Conoce a Rätsel (Parte III)




Conoce a Rätsel (Parte III).

Niklas.

—No puedes matarme.

—¿No puedo? —pregunto sonriendo.

A veces se me hace difícil entender por qué algunos creen que no puedo hacer lo que quiero, no consiguen darse cuenta que pocas cosas me detienen y que si me lo propongo lo consigo.

Le extiendo una mano por encima de la cabeza y le sonrío aún más mientras lo anclo martillando sobre un destornillador para fijarlo contra la pared y listo, está justo cómo quiero: brazos extendidos hacia arriba y clavados con un destornillador sobre cada palma de sus manos, sosteniendo todo el peso de su cuerpo puesto que sus piernas cuelgan y no alcanza a tocar el suelo con los pies. Tiene el rostro ensangrentado por los golpes y un puñal clavado en el abdomen y aun así no es suficiente.

Veo al suelo en donde cuatro de sus hombres se encuentran muertos y un quinto aun gime de dolor, aferrándose a la vida que tarde o temprano va a perder.

Y estoy dispuesto a matar a muchos más si se interponen entre nosotros en este momento.

Acercándome a Santino tomo entre mis manos el lujoso rosario de oro que ahora tiene un poco de la sangre que gotea desde sus manos y su rostro. Siempre me parecerá ironico cómo estos malditos italianos se llenan la boca de su Dios y portan símbolos religiosos mientras comenten crimines que según sus cultos se consideran pecados.

Engancho mis dedos justo en donde se encuentra la cruz incrustada con algunos diamantes y tiro con fuerza haciendo que le magulle la piel del cuello antes de que se rompa y el rosario quede en mis manos.

—Qué chiste tan perverso es que alguien cómo tú lleve algo tan católico. Tu Dios no te salvará de mí, Santino —Le sonrío de costado dejando caer su accesorio al suelo—. No sabía que tendría esta oportunidad, pero no hay que desperdiciarla.

Tuve que presenciar de lejos cómo se reunía con algunos de los Fischer junto a algunos asociados y dirigentes políticos antes de seguirlo a su hotel a tan solo tres kilómetros. Me tomé un montón de molestias para llegar hasta aquí, asesinar a los hombres que lo custodiaban para poder tener a esta basura en mis manos.

Este bastardo arrogante no siente miedo o ruega, de hecho ríe con los dientes ensangrentados, pero no me desconcierto o molesta, al final todos se rompen solo que algunos tardan más que otros.

—Déjame adivinar, esto es por la puta de tu hermana.

Posiblemente me veo sereno incluso calmado, pero en mí se está gestando esa ira que me hará perder la cordura. Estoy seguro de que me está subestimando, que cree que lo que dicen de mí son simples rumores, chismes de pasillos alimentando cómo una especie de mito para asustar a cada nuevo soldado, pero él está equivocado. Hice cada cosa que se dice, algunas incluso fueron peores y nunca me he arrepentido.

—Lo que tu hermana no te dijo es que disfrutó cada vez que follamos —Continúa y todo lo que hago es verlo—. Ah, cuánto lamento la muerte de Maurizio, tan bondadoso y abierto a compartir.

—No lo lamentes tanto su muerte, se reencontrarán cómo viejos amigos en minutos u horas, aun no lo decido.

Retrocediendo lo atormento ante el hecho de no saber qué haré a continuación ni por qué no lo mato de inmediato, en su lugar me dejo caer sentado sobre la cama de sábanas blancas llenándolas de sangre mientras le hago un gesto con la mano para que continúe hablando y lo hace. Cada palabra me alienta a ser más creativo incluso si no cuento con demasiados instrumentos después de todo esto no estaba planeado, pero cuando las oportunidades se presentan no hay que desperdiciarlas.

Lo dejo hablar hasta que comienza a inquietarse por mi falta de respuesta y mi mirada fija, hasta que se pregunta por qué no hago nada más que permanecer sentado entre cuerpos y con un tipo clavado en la pared.

Habla hasta que su creatividad se vuelve patética, hasta que parece inquieto por no tener más que decir y por no verme perturbado. Sabe que la tranquilidad siempre precede a la tormenta y que mi calma no representa más que señales del tormento que se aproxima para él.

Livia siempre me pareció la mejor de nosotros incluso que los mocosos. Un alma buena y bondadosa siempre buscando lo mejor de las personas, una mujer que renunció a mucho cuando fue obligada a casarse con Maurizio De Rosa y que estoy seguro vivió una pesadilla de matrimonio, pero aun así sonreía, era dulce de una manera en la que no lograba entenderlo cuando todo a nuestro alrededor a mí me enfadaba.

Cuando éramos niños solía molestarme mucho su optimismo y sus ganas de encontrarle lo bueno a todo, a veces me resentía de que pensara eso porque ella no tenía que matar animales o recibir palizas o porque sentía que no entendía que nuestra familia estaba llena de criminales, pero la amaba tanto, me abrazaba cuando lo necesitaba incluso si no lo decía en voz alta.

Al salir de mi cautiverio todo lo que deseaba era estar con Moritz porque era el único que podía entenderme de la misma manera en la que lo quería lejos por haber presenciado las cosas horribles que me habían hecho, no quería que nadie me tocara o hablara ni siquiera mis hermanos menores, pero dejaba que Livia me tomara la mano, que se sentara hasta tarde en mi habitación hablando con suavidad sobre historias improbables de cosas que ambos sabíamos nunca viviríamos. Siempre me pareció que tenía unos fuertes instintos maternales incluso cuando al ir creciendo le dejé en claro que no necesitaba que fuese mi maldita madre y mientras me adentré más y más a la organización no pude evitar desear enviarla lejos para que su bondad no se viera empañada.

Nadie merece ser violado y usado, pero en definitiva que Livia experimentara algo tan espantoso y familiar para mí me hace querer arrasar con todo y ver a uno de sus atacantes recocijarse y hacer un monologo sobre cuánto ella lo deseaba, garantiza que las cosas se pondrán muy, pero muy sangrientas.

Mi hermana mayor ha pasado por tanta mierda, tanto sufrimiento, ha renunciado a mucho y aun así se mantiene de pie. Podría lamentar que su dulzura no esté tan presente cómo en el pasado, pero en parte lo agradezco porque esta vida es dura y ser blando no sirve; respeto la manera en la que ahora se impone y en la que deja en claro que nunca más la lastimarán. Aún hay mucho de la antigua Livia en ella mezclada con la oscuridad que todos nosotros poseemos y hoy decido vengarla.

Es solo que debo pensar bien qué hacer porque no tengo tanto tiempo, pero la idea de que muera rápido me enfada, al menos que sufra cómo nunca antes pensó que lo haría en su vida.

Ante mi silencio, lo llena con su molesta voz, de la cual me desconecto para llegar a un acuerdo conmigo mismo sobre cómo morirá.

Decido que ya he perdido demasiado tiempo escuchándolo, pero mi teléfono suena y alzo una mano hacia la basura para que se calle, lo tomo tan desprevenido que me obedece.

—Tendrás que disculparme, pero puede ser una llamada importante. Haz una pausa en tu monologo un momento, Santino y en breve regreso contigo para que comencemos con nuestra agenda inmediata en donde te hago sufrir.

—Maldita basura austriaca —dice en italiano y ruedo los ojos ante algo tan predecible.

—Lorenz, me llamas en medio del trabajo —Le hago saber al contestar la llamada.

—Lo sé, abre la puerta, Niklas.

—¿Es una orden?

—Es una petición amablemente.

Ruedo los ojos y finalizo la llamada guardándome el teléfono en el bolsillo del pantalón, la verdad no me sorprende que él aparezca, sabía que Livia le haría saber y ella es tan metódica y apegada a los planes que ni siquiera en nombre de su honor me dejaría hacer esto libremente.

Me fastidia un poco, porque intuyo que esto podría no terminar cómo lo deseo. Veo hacia Santino que luce más pálido y me ve con incertidumbre. Aunque Lorenz sea mucho mejor que yo en la tortura psicológica, eso también es algo que se me da bien y hacer esperar a tu víctima es una dulce tortura que disfruto antes de actuar.

—Parece que tenemos a otro invitado, ya has de conocer a mi hermano, no puedo dejarlo por fuera de nuestra fiesta, podría haberte traído un regalo.

Me movilizo en la enorme suite hasta llegar a la puerta y abrirla, encontrando a Lorenz que repara en mi camisa azul clara llena de manchas de sangre, las huellas carmesís de mis zapatos y mi propia piel salpicada. Entra sin decir ninguna palabra y me sigue esquivando a los cuerpos, pero pisando al que aún se encuentra vivo.

Cuando llegamos hacia Santino, le da un largo vistazo y después un asentimiento en reconocimiento casi como si lo saludara y no estuviese viéndolo sangrando y clavado en la pared.

—Qué agradable sorpresa encontrarte en nuestra Austria, Santino ¿Cómo marcha todo en casa?

—Genial, extrañando a tu hermana.

—Interesante —responde Lorenz

—Lorenz, el hermano sensato. Estoy seguro de que te das cuenta del mal movimiento que ha hecho tu hermano mayor.

—Claro, por supuesto que vine a salvarte —Mi hermano rueda los ojos viendo cómo su zapato ha pisado un pequeño charco de sangre.

—No entiendo cómo no destronas a tu hermano, mereces más el poder de lo que lo hace él.

—¿Estás jugando a crear discordia? Porque no está funcionando —asegura Lorenz—. Cállate, que necesitamos hablar sin que nos estorbes. Tomaré prestado a Niklas por un breve momento, prometo devolvértelo para que sigas divirtiéndote.

Haciendo un ademán con la cabeza hacia el balcón, entiendo que quiere que lo siga y lo hago pese a la irritación que siento por su interrupción.

—¿Qué quieres, Lorenz?

—¿Lo sacaste de la reunión y te cargaste a alguien más de los cuerpos que están en esta habitación?

—No me ofendas preguntando estupideces —Veo hacia mis uñas llenas de sangre—. Esperé a que saliera y luego hice todo esto. Quería acabar con muchos de los que se reunieron con él, pero no son un objetivo en este momento y puedo reconocer que asesinar por simple placer alterando el plan no sería inteligente de mi parte. Nadie sabe que lo tengo, pero veo que Livia te puso al tanto.

—Está preocupada de que hagas un absoluto desastre —Su mano se apoya en uno de mis hombros—. Niklas, nosotros también deseamos matarlo, ella más que nadie, pero no puedes hacerlo ahora.

—¿No puedo? —Enarco una ceja.

No creo que exista algo que no pueda hacer si así lo quiero y todos somos conscientes de ello.

—Déjame reacomodar mis palabras: puedes hacerlo, pero deseamos que no lo hagas —corrige.

»Sabemos que él va a morir, pero tienes todo este plan con pocas probabilidades de fallar que no merece un pequeño margen de error por su culpa. Tú no eres así, piensas bien y aunque sé qué haces esto por Livia, también sabemos que solo estás buscando de drenar el cabreo que tienes en ti desde hace meses. No mates hoy a Santino.

Ladeo la cabeza de un lado a otro sopesando los pros y contras sobre matar a Santino. Es cierto que se encuentra bajo protección de los Fischer al ser su invitado y que eso representa inconvenientes, también es cierto que no me importa. Por otro lado, los De Rosa que aún nos creen lo suficiente ingenuos para no saber de su traición se cabrearían y armarían problemas, pero podría poner sobre la mesa que faltaron al honor de mi hermana e irrespetaron nuestro acuerdo amistoso lo que desde mi punto de vista es una argumentos sustentable. Sin embargo, la muerte de este maldito imbécil adelantaría la guerra, pero si lo pienso profundamente tampoco me importa demasiado porque siempre hemos sabido que llegaremos a ese punto, es lo que hemos estado gestando ambas familias.

—Lo pensé y tienes razón, no es un movimiento 100% acertado, pero el margen de error vale la pena cuando sé que las consecuencias son manejables y que de hecho no crea un gran cambio en el plan elaborado—digo—. En conclusión, aun quiero matarlo.

Paso por su lado queriendo volver al lugar. Sé que quiere sacudirme y se está conteniendo de la misma manera en la que sé que, en efecto, lamentablemente no asesinaré a Santino, pero eso no quiere decir que no pueda divertirme unos breves minutos haciéndolo sufrir.

Lorenz me toma del brazo y bajo la vista hacia sus dedos ante de volver los ojos a él, me da el intento de una sonrisa liberando lentamente su agarre.

Confío en Lorenz cómo vida y sé que él siente lo mismo, habrán ocasiones en las que no coincidiremos, pero nunca nos traicionaremos y no importa lo que mierdas cómo Santino quieran decir para ponernos en contra, no creo que entiendan lo que es estar unido por la lealtad y la hermandad, lo que es ser más que sangre y tradición. Así que sé que Lorenz no quiere llevarme la contraria, pero quiere que lo escuche y puedo hacer eso.

—Santino es de Livia, ella tiene ese derecho cómo tú has tenido el tuyo con todos tus verdugos o al menos casi todos ellos. No se lo quites.

Ahora, eso sí me importa.

Desconocía del deseo de Livia de tener la sangre de su atacante en sus propias manos, no me sorprende porque eso suele ser más común de lo que se imagina cuando te hacen daños irreparables, pero de alguna manera pensé que no actuaría sobre ello. Nunca le quitaría el poder de desquitarse, no importa que digan frases patéticas motivacionales sobre cómo la venganza es mala, a veces la venganza es esa sed contante que se queda contigo hasta que logras saciarla para poder continuar tu vida.

—No regresaba para matarlo, pero no pensarás que me tomé todas las molestias de eliminar a los hombres que lo cuidaban y me ensucié la camisa para dejarlo ir solo con unas manos sangrantes y rostro magullado.

»Puede que hoy no muera, pero eso no quiere decir que no romperé. Dejaré lo mejor para Livia por si ella quiere encargarse en el futuro cercano y si ella me lo permite, con gusto lo haré por ella.

—Eso suena bien, no tengo problema en que lo hagas sangrar, pero tienes tres minutos, así que lo cronometraré con una canción, ya sabes, me gusta poner banda sonora para enmarcar el momento.

Una vez más me encuentro rodando los ojos por la extraña fascinación de Lorenz de reproducir canciones cuando hace este tipo de trabajo, pero no lo cuestiono de hecho influye mucho en la angustia psicológica de las víctimas porque casi siempre son canciones felices y optimistas que no concuerdan con el dolor que experimentan.

Aceptando el reto de los tres minutos, vuelvo junto a él a la habitación y no dudo en acercarme a Santino. Lamento no poder asesinarlo luego de haber tenido que escuchar su horrible monologo y ensuciar mi ropa, tanto para nada.

Ve de Lorenz a mí, con la clara incertidumbre de desconocer su destino. Conservando su falsa valentía, pero con esa expresión de miedo que he aprendido a identificar tan bien.

—No vas a morir y no vas a decir nada sobre este tiempo con nosotros porque si lo haces, tenemos cierta información sobre ti y puede que a tu gente no les importe un violador, pero sí les importa un traidor y eso es lo que eres.

—Deberías matarme, Niklas, porque si no lo haces me vengaré si me dejas vivo.

—Vale, hazlo, te esperaremos cómo buenos anfitriones —Me encojo de hombros—. Eres un cobarde, me pides que te mate porque sabes que aunque te libero, te haré sangrar. Odio a los cobardes cómo tú y odio todavía más a los violadores.

»¿Tienes la canción preparada, Lo? —pregunto subiéndome hasta los brazos las mangas de la camisa que en breve terminará de arruinarse— Porque aprovecharé mis tres minutos para hacerlo sangrar.

—Listo, puedes empezar, hermano.

Ubico la mano sobre la base del puñal clavado todavía en su abdomen cuando las primeras notas de Love de Michael Bublé comienza sonar y volteo a ver a Lorenz con incredulidad ante su elección el día de hoy.

—Me parece poético y dura dos minutos con cincuenta segundos, es perfecta. No pierdas tiempo y empieza —Se deja caer sentado en la cama en la que ante estuve mientras canta en voz baja la letra de la canción sonando.

—Son unos putos locos —escupe Santino.

—Lo somos —concuerdo sonriendo.

Saco el puñal de su abdomen moviéndolo de un lado a otro en la extracción para causarle más dolor, subiéndolo a la altura de su mano clavada en la pared y cortando en un solo movimiento el índice y dedo corazón de la mano izquierda, sabiendo que es surdo y que es la mano con la que mejor dispara. Apenas y hace sonido, apretando los labios con fuerza para no complacerme con sus gritos de dolor.

—Debería castrarlo, pero se lo dejaré a Liv —comento haciéndole un corte desde la oreja a una de las comisuras de su boca.

Apenas tomo un respiro antes de apuñalarlo en el centro del pecho sabiendo que sentirá un dolor atroz aun cuando no toco ningún órgano importante por pequeños centímetro.

—La próxima vez que te apuñale el pecho, irá directo al corazón —prometo, dejando el puñal dentro de su cuerpo y agachándome para tomar el martillo que uno de los trabajadores de mantenimiento consiguió por mí a cambio de dinero en el tiempo que esperé que Santino volviera.

Está a poco de quebrarse, es fuerte y terco, pero nunca ha sido realmente capturado ni ha pasado por grandes torturas. Con honestidad, me sorprende su aguante al dolor, pero sé que está a poco se sucumbir.

Balanceo el martillo en mi mano y sin darme cuenta comienzo a tararear la canción antes de levantarlo y destrozarle una de las rodillas con un golpe contundente que finalmente lo hace gritar de dolor y agonía, sonrío, siempre consigo lo que quiero.

Le doy un breve vistazo para evaluar en las condiciones en las que se encuentra y por ahora me parece suficiente, está lo suficiente marcado. No nos olvidará del mismo modo en el que mi hermana no puede borrarlo de su memoria y aún le falta muchísimo sufrimiento en el futuro para conseguir estar un poco más cercano al dolor de Livia.

La canción continúa sonando y Lorenz canta un poco más alto, cuando volteo a verlo tiene la vista clavada en el suelo lleno de sangre ante de dirigir su atención a mí y enarcar una ceja de manera interrogativa al ver que me he detenido.

—Listo ni siquiera necesité los tres minutos.

—¿Lo llamamos talento? —pregunta poniéndose de pie y acercándose para ayudarme a quitarle los destornilladores de las manos a Santino.

Sangrando cae en el suelo sin posibilidad de levantarse, rodeado de los cuerpos inertes de sus hombros. No nos preocupamos por policías o las evidencias y Lorenz me hace saber que afuera hay equipo de limpieza de nuestros soldados además el hotel sabe que aquí nada ha pasado o que eso es lo que debe fingir.

Santino jamás o al menos por ahora, hará saber que yo le hice esto, tengo demasiadas cosas que pueden hundirle y el orgullo a veces también es el peor enemigo y eso es precisamente lo que lo impulsará más fuerte a mantener silencio en tanto malgasta su tiempo planeando venganza hacia mí. Y si se supiera que fui el creador de su dolor, sabe que lo hundirían por actuar en contra del honor al violar a la esposa de otro Capo y humillar de tal manera a un miembro de la organización austriaca tan importante cómo mi hermana, no cuando ella no hizo nada malo más allá de darme información de cosas que se supone Maurizio y personas cómo Santino no debían estar haciendo; de cualquier manera hablar hunde más a Santino que a mí.

—Que lo dejen en la habitación presidencial, el pobre necesita descansar, nosotros pagamos la cuenta —digo a uno de los soldados antes de salir de la habitación, sabiendo que eso será aún más ofensivo para Santino.

Lorenz y yo bajamos por el ascensor de servicio, saliendo de esta manera por la puerta trasera por lo que nadie puede verme cubierto de sangre. Odio estar sucio, pero no odio las razones por las que lo estoy y en cuanto a la sangre que debería ser un detonante debido a mi trágico, triste y lamentable pasado, en realidad me reconforta, me recuerda que no soy el que sangra esta vez.

Me dirijo a mi auto y Lorenz al suyo, no necesitamos intercambiar palabras. Durante el camino odio a mi hermano cuando love no deja de reproducirse en mi cabeza de una manera molesta, fue casi poético la manera en la que sonó mientras Santino sangraba, apuesto a que nunca podrá volver a escuchar la canción de la misma forma.

No estamos lejos de la mansión, pero Lorenz me llama diciéndome que me desvíe porque vamos a uno de los galpones de trabajo, lo que francamente me sorprende y me da curiosidad; esa es la razón por la que me estaciono y bajo del auto sin protestar.

—¿Por qué me haces venir aquí? Quiero ir a hablar con Livia.

—Atlas está aquí en Austria.

—Sí, llegó hoy.

—Y no me dijiste.

—¿Debía? —Enarco ambas cejas—. No sabía que eso era netamente algo de tu incumbencia y que debía notificarlo de forma inmediata.

—Sabes por qué lo digo, no puedes tomarme por sorpresa con estas cosas, así no funcionamos.

—Vale —Corto para que el drama no se extienda—. ¿Algo más?

—Sí —Me ve de esa manera en la que parece sopesar mi estado de ánimo antes de compartir una información.

—¿Y ahora qué pasa?

—Hay una pieza nueva en el juego —Hace el molesto silencio de unos segundos—. Te está buscando una asesina a sueldo.

—¿Para matarme o para que le dé un trabajo honesto? —pregunto con impaciencia.

—Te busca para darte un cálido abrazo de reencuentro —Se acerca a mí—. Ágatha Malok te está buscando.

Por un instante muy efímero me pregunto si he escuchado mal, pero me doy cuenta de que no es el caso y exhalo con lentitud, entrecerrando los ojos hacia mi hermano. Sé que Lorenz no haría una broma sobre esto, pero esto definitivamente no lo esperaba. Hace mucho tiempo dejé de buscar a la niña Fischer incluso la di por muerta y tengo que admitir que aunque me dio pena que su miserable vida terminara temprano, no fue algo que me sentará demasiado a pensar más allá del lamento de la pérdida de lo que consideré una amiga y mi testigo del momento en el que liberé el monstruo que siempre habitó en mí. La di por muerta porque la busqué y no la encontré y era muy consciente de que a nadie de esa familia le importaría deshacerse de una bastarda, pero ahora aquí está o eso es lo que dice Lorenz.

Hace unos años, cuando nos sentábamos lado a lado en los jardines del internado y hablamos pocos, pero compartíamos complicidad luego de que asesinara a nuestro agresor en común, le dije que si me necesitaba estaría bastante dispuesto a matar por ella o ayudarla porque ahora seríamos aliados. Cuando eres joven haces un montón de promesas y no siempre cumplo las mías, me pregunto si eso es lo que quiere y si estoy dispuesto a hacerlo de ser así.

—¿Dijiste asesina a sueldo? —pregunto.

Tal vez eso sea lo más inesperado de todo esto.

—Lo dije —Se cruza de brazos— y te diré algo, Nik, a mí lo que me parece que nos estamos llenando de locos, ya somos demasiados.

Presiono el índice y pulgar contra el tabique de mi nariz suspirando, siento que cada día algo nuevo surge y que cada vez hay más piezas en este juego que comenzó hace tantos años cuando esa maldita familia aliada a otras basuras secuestró y torturó a dos niños que aún no eran parte de su guerra.

Es una regla no escrita que no tocas a los niños e incluso a las mujeres aunque en esto último prefiero la regla de si se merece la muerte y sabe que es una posibilidad, se mata, pero no torturas o que torture otra mujer con la misma saña.

Tal vez estoy obsesionado con destruir a los Fischer, pero estoy bien con ello, los necesito fuera, no para borrar el pasado porque eso nunca desaparecerá, pero sí para enviar un mensaje, para dar el golpe final y arrebatarles lo que más aman: el poder.

Antes pensé que quería acabar con todo y morir, pero tuve un descubrimiento en mí mismo: quiero vivir y tener tanto poder cómo pueda, quiero arrebatarlo, tomarlo y usarlo a mi manera, sacar del camino a los estorbos y doblegarlos, no nací para obedecer y en una cadena alimenticia siempre prefiriré estar arriba a donde no todos pueden llegar porque nunca volveré a estar en la posición vulnerable en la que Rätsel nos dejó a Moritz y a mí cuando no podíamos defendernos incluso habiendo sido entrenados desde pequeños.

Todo lo que hago es con base a mis intereses, los de mis hermanos y Rätsel, a mí la humanidad me da bastante igual ¿Por qué tendría que morir yo cómo algún ingenuo héroe después de salvar al malagradecido mundo? No, yo voy a limpiar el mundo para habitarlo, para usarlo a mi antojo y hacer prosperar a Rätsel.

Voy a vivir para que sigamos siendo seis hermanos, para orientar a Azhar, para hacer de Rätsel un gran imperio y por el simple placer de que todos vean cómo no me doblegan, para que sufran viéndome arriba cuando siempre han deseado arrastrarme a las profundidades del infierno porque no saben que infierno vive conmigo, habita en mí y lo llevo con orgullo porque alimenta cada movimiento, cada decisión que los va sepultando.

Así que ya no quiero morir, ahora me parece estúpido haber pensado en morir cuando puedo alargar mi existencia para ser el líder de los locos austriacos y hacer del apellido Schwarzenberg algo más digno de lo que ese maldito viajo de Luhanne siquiera imaginó.

Nunca he querido o tenido algo para mí cómo ahora, el poder es mío, nuestro e incluso bañándolo de sangre no me lo quitarán.

—¿Tendremos a sangre Fischer con nosotros? —pregunta Lorenz con respecto a la invitada esperándonos.

—Primero escuchemos que tiene para decir, dudo que esté aquí para que la reconciliemos con su familia —comienzo a avanzar—. Veamos qué papel juega Ágatha.

Entramos al galpón y no voy directo a bañarme, total, verme cubierto en sangre solo le traerá recuerdos de nuestra relación fraternal cuando me vio cometer mi primer asesinato y no le importó. Podría considerarse una especie de hermandad, un lazo que nos ha unido por años y del que siempre estaremos agradecidos de que sucediera.

Cuando entramos vemos a un par de soldados de confianza que nos saludan en tanto hacemos el camino hacia la habitación en donde Lorenz me hace saber que dejó a Atlas y Ágatha. Me detengo en la puerta viendo el panorama del pálido hombre de cabello negro de pie frente a una mujer que se encuentra con los brazos atados a una cuerda y anclados a un gancho para que se mantengan por encima de su cabeza. Su rostro ya no es infantil y es mucho más esbelta que hace tanto tiempo, ya no es una niña y me da la impresión de que tampoco es tan inocente.

—Entonces ¿Por qué trabajas para los locos austriacos? No te vi en el panorama cuando los estudié —Habla y me doy cuenta de que tiene un acento inglés.

—Eres muy estúpida si crees que te voy a responder una pregunta que no es tu incumbencia —responde Atlas—. Mucho menos le respondería a una Fischer.

—Técnicamente soy una bastarda ni siquiera tengo el apellido, soy más una Mulok —Hay silencio luego de sus palabras—. ¿Qué te hicieron esos malditos? ¿Por qué los odio?

—¿Qué tan difícil es callarse?

—Entonces ¿Cómo te llamas?

—No es tu asunto —Le responde cortante—. Solo cállate.

—Si crees que actuar cómo una mierda me va a disuadir, estás equivocado, he pasado por mucho en mi vida cómo para ponerme a llorar porque un muñeco cómo tú sea odioso conmigo.

Lorenz, cansado del diálogo, me empuja para que entre y nuestra presencia se hace notable ante las dos personas que sostenían una amable conversación. Para muchos podría ser desconcertante la manera en la que ninguno de los dos presentes se extraña ante el hecho de que estoy cubierto de sangre.

Mis ojos conectan con los marrones básicamente dorados de Ágatha Mulok quien desde hace muchos años simplemente llamé niña Fischer porque pese a ser producto de un desliz llevaba el apellido incluso la custodiaban. En sus ojos destella el conocimiento lo que me hace saber que tal vez llevaba tiempo esperando por esto y luego una pequeña sonrisa tira de sus labios.

—Bañado en sangre cómo en los viejos tiempos —dice mientras me ve dar paso hacia ella hasta que me detengo justo al frente.

—Una asesina a sueldo —murmuro y se encoge de hombros.

—No puedes juzgarme, parecía un buen trabajo y ayudaba a canalizar muchas cosas además me preparó para algo más grande.

Ve detrás de mí y luego a mi lado cuando Lorenz se detiene en el lugar, parece curiosa antes de regresar su atención a mí.

—Nunca mencionaste que tuvieras un hermanito así de sexi ni soldados tan atrayentes —Ve hacia Atlas—. Me gusta este lugar.

—Lo que no quiere decir que te vayas a quedar —señala Lorenz.

—Quiero quedarme —Le dice y luego desplaza la mirada hacia mí—. Quiero quedarme, Niklas.

—¿Por qué? —pregunto acercándome y probando sus ataduras.

Es un buen trabajo y cuando veo a Lorenz asiente hacia Atlas que ante mi mirada se encoge de hombros con indiferencia. Atlas Hoffman no es un soldado ni siquiera lo llamaría ahora un conejillo, tampoco es una persona que se pueda controlar si aún está aquí es porque así lo quiere y tengo la impresión de que si deseara irse mañana, lo haría sin importarle si mando a todo un equipo en su búsqueda.

Me saco del bolsillo el puñal aun ensangrentado y corto la cuerda lo que casi la hace caer al suelo al dejar de estar suspendida, pero la agarro de los hombros dejando huellas de sangre en su piel.

—¿Por qué? —repito liberándola de mi agarre una vez logra estabilizarse.

—Tu hermanito no asesinó a Beck —Me hace saber.

El único cambio en mi expresión es un leve frucimiento de ceño. Beck Fischer era el mayor de cuatro hijos del Asesor de los Fischer y era el tipo que retuvo a Dietmar y a quien era su amiga Layla luego de encontrarlo contando cartas. Casi hace a mi hermano presenciar la violación de la chica y estoy seguro de que luego lo habría matado si Dietmar no hubiese actuado. Es una muerte que sé que marcó a mi hermano, puede que esté dentro de toda esta vida, pero tengo muy presente que Die nunca ha deseado arrebatar vidas incluso ahora.

El asesinato de Beck también fue la razón por la que durante un tiempo él huyó a Londres y reprendido por la organización al volver, la razón por la que básicamente lo exiliaban proponiendo darlo por muerto y ahora Ágatha dice algo como esto.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Lorenz mientras yo la sigo con la mirada cuando comienza a caminar por la habitación viendo tanto cómo puede.

Puede fingir estar relajada, pero al menos Lorenz y yo notamos su lenguaje corporal y está tensa, casi diría que un poco nerviosa.

—Tu hermano lo dejó bastante mal —Se gira para vernos en tanto acaricia las marcas rojizas que las cuerdas dejaron en sus muñecas—, pero yo lo maté. Él estaba en mi lista.

»Iba a matarlo esa noche, pero tu hermanito descontroló mi agenda y cuando se fue hice mi trabajo. Ellos siempre supieron que el asesino no fue Dietmar, pero era la excusa perfecta para eliminar a uno de ustedes —Ve de Lorenz a mí—. Tu abuelo siempre lo supo, pero una pérdida por un bien mayor le parecía aceptable.

»Ellos querían que asesinara a tu hermanito, pero Bryce quería hacerlo él mismo o eso me dijo mi intermediario —Frunce el ceño—. Soy anónima en mi trabajo, después de todo se supone para ellos estoy muerta, es lo que mi tío ordenó hace algunos años, pero cometí un desliz cuando iba a eliminar al siguiente de ellos y ahora me buscan. No saben que soy Ágatha, pero sí que quiero matarlos.

—Y quieres que te ayude basada en las promesas infantiles después de aquella noche.

—No quiero tu ayuda, quiero ayudarte, ayudarlos. Yo también quiero eliminarlos a todos y si se trata de elegir un bando, escojo al que tiene cómo líder al hombre que mató a un tipo que me hizo daño —Sonríe desplazando la mirada a Atlas y luego a Lorenz—. También elijo el bando que tiene a estos dos, son una buena vista.

—¿Qué te hace pensar qué te recibiremos? Eres una forastera llena de sangre inmunda, una mercenaria que tal vez se incline por el que pague más —dice Lorenz con sequedad—, muy bien podrías estar mintiendo y queriendo involucrarnos en una trampa.

—Ponme a prueba, pónganme a prueba —Alza la barbilla y luego me ve—. Dijiste que todos teníamos oportunidad a demostrar que ocupamos un lugar en el mundo, déjame demostrártelo, Niklas.

»Cualquier prueba, la cumpliré, solo díganla. Puede que mi sangre sea inmunda —Ve hacia Lorenz—, pero tampoco estoy feliz de tenerla en mis venas, ese apellido nunca será el mío y esa no es mi familia, estoy dispuesta a demostrarlo. Pónganme a prueba.

Valoro la determinación y el sentido de propósito que tienen las personas, admiro el deseo de demostrar que eres más de lo que esperan. No confío en Ágatha pese a la pasado que nos une porque de adulto somos dos desconocidos y primero necesito investigarla, pero estoy intrigado sobre si es honesta y sobre cómo podría funcionar en la Organización. Si es una asesina a sueldo y aún está viva, eso quiere decir que tiene que estar muy bien entrenada y que no le teme a la muerte o se condiciona por la moral social.

—Bien, te pondremos a prueba —digo—. Lorenz ¿Qué quieres que haga?

En este momento no puedo ser tan minucioso para establecer algun reto, pero sé que el cerebro de mi hermano no descansa y que algo conseguirá. Y en efecto, Lorenz no me decepciona cuando habla:

—Quiero la cabeza de Baz Weber y tienes un mes para conseguirlo —Le dice con una fría sonrisa— y quiero que los Fischer sepan que lo hiciste tú.

Me pregunto cómo se sentirá Caden ante el hecho de que Lorenz acaba de pedir la cabeza de su despreciable padre. Es un movimiento arriesgado al tratarse de un político con tanta influencia, un Cónsul de Alemania, su muerte generará caos mediático y político y debido a la manera en la que es un socio de la mafia Fischer eso será problemático, pero no lo haremos nosotros, Lorenz está dejándolo en manos de alguien que nos pide una oportunidad.

Esta sería la liberación de Caden si él así lo quiere y sería el movimiento perfecto para saber si conseguimos una nueva asesina que nos sirva o no desaceremos de alguien que comparte un pasado conmigo, no me gustaría matarla, ella solía caerme bien.

Ella está meditando el pedido de Lorenz, sabe que es algo grande y que una vez los Fischer sepan que fue ella, la cazarán y sabrán que vive, pero estará con nosotros y tendrá mayores probabilidades de vivir.

Cuando parece llegar a una decisión, levanta la barbilla y endereza la espalda.

—Lo haré, pero con condiciones.

—Condiciones —repito con burla—. ¿Crees que soy el viejo gordo de navidad cumpliendo tus deseos?

—Quiero un espacio en tu organización, quiero ser parte de la destrucción hacia la familia que más odio y cuando el momento llegue, quiero que me dejen matar a Linus  y a su maldita hermana.

—Qué poco amor hacia tu familia —Me burlo.

Linus, hijo del Consejero de la familia y la mocosa de su hermana que en este momento no se encuentra en territorio austriaco. Si me lo preguntas, Raphael, Asesor de los Fischer, nunca debió reproducirse solo hay que ver los hijos que trajo al mundo, desde Beck hasta Bryce. Me pregunto qué tanta de su sangre quedó en Ágatha siendo su hija no reconocida.

—Para ser parte de Rätsel primero debes ganarte tu lugar y primero cumple la prueba de Lorenz, entonces, hablaremos de tu amor a tu familia representado en muerte.

—Ahora, puedes irte, la próxima vez que sepamos de ti espero sea para aceptarte y no para eliminarte —Lorenz señala hacia la puerta.

—La próxima vez que me veas esperemos y surja la oportunidad de tus manos nuevamente en mi cuello mientras ese de ahí —asiente hacia Atlas— de nuevo me revisa profundamente.

Rodando los ojos salgo del lugar, dándoles la espalda sabiendo que Lorenz la cuida y saliendo del galpón para dirigirme a mi maldita casa, tomar una ducha, posiblemente deshacerme de la presencia de Gesine, ignorar a mi madre y pensar y pensar en todo.

Hay mucho peso sobre mis hombros, pero puedo con ello. Entre las empresas legales, ilegales, clínicas y la venganza mi bandeja parece estar llena, pero siempre hay espacio para el plato principal, ese que he esperado por tanto, tanto tiempo.

Subo al auto y respiro hondo disfrutando de estos preciados minutos en donde la soledad me absorbe y solo soy yo con mis pensamientos. El olor a sangre es fuerte y desagradable, seguramente quedará impregnado en los asiento razón por la que tendré que deshacerme del auto y en serio me gustaba.

Conduzco haciendo un repaso mental de mi agenda, de asuntos pendientes. Conduzco ignorando las molestas llamadas de Gesine, la aun molestia de no haber asesinado a Santino, la curiosidad de la entrada de Ágatha al panorama y el deseo cada vez más fuerte de alguien que ni siquiera está aquí.

Cuando llego a la mansión, Lord Foster corre hacia mí y sonrío acariciando detrás de su oreja en tanto camino y asiento hacia los hombres custodiando la mansión. Al entrar me reciben palabras ácidas de Fabienne siendo dirigidas hacia un Caden que la ignora mientras ve lo que sea que Dietmar haga en la laptop y en lo alto de las escaleras se encuentra Livia quien repara en la sangre sobre mí y me mira a la expectativa. Sacudo la cabeza en negación hacia ella y sonríe, satisfecha de que no lo matara, pero sabiendo que algo le hice.

Avanzo hacia mi despacho con Lord Foster siguiéndome y en el camino del largo pasillo mi mirada se cruza con la de mi madre y cómo siempre, ella corre la mirada, sin poder soportar mi indiferencia hacia ella. No la odio, pero tampoco la amo, siento que la tolero por la responsabilidad de que mis hermanos pese a no entenderla, la quieren, pero no es mi caso. Quemé el puente entre nosotros hace mucho y no quiero reconstruirlo.

No me importa si mi indiferencia la hace llorar o la lastima. Me da igual, debería entender que no me interesa ser su hijo.

Una vez en mi despacho, me sirvo un vaso de whisky y abro el pequeño pasadizo secreto que lleva a uno de los tantos sitios de seguridad de la mansión y sonrío viendo la gran pintura enmarcada en una de las paredes: el regalo de Moritz, un retrato de los seis hermanos. Podría decir que es de las cosas más valiosas en esta mansión, la salvaría del fuego, la protegería con mi vida.

Alzo el vaso hacia la pintura, sonriendo hace mis cinco hermanos, lo único bien que Helga y Anton supieron hacer.

—Somos Rätsel y el poder es nuestro —digo en voz alta antes de beber de un solo trago todo el contenido.

Veo mi piel manchada de sangre y sonrío, me gusta cuando sangran y lo merecen.

Me siento en ese horrible trono que hicieron en la despedida de Mortiz y dejo caer la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro al cerrar los ojos.

—Un día más cerca —susurro—. Cada vez más cerca.

Otro día interesante en Rätsel, otro día bastante convencido de que he hechos las elecciones correctas y de que si hay consecuencias me haré cargo de ellas.

Otro instante para recordarme que es nuestra era y que cada vez que alguien escuche de la maldición de los Schwarzenberg deseará ser parte de ella.

Supongo que somos ese enigma que todos quieren descubrir.


«Seis hermanos nacidos en un mundo de violencia, sin posibilidades de elección.

Seis vidas prosperando en oscuridad.

Seis almas siendo rotas una y otra vez...

Pero seis reyes, levantándose de los escombros una y otra vez.

Seis Schwarzenberg condenándote a una maldición cuando los amas.

Seis corazones conectados.

Y seis personas reescribiendo su destino en sangre y poder.

Los locos austriacos, ese constante enigma que todos quieren descubrir y al que no te aseguran sobrevivir.

Bienvenido a Rätsel, tu entrada es la lealtad y la salida tu muerte si hay traición.»


Agradecimientos breves:

Muchisimas gracias por haberme acompañado en este viaje que resultó más largo de lo esperado. La primera vez que hablé de estos hermanos no me pasaba por la cabeza ahondar tanto en ellos ni contar sus historias, pero creo que es inevitable no caer y no haberle dado tal protagonismo y lo que será una trilogía o saga (el tiempo lo dirá) parecía un sacrilegio y bueno, mi mami no parió a una cobarde, me atreví y aquí estamos.

Fue un placer contar la perspectiva de Edmun y que conocieran cómo siendo el hermano tal vez más limpio aun así conserva su oscuridad y que a través de sus ojos conocieran a los hermanos de los que en un futuro no muy lejano sabremos más.

Enigmas vendrá con todo el día que inicie y la verdad me entusiasma mucho.

Sé que a lo largo de la historia por estar corre que corre leyendo se desesperaban sin darse el tiempo de analizar y procesar realmente los capítulos, por lo que los invito a reelerlos con calma sin  dejarse desesperar por los comentarios que ya conocen de otros personajes por haber leído otras historias (QUE NO SON OBLIGATORIAS PARA LEER PORQUE AL FINAL TODO TE LO CONTARÉ).

Si yo pude escribir toda esta locura sin perderme, sé que tú puedes leerla :*

Para quienes quieren conocer más profunda la historia de Edmun pueden leer la historia de el secreto de su arte si aun no lo hacen (SI QUIEREN NO ES OBLIGACIÓN).

Y para los que son chismosos cómo yo y quieren las miles de perspectivas y saber todo antes de que cada historia lo cuente, pueden leer el rostro de una mentira, contradicciones y negociaciones (REPITO: NO ES OBLIGATORIO). De igual manera te invito a leer mis historias, las puedes encontrar en mi perfil y son muy variadas :*

Dije que esto sería breve así que al final todo se reduce a un: Muchas gracias por hacer este recorrido conmigo y unirte a esta locura. No extrañes mucho a los locos austriacos que estoy segura más pronto que tarde nos contarán más de su historia.

Los ti amu.

Un beso.

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