Después de la destrucción
Después de la destrucción.
Hay un pitido en mis oídos y un lado mi muslo arde. Hay gritos, el olor a carne quemada es desagradable y alrededor, el fuego comienza a consumirlo todo a su paso.
Lorenz, cuyo rostro se encuentra ennegrecido por las llamas y con sangre, sostiene a Livia quien se encuentra inconsciente y con sangre recorriéndole las piernas. Dietmar está débil, más inconsciente que despierto, pero logra sostenerse de mí mientras lo apremio a caminar antes de que el fuego consiga expandirse.
Un grito desgarrador de dolor llena el lugar y al voltear veo a Niklas con la ropa sucia, desgarrada y herido, arrastrar de un brazo a Maurizio – de donde provienen los gritos –, los demás están muertos o morirán en cualquier momento asfixiados, consumidos por el fuego o por las contundentes heridas que los cubren. Fabienne se encuentra a mi lado, cojeando y con la barbilla alzada porque es una luchadora que nunca baja la cabeza.
Adolorido, sangrando y con una cantidad lamentable de humo dentro de mis pulmones, consigo salir de la mansión que cada vez arde más, lo que es más sorprendente: los seis conseguimos hacerlo.
Afuera hay diez hombres vestidos de negro y de inmediato Fabienne los apunta con un arma, pero pronto la baja al descubrir que se tratan de refuerzos que no tardan en acercarse para tomar a Dietmar y subirlo a un auto al igual que a Livia.
Asimilando que estamos vivos me permito derrumbarme de rodillas mientras toso y jadeo, también tengo ganas de vomitar, pero logro contenerme mientras los gritos de Maurizio resuenan por el lugar. Niklas lo arrastra hasta dejarlo por poco a mi lado y veo la carne quemada en la mitad de su cara, su brazo, el muslo y sin contar la herida de bala en el hombro.
¿Qué que ha sucedido? Es difícil hacer un resumen de toda esta mierda.
Nací en una familia dedicada al crimen organizado dirigida por la escoria de Luhanne Schwarzenberg quien resultó ser mi abuelo por medio de Anton, mi difunto padre. Crecí dentro de una crianza machista, violenta, competitiva y tortuosa. El primer niño de cuatro y el segundo hijo de seis. Mi infancia y la de todos mis hermanos fue difícil, demasiado.
A los doce años fui secuestrado junto a mi hermano menor Niklas y durante más de quince días vivimos torturas y dolores indescriptibles que influyeron en nuestras personalidades el día de hoy, todo ese sufrimiento podría haber sido evitado si Luhanne hubiese aceptado las condiciones para liberarnos, pero él siempre fue un sádico que nos quería poco, solo éramos piezas que él movía a su antojo y mi padre siempre estuvo más ocupado intentando hacerlo sentir orgulloso que protegiéndonos ¿Y mi madre? La voz de una mujer nunca sería escuchada por el viejo. Tras la liberación no fuimos los mismos niños, Luhanne intentó hacer una terapia de mierda a nosotros que nos quebró y determinó quiénes seríamos en el futuro.
Pensarías que ser secuestrado, violado y torturado era lo peor que podría suceder, pero no, a los doce años mi vida apenas estaba iniciando.
Por alguna razón milagrosa – sí, claro – mi madre abogó por mí, Anton no podía decirle que no, y poco después estaba teniendo mi oportunidad de iniciar una nueva vida, una lejos de los malos recuerdos, del dolor y lamentablemente...De mis hermanos.
No puedo pintarme cómo un héroe o justificar mi ausencia; la realidad es que mientras construía mi vida en Londres, conociendo a nuevas personas y poco a poco adaptándome a una vida normal, mis hermanos permanecían en la vida a la que luego se adaptarían y a la que pertenecerían. Me volví un desconocido, me convertí en ese hermano del que escuchas, pero que no conoces. Mi relación con cada uno de ellos era un chiste, pero era mi relación con Niklas la más preocupante, tal vez tenga mucho que ver el hecho de que intentó asesinarme y que en su momento vi con malos ojos que Gesine fuera con él (mi exnovia y la que alguna vez tontamente fue mi prometida).
Construí una vida en Londres de la que me sentía orgulloso, incluso si no lo decía en voz alta. Tuve a mis abuelos por largos años hasta que fallecieron, conocí a dos niños que me caían bien y que luego se convirtieron en mis dos mejores amigos, Alexander y Matthew; pude pintar cómo un mecanismo de desahogarme un modo de protesta, pero esto se convirtió en algo muy grande que terminó dándome un seudónimo y que me volvió un afamado pintor sin rostro. Estudié para ser profesor de historia del arte y conseguí el cargo en una importante universidad, conocí a Valerie Evans y me enamoré fuerte y duro.
Yo, el tipo más hastiado e indiferente, terminó tropezando con una mujer deslumbrante llena de cualidades increíbles y que por alguna razón también consiguió amarme. Valerie Evans es todo y más, es mi obra de arte favorita y también ha sido el lienzo más valioso sobre el cual alguna vez he pintado. Es la niña buena que me hizo reorganizar mis piezas, que me hace sentir indefenso por cómo me siento en la misma medida en la que me hace sentir fuerte. Ella es un sinfín de colores en los que quiero perderme hasta mi último respiro, es esa pintura que podría ver eternamente sin aburrirme y es la mujer que puso muchos colores a mis escalas de grises.
Nuestro romance fue veloz, apasionado, arrollador, un poco cursi, memorable e irrepetible. Todo iba bien, tachando el hecho de que no supo de la mejor forma que era el pintor anónimo que tanto admiraba y por el que la fastidiaba, pero entonces el pasado volvió y trajo consigo muchos demonios.
Estoy agradecido de haber tenido la oportunidad de reconectar con mis hermanos, pero decir que estoy agradecido de haber estado en medio de explosiones, tiroteos y muertes, sería ser un cabrón mentiroso, pero terminé envuelto en todo esto cuando mi hermana mayor Livia, casada con una basura italiana mafiosa, fue "desaparecida" a manos de sus esposo luego de que mi sobrino Alesso fuese asesinado.
Meses de angustias sin saber de mi hermana y de llevar una vida en Austria se redujeron a este desenlace lleno de sangre, muertos y mucho fuego.
Nunca puse en duda que Niklas sería capaz de lanzar las granadas cuando amenazó con hacerlo, pero una parte de mí se esperaba que no llegáramos a esos extremos, ni siquiera sé cómo hemos conseguido salir con vida ni por qué las granadas tuvieron tan poco alcance.
Veo con fijeza a Maurizio De Rosa, quien ahora está en una especie de trance por el dolor. No siento pena, lo desprecio y me asquea. Esta basura que torturó a mi hermana, la violó e hizo que otros lo hicieran, asesinó a mi sobrino y luego quiso asesinarnos a nosotros. Sigo deseando que muera.
—Vas a sufrir, basura —Le hago saber antes de incorporarme.
Alguien me da una botella de agua, ordenes son emitidas, más personas llegan, la casa arde y luego estamos moviéndonos. No hago preguntas, no hablo porque estoy tan cansado de todo, tan hastiado y cabreado.
Se suponía que iría a casa, mi casa, que volvería a mi vida con estos nuevos cambios y aun manteniendo una relación, con ciertas precauciones, con mis hermanos. Ahora ni siquiera necesito escucharlo, pero sé que esas posibilidades se me han deslizado de las manos.
Recuerdo vagamente el ardor en lado interno del muslo y descubro la tela de mi pantalón rota en un espacio en donde veo una quemadura, estoy suponiendo que poco a poco voy aterrizando en esta cruda realidad porque comienzo a hacerme consciente de que no traigo camisa y varias partes de mi piel están heridas, las plantas de mis pies descalzos son un asco y me duele cada puto hueso de mi cuerpo.
«Pero estás vivo» me recuerda una absurda esperanza con la que no quiero entenderme en este momento.
—Livia está embarazada —murmura Fabienne a mi lado.
Y ese es solo uno de los muchos problemas que me garantizan que ese vuelo esperándome para dentro de dos días, no tendrá una fecha pronta para abordar.
***
Gritos, gritos y más gritos. Todos ellos provenientes de Maurizio.
Escucharlo me enferma, pero también alimenta a una parte oscura de mí. Sus gritos me hacen luchar para no viajar al pasado en donde esos gritos, en un tono más infantil, fueron míos y de Niklas, pero sus gritos también me recuerdan que ese enfermo se esforzó en destrozar a Livia.
Maurizio no está siendo torturado por respuestas, lo está siendo por venganza e incluso si intentara detenerlo, Niklas no pararía, está en este momento en un momento oscuro en donde saldrá cuando se crea capaz.
Los gritos en algún punto se vuelven demasiado, me hacen sudar y alejarme de la realidad, así que sin poder soportarlo más, subo las escaleras para alejarme de los grotescos sonidos. Mi primera parada es la habitación en dónde Livia se encuentra sedada y restringida, es doloroso verla en tales condiciones, pero en este momento ella es peligrosa para sí misma, para el bebé que no desea y para nosotros. Los primeros siete días que le siguieron a aquel desastre, ella los empleó en maneras de hacerse y hacer daño.
A veces me pregunto por qué nosotros, por qué nos tocó cargar con cantidades descomunales de dolor, sé que el mundo del crimen organizado se mueve con malicia, se alimenta del dolor y se escribe con sangre, pero ¡Joder! A veces solo quisiera poner pausa, tomar un respiro o bajarme de este autobús en el que ni siquiera me quise subir.
Al caminar otro poco más, abro la puerta de la habitación de Dietmar descubriendo que duerme y a un lado se encuentra Fabienne también dormida. Él se llevó muchos daños consigo tras la explosión además de aquella golpiza, aún está recuperándose, pero de nuevo tengo que consolarme con un "está vivo" ¿Qué clase de razonamiento es ese? Me cabrea, todo esto me hace querer arrojar cosas y gritar de exasperación de que esté normalizando esta situación.
Mi temperamento ha sido una mierda estos sietes días. Aquella noche en la que venimos a esta casa alejada de la ciudad, descalzo, sin camisa y herido, lo primero que hice fue golpear a Niklas y preguntarle qué mierda estaba mal consigo para arrojar granadas y hacernos casi morir. Su respuesta fue que eran granadas especiales con un alcance de daño premeditado que él sabía, que tenía conocimiento de que podríamos alejarnos y no salir dañados, pero eso no me consoló.
Estaba cabreado porque Dietmar estaba inconsciente y en un estado de salud delicado, porque Livia actuaba cómo una lunática y quería morir, porque todo había sido un puto caos y porque yo ya no era el mismo.
Entrando a mi habitación no puedo evitar soltar un bufido porque sigo cabreado y ver el lienzo en blanco, block, lápices, pinceles y pinturas me hacen enfadarme más. Esto se siente cómo una broma, cómo si pudiera bajo este contexto ser simplemente un pintor anónimo, cómo si la vida a la que le estaba poniendo color no se estuviese volviendo negra.
Cuando me veo las manos, no veo en ellas las manos de un artista. Son las manos que sostuvieron un arma que disparó, las manos que se bañaron de sangre y se sintieron capaces de asesinar, pero son estas mismas manos las que tocaron a Valerie tantas veces... Que tengo conflictos sobre mis sentimientos.
Caminando hacia todos esos absurdos instrumentos que siento cómo una burla, lo arrojo, golpeo y pateo todo lejos porque no quiero ni verlo. Me niego a destrozarme más por dentro con posibilidades de una vida que veo cada vez más alejada. Lo destrozo porque siento ira por no poder pintar, porque cuando lo intenté hace dos días me paralicé y todo se volvió blanco, no vi colores, no tuve perspectiva, no hubo liberación y entonces todas esas emociones se quedaron dentro de mí pudriéndome con una rapidez que ni siquiera supe cómo detenerlo.
Me tiro del cabello y me siento en el suelo repleto de pinturas, hojas rotas, un lienzo inservible, lápices y pinceles.
—Me volveré loco —digo—. Me estoy volviendo loco.
Me paso las manos por el rostro y las dejo ahí por un rato, sin querer ver lejos de ellas, sin querer ver la actual realidad.
Hoy estaría volando para ir a Londres y en su lugar estoy oculto en una casa en dónde un maldito italiano está siendo torturado ¿Qué sigue después de la muerte de Maurizio? Un sinfín de peligros, reorganización de Niklas y no perder la cordura.
Le escribí promesas a Valerie en una carta, le dije que volvería pronto y en su lugar estoy aquí, consumiéndome, sosteniendo armas, escuchando a personas ser torturadas y tratando de justificar cosas injustificables. No soy el novio que merece, la quiero tan lejos de esta vida cómo sea posible, mi madre y Livia son un reflejo de cómo resultan las cosas cuando esta vida te absorbe y consume. Y no, no estoy generalizando, pero no hay nada romántico sobre enamorarte o prosperar una relación en este estilo de vida.
—Mis manos están sucias —digo quitándomelas del rostro y viéndolas, recordando el peso del arma— ¿Quiero tocar a Valerie con ellas?
Hay movimiento detrás de mí, pero el inconfundible sonido de jadeo de lengua afuera me advierte que es uno de los perros y cuando llega hasta mí, descubro que es Lord Foster Spencer – lo sé, nombre extraño –, el perro y yo nos vemos hasta que se acerca lo suficiente para intentar lamerme la mejilla y lo suficiente para que lo abrace.
Los animales son sanadores y de alguna manera parecen saber cuándo los necesitas, Niklas tiene razón cuando dice que son más útiles que los seres humanos porque es abrazando a Lord que me permito bajar la guardia y dejar ir el torbellino de emociones embargándome en lágrimas.
He perdido el control de mi vida y lo quiero de vuelta. Lo tendré de vuelta.
Redes sociales:
Instagram: Darlisstefany / Twitter: Darlis_Steff
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top