Capítulo 23 - El juego ha cambiado
Haberle dejado las cosas claras a Carol, le retuerce el corazón como un trapo viejo y desgastado se retuerce a sí mismo, dejándolo apenas sin latidos, pero a punto de colapsar de la angustia. Es una opresión tan enorme que atraviesa su pecho como una lanza envenenada proveniente de tu peor enemigo, que en muchos casos, resulta ser tu confidente, la persona más cercana a ti, y de quien jamás te podrías imaginar tal puñalada, tal desgarro y corrupción del alma, pero este caso, no sería la excepción de aquellos que terminaron igual.
Es hora de continuar, de levantarse y seguir, de luchar por la cordura y deshacerse de todo lo que la afecta, Nina debe dejar a Carol atrás, y con un nuevo amanecer, ha llegado el ansiado momento de visitar de nuevo a Christian, el psicólogo a quien creía vano en su situación, pero que en estos momentos podría ser un gran manto de lágrimas para su descargo.
Otra vez se encuentra parada frente a ese lugar sombrío, casi lúgubre como una abadía abandonada, con los metales herrumbrados y desgastados con el tiempo, ella piensa que para un psicólogo da muy mala imagen tener su casa descuidada de esa forma. Se supone que tratan directamente con el alma, con la psique humana, y para eso es necesario ganarse la confianza de uno, pero este sitio parece la entrada a un panteón lleno de fantasmas, al que cualquiera huiría con los vellos erizados, e incontables relieves uniformes en la piel producto del escalofrío.
—¡Hola, Christian! —Sonríe con timidez entrecerrando los ojos y juntando sus manos—, volví como prometí.
—Me alegra verte de nuevo Nina —Su mirada se posa sin disimulo en las heridas de su rostro, causándole un poco de inquietud, aunque él es un profesional y sabe sortear estas situaciones—, pasá por favor.
De nuevo están en ese lugar, ese consultorio pequeño, reducido, que apenas y posee una ventana con una vista no muy agradable hacia un edificio que parece más un bloque gigante de ladrillos en estado de abandono. La habitación apenas posee un par de sillas, un escritorio y un mueble con muchas carpetas. "Se supone que en este cuarto de dos por dos hace milagros...", piensa Nina despectivamente mientras observa todo a su alrededor.
—Bueno Nina, contame, ¿cómo han estado estos días? —La observa de reojo mientras se prepara para escribir lo que ella confiese—, supongo que algo agitados, ¿no? —Una breve sonrisa se dibuja en su rostro ironizando sobre sus heridas.
—¿Cómo sabés que fueron agitados? —Le responde de forma contundente, la bromita no le ha caído nada bien.
—La última vez que viniste no tenías todos esos cortes en la cara, Nina.
—Bueno, sí... —Se sorprende de tanto que ha pasado en estos días sin verse—, wow, han pasado tantas cosas.
—¿Querés contarme?
—Bueno, esto es resultado de mi último encuentro con la sombra —Un silencio incómodo provoca un abrumador zumbido de ansiedad en sus mentes, el cual se mantiene por unos segundos—, esa cosa me llevó al límite... tuve que tirarme —explica con la mirada perdida en la mesa.
—¿Atravesaste algún vidrio? Esas heridas solo pueden ser provocadas por objetos punzantes.
—Sí, lo atravesé —Continúa evitando mirarle, siente vergüenza de lo que él pueda pensar, y aunque lo intente, le cuesta entrar en confianza.
—Que raro que tu madre no me haya avisado... —Hace algunas anotaciones que ponen nerviosa a Nina, y continúa indagando—, ¿hace cuánto ocurrió esto?
—Hace más de una semana creo... —Observa de reojo como Christian no para de escribir, y su ansiedad aumenta al límite de ya no aguantar—, ¿qué tanto escribís? ¿Por qué tenés que hacerlo? ¿No tendrías que escucharme nomás?
—Tengo que registrar todo lo que digas —Su mirada clavada en Nina solo causa desconfianza y alejamiento, es imposible establecer una relación terapéutica satisfactoria.
—Bueno... registrá lo que tengo que contar sobre Carol, mi ex mejor amiga —Le ordena, observando con detenimiento al cuadernillo como si fuera a saltar directo hacia el objeto y despellejarlo con sus uñas.
—Contame lo que desees —Le sonríe tímidamente con el fin de establecer una conexión entre ambos.
—Ella puede ser la causante de todo lo que me ha estado pasando, de todo... —Le explica temblando de nerviosismo, mirando a cualquier rincón, menos a él—, ella hizo que desapareciera el cuadro y después reapareciera, cuando vine a verte la primera vez —Al fin se atreve a verlo a los ojos, denotando la más desesperanzadora angustia en busca de auxilio, esa vidriosa y atormentada mirada busca ayuda y no sabe cómo pedirla.
—¿Creés que ella puede ser la sombra de la que hablás?
—No sé... no, no... —Su ceño fruncido expresa un relieve montañoso de preocupaciones y miedos que obstaculizan su pensamiento—, esa cosa me ha hablado ya, tiene una voz asquerosa; desfigurada; demoníaca... ¿me entiende?
—Sí, Nina... me habías dicho que ella te creía y te apoyaba mucho en todo esto, que era la única que lo hacía, ¿qué te hizo cambiar de parecer?
"Si supiera por qué ella me quiere hacer daño...", piensa, sabe que debe inventar algo rápido para que el psicólogo no sospeche de nada, y es que, nadie puede saber que ella fue la causante del estado casi mortal en que dejó a Carol. Ese trauma da vueltas en su cabeza y la martilla una y otra vez, penetrando su sentimiento de culpa y el miedo a que su amiga esté haciendo todo esto por venganza. "No puedo decirle que ella se está vengando por intentar matarla, no puedo", reflexiona.
—¿Nina?, ¿Nina? —Christian chasquea los dedos tratando de hacer que vuelva a tierra, le llama la atención cómo su mirada se volvió inexpresiva y se perdió en la inmensidad de su mente—. ¿Estás bien?
—Sí, sí... —responde incorporándose en la silla—, no sé por qué ella estará haciendo esto, pero a mí y a mi madre nos consta.
—Después me gustaría hablar con tu madre... y si es posible, con tu padre también.
—No sé dónde está él, es un borracho del que no me interesa hablar, nunca nos dio afecto ni a mí ni a mi hermano —Nina odia hablar sobre él, por lo que pretende que un suspiro fuerte y eterno haga que el psicólogo capte el mensaje y cambie de dirección la conversación.
—¿Por qué no te gusta hablar de él?
—Porque no me gusta —afirmó cruzándose de brazos y levantando una ceja—, así de sencillo.
—Está bien Nina, de todos modos quisiera hablar con tus padres si es posible —Le dice mientras continúa anotando hojas y más hojas con sus palabras—, ya se nos termina el tiempo, nos vemos en una semana, ¿está bien? —Ante la respuesta afirmativa de ella, Christian al fin siente que poco a poco su relación de trabajo va tomando rumbo, aunque es preciso para él hablar en cuanto antes con su familia.
La noche se hace presente, y el frío comienza a penetrar por el cuerpo, helando la sangre, congelando los pies y causando temblores con cada movimiento. Hace mucho tiempo que Nina no sentía un frío así, desde sus vacaciones en Noruega hace cuatro años, donde pudo presenciar los más hermosos y helados paisajes, montañas interminables que hacían ver al humano como una insignificante hormiga perdida en la inmensidad de la naturaleza.
Que bellos recuerdos de ese viaje, fue el último con toda la familia unida, recuerda que con Michael practicó alpinismo, fue su primera vez haciéndolo, y aunque le daba mucho vértigo, esa experiencia permanece imborrable.
También fue la última vez que pudo ver a sus padres enamorados, pero aun así ya habían problemas, esos malditos traumas que su padre traía de niño impidieron que la familia pudiera ser más unida y convencional.
—Creo que es suficiente leña para mantener activo el fuego, ¿qué opinás Nina? —pregunta Laura con una satisfactoria sonrisa en su rostro.
—Está bien mamá, me llega el calor hasta acá —Le devuelve una sonrisa simpática mientras revisa las redes sociales por su celular.
—¿Así que me decías que el psicólogo quiere verme a mí y a tu padre?
—¿Eh? Ah... sí, sí, insistió mucho en eso.
—Bueno, voy a ver si puedo encontrarlo... desde lo que pasó con tu hermano se convirtió prácticamente en un indigente, nunca está —señaló frustrada.
Nina asiente con la cabeza, pero su atención está lejos de concentrarse en las palabras de su madre, sino, en un perturbador mensaje que le acaba de llegar a su bandeja de correo electrónico. Una advertencia abrumadora y espasmódica que aumenta el frío que siente de por sí. El recado viene de Carol, y dice lo siguiente:
"Nina, sé que no querés saber nada de mí, pero debo decirte una cosa y espero que la tomes con la mayor calma posible... Fui a lo de la vidente que te había comentado, y ella me dijo que tu madre no es quien dice ser, ella está planeando algo en tu contra Nina. Tenés que salir ya mismo de tu casa, estás corriendo peligro ahí dentro, andate ya!"
En ese instante, en ese preciso momento, su corazón se detiene y sus sentidos se paralizan. Sus ideas se revolucionan, corren de un lado hacia otro sin rumbo, entrando en caos, un incendio estalla en su interior, será ira; será confusión; serán las ganas de explotar y acabar con todo este tormento, serán las ganas de desenmascarar al victimario de una vez por todas. Sus teorías se derriban, y lo único que consigue hacer, es posar sus temerosos ojos en su madre, los roles han cambiado, el juego ahora apunta hacia otra dirección, pero hay algo de lo que no cabe duda: una de las dos está mintiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top