Ⅱ: Dolor, pasión y omisión
Día 507
La muerte es parte del ciclo natural de toda existencia que habita en el Universo, incluso las creaciones del Cosmos, como los planetas, lunas o satélites naturales, los meteoritos, los cometas, las estrellas y los agujeros negros, están condenados a dejar de existir, debido al "Big Freeze" o muerte térmica del Universo, que ocurrirá como consecuencia de la paulatina expansión del mismo, el cual no se detiene y continúa su trayecto hasta los límites inexplorados, por ello, se predice que, poco a poco comenzará a enfriarse y el calor necesario para la vida, será llenado por el gélido frío para volverse un lugar inhóspito y vacío, como en el origen.
Antes de que el Universo sea consumado por la frialdad, toda forma de vida perecerá antes de poder presenciarlo, incluso, los Celestiales como raza inmortal, saben que ese futuro lejano llegará, aunque falten años luz para alcanzarlo; al ser los sucesores de la primera creación por parte del Cosmos, conocen e intervienen en la creación y la erradicación de la vida biológica sembrada en un planeta, así como la destrucción del mismo.
Una labor que las más altas jerarquías pueden alcanzar, ser los dadores de vida y los herederos de la muerte.
―Estoy seguro de que tendrás un gran futuro, tal vez, le tengas miedo a lo desconocido, pero si has sido uno de los Elegidos del Elter Abraene, solo él conoce la razón de su decisión y está en ti descubrirlo, no temas, Kook ―fueron las palabras que EunWoo le dijo para animarlo, cuando a sus ocho años comprendió la responsabilidad que se le fue otorgada, gracias a la marca de nacimiento que estaba en su frente.
Un pequeño de nueve años en ese momento, creía que JungKook sería como las estrellas más resplandecientes que veían ambos en sus escapadas nocturnas, para dejar fluir el estrés de los entrenamientos y las labores que debían desempeñar en casa, y buscaban ser solos dos pequeños en una travesura estelar.
EunWoo Kosta, fue quien sostuvo su mano, cuando la manifestación de una habilidad tan poco conocida y heredada, fue el designio de nacimiento por parte de su Elter.
Esencia y vida que se había esfumado, como las cenizas lanzadas al viento para ser arrastradas y desperdigadas después de cumplir con el ciclo de existencia. Como seres inmortales, su envejecimiento, una vez alcanzada la etapa de maduración se detenía y ralentizaba su avance, casi que inexistente, aunque debían morir como parte natural y original del tiempo circundante entre los opuestos de vida y muerte, pero antes de que fuera así, una longeva existencia alumbraría como la estrella que les ha dado calor cada día.
Una consecuencia de la inmortalidad dada a su raza, debía tener su némesis, el control natural y primario para contrarrestar una fuerza que podría convertirse en el amo del Cosmos, por ello, no eran indestructibles, podían gozar de una maravillosa regeneración de tejidos, volviéndolos inmunes sobre ciertas heridas, no obstante, no había posibilidad alguna que le diera el tiempo de reacción suficiente a los tejidos y sangre para detener una herida realizada por el punzante filo de una espada hecha de diamante.
Derrotada que nadie superaría, una muerte sin oportunidad para sobrevivir.
Para cada Celestial, sin importar el linaje del cual desciendan, la muerte es considerada como una pérdida escabrosa, porque, evidencia la vulnerabilidad que su inmortalidad frágil les otorga.
Un mensaje del Cosmos, para recordarles que, si bien sus vidas eran imperecederas, su esencia y vitalidad podría ser quebrantada y transgredida hasta la extinción.
―Luna Makris, ya es hora ―la voz de YoonGi detuvo la letanía de los constantes pensamientos que se repetían como una plegaria, en busca de repetir los errores que eran un anuncio del fatal desenlace, además de los recuerdos que serían el legado y la manifestación viva de la existencia de EunWoo Kosta.
―Siempre es un placer que recuerdes tu posición como Krono, querido hermano ―mencionó JungKook al girarse para encontrar los divertidos ojos avellana de YoonGi y observar el traje negro para la ceremonia que se llevaría a cabo en dos horas en la capital de Vindicta, Caronte.
―Tengo mi orgullo en alto al ser el primer Krono en esta familia, en cambio tú... ―bromeó al ver una tenue sonrisa en el rostro contrario, que, si bien las heridas ya fueron curadas, la aflicción de su alma se reflejaba en el azul ensombrecido de su mirada.
Ambos dejaron fluir una sonrisa al recordar la pequeña broma cuando JungKook comprendió que la marca de nacimiento sobre su frente, la cual, lo designaba como Saenon, estaba en un eslabón superior dentro de la jerarquía, un eslabón por encima del temerario Krono, YoonGi Makris.
Una presión que persistía en la actualidad, al ser el hijo menor de YoungMi y Gael Makris, dos Tenebraes reconocidos y de gran estatus dentro de su sociedad, aunque, amaba ser parte de la familia que le dio vida, en situaciones llegaba a ser atosigante, no por lo que esperan sus padres o su hermano de sí mismo, sino, por los supuestos que los demás pretenden encajarlo como una pieza de la más fina porcelana.
―Pero mi bilocación supera a la de papá, controla tu ego ―agradecía que YoonGi fuera a rescatarlo, porque si fuese por su propia voluntad no se movería de su casa por acción propia.
―Futuro Saenon, no puedes seguir aplazando lo inevitable, por eso estoy aquí, a tu lado y contigo ―YoonGi no permitiría la caída de su hermano menor, a quien le llevaba cinco años de diferencia y desde el momento en que lo conoció, logró reconocer que sería alguien singular.
Durante el crecimiento de ambos, YoonGi comenzó a observar el magnetismo que poseía su hermanito con los Tenebrae a quienes sus padres lo presentaban, si bien, llegó a sentir cierto recelo por la atención que recibía Kook, esta se esfumo en el momento en que contempló la incomodidad que esto le generaba a su hermano, porque, los demás habían depositado exorbitantes expectativas a partir de la marca de nacimiento que portaba, una referencia que continuaría a lo largo del tiempo hasta que iniciara el proceso de evolución, marcado por el período de maduración.
Después de notar que esos mágicos y claros ojos azules se opacaban por la presión y la atención indeseada, YoonGi Makris, estaría en cada paso que JungKook Makris emprendiera, siempre velando por la voluntad y los deseos que motiven las decisiones que llegue a elegir.
―A tu lado y contigo, hermano ―un juramento que Kook invento a sus cinco años, cuando sus alas de energía se manifestaron por primera vez, y aterrado corrió a los brazos de su hermano porque tenía miedo de fracasar al no saber cómo elevarse.
El amor y la paciencia de YoonGi, le permitieron comprender que los primeros intentos no salían como se esperaba, porque controlar el nivel de energía como la conexión interior con la flama de poder para manifestar la grandeza de las alas, requería de paciencia y una actitud perseverante.
Porque estas reajustarían el centro de gravedad propio y el sentido de orientación, al condensar la esencia cósmica que recorre el cuerpo y extenderse como parte de la corporalidad del Celestial.
―Así tenga que viajar de una demarcación a otra, estaré presente siempre que lo quieras ―el de ojos avellana se adelantó a acallar la duda que atravesó la mirada de su hermano y que a lo largo de los años aprendió a identificar en sus expresiones o comportamientos en busca de entender cómo se sentía.
JungKook Makris y su personalidad reservada que con las experiencias vividas fue reforzando ciertas conductas malsanas, que ante el dolor construye una barrera de indiferencia para disminuir el impacto emocional y que la resonancia afectiva no lo lastimara en demasía. Una forma que fue desarrollando para digerir y procesar las emociones; aislarlas y descargarlas de toda connotación de vulnerabilidad.
Solo se permitiría decaer y debilitar sus defensas en el amor desinteresado de su familia y amados amigos, NamJoon Roux y JiMin Dubois, aunque este último fue quien nunca desistió en hacer parte de su círculo personal, además, de ser la pareja de NamJoon, por lo que, en palabras de JiMin ‹‹sería imperdonable que el mejor amigo de Nam, no me aceptara››, y solo entre ellos fragmentaria su dolor para hacerlo más ligero; igualmente, en un comienzo y durante varios años EunWoo fue merecedor de su aprecio y confianza que paulatinamente se fue enfriando, pero con su muerte, ahora se caía a pedazos calcinantes por el pasado que vivieron y los recuerdos que atesoraba.
―Agradezco que estés aquí YoonGi, te amo ―expresó el ojiceleste, para fundirse en los brazos que ya estaban siendo extendidos para recibirlo.
Podría ser reservado, sin embargo, era directo y sincero para expresar lo que deseaba, y aún más, por la pérdida que no estaba contemplada y no había una forma que le ayudará a enfrentar la ausencia eterna.
Las alas de energía son una manifestación corpórea de la vitalidad de un Celestial, al ser evocadas, despliegan su forma y las terminaciones en estelas de luz, son parte de las características y composición tan únicas como su portador. Ningún par de alas es idéntico al otro.
Asimismo, la tonalidad para cada linaje está designada, blanco para Lucem y negro para Tenebrae, y la intensidad con la cual el color se muestra, está relacionado al estado emocional del Celestial, su sentir se expresa en el brillo o la opacidad de la energía que da forma.
Una vez superado el entrenamiento, las alas adquieren mayor potencia y mantienen un tamaño estándar y semejante al cuerpo del Celestial, no obstante, cuando el periodo de maduración inicia estas expanden y aumentan la energía, que será determinada por el centro de poder que cada uno posee, además, de las habilidades que han sido heredadas o tienen la potencialidad de manifestar e ir desarrollando.
Para todo Celestial, las alas son una parte viva de sí mismos, sin embargo, en ocasiones pueden prescindir de manifestarlas y resguardarlas en su interior. Por ello, los automóviles eran una necesidad contemplada dentro de los vehículos de transporte, una comodidad a la que tenían acceso de acuerdo a los créditos requeridos para acceder a uno.
―Vuelvo y te repito que solo hago esto por ti, una última vez y ya, a la próxima comenzare a exigirte un pago ―reclamó YoonGi como el piloto designado para manejar la camioneta de su hermano. Él y sus gustos excéntricos.
―No voy a tener los suficientes créditos para darte, porque si mal no recuerdo desde que tenía siete años me exigías que te pagará cuando accedías a llevarme de un lado a otra con tus alas ―rebatió JungKook con diversión, porque sabía cuánto su hermano odiaba tener que viajar en carro en lugar de volar.
―Decir que yo accedía es mentira, cuando me amenazabas ―explicó YoonGi.
―Claro, y como disponía de tanto poder, no podías negarte ¿Cierto? ―el tono sarcástico se hizo presente en cada palabra exclamada, porque su hermano ni antes ni ahora se negaba cuando le pedía hacer algo, así fuera una mala idea, ambos caían juntos―. Al igual no creo que quisieras llegar empapado por la lluvia que no ha parado desde ayer.
Una señal de que el cielo de Caelestis sufría y conmemoraba la perdida de uno de sus capullos de vida; un suceso que se desencadenaba cuando una pérdida ocurría.
―Cállate, además, si tuviste los créditos suficientes para comprarte esto... ―lo dijo señalando el espacio interior con su mano izquierda―. No creo que sea mucho problema que ayudes a tu hermano económicamente.
―Deberías mantenerme a mí, porque soy el menor de la familia, se más agradecido, Yoon ―su risa se unió a los reclamos sin sentido de YoonGi.
―No me pagan lo suficiente como para aguantarte tanto tiempo ―el rubio mayor se sentía feliz de ver un poco más relajado a su pequeño hermano, ya que, cuando llegaran a la Capital de Vindicta, Caronte, JungKook debería enfrentar al pasado y la pérdida presente.
―Como si yo no me hubiese ofrecido a ayudarte en tus entrenamientos y lo único que conseguí es que quemaras una zona de mi cabello ―parte de ser su hermano menor era recordarle los errores a los cuales lo arrastró.
―Tú estabas detrás de mí todo el tiempo ―incluso en esos momentos durante su infancia, era el hermano mayor más orgulloso y feliz de que su hermanito lo admirara y quisiera seguir sus pasos.
Aun si sus caminos ahora se habían separado por las elecciones que conlleva la posición de cada uno y las decisiones que eran guiadas por sus anhelos, distaban uno del otro, tan diferentes como semejantes, porque el amor y la hermandad se volvía fortaleza en medio de la amargura y vivacidad en la compañía.
―Es lo mismo, nunca te obligue a hacerlo, Luna Makris, cediste por tus propios deseos ―canturreo YoonGi con ánimo.
―Pero nuestros padres no opinaron lo mismo ―JungKook se burló, al recordar la reprimenda que YoonGi se ganó como castigo, cuando un pequeño de ojos celestes llegó con la mitad de su precioso cabello rubio parcialmente quemado.
Aun cuando Kook había explicado la razón de su cabello humeante, sus padres no tuvieron piedad con ninguno de los dos; una forma de enseñarles a asumir las consecuencias de las acciones propias, además, de conocer la imprudencia y el riesgo de las decisiones apresuradas.
Una facultad que en la actualidad ambos seguían vulnerando, debido a sus rasgos impulsivos y directos.
―Lo más bonito fue que cuando tu cabello comenzó a creer, le comenzaron a salir pequeñas ondulaciones, tan bonito, ricitos de luna ―expresó YoonGi ante el silencio de su hermano decidió mantener.
JungKook Makris mantuvo el silencio por la emoción de volver a escuchar ese apodo que se desvanecía cuando las pequeñas ondulaciones en su cabello desaparecían y volvía hacer aparición en el momento en que comenzaban a reaparecer por partes; aunque si había algo que amaba y que solo le permitía a su hermano, era combinar cualquier apodo que se le ocurriera y añadirlo a su designación de luna, en una clara referencia a su marca.
Que por años odio poseer al hacerlo resaltar a donde llegara, un anuncio de su presencia, porque esta no podía haberse manifestado en otro lugar de su cuerpo que no fuese tan visible, siendo el mejor lugar para destacar en su frente. Al igual, que sus habilidades, las cuales anunciaban un considerable centro de poder.
La experiencia que fue adquiriendo, le había permitido conectar con su esencia interior y estaba orgulloso de quien era.
―No podías vivir en una zona más central y no en los límites de Eukélade, para evitarnos todo este viaje, o al menos ir hasta Egeón y salir ambos desde allí ―YoonGi se quejó de nuevo, una vez que habían estado recorriendo las distintas zonas que comenzaban a dejar atrás.
―Agradece que esta demarcación y Caronte comparten acceso terrestre por medio del puente, o si no te hubiera hecho atravesar mi demarcación y la tuya hasta llegar allá ―se quejó solo para molestarlo más, porque viajar con YoonGi era andar con un gruñón.
―Conociéndote sé que serías capaz de hacerlo ―concluyó el rubio mayor.
El viaje fue ambientado por el sonido de las gotas de lluvia al impactar con la carrocería del auto y las construcciones que encontraban en su recorrido.
Delicadas y brillantes gotas de agua que se desprendían del cielo tormentoso para formar un lienzo entre el color blanco y pardo de algunas nubes, un escenario que completaba el paisaje de una demarcación como Eukélade, que gozaba de la manifestación del elemento tierra en toda la extensión de la región.
Resaltando por las edificaciones que estaban construidas sobre los pequeños terrenos de tierra que levitaban en los alrededores, desde distancias cercanas al suelo hasta aquellos ubicados de forma ascendente hasta el límite marcado por el cielo. Desde las casas fabricadas en lo alto podía observarse la lejanía del suelo, porque gozaban de amplios e inmensos ventanales que ocupaban gran parte de las paredes, sobre los cuales la luz se reflejaba al impactar contra la superficie, y para quien tenga la dicha de vivir allí, la vista de Eukélade se expandía en diferentes direcciones.
Una extraordinaria vista que se sentía afortunado de contemplar cada mañana desde que se había mudado hace tres años, luego de reunir los créditos suficientes, que comenzó a almacenar desde que quedó obnubilado por el encantador panorama de seguir habitando las alturas, sin tener que extender sus alas para poder hacerlo.
Fue como su hermano y él mismo, se independizaron y buscaron la forma de materializar sus deseos; lo que llevó a YoonGi a mudarse a Egeón desde hace seis años, lejos de su hogar natal y su familia.
―Anciano, si te llegas a sentir agotado podemos cambiar de lugar ―tampoco era tan cruel para hacerlo venir por él y dejarlo conducir durante todo el viaje.
―No te preocupes por mí, Luna Makris, que el día de hoy estoy para lo que necesites, todo menos créditos, no seas abusivo ―ambos estallaron el ruidosas carcajadas, mientras avanzaban y acortaban cada vez más la distancia con Caronte.
Por lo general, Caronte, como la capital de la región de Vindicta, constituye una demarcación emblemática y central del territorio, que resalta por la organización y distribución del lugar, en donde las viviendas y edificaciones comerciales y laborales se extienden a lo largo de una inmensa depresión de tierra en el interior de un cañón de media profundidad que goza de un gran vitalidad natural.
Posee una singularidad en su estructura, ubicada en los dos extremos laterales, de donde, desde la superficie se desprenden cascadas de agua coralina que caen por la pared interna del cañón hasta el estanque erigido para albergar el vitalicio líquido, además, de redirigir su trayecto hacia los canaletas construidas en el suelo que bordean toda la extensión del terreno, las cuales, rodean y recorren toda la metrópoli, manteniendo un fluir constante.
El acceso por vía terrestre a Caronte, se ubica en la superficie, en la cual, se encuentran los altares sagrados de Aeternum Vale, que se encuentra en el extremo oeste, y Chrysalis Vitae que se impone desde el este. Dos lugares divinos opuestos en esencia y divergentes en emociones.
Igualmente, en la superficie se encuentra el centro de entrenamiento para los Tenebrae, como imponentes y llamativas construcciones destinadas a la formación, al comercio y urbes de residencias que tienen un alto precio de créditos.
―Deberías ir arreglando la maraña de tu cabello, porque ya estamos por llegar ―mencionó YoonGi para despertar a su hermano, que hace una hora atrás decidió descansar y renovar un poco de energía antes de tener que enfrentar la diplomacia y protocolo del evento para el cual debían reunirse.
El mayor atractivo se erguía desde el norte, para ser eclipsado por el palacio Tenebris que rodea gran parte de la extensión del territorio, el cual, está separado de la superficie por una brecha abismal, por la que corre un río de la misma agua coralina del interior del cañón que se mezcla con el agua alquitrana y oscura que se encuentra reposada.
Una brecha que se extiende a la distancia y es unida al territorio sobre el que está construido el palacio, por medio, de un inmenso puente fabricado en una combinación de dos piedras preciosas, el zafiro estrella negro y el zafiro azul, que están fundidos en el suelo del puente, para hacerlo resistente y ostentoso. Una entrada que era completada por los ornamentos exteriores que forman las columnas que sostienen el peso de la edificación y el techo de vidrio.
Que en el día 507, daría la bienvenida a los representantes e invitados a la ceremonia Aeternum Vale de EunWoo Kosta, para cumplir con uno de los dos rituales sagrados que como Celestiales y Regnandi Magus celebraban.
El ritual de la despida hacia el retorno eterno al Cosmos, que iniciaba con la muerte y la transcendencia de la esencia, para ser condensada en polvo de estrellas que en el Universo volvería a habitar.
―Es tan sofocante estar aquí ―mencionó JungKook, mientras arreglaba como buenamente podía su rubio cabello, y acomodaba el cuello alto del suéter negro que vestía en conjunto con los pantalones de pinza negros acompañados de unos clásicos y sencillos botines, para completar la sobria vestimenta protocolaria que enmarcaba la esencia de su linaje, la materia oscura.
―¿Lo dices porque sientes calor o por la ceremonia que nos espera? ―cuestionó el de ojos avellana, en una simple formalidad, porque se hacía una idea de la incomodidad que representaba para Kook estar presente ante un hecho que aborrecía.
La conmemoración de la pérdida de un Celestial, era un acto consagrado como pares y que encarnaba la unión como linaje, para conectar con las remembranzas de quien fue ese ser durante su vida, si bien el dolor estaría presente ante la despedida y la melancolía de quienes perdieron a un ser amado, también se celebraría su vida y el próximo encuentro con el lugar de origen, del cultivo universal que los convocó a existir.
Que, en circunstancias normales y esperadas, la despedida sería ambientada por los nubarrones corales y grises que cubrían el cielo de Caronte, y la ligera lluvia para completar el ciclo de consumación de la vida. Mas no, estar enlodada por el imponente torrencial que descendía con fuerza desde las nubes inclementes.
―Se que es importante para nosotros como Tenebraes, y más porque su muerte no debió haberse dado aún ―inhaló con profundidad para no ceder al dolor que punzaba en su interior al referirse a su muerte y manifestarlo en un desgarrador llanto―. Lo que me molesta es que ahora Lucem deba hacerse presente también, como si ya no tuviera suficiente de ver sus estirados rostros... ―detuvo sus abruptas quejas al comprender que se estaba desviando de las verdaderas razones del porqué tener a Lucem presente le incomodaba.
―Hace parte del nuevo acuerdo y no ser solo dos linajes que interactúan bajo intereses egoístas ―YoonGi agregó en el momento en que la turbación ensombreció el celeste de los ojos de su hermano.
Una prueba que se balanceada entre el dolor de la pérdida y la cordura del engaño.
―Lo tengo claro, es solo...
―No tienes que decirlo, lo entiendo ―no quería forzar a Kook a que recordara lo que, en su pasado sello en dolor, y que le costó superar―. Pero una vez crucemos esa entrada ―señaló la puerta de diamante negro del palacio Tenebris, una vez terminó de parquear la camioneta en los espacios designados―, debes hacer a un lado las molestias pasadas y centrarte en la razón por la que estás aquí, aguanta por un par de horas y luego ya no tendrás que seguir soportándolo más.
‹‹Como si fuera posible evitar una presencia, que por su jodida jerarquía como futuro Saenon se vería obligado a seguir enfrentando›› pensó Kook a lo expresado por su hermano, porque ambos sabían que, de ahora en adelante, y después del acuerdo sus caminos indeseados serian su compañía.
―A tu lado y contigo, hermano ―fue lo único que JungKook logro pronunciar al dirigir su mirada al exterior y visualizar la presencia que tanto deseaba ignorar.
―Ya no hay vuelta atrás hermanito, debemos salir ―tal vez la lluvia logrará disipar las dudas que su hermano enfrentaba.
Ambos procedieron a salir de la camioneta mientras desplegaban sus alas para utilizarlas como refugio ante la lluvia torrencial que no se detenía, y que al parecer durante la ceremonia los terminaría de empapar.
Sus pasos apurados impactaban contra el suelo de piedra blanca de la inmensa entrada, en un ritmo marcado por la antesala de un encuentro indeseado.
La atención del Tenebrae de ojos celestes estaba enfocada en algún punto lejano en la distancia, más allá de quienes se situaban sobre la entrada del palacio, determinado a mostrar su convicción y su indiferencia ante una situación que aún le generaba incomodidad y recelo, prefería ahogarse en su tormenta interna y caer por sus actos, en lugar de dejar fluir su dolor para que se mezclaran con las gotas de lluvia, porque a lo largo de su existencia había aprendido a enfrentar sus batallas en medio de la soledad y cuando fuese necesario con el apoyo de sus seres amados, mas no en medio de conocidos o extraños que solo actúan a través de la simpatía.
―Podrían dejar de modelar y mover su trasero con más rapidez ―la voz armoniosa de JiMin Dubois se hizo escuchar a la distancia y su elegante porte inmaculado por el blanco de sus prendas hacia resaltar su cabello azabache y sus ojos lila, agitando su brazo mientras con la diestra sostenía la mano de su pareja; en una bienvenida para que se apuraran.
―Mi trasero va conmigo así que te aguantas, JiMin ―respondió YoonGi, al ver que JungKook no tenía ni la más mínima intención de interactuar más allá de lo requerido.
―No te hablaba a ti gruñón, le hablo a mi cuñado ―y la única respuesta que obtuvo JiMin por parte del rubio, fue una cálida sonrisa, un gesto suficiente para tranquilizarlo, porque lo conocía lo suficiente para saber que el aura impasible y prepotente que lo rodeaba no era más que un manto que pretendía engañar.
Esa mirada tenaz e inexpresiva que ensombrecía el fulgor de sus ojos de cielo, perdió intensidad cuando la otra presencia que estaba ubicada a unos pasos más atrás decidió darles privacidad e ingresar al palacio de una vez por todas.
Y llevándose con su presencia la tensión que los había comenzado a rodear, cuando vieron a los hermanos Makris descender del auto.
―JungKook solo tiene un hermano y ese soy yo, no andes de desubicado ―rebatió YoonGi, cuando llegaron al encuentro con la pareja que los esperaba en la entrada resguardada bajo el altillo del tejado que los protegía de la lluvia.
La mirada celeste se encontró con la ámbar de su mejor amigo, que compartían el mismo pensamiento ‹‹aquí vamos de nuevo››, porque tener a YoonGi y JiMin en el mismo lugar reunidos, era una anuncio claro de sus discusiones posesivas y bromas que buscaban hacer molestar al otro.
―Mi Joonie ejerce ese mismo rol... ―no termino de decir porque YoonGi nunca le permitiría ganar en una de sus discusiones, y menos si era sobre JungKook.
―Pequeño, yo a este enano en cuestión ―habló YoonGi a la par en que rodeaba los hombros de su hermano con su brazo―, lo veía andar sin ropa interior por la casa y tuve que enseñarle a ir al baño, porque solo a mí me prestaba atención cuando se lo decía, por lo que, tus palabras pueden ser selladas por el preciado silencio que de tu parte nos puedes otorgar ―le divirtió ver que una vez más tenía la razón de su lado.
‹‹Suerte para la próxima JiMin, aprende a escoger tus batallas›› expresó YoonGi mentalmente con una sonrisa irónica que lograba irritar al azabache.
―Creo que sería mejor que entremos, nos están esperando ―NamJoon prefería detener cualquier discusión que nunca llegaría a nada, solo que el drama debería ser pospuesto para otro momento.
La incontenible risa de JungKook les lleno el corazón de calidez a los presentes que lo acompañaron en una tenue pero sincera sonrisa, verlos actuar con la gracia y naturalidad tan propia de ese par, lograba animarlos sin importar el sufrimiento que se alojaba en su interior.
La bienvenida fue auspiciada por Valar, la Kalar actual de Tenebrae, y la encargada del recibimiento a los asistentes e invitados de Spes y Potentiae, que reuniría a Lucem y a los Regnandi Magus en la ceremonia Aeternum Vale, en el ritual sagrado para despedir e inmortalizar el recuerdo de un Celestial que había perecido antes del tiempo estipulado para su vida.
Una reunión breve que se llevaría a cabo en el salón principal de amplios e inmensos ventanales que cubren la pared lateral para deslumbrar con la majestuosa. Además, la tenue iluminación del interior que se desprendía de los cristales flotantes en lo alto del techo contrastaba con la ostentosa pero delicada decoración que adornada el espacio, entre las estelas elaboradas con piedras preciosas que adornaban las demás paredes del lugar y los tres arcos de flores incandescentes que en su centro poseían una pequeña llama de fuego que recorría de forma tenue los pétalos de la misma, una variedad única que fue traída desde Orión, al ser uno de los elementos regentes en el territorio de los Hechiceros.
―Como ya saben, cuando perdemos a un Celestial o un Regnandi Magus, nuestros cielos lloran su partida con la innovación de una tenue llovizna, que se detiene en el momento en que el ritual es realizado, para reanudar su curso por unos días más ―explicó Valar situada en el altar desde el cual se dirigía a los asistentes, un hecho que, si bien era conocido por los presentes, también había dudas por el desenlace no contemplado―. Y la tempestuosa lluvia va a interferir con el desarrollo de la ceremonia, al no permitir que los otros tres elementos se integren debido al exceso de agua.
››Así que, gracias al apoyo de Lucem y en su dominio del elemento agua y aire, crearon un domo sobre la extensión del terreno en donde está la zona de destellos, una diferencia climática que van a sentir en cuanto salgamos del palacio con dirección al encuentro que nos tiene reunidos el día de hoy. Por tanto, los invito a que continuemos con la ceremonia, muchas gracias por estar presentes.
Poco a poco los Celestiales comenzaron a salir del salón para emprender el recorrido hacia el lugar designado. Solo unos cuantos decidieron esperar y enlistarse al final de la fila, para evitar la aglomeración o la constante interacción que se podría llevarse a cabo durante la caminata protocolaria.
Que era guiada en su camino por las formaciones de cristal marrón y vinotinto que rodean el camino una vez llegaran al terreno sagrado, en el que se podía observar distintas y únicas mezclas entre el Rubí y el Ópalo Boulder, en una representación del fuego y la tierra, que se materializaban en las variadas formas que adquirían las fusiones de ambas piedras preciosas, que era el resultado de una magnífica unión entre el poder de los Celestiales y la magia los Hechiceros.
―Kook, debemos irnos ya ―susurró JiMin, que se había acercado para expulsarlo de la burbuja mental en la que se sumergió desde que llegaron.
JungKook desde el instante en que ingresó al salón se ubicó en uno de los ventanales para encontrar una distracción e ignorar su alrededor y la intensidad de una fugaz mirada que no deseaba encontrar.
―¿Sabes qué es lo que más deseo? ―preguntó JungKook.
―¿Irte de aquí para ir por unas hamburguesas? Porque yo si muero de hambre ―JiMin buscaba apoyarlo y hacerle saber que no debía sostener el peso del dolor por sí mismo, cuando los tenía a ellos a su lado.
―Es algo a lo que no me puedo negar, pero no es lo que tanto deseo ―pronunció con un deje de gracia en su voz y perdiendo la tranquilidad que lo rodeaba desde que entró al palacio―. Deshacerme del recuerdo de EunWoo siendo atravesado por esa espada, verlo perder la luz que lo conectaba a la vida, es el mayor martirio que he sentido y no poder hacer algo por salvarlo me carcome desde ese día ―terminó de confesar lo que tanto le costó materializar en palabras.
―Así hubiera una forma de suprimir ese recuerdo, no puedes ceder ante el dolor que ahora sientes, Kook, la culpa y el arrepentimiento por los errores pasados o las acciones que de seguro podrían haber sido de ayuda en ese momento, no existen, es un cuestionamiento que no tiene validez.
››Sé que hiciste tu mejor esfuerzo, tú siempre das todo por el todo, sin reservas ni contemplaciones, te sacrificarías a ti mismo antes que a los demás, pero no es más que un deseo, un anhelo puro de tu ser, sin embargo, quienes te aman, también harían lo mismo por ti.
››Si la pérdida te consume, vívela, siéntela y déjala salir, no la retengas, pero no te ataques y te destruyas a ti mismo, porque las acciones del pasado eran el único camino a tomar en el momento, no somos dioses que pueden retroceder, somos Celestiales eternos.
―Agradezco que estés aquí, JiMin ―Makris pronunció como pudo a través del nudo que punzaba en su garganta para desatarse.
―No hay distancia que no recorra para estar contigo ―indicó JiMin sosteniendo la mano del contrario.
Y la tranquilidad que comenzó a recorrer su aún lastimado y fatigado cuerpo, se desvaneció cuando encontró esos ojos grises que tanto atesoraba no continuar viendo, no obstante, su voluntad fue apresada y encadenada en esa mirada que tanto dolor le causó.
Una ironía creada y que lo unía en un ciclo, que se empeñaba en deshacer y destrozar como en el pasado sucedió, para vivir sin tener presente las experiencias que fueron desencadenadas por una prematura ilusión y la inocencia que fue desintegrada, de la cual solo un fragmento sobrevivió, fundiéndose en su alma e incrustándose en su ser, que punzaba cuando sus miradas hallaban el sacrificio de su tormento.
Un reencuentro anhelado que era proclamado desde las entrañas de su ser, que al hallar su realización se convertía en el recordatorio de lo que se dividió en destrozos que llevan el nombre contrario.
―Debemos irnos, no es prudente que sigamos aplazando lo inevitable ―expresó TaeHyung D'Angelo que se acercaba con una lentitud famélica, siendo imposible no mirarlo.
Era magnético, su presencia hacía gravitar las miradas en su dirección, su actitud imponente y su apariencia sublime encandilaba por el rojo de su cabello y el gris cristalino de sus ojos. Su atuendo clásico y exquisito siempre enaltecían su posición como un Lucem de alto rango en la jerarquía y admirado por su grandeza.
Dos Celestiales reconocidos por sus habilidades y destacados por su alto nivel de energía, que entre ambos funcionarían como una catalizador para atraer al contrario o repelerlo cuando el fuego se imponía para evaporar la cristalización del agua pacífica y codiciada.
―No debería importante el que estemos o no allí ―rebatió JungKook con la molestia haciéndose paso a través de la aparente indiferencia, que solo un Celestial podría derrumbar.
Aquel que hipnotizado contemplaba el dolor en esos excelsos ojos celestes y la preocupación por su bienestar era deformada en la promesa que le hizo al contrario y se juró a sí mismo mantener.
El amor siendo un vestigio que los consumía y los lastimaba por los errores que los separaron.
―Lo único que me interesa es que cumplas con el discurso que vas a dar, para finalizar con la ceremonia y deshacer el domo que ahora mismo mantengo ―TaeHyung prosiguió con el guion ensayado que venía personificando ante el contrario desde hace un tiempo.
Su imperturbable esencia siempre cumplía su objetivo, invocar el fuego que enardecía a JungKook.
―Como si tu única preocupación fuera ver un discurso vacío para cumplir con un ritual que solo le corresponde a Tenebrae... ―el rubio se detuvo cuando su brazo fue sujetado con algo de fuerza por JiMin que no se había apartado de su lado, haciéndole saber con esta acción que se estaba extralimitando.
Después de todo había una jerarquía y posición que respetar, TaeHyung D'Angelo, representaba una de las mayores manifestaciones de poder y energía, era Saenon por herencia del Elter Neclum, y desde su centro y flama de poder emergió un eslabón más, que le permitió desarrollar una mayor posición, como Krono.
Siendo el único Lucem, perteneciente a dos jerarquías que viviera en Caelestis.
―Es gracioso que poco te importe dar un discurso en la despedida de quien tanto decías amar ―rebatió con una leve irritación en su tono grave de voz y una inmutable expresión de aparente apatía, que sólo avivó más el fuego que a ambos los consumía con fervor.
―Debería importarte una mierda lo que haga o no ―casi que escupió sus palabras con todo el rencor que fuese posible sentir, porque podía tolerar y fingir ante el pelirrojo, pero su límite estaba en la mención de EunWoo, más aún, con la historia que los enfrento a ellos dos en el pasado―. Y si no quiero dar un discurso ante quienes no tienen una mínima idea de quien era él, haré mi voluntad y deseo.
―¿Cuán seguro estás de haberlo conocido? Al parecer eres el único que creía en sus excusas y sus actos lamentables al demostrar su poder ―provocó TaeHyung en una clara referencia a la enemistad que lo unía con el Tenebrae fallecido―. No es ninguna sorpresa que haya caído en una misión para la que nunca estaría capacitado ―lo que decía no era mencionado para herir a JungKook, sino para tratar de aliviar en vano la culpa que sabía y debía estar sintiendo el contrario.
Porque desde que conoció a EunWoo, su instinto que en un inicio se enredó con los celos, termino por confirmar las sospechas infundadas en lagunas que no eran explicadas.
Pero era un acontecimiento que JungKook ignoraba, y así continuaría por el bien del orden establecido en Caelestis.
―Tae, por favor compórtate, no es el mejor momento para esto, y lo sabes ―intercedió NamJoon, para detener cualquier posible error que TaeHyung llegara a cometer.
Aunque no podría estar más equivocado, al asumir que el Lucem no tenía contemplado el desarrollo actual de esta situación.
―Eres una maldita desgraciada, tú y tu jodida presencia ―JungKook batallaba con las dudas que emergieron a borbotones porque esa mirada contraria la conocía más que a nada, si había algo que no cambiaba, era que TaeHyung nunca elegía sus palabras al azar.
En el pasado ya fue mencionado, una acumulación de sucesos que ignoró, pero que ahora amenazaba con hacer tambalear su realidad.
Mas el odio que sentía terminaba siempre por consumir el gélido frío que habitaba en su interior.
―El día en que domines tus emociones y culmines tu periodo de maduración, tal vez, obtengas las respuestas que tu terquedad ha estado ignorando ―finalizó TaeHyung mientras se alejaba, aunque detuvo su avance para mencionar una última advertencia―. Porque el pasado esconde más de lo que estás dispuesto a ver ―su último intento de buscar el entendimiento contrario fue lanzado al aire, a la par que se alejaba con premura al exterior del palacio.
Autora:
En la guia ya se encuentran el nuevo detalle que fue mencionado en este capítulo:
- Créditos
- Estilo de vida
Espero hayan disfrutado la lectura 🖤
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