Capítulo 1: El viejo Vecindario

Capítulo 1: El viejo Vecindario

-Vancouver, Canada-

"Una verdad que todos ignoran, es que muchos monstruos son vecinos de gente decente"

BRRRRRRRRRRRRR...

El sonido del radiador del bus en mal estado atosigó mis oídos por más de 2 insufribles horas, las cuales tuve que pasar de pie al no confiar en los pasajeros que subían y bajaban de este durante todo el trayecto, un viejo habito de mi anterior trabajo que decido conservar.

Cuando pensé que podría enloquecer por la incomodidad del trayecto, el bus por fin se detuvo en la parada que había estado esperando, bajándome de este llevando a la mano una gran maleta oscura y una mochila de la academia de policía que había conservado hasta la época presente.

Al ser el único que se bajó en esta parada, vi al bus partir con una extraña rapidez, como si el conductor tuviera una antinatural urgencia de llegar a su próximo destino, o como si no quisiera permanecer un segundo más de lo necesario en este vecindario.

El viejo vecindario, un lugar que solo visité de muy pequeño, y solo una vez según puedo recordar, fue cuando mi padre intentó dejarme a la custodia de mis abuelos paternos. El padre del año sin lugar a dudas.

No logro recordar por qué jamás regresé a este sitio, quizás mis abuelos pensaron que sería igual que mi padre, una completa decepción, y por eso cortaron todo contacto conmigo.

Al menos hasta hace 3 días, cuando recibí aquel correo de mi padre, quien solo el diablo podrá saber dónde está ahora.

Mi padre nunca fue el hombre más afectivo del mundo, pero al menos era alguien que cumplía las cosas que se le encargaban, y eso hacia al enviar aquel correo, cumplir con mis abuelos, quienes querían que fuera a visitarlos a la casa donde mi padre creció.

No sabía casi nada de mis abuelos, y ellos seguramente no sabían mucho de mí, así que al menos estábamos parejos en ese aspecto. Quizás de alguna forma de enteraron de mi infortunio y decidieron darme hospedaje, como lo haría cualquier familia normal, algo que jamás conocí hasta ahora.

No guardaba grandes esperanzas acerca de ellos, me conformaría con una cama y dos comidas diarias, si podía recibir eso, yo bien actuaría como el nieto del año.

"Ahora bien... supongo que es esa casa color rosa..."

Me dije esto a mí mismo puesto que la dirección que venía adjunta al correo parecía corresponder a una vieja casa del vecindario, la cual tenía un frente algo demacrado, pero con algunas plantas alrededor y un césped recién cortado. Si está era la casa de los abuelos, entonces no podía perder más tiempo allí parado.

Al menos que quisiera sufrir un ataque de insolación, de ser ese el caso bien podría quedarme allí parado como un idiota unos minutos más.

TOCK TOCK

Acercándome a la entrada reuní el valor para dar algunos golpes a la puerta frontal, puesto que el timbre parecía no funcionar, decidí esperar allí hasta que alguien me abriera la puerta y me invitaste a entrar.

Durante esa corta espera, algo terminó llamando mi atención, un pequeño plato vacío que estaba justo en la entrada, no era un plato que alguien usaría para alimentar a una mascota como un perro, aunque yo no era quién para hablar, ya que jamás tuve una mascota real, lo más cercano era un peluche de ballena que gané durante mi niñez.

"Buenas jovencito ¿En qué puedo ayudarte?"

No pude enfocar más mi atención en aquel pequeño plato de porcelana puesto que la puerta que tenía de frente se empezó a abrir hacia el interior, dejando entrever a una anciana de tamaño promedio, con manos delgadas y arrugadas, pero de dedos alargados y uñas cubiertas de un esmalte rojizo como las cerezas.

"Buenos días señora, mi nombre es Edward, recibí esta carta de mi padre diciéndome que viniera, ¿Será posible que usted sea... Mi abuela?"

Traté de hacer lo más corta posible mi introducción, ya que no quería espantarla ni que creyera que era un vendedor o testigo religioso.

"¡¡Ooohhh!! ¡En verdad eres tú pequeño Edward, pero mírate como has crecido! ¡Eres igualito a tu padre y a tu abuelo"

La señora que antes sostuvo con recelo la puerta la abrió por completo para recibirme con los brazos abiertos, está muestra de afecto familiar era algo a lo que era totalmente ajeno. Era algo incómodo al principio, pero no podía llamarlo desagradable.

"Así es señora, ya tengo 25 años"

"Pero estás muy delgado hijo, ¿Cómo es que te estás alimentando? No me dirás qué solo comes comida chatarra ¿Verdad?"

Ser llamado hijo era algo extraño, en especial a mi edad, más era capaz de entender su euforia, ya que no nos habíamos visto por más de 20 años.

"Trato de comer bien, aunque no he podido desayunar aún, tuve que apresurarme para tomar el único bus que llega a este vecindario desde Ohio."

"Entonces no te quedes allí parado y entra hijo, justo estaba sirviendo el desayuno para tu abuelo, eres bienvenido a unirtenos"

Haciendo un ademan para que entrase y la siguiera me adentré a la casa teniendo cuidado de no pisar el plato en la entrada, para así cerrar la puerta y dejar la maleta cerca de la entrada junto a mi bolso de la academia policial.

"Espero no importunar en serio"

"Tonterías, será un placer que te nos unas, la comida es mejor cuando se come con buena compañía, tú solo siéntate en esa mesa y espera a que te sirva un buen pan tostado con huevos y tocino"

El tono cándido de la señora que hasta ahora reconocía como mi abuela provocó cierta calidez en mi pecho, siendo esa calidez familiar de la que tanto había visto con recelo durante mi infancia en otras familias. De saber que está amable abuela existía, me hubiera escapado hace años para así conocerla y así quizás pedirle que me adoptara.

"Harold baja ya, tenemos visitas y es hora de desayunar"

Mientras hacía caso y me sentaba en la única mesa que había cerca de la cocina, la vi ir un momento hasta las escaleras para llamar al que seguramente era mi abuelo, un hombre que según ella guardaba gran parecido conmigo y mi padre, algo de lo que jamás me sentí orgulloso hasta el día de hoy.

Varios minutos pasaron, en los que pude sentir el aroma del tocino frito y el sonido de los huevos en la sartén, así como ver a la abuela acercarse con un vaso de jugo de naranja directo de un cartón, el cual acepté gustoso para darle dos pequeños tragos con los cuales sacié mi sed instantáneamente.

"Vaya vaya, ¿Pero a quien tenemos hoy en nuestro comedor Margaret?"

"Es nuestro nieto Edward, acaba de llegar desde Ohio"

Mientras terminaba de probar aquel jugó un hombre de gran tamaño apareció bajando las escaleras, llevaba una camisa blanca a botones y un pantalón a tirantes, así como una corbata mal puesta y unos anteojos de gran grosor.

"Mucho gusto señor, soy Edward"

Asumiendo con rapidez que debía presentarme me levanté de mi asiento para darle la mano y así saludarlo correctamente

"Con que por fin llegas... Mejor siéntate hijo, ya no tengo la edad para desayunar parado"

En el corto lapso que este tuvo para responder a mi saludo con un apretón de manos, me instó a sentarme nuevamente mientras se desabotonada los botones superiores de su camisa y aflojaba el nudo de su corbata

"¿Falta mucho para desayunar Margaret?"

"Justo acabo de terminar, aquí tienen muchachos"

Sin tener que hacernos esperar la abuela consiguió servir ambos platos de tostadas con tocino y huevo que había preparado desde mi llegada, para así servir su porción y unirse a nosotros en la mesa para desayunar.

"Muchas gracias por la comida"

Por primera vez en mucho tiempo me sentí algo tímido al probar la comida hecha por otros. Cómo viví por mi cuenta al llegar a la adultez y al tener una pésima suerte con las mujeres, jamás tuve el placer de disfrutar un desayuno de este tipo. O al menos no tan bien preparado.

Tanto los huevos como el tocino estaban preparados en su punto exacto, y las tostadas estaban crujientes, pero sin estar quemadas en ninguna de sus caras. Aunque era bastante sencillo, era un desayuno de primer nivel para mí.

"No olvides tomar tus medicinas Harold, o te sentará mal el desayuno"

"Ah sí... Casi lo olvido..."

La abuela se mostraba bastante cándida y afectiva mientras que el abuelo actuaba distante y ausente, como si aquel desayuno fuera el objeto más fascinante sobre la faz de la tierra.

"Dinos Edward, ¿Te gustaría hablarnos un poco sobre ti? Nos gustaría conocerte bien, si nos lo permites claro esta"

Ante tan amable petición de la mujer que me preparó tan delicioso desayuno decidí responder de la mejor forma que pude

"Bueno... Como sabrán nací y crecí en Ohio, terminé mis estudios en una secundaria pública, y después me uní al ejército, dónde serví por cinco años en las reservas"

"Así que fuiste militar... ¿Y luego que hiciste muchacho?"

Esta pregunta provino de mi abuelo, quien mantuvo una mirada severa que estaba al mismo nivel que la de los instructores de la milicia que conocí durante mis primeros años de soldado.

"Después de cumplir con mi servicio opté por entrar al departamento policial del estado de Ohio, y durante 2 años fui policía"

"Un policía, ¿No es eso excelente Harold? Se nota que creciste con un buen sentido de la responsabilidad hijo"

"Por supuesto, a diferencia del bueno para nada de su padre"

"¡Harold!"

Luego de farfullar aquella respuesta la abuela intentó reprenderlo de decir esas cosas, aunque a mí me tenía con el menor cuidado, ya que estaba de acuerdo con él

"Está bien, no me molesta... Al final papá nunca fue el mejor ejemplo del mundo... Yo no deseaba una carrera en el parque donde trabajaba, es por eso que tomé un trabajo que se alejara de su círculo de amistades"

Decidí responder con la verdad, ya que no quería empezar esta nueva relación con mis abuelos con mentiras blancas, quería ser honesto con ellos y que ellos lo fueran conmigo.

"Eres un chico listo, eso lo reconozco muchacho"

Al decir esto mientras masticaba su tocino vi como el semblante en el abuelo se aflojaba un poco, quizás lo alegraba el ver qué no era similar a mi padre en ese aspecto, de ser así ya seríamos 2 los felices por ello.

"¿Y sigues trabajando en la policía Edward?"

Ante esa pregunta sentí que casi me ahogaba con el tocino que estaba por tragar, rápidamente lo pasé ese con un sorbo del jugo de naranja, para así responderle a la abuela"

"Lo estaba hasta hace un mes, fui suspendido por 3 meses con paga, así que de momento podría decirse que estoy sin empleo, lo cual no es tan malo ya que me siguen pagando, pero una vez pase el periodo puede que ni siquiera me permitan volver a usar el uniforme"

Lo último que quería ahora era ser una decepción para mis recién conocidos abuelos, así que me mantuve a la expectativa de cuáles serían sus reacciones al escuchar sobre mi situación.

"Así que así son las cosas... ¿No es maravilloso Harold?"

"... Sí, podría decirse que lo es"

...

Honestamente, no pensé que alguien pudiera considerar una suspensión del trabajo algo maravilloso, aun así, ellos parecían ser capaces y hasta estar alegres al respecto.

"No nos malinterpretes hijo, comprendemos que te sientas mal por lo que estás pasando, pero una desgracia bien puede ser también una gran oportunidad"

Luego de escucharle decir estás palabras, la vi levantarse para retirar todos los platos ya vacíos de la mesa, dejándome a solas con el abuelo quien estaba tomándose varias pastillas después de desayunar, seguramente  eran medicamentos que le ayudaban con la digestión.

"Escucha muchacho, quizás no te guste oírlo, pero tu situación actual bien podrías sacarle provecho, quizás hasta saques algo de todo esto si sabes jugar tus cartas.

Esa última frase generó un escalofrío que cruzó toda mi espalda, ya que era una que le había escuchado decir a mi padre más de una decena de veces, claro que en un contexto diferente.

"¿A qué se refieren con eso?"

"Lo que mi esposo trata de decir, es que dadas las condiciones presentes, estaríamos más que encantados de que fueras nuestro huésped por el tiempo que desees quedarte, siéntete libre de sentirte cómodo aquí, puedes usar el viejo cuarto de tu padre, y si necesitas ir a algún sitio Harold te enseñará el vecindario, también tenemos un viejo carro que Harold lleva años tratando de hacer que arranque, si logras hacerlo funcionar bien podrás usarlo"

La abuela quien había acomodado los platos en el lavaplatos se sentó junto al abuelo para hablarme los 2 de frente.

"Eso si chico, bien debes saber que nada es gratis en este mundo, todo lo bueno tiene su precio, y si deseas quedarte, entonces tendrás que trabajar para ganarte el pan en la mesa"

El abuelo parecía decidido a hacerme trabajar durante mi estancia, cosa que no me molesta, ya que el trato que me habían dado desde que llegué había sido por mucho el más agradable que hubiese recibido en años.

Si hubiera sido consciente entonces, de los eventos que se darían por aceptar esta oferta, quizás lo habría reconsiderado. Pero ahora mismo solo hay un final posible tras esta conversación.

"Por supuesto... Entonces, ¿En qué quieren que trabaje?"

Al ver mi disposición a aceptar sus condiciones, el abuelo empezó a abotonarse su camisa para luego acomodarse la corbata, y así responder a mi pregunta

"Queremos que trabajes en la dulcería del vecindario"

Fin del capítulo 1

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top