Capítulo 9 - Con los días contados
Poco después de ese fatídico suceso, cuando las nubes se disipan y su madre yace dormida en el sofá, Nina también sucumbe ante el sueño, hasta que la luz del sol vuelve a penetrar la habitación e impacta en su rostro, despertando exaltada por lo que ocurrió anoche. Las palpitaciones van disminuyendo a medida que se percata que todo está tranquilo a su alrededor. Por alguna extraña razón, la claridad del día logra apaciguar sus nervios, como si la misma le otorgara un mayor control de la situación, y la confirmación de que nada malo ocurrirá.
Nina consigue reponerse y se sienta sobre su cama, el dolor de las heridas ha disminuido. En ese instante, Laura entra con un doctor y la enfermera que ya la había atendido antes.
—¿Cómo se encuentra la bella paciente hoy? —Le pregunta el simpático señor.
—Bien, tengo mayor movilidad en el brazo, y ya no me duele tanto.
—Eso es muy bueno, las lesiones van cicatrizando, dejame ver un poco.
El médico remueve el vendaje e inspecciona el estado de los cortes...
—Ya no se ven tan mal —asegura la enfermera con asombro.
—La verdad que no, te estás recuperando más rápido de lo que esperábamos Nina. ¡Eso es muy bueno!
—Entonces, ¿ya puedo irme?
—No creo que tus heridas corran mucho peligro si no hacés esfuerzos que puedan abrirlas de nuevo.
—No se preocupe doctor que yo voy a cuidar bien de ella —interviene Laura.
—Perfecto, entonces hoy mismo podrá irse. Va a tener que seguir con las vendas hasta que todo cicatrice totalmente, y por nada del mundo se deben mojar.
—Vamos a cuidar de todo eso, quédese tranquilo.
La noticia de que hoy saldrá de ese hospital anima un poco a Nina, aunque no logra quitarse de la cabeza aquella incertidumbre sobre la investigación que está llevando la policía, y además de eso, el estado de su amiga es un misterio que ni Dios ni el Diablo se lo pueden develar.
—Después me gustaría pasar por la habitación de Carol Dennis, quiero saber cómo se encuentra. Ella es como mi hermana y no puedo dejarla sola en este momento.
—¡Ah, sí! Si querés te ayudo a aprontar todo para irte, y te acompaño a verla —propone la enfermera.
—Muy bien, entonces yo me voy con la madre para resolver algunas cuestiones administrativas, usted sabe... políticas de la institución —explica el doctor.
—Perfecto. Yo luego te alcanzo hija, también me quiero despedir de Carol.
Mientras tanto, al hospital llega Jonathan, novio de Carol, un chico alto, carismático, de cabello castaño claro y ojos tan celestes como el mar Egeo, acompañado por una amiga en común, Bárbara, una morena con una belleza tan sensual que contrasta con su temperamento serio y malhumorado, por alguna razón, ella no quiere estar ahí.
—¡Por acá, chicos! —Les avisa Brandon.
—Perdón que vengamos justo ahora señor —Jonathan le estrecha la mano y continúa—. Apenas nos enteramos, quisimos venir a verla.
—No se preocupen, no tuve cabeza para avisarle a nadie, pero vengan... pasen. Eso sí, no se asusten si no los reconoce.
Apenas entran al cuarto, no pueden contener su asombro al mirarla, se la ve perdida, aturdida, y con los ojos ardientes, posiblemente de la angustia que le genera la situación. Aquella imagen dista mucho de la rubia llena de vida y energías para todo que hasta ahora conocían.
—¡¿Quién fue el hijo de puta que le hizo esto?! —pregunta Jonathan con una profunda impotencia.
—Todavía no se sabe, la policía está investigando —responde Brandon afligido.
—Podríamos ayudar, ¿no? ¿Algo que podamos hacer para colaborar con la investigación? —añade Bárbara con un poco de duda.
—Seguro ellos quieran indagar en su círculo de amistades, vecinos, familiares... conocidos, no sé —supone Brandon.
—¿Bárbara...?
—¿Carol? ¡Amiga! ¿Me reconocés? —Se acerca sorprendida.
—Claro... ¿Cómo podría olvidarte a vos y lo soreta que siempre sos?
—¡Idiota! Dejame abrazarte.
—Hola, mi amor, ¿me reconocés? Soy Jonathan, tu novio —interrumpe esperanzado.
—¿En serio? ¿Somos novios? —Carol reacciona con extrañeza al escucharlo.
—¿Cómo? ¡¿No te acordás?!
—Jonathan, vení un cachito conmigo. —Le ordena Brandon.
Ambos salen de la habitación yéndose a tomar un café. El silencio y la consternación invade a Jonathan tras la respuesta de su novia, no puede acreditar que siquiera se acuerde de él. Por lo que Brandon le explica que Carol solo recuerda hechos vividos hace mucho tiempo, y personas que también conoció muchos años atrás.
Bárbara es su amiga de la infancia, ellas crecieron y estudiaron juntas, por lo cual, es normal que la recuerde más a ella, que a él, quien desde hace pocos meses forma parte de su vida. En el cuarto de Carol, el mismo sentimiento de confusión inunda el lugar...
—¿Es cierto que somos novios él y yo?
—Sí, pero no te preocupes, de a poquito vas a ir recordando todo —Le asegura Bárbara.
—Es muy frustrante no recordar casi nada... es como si... solo me acordara de mi niñez y parte de mi adolescencia —confiesa Carol mientras las lágrimas se asoman entre sus ojos.
—¡Tranquila! Es normal después de un golpe como el que recibiste.
—Tenés razón, con suerte estoy viva.
—Claro... por cierto, ¿no te han comentado cómo sigue Nina? Ella está internada acá también.
—¿Nina? Me la han mencionado, pero la verdad no la recuerdo... al parecer es alguien importante para mí.
—¡Ahhhh! Bueno, ya sabrás quién es... ¡Qué tonta soy! Ya no te voy a preguntar por nadie más. Después le hago una visita —señala Bárbara, quien hace un esfuerzo frenético para contener la risa que le genera que Carol no recuerde—. ¡Vos tranquila, eh!
Ya ha pasado un buen rato, y Nina está lista para irse de ese bendito hospital que tanto la agobia. Con un poco de dolor en su brazo izquierdo, se coloca aquella blusa roja que le encanta porque realza la belleza de su rostro, y unos jeans cortos que le hacen juego.
Acompañada de la enfermera se dirigen hacia la puerta, y al momento de abrirla, se encuentran con Bárbara. Su reacción al verla no es de felicidad ni mucho agrado por encontrársela, ya que, a pesar de ser amiga en común, le tiene poca simpatía.
—¡Barbie!
—¡Nina! Justo pasaba a saludarte y saber cómo estabas —confiesa dándole un fuerte abrazo.
—¡Ouch! No tan fuerte —avisa algo molesta.
—¡Ay, perdoname! ¡Dios, hoy estoy re estúpida! Decime, ¿ya te vas?
—Sí, por suerte ya me van a dejar ir, aunque ahora voy a ver a Carol que aún no la he visto.
—¡Justo vengo de verla! Ella no te recuerda, y a Jonathan tampoco, él vino conmigo.
—¡Qué raro! ¿Y a vos sí?
—Sí, porque me conoce de chica —explica Bárbara con una sonrisa cínica.
—Ah, bueno, ¿me acompañás entonces? —responde Nina sin más preámbulos, atisbando a su hipocresía.
—Sí, ahora ella está durmiendo, pero tal vez sea mejor que la veas así, digo... si no se acuerda de vos...
—Sí, puede ser. ¡Vamos!
La enfermera las acompaña a través del pasillo hacia la habitación de Carol, y luego continúa su labor con otros pacientes. Nina y Bárbara entran al lugar, y caminan despacio y en silencio hacia donde yace dormida su amiga...
—¡Qué salvaje el que le hizo esto! ¡Tiene toda la cara moreteada!
—Así es Nina, yo también quedé impactada al verla así. ¡Ojalá atrapen a la desgraciada que le hizo esto!
—¿La desgraciada? —Siente su corazón salir por la boca esperando la respuesta.
—Según lo que me dijo, cree que fue una mujer, pero no se acuerda de la cara.
Nina se queda contemplando a Carol en silencio, y sintiendo una profunda pena por haberle hecho eso. En ese momento, su mente se divide en un dilema sin fin, por un lado, el deseo de que mejore, y por otro, el miedo a que recobre toda la memoria. Sabe que es cuestión de tiempo, y que sus días en libertad están contados.
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