Capítulo III
Luciana llegó a la iglesia para inspeccionar la escena del crimen, el cuerpo de Antonio Valencia se encontraba en el pasillo principal tirado en el suelo, este tenía una gran herida en la cabeza y sobre él: El velo negro.
—Reyes, ¿qué opinas? —Preguntó su jefe.
Luciana observó la herida de la cabeza de la víctima.
—Parece que el golpe fue provocado con un objeto pesado, tal vez de metal. No hubo pelea durante el ataque porque todo está intacto, debió ser un ataque de último momento — respondió analizando su alrededor—. Probablemente hizo uso de un objeto que debió estar en esta iglesia—agregó.
Ramírez sonrió ante su análisis, él también había llegado a esa conclusión. El cadáver de Antonio fue trasladado a la morgue de la capital. La noticia corrió como pólvora y el pánico invadió a los pobladores, lo que les asustó más fue el hecho que también se encontró un velo negro en la escena del crimen.
La gente comenzaba creer que el mito del pueblo estaba volviendo a ocurrir y que el fantasma de aquella mujer había vuelto.
—Señor, la gente está algo nerviosa, creen que el mito de la mujer despechada está cobrando vida —mencionó el oficial Castillo un tanto nervioso.
—Eso sólo es un mito, el asesino es de carne y hueso —respondió Ramírez con tranquilidad; él no era un hombre de creencias.
Ramírez estaba preocupado porque en menos de 24 horas dos muertes habían ocurrido. Reunió a los seis oficiales que estaban bajo su mando, por ser un pueblo pequeño sólo contaba con ese número de policías. Santa Cruz siempre había sido un pueblo sin violencia, pero eso estaba cambiando.
—Muy bien, esto es lo que haremos a partir de ahora: Reyes y Velásquez, ustedes interrogarán a familiares por posibles pistas de la primera víctima. Castillo, tú estarás en la estación por cualquier otra emergencia que ocurra o por si llegan los resultados forenses—dijo asignando sus deberes—. Martínez y yo haremos las investigaciones de esta segunda víctima. Nos reunimos mañana por la tarde en la estación policial, traten de descansar de lo que resta de la noche— finalizó.
La única prueba del segundo crimen era el velo, este fue enviado al laboratorio en la capital. El cuerpo de Antonio iba ser entregado en pocas horas. Luciana y sus compañeros se retiraron del lugar a descansar un poco para comenzar las investigaciones a primera hora del día.
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