Viernes 13

—Vamos Kael, no te enfades con él, ¡es Dani! Todos sabemos como es Dani —decía Pau, una chica que venía a reemplazar a Dani cuando a él se le ocurría salir de la nada como si hubiera visto un espíritu del infierno.

Cuando cosas así pasaban, yo me tiraba detrás del recibidor y dejaba que Pau tuviera toda la diversión. Pero es que todo me parecía tan extraño, y a la vez tan absurdo... no entendía como es que ese tipo seguía manteniendo su trabajo siendo que tenía una forma excepcional de dejarlo botado.

—Te toca el último grupo de visita —le anuncié sin mencionar nada acerca de lo que Dani había hecho—, quiero que esto termine ya para poder irme a casa.

Justo en ese momento entraron algunas ancianas, acompañadas de 3 bellas jóvenes y un muchacho. Pau hizo un saludo al estilo militar y me guiñó un ojo.

—A la orden mi general —dijo riendo y luego dio media vuelta para saludar a su grupo.

Había sido un día largo y lo que más deseaba era irme a casa a dormir. Después de ese sueño/pesadilla la verdad estaba demasiado agotado, no me apetecía estar un segundo más en pie siendo acompañado por arte que no lograba entender.

Luego de unos 25 minutos que se me hicieron mil horas, Pau termino el recorrido y la presentación acercándose con una sonrisa de "no te lo vas a creer" en el rostro. Dejó los papeles del trabajo sobre el mostrador y me miró fijamente a los ojos.

—Te he conseguido una cita —habló.

Me había quedado totalmente perplejo con sus palabras que solo pude abrir enormemente los ojos y mirarla con mi mejor cara de sorpresa y terror.

—¿Te volviste loca? —fue lo único que logré decir.

—Desde hace mucho —contestó ella—, bueno, el caso es que, ¿ves a esa chica rubia que va cruzando la calle? Me ha dicho que le pareces muy guapo, y que si la ayudaba a conseguir una cita contigo... —comentó, y a cada segundo que hablaba mi cara de terror aumentaba—, ....entonces, pues le dije que a ti te encantaría salir con una chica tan guapa como ella y que nada más te llame para coordinar el día de la cita.

Mis oídos no daban crédito a lo que estaba oyendo. Me parecía de lo más loco que me habían dicho hasta el momento, cuando caí en cuenta de algo.

—¡Quieres decir que le has dado mi número de teléfono? —pregunté aún más asustado.

—¡Venga hombre! Que te va a llamar una chica guapa, rubia, esbelta, QUE CREE QUE ERES GUAPO —recalcó en eso—, ¿y te pones así? Déjate de bromas, aprovecha que además es española y tiene un acento precioso.

—¿Español? —pregunté recordando el acento que tenía la voz embriagante de Nimue.

—Si... ¿por?

—Hoy conocí a una chica con acento español, y créeme cuando te digo que es la chica más hermosa que he visto en este universo —dije guardando los documentos en un bibliorato y colocándolos bajo el mostrador.

—¿Ah sí? ¿Y es que acaso has visto otras chicas en otro lugar que no sea la tierra? —preguntó ella burlándose de mí.

Rodé los ojos y simplemente me limité a indicarle la salida para poder cerrar el negocio. Ya estaba oscureciendo y no tenía ganas de aguantarme bromas pesadas.

—Contigo, al igual que con Dani, no se puede hablar —dije saliendo del local y cerrando la puerta.

—Ay... no seas así Kael, sabes que solo quiero echarte unas bromitas —dijo y me pareció muy lindo de su parte que fuera tan alegre siempre—, venga, cuéntame más de ella, al menos dime como es o si sabes su nombre siquiera.

La verdad era que, aunque quisiera hablar toda la vida de ella, no sabía mucho acerca de Nimue, de la verdadera Nimue, la que estaba allí en mí misma ciudad, pero, aun así, entre el esfuerzo por girar la llave y cerrar la puerta y el hambre que tenía, decidí contarle un poco.

—Por el momento, solo te voy a decir que es una mujer que te cautiva y parece tenerte en un hechizo cuando la miras —dije recordando como me ponía cuando estaba cerca de ella—, y que se llama Nimue.

—¿Nimue? —preguntó ella extrañada.

—¿Por qué a todos les sorprende su nombre? —pregunté un poco irritado por ver la reacción que ponían mis amigos cuando les contaba sobre ella.

—Nada, es que... no es un nombre muy común —dijo ella, pero sentí que me estuviera mintiendo.

Aun así, decidí dejarlo e irme a mi casa. Lo único que quería en ese momento era ducharme, comer algo y dormir por muchas, muchas horas.

Luego de tomar una ducha fría y cenar algo liviano, me tiré a la cama y me coloqué los auriculares para escuchar algo de música antes de quedarme dormido. La verdad era que "Claro de Luna" de Ludwig van Beethoven me trasportaba a una paz tan bella que no podría describir.

Casi que llegue al punto de creer que aquella canción me ayudaría a dejar de soñar aquellas pesadillas tan realistas como la que había tenido la noche anterior, pero en realidad, fue completamente lo contrario.

Ni bien me quedé dormido, comencé a soñar nuevamente que estaba siendo perseguido por alguien que quería matarme, pero esta vez sentía que conocía el lugar en donde estaba. Era de noche, la casa estaba a oscuras, pero aun así podía reconocer el desorden y la decoración antigua que tenía. Era la casa de Dani.

Y por más que había corrido, por más que trataba de esconderme, y por más que había luchado por permanecer con vida, al final, el sueño siempre terminaba acabando de la misma forma: a mí me asesinaban, y lo único que lograba vislumbrar antes de terminar muerto era un colgante con el diseño de un elefante.

No pude ni siquiera descifrar si la persona que me perseguía en el sueño era Dani o no, pero me causaba muchísima intriga la razón por la cual yo estaba allí, en su casa.

Transcurrieron los días y Dani no había vuelto al trabajo hasta el viernes, y llegó como si nada, entrando como siempre, saludando con esa sonrisa de siempre y colocándose a su puesto como si nada hubiese pasado jamás.

—Llegas tarde —dijo susurrando Pau, entregándole una taza de café.

—¿Enserio? —dije yo— El tipo se pierde tres días, TRES DÍAS, y lo único que dices es ¿llegas tarde? —quizás estuviera exagerando, pero en realidad llegué a preocuparme por él, porque fui a su casa varias veces y tampoco estaba— ¿Estás bien Dani? ¿Te ha pasado algo? No sé... ¡Di algo! —insistí por saber más de él.

Dani, sin embargo, solo se limitó a sonreír, mirándome a los ojos y no me dijo nada más que:

—Hoy es viernes, y prometiste cuidar a mi perrito.

—MALDITO DESGRACIADO —dije sin creer que estaba ignorando que se fue por días sin decirnos nada— ¡Enserio eso es todo lo que vas a decir?

—Me alegra estar de vuelta y saber que te preocupaste por mí —añadió—, pero te toca cuidar a mi perro, y no importa que luego hayas vuelto a cambiar el turno, tratos son tratos —agregó.

Miré a Dani sin poder creer cómo se podía ser tan caradura y caerme bien a la misma vez.

Los viernes Dani solía trabajar solo medio turno porque por las tardes era su turno libre, y al muy hijo de puta no le bastaron los días que se tomó, sino que también iba a tomar su turno libre ese día.

Salí agotado del trabajo cundo veo que en la acera de enfrente alguien está parado mirándome, con una sonrisa burlona de lado y un arco en la mano derecha, con un carcaj colgándole de la espalda. En ese momento solo quise salir corriendo sin mirar a nadie, pero tratos son tratos.

Dani comenzó a cruzar la calle con su perro Bimbo, era un cachorro muy juguetón, pero a la vez un tanto pesado.

—¿Qué tal? —dijo Dani con su actitud alegre y positivista de siempre.

—¿Antes de verte? Bien —respondí mirando al perro.

—¡Venga Kael! Bimbo es bueno, y ustedes se llevan muy bien.

—Cuando no está destruyendo mi casa —añadí. Estuve a punto de decir algo más, pero en ese momento mi celular comenzó a sonar, lo agarré para ver quien me llamaba, puesto que nunca solía recibir llamadas y menos a esas horas, cuando veo en la pantalla un numero desconocido. De cualquier forma, decido atender pensando que podría ser algo importante. — ¿Bueno? —digo esperando respuesta.

—Hola, ¿Kael? —pregunta una voz un tanto similar del otro lado.

—Si... —digo con curiosidad.

—Soy la chica guapa que estuvo hace unos días en la galería, ¿te acuerdas de mí?

Mi mente comenzó a hacerse tantas ilusiones, ese acento español y la idea de conocerla... solo podía pensar en la mujer que atormentaba mi mente cuando estaba despierto. Una emoción inexplicable comenzó a crearse dentro de mí.

—Me llamo Felicity —añadió al ver que no respondía. Toda la emoción que había comenzado a experimentar creyendo que se trataba de Nimue, se desvaneció.

—Ah sí, claro. Por supuesto que te recuerdo, eras la chica rubia que llegó a la exposición con un grupo de ancianas —respondí sin muchas ganas.

—¡Vaya! Te acuerdas muy bien —rio ella por lo bajo del otro lado, la verdad era que sí tenía una voz y una risa muy encantadora—, me preguntaba si te gustaría ir a tomar algo conmigo hoy, si es que no estabas muy ocupado.

Desde el momento en que Dani escuchó que dije chica, pegó el oído al celular para escuchar todo, y cuando ella propuso la salida, él asintió frenéticamente a mi lado provocando una silenciosa conversación a base de gestos y miradas. Yo le señalé al perro y él me señaló la correa, ya que la mayoría de los negocios tenían un lugar donde podías colocar a tu mascota para ingresar al local. Respiré hondamente y respondí:

—Sería genial —dije.

—¡Estupendo! Estoy en un local llamado Montana's ¿te espero aquí?

Aquel lugar me quedaba super lejos, pero igual acepté, con un poco de suerte podría aprovechar para hacer algo de ejercicio. Acepté y colgué.

—Podríamos llevarte si quieres —dijo Dani antes de subirle a la camioneta que había venido a buscarlo.

—No es mala idea —dije y me subí con ellos.

Dentro, aparte de Dani, iban otros tres tipos más, llenos de armas, había 2 carcaj llenos de flechas, hachas, escopetas, y algunos objetos extraños que no pude ni descifrar lo que eran. El que manejaba era un tipo con aspecto rudo, barbudo, tenía músculos muy marcados y llevaba el aspecto del típico leñador que vivía en una cabaña a lado del lago.

Los otros dos parecían hermanos, eran rubios, tenían el cabello medio largo y sostenían sus arcos entre sus piernas, mirando al frente, pero bromeando en cualquier ocasión que podían.

Luego de un tiempo mi curiosidad aumentó considerablemente, tanto que no me pude evitar preguntar:

—¿Por qué tantas armas?

Todos me miraron como si acababa de hacer una pregunta imposible de responder. Sin embargo, Dani ni se inmutó y contestó.

—Iremos a cazar a un bosque que está algo alejado de aquí.

—¿Y qué van a cazar? Porque los conejos no son tan feroces como para llevar para armas tan potentes —dije, sin notar la tensión que formaba en aquel vehículo. Deseé no haber hablado, porque en ese momento el conductor me respondió, y la sonrisa en su cara junto con el tono de su voz, hicieron que comenzara a tenerle miedo.

—Una bestia que no debió salir de su cueva —dijo, pero algo me hizo dudar de si realmente hablaban de un animal. De cualquier modo, decidí no averiguar más.

—Oh... genial —añadí y me reacomodé en el asiento. Iba sentado en medio, entre aquellos dos chicos que parecían hermanos, quienes, después de las preguntas que había hecho, ya no parecían tan amistosos como antes.

Luego de unos cuantos minutos, llegamos y me dejaron bajarme. Bimbo bajó conmigo, amarré su correa a uno de los agarraderos para perritos que había frente al local, y entré.

Vislumbré a una chica rubia, sentada en una butaca, de espaldas a mí; estaba tomando un negroni y miraba al frente sin prisa, estaba vestida de una forma que la hacía ver guapísima, pero aun así di un recorrido rápido con la vista para ver si no había otra chica rubia en el local.

Definitivamente era ella, así que me acerqué a hablarle.

—¿Felicity? —pregunté, a lo que ella dio vuelta a mirarme y sonrió con alegría.

—Tenía miedo que no vinieras —dijo, resaltando en las "s" el acento español que tanto me podía.

—Una chica guapa, sexy, rubia, española e inteligente me llama para invitarme un trago ¿por qué no iba aceptar?

—¿Crees que soy sexy? —preguntó sonriendo de lado y agitando suavemente su bebida.

—Bueno... yo... eh... —¡Rayos! Me había puesto nervioso. — Claro —, respondí.

—Genial —dijo como si no le diera mucha importancia y se reacomodó en su lugar. Al ver que yo no me sentaba. Habló de nuevo: — ¿Vas a sentarte? ¿O tengo que verte ahí parado toda la noche?

Era algo ruda, eso me gustaba. Tal vez Pau tenía razón, y ella también podía ser mi tipo, además, desde ese día que vi a Nimue girar en la esquina de la calle, no me la he vuelto a cruzar, y no podía seguir basando mi vida en únicamente una sola chica a la que claramente no le pasaba nada conmigo.

—Y cuéntame ¿hace cuanto estás en la ciudad? No te había visto antes —dije tratando de crear conversación.

—Me mudé hace algunas semanas, tengo... un trabajo de investigación, y estoy aquí para reunir algunas piezas.

—Oh, vaya. Eso suena genial, y ¿qué investigas?

—Prefiero reservarme eso —contestó bebiendo por completo su bebida.

—¿Eres científica cierto?

—Podría decir que... practico un tipo de ciencia que no es tan común.

—Tienes por completo mi interés ahora —dije bebiendo un poco de la cerveza que había pedido.

Ella simplemente sonrió, se dio la vuelta para mirarme, se mordió suavemente el labio inferior y cruzó las piernas.

—Me atraes mucho, Kael... —añadió acariciándome suavemente el hombro y acercándose un poco más.

Luego se levantó y se colocó detrás de mí, me masajeó suavemente los hombros mientras me hablaba al oído.

—Podemos pasarla muy bien juntos si quieres —susurró en mi oreja, y su voz parecía transportarme en un trance lentamente.

—¿Sabes qué día es hoy? —pregunté.

—Viernes —, contestó ella.

—13 —añadí yo— ¿No conoces la frase de que "si tienes sexo un viernes 13, Jason te mata"?

Parecía un completo cobarde en aquellos momentos buscando una excusa para esquivar a aquella muchacha tan guapa, pero algo en mi interior decía que no debía ir con ella. Quizás solo era mi sentido religiosamente moral hablando, o el hecho de que llevaba mucho tiempo sin estar con una mujer.

—Cariño... —dijo ella acariciándome los brazos y besando mi cuello despacio—, yo puedo llevarte al infierno si me dejas.

Y aquella invitación fue todo lo que necesité para tirarme de lleno en las garras del diablo, e irme con Felicity a conocer el mismísimo fuego del infierno. 

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