo tomé la decisión. Con lentitud lo dejo en sus manos, dudo que por mucho que Niklas pudiese cabrearse me mate y pese a todo, él me guarda respeto y solo sería desagradable verbalmente, no de manera física...Bueno al menos eso creo.
Con dedos temblorosos la veo escribir un nombre y apellido, cuando aparecen enlaces a redes sociales en los resultados, se paraliza, no hace nada.
— ¿Livia? —pregunto con suavidad y alza la mirada para encontrarse conmigo—. ¿Quién es William?
—Lo fue todo —susurra—, ahora es la nada.
Sus ojos se humedecen y luego me entrega el teléfono mientras se endereza y adquiere una postura remilgada, segura y distante. Poco a poco está uniendo los miles de pedazo que otros separaron, el problema es que la manera en la que reorganiza sus piezas solo me dice que su fuerza se está concentrando en ser esa mujer, esa persona, que tal vez piensa pudo haber hecho las cosas diferentes y cambiar lo que fue un control destino. Está labrando su nombre de las cenizas del horror y dolor que vivió, se está endureciendo, está cambiando para sobrevivir, para vengar, para tener control y para que nadie nunca más le quite el poder.
No la juzgo ¿Quién lo haría? Vivió en el infierno y a su manera está naciendo de esas llamas que aun la queman y alcanzan.
Los minutos transcurren hasta volverse una hora y antes de que pueda irme a pintar o encerrarme, Lorenz regresa y no está solo.
En un principio todos estamos tensos y en silencio hasta que Lorenz habla y el ambiente se torna extraño.
Cuatro de nosotros clava la mirada al acompañante de nuestros hermanos: a un tal Caden Prinsloo o así lo presenta Lorenz, quien además se asegura de dejar en claro que se estará quedando en la casa, cómo en esta mansión en donde se supone nadie fuera de la familia entra.
Dietmar y Fabienne hacen un voto de silencio en donde solo ven al chico que no se intimida, tal vez se sienta seguro con la piel envuelta en tinta. Livia trata de darle una sonrisa amistosa, pero teniendo en cuenta que sus sonrisas no son reales o lo que fueron antes, solo se ve cómo gesto falso e incómodo y el chico, porque se ve joven, tiene una mirada fría y distante, también un poco fastidiada y desinteresada, pero mientras nos vemos fijamente una capa cae y veo algo: dolor. Un dolor crudo y reciente que quiere ocultar.
Tal vez, tenga sus propios demonios cómo todos nosotros.
—Caden se quedará un par de semanas con nosotros —Continúa Lorenz—, Nik ya lo sabe, estará en el ala Este con mucha seguridad. No nos cortará la garganta mientras dormimos porque ni siquiera sabe de eso y lo vamos a ayudar a aprender para que se defienda, tampoco sabe disparar un arma.
—Lo dices cómo si eso fuese algo malo —interrumpo su discurso de profesor presentando al alumno nuevo.
Odio a los colegas que hacen eso, es decir, ¡Joder! ¿No puedes ver que el estudiante solo quiere entrar, tomar un puto asiento y seguir existiendo? Nadie quiere pararse frente a unos desconocidos que se conocen entre sí para contar la vida incierta que estás llevando.
—Cómo decía —dice Lorenz viéndome con fijeza—. Él estará con nosotros por unas cuantas semanas...
—Primero dijiste un par —interrumpe Fabienne.
—Estará cuánto tiempo sea necesario...
— ¿Por qué es necesario? —Habla ahora Dietmar.
—Es el hijo escondido de Baz Weber, no reconocido —anuncia Livia—. Lo vi en las carpetas, en una de ellas —Ella me mira—. Las que tenía Maurizio.
» Asesinaron a tu madre y hermana —Ahora ve a nuestro invitado—, te dieron por desaparecido por un tiempo, pero aquí estás...
—Sí y quiso luchar contra su papito porque estaba dolido con justa razón y terminó siendo, casi asesinado porque no puede ensuciar la imagen de un político tan respetado. Luego quisieron sacar provecho volviéndolo útil, pero nuestro querido Caden tiene otros planes ¿Cierto, amigo? —Le pregunta Lorenz, aunque parece más una orden para que hable.
—No tienes que hacerlo sonar cómo un cuento —Es la respuesta con voz eronquecida.
Mierda, ese acento. Entrecierro los ojos hacia él.
—Eres británico —afirmo.
— ¿Y éste quién es? —Pregunta Caden—. Dijiste que ustedes eran cinco hermanos y leí que era cierto...
—Qué malos modales —murmura Fabienne, lo cual es irónico si analizas que no tiene educación para dirigirse a sus mayores o a cualquier persona en general.
— ¿Quién es? —repite Caden.
Y más allá de la bravuconería, al verle las manos cerradas en puño y el cuerpo tenso, me doy cuenta de que tal vez solo tiene miedo de que sea una trampa. Uniendo lo que ha dicho Lorenz, es un chico que creció lejos de esta vida, a quién le arrebataron las vidas de su familia y que luego fue atrapado, iba a ser usado y tiene sentido que no quiera confiar ni siquiera en su sombra.
Vagamente lamento que él esté aquí, que su familia haya sido asesinada porque eso forjó el camino que hoy está tomando.
—Él es un metiche que cree que por ser cercano a nosotros, al ser un asesino letal, puede meter su nariz en donde no debe —dice Lorenz sonriendo—. Se llama Moritz, sí, cómo mi hermano muerto, tal vez por eso nos cae tan bien y fingimos que es él.
—Pero Moritz hubiese sido más guapo, menos amargado, súper gracioso y me mimaría —dice Fabienne y lucho fuerte para no rodar los ojos—. En fin, mantente alejado de mi habitación o te cortaré las bolas, sé que soy irresistible y malditamente guapa, pero sé cómo matarte y sé que nadie me juzgaría por ello ¿Lo entiendes, Caden?
— ¿Qué eres una narcisista y ególatra? ¿Qué no debo acercarme a tus espejos ni insinuar que no eres malditamente guapa cómo afirmas? Lo entiendo, Fabienne —responde sin inmutarse, parece fastidiado.
—Eso fue un poco divertido, bebé osa —dice Dietmar cuando ella voltea a verlo sintiéndose traicionada porque está riendo de lo que Caden dijo.
—Bueno, parece que entendiste un poco al menos —sisea ella.
—En fin, intruso, puedes llamarme Die.
—O mocoso —digo por lo bajo y el bufido de parte de Dietmar es inmediato, casi sonrío.
—Debes entender las reglas básicas de la mansión, Caden —anuncia Fabienne—, No se juzga, no se es un soplón, no se maltrata a los perros, eres un extraño por lo tanto tienes prohibido tocar lo que no es tuyo. Si tomas algo mío te cortaré las manos.
—Qué tierna —dice Caden con una sonrisa exagerada.
—Caden conoce las verdaderas reglas, aunque esas están buenas, malcriada —Establece Lorenz—. Die ¿Puedes guiar a Caden a su habitación?
— ¿No traes un equipaje? —pregunta Dietmar poniéndose de pie y de inmediato Duquesa va trotando detrás de él.
—Teniendo en cuenta que huía de unos matones, no me dio tiempo de tomar mi equipaje, a la próxima procuraré devolverme o traer más cosas del apartamento en llamas ¿Quién se resiste a un poco de calor en un incendio?
— ¡Ufs! Sé de lo que hablas, me pasó una vez en Alemania —Es la respuesta de Dietmar, cómo si de hecho lo comprendiera—. Sígueme, te enseñaré tu habitación y lo de Fabienne no te lo tomes personal, la mitad de mis hermanos son odiosos.
Los veo alejarse y luego quito la mirada de ellos cuando Livia recarga su cabeza de mi hombro, al bajar la vista la veo cerrar los ojos y no me muevo porque ella duerme tan poco últimamente y siempre se ve tan cansada.
—Moritz —Me llama Lorenz y enarco una ceja hacia él cómo respuesta— ¿Te cuesta tanto darme una reacción con palabras cuando te llamo?
—No, pero hago lo que quiero —respondo y en respuesta resopla mientras Fabienne ríe.
—En fin, te envié un correo.
— ¿Qué correo? Ni siquiera uso mi correo porque está prohibido.
—Te envié un correo al correo que te creé, revísalo.
— ¿Cómo si no tengo el correo programado en este teléfono?
Suspira cómo si lo exasperada y me arroja un teléfono que sale de su bolsillo, claramente es nuevo y en efecto tiene un correo ridículo configurado: TuMoritzAmargadoestoy por hacer un comentario mordaz al respecto cuando abro el correo en buzón de entrada:
« ¡Gracias por elegir volar con nosotros! Tu próximo vuelo es...»
Alzando la vista me encuentro con la pequeña sonrisa de Lorenz.
—De verdad espero esta vez sí logres volar, sé cuánto lo deseas. Falta poco, hermano mayor.
Diciembre, todo lo que tengo que esperar es diciembre, incluso si es solo hasta el final del mes, este boleto significa mucho, demasiado, todo.
Redes sociales:
Instagram: DarlisStefany
Twitter: Darlis_Steff
Espero les guste.
Un beso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top