21 | CONFIANZA ABSOLUTA
La casa de Dave era alucinante, casi tan grande como la mansión de Lissandra. Aun así seguía siendo una casa, no una mansión. Contaba con tres pisos y un balcón en cada uno de ellos y la estructura era de piedra, lo que indicaba la antigüedad de ella. Tenía una mezcla entre piedra y madera, dándole un toque rústico. Los ladrillos rojos de la fachada hacían una muy buena combinación con la madera blanca de las ventanas y la puerta principal. Un jardín exterior decoraba la casa dándole vida con flores de varios colores y arbustos muy bien recortados.
Era impresionante, imponente y muy bonita. Gritaba «dinero viejo» por todos lados.
Dave Jordan no solo era popular por jugar al fútbol, ser capitán y carismático con todos. Sino también porque sus padres eran dueños de varias empresas en el país, lo que lo hacía uno de los más ricos en el instituto, casi tan rico como el padre de Lissandra.
Me mostré maravillada al entrar a la casa porque contaba con un amplio vestíbulo y dos salas que parecían salones de fiesta por lo grandes que eran. Dave dejó su mochila tirada en el mullido sofá de cinco cuerpos y al instante una chica vestida con uniforme de sirvienta apareció y se llevó la mochila en dirección a la escaleras luego de saludarme con una sonrisa amable.
Vaya. Eso no me lo esperaba. ¿También tenían sirvienta?
—¿Quieres hacer la tarea aquí o en la oficina? —preguntó Dave mirándome con atención. Me sentía tan abrumada por aquella casa tan grande que me encogí de hombros—. Podemos quedarnos aquí si deseas.
Asentí.
—Sí, claro.
Nos sentamos en la alfombra marrón con diseños intrincados y apoyamos nuestras espaldas en los sillones para quedar frente a la gran mesa de vidrio delante de nosotros, donde un par de adornos que parecían costosos permanecían sobre la superficie. De mi bolso saqué las cosas que necesitaríamos para la tarea de Biología y las coloqué frente a mí.
Mi celular sonó alertándome de una llamada. Con el corazón latiéndome de prisa por el susto, lo saqué notando que solo era Cloe. No Jayden, como yo pensaba. Diciéndome que todo estaba bien, que no debería ser paranoica ni mucho menos asustadiza —porque no estaba haciendo nada malo—, contesté.
—¿Aló, Cloe?
Se suponía que Ivor iba a recogerla, ¿por qué estaba llamándome?
—Clara... —susurró con la voz temblorosa.
Me puse alerta.
—¿Qué pasa?
—Estoy en el baño de Ivor —respondió susurrante. Un deja vu me asaltó—. No sé qué me pasa pero estoy un poco nerviosa y algo aterrada. Verás..., Ivor y yo estábamos en su sala, besándonos y todo eso, luego una cosa llevó a la otra y terminamos en su dormitorio. Pero luego empezó a sacar cosas raras de su mesa de noche y...
—¿Cosas raras? —repetí confusa.
Dave me miró atentamente.
—Juguetes sexuales —aclaró ella.
—Oh. —Me puse colorada. Esperaba que Dave no hubiera oído a Cloe, aunque eso era poco probable porque la voz de Cloe era bajita contra mi oído. Aun así decidí alejarme en dirección al vestíbulo para mayor privacidad—. Mujer, me asustaste. Pensé que estabas en problemas.
—Ay, Clara, no sé qué hacer. Nunca he hecho esto y ahora estoy envuelta en una realidad donde mi amante es Christian Grey.
Ella sabía de aquel personaje porque yo se lo había comentado luego de haber leído los libros y ver las películas, pero fuera de eso, Cloe no sabía nada sobre el sexo.
—Bueno, Ivor tiene toda la pinta de ser dominante. No sé cómo no se te ocurrió antes.
—¡Porque no tenía idea del sexo! —siseó entre dientes dándome la razón—. No sé si esto sea lo mío. No quiero que ponga ninguna de esas cosas cerca de mi cuerpo, me niego a ser maltratada. Joder, ¿puedes venir a recogerme? No quiero ir a mi casa, mi mamá me matará si me ve vestida así con la minifalda y las botas.
—Que fueron un regalo de Ivor, me imagino. —Ella hizo un ruido afirmativo—. Primero que nada debes calmarte, Cloe. Esas cosas no son tan malas, bueno, no lo parecían en el libro. La protagonista tampoco tenía idea de ese mundo y terminó gustándole. Puede que te pase a ti.
—¿Tú crees? —Hubo duda en su tono de voz.
—No lo sé, solo si lo intentas te darás cuenta si te gusta o no. —Me encogí de hombros a pesar de que no podía verme—. Además, Ivor debe ser el que te tranquilice explicándote el tema, si sabe más que tú debe enseñarte paso a paso. No dejes que haga nada sin que te explique lo que harán. Ah, y debes tener una palabra de seguridad con él, para que en cuanto la digas, todo se detenga. Eso lo leí en el libro.
Me di golpecitos en la espalda. Haber leído esos libros me ayudó con mi amiga.
—Bueno, creo que puedo hacerlo. —La oí inspirar y luego exhalar al otro lado de la línea—. Si no me gusta nada, diré la palabra de seguridad y me iré rápido de ahí. ¿Estás en tu casa, verdad? ¿Me puedes prestar ropa? No puedo llegar a casa vestida como una cualquiera, mi mamá me mataría y mi padre me metería a un convento.
—Acerca de eso... estoy en casa de Dave.
—¿Qué? —gritó tan fuerte en mi oído que me aturdí. Apostaba que lo había oído hasta el dueño de casa.
—Estamos haciendo un trabajo de biología.
—¿Y Jayden sabe que estás en casa de tu ex amor platónico?
—No —murmuré cobardemente—. Y no tiene por qué saberlo.
—Ay, Clara, estás loca.
—No, tú estás loca. ¿Cómo ese te ocurre ir a la casa de Ivor y faltar a clases? No te he reprendido por lo que hiciste ayer pero no estuvo bien. Imagínate que tus padres se enteren, te matarían. Te encerrarían en tu habitación por años y nunca más te vería.
Soltó un suspiro.
—Lo sé, por eso mismo lo hice. Porque mis padres son demasiado controladores y he vivido en una burbuja por muchos años, es hora de salir de ahí.
—Me parece bien. Es hora de que salgas de ese encierro y vivas tu vida, pero sanamente, Cloe.
—Sí, mamá —dijo con una risita—. Ahora me voy, es muy sospechoso que permanezca tanto tiempo en el baño, no quiero que piense otra cosa. Nos vemos mañana.
Me despedí de ella y colgué, con la sensación de que esto era solo el comienzo de la revolución de Cloe contra sus padres. Y aunque me parecía muy bien que lo hiciera —porque el régimen autoritario de los señores Anderson, los padres de mi amiga, había durado demasiado como para poder soportarlo—, si fuera ella, me hubiera rebelado hacía mucho tiempo. Pero entendía su sumisión, nadie le había enseñado el mundo real ni lo que se estaba perdiendo hasta Ivor. Él parecía sacarla de su zona de confort y estaba feliz de que así fuera. Su exnovio Roger solo fue como un amigo para ella, uno con el que se besaba, pero ni siquiera pudieron salir al cine a solas porque sus padres nunca la dejaron salir con un chico. Tenían a su hija encerrada en una burbuja y ahora había explotado.
Solo quedaba apoyarla y guiarla por el buen camino, mostrándole lo que se había estado perdiendo.
Volví al salón donde dejé a Dave y lo vi teclear algo en su celular. Ni bien me vio, lo guardó en su bolsillo y me dedicó toda su atención.
—¿Todo bien?
—Sí, solo era mi mejor amiga. —Solté un suspiro—. ¿Te parece si avanzamos el trabajo? Tengo que llegar a mi casa para la cena.
En realidad no era mentira. Mi mamá siempre cocinaba algo luego de llegar a su trabajo como forma de relajarse luego de un ajetreado día en el bufet de abogados. Su forma ideal de entretenimiento era cocinar u hornear, algo que hacía desde siempre. Y desde que papá ya no estaba, se había convertido en una rutina ayudarla a cocinar y luego cenar juntas. Incluso con Jayden, quien se sumaba a nosotras desde que empezó a vivir en nuestra casa.
—Sí, claro.
Dave se inclinó sobre la mesa y tomó mi libro de biología, soltando un suspiro al ver las preguntas que el profesor nos había dejado como tarea en parejas. Estuvimos buen rato respondiendo cada ejercicio, hasta que mi celular vibró alertándome de una llamada. Solo había pasado mediadora pero yo lo sentí interminable.
Tomé el celular viendo que era Jayden.
—Hola —murmuré sonrojándome sin razón aparente. Dave me miraba de reojo. Volteé en dirección al vestíbulo, el mismo lugar en el que había estado minutos antes para hablar con mi mejor amiga.
—Hola, princesa —dijo él con aquella voz rasgada que tanto me gustaba—. ¿Dónde estás? Estoy en el estacionamiento del instituto esperando para llevarte a casa.
Cerré los ojos, apretando mis labios.
—Lo siento, olvidé decirte que tenía que hacer un trabajo.
—Sí lo hiciste, por eso te estoy esperando.
Me mordí el labio antes de soltarlo.
—Bueno, no estoy allí.
—¿Y dónde estás? —Su tono sonó burlón.
Lo que iba a decirle le quitaría toda la sonrisa que seguro traía.
—En casa de Dave —solté de sopetón, pero no dejé que hablara—. Quisimos hacer el trabajo en el instituto pero la biblioteca iba a cerrar y no nos daría el tiempo para terminar todo, así que él me propuso venir a su casa y yo acepté porque queda cerca a la mía. Así podría regresar más rápido a casa...
Mi diatriba se vio interrumpida con su voz.
—Voy para allá.
—Jayden, no.
—¿Por qué no, princesa?
—Se supone que es un trabajo en pareja y tú no estás en nuestra clase.
—Ya pero puedo ayudarlos. Soy muy bueno en biología.
—Jayden... —murmuré su nombre como si fuera un niño pequeño siendo reprendido y yo una madre molesta—. Confía en mí. No va a pasar nada, solo haremos el trabajo y ya.
—Pero...
Esta vez lo interrumpí yo.
—Si tienes tantito respeto por mí, no vengas. Lo digo en serio, Jayden. Tienes que dejar esta absurda aversión por Dave porque entre nosotros no pasa ni pasará nada. ¿Lo entiendes?
Se quedó un momento callado, pero al final respondió.
—Sí. Lo entiendo.
Colgué con una mueca en el rostro, esperando que Jayden no viniese aquí. Solo por si acaso puse el celular en silencio y luego volví donde Dave, quien me esperaba con una sonrisa en el rostro, digna de un comercial de Colgate. Imité su sonrisa, a medias, sentándome nuevamente en el suelo. Los cuadernos y libros de texto estaban esparcidos en la mesa central de vidrio y por mucho que quisiera continuar, mi cabeza ya no daba para más.
—¿Descansamos un rato? —preguntó al escucharme suspirar.
—Si, por favor. Solo un rato.
—Claro. —Se puso de pie—. ¿Quieres algo de tomar? ¿Agua, zumo, gaseosa?
—¿Tienes Coca Cola?
—Sí, es mi favorita. —Me guiñó el ojo—. Voy por ella.
Me distraje viendo la decoración de su hogar como si fuera una experta en ello cuando en realidad solo estaba tratando de despejar mi mente de aquella materia que se me hacía insufrible cuanto más escarbaba en ella. Minutos después volvió Dave con dos latas de gaseosas en sus manos, ya estaban abiertas así qué tomé un buen sorbo de la mía bajo su atenta mirada.
—¿Qué? —pregunté al notar que no dejaba de mirarme.
—Nada. —Se encogió de hombros, mirando hacia otro lado y sonrojándose profundamente. Mis ojos se agrandaron ante ese hecho, era la primera vez que veía a Dave sonrojándose. En todos mis años de stalker, jamás lo había visto hacerlo. Mucho menos frente a una chica. Él volteó a verme, con una pequeña sonrisa en sus labios—. Solo veía lo hermosa que eres.
Traté de no sonrojarme, pero fue en vano.
—No deberías decirme eso.
—Lo sé, solo que... no puedo evitarlo.
Carraspeé, intentado buscar algo en mi mente para cambiar de tema.
—Este viernes juegas, ¿no?
Fue un alivio para ambos, porque volvió a adoptar aquella sonrisa hecha para sus fans. Echó la cabeza atrás y bebió de su gaseosa antes de hablar.
—Sí, otro partido amistoso. ¿Vendrás a verme?
—Trey ya compró las entradas, quiere que Cloe y yo vayamos. Está emocionado por ver a Ethan Banks. —Él notó que no respondí directamente su pregunta, cosa que lo hizo sonreír con más fuerza.
Parecíamos jugar al juego del gato y el ratón, algo que yo no quería hacer, pero no pude evitar sentirme así cada que Dave abría la boca. Había sido un gran error sentarme al lado de él el primer día de clases, porque hizo que ser parejas se cumpliera por todo el semestre, ahora solo quedaba seguirle la corriente, hacer bien las tareas y no corresponder su coquetería. Parecía fácil, pero él no lo hacía posible.
—Entonces vendrán a verme. Genial. Allí te veré. Soy el número uno, por si acaso.
—Ya lo sé —solté sin poder detenerme. En mis años de loca enamorada, sabía casi todo sobre él. Desde su posición en el equipo de fútbol, hasta su color favorito y su fecha de nacimiento. Cosas que quería olvidar porque ya no formaba parte de mi vida—. Supongo que luego irás a la fiesta.
Era una cosa obvia que decir, pero era preferible a nada.
—La organizan las porristas en casa de Lissa, así que sí. ¿También vendrás?
—Sí, iré con Jayden y mis amigos. —Traer a mi novio a la conversación era una buena manera de poner una barrera entre nosotros, solo para dejarle ver otra vez, que tenía novio. Solo por si acaso.
—Genial. La fiesta será a lo grande. Los padres de Liss suelen estar de viaje por el mundo y la dejan sola con los empleados de casa, así que no dudes en que será increíble. Y dado que tiene piscina, debes traer tu biquini. Pásale la voz a tus amigos. Habrá parrillada y comida hasta por gusto.
—Vaya, estás muy seguro de que ganarán el partido.
Se encogió de hombros.
—Desde que soy el capitán del equipo, las cosas han mejorado.
Arqueé una ceja ante ello. Jayden había sido capitán de aquel equipo desde que el entrenador Johnson lo eligió al ver lo bien que jugaba en primer año. Luego de la muerte de Mia, se alejó de todo, incluso del fútbol, por lo que el equipo quedó a manos de Dave. Así que oírle decir que habían mejorado desde la partida de mi chico, me supo muy mal.
—¿Desde hace un par de años? —Intenté indagar sin parecer muy obvia.
—Sí —murmuró echándose atrás y recostándose en el sillón—. ¿Qué puedo decir? Soy muy bueno jugando fútbol y el entrenador Johnson lo vio. Nadie podía ocupar el puesto que dejó Jay, nadie que fuera lo suficientemente bueno. Ahí es donde entré en escena. Lo cierto es que hubiera sido yo el capitán desde el principio, pero por la falta de permiso de mi padre en los primeros años, no pude. Yo le dije al entrenador que pusiera a Jay, momentáneamente, hasta que pudiera convencer a mi padre.
—¿Estás diciendo que Jayden nunca hubiera sido capitán de no ser por... ti?
—Así es. —Me quedé muda. No sabía si estaba fanfarroneando o diciendo la verdad. Tendría que preguntarle a Jayden. Me miró, al parecer me leía muy bien porque bajó la voz como si me contara un secreto—. Pero prométeme que no se lo dirás a Jayden, no quisiera hacerle sentir mal. Jay era muy bueno jugando fútbol, pero no tanto como yo.
Su ego abarcaba toda la habitación hasta el punto de ahogarme. Sonreí como si estuviera de acuerdo, pero mi lealtad no estaba con él. Así que solo asentí sin comprometerme con la promesa del todo.
—Entonces, ¿seguimos?
Dave gimió.
—Ugh, odio biología casi tanto como las matemáticas. —Se llevó una mano a la cara para frotarse los ojos con fastidio. Me miró de reojo—. ¿Cinco minutos más de descanso? Prometo compensarte con una buena hamburguesa.
—Por mucho que me gusten, en esta ocasión tengo que declinar la oferta. Mamá me espera para hacer la cena, es un ritual cocinar juntas por las tardes.
Su expresión se suavizó.
—Tú y tu mamá se llevan muy bien, ¿verdad?
—Sí, somos como las mejores amigas. Desde que papá murió, somos las dos contra el mundo. No puedo imaginarme una vida sin ella. —Pensé en ella y en lo que diría acerca de esta situación, probablemente pensaría que estaba jugando con fuego al venir a la casa de mi ex platónico teniendo novio, pero no estaba aquí por las razones equivocadas. Así que alejé aquella molestosa voz fuera de mi mente y me concentré en Dave, quien me miraba con una pequeña sonrisa. Una que en otro momento me hubiera parecido hermosa—. Cuando ingrese a la universidad la extrañaré mucho.
—¿Qué piensas estudiar?
—No lo sé. —Suspiré—. Supongo que seguiré los pasos de mamá y estudiaré Leyes.
—¿Es lo que te gusta?
No respondí porque no tenía una respuesta para ello. Así que re-dirigí la conversación.
—¿Tú qué estudiarás?
Sonrió como si supiera lo que hacía, aun así me siguió la corriente.
—Economía o alguna mierda así. Mi padre es el que quiere que ingrese a alguna universidad con una beca de fútbol. Verás, antes era reacio a verme jugar fútbol americano, pero desde que mamá me ayudó a convencerle y una vez me vio jugar, no ha parado de instigarme a que estudie Economía o Empresariales pero con una beca de fútbol. No quiere que desperdicie tan fácilmente todos estos años de jugar.
—¿Y eso es lo que te gusta? No el fútbol, es obvio que lo hace. Sino Economía... o alguna mierda así.
Ambos sonreímos por aquello último, pero Dave imitó lo que hice desviando el tema sin responderme.
—Mejor volvamos a biología, tenemos que terminar esto para mañana.
En las próximas par de horas resolvimos las páginas que el profesor nos había dejado del libro de texto. Nos tomó mucho tiempo terminar aquello, pero cuando lo hicimos nos sentimos satisfechos con el resultado. Guardamos todo en orden y nos pusimos de pie. Al acercarme al vestíbulo pude notar que la calle estaba a oscuras a través del vidrio de la puerta, ya se había hecho de noche. Ahora que estábamos en otoño el día oscurecía más rápido que en verano, lo cual era una mierda porque me gustaba ver el atardecer pero ahora ni siquiera se vislumbraba.
—Vamos, te llevo a tu casa.
—No hace falta, está cerca de aquí.
—No quiero que camines sola, puede ser peligroso.
Me reí.
—Barrow no es peligroso de noche.
—Ya, pero no me gusta que una mujer camine sola de noche.
—Sonó muy machista. —Hice una mueca.
—Sabes a lo que me refiero, Clara. —Negó—. No seas cabezota y deja que te acompañe. Si quieres ir caminando, está bien, pero no dejaré que vayas sola.
Después de unos minutos Dave y yo caminábamos lado a lado en la acera de la derecha en dirección a mi casa. El sonido de autos pasar y los pocos búhos de la ciudad pululaban a nuestro alrededor. Estábamos inquietamente callados, pero extrañamente, no necesité rellenar el silencio hablando. Fue un silencio cómodo, reconfortante —porque me acompañaba a casa— y muy placentero.
Al llegar noté que el auto de mamá ya estaba estacionado frente a la casa, pero la moto de Jayden no la vi por ningún lugar.
Dave me hizo una seña hacia mi hogar.
—Misión cumplida. Sana y salva, justo a tiempo para la cena.
—Gracias, Dave.
Me encogí cuando lo vi inclinarse hacia mí, me besó la mejilla demorándose más tiempo de lo debido y dejando un rastro de una caricia justo en mis labios. Me alejé torpemente mientras lo veía sonreír.
—De nada, nena.
Entré a la casa respirando profundamente y con el corazón latiéndome de prisa. ¿Por qué rayos Dave no podía mantenerse alejado? ¿Realmente le gustaba o solo lo hacía por joder a Jayden? De cualquier manera me limpie aquel beso de la mejilla con el dorso de mi sudadera ganándome una carcajada de mi madre, quien apareció frente a mí con su delantal rosado y una cuchara de madera en la mano.
—¿Ese no era el chico que te gustaba y te invitó a una cita?
—¿Estabas espiándome? —exclamé mortificada.
—Solo miré por la ventana de la cocina —murmuró sin vergüenza—. ¿No se supone que eres novia de Jayden?
—Claro que sí.
—¿Entonces por qué estás sonrojada luego de haberlo visto darte un beso en la mejilla?
—Tengo rosácea.
—Mentirosa.
—¡Mamá! —Miré a todos lados—. Solo deja el tema.
—Si estás buscando a Jay, no lo hagas. No está.
—¿Cómo que no está? —Saqué el celular de mi bolso y leí lo mensajes que me había mandado. También tenía varias llamadas perdidas, pero al haber dejado mi celular en silencio no había oído nada.
Jayden: ¿Cómo va todo, princesa?
Jayden: No es que no confíe en ti o te esté controlando, solo quiero saber cómo estás.
Jayden: Supongo que están haciendo el trabajo. Te dejo en paz.
Jayden: ¿Ya acabaron?
Jayden: Olvídalo, tómense su tiempo.
Jayden: Pero no mucho, te extraño. Quiero verte.
Jayden: ¿Puedo pasar a recogerte?
Jayden: Princesa, Ivor quiere que vaya al ensayo con los chicos. Nos vemos luego, tardaré algunas horas. Pero si quieres que te recoja no dudes en llamarme, estaré con el celular todo el tiempo.
Le respondí de inmediato.
Clara: Lo siento, recién llego a casa. Dave me acompañó. Ahora cenaré con mamá. Te estaré esperando. Suerte en el ensayo y saluda a los chicos de mi parte, especialmente a Jess.
—No sé, salió en cuanto vine. Dijo que iría a la cripta. No sé si es un código para algo, pero me aseguró que no era nada malo.
Miré a mi mamá con una sonrisa.
—No, no es nada malo.
Me acerqué a la cocina viendo que ella rodeaba la encimera y metía el cucharón de madera en la olla, revolviendo lo que sea que estuviera ahí. Me detuve detrás de ella viendo que era salsa de tomate. En la isla había un recipiente de ravioles pre-cocidos. Los tomé para meterlos a la olla y ayudarla a cocinarlos.
—Mmm, no sabía que íbamos a comer tan rico. —Los ravioles eran mi segunda comida favorita. La primera era la hamburguesa, aunque no tenía idea si se consideraba comida, ya que era más chatarra que otra cosa.
—Pensé en variar un poco las ensaladas y comer carne por hoy.
—Me parece excelente.
—¿Y cómo van las clases? —preguntó mamá adoptando ese característico tono de voz de una madre preocupada y a la vez curiosa.
—Todo bien —respondí—. Justo acabo de regresar de la casa de Dave luego de haber hecho un trabajo de biología para presentarlo mañana.
—Y yo creí que estabas engañando a Jayden.
—¡Mamá! —exclamé mortificada.
—No te estoy diciendo que apoye el engaño, pero eres una chica hermosa y es obvio que varios chicos están detrás de ti. Es normal que estés confundida.
—No estoy confundida —refunfuñé—. Quiero a Jayden.
Vi a mamá apretar los labios, evitando una sonrisa.
—Eso me parece bien. Es un buen chico, a pesar de todos los tatuajes que lleva y del piercing ese que tiene en la ceja. —Hizo una pausa—. ¿Ya estás enamorada de él?
Carraspeé, intentando buscar otro tema de conversación. Hablar de Jayden con mi mamá no era algo que me entusiasmara. Sabía que apoyaba mi decisión y estaba de acuerdo con nuestra relación, pero no quería que se entrometiera mucho en ella. Ya era suficiente que viviéramos todos bajo el mismo techo.
—¿Tú... estabas enamorada de papá?
Mamá dejó de revolver la cuchara de palo, tensándose visiblemente.
¿Había tocado un tema delicado? Hablar de papá con ella no era usual. Ella siempre solía cerrarse diciéndome que hablar de él le dolía mucho. Y yo lo había aceptado así. No hablábamos de él casi nunca, pero a escondidas veía sus fotos para recordarlo porque, mientras más pasaba el tiempo, menos recordaba su rostro. Así que trataba de tenerlo en mi memoria tanto tiempo como fuera posible.
No como mamá, ella prefería enterrar el pasado.
—Yo... amaba mucho a tu padre. —Soltó un suspiro, sin mirarme. Parecía estar recordándolo porque su mirada estaba perdida. Atisbé dolor en sus ojos marrones, iguales a los míos—. Y sí, estaba enamorada de él. Tal vez demasiado.
—¿Cómo demasiado?
Soltó un suspiro, aun perdida en sus recuerdos.
—Hice cosas que no debería haber hecho por amor.
No pregunté qué cosas, sabía que no me las diría.
—¿Y te arrepientes? —pregunté en un susurro.
No respondió, no sabía si era porque no me oyó por estar muy perdida en sus pensamientos o porque no quería hacerlo. Simplemente sacudió su cabeza y volvió a la tarea de revolver la salsa en la olla, ajena a mis ojos expectantes.
—¿Puedes poner la mesa, cariño? Ya casi está lista la cena.
Hice una mueca pero aún así obedecí. Luego de haber puesto la mesa para las dos, mamá sirvió todo en platos y nos sentamos a la mesa, dejando un plato extra para Jayden, quien aun no llegaba. Aproveché el momento a solas para hacerle una pregunta que rondaba mi cabeza desde que hablé con Jayden la vez pasada.
—Mamá, ¿nunca sentiste que el tío Mike era raro?
Se congeló con el tenedor a centímetros de su boca.
—¿Raro, cómo?
—Raro. —Me encogí de hombros sin saber cómo describirlo sin meter la pata. No quería que supiera la verdad, pero tampoco quería dejar pasar el tema. Solo quería saber si ella estaba enterada de Mia y su enfermedad, o si tenía alguna idea de lo que pasaba bajo el techo de la familia Foster—. No sé, raro como retraído. Siempre estaba en su cabeza, como si estuviera maquinando cosas. Nunca disfrutaba de los almuerzos juntos y siempre se iba dejándonos solos a nosotros. Era como si no quisiera inmiscuirse mucho con nosotras, mucho menos con su familia.
Mamá masticó su bocado de ravioles antes de responderme.
—Mike era un hombre muy reservado, Clara. Yo no lo conocía tan bien y francamente Susan tampoco.
—¿Tía Susan no conocía bien a su propio marido?
—¿A qué se debe esa curiosidad por Mike? —Me contestó con otra pregunta. Sus ojos marrones mirándome como si quisiera indagar en mi cerebro.
Bajé la mirada, observando mis ravioles con fijeza sin haber probado ni uno solo. Me llevé uno a la boca y mastiqué para escapar de su escrutinio, pero era inútil. Mi mamá me conocía demasiado bien y exigía una respuesta mía.
—No lo sé, es que la semana pasada Jayden me mostró un álbum de fotos de su familia y en muchas fotos no salía el tío Mike, así que me pregunté por qué no estaba con ellos. Solo eso.
Soltó un suspiro, como si estuviera aliviada. Enarqué una ceja, preguntándome qué tanto sabía mi madre sobre la situación de los Foster.
—Mike y Susan estaban separados desde hace mucho tiempo, cariño. No se llevaban bien pero por amor a sus hijos decidieron seguir viviendo bajo el mismo techo.
—¿Y Mia?
—¿Qué hay con ella?
Apreté los labios, tenía que ser cuidadosa con mi siguiente pregunta.
—¿Cómo reaccionó ella ante aquella separación? Era mayor que Jayden, sí por un año, pero fue consciente de la separación de sus padres. Ella me lo contó pero nunca quiso hablar del tema. —Mentí descaradamente solo para obtener respuesta suya. Mia jamás supo que sus padres estaban separados.
—¿De verdad? Creí que Susan no les había dicho nada a los chicos.
—No les dijo nada, ella se enteró... por una pelea.
—Bueno, Mia era especial. Era más sensible que cualquiera así que la noticia no le sentó nada bien.
—¿Especial? —¿Acaso ella sabía de su bipolaridad?
Mamá escapó de mi mirada inquisitiva.
—Más sensible.
—¿Por qué? —presioné.
Soltó una risita aguda.
—No lo sé, cariño. Susan era mi mejor amiga, pero eso no significaba que me contara todo lo que pasaba bajo su techo. —Soltó otro suspiro. Dejó su tenedor en el plato y extendió su mano para tomar la mía, apretándola suavemente—. Te voy a decir algo. Sé que Mia era tu mejor amiga y que probablemente se contaron muchos secretos, pero déjame decirte que no es así. Tu mejor amiga siempre tendrá algo que esconder, nunca será totalmente sincera contigo. No porque no quiera contártelo, sino porque es algo suyo y prefiere mantenerse en silencio.
Era cierto.
Mia me había escondido su enfermedad y la violación que sufría por su propio padre.
Pero, ¿qué otras cosas me habría escondido?
Y tía Susan, ¿qué cosas le había escondido a mamá?
N/A:
¡Hay nueva portada!🎉
Espero que les guste mucho🥰
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