24 | VARIOS DESCUBRIMIENTOS

Evadir mis problemas había funcionado los días anteriores, hoy no iba a ser así.

Mientras mamá manejaba el auto, llevándonos a Jayden y a mí al instituto (él no podía manejar la moto por su esguince), yo estaba tan distraída, maquinando en mi mente, que no noté que habíamos llegado al instituto. Ver el edificio de tres pisos hizo que un escalofrío me recorriese el cuerpo entero.

Porque a primera hora tenía biología. Con Dave.

Me despedí de mamá y bajé mientras Jayden tomaba mi mano y la apretaba entre la suya para infundirme calma.

—Tranquila, princesa. Nada puede pasarte aquí, estoy contigo.

Traté de calmar mis nervios pasándome una mano por mi cabello, como si no supiera qué hacer con mi mano libre. La otra estaba aferrada a Jayden y no tenía idea de cómo haría para superar esto.

—No es eso —susurré mientras escuchaba el auto de mamá partir dejándonos a solas. Jayden y yo caminamos por el estacionamiento hasta detenernos ante la puerta principal, viendo que todos entraban en grupo o solos, conversando y riendo, algunos viendo su celular, pero todos ajenos a la ansiedad que estaba atravesando. Jayden me llevó a un lado y me colocó de espaldas a la pared, elevó mi barbilla con sus dedos y me miró a los ojos, esperando a que terminara de formular una respuesta que no sabía cómo expresar—. Es... no sé, no creo que pueda... mirarlo. Y además... comparto con él asiento y no quiero sentirlo a mi lado...

Un escalofrío me recorrió.

—Hablaremos con el profesor —sentenció Jayden—. Luego podemos hablar con el director...

Mis ojos se abrieron con pánico.

—No.

—Pero Clara...

—No. —Negué repetidamente—. No quiero que nadie lo sepa.

El fin de semana había evadido todo el asunto con Dave. Jayden me había distraído lo suficiente como para no pensar en ello, para no recordar aquella noche. Pero ahora estaba apunto de enfrentarme a mi agresor y lo único que quería era correr a mi casa y refugiarme bajo las sábanas de mi cama.

Estaba aterrada que alguien más lo supiera. Me moría de la vergüenza, por haber sido tan ingenua, por haber aceptado ese vaso y por haberme dejado llevar por él aceptando su oferta de ir a un lugar más privado. Es decir, mi madre, las películas y muchas noticias deberían haberme puesto alerta, pero no fue así. Ahora tenía que lidiar con ello, con las consecuencias, y no quería que nadie lo supiera.

—Tienes que contárselo al director para que lo expulse —bramó Jayden tratando de hacerme entra en razón. Puso ambas manos en mis hombros, noté que la venda de su esguince estaba soltándose pero no me dejó hablar—. Dave necesita que lo castiguen por lo que hizo, Clara. Necesitas contárselo a alguien.

Me solté de su agarre.

—Lo pensaré luego, ahora quiero estar sola.

Pasé de largo adentrándome al instituto. Jayden corrió para colocarse a mi lado.

—¿A dónde vas? Tu clase es en el primer piso.

Me dirigí a las escaleras.

—Iré a cualquier lugar menos a biología.

—¿Faltarás a clase?

—Sí.

Me acompañó hasta la biblioteca. Entré y me senté una mesa larga y vacía. A esta hora la biblioteca estaba vacía, todos estaban en sus clases. Ahí dentro solo éramos Jayden y yo, y por supuesto, la bibliotecaria que nos miraba con ojo de halcón como si fuéramos a hacer algo malo en sus narices.

—¿Qué haces? Tú tienes clases, ve, yo puedo estar sola.

—Quiero acompañarte. —Se sentó a mi lado y me rodeó los hombros con su brazo bueno—. No creas que te dejaré sola ahora, princesa.

El mal humor se esfumó tan rápido como apareció. Esbocé una sonrisa agradecida mientras me inclinaba y recostaba mi cabeza en su hombro.

—Gracias, Jay.

Pasamos la primera hora de clases en la biblioteca, hablando en voz baja porque la bibliotecaria nos miraba de reojo, como si supiera algo que nosotros no. Estar junto a Jayden era suficiente para que me olvidara de todo, y así fue, hasta que el timbre del segundo periodo sonó y eso me hizo volver a pisar tierra y darme cuenta que seguía en el instituto y que en algún momento; tarde o temprano, iba a tener que enfrentarme a lo que no quería.

Jayden me acompañó a mi siguiente clase pero no pude entrar. En cuanto él se dio la vuelta y se fue, yo corrí hacia el baño de chicas. Noté que estaba lleno así que me metí en un cubículo y abracé fuerte mi bolso. Mi celular vibraba constantemente en mi bolsillo pero no lo miré. Seguro encontraría varios mensajes de mis amigos exigiendo saber dónde estaba, ya que compartía la clase de literatura con ellos, pero no sería capaz de mirarlos a los ojos y decir que no había sucedido nada en la fiesta del viernes.

Ya había sido suficiente tener que mentirles el sábado por la mañana, diciéndoles que había tenido que irme temprano de la fiesta y por eso no los pude buscar. Ellos habían pasado gran parte de aquella noche borrachos, así que no sospecharon de nada cuando les mentí.

Poco a poco el baño se fue vaciando hasta que no quedó nadie. Me aseguré de mirar por la rendija de la puerta y cuando estuve satisfecha, solté un suspiro y salí, notando de inmediato mi reflejo en el espejo. Tenía ojeras bajo los ojos, eso era lo único notable en mi rostro. Había decidido pasar del maquillaje por hoy, aunque había sido una mala idea porque ahora parecía un oso panda o un mapache.

No sabía cuál era peor.

Suerte que guardaba un neceser en el bolso con maquillaje, así que lo saqué y me apliqué una gruesa capa de corrector bajo los ojos. Cuando estuve satisfecha de no parecer un animal con grandes manchas oscuras bajo los ojos, sonreí a medias a mi reflejo y guardé mis cosas de nuevo en el bolso.

La puerta del baño se abrió, no miré en esa dirección hasta que oí mi nombre.

—Clara. —Volteé tan rápido que sentí un latigazo en el cuello. Ignoré el dolor viendo a Rose frente a mí. Su cabello pelirrojo ahora estaba suelto y caía en ondas alrededor de sus hombros dándole un aire angelical, aunque Rose Miller era cualquier cosa menos angelical. Nunca me dejé llevar por sus pecas en el rostro haciéndola ver tierna y delicada. Ella era fría y calculadora. No era mala o cruel, eso se lo dejaba a Lissandra. Pero Rose era calculadora y siempre estaba atenta para saber todo lo que sucedía a su alrededor. Ahora mismo toda esa atención suya estaba puesta en mí—. ¿Podemos hablar?

Me crispé, nerviosa.

¿Qué querría hablar Rose conmigo?

—Sí, claro.

Me puse alerta cuando se giró para echar seguro a la llave de la puerta del baño. Se dio la vuelta hacia mí con una pequeña sonrisa, como si tratara de infundirme calma.

—Solo quiero hablar contigo sobre lo que pasó en la fiesta del viernes.

Mi corazón empezó a latir con fuerza.

—No pasó nada ese día —espeté con seriedad.

Rose alzó las manos, como si tratara de tranquilizarme.

—Lissa me lo contó y...

Rodé los ojos. Por supuesto, Lissandra se había ido de boca al contarle a la chismosa mayor del instituto lo que había sucedido el viernes en la fiesta. Maldita fuera.

—No sé qué te contó ella, pero no sucedió nada —la corté antes de que pudiera seguir—. Ahora si me disculpas, tengo que ir a clases.

Pasé por lado y llegué a la puerta, agarré el pomo para abrirlo pero sus palabras me dejaron helada.

—Sé lo que sucedió con Dave, Clara. Él hizo lo mismo conmigo.

Me volteé, temblorosa por lo que acababa de oír.

—¿Cómo?

Los ojos siempre seguros y determinados de Rose cayeron al suelo, mirando un punto fijo y no a mí.

—Sí, no eres la única que vivió eso.

Me acerqué a ella.

—¿Cómo así? ¿Qué pasó? —insté a hacerle hablar.

—Verás, el semestre pasado asistí con mis amigas a una fiesta organizada por nosotras, las porristas, en casa de Dave luego de un partido en el que ganaron. —Soltó un suspiro—. En aquella época estaba interesada en Dave, pero nadie lo sabía. Supongo que él lo notaba por las miradas que le lanzaba, pero... nunca intentó nada. Hasta esa noche. Yo estaba bailando y él se me acercó con un vaso lleno de cerveza y me lo ofreció. No tenía razón para sospechar nada de él, es decir, Dave es carismático y tiene amigos por doquier. No pensé nada mal de él. —Sonrió mirándome con pesar—. Bailamos, conversamos y coqueteamos por varios minutos. Hasta que me empecé a sentir rara. Como si..., como si mis hormonas estuvieran revolucionadas y al mismo tiempo sintiera euforia. Era algo que no había sentido nunca. Dave me dijo para ir a un lugar tranquilo y me llevó a su habitación en el segundo piso. —Sus ojos marrones se cristalizaron por un segundo, dejándome helada—. Nadie vino a rescatarme. No como a ti. Al día siguiente desperté asustada porque estaba desnuda y me encontraba en la cama junto a Dave. Poco a poco las imágenes de lo que pasó la noche anterior fueron llegando a mi cabeza y así me di cuenta que él me había drogado y me había violado.

Las palabras me golpearon tan fuerte que solo tuve ganas de llorar al oírla. Pero saqué fuerzas de donde no tenía y me aguanté las lágrimas. No por mí, por ella. Que parecía necesitar fortaleza en este momento.

Me acerqué más a ella y tomé su mano, apretándola entre las mías.

—Lo siento mucho, Rose —susurré sin saber qué más decir.

Ella se burló.

—Ahí no acaba. —Rodó los ojos con ironía—. Esa misma mañana lo amenacé con denunciarlo, pero él había grabado todo y me dijo que si yo hablaba, él enviaría esa grabación a mi familia y a todo el instituto. Poco me importaba lo que la gente pensara, es decir, sí estaría arruinada, pero no podía hacerle eso a mis padres. Así que me callé y nunca hablé del tema. Con nadie. Hasta ahora.

—Yo... no entiendo... —Negué con la cabeza, abrumada por todo lo que me había contado de Dave. Mi ex amor platónico resultó ser la peor basura que jamás podría conocer, pero aún así, no entendía por qué Rose me lo había contado todo a mí—. ¿Qué esperas luego de habérmelo contado todo? No entiendo.

Su mirada triste fue reemplazada por odio.

Un odio intenso que jamás vi en otra persona.

—Quiero que pague.

—¿Cómo? —susurré.

—Tienes que denunciarlo, Clara. —Se encogió de hombros—. Tal vez no seamos sus únicas víctimas.

☾ ☾ ☾

Desde aquel día las palabras de Rose giraban una y otra vez en mi mente. Desde que me contó su historia hasta cuando me pidió que denunciara a Dave.

Jayden me había prometido no hacer nada contra Dave hasta que yo tomara mi decisión. Y él la había respetado toda la semana. Yo había faltado a las clases de biología y por lo tanto tenía tarea acumulada. Dave me había enviado varios mensajes de texto preguntándome por qué había faltado, como si nada hubiera sucedido entre nosotros, pero los ignoré y borré su número de mi celular, bloqueándolo para no recibir más mensajes suyos.

No le había contado a Jayden lo que Rose me dijo, porque sería contar un secreto que no me correspondía, pero sí le había dicho que quería hacer algo para que Dave no se saliera con la suya. Después de varias conversaciones, al final optamos por contarle la verdad a mi mamá. Ella, como abogada y mi madre, haría lo que fuera por hacer justicia.

Lo único malo es que no sabía cómo hacerlo, estaba aterrada.

Jayden me instó a hacerlo dejando la casa para nosotras mientras él se iba a su casa para buscar algunas cosas de su mamá y de Mia.

Ahora estábamos las dos en la cocina, ella tranquila y yo muriéndome de nervios.

Mientras mamá movía el cucharón de palo en la olla, yo estaba que me mordía las uñas del nerviosismo. Estaba aterrada y no sabía cómo abordar el tema, mamá que había venido del trabajo estaba con el cabello sujeto en lo alto de su cabeza y me miraba de reojo, como si supiera lo que estaba pasando conmigo.

—¿Ya vas a decirme por qué estás así?

Pegué un salto al oírla.

—¿Qué?

Mamá me señaló, mientras yo agarraba el cuchillo para cortar las verduras. Estábamos cocinando para la cena, algo que hacíamos casi todos los días, cuando no nos daba flojera cocinar. Cuando nos agarraba la flojera pedíamos pizza o comida china, era más fácil así.

—Estás nerviosa, comiéndote las uñas como una niña pequeña. —Alzó una ceja—. ¿Es algo que pasó entre Jayden y tú, por eso él no está aquí?

—No, nada de eso. Él tuvo que irse para ordenar algunas cosas en su casa.

—Entonces, ¿por qué estás así de nerviosa? —Dejó el cucharón de palo y bajó la temperatura de la hornilla para rodear la isla y venir hacia mí. Sus ojos marrones se suavizaron al mirarme—. ¿Qué pasa, cariño? Sabes que puedes contármelo todo.

Bajé la cabeza.

—No es fácil.

—No me digas que estás embarazada. —Mamá se atragantó con sus palabras.

—¡No, mamá, sigo siendo virgen!

Se llevó una mano al pecho, cerrando los ojos por un segundo. Cuando los abrió y me miró de nuevo, pude ver una sonrisa en su rostro.

—Ya me había asustado. ¿Y cómo es eso de que aún eres virgen? Creí que Jayden y tú...

—Fui abusada. —Corté sus palabras dejándola completamente boquiabierta. Los ojos de mamá se agrandaron mientras me miraba con horror y miedo, miedo de que la peor pesadilla de una madre se hiciera realidad. Antes de que pudiera imaginarse lo peor, aclaré—. No fue exactamente un abuso, pero casi. —Bajé la mirada, no quería ver la decepción en su rostro al contarle cómo fue que sucedieron los hechos—. En la fiesta del viernes, Jayden y yo nos separamos por un momento y ahí se acercó Dave, el chico con el que salí una vez, ¿recuerdas? Bueno, él se acercó y me invitó un vaso de licor. Me lo preparó en ese momento pero no pude ver porque estaba de espaldas a mí. Cuando me lo dio, yo no sospeché nada, así que lo tomé. A los minutos empecé a sentirme rara, con sensaciones que nunca había sentido. Dave me dijo para ir a un lugar más tranquilo y me llevó a un dormitorio. Ahí empezó a besarme y a tocarme y..., y no llegó nada más porque Jayden llegó y lo golpeó. Y ahora no sé qué hacer, mamá. —Mi voz a este punto era una octava más aguda, como si estuviera apunto de llorar, tenía un nudo en la garganta tan grande que apenas me permitía hablar—. He tenido que faltar a clases para no tener que verlo, porque somos compañeros de biología, y yo..., ya no puedo más.

No vi qué hizo, porque tenía la cabeza gacha para llorar a gusto sin que me viera, pero escuché que se acercó a mí y en un instante la tenía abrazándome con fuerza.

—Oh, cariño —susurró contra mí—. Sabía que algo había pasado ese día, lo podía intuir. Pero no te preocupes, cielo, ya pasó. Estás bien ahora, estás a salvo.

Lloré pegada a ella sin querer soltarla. Mamá era mi ancla, y ahora mismo me apetecía aferrarme a ella más que nada en el mundo. Pasaron varios segundos y yo me pregunté cómo no pude contarle antes, sabía en el fondo que ella nunca me juzgaría. No era esa clase de madre, ella me apoyaba siempre, incluso cuando no tenía fe en mí misma.

Los segundos se convirtieron en minutos hasta que por fin tuve las fuerzas para soltarla y sonreír cuando ella me dedicó una sonrisa agridulce, mirándome con ternura. Puso una mano en mi mejilla y me acarició.

—Te quiero, Clara, y me alegra que me hayas contado todo.

Solté un suspiro.

—Estaba asustada, por eso no te lo conté antes.

—¿Asustada de qué?

—No sé. —Me encogí de hombros—. De tu reacción o de lo que podrías pensar.

Me tomó de las manos y me acercó a ella, mirándome a los ojos sin pestañear.

—Escúchame bien, cielo. Me puedes contar cualquier cosa —Hizo énfasis—. Cualquier cosa. Soy tu madre y siempre querré lo mejor para ti, de eso no tengas dudas. Y siempre estaré aquí para ti, para apoyarte en todo, no importa en qué, ¿sí?

Oír eso trajo lágrimas a mis ojos pero no las derramé porque luego mamá se uniría y seríamos un mar de lágrimas. Así que inhalé y exhalé con lentitud hasta ahuyentar el llanto y luego asentí, agradeciéndole en silencio su apoyo incondicional y su amor maternal.

—Entonces..., ¿me apoyarás aún cuando quiera denunciarlo?

Una sonrisa de suficiencia le llenó el rostro.

—Siempre, cielo.

—Bien, porque no sé por dónde comenzar.

Su rostro adoptó una expresión seria, aunque su sonrisa no pudo ser otra cosa que irónica. Se señaló así misma, arqueando una ceja con suficiencia.

—Suerte que tienes como madre a una abogada experta en el tema penal.

Por la siguiente hora, y no miento, mamá se sentó conmigo a cenar mientras me explicaba los distintos tipos de derecho y cuál era el que podría ayudarme a mí. Entendí la mitad de lo que me dijo y aún así terminé confundida, pero fue muy liberador haberle contado todo a mamá y que ella me apoyase, incluso cuando yo me temía lo contrario. No sé por qué pensaba de esa manera, pero le agradecí tanto que al finalizar la comida, y luego de dejar toda la cocina limpia, le di un fuerte abrazo susurrándole al oído lo increíble que era.

No solo como madre, sino como abogada.

Me había explicado los pasos a continuación y lo que deberíamos hacer de acuerdo al tema de Dave. No era nada difícil, cosa que agradecí, además ella me acompañaría a través de todo el proceso.

Al final, con tantas cosas en la cabeza, había olvidado que hoy viernes era la presentación de Jayden en Deja Vu.

Su mano aún seguía vendada pero ya no le dolía, según él, así que cuando regresó de su casa nos despedimos de mamá y fuimos al lugar de la presentación.

Necesitaba la distracción que me daría ver tocar a Jayden.

Jess fue quien abrió la puerta del camerino, abrazándome con fuerza al verme.

—¡Cuánto tiempo sin verte, Clara!

—Hola, Jess. —Sonreí, notando que su cabello rosado estaba anudado en una coleta pequeña por estar muy corto, haciéndola ver angelical. Aunque su maquillaje cargado solo acentuaba sus bonitos rasgos. Llevaba, como siempre, una gruesa línea negra sobre el párpado, luciendo su delineado con orgullo. Si yo tuviera tan buen pulso como ella, seguro también sería mi maquillaje de siempre—. ¿Cómo estás? ¿Nerviosa?

Sabía que hoy era una noche importante debido a que varios productores de música vendrían a Deja Vu para ver a las bandas que se presentarían. Y tal vez, solo tal vez, una de ellas tendría la oportunidad de grabar un demo. Todo dependiendo de qué tan buenos eran. Así que era una noche cargada de emoción y muchos nervios, aunque mirando a Jess con su impresionante vestido rosado, haciéndole juego a su cabello y sonriendo como siempre, no parecía ser que estuviera nerviosa.

No como yo. Y ni quisiera estaba en la banda.

—¡Que va! —exclamó riéndose, me abrazó de lado y me llevó al sofá mientras Jayden se acercaba al closet del extremo opuesto de la estancia, donde parecía querer sacar su casaca de cuero. Jess se dejó caer a mi lado. Az ni Ivor estaban aquí, y mis amigos Trey y Cloe estaban en camino—. Hemos esperando mucho tiempo para este día. Usualmente los productores de música vienen cada seis meses o más tiempo, dependiendo de cómo le fue a la banda anterior. Dado que han vuelto luego de cuatro meses, no parece haberles ido tan bien. —Se encogió de hombros, tomó se celular del bolsillo y leyó la pantalla—. Los tortolitos aún no llegan. ¡Jay, hoy vendrá Iz!

Su abrupto cambio de tema me sacó de onda.

—¿Qué tortolitos? ¿Y quién es Iz?

Jess soltó una carcajada.

—Ivor y Cloe son los tortolitos. Izan es el hermano de Ivor.

Asentí.

—El que los tatúa.

—Ese mismo.

—¿Sabes sobre Ivor y Cloe? —pregunté sorprendida.

—Cloe ha venido a cada ensayo de Ivor, no se ha perdido ni uno solo. —Arqueé la ceja ante esa afirmación—. Ha sido... refrescante ver a Ivor de buen humor estas últimas semanas. Ya no está tan malhumorado como antes.

No dije nada ante aquello. Ivor siempre me ha parecido malhumorado, antes o después de mi amiga.

La puerta del camerino se abrió intempestivamente revelando a Az, Trey y Cloe. El primero corrió directo a mí y me dio un largo abrazo, luego corrió hacia Jayden siguiéndolo como un cachorro perdido.

Trey y Cloe entraron detrás, saludándonos con entusiasmo. Esta última recorrió el camerino con la mirada pero al no encontrar a su chico hizo un puchero pero vino a sentarse a mi lado. Jess la saludó con el mismo entusiasmo que a mí y pasó de Trey como si no existiera. Él tampoco la miró, se fue con los chicos dejándonos a las tres solas.

—¿Se puede saber qué pasa entre Trey y tú? —preguntó Cloe mirando a Jess con confusión.

Jess miraba su celular al responder.

—Absolutamente nada.

Miré a Cloe, ella me devolvió la mirada.

—Eso no fue nada —insistió ella, parecía tenerle mucha confianza como para preguntarle algo tan directamente. Yo me abstuve de opinar—. ¿Pasó algo entre ustedes?

—No —respondió Jess demasiado rápido.

Nuevamente miré a Cloe, nuestros ojos chocaron antes de que volteáramos nuevamente hacia nuestra amiga.

—Si pasó.

—Te digo que no.

—¿Y por qué lo ignoras? —Cloe no parecía poder dejar el tema a un lado, yo realmente quería saber, pero no abrí la boca para nada y solo las miré de un lado a otro conforme hablaban.

—Porque me cae mal. Solo eso.

Por la mirada de Jess entendí que no quería hablar del tema. Miré a Cloe y negué con la cabeza, por suerte me hizo caso aunque hizo una mueca. Decidió cambiar de tema, al hacerlo, sus ojos brillaron.

—¿Sabes donde está Ivor?

Jess por fin alzó la cabeza de su celular y lo guardó.

—Dijo que tenía algo que hacer antes de venir, pero no te preocupes, ya estará aquí en cualquier momento.

En ese preciso momento la puerta del camerino se abrió y un Ivor extrañamente sonriente entró. Me extrañó verlo con esa sonrisa en el rostro, porque nunca lo había visto sonreír. Nunca. Jamás. Hasta ahora. Además iba vestido con pantalones de traje y una camisa con las mangas dobladas hasta el codo, en su piel se veían varios tatuajes que nunca había visto en él.

Cloe saltó y corrió hacia él.

Jess se inclinó hacia delante.

—Cloe, él no es...

Y todos vimos con sorpresa cómo estampó su boca contra la de Ivor.

Un Ivor estupefacto.

Justo detrás de él venía... ¿Ivor?

Parpadeé rápidamente preguntándome cómo era posible que hubiera dos Ivor en esta realidad. Hasta que los miré a ambos y me di cuenta la pequeña diferencia entre los dos. Solo pude diferenciarlos por su ropa y la expresión en sus rostros, después eran completamente iguales.

Por supuesto, Ivor tenía un gemelo idéntico.

Y Cloe acababa de besarlo. Justo delante de su chico. Y de todos.

Un jadeo salió de mí al mismo tiempo que Ivor quitaba los brazos de Cloe quien había abrazado tan fuerte a su hermano que parecía un koala aferrado a un árbol. El chico idéntico a Ivor, Izan, parecía feliz al mirar a Cloe.

—Hola, cariño. Qué buen recibimiento, ¿cómo te llamas?

Escuchar que su voz fuera idéntica a la de Ivor me hizo crispar los nervios.

Las mejillas de Cloe estaban tan rojas que parecía a punto de explotar como una graciosa caricatura de televisión. Miraba a Izan con horror mientras que Ivor también miraba a su hermano, pero con una expresión de enfado, como si fuera culpa suya que su chica lo hubiera confundido.

¿Quién demonios sabía que Ivor tenía un gemelo? Nadie nos los había dicho. Ni Az, ni Jess y mucho menos Jayden. Este último parecía estar partiéndose de risa al fondo de la habitación, lo silencié con una mirada mortal.

Mientras tanto todo parecía haberse detenido. Tanto Cloe como Ivor estaban estupefactos mientras que Izan miraba a Cloe con cierto interés. ¿Acaso mi mejor amiga estaba a punto de vivir un triángulo amoroso? No lo sabía con certeza, pero la mirada que el gemelo idéntico de Ivor tenía sobre mi amiga era algo digno de admirar.

Para suerte de todos, Jess fue quien rompió el incómodo momento.

—¡Hola, Izan! —exclamó con demasiado entusiasmo, como si quisiera llamar su atención porque estaba demasiado concentrado en Cloe como para notar a alguien más. Por suerte salió de su estupor y se adentró en el camerino seguido de Ivor.

Cloe fue donde él y ambos se alejaron hacia los instrumentos en completo silencio. Los dejamos tener su momento mientras nos acomodábamos como podíamos en los sofás. Jayden se sentó a mi lado y entrelazó nuestras manos, algo que no pasó desapercibido para nadie.

Jess tuvo que hacer las presentaciones, ya que nadie más lo hacía.

—Izan, ella es Clara, la novia de Jay.

Lo saludé con un movimiento de cabeza que él respondió sonriente. Podía notar con claridad quién era el hermano gruñón y quien era el risueño.

—Hola, Clara. Jayden me ha hablado mucho de ti.

Arqueé mis cejas con interés, volteé hacia Jayden pero él enterró su cabeza en mi cuello. No sin antes sacarle el dedo medio a Izan.

—Cállate, idiota.

—Cuando viene a mi estudio no hace otra cosa mas que hablar de ti. Hace años hablaba sobre lo molesta que eras, ahora solo dice maravillas de ti. —Se ríe, mostrando un adorable hoyuelo en su mejilla derecha, algo que nunca he visto en Ivor porque nunca lo he visto sonreír. Supongo que al ser gemelos idénticos, él debe tener uno. Espero que Cloe lo haya visto. Los hoyuelos son increíbles, yo amo los que tiene Jayden—. Desde el principio supe que estaba enamorado de ti, solo que él no lo sabía.

Me congelé al mismo tiempo que Jayden, quien seguía con su nariz enterrada en mi cuello.

La razón de nuestra reacción era porque ninguno de nosotros había usado la palabra "enamorado" para referirse a lo que sentíamos por el otro. Ni siquiera hablamos dicho «te amo», así que oír de la boca de Izan aquella palabra que había soltado tan a la ligera ocasionó que el ambiente, de por sí tenso, se volviera aún más tenso.

Jess —bendita sea— notó nuestra incomodidad por lo que señaló a Trey, quien estaba sentado a mi otro lado.

—Y el idiota de allí es Trey.

Y así todo volvió a la normalidad.

Trey rodó los ojos.

—Si sigues insultándome, creeré que en realidad me amas, Jess.

—Puaj, en tus sueños, idiota.

Izan soltó una carcajada, estaba al lado de Jess, por lo que se apoyó en ella y alborotó su cabello rosa.

—Como siempre, tú tan amorosa, mi Jessica.

—Es Jess, idiota. —Le propinó un codazo tan fuerte que me dolió hasta a mí, pero Izan no hizo ni una mueca. Jess se acomodó el cabello—. Deja de tocar mi pelo, sabes que es sagrado. —Se volteó a Ivor, quien estaba en una conversación privada con Cloe. Ambos parecían tensos, discutiendo en voz tan baja que no podíamos oírlos—. Oye, Iv, ¿a qué hora salimos?

Al oír su nombre Ivor volteó, casi gruñendo en dirección de Jess, y alzó dos dedos. Cloe parecía una niña a su lado, realmente mi amiga era una sumisa. No sabía qué cara poner ante aquella pareja, parecía ser serio, pero al mismo tiempo a Ivor no parecía importarla nada que no sea la banda. No mostraba ninguna emoción alrededor de Cloe, como si ella fuera una chica más. No rozaba su mano, no como Jayden hacía continuamente conmigo. No parecía querer acercarse más a ella, y no mostraba ningún afecto, por lo menos no en público.

Ivor parecía ser muy reservado, casi hermético y estrictamente serio. Me preguntaba qué le veía Cloe. Aparte de su atractivo y apariencia física.

—Ya salgamos, quiero ver a las otras bandas —se quejó Jess estirando su vestido rosado, que era tan diminuto que podía ver su ropa interior. Me sonrojé al notar algo de encaje negro, volteé hacia otro lado solo para ver que Trey le miraba las piernas.

Le propiné un codazo.

—No seas mañoso —espeté en voz baja.

—¿Qué hice? —Me frunció el ceño.

No tuve tiempo a responderle, Jayden se puso de pie y me ayudó a hacerlo. Jess y los demás empezaron a salir. Me quedé atrás solo para ver a Cloe con una pequeña sonrisa asomar su rostro, justo a tiempo para ver cómo Ivor se inclinaba y le depositaba un beso en la cabeza. Valió totalmente aquel momento, porque Ivor se alejó con su guitarra bajo el brazo y siguió a Jayden mientras iba donde mi amiga.

—¿Acabo de ver a Ivor siendo cariñoso contigo?

Cloe se rió.

—No te acostumbres, no le gustan las muestras de afecto en público. —Se encogió de hombros—. Yo ya me acostumbré.

Creía que ninguna chica debería acostumbrarse de aquello. Creía firmemente en las muestras de afecto, no de manera vulgar, pero si muestras que indicaban cuánto te quería tu pareja. Jayden amaba tomarme de la mano y siempre enterraba su cabeza en mi cuello, como si fuera su lugar favorito. No tenía vergüenza de besarme frente a las personas y eso era lo que más me gustaba.

Pero, ¿quién era yo para echarle en cara todo a eso a mi amiga?

—Así que... son novios.

Cloe se atoró.

—No. —Bajó la mirada, deteniéndose fuera del camerino mientras los demás nos adelantaban—. Ivor no quiere ponerle una etiqueta a lo nuestro.

—Pero, Cloe...

—Y me parece bien. Recién estamos empezando esto, lo que sea que pase surgirá, no necesitamos forzarlo. —Parecían palabras aprendidas de memoria. Apostaba que Ivor se las había dicho varias veces. Apreté su mano e intenté decirle que no merecía aquello, pero Trey volvió a nosotras y Cloe negó con la cabeza, indicándome que no dijera nada.

—¿Ya vienen, chicas? Sickblast tocará ahora.

Fuimos detrás de Trey, para ver a la banda tocar, sin saber que aquella noche cambiaría nuestras vidas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top