El pasar del tiempo
El pasar del tiempo.
Mayo, 2017.
Livia da a luz a un niño dos meses después de volver con nosotros y ella también atraviesa una terrible depresión postparto.
Ace es un bonito y diminuto bebé de pulmones impresionantes que con su rostro arrugado de recién nacido y la fealdad habitual de los primeros días, me recuerda su inocencia pese al modo en el que fue concebido. Verlo me hace recordar a cuando Lucas, el sobrino de Valerie, nació, parece que pasó hace tanto tiempo que un molesto suspiro lleno de nostalgia me abandona.
Los pequeños dedos de Ace atrapan mi índice mientras se mantiene con los ojos cerrados y la pequeña boca abierta. Es la viva imagen de la pureza e inocencia con la que todos nacemos y la cual perdemos en el camino de manera voluntaria u obligada.
—Puedes estar tranquilo, Ace, esta no será tu vida —susurro—. Tal vez Livia ahora esté confundida, pero lo que sabe con certeza es que no crecerás aquí.
Antes del parto y mucho antes de la depresión, Livia dejó en claro que no se quedaría con el niño y que éste sería dado en adopción a una familia capaz de darle el amor y una buena vida, una alejada del crimen y los extremos peligros con los que crecimos. Dicha familia fue localizada en Alemania. Una familia de arquitectos, dos hombres, deseosos de ser padres y con altas posibilidades de darle una vida estable y feliz, es por ello que en dos días vendrán por Ace.
Espero en el futuro éste pequeño sepa que mi hermana hace en este momento, incluso con su profundo dolor, lo que no pudo hacer por Alesso: salvarlo.
—Deberías tener una buena vida, Ace, al menos que crezcas cómo un idiota y hagas estupideces que acrediten que tu vida sea una mierda —Sonrío de costado—, pero tengo el presentimiento de que serás un chico listo.
»También sé que ahora eres feo, pero con lo hermosa que es tu madre, serás un chico apuesto y ahora solo estás arrugado porque naciste hace muy poco —Bosteza y hace un suave sonido—. Tus papás se ven cómo personas geniales y me gusta la idea de que crecerás sabiendo que el amor ocurre de muchas formas.
»Tu mamá biológica es muy fuerte y espero algún día, en el futuro, tengas la oportunidad de saber de primera mano que ella es maravillosa y aun en su dolor, tomó la decisión que creyó mejor para ti.
— ¿Qué haces, Moritz?
Contengo las ganas de irme corriendo ante la voz de mi madre, ella está a nada de hacerme explotar y temo las repercusiones. Todo el tiempo está sobre mí, hablando sobre lo feliz que es de que esté aquí, sobre todo estando reunidos, sobre quedarme. Es ella en una burbuja ignorando que somos una familia peligrosa y que esta no es mi vida, incluso si suena egoísta.
—Intento robarle el aire a Ace —respondo de manera seca y veo que mi respuesta no le agrada.
—No deberías encariñarte o pasar tiempo con él, no es tuyo y pronto se irá.
Ella no lo mira, en las tres semanas de vida de Ace, ella no ha sido capaz de verlo, la escuché decir que le recordaba a todo lo que le habían hecho a Livia, no es que la culpe, todos enfrentamos lo que sucedió de la manera en la que nos resulta menos dolorosa.
—Escuché cosas que no me han gustado y que creo que debemos hablar — Los ojos de mamá están enfocados en mí.
— ¿Ahora? —pregunto para confirmar si recibí su mensaje bien.
—Ahora.
Liberando el índice del agarre flojo de Ace, salgo de la habitación, detrás de mamá. En nuestro camino hacia el jardín, ella me habla sobre eventos a los que piensa asistir y a los cuales le gustaría que la acompañara, porque soy un completo desconocido que no levantaría sospecha.
—Lo último que me apetece es jugar a la vida en sociedad, mamá.
—Pasaríamos tiempo juntos.
Quiero decirle ¿Más? Porque a diferencia de aquella gran casa que explotó, ahora estamos en la clásica casa familiar en la que crecí y siento que en cada instante en que se puede, ella está sobre mí. Siempre he sido receloso sobre mi espacio y mi soledad, ella pone a prueba mis límites. La extrañé, pero extrañarla no implica querer o desear que esté encima de mí.
Espero hasta que estemos en el jardín para hablarle con claridad, no pretendo ser cruel o un hijo de mierda, pero temo que me haga explotar de la peor manera.
—Debes parar —digo tomándola por sorpresa—. Todo esto me está abrumando, ya no soy un niño y aunque amo que me ames y poder abrazarte, lo estás llevando a niveles enfermizos.
»Estuve solo durante mucho tiempo y al crecer mi abuela fue quien estuvo para mí —Le recuerdo—. No puedes invadir mi vida de esta manera. No quiero ir a fiestas elegantes, no quiero involucrarme en los negocios, no quiero que sepan que estoy vivo y no quiero vivir tu historia de fantasía.
»Lamento esta mierda sobre decirte estas cosas, pero necesito ser claro porque siento que si no comienzo a hablarte sobre cómo esto me cabrea, voy a enloquecer.
No me responde y me pregunto si ha decidido ignorarme mientras ella toma una flor y aspira su olor, me la extiende y sin entender cuál es el punto, la tomo.
—En años no tuve a mis hijos reunidos... —comienza.
Me muerdo la lengua mientras la escucho hablar sobre la sensación de vernos juntos, sobre que no entiendo lo que se siente ser padre. Quiero decirle que en primer lugar casi dejamos de ser seis cuando Niklas y yo fuimos secuestrados, pero la dejo hablar, escuchando que la mitad de las cosas que dice son racionales y otras una basura.
— ¿Por qué quieres irte, Moritz? ¿Por qué?
—Porque quiero vivir, es tan simple como eso ¿Por qué no puedes entenderlo? Mis hermanos, quiénes podrían reprocharme mucho más, son capaces de ver lo que tú te niegas. No pertenezco aquí, mamá.
—Somos tu familia.
—Sí y también tengo otra familia en Londres.
—Son tus amigos, pero no tu familia. Tu familia eran mis padres y murieron hace mucho.
Veo la flor de pétalos rosados pálidos entre mis dedos, no le respondo porque no veo el punto de discutir algo sobre lo que no cambiará de opinión. Ella no es tonta y sé que en el fondo sabe con certeza que esas personas han sido más que amigos, me han visto crecer y volverme este hombre de una manera en la que ella no la hizo.
—Mamá ¿Cuál es el punto?
Grandes lágrimas les recorren el rostro y aprieto la flor en puño dentro de una de mis manos, pero eso no dura demasiado porque su mano toma la mía y la flor cae en el suelo, su mirada parece suplicante y me revuelve emociones en mi interior.
—Escuché a Niklas decir que podrías irte pronto si todo marcha con normalidad, tan normal cómo se puede —Más lágrimas—. No quiero que te vayas, no quiero tenerte de nuevo lejos, no quiero verte una vez al año. No quiero perderte.
"Pero no soy algo para perder". No le pertenezco, tampoco es mi deber permanecer a su lado. No soy la pieza que llenará los vacíos que siente en su vida. No pongo en duda que me ame, pero sé que sus razones para pedirme que me quede son otras, se está enfermando de soledad y cree que soy su medicina.
—Me iré, mamá, no sé cuándo, pero lo haré y es una mierda lamentable que te duela, pero es una decisión que no discutiré contigo.
— ¿Qué pasa si te digo que si te vas me muero?
Toso y me libero de su agarre para cubrir el sonido falso porque por un momento quiero reír de lo absurdo de esta conversación.
—Quiero creer que no entiendo lo que dices —Le tomo el rostro en las manos—. Te amo, de verdad lo hago, pero hace mucho aprendí a ser un adulto sin ti, mientras que para ti este es tu hogar, para mí no es así.
»Soy feliz de estar con mis hermanos, ya sabes que me caen medio bien, pero no puedo quedarme, no por ti y no por ellos; decido irme por mí, porque es mi elección, porque es mi vida y por favor no hagas amenazas cómo esas, me hacen decepcionarme y no quiero cambiar la imagen que tengo de ti.
—Moritz...
—Soy Edmun, mamá. Edmun, Moritz es solo un nombre que usan para no exponerme, pero no es la persona que soy y no es la persona que seré.
Libero mi agarre de su rostro y creo ver una mirada de entendimiento en su rostro, pero está demasiado aferrada a mí para entender que debe dejarme ir. Me duele ver que está enferma de soledad y que incluso con nosotros a su alrededor, sigue sintiéndose así.
Viendo los pétalos de la flor en el suelo, tomo otra de las flores rosa pálida, parece que después de dos meses y medios de odio y rechazo a pintar, he encontrado algo que podría ayudarme a eliminar tal bloqueo. Esta flor me recuerda a Valerie porque al mirarla siento fascinación y el regusto de una esperanza de que aún hay una oportunidad.
¿Recibiría mi carta? Una que le escribí antes de la granada, cuando pensé que volvería a Londres, una en donde prometía volver pronto. Odio la idea de hacerla esperar, pero no está en mis planes romper esa promesa.
***
Junio, 2017.
¿Por qué me gusta tanto pintar a Valerie vistiendo de rojo? Es una fascinación difícil de explicar, tal vez se deba a que hace un contraste espectacular con su piel, tal vez sea que simboliza toda la pasión que sabía albergaba en tu interior o quizá solo es mi perversa fantasía de verla una y otra vez vistiendo el color antes de que solo la cubra toda esa suave piel que amo tocar, besar, lamer y morder. Sacudiendo la cabeza, alejo ese último pensamiento, lo último que deseo en este momento es una erección colosal mientras la pinto.
La pinto en un campo de flores rosadas iguales a las del jardín, descalza y de espalda. Aunque soy el autor de esta obra, siento molestia de no poder ver su rostro, siento que me castigo al no pintarla de frente para poder ver la perfección de su cara, pero así la imaginé en esta pintura: se ve libre.
Estiro los dedos coloreados en pintura hacia el lienzo y me detengo solo a milímetros de estropearlo porque esto es solo un cuadro, por mucho que se vea real, no es Valerie y mis dedos no podrán tocarla o sentirla por medio de una pintura.
¿Cuándo? ¿Cuándo podré hacer algo tan sencillo cómo verla frente a frente una vez más? Desde diciembre no se le he concedido tal privilegio a mis ojos.
Las cosas con Valerie en este momento son complicadas y he de admitir que tengo la asquerosa emoción del miedo con respecto a mi relación.
Los hombres que cuidaban Valerie han vuelto porque Maurizio está muerto y era el único que supo de mi existencia, ella está a salvo y ese es un enorme consuelo, pero esos tipos de alguna manera servían de garantía para hacerle saber que estaba vivo, que volvería ¿Qué pensará ahora? Además, esos tipos también servían para hacerme saber cómo estaba ella e incluso hubo una vez en dónde me sentí afortunado por obtener fotografías. También se encuentra el horrendo factor de que no puedo hacer llamadas, enviar cartas o dibujos, porque ahora que está totalmente a salvo, correr riesgos no es una opción, correr riesgos podría terminar conmigo atrapado aquí por más tiempo.
Hay dos opciones con respecto Valerie: seguir teniendo una oportunidad o llegar lo suficiente tarde.
Podría seguir teniendo más pensamientos sobre esto, pero un disparo resonando en la casa hace que pare y voltee de inmediato porque bueno, ya sabes, siempre es un buen día para hacer atacados y que acaben con tu vida. Sin embargo, por fortuna, no hay armas apuntándome, italianos viniendo por venganza, gente vieja de la organización queriendo derrocar a Niklas, los Fischer sin superar que Dietmar matara a un maldito violador o cualquier cosa épica que pudiera asesinarme. Sí, mucho peligro representa ser un Schwarzenberg. Otro disparo suena y decido dejar los pinceles para ver qué sucede.
Siguiendo el sonido de las risas y luego el de otro disparo, camino hasta llegar al salón al lado del gimnasio en donde encuentro a Dietmar sentado junto a Livia en las gradas y a Lorenz junto a Fabienne disparando a maniquíes. Una tarde familiar en su máximo esplendor.
Otro disparo suena y mis oídos lo lamentan, pero estoy demasiado ocupado viendo a Dietmar alzar una cartel con una puntación de siete para Fabienne antes de que note mi presencia y grite "Hermano mayor" razón por la cual ahora los cuatros me ven.
—Bonitos colores —Me saluda Lorenz bajando el arma luego de disparar y obtener una puntación de nueve de parte de Dietmar y sé que se refiere a la pintura salpicándome.
—Voy a caminar hacia las gradas —anuncio— ¿Puedo hacerlo sin obtener un disparo?
No me responden, pero estoy apelando a que no lo harán cuando paso frente a ellos, pero supongo que me permití ser un poco ingenuo.
— ¡Hermano! —Llama Fabienne.
Volteo justo en el momento en el que me apunta y dispara. Aprieto la mandíbula con fuerza, pero no me muevo mientras ella sonríe dándose cuenta de que la bala me pasó a una distancia considerable, unos centímetros más a la izquierda y me impactaba en el brazo y un poco más allá, en el pecho.
Dietmar alza un cartel puntuándola con un ocho, lo que hace que Fabienne enrojezca y patee el suelo, por mi parte dejo ir una lenta respiración antes de continuar mi camino y sentarme en las gradas a un lado de una contemplativa Livia.
Tal vez deba estar agradecido de que Fabienne no sea tan mala disparando un arma y que no haya sucedido algo tan dramático cómo matarme, por ejemplo.
— ¿Por qué un maldito ocho? —La escucho gritar y me pregunto si esto será un berrinche.
—Porque la bala no le pasó lo suficiente cerca —Razona Dietmar no muy lejos de mí, lo que me da la oportunidad de golpearle el brazo.
—Muchas gracias por tu acotación, Dietmar.
—De nada, Moritz.
Suelto un bufido y me desconecto de la discusión sobre la puntuación del disparo para girarme y ver a mi hermana mayor. Ella tiene la vista clavada en Fabienne quien no deja de estar enfadada y señalar a Dietmar; vagamente pienso que manotear de esa manera con un arma sin seguro no es bueno, pero a nadie parece importarle tal dato curioso.
Algunas personas tal vez desearían saber qué piensa Livia en estos momentos de largo silencio, pero no es mi caso. Cargo con mis propios demonios y sé que su mente está plegado de un infierno doloroso que nunca se apaga.
—Niklas nunca entregaría a Fabienne a un matrimonio que ella no desee —dice en voz baja—. Tal vez él no sea lo más apto para la sociedad o los demás, pero para nosotros será un buen líder.
Luhanne está muerto y aunque la excusa de su cáncer se mantuvo hasta el final, su muerte se le atribuyó a Mauricio. Todo se pintó cómo un ataque de los De Rosa, lo cual no es falso y Niklas solo hizo lo que debía por su familia. Aunque la alianza con los italianos está pendiendo de un hilo esta se mantiene por el honor de la familia de Maurizio, porque haber atacado de esa manera en territorio austriaco sin ninguna razón – que conociera su familia – se considera un acto de cobardía, además, acusaron a Maurizio de traición por trabajar de manera clandestina para los Fischer es una lástima que esté muerto y que su propia familia no podrá castigarlo.
No sabemos muy bien qué le depara el destino a esta familia ni cómo Niklas lidiará con la mafia austriaca, los Fischer, pero lo que sí es una certeza es que él es el líder de esta organización, la cabeza de esta familia. Él incluso fue burlista cuando me preguntó si quería tomar las riendas por ser el hermano mayor, pero mi mirada le dijo cuán divertida me parecía su broma.
Tal cómo acaba de decir Livia, no creo que Niklas sea una opción segura para la sociedad y descarto cualquier posibilidad de decir que es un ser humano decente, tampoco se puede afirmar que no sea peligroso y que algo no esté realmente mal con él, pero sí se puede confirmar sin un ápice de duda que él es una opción y elección segura para sus hermanos, esperemos Austria sobreviva a mi hermano.
Me doy cuenta que tal vez Livia esté esperando una respuesta de mi parte o tal vez solo esté absorta en sus pensamientos olvidando mi presencia, hace mucho de eso desde que volvió: aislarse en sí misma.
—Fabienne jamás debe vivir lo que tú, Nik y yo hemos pasado, nunca —Se abraza las rodillas y recarga la mejilla sobre ellas mientras me ve—. ¿Pintabas sobre el lienzo o sobre ti?
Le doy una pequeña sonrisa y estiro una mano, pero ella se estremece y pienso en retroceder, pero hay un sutil asentimiento que me permite dejarle un poco de pintura, que aún traigo en los dedos, sobre la mejilla. Me permito verla, evaluar el estado físico en el que se encuentra.
Sus ojeras son pronunciadas, se ve más delgada y la siempre optimista Livia no está. Hace un mes Ace se fue con su familia adoptiva y aunque el bebé aún se encuentra en Austria, en pocas semanas partirá a Alemania. Ella no lo menciona, pero vi el montón de emociones inundándola cuando se lo entrego a sus padres con la promesa de darle una vida normal, feliz, conservar el nombre y nunca hablarle de ella. Es una decisión que todos respetamos y apoyamos, creo que ella ha sido demasiado fuerte.
Mi hermana tampoco habla de Alesso, pero la he escuchado llorar susurrando su nombre, no puedo llegar a imaginar la manera desgarradora en la que esa herida arde con la ausencia de Alesso, su bebé, su hijo, a quien llamó su todo.
—Debes irte, Moritz, aun puedes ser feliz —susurra.
—También serás feliz, Livia.
—No lo creo —Los ojos se le humedecen, pero me da el intento de una sonrisa—. Mi hijo fue asesinado por la basura de su padre, fui secuestrada, tortura y violada lo que dio lugar a un embarazo de un niño que he dado en adopción y que nunca volveré a ver y antes de eso...Rompí el corazón del único hombre que amé para librarlo de esto, de todo esto.
»Haz tu vida en Londres, Moritz y nunca traigas a la mujer que amas a este mundo, no todos prosperan en esta oscuridad y no todos pueden vivir en ella, incluso los que nacimos bajo estas sombras, podemos marchitarnos.
Traer a Valerie a esta vida nunca ha sido una opción, ella es demasiada luz y bondad, ella es algo increíble que el universo creo para hacer un equilibrio entre tantas desgracias. Me doy cuenta de que Livia espera una respuesta de mi parte, así que asiento y deja ir una lenta respiración.
—No escuches a mamá, ve a casa. Ve a tu hogar cuando tengas luz verde para hacerlo, nosotros te entendemos e incluso si te echaremos de menos, estaremos felices por ti. Londres es tu hogar y este es el nuestro, siempre serás bienvenido, pero solo de visita, nunca a quedarte.
—Eres fuerte, Liv.
—Por dentro me caigo a pedazos, por fuera estoy vacía, pero por alguna razón me levanto cada mañana y cuando los veo a ustedes, entiendo que son esa razón. Son todo lo que tengo, todo.
Sus hombros se sacuden y comienza a llorar, no dudo en envolverla en mis brazos. Comprendo ciertas magnitudes de su dolor, ambos pasamos por situaciones atroces que nadie debería vivir. La dejo llorar contra mi pecho mientras Dietmar y Fabienne ahora tienen un combate cuerpo a cuerpo, pero eso termina cuando una mujer fríamente hermosa y conocida se detiene en la puerta:
—Moritz —dice con la voz lo suficiente alta para que la escuche.
Gesine, mi exnovia de la adolescencia, lo que en su momento llamé un corazón roto y la exprometida de mi hermano Niklas.
— ¿Qué haces aquí? —Pregunta Lorenz con sequedad mientras continúo abrazando a Livia sin despegar la mirada de Gesine.
—No es tu asunto, corta el rollo de amenazarme, Lorenz. No puedes asesinarme.
—De poder puedo, que no me quiera ensuciar las manos es otro asunto —responde mi hermano.
—Moriz... ¿Podemos hablar? —Dice ignorando las palabras de Lorenz.
—No —respondo dejando de verla y concentrándome en Livia.
Gesine es una de esas piezas del pasado con la que nada tengo que ver, no sé qué hace aquí, no conocía de mi presencia en Austria por lo tanto no sé qué quiere, pero mi respuesta fue contundente, espero y haya entendido el mensaje: nuestros caminos no van a cruzarse.
Voy por mi futuro, no reviviendo el pasado.
Disculpen si esta parte contiene errores, pero el dolor de cabeza es real.
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