04 | BIENVENIDOS A DEJA VU

Había cosas insignificantes que uno olvidaba con facilidad, como también las había que uno recordaba con mucho detalle.

En momentos como este, donde encontraba aquello que guardaba muy bien, recordaba los buenos momentos de mi infancia. Los días cuando papá estaba vivo y a mi lado.

Mientras sujetaba mi pequeño baúl de recuerdos, recordé los momentos vividos con mi papá. Yo era una niña cuando murió, tenía diez años cuando sucedió. Pero recuerdo el momento exacto en que mamá fue avisada, cuando contestó el teléfono y oyó lo que la otra persona le dijo. En ese momento no sabía muy bien lo que pasaba, pero recuerdo haber visto caer a mi madre al suelo, sujetando su pecho y llorando mientras yo miraba con miedo su reacción.

Eso es todo lo que recuerdo de ese día.

Sujeté la foto en donde mi padre y yo estábamos, cuando era una niña de siete años que fue al zoo emocionada por ver a los animales. El único recuerdo que tengo de ese día es haber dado de comer a un pequeño mono que me arrebató el plátano de la mano cuando se lo tendí. También recuerdo la risa de papá, quien me cargaba en brazos. Mamá estaba a un lado, tomando la foto para inmortalizar ese recuerdo.

Saqué otra foto, sonriendo ante el recuerdo de Mía y yo jugando en el parque con nuestras bicicletas nuevas. Recuerdo con detalle el momento en que me caí y me hice una herida en la rodilla, recuerdo cómo Jayden se reía mientras que Mía venía a mi rescate.

Todos y esos más recuerdos los tenía almacenados en mi memoria, y en momentos como este, salían a la luz por diversos motivos. El del día de hoy se debía a que mi papá cumplía un año más de fallecido, y estaba tan melancólica y triste, que quise recurrir a mi pequeño baúl de recuerdos. Una caja de zapatos llena de fotos de las que no me quería deshacer, pero tampoco quería guardar al alcance de mi mano, porque me entraba el sentimiento y las ganas de llorar, así que lo guardaba al fondo de mi closet. En ese lugar seguro para solo sacarlo cuando fuera necesario.

Hoy era ese momento.

Un par de lágrimas bajaron por mis mejillas mientras seguía hurgando en la caja para sacar más fotografías.

El dolor de perder a mi papá aún estaba presente, podían pasar años, pero seguía doliendo con la misma intensidad. Era un dolor que no se iba, que físicamente podría debilitarse, pero siempre iba a estar ahí.

Un toque en la puerta de mi habitación me hizo saltar. Guardé las fotos de prisa dentro de la caja y la tiré dentro de mi closet antes de limpiar mis lágrimas para ponerme de pie y abrir la puerta.

Jayden estaba al otro lado, con una ceja alzada al ver mi ropa.

—¿Así vas a ir?

Miré mi atuendo, repasando mis zapatillas, luego mi short raído, y por último, mi vieja camiseta negra, que había tenido mejores días.

—¿Qué tiene de malo?

—Es un club, por lo menos maquíllate, ¿no? Parece que..., espera, ¿has llorado?

—¿Qué te importa?

Intenté cerrarle la puerta en la cara, pero colocó su pie en el marco y no dejó que lo hiciera.

—Clara, ¿has llorado? —Volvió a preguntar, esta vez su voz bajó una octava. Me entró escalofríos al notar la frialdad en su tono.

—No. —Me apresuré a decir. Odiaba llorar frente a alguien, y mucho menos frente a él, así que me reí como si fuera lo más absurdo—. Solo me picaba el ojo y me rasqué. Volvamos al asunto de mi ropa, ¿tiene algo de malo? ¿Al señorito no le gusta que muestre mucha piel?

Pareció querer seguir peleando conmigo, pero al final solo rodó los ojos recargándose en el marco de la puerta.

—Ponte algo decente para un concierto de rock, ¿sí? Salimos en diez minutos. —Se dio la vuelta, antes de irse hacia la habitación de invitados, volteó guiándome el ojo—. Nada de vestidos o faldas, recuerda que iremos en mi moto. A menos que quieras que te toque las piernas...

Cerré la puerta soltando un suspiro.

Jayden podría ser parte de la familia al conocerlo tantos años, pero era un verdadero grano en el culo. Uno enorme y lleno de pus. Mamá había aceptado que se quedase el tiempo necesario para procesar su duelo, había pasados unos días y yo ya estaba a punto de subirme por las paredes.

Él era demasiado insufrible.

Como era la primera vez que iba a un concierto de rock en un club, decidí buscar en la vieja confiable Pinterest para buscar outfits. Deslicé mi dedo en la pantalla hasta que encontré uno que me gustó mucho y del que yo tenía ropa muy parecida.

Me coloqué unos shorts de cuero negro, y debajo, para no mostrar mis piernas desnudas, me coloqué unas mallas negras de red, junto a unos botines que me llegaban hasta la mitad de mis piernas. Arriba me coloqué una camiseta sin mangas con el nombre de una banda que antes estaba de moda y encima mi chaqueta de cuero, la que usaba en ocasiones. Para completar mi look decidí usar maquillaje, no por las palabras de Jayden, sino porque tal vez Dave se pasaría por ahí y quería verme increíble para él.

Vestida y lista, con mi celular en el bolsillo trasero, salí de mi habitación. Era de noche, casi las ocho, mamá llegaría en cualquier momento, pero nosotros ya teníamos una coartada. Al ser viernes le había dicho que estaría en casa de Cloe y que vendría tarde, que no se preocupase porque tomaría un Uber para regresar. No sabía qué excusa le había puesto Jayden, pero apostaba que no era una rebuscada. A él no le gustaba dar muchas explicaciones de lo que hacía con su vida y mamá tampoco le pedía.

Toqué la puerta de la habitación de invitados y esperé.

—¿Jayden? —Aporreé la puerta cuando no contestó—. ¡Ya estoy lista, sal de una vez! —Me hizo esperar un buen rato antes de abrir la puerta—. ¿Qué te toma tanto tiem...?

No terminé la frase porque un Jayden totalmente diferente me abrió la puerta.

Lo primero que noté fue la camiseta sin mangas y pegada al cuerpo que usaba, mostrando sus brazos fuertes llenos de tatuajes. Símbolos y dibujos en tinta negra decoraban ambos brazos, estos llegaban hasta los nudillos de sus manos y también a su cuello. Noté que usaba anillos y pulseras, así como también dos collares, uno largo que le llegaba a mitad del pecho en forma de cruz, y una gargantilla negra alrededor del cuello, donde portaba con orgullo el tatuaje de alas abiertas que se hizo luego de la muerte de su hermana. Se había puesto un poco de gel en el cabello y se había pasado las manos por este, dándole un aspecto rebelde. Sus pantalones eran de cuero negro junto a un cinturón con hebilla grande. Y por supuesto, para completar su atuendo, llevaba sus usuales botas negras, las que usaba siempre. Ya eran algo característico de él.

Levanté mi rostro, asombrada, al notar que se había puesto delineador en la línea del ojo. Sus ojos verdes se veían más grandes, más afilados, más profundos.

La mirada que me lanzó me hizo reír con nerviosismo.

—¿A quién le robaste el delineador negro, eh? —Apreté los labios, tratando de no mostrarme más nerviosa.

Sus ojos verdes se oscurecieron ligeramente cuando sonrió de lado, mostrando un solo hoyuelo en su mejilla derecha.

—A ti, por supuesto. —Me inspeccionó con esa mirada oscura, deteniéndose en mis piernas cubiertas por las mallas de red negras—. Ahora sí pareces una rockera total.

Me llevó fuera de la casa luego de apagar todas las luces y salimos hacia su moto estacionada delante de la puerta del garaje. Me tendió un casco y luego él se puso el suyo. Me lo coloqué peinando mi cabello a un lado de mi cuello mientras me subía a la moto con su ayuda.

No tenía idea de dónde iba a ser la presentación de su banda, pero el viaje hacia el lugar fue corto y cómodo, mientras viajábamos yo me aferré a su espalda, pero ni bien llegamos, me solté como si su piel quemara. No tenía idea de cómo había aguantado todo el aire del camino con aquella camiseta, pero yo estaba casi tiritando, hasta que me aclimaté y noté el calor de la noche.

El lugar donde estábamos era como una fábrica, y la zona, realmente parecía abandonada, porque era la única construcción visible en metros. Lo único vivo de aquí eran las personas que hacían fila a un costado de la fábrica, todos con ropas similares a la que llevábamos. Muchas personas nos miraron llegar, Jayden solo prestó atención a su moto, que la estacionó linealmente, donde había otros coches y muchas motos aparcadas.

Intentó tomarme de la mano como un acto reflejo, pero luego se dio cuenta de que no estábamos en el instituto, y bajó su mano torpemente mientras me hacía una seña.

—Sígueme.

Noté su mandíbula apretada antes de seguirlo por donde me guiaba. Caminamos por un costado de la fábrica, pero no directamente a la puerta cerrada de donde varias personas esperaban entrar, sino por el lado trasero, donde había una puerta de emergencia cerrada.

Jayden se detuvo delante y tocó tres veces antes de repetir la acción en diferentes intervalos, como si fuera una contraseña. La puerta se abrió segundos después, noté que adentro la luz era roja, como si estuviéramos entrando en un antro.

Me apegué a él por instinto mientras entrábamos.

Pasamos al costado del tipo que nos abrió, un señor alto y corpulento, que parecía ser un militar por la expresión ceñuda en su rostro. Jayden lo saludó con un movimiento de cabeza al pasar por el pasillo, lo seguí hasta que el camino se bifurcó en dos entradas, tomó la de la derecha donde había varias puertas más.

Tocó la primera un par de veces. Abrí la boca para preguntar qué era este extraño lugar, pero la puerta se abrió cortando lo que iba a decir.

—¡Jay, por fin estás aquí! —gritó un chico mientras se hacía a un lado y Jayden y yo entrábamos a un cuarto grande lleno de sillones y muebles con espejo, como si fuera un tipo de camerino. El chico, quien era mucho más alto que Jayden y yo, y eso era decir mucho, hizo pucheros mientras señalaba el sofá de tres cuerpos donde otras dos personas estaban—. ¡Ivor no me quiere prestar su chaqueta!

Parecía un niño quejándose con su papá sobre su molesto hermano.

Jayden rodó los ojos, pero para mi sorpresa lo apaciguó.

—Tranquilo, puedo prestarte la mía.

—¿En serio? —El chico, que tenía toda la pinta de ser un rockero con sus botas de cuero, su camisa abierta mostrando su pecho y esos pantalones tan apretados que parecían un guante, saltó como si fuera un niño—. ¡Gracias, Jay, eres el mejor! —Le sacó la lengua a la chica que reposaba en el sofá de tres cuerpos, con una guitarra en el regazo tocando algunos acordes, ignorando a todo el mundo—. ¿Oíste eso Jess? Jay me prestó su chaqueta de cuero favorita.

—Bien por ti, Az.

El chico se alejó en dirección al closet que había, al fondo de la habitación.

—¿A quién has traído, Jay? —preguntó otro chico, sentado en el suelo mientras permanecía pegado a su celular, tecleando algo en él. Su tono de voz profundo demostró que era mayor, pero por su aspecto relajado no lo parecía. Aunque había algo de madurez y sabiduría que solo te daba la edad y el peso de los años en su mirada gris—. ¿Una novia?

La chica con la guitarra se burló.

—¿Jayden con novia? —Levantó la cabeza para fijarse en nosotros—. Vaya, ¿realmente estás de novio? ¿Quién es la desafortunada?

—Ella es Clara. —Jayden me presentó, colocando un brazo alrededor de mis hombros y con una sonrisa en el rostro, esta vez mostrando ambos hoyuelos—. Mi novia.

Tanto como la chica, el chico mayor y Az se quedaron paralizados. Los tres con las bocas abiertas del asombro.

—Hola —murmuré tímidamente levantando una mano.

Los tres seguían mirándome sin poder hablar.

El único que reaccionó en ese momento fue el chico alto y desgarbado, que parecía más joven que cualquiera. Debería tener al menos quince años, podía notar la mirada juvenil en su rostro cuando sonrió.

—¡Hola, Clara! —Se acercó y alzó una mano—. Yo soy Aziel, pero todos me llaman Az.

—Mucho gusto, Az.

Luego mi mirada se posó en el chico de aspecto rudo y serio, luego en la chica a su lado. Ambos seguían algo sorprendidos por la presentación de Jayden.

La chica de cabello rosado, corto hasta la barbilla, y muy bonita, espabiló más rápido, dejando su guitarra en el sofá y viniendo a mi encuentro.

—Hola, yo soy Jessica. Jess para los amigos, y dado que eres novia de Jayden, eres nuestra amiga. —Sonrió, noté los piercings en su rostro con demasiado detenimiento, preguntándome si no le dolían acaso. Tenía un aro en la ceja, otro en la nariz y un séptum nasal, acompañado por otro aro en el labio inferior. Al igual que Jayden, tenía los ojos bastante delineados de negro, en su caso, también encima del párpado, logrando que sus ojos marrones se vieran mucho más grandes. Tenía el rostro angelical, si no fuera por todo ese maquillaje y piercings en el rostro podría pasar como una chica de campo, claro, sino fuera también por la ropa extravagante que usaba. Me abrazó como si fuera una gran amiga, luego miró a Jayden—. No puedo creer que este idiota trajera una novia. ¿Desde cuándo están juntos?

—Hace unos días —murmuré sintiéndome una idiota por mentirles a sus amigos, pero dado que la mentira la había empezado él, traté de no sentirme tan mal por ello—. Es reciente.

Jess asintió.

—Bueno, bienvenida a la banda. —Señaló al otro chico que no se movió de su lugar, sino que siguió tecleado algo en su celular—. El idiota malhumorado que no habla es Ivor. No le hagas caso, es así con todo el mundo. —Luego susurró solo para mis oídos—. Hombres, ¿no es así? Son todos unos idiotas.

Me reí.

Jess me caía demasiado bien.

—¿Y cómo se conocieron? —preguntó un Az muy curioso mientras se sentaba en el sofá junto a Ivor.

Jess se movió al asiento frente al espejo y empezó a toquetear su maquillaje regado por toda la encimera, aun así estaba atenta a nuestra conversación.

—Oh, sí, yo también quiero saber eso —dijo ella.

Jayden decidió ocupar otro sillón frente a ellos y me hizo señas para que me sentase sobre él, justo en su regazo. Mis ojos se abrieron con horror, así que por respeto a todos me apretujé a su lado, sonriendo cuando él rodó los ojos por no obedecer su orden tácita.

—Nos conocemos desde niños —respondí al ver que Jayden no iba a responder—. Nuestras mamás son mejores..., perdón, eran mejores amigas. —Me aclaré la garganta, notando que había metido la pata al hablar en presente.

Supongo que de ahora en adelante iba a tener que hablar en pasado para referirme a la tía Susan. Apreté los labios con tristeza de pensar en aquello.

Ahora ella solo sería un recuerdo, nada más que eso.

Jayden a mi lado ni siquiera se inmutó, siguió con la conversación.

—Sí, Clara es hija de mi tía Elain.

—¿Son primos? —preguntó Az horrorizado.

Ivor, que no había dicho nada hasta el momento, se rio.

—¿No has escuchado la parte donde dicen que sus madres eran mejores amigas? —Negó, pareciendo divertido y a la vez enfurruñado.

Una contradicción.

Az asintió, luego nos miró.

—¿Entonces ustedes le dicen a la madre del otro "tía"?

—Sí —respondió Jayden.

—¡Genial! —Az parecía un niño, haciendo preguntas aquí y allá, mientras Jess se retocaba el maquillaje e Ivor seguía con el celular—. Jayden me dijo que viven juntos por el momento, ¿él tiene su propia habitación o duerme en la sala?

—Seguro que con Clara no —bromeó Jess.

—Tengo mi propia habitación. —Jayden miró mal a Jess, luego a Az—. ¿Alguna otra pregunta más o ya podemos salir a tocar?

—Roger aún no nos llama, la gente recién está acomodándose en el lugar. —Ivor habló, alzando su celular como si fuera prueba suficiente—. Cuando sea nuestro turno saldremos a tocar.

Jayden bufó, al parecer tenía prisa por salir.

Az continuó.

—¿Y tu mamá sabe que son novios?

Me quedé callada, pensando que se lo había preguntado a Jayden, pero noté que me miraba a mí.

Claro, no podía preguntárselo a Jayden porque tía Susan ya no estaba con nosotros.

Lo miré sin reproches, a pesar de que Jayden parecía molesto por las preguntas.

—No —dudé en contestar, porque era una pregunta que nunca me había planteado. Mamá no podía enterarse nunca de nuestro falso noviazgo, pegaría el grito en el cielo al enterarse, por muy falso que fuera. Mamá amaba a Jayden como si fuera su hijo, pero tenía distintos puntos de vista en cuanto a mi futuro, y un novio músico con piercings y tatuajes por todos lados, sin futuro previsible no entraba en su agenda. Suerte que en la mía tampoco—. No lo sabe aún.

—Vaya, un noviazgo a escondidas —murmuró Jess sonriéndome a través del espejo—. Y en la misma casa... eso es excitante.

Me reí con sus palabras.

—¿A qué te refieres con eso, Jess? —preguntó Az, con el ceño fruncido.

Jayden alzó la mano.

—Basta de preguntas, Az, es suficiente. Ya calmaste tu curiosidad, ahora Clara parece tener preguntas, ¿no es así, princesa? —Me miró a los ojos, en busca de una respuesta, que como siempre, ya tenía. Jayden parecía conocerme tan bien que a veces me asustaba.

Sí, tenía mil preguntas pero no quería parecer una loca.

Por la mirada de Jayden, Az y Jess me atreví a lanzar mi primera pregunta.

—¿Desde cuándo son una banda? —Moría de la curiosidad por saber.

Esto era algo que Jayden jamás había dicho, parecía ser un secreto suyo.

Me preguntaba por qué me lo había confiado justo ahora.

¿Por ser su novia falsa? ¿Y por qué quería fingir para sus amigos?

Eran dudas que no me dejarían dormir por la noche.

—Desde este año —respondió Az entusiasmado—. En realidad somos una banda formada desde el año pasado, pero recién este año decidimos tocar en bares. Gracias a un amigo de Ivor conseguimos tocar aquí cada mes.

—Vaya, eso es increíble —contesté contagiándome del entusiasmo de Az—. ¿Y qué instrumentos tocan?

—Yo toco la guitarra, Ivor el bajo, Jayden la batería y Jess es nuestra cantante.

—La que pone onda a la banda —dijo ella riéndose.

—¿Y cómo se conocieron? —Me sentía como Az, haciendo preguntas a cada segundo para saciar mi lado extremo de curiosidad.

—Jayden fue el último en unirse a la banda —contestó Jess en lugar de Az—. Nosotros ya habíamos formado la banda y nuestro baterista nunca se presentó, así que Ivor colocó un anuncio en las puertas de Déjà Vu y así tuvimos una audición. De los quince que se presentaron, Jayden fue el que destacó.

El susodicho se encogió de hombros, siendo totalmente modesto.

—Y desde el año pasado que estoy en la banda —terminó de contar Jayden asintiendo.

Sonreí, mirándolos a todos.

—Pues estoy demasiado emocionada por verlos tocar.

Ivor se puso de pie.

—Ya abrieron las puertas. En unos minutos nos vienen a buscar.

Az se enfurruñó en el sofá.

—La peor parte de tocar aquí es tener que esperar. —Se cruzó de brazos—. ¿Por qué tenemos que hacerlo?

—Así es la vida —contestó Ivor yendo al espejo y acomodándose la chaqueta de cuero. Estaba vestido casi igual que Jayden, con la diferencia que él no usaba delineador bajo los ojos, y tenía el cabello largo y negro anudado en un moño en lo bajo de su cabeza—. Vuelvo enseguida.

Se fue sin decir nada más.

—¿Quieres ver tocar a las otras bandas? —preguntó Jayden llamando mi atención—. Puede ser aburrido esperar aquí.

—Sí, vamos. —Me puse de pie al mismo tiempo que él—. Mis amigos llegarán en un rato cuando termine el partido.

—Dave también me prometió venir. —Mi gran sonrisa lo hizo rodar los ojos. Bajó la voz al hablar—. Disimula un poco tu entusiasmo por él, novia falsa.

Rodé los ojos.

—Adiós, chicos. —Me despedí de Jess y Az—. Los veré en el escenario. ¡Mucha suerte!

—Gracias, Clara —respondió Az.

—Gracias, linda —dijo Jess alzando la mano.

Cerramos la puerta al salir y caminamos hacia la dirección contraria a la que habíamos venido. Nos dirigimos por el pasillo hasta la bifurcación y doblamos al otro lado, en el pequeño pasillo había un par de puertas, Jayden abrió la primera.

Lo primero que noté es que las luces eran rojas, al igual que las del pasillo.

Lo segundo que noté es que el lugar estaba repleto de gente. Todas las personas que habían estado esperando afuera del almacén se apretujaban por todas partes mientras veían tocar a la banda que estaba en el escenario.

Lo tercero que noté es que la música estaba a un volumen alto, el sonido de los instrumentos en conjunto rebotaba en las paredes del lugar. Había mesas y sillas por doquier, todos llenos de personas que tomaban una cerveza en compañía o solos.

El olor a sudor y cigarros inundó mi nariz. Hice una mueca mientras Jayden me llevaba por un lado del escenario hasta llegar a la barra al otro extremo del almacén. Ese lugar también estaba lleno, pero el barman parecía conocer a Jayden porque lo atendió de inmediato.

—¿Qué quieres tomar? —Me preguntó mientras se aferraba a mi mano y gritaba en mi oído para ser oído por encima de la música de la banda, que tocaba algún tema de rock pesado por el sonido intenso de la batería y del bajo.

—Un ron con Coca Cola —murmuré imperiosa. Jayden me frunció el ceño, me reí al ver su expresión molesta—. Estoy bromeando, tonto. Quiero una Coca Cola helada, por favor.

Jayden alzó la mano y pidió dos latas de gaseosa heladas. Luego nos apoyamos en una esquina de bar y miramos hacia el escenario, donde la banda tocaba una conocida canción de rock.

—¿Tus amigos se tardarán? —Vivió a preguntarme bajando la cabeza hacia mi oído.

—Déjame ver. —Saqué mi celular del bolsillo y noté que tenía dos mensajes en el chat del grupo y varias llamadas perdidas—. Joder, ya llegaron.

Jayden tomó nuestras bebidas y me llevó hacia la salida, empujando entre la gente al pasar para poder llegar. Una vez que estuvimos afuera, noté que todavía había gente afuera esperando a entrar, pero al parecer los de seguridad ya no permitían la entrada.

—Ahí están. —Señalé hacia el lado del estacionamiento, donde Trey y Cloe estaban de pie, pareciendo perdidos—. ¡Chicos!

Nos vieron y de inmediato corrieron hacia nosotros. Nos abrazamos.

—Perdón, estaba tan distraída que me olvidé de subirle el volumen a mi celular. No pude escuchar ninguna llamada de ustedes.

Trey y Cloe se alejaron para saludar a Jayden y volver a mí.

—Ya estábamos por irnos si no nos respondías.

Hice puchero.

—Menos mal que vi mi celular a tiempo. —Jayden sacó su celular y me hizo una seña indicándome que atendería una llamada, asentí para hacerle saber que estaba bien y me quedé a solas con mis amigos.

—¿Qué lugar extraño es este? —preguntó Cloe mirando al almacén con desconcierto.

—¿A dónde nos has traído, mujer? —Trey se indignó.

—Está todo bien. —Los tranquilicé con una sonrisa—. La banda de Jayden tocará en cualquier momento, ¿quieren entrar ya?

—Claro, para eso vinimos. —Trey sonrió.

—¿Y? —pregunté nerviosa—. ¿Quién ganó el partido de fútbol?

Cloe y Trey se miraron.

—¡Nuestra escuela, por supuesto!

—¡Wow, eso es genial! —murmuré entusiasmada al saber que Dave y su equipo habían ganado—. ¿Y qué tal jugó Dave?

Trey palmeó mi hombro mientras veía a Jayden acercarse.

—Tranquila, Clar, tu novio viene hacia aquí. Trata de disimular tu entusiasmo por otro hombre.

Rodé los ojos, pero le hice caso.

Jayden se aproximó a nuestro grupo con el celular en la mano.

—Dave está en camino, llegará en unos minutos.

Mi interior se hizo papilla con esa información. Tanto Cloe como Trey me miraron con rostro de emoción, mientras que Jayden me miró de lado, como si estuviera midiendo mi reacción. Traté de no ponerme tan emocionada por fuera.

—Genial, ¿nosotros podemos ir entrando? —pregunté. Quería estar un momento a solas con mis amigos.

—Sí, claro.

Jayden nos acompañó hasta la puerta y le dijo al gorila de la entrada que mis amigos venían de su parte. Pareció conocerlo, porque nos dejó pasar frente al abucheo de las demás personas. Una vez dentro, tomé las manos de mis amigos para no perderlos de vista y juntos empezamos la difícil tarea de avanzar hasta ponernos en primera fila. No fue un trabajo fácil porque la música imposibilitaba nuestra capacidad de hablar y pedirle a la gente que nos diera espacio, pero con empujones y codazos logramos hacernos un espacio en primera fila.

Una vez allí me di cuenta de que había dejado mi Coca Cola con Jayden.

Imposible volver a salir. Quedaría sedienta por el resto de la noche.

—¿Qué es este lugar? —preguntó Cloe a gritos—. Ni siquiera tiene nombre en la puerta, parece un lugar olvidado por Dios.

—Se llama Déjà Vu, es el lugar donde los chicos tocan cada mes.

Trey asintió entendiendo.

—¿Y cómo se llama la banda?

Parpadeé, dándome cuenta demasiado tarde que no tenía idea de cómo se llamaba la banda de Jayden. Había estado haciéndoles preguntas a sus amigos y no había hecho la más importante.

—No tengo idea —grité de vuelta, sintiéndome abochornada—. Pero seguro son muy buenos, ya los conocí antes. Cuando terminen de tocar se los presentaré, la cantante se llama Jess y es genial.

La banda que estaba tocando en ese momento era muy buena, hacía que la sala rebosara de energía y corearan algunas canciones mientras otros pocos saltaban, contagiando a todos con su entusiasmo. El vocalista tenía muy buena voz, cerré los ojos unos instantes antes de que sintiera a alguien detrás de mí. Sí, era difícil no sentir algo detrás cuando la mayoría de nosotros estábamos apretujados unos contra otros, pero este toque fue diferente.

Volteé dándome cuenta de que era Jayden junto a Dave.

El primero pasó un brazo por mi cintura mientras el segundo me dedicaba una sonrisa. Mis amigos al darse cuenta de ellos se dieron la vuelta y los saludaron. Cuando fue mi turno de saludar a Dave, me sorprendió con un beso en la mejilla.

—Hola —gritó por encima de la voz del vocalista de la banda actual—. Siento llegar tarde, pero no podía irme de mi propia fiesta tan pronto.

Se rio. Sentí mis mejillas arder pero por suerte, gracias a las luces tenues y rojas del lugar, nadie podía darse cuenta.

—Has venido justo a tiempo —dijo Jayden—. Mi banda es la siguiente, así que tengo que ir ya mismo al escenario. —Justo en ese momento la banda finalizó con la voz del vocalista diciendo unas últimas palabras. Jayden palmeó el hombro de Dave y lo miró con seriedad—. Cuida a mi chica.

—Claro que sí, Jay.

Con una última mirada hacia mí, se alejó perdiéndose entre el gentío para ir hacia el escenario. A un costado pude vislumbrar el cabello rosado de Jess y a los demás chicos que esperaban por Jayden.

Dave, muy fiel a palabra, se colocó detrás de mí como si fuera un guardián cuidando mis espaldas. Literalmente. Tanto Trey como Cloe me lanzaron una mirada significante que ignoré por el bien de todos. Escalofríos me entraron al cuerpo al sentir la fuerza del cuerpo de Dave detrás de mí, todos los vellos de mi cuerpo estaban erizados y no podía concentrarme en otra cosa que no fuera su cuerpo tras el mío.

Al dirigir mi atención al frente, noté que los chicos estaban subiendo al escenario. Jess llevaba su propio micrófono, uno lleno de brillos rosados, y lo colocó en el soporte. Tanto Az como Ivor subieron con sus respectivas guitarras y Jayden llevó sus propias baquetas para la batería. La luz tenue se apagó y solo una luz cayó directamente sobre Jess, que se inclinó sobre su micrófono, y con aquella voz rasgada, habló.

—¡Hola a todos y bienvenidos a Déjà Vu! —Su voz resonó alrededor del recinto. El lugar entero quedó en completo silencio—. Esta noche nuestra banda tocará para ustedes y será memorable. Somos SickBlast y esto es para ustedes.

Los acordes de una guitarra fueron el motor para que la noche explotara.

La gente se alocó al oírlos. No pude hacer otra cosa que mirar a Jayden tocar la batería con fijeza. Jamás lo había visto tocar en vivo y era algo digno de ver. Tenía el rostro sereno y relajado, muy diferente a su expresión melancólica de siempre, ahora parecía vivo, feliz, eufórico. Las baquetas se movían en sus manos con rapidez, mientras que sus brazos se estiraban y los músculos se movían por la fuerza. Nunca en mi vida había visto algo como aquello.

Mi boca se abrió ligeramente y todo a mi alrededor se desvaneció.

La gente, mis amigos, el calor y la incomodidad de estar de pie, incluso Dave, todo desapareció para contemplar a Jayden y la magia que hacía con sus manos.

Ahí, en ese momento, me di cuenta de algo superior.

Jayden tenía el don y el talento para hacer y crear magia con sus manos.

La música era parte de él. No había forma de negarlo.

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